En la cabañita del bosque (LIBRE)

Los juegos de borrachos servían para dos putas cosas: para matar el tiempo en una reunión no precisamente demasiado divertida, o para matar el morbo que provocaba saber si alguno de los integrantes tenía o quería tener algo con otro. Honestamente no sabría decirles si en aquella ocasión era la primera o la segunda, pero algo muy dentro me decía que Ellie Morgan no tenía muy buenas intenciones.

En efecto, la primera tontería de Morgan me hizo querer saltar por la ventana o ya de plano ser tragado por la tierra (si, ya sé que somos magos y que basta con una aparición, pero aparecerse de la nada es igual a salir corriendo como un retrasado, así que no es opción). Claro, una buena parte de mí quería conocer qué iba a decir (o hacer) Frances, pero por algún motivo presentía que lo único que iba a pasar es que de nuevo me iba a ver en la odilla de sus torbellinos de caos.

Desvié la mirada y me encogí de hombros con un gesto arrogante que expresaba un “por supuesto ¿de qué otra forma podía ser?” cuando en realidad por dentro me estaba volviendo loco. ¿Qué se supone que había pasado? ¿En serio me follaría a mí o solo lo había dicho para salir del paso y no besarme? ¿Por qué no quería besarme? Podría haber mencionado a Jony entonces, ¿Por qué a mí? ¿Pues por qué ha de ser, idiota? ¿Ven a lo que me refiero con “torbellino de caos”? Mientras trataba de evitar sonrojarme, no pude evitar buscar sus ojos y mirarla fijamente.

Luego vino lo de Zelda, que ni tardía ni perezosa se acercó a Jony y comenzó a lamerle el cuello tan hábilmente que parecía que a eso se dedicaba. Aquel asunto sirvió como catarsis para distraer mi mente y permitirme soltar una carcajada mientras las otras dos ponían su cara de asco (como si nunca hubieran hecho algo similar en su vida). Eventualmente vino el reto de la propia Zelda para Ellie, y de nuevo solté una carcajada por aquello del enamoramiento.

-Esta hasta yo me la sé, Zelda. Morgan también es conocida como “Darth Ellie”, no conoce el amor-Seguía muy nervioso por lo de Frances, pero no iba a dejar que los presentes me vieran afectado de ninguna forma, mucho menos ella, que quien sabe con qué malditas intenciones había soltado aquello. Llegó el turno de Ellie y se dirigió hacia mí.

-Voy a elegir “verdad”, porque no pretendo usar mis dientes para ninguna cosa.- En parte sí, no quería que los dientes me rechinaran horriblemente mientras le quitaba ese feo sueter, pero en parte también era por no querer moverle a nada que tuviera que ver con Frances y su declaración de hace unos minutos. Así que iba a hacer trampa en su jodido juego.

-La verdad es que… Zelda me provoca querer follármela en el despacho del decano, mientras viste una linda falda de colegiala. ¿A que también se te antoja Zelda?, bien, es el turno de  Jony. Si es reto Jony, quiero que ahora mires directamente a los ojos a Zelda y le digas honestamente si lo que acaba de hacer con tu cuello te provocó o no algo. Si es verdad, quiero que nos digas a todos si eres o no virgen, como la mayoría piensa-

((off: bueno, ya saben que me tuve que ir, pero volví. Perdón por la demora!! ))

Había mencionado el juego como quien "pasaba por ahí" pero francamente no esperaba que se engancharan tan rápido. Y es que antes que se diera cuenta ya estaban lanzando verdades y retos de aquí para allá. Era gracioso porque hacía mucho que no veía ese juego en acción, y un poco había olvidado lo profundamente movilizador que puede llegar a ser, en algún que otro caso donde toca hilos sensibles cuyos dueños no están preparados para que se los toquen.

Ellie fue la primera que se enganchó en la trama lúdica y le pegó un desafío a Frances, cuya respuesta solo sacó una sonrisa de lado por parte de Jony, pero cuando la Sra. Alechinsky devolvió la cachetada, para el lado de Zelda, a Allvery se le vio todo all very ackward. No le gustaba ni un pelito de rana calva que lo toquen, menos que lo laman como si fuera helado. Notó que la intención del reto era ver si era cierto lo que decía sobre el sexo, pero la incomodidad que sentía no era sobre eso, sino por la poca predisposición que tiene hacia que lo besuqueen o lengüeteen.

La sensación de la lengua en su cuello era extraña. Como una bolsita de agua tibia, toda húmeda y circulando por su piel. Le producía una cascada de cosquillas, tanto como para que en un momento contraiga su cuello hacia el lado donde Zelda lo estaba chupeteando como perro amigable. En general no era algo desagradable, pero en particular no resultaba espectacularmente excitante ni mucho menos. Estaba bueno, muy bueno, sobretodo la parte de la oreja que le produjo un cosquilleo con fuerza como para entrecerrarle los ojos, pero tampoco era para delirarse. Y con respecto a pararse... -No te preocupes, lo único que se va a parar soy yo- sijo sonriendo y se levantó para apartarse de Zelda, limpiándose la baba con la mano.

Observó callado, en un rincón dándole un chupón a su petaca de whiskey, como se sucedían los desafíos hasta que Syd le apuntó directo. Si vio de cara con un verdad o reto que eran muy cercanos, desde su perspectiva. Darle a Zelda una explicación del proceso sensorial que obtuvo al ser lamido por ella, o bien decir si es o no virgen. -Francamente puedo hacer ambas, porque me parecen cercanas- Tomó un trago grande otra vez, la garganta le quedó ardida por ello, y le clavó los ojos a Zelda, quien por cierto le resultaba estéticamente hermosa -La lamida de cuello que me propinaste me causó una secuencia de cosquillas que me gustó mucho. Aunque no tanto como este whiskey- le dio otro trago a la botella. -Y con respecto a la virginidad, se podría decir que sí, aunque sería gris la respuesta. Tiene algo de historia...-

-Frances... verdad dime si crees, sinceramente, que el señor Alechinsky nunca portará cuernos puestos por ti; y reto continúa la tarea que le diste a Zelda a ver si consiguen una respuesta mía que les parezca lógica- Se sonrió solo, porque no es que se pusiera impertinente ni nada, simplemente les seguía el juego porque no le molestaba en lo absoluto que se tocara el tema de su sexualidad, ya que él estaba muy cómodo con ella.