Situación delicada número 56

Se sentía fatal. No era que se sintiera realmente culpable por lo que había sucedido entre James y Aislynn, no era alguien que tuviera capacidad para ese tipo de sentimientos, pero sí tenía la sensación de que todo aquello se hubiera podido evitar si tan solo ella hubiera sido más firme, si no fuera tan adicta siempre a mandar los mensajes equivocados, si no fuera tan ególatra. Pero lo hecho hecho estaba y lo que pasara entre James y Aislynn ya no era su responsabilidad, tampoco había hecho nada a propósito ni mucho menos.

Había salido del hogar de James dispuesta a tomar un taxi hasta Holland Park y llegar a casa de sus papás. No iba a practicar aparición porque estaba entre enojada y alterada, así que ya haría a su padre pagar el taxi en cuestión. Apenas estaba buscando transporte cuando escuchó la voz de James. Se giró sorprendida y lo miró de arriba hacia abajo.

-Ningún lugar es peligroso para mi.

Le respondió como una chiquilla necia y negó con la cabeza. No iba a regresar a su departamento porque simplemente sería un descaro espantoso. No golpeó a James porque la tocara pero sí parecía estar un poco exasperada por el contacto.

-James. Ok. Mira, necesitas estar seguro de si es aquí tratando de protegerme donde quieres estar. Te escuché cómo le rogabas a Aislynn. Y no te juzgo…bueno sí te juzgo pero…

Se mordió el labio inferior y miró a los dos lados de la calle preguntándose que diablos estaba pasando ahí. Luego volvió a fijar la vista en James. Si estaba ahí era por algo. Si quería que volviera al departamento y tal, entonces tenía que pensar bien las cosas.

-Estaré segura, soy una bruja. Ven, vamos a caminar, a buscar un taxi. Al menos para que despejes la cabeza, ¿está bien?

Lo miró cuando le pedía que lo escuchara, aunque casi podía apostar que realmente no iba a decirle nada relevante. No lo culpaba, debía estar pasando por un momento espantoso moralmente hablando, aunque Frances no entendiera muy bien de esas cosas realmente, en parte porque jamás se había portado completamente mal, en parte porque consideraba que si hacías las cosas, no había cabida para arrepentirse después.

-No sé, ¿no le diste jamás las llaves? Si vas a casarte con ella suena a algo lógico.

No quiso decir “ibas” aunque estuvo a punto. Le pareció más correcto hacer como si las cosas pudieran arreglarse aunque a ese punto de las cosas lo dudaba muchísimo.

-Debiste dejar que le hiciera ese hechizo y ayudarme. A veces me sorprende la nobleza ingenua de ustedes los Hufflepuff.

Le dijo con respecto al obliviate sin poder evitar sacar a colación que le parecía absurda tanta moralidad con respecto a arreglar las cosas. Hubiera sido lo mejor para todos. Caminó sin decir más, ella también sin rumbo fijo por el momento, solo quería ayudar a James a despejarse aunque quizá su poca empatía no fuera precisamente lo que él necesitara en ese momento. Suspiró al escuchar lo último que decía y se encogió de hombros.

-No es precisamente lo peor que me haya sucedido en la vida. Me las he visto peores, si eso te consuela.

Por supuesto que no era un consuelo. Se detuvo en seco y lo detuvo a él también. Lo tomó por los hombros y lo hizo que la mirara.  

-James, si estás seguro de que estar con Aislynn es lo que quieres entonces haz lo que sea por conseguir que así sea. Olvida lo que está bien y lo que está mal, esas son tonterías. Tenemos que pelear por lo que queremos, a veces aunque sea hacerlo de forma sucia. Es una realidad.

La explicación de James sobre el por qué no había querido hacerle ese obliviate a Aislynn le pareció lógica hasta cierto punto, pero no por ello signo inequívoco de una debilidad –así lo veía ella, no como una virtud moral- que un Slytherin jamás mostraría.

Suspiró y miró a James casi con ternura, pensando que hasta cierto punto tenía algo de increíble en el buen sentido que una persona quisiera ser completamente honesta con otra hasta esos puntos casi ingenuos. Ella era honesta con Tobias siempre, todo el tiempo, pero si hubiera estado en esa situación, no habría dudado ni dos segundos en noquearlo, lanzarle un obliviate y demás con tal de no perderlo, de que siguiera a su lado, entendía entonces que su concepto de honestidad era muy retorcido y maleable, pero también que lo amaba tanto que prefería eso a dejarlo ir de su lado. A menos claro que su concepto de amor también fuera una locura.

Estaba tan perdida en sus cavilaciones que de verdad le tomó por sorpresa que le dijera que la quería a ella. Hasta ese momento había pensado que aquello era solamente un juego de niños, un capricho sin más que se había originado en algún momento del colegio pero que no afectaba a nada, a ninguna fuerza del universo.

Sintió sus labios sobre los suyos y una oleada de confusión se apoderó de su cuerpo. Aquella era una declaración demasiado fuerte, pero a ese punto ya no sabía si era cierta o si solo quería llegar a ella de alguna manera. Lo tomó por los hombros y arrugó su camisa pero no interrumpió el beso ni hubo forcejeo como lo hubiera hecho antes, incluso acarició su nuca después, dejó que aquella desesperación que él mostraba encontrara desahogo, acarició la lengua de James con la suya, profundizó, volvió a arrugar su ropa.

Cuando se separó de él para tomar aire lo miró incrédula primero. Luego negó con la cabeza mientras intentaba poner en orden sus pensamientos. Dar un paso más allá significaba demasiadas cosas, era poner mucho en riesgo, para ambos.

-Mi propio consejo se volvió en contra mía, quién lo hubiera dicho.

Ironizó antes de acercarse de nuevo a él y acomodarle la camisa. Repasó su mejilla con la punta de la nariz antes de volver a buscar su mirada. Lo besó rápido en los labios una vez más para luego negar con la cabeza.

-No puedes quererme, no sabes lo que dices. Sólo sería una pérdida de tiempo para ti, o una tortura.

Lo que decía tenía varios significados. Por un lado que en verdad estar con ella románticamente siempre era una montaña rusa, porque era inmanejable. Por el otro, que estaba Tobias y que a pesar de la situación, estaba segura de que era la persona con la que quería estar hasta que se muriera.

-Pero tampoco puedes casarte con otra persona si sigues con esto en la cabeza.