En la cabañita del bosque (LIBRE)

Estábamos cerca de terminar el semestre. Muchos aún estaban terminando proyectos eternos y uno que otro aun estudiaba para los exámenes extraoficiales que se les daba oportunidad de hacer a los rezagados. Otros tantos, como en mi caso, no nos quedaba más que relajarnos y esperar a que corriera el tiempo para que comenzaran las merecidas vacaciones.

Esa tarde en particular me daban ganas de beber un poco de alcohol bajo la protección de la clandestinidad del Bosque de Andarta. Aquella zona era lo suficientemente extensa como para poder escaparse y de vez en cuando disfrutar un poco de los placeres prohibidos, y había ciertos lugares que básicamente todos los que llevábamos más de un año en Brigantia ubicábamos totalmente. En este caso, se trataba de una vieja cabaña en el lado oeste del bosque que quedaba relativamente cerca del Lago.

Para llegar al sitio y no perderte (si, podía suceder), existían árboles marcados mágicamente y bastaba con seguirlos durante unos diez o quince minutos. Como ya dije, era un lugar muy visitado por los estudiantes durante todo el año, bastante conocido por todos hasta el punto de sospechar que incluso el decanato sabía perfectamente de qué se trataba. Nunca habían hecho absolutamente nada para evitar nuestras escapadas, así que todos suponíamos que para ellos estaba bien.

Llegué a la cabaña y eché un ojo por la ventana para cerciorarme de que no estuviera ya ocupada por un par de tórtolos haciendo de las suyas. Llevaba conmigo una bolsa que contenía una botella de ron que me había costado 30 libras. No pretendía acabármela yo solo (no soy un puto alcohólico), pero si esperaba al menos estar un par de horas en tranquilidad mientras leía un poco. Entré al fin al lugar, impregnándome de aquel viejo olor a madera podrida y sacado mi varita para eliminar el polvo de una de las sillas que se encontraban ahí dispuestas.

Me senté y respiré profundamente mientras habría la botella, sintiendo al hacerlo ese extraño rasgo de melancolía que penetraba en mis pulmones y me hacía pensar en lo jodidamente aburrida que era mi vida. Siempre suponía que es normal pensar que tu vida es aburrida luego de haber pasado tanto tiempo escondido y con los nervios al borde del colapso, aunque a veces, para ser honestos, creía que era posible extrañar todo aquel terrible caos, toda esa muerte y ese miedo. A veces de verdad lo creía…

-Cómo escondite del mundo ya no tiene mucho uso- En una esquina, alejada de la puerta, un gran arbusto, repleto de flores azules gamopétalas, crecido sobre una de las columnas de madera, estaba hablando a la tercera persona que había ingresado a la cabaña. La voz no tenía tono agresivo, parecía que solo estaba dando a conocer un dato más para conocimiento popular.

Previamente, en ese día, solo pudo pensar en esto: Renovación vascular, el epítome en la carrera de la longevidad muscular. Toda la semana había sido una intensa búsqueda, a punto de sacarse callos en las yemas de los dedos, dentro de la biblioteca, hasta el extremo de convertirla en lugar de acampe. Le fascinaba el tema, se volvió adicto a la idea de controlar este proceso pero luego fue capturado con las miles de posibilidades que se extienden. Si logramos renovar vasos sanguíneos, al punto de devolverles su juventud inicial, podríamos alargar muchos años más la vida.

Lo que Jony no sabía era que la paciencia de la bibliotecaria era limitada. Ese día, después de soportar sus pedidos por varias horas, le pidió, amablemente, que se retire, utilizando solo la punta de su varita como gesto indicativo de que debía abandonar el lugar, si es que quería conservar su dentadura intacta y sus cabellos sin quemar.

Tomó un volumen, "Neovasculogía mágica, un avance hacia la inmortalidad", y se fue devorándolo todo el camino desde la biblioteca hasta la entrada el bosque. A diferencias de otras veces, en esta ocasión sabía exactamente hacia dónde se dirigía. Desde la última vez que había estado allí se reconectó con su centro y encontró un estado de paz profundo que le permitía pensar y crear más allá de sus limitaciones normales.

Avanzando por el camino se encontró con la vieja cabaña e ingresó si siquiera pensar demasiado. Se recostó, de pie, contra una de las columnas del fondo y, entonces, fue alcanzado por una idea. -Las yemas advenedizas de las plantas! Los árboles, y demás vegetales, son capaces de reconstruir diferentes partes de su ser cuando estas son arrancadas o mutiladas. El secreto para renovar los vasos sanguíneos yace en el mismo mecanismo- Sin mediar más palabras, lanzadas al aire porque en ese momento aún estaba solo, tomó su varita y comenzó a cubrir toda su esquina con arbusto de "no me olvides" hasta cubrir todo el sector incluido su cuerpo. Utilizó su habilidad de metamorfomago para volver su piel y cabellos verdes y se perdió por completo en meditación dentro de la planta gigante que ya lo cubría por completo.

Volviendo al principio, donde ya eran cuatro personas dentro de esa cabaña, y el arbusto parlante se había manifestado, todas las ramas comenzaron a apartarse y retrotraerse, dejando al descubierto a Jony verde, una versión de Hulk pero con muchísimo menos volumen muscular para respaldarlo. -No era mi intención asustar, hola a todos-

La verdad sea dicha, no pensaba pasar la tarde completamente a solas. Preveía que algún conocido, de esos que siempre llegan tarde o temprano a la cabaña, se apareciera para poder compartir la botella. Quien sabe, quizás hasta corría con la suerte de encontrarme con Sophia Turner o Melanie –la de Ogmios- de buen humor para tener las manos ocupadas. En lugar de ello, quien se apareció fue una chica rubia que al principio no ubiqué del todo, pero que luego de un par de miradas, me di cuenta de que se trataba de Ellie Morgan, una chica de Smertios conocida por aparentar haberse amargado la existencia desde hace quien sabe cuánto tiempo. Pero no, Syd, jamás habías cruzado palabra con ella y no estaba bien prejuzgar a causa de los comentarios que corrían por los pasillos… por muy certeros que fueran casi siempre.

-Por supuesto que no, me encantan los bichos viscosos y el ruido de frascos chocando por la tarde- Lo decía en un tono no precisamente amable, justo como el que ella había usado como carta de presentación. Ninguno tenía dudas acerca de lo follable que podía llegar a ser la chica si tan solo tuviera la capacidad de ser medianamente amable. En fin, justo en esas cosas pensaba cuando entró Frances a la cabaña, con todo y aquel grito de tarada que me hizo dar un respingo y casi quebrarme un diente con la boquilla de la botella. Me sorprendió verla por el poco tiempo que la chica tenía disponible por haber encargado tres hijos ya.

-Frances, merecías que se me hubiera ocurrido poner una cubeta llena de barro encima de la puerta. ¿Qué maldita manera de entra es esa? Jesucristo…-

Le sonreí y bebí de la botella mientras la observaba. Después de tanto tiempo, de las cosas que habían pasado entre nosotros y de todo lo que habíamos vivido ya, Frances y yo nos llevábamos bastante mejor de lo que muchos podían pensar. En público incluso a veces parecía como si nos lleváramos mal, pero ese aparente trato hostil que teníamos no era más que el reflejo de la confianza absoluta que nos teníamos uno al otro. Siempre he dicho que las cosas podrían haber sido muy distintas si la muy idiota no me hubiera confundido con mi primo muerto… pero ahora mismo podía pensar libremente que así estaba mejor.

-En teoría solo un grupo selecto lo conoce, pero ahora gracias a ti lo sabrá todo el mundo. Felicidades- Como ya dije, el lugar lo conocía prácticamente todo el campus, pero solo estaba jugando con ella. Bebí otro trago de la botella, y nuevamente, mi corazón se detuvo durante dos milisegundos cuando en uno de los rincones, en donde antes descansaba un extraño pero intrascendente arbusto, apareció de repente la figura verdosa de un sujeto más, que además saludaba como si nada

-Qué demonios hombre, ¿Desde cuándo has estado ahí observando? ¿Y qué si me hubiera querido hacer una puta paja (por decir algo)? ¿No podías saludar desde el principio? –No tenía problemas en compartir espacio, pero ciertamente me esperaba a cualquiera excepto a una agria y un friki de las plantas.

No esperaba causar tanto revuelo. O sea, no estaba en sus planes cruzarse con nadie, ni por remota casualidad deseaba tener un día social. Pero bueno las cosas se manifiestan como quieren y no queda más que hacer agua y ajo, aguantarse y joderse! La punta de varita, que Frances le dirigió sin miramientos, hizo que quedara rígido y levantara las manos, a la vez que todo su cuerpo se puso blanco como mármol. No podía negarse que la presencia de esa chica estaba en un estado agresivo inducido por miedo, por lo que resultaba imposible tomársela a bromas. Pero cuando ella la bajó él pudo relajarse y volver a sus tonos normales.

Y como quien pasa de calor a frío, o sea una pasteurización emocional, Jony comenzó a reírse ,como loco, por la ametralladora de reclamos con la que le baleó Syd. Sobre todo con eso de la paja, y como era un poco bicho: -Ni me había dado cuenta que estaban ustedes. Pero si quieres hacer pajas pues aquí tienes... Extendió sus brazos abriendo los dedos y de pronto comenzaron a transformarse, los diez, ensanchándose y alargándose, cambiando ligeramente de color, hasta que al final sus manos eran dos racimos de penes. Luego siguió riéndose sin saber si su chiste hizo gracia o no al resto.

En medio de tanta carcajada escuchó la advertencia de Frances, tomándola como lo que era pero sin darle mucho valor real porque él era bastante ignorante en cuando a lo que puede provocar en otros su presencia, así como tampoco suele tener reacciones violentas ante apariciones repentinas, excepto en situaciones donde se siente acorralado y se ve forzado a vivir lo que ya tuvo que pasar una vez.

Luego vio como Ellie lo ayudaba, mientras escuchaba su pregunta, a la que él respondió: - Que yo sepa no hay nadie más, solo vine a pensar en renovación vascular, y como pensé en las plantas pues... tu sabes, hago crecer estas flores casi involuntariamente- Esto se los dijo en parte a Ellie y en parte a Frances, ya que ella también había preguntado qué hacía él ahí. Al tiempo que terminaba de responder y de  limpiar los restos de tallos, volvía su cuerpo a la normalidad para luego transformar un par de ramitas en hermosas rosas de color azul imperial, con sus pétalos a medio abrir, y se las obesequió a las muchachas (Ellie ya tenía una colección porque le daba una todos los días en que la veía).

-El bosque es mi lugar favorito para relajarme y pensar sobre alguna que otra cosa que me guste investigar- Se acercó a los demás, con cuidado de no pisar ningún frasco (la últimas que rompió cosas de Ellie tuvo que conseguir una botella completa de Skellegrow) - Y esta cabaña es uno de los mejores lugares para estar en tranquilidad- Sacó las dos petacas (botella plana de cuarto de litro) que llevaba consigo siempre, tenía un ligero gran apego al alcohol. -Tomen lo que gusten, este whiskey lo hacemos en una destilería familiar en la estancia de dónde vengo- Conjuró una silla hecha de arbusto y flores para sentarse junto a donde Ellie se había sentado.

Me volví a recostar sobre el sillón en donde estaba (luego de que Frances y Jony me hicieran reincorporar casi de un salto) y le di otro trago a la botella un instante antes de que Morgan me pidiera un poco de mi alcohol con esa mirada agria pero al mismo tiempo encantadora que te hacía pensar en la poca voluntad que teníamos los hombres para resistir esa clase de cosas. Pero luego recordé que la chica era semiveela y que eso (de alguna manera) le restaba puntos por trampa.

-No lo dudo. Eres tan malditamente descuidada que podría seguirte media facultad sin que te dieras cuenta. Deberías trabajar un poco con tu despiste- bromee con ella y le sonreí, un segundo antes de Jony hiciera su chistosada de la mano con penes. Primero fingí poner cara de asco como una señorita, luego solté una carcajada y con un movimiento le lancé un poco de ron en la cara, antes de que la propia Morgan me arrebatara la botella para luego quejarse.

-Oh disculpa, dejé el tinto en la nevera… de saber que me iba a encontrar con Lady Exigencias me lo hubiera cargado. En fin, nos tendremos que conformar con esta cochinada-

Me fue imposible no pasear mis ojos por las caderas de Frances, que luego de haber tenido ya tres hijos parecía haberse simplemente puesto más buena. Tenía las caderas más amplias pero su culo parecía seguir exactamente en el lugar adecuado, sin mencionar sus tetas y todo lo demás. Me recordé a mí mismo que no solamente era una mujer casada, sino que además era mi amiga y una compañera de guerra que se suponía confiaba lo suficiente en mí como para que yo anduviera con los ojos pegados en todos sus rincones.

-De que caben… caben suficientes, pero no creo que alguien quiera hacer una fiesta con estos dos experimentando con bichos y plantas. ¿Verdad Fabelo?- el gato se me subió al regazo y se me restregó en el pecho, pero antes de que pudiera ponerle una mano encima el animal ya había dado un salto a cualquier otra parte- … parece que hoy está de buen humor. Déjame adivinar, no ha visto a su papá Tobias en todo el día-

Asentí con aprobación cuando el propio Jony sacó su propia porción de alcohol y no tardé un segundo en oler y probar el whiskey que según él, lo hacían en su ático o algo parecido. Y la verdad sea dicha, ese whiskey tenía un muy buen sabor.- Deberías compartirlo más seguido. No me digas que nada más lo sacas con tus coleguitas de medimagos-

Como era de esperarse, el chiste de los diez penes cayó de forma dispareja entre los presentes que oscilaron desde el asco puro hasta la regular aceptación. No, si estaba claro que de comediante se iba a morir de hambre. Pero el whiskey familiar, preparado de forma tal que ni pregunten, tuvo una aceptación mucho mejor. Nadie hizo el típico spray que se produce cuando uno se mete a la boca una bebida que resulta intolerable, sea por temperatura o por sabor más feo que pegarle a la propia madre en silla de ruedas.

-Si, tienes razón. Lo comparto tanto como vida social tengo, por eso creo que casi nunca lo comparto...- Se sonrió con ese comentario, contestando a Syd, que era a la vez un chiste pero también una afirmación. Ciertamente tendría que empezar a ampliar el horizonte de la gente que conocía, a ver si con eso lograba no solo adquirir conocimientos sino también alguna amistad. Los que dicen que no necesitan a otros, desde el punto de vista de Jony, o no conocían la verdadera soledad o bien eran temerosos del dolor que puede traer la pérdida de alguien a quien le abrimos el corazón.

Las ramitas del arbusto, que era su silla, seguían creciendo y moviéndose alrededor de su cuerpo. No lo envolvían, pero sí se hacían notar cada tanto, cuando algún tallito verde sobresalía abriendo pimpollos azules. Pero, como quien hace las cosas en piloto automático, solo se limitaba a correr aquellas que se cruzaban por su cara, para evitar que lo distraigan de la conversación. Estaba tan acostumbrado a la compañía de esas flores, que ya eran parte de él.

-Oh, vamos Ellie, no te hagas. Conoces esa bebida hace tiempo- Comentario al estilo "no te hagas la tonta que sabes muy bien la cantidad de veces que te has embriagado con el whiskicito este". Junto con la frase, Jony le mandó una mirada cómplice bien clarita. Eran amigos, o confidentes desde Slytherin. La gente incluso pensaba que Bastian era hijo suyo, algo que nunca se encargó de desmentir porque los comentarios de la gente le valían un frijol. -Ataquen sin miedo, tengo una reserva y puedo convocar más botellas hasta que nos hartemos o entremos en coma alcohólico, lo que pase primero-

Alcanzó a notar al gato de Frances justo cuando este se fue por la ventana, claramente desinteresado en quedarse allí. La mejor cualidad de los gatos es su frontalidad. Hacen lo que quieren y no les importa dar algún tipo de excusa o algo que los justifique. -No, gracias Frances. No me gusta la sensación del humo en la boca, aunque si fueran brownies... otro sería el panorama- Se quedó pensando en Fabelo, y no pudo evitar decir: -Los gatos son de las criaturas que más me gustan, son frontales, hacen lo que quieren y no se justifican. Por eso son maestros de libertad y relación. Fieles a sí mismos- Su mirada había quedado desenfocada, allí en la zona donde se encontraba el escape que acababa de usar Fabelo. Y bueno, el alcohol hace su efecto en cada uno, en este caso le tiró hacia la filosofía y la melancolía.

Casi al instante de levantar los ojos de las tetas de Frances me encontré con aquella mirada verdosa, tan enigmática como la del propio Fabelo, que se mantuvo un instante bastante largo enfocándose en los míos. Se la respondí sin vergüenza a pesar de saber que ella sabía lo que había estado mirando durante varios segundos. Era la mejor amiga que tenía, y respetaba mucho su matrimonio, pero había veces que me era imposible ignorar el magnetismo que por sí sola era capaz de generar.

-Perdón, se me olvidaba que lo nerd está de moda. Eso me pasa por vivir en una cueva- Dejé la botella de Jony en el piso y saqué un mechero del bolsillo derecho de la camiseta para lanzárselo a Frances a las piernas, que se había ido a sentar en el piso para disponerse a encender el porro que le había proporcionado Ellie; confirmándole de esa forma que yo también quería un poco.

-Jony en su antigua vida fue gato, ¿Que no le ven esas facciones? Oye Morgan, ¿Es de la buena? Pregunto porque tiene tanto tiempo que no fumo hierba que la verdad no estoy seguro de ser capaz de diferenciarla. Estoy casi tan desencanchado como Frances, pero sin tres hijos a cuestas… lo cual resulta más idiota de mi parte. Por cierto, ¿Qué les hiciste a esos niños como para poder venir aquí a viciar? ¿Los amarraste al techo?-

Le guiñé el ojo a Frances antes de levantarme e irme a sentar a su lado. Era bien sabido que de sus tres hijos, solo Aimee podía considerarse como un torbellino de calamidades. Pero joder, créanme cuando les digo que ese pequeño monstruo bien contaba por otros cuatro. Luego de que encendiera el porro, le extendí la mano para sostenerlo entre mis dedos y darle una primera calada, sin poder evitar toser un poco a causa de la falta de costumbre.

-¿Quieres matarnos a todos?, cocinas tan bien como cantas. Mejor trae a rus amigas de Leyes y con eso nos damos por bien servidos, ¿O no, Jony?- Era un comentario ligeramente mal intencionado, solo para provocarla un poco, como de costumbre.

Comenzó a transformar sus rasgos. Su  pelo creció y se tornó blanco con bucles, sus brazos y piernas se cubrieron de vello, blanco también, las pupilas se volvieron hendijas, lineales, y el iris se le puso celeste. Aparecieron dos colmillos largos y finos por las comisuras de sus labios, al mismo tiempo que las orejas se pusieron puntiagudas. Su nariz se acható y volvió rosa, al tiempo que toda su cara terminaba también cubierta de pelos como la nieve. -Miauuu... no sé por qué dices eso de mí, Syd- Y le quedó mirando con cara de gato vigilante en la ventana. Le había seguido el tren de broma a todo gusto, porque disfrutaba mucho el intercambio de buena onda, y para seguir promoviendo el clima relajado que se estaba generando en la cabaña.

Todavía con los rasgos "Hermione agatunada", aunque ya en retroceso, Jony captó el comentario de Syd, sobre las amigas de leyes de Frances, y trató de seguirlo aunque con su dificultad, porque ese campo de su vida era el menos explorado, el tema de las mujeres y las relaciones en sí. -Que vengan sus amigas o cualquiera, yo no le hago asco a nada. Comida es comida- Y, por unos instantes, ronroneó emitiendo un sonido muy grave y de gran volumen que daba la sensación de hacer vibrar toda la materia que estuviera a corto alcance.

Por un momento se quedó pensativo, mientras tomaba un trago, más largo de lo recomendable, de una de sus petacas. Cada vez que pasaba por el tema de las relaciones personales más íntimas, aunque sea rozándolo por la frontera con un comentario que no va directo al tópico, Jony se perdía en pensamiento intentando comprender por qué nunca había avanzado siquiera un poco en ese área. -Ellie, qué estabas investigando? Por cierto, tienes que ayudarme con esto- las ramitas, de la silla de arbusto florido que había convocado, nunca habían dejado de crecer, es como si la magia de ese hechizo, una vez desatada, se volvía autosuficiente e incontrolable al cien por ciento. Se veía que, cada cierto período de tiempo, salían ramitas y abrían flores por cualquier intersticio libre, e incluso seguían propagándose por la cabaña, a paso lento pero seguro.

Luego giró su atención a Frances, quien hacía un comentario sobre los brownies que hizo a Jony sonreír, mientras por fin se terminaban de evaporar los rasgos gatunos. -Jajaja. Que lindo hubiera sido conseguirlos a esa edad, francamente yo no los conocí hasta que terminé Hogwarts y viajé. Recorrí el mundo aprendiendo medimagia foránea, y casi que lo primero que conocí fueron los efectos positivos de la marihuana. En Marruecos preparan un crocante de nuez con aceite de marihuana, lo comes como un dulce inofensivo pero es tan concentrado que hace parecer a los brownies como un bocadito inocuo- Había absorbido tantas cosas, respecto a la medicina, en esos viajes. De hecho había muchos conceptos y recuerdos que solo volvían a su consciencia cuando el tema de una conversación actuaba de gatillo. Inmediatamente después volvió a pensar en Fabelo, porque seguido del comentario de brownies, Frances le había dicho que era hasta niñera -Que bárbaro, un gato niñera merece ser tratado como un príncipe, es lo más-

Se quedó en aire por un momento, mientras los tres seguían conversando, porque le habían venido unas cuantas imágenes a la cabeza. Recuerdos de la única gran aventura que le había tocado vivir, hasta el día de hoy. A veces se sentía culpable por no haber estado en su país en uno de los momentos más oscuros de la comunidad mágica, pero por el otro lado no se arrepentía ni un segundo de haber viajado tanto y haber aprendido tantas cosas que no se adquieren en una casa de estudios. -A mí? Elegirme a mi? Baah! Yo soy tan fiero que mi mamá no me dio la teta, me dio la espalda!- El humor, algo forzado, era la mejor vía de escape que había encontrado  para esos tópicos que le ponían algo nervioso.

Con una media sonrisa en los labios y un beso cínico al aire, empujé con el hombro a Frances luego de que me golpeara la espalda (y me llamara bruto idiota) por la tos que me había provocado la hierba. No es broma, de verdad había pasado mucho tiempo sin fumar un solo cigarrillo. Casi de inmediato, me fue imposible no poner una cara de extrañeza y giré para mirar a las chicas en un gesto de complicidad, cuando de la nada Jony se transformaba en un cuasi-gato y hacía todas esas tonterías.

-Ok hombre, a eso le llamo ir demasiado lejos. Joder déjate de eso…- le decía aquello pero con media carcajada atorada en el pecho. Jony era una de esos sujetos con cierto humor friki que se necesitaba en toda universidad que se respetara y que a todos nos venía bastante bien.  Y mientras Jony hacía de las suyas, Morgan me incordiaba respecto a las chicas de leyes.

-Las chicas con faldas largas son las mejores, Morgan. Entre más esconden más ganas dan de descubrir todo lo que tienen debajo. Por cierto, tú no andas muy destapada que digamos- Se lo decía con cierta coquetería, mientras era mi turno de arrebatarle el cigarrillo a Frances, fingir que se lo acercaba al cabello por haberme llamado feo, y darle otra calada que ya no me provocó ningún tipo de espasmo.

-Oh vamos Jony, pero si las tienes a todas muertas. No sé si sea por ese aire de sabelotodo, pero me han dicho unas cuantas compañeras que todas las noches piensan en ti y en esos geniales trucos de convertir tus dedos en penes- Por supuesto esa parte era mentira; pero sí que recordaba a alguna chica haberme preguntado por el estado sentimental de Jony Allvery.

Alcancé mi propia botella (ya que el alcohol hecho en casa de Jony había acaparado la atención) y le di un trago enorme instantes antes de tomar del cabello a Frances y acercarme a su cara para morderle el pómulo, olvidándome por un momento de que era ya una mujer casada y que esa clase de jugueteos, por muy inocentes y bienintencionados que fueran, ya no estaban permitidos entre nosotros.

-Debiste traer a Per. Ya está en edad para beber su primer trago, aprender a fumar marihuana y hablar de mujeres de faldas cortas y largas.-

Todavía se seguía riendo un poco ante la idea de que lo puedan ver como alguien deseable. Tenía un concepto tan bajo de sí mismo, a nivel sexual o "amoroso", que cualquier tipo de insinuación al respecto que él era un chico con la suficiente capacidad atractiva, como para llamar la atención de otro ser humano, le resultaba risible y ridículo. Justo para cuando veía desaparecer el último vello blanco de su brazo derecho, volvía  a escuchar que Syd insistía con eso de que tenía "muertas" a unas cuantas chicas facultativas.

-Oh vamos, la única cosa que tengo muerta es la original de las diez copias que hice hace un rato!- No pasa nada, él estaba más cerrado que culo de muñeca en ese aspecto. Tal vez solo comprendería que tiene con qué atraer a una chica cuando sea violado por ella. -Y además no es algo que me desvele. Chicas, parejas, mujeres, sexo... son cosas irrelevantes para mí, o más bien innecesarias. Es como ese chocolate que aparece en el refrigerador, por casualidad y sin que recuerdes, luego de una cena de esas que te hace reventar, si está bien, y si no también, no te va a cambiar la vida.-

Y sí, después del alcohol, y el humo del porro, que bastaba para que sienta una ligera sumatoria con poder de sincericidio, era inevitable que empiece a largar su filosofía de vida semi-asexuada y con menos autoestima que Droopy en un mal día. Jony recuperó una de sus botellas y le dio un beso prolongado. Tragando al tiempo que apartaba la sensación de quemadura que le daba el whiskey. Quizás, el tomar tanto, era una forma de poner en silencio todas esas voces que le carcomían los sesos cuando tocaba este tema. Si se toma tanto, hay que tapar un miedo muy grande, tanto como para que sea necesario una curda imponente como para dejarlo mudo.

El comentario de Frances lo sacó de su ensimismamiento. Y hasta le hizo ladear una sonrisita que entremezclaba la amargura del tema anterior, y lo cándido de su "reclamo". -Te juro que en cuanto vuelva a ir te traigo un cuarto de kilo de crocante como para que podamos volarnos la tapa de los sesos hasta Alfa Centauri! SALUD!- Volvió a empinar al codo y le pegó tal trago que cuando bajó el envase, y agachó la cabeza, sintió un vaivén que le sacudió el piso por debajo de las piernas. -Cómo es eso de las cebollitas, Frances? También podríamos jugar Verdad o Consecuencia- Estaba llegando a ese punto en que los labios se sienten como dormidos, las piernas pesadas, y para enfocar la vista se requiere una concentración que haría levitar al Dalai Lama.

El golpe en el hombro, a pesar de la fuerza que Frances le imprimía, me sacó una carcajada de los labios, así como la necesidad de llevarme una mano a la zona del dolor. No es que yo lo diga, todo el mundo sabía que la señora Alechinsky podía sacar fuerzas de quien sabe donde (porque sus brazos eran bastante delgaduchos) para propinar golpes dignos de cien horas de pesas.

Eso te lo podías esperar de ella en cualquier momento. Lo que si no me esperaba era la cachetada -medianamente en serio- que me propinó luego de darle la mordida en la mejilla. Era cierto, estaba tratando con una mujer casada (y con tres hijos) y esa clase de gestos no se podían permitir de ninguna forma, ni siquiera cuando hace tiempo aquello fuera un gesto muy común entre nosotros. No dije absolutamente nada. Me limité a sentirme jodidamente incómodo y mirar para cualquier parte, fingiendo centrar mi atención en las tonterías que soltaba Jony.

-“Cosas irrelevantes para mi”, vamos Jony, hablas como un extraterrestre. No me puedes decir que las chicas no tienen un interés importante en tu vida. Piénsalo, piernas, culos, tetas, coños…  ¿Renunciarías a ello si la ciencia te lo pidiera?-

Desde luego, no se lo estaba preguntando en serio ni mucho menos, solo estaba molestándolo un poco. Unos segundos más tarde, y luego de lo incómodo que me había sentido por lo de la mordida y la cachetada, la propia Frances soltó un comentario un poco difícil de interpretar. La miré con cierta extrañeza, pero con una sonrisa pegada a los labios, ¿Aquello era alguna clase de coqueteo? Quizás, pero era preferible no pensarlo con mucha certeza.

-Lo de las cebollitas puede ser, ya tenemos a otra jugadora. Anda Zelda, únete a la comitiva- Más temprano de lo que me gustaría aceptar, ya comenzaba a sentir los efectos de la hierba y mi alcohol barato mezclado con el de Jony. Estaba cerca de dejar que el Crawford que tenía dentro saliera, una vez más, a hacer de las suyas, y en ese punto en particular, temía un poco por lo que podía llegar a hacer teniendo a Frances tan cerca.

-Que sea Morgan la que decida el juego. Se ha mantenido lo suficientemente silenciosa como para pensar que ya trama algo para nosotros. Anda Ellie, suéltalo…

Se carcajeó cuando Crawford le dio prácticamente toda la responsabilidad del juego que les tocaba jugar. Pero de verdad fue una carcajada que hasta iba rara en ella que siempre parecía toda seria y tal. La verdad es que con alcohol y drogas hasta ella se desinhibía lo suficiente como para ser un poco más sociable.   La verdad se había mantenido en silencio porque la hierba le provocó quedarse viendo hasta un punto con la mente en blanco, ahora estaba en la etapa de la risa. Ni siquiera se dio cuenta que Zelda había llegado diciéndoles borrachos, así que cuando levantó la cabeza y la vió ahí en realidad pareció sorprendía, aun que no dijo nada, su atención estaba en Crawford.

Es que estaba planeando en silencio la forma de matarlos a todos, por eso no quería levantar sospechas – Bromeó. Luego le extendió la mano a Jony para que le diera más de ese Whisky especial que él mismo fabricaba mientras pensaba entre las opciones para los juegos que tenían en esa tarde.  La verdad ninguna de los presentes estaba tan borracho, no habían tenido suficiente tiempo para ponerse a tomar como era debido, más por que la marihuana había sido la prioridad, al menos para ella.  Le dio un trago al whisky y entonces asintió señalando al metamorfomago.

La idea de Jony es buena. Zelda tu también jugarás y no me importa lo que tengas que decir. Vamos a jugar verdad o reto pero cada vez que tengamos que elegir debemos tomar un shot de algo. Si no jamás será divertido esto y quiero matarlos de una congestión alcohólica, es parte de mi plan.

Los repaso a todos con la mirada y se recargó en una de las paredes cerca a donde Jony estaba, como si estuviera tratando de elegir a uno.  – A ver tu primero Frances. Elige ¿verdad o reto?  Si es verdad dime a quién de esta habitación te follarías. Si es reto ve y besa a Crawford, total aquí nadie le dirá a tu esposo. Recuerda que igual tienes que tomar – Lo dijo con malicia, cualquiera de las dos opciones eran horribles y lo sabía.

Después de decir la pregunta y el reto a Frances simplemente se quedó ahí donde estaba esperando que el mundo ardiera. No es que supiera en verdad que entre ambos hubo algún trasfondo ni nada, solamente lo había dicho por joder, así como eligió a Syd podía haber elegido a Jony, pero quería vengarse del primero por darle la responsabilidad de comenzar el juego. Estaba dándole una calada al porro cuando Frances le preguntó que si estaba loca y ella simplemente asintió con una sonrisa sínica en los labios.

Se quedó ahí en su esquina viendo como ahora Zelda era la elegida y se burló, en verdad del reto que le había tocado. Cuando la vio decidida ir hacia Jony hasta se cruzo de brazos e hizo una mueca de “Ew” cuando lo lamió. Estaba en efecto bebiendo del frasco con whisky que tenia con ella cuando ahora Zelda parecía querer vengarse retándola esta vez a ella entre elegir de quién estaba enamorada o beberse un cuarto de la botella.

¿Cuántos años tienes? ¿Cinco? … ¿Me vas a retar que le mande una carta de amor también o eso será en la siguiente ronda? – Bromeó con un humor demasiado sarcástico y seco. No estaba molesta por la pregunta pero si tuvo que pensárselo un poco. Irremediablemente su mirada fue hacia Frances sin querer, no porque ella supiera algo, si no porque de los presentes era con quién más pena le daba responder sinceramente. Luego se levantó y apagó la bachita del porro que le quedaba con la punta del pie y fue hasta donde Jony estaba arrebatándole la botella de Whisky.

Pensé que sabías querida prima que yo no tengo corazón… - Y luego se llevó la botella a los labios cerrando los ojos mientras sentía que el licor comenzaba a bajar por su garganta hasta su estomago. El fuerte olor le inundaba las narices y no la dejaba respirar mientras que el ardor del alcohol en su estomago comenzaba a subirle. Aun así siguió bebiendo hasta que el mismo le escurría por los labios y tras unos segundos se separó de la botella tosiendo. Se llevó una mano a los labios y afianzó sus pies sobre el suelo, sentía que todo estaba dándole vueltas, pero no iba a vomitar, no aun.

Crawford – Dijo señalándolo mientras buscaba tomar aire por la cantidad de alcohol que había bebido - ¿Verdad o reto? Si es verdad dime una fantasía sexual que te gustaría hacer con Zelda, si es reto quítale el suéter a Frances con los dientes o algo así. – Movió la mano como para decir etc, etc y luego rodó los ojos pasándole un brazo a Jony por los hombros, más que nada para afianzarse y no moverse como borracha.