Yonker's

Deber muchas explicaciones no era algo a lo que estaba muy acostumbrado. Había pasado casi toda mi vida sin demasiado interés por lo que pudieran opinar de mi otras personas, incluso mis padres, que desde hace muchos años ya habían dejado de intentar decirme qué hacer o qué no hacer. Pero en esta ocasión, sentía que era lo correcto explicarle un par de cosas a Frances.

El asunto de Barunka y Kristján era una situación que me mantenía con la mente ocupada la mayor parte del tiempo. Apenas llevaba un par de días asentado en aquel viejo departamento en Londres, pero ni la magia había logrado que me tomara un par de minutos para arreglar todo el desastre que tenía con mi equipaje y demás cosas, así que había preferido citar a Frances en Yonker’s, un pub que hace algún tiempo habíamos frecuentado más o menos seguido.

Recordaba que ahí se podían ordenar unas no del todo malas patatas fritas. Me resultó grato encontrarme con un lugar exactamente igual al que había sido antes de mi escapada (y como no, si tan solo habían pasado unos cuantos meses), y me senté en la barra mientras la mayoría de los presentes se mantenían observando un partido de soccer que se transmitía en las pequeñas televisiones que había disponibles en el lugar. A pesar de haber vivido en Londres desde hace ya varios años, simplemente no le había tomado el gusto al deporte rey, aunque tampoco era un completo ignorante como para no saber que se trataba del Chelsea jugando contra el Fulham.

Le pedí una ‘Fosters’ a James, el cantinero del sitio quien apenas si reparo en mi presencia (supongo que de hacerlo, me habría saludado como corresponde) y me sirvió la pinta sin despejar los ojos de la pequeña pantalla. La verdad era que nunca tenía una puta idea de los horarios de la liga de soccer, así que de haber sabido que el sitio iba a estar tan concurrido, habría pensado en cualquier otro lugar. Lo que me detenía de mandarle un patronus a Frances para vernos en otro sitio era que recordaba lo mucho que la chica disfrutaba de esta clase de ambientes.

No pasé demasiado tiempo esperando a que llegara. Corría el minuto 40 del partido cuando Frances apareció, sentándose en el banco de al lado con una cara de pocos amigos que desde ya, me dejaba en claro que no estaba precisamente de buenas. ¿Y quién lo estaba?

Enarqué las cejas y desvié la mirada hacia mi cerveza, fingiendo cínicamente sorprenderme por sus primeras palabras cuando en realidad era mucho más extraño que no hubiera reaccionado así desde el primer segundo en el que nos topamos. Me lo merecía, y aun así, sentí la necesidad de ponerme a la defensiva.

-Como si alguna vez pagaras la cuenta. Y no lo sé, estoy aquí por el asunto de Kris y Barunka, realmente no tengo un plan definido respecto a lo que va a pasar a partir de mañana. ¿Tú lo tienes?-

Fruncí el ceño y negué con la cabeza. Por supuesto que éramos amigos, pero lo que no parecía poder adivinar era que gran parte de mis razones para escapar había sido precisamente ella. Parecía un chiquillo ahí sentado, encogiéndome de hombros y ocultando lo que de verdad sentía, y eso me hizo sentir jodidamente ridículo. Me levanté del asiento y le señalé con la mirada una pequeña mesa que se encontraba en uno de los rincones, vacía a causa de la poca visibilidad que se tenía de la pantalla desde ese lugar en específico.

Le pedí otra Fosters a James y caminé hacia la mesa, esperando que Frances me siguiera y no le diera alguno de aquellos repentinos ataques de ira que la hiciera largarse en ese mismo segundo. Ya un poco más apartados del bullicio, le di un trago a la cerveza y me mantuve en silencio durante algunos segundos, hasta que encontré al fin una forma de comenzar.

-Escucha, creo que comenzamos mal. Lo del secuestro me tiene jodido y siento que en realidad no puedo hacer gran cosa al respecto. ¿Me explico? Crucé el maldito océano para esto y me siento bastante inútil. Y… bueno, te cité para disculparme por irme como me fui. Tenía que sanar heridas, ¿sabes?, a veces siento que la guerra era lo único que le daba sentido a mi vida, y después de toda esa tormenta de pronto me encontré como… no sé, vacío. Me fui a Nueva York buscando sacarme esa mierda de la cabeza, pero la verdad es que no ha funcionado gran cosa.

Le estaba dando vueltas. Frances me estaba pidiendo una explicación del por qué simplemente no le había dicho nada y yo no tenía el valor de decirle directamente la causa.

Que Frances estuviera harta de escucharlo no significaba que fuera mentira, y seguro que, si lo pensaba, ella también estaba de acuerdo. La guerra nos había dejado muchas cosas en las qué pensar, y lo seguiría haciendo durante quien sabe cuánto tiempo. Todas esas cosas que habíamos visto o vivido durante aquellos años, la gente a la que habíamos perdido e incluso la capacidad de seguir adelante habían sido un gran motivo para huir.

Pero de igual forma, ella terminaba teniendo razón, porque al final de todo, nada justificaba que simplemente me hubiera largado sin dedicarle una sola palabra. Lo había hecho con el propio Kristján, con Barunka y con David, ¿Por qué no con ella?

-No metas a Hanin en esto. Estoy muy feliz de ser alguien para ella y también muy agradecido contigo y con Tobias por permitírmelo.- El simple nombre de Tobias me recordaba siempre lo ridículos que eran los fantasmas que me perseguían y que me habían llevado incluso a cruzar el océano.

-Te cité aquí para disculparme contigo. No debí irme sin avisarte… sucede que…- Moría de ganas de decirle todo tal cual había sucedido. Quería decirle que la amaba irremediablemente, que había huido a Nueva York porque no soportaba verla casada con Tobias, porque me dolía en el alma verla tan feliz con su nueva familia, verla criando a esos niños que no eran míos. Pero no podía decirle nada de eso, no podía encararla luego de ponerme tan en evidencia, y prefería alejarla de mí si era necesario antes de desnudar de esa forma mi alma sabiendo que no había posibilidad alguna de estar juntos. Era mucha más grande mi cobardía que mi egoísmo, y eso me hacía sentir jodidamente miserable.

-… no lo vi necesario, en serio lo siento. Me despedí de Barunka, Kris y David porque son mis mejores amigos, de nadie más. Me apena mucho que esto nos ponga en conflicto, porque te estimo mucho, pero si no me despedí fue porque simplemente porque quería escapar lo más rápido posible. No fue nada personal..- Me sentí tan aturdido que desvié la mirada hacia la cerveza, incapaz de mirarla directamente a los ojos.

–También te cité para que me cuentes más sobre la desaparición de Barunka y Kristján, si tú sospechas directamente de alguien o sabes a qué diablos se refiere Jessy. Si tienes algún plan al respecto, me gustaría ser parte de ellos, porque ellos son la única razón del por qué estoy aquí.

Bastaba con repetirme en la mente lo que acababa de decir una sola vez para darme cuenta de lo imbécil que había sonado aquello. Después de todos esos años, luego de vivir tantas cosas juntos y de haberle dicho mil veces que siempre podía contar conmigo, de pronto ella tenía que escuchar aquella estupidez que me hacía sentir como el peor hijo de puta. Al fin levanté la mirada para encontrarme con la suya, y me encontré con la misma fuerza que siempre la había caracterizado, pero con algo dentro de ella que me hacía sentir que nada volvería a ser igual jamás.

-No, está bien, a David lo veré algunas horas después. No entiendo, ¿Para qué diablos querrían secuestrarlos? Cuando me enteré, pensé que pedirían alguna clase de rescate, pero nadie sabe absolutamente nada. Crees que…- El temor a los mortífagos siempre había estado ahí dentro, oculto y apaciguado, pero dispuesto a salir a la luz y hundirte de nuevo en el terror. La vieja cicatriz de los magos oscuros no solo te llenaba de miedo y desesperación, también entorpecía tus sentidos y simplemente te quedabas ahí, pasmado ante aquella posibilidad. Cuando Frances dijo lo que ya me temía desde el principio, sentí un vuelco en el pecho que me haría desear largarme de nuevo, esta vez a la puta isla de Madagascar o más lejos, si era posible.

-Tobias… ¿El qué piensa sobre todo esto? Debe tener algo entre manos, el siempre hace algo- Pese a todo, seguía sintiendo un gran respeto por Tobias Alechinsky y todo lo que había hecho para la causa durante la guerra. En ese momento no tenía idea de que el esposo de Frances se encontraba preso. Todo el mundo sabía que había tratado de matar a Kris, pero ni siquiera ese dato era suficiente para hacerme pensar que tenía algo que ver en el asunto.

La desaparición de Kris y Barunka seguía siendo lo más importante, pero me era imposible no seguir sintiendo aquel vacío en el pecho que me gritaba a cada segundo lo mucho que me arrepentiría por haberle dicho aquello. En ese momento me di cuenta que, además de todo, ni siquiera había pedido nada de tomar para ella, y aproveché un segundo de silencio para hacerle una seña a James para que trajera otra cerveza.

-No te vayas, por favor. Aun falta mucho para encontrarme con David y… bueno, sabes que no confío en mucha gente. Aun no sé nada de las mil cosas que seguramente han pasado desde que me fui. ¿Puedes quedarte un rato más?- No sabía con qué cara estaba pidiendo aquello, pero necesitaba desesperadamente estar cerca de ella, aun si las condiciones eran tan distantes como aquellas.

-¿Qué Tobias qué?-

Las noticias que se me habían filtrado hasta Nueva York eran bastante pocas (en parte porque yo mismo las había bloqueado), y por supuesto, el encarcelamiento de Alechinsky no era una de ellas. No supe cómo reaccionar, porque en realidad no era tan raro que Tobias estuviera encarcelado, es decir, estamos hablando de un sujeto que había intentado matar a Kristján por un simple arrebato.

-Discúlpame, no lo sabía. ¿Tiene que ver con lo de Kris y Barunka? Mierda, y yo que pensaba que la justicia de este lado del mundo no era tan nefasta como para mandar a alguien a Azkaban solo por sospechas. ¿Quién está llevando su caso?...-

Me detuve en seco cuando, al llegar la botella que había pedido, Frances la rechazó despectivamente después de reprocharme por lo que había dicho hace un rato. Y no era para menos, es decir, conociéndola, ya me era bastante raro que no hubiera decidido mandarme a tomar por culo desde el primer instante. Tomé la cerveza por el cuello de la botella y volví a ponerla donde la había puesto James.

Me importas, aunque no lo creas. No te confundas, que no te haya avisado que me iba no significa que no sea verdad. Aunque lo dudes, hay gente que me importa aquí además de ellos, y que simplemente no les avisé porque tampoco se trataba de hacer una fiesta de despedida. Por favor Frances, deja de comportarte como una niña-

No había pensado ni por un segundo en lo del Fulham hasta que ella lo mencionó. Desvié la vista hacia la pantalla, y justo en ese momento el Fulham anotó en el arco rival, lo que causo la explosión de todo el pub. Tan alejado estaba de todo lo que se refería a Ewan, que ni siquiera recordaba algo que había sido tan importante para él. Y por supuesto, ella sí que lo tenía en cuenta, lo que una vez más me recordó que lo único que le había atraído de mi alguna vez era precisamente el gran parecido que tenía con mi primo muerto. Eso me molestó.

-Oh, discúlpame. De haber sabido que te afectaba tanto el fantasma de Ewan te hubiera citado mejor en Islandia. Seguramente aquí en Londres hay como diez mil cosas que te lo recuerdan, ¿no?. Ya sé, ¿Por qué no mejor follamos y así tus recuerdos se hacen más vívidos? Puedes llamarme por su nombre, si quieres.

Las cosas estaban subiendo de tono con cada minuto que pasábamos sentados en aquella mesa arrinconada del Yonker’s. Lo de Tobias era un asunto complicado, pero Frances lo descartó y obvió el tema como si ya estuviera acostumbrada a ese tipo de vida con su marido. En lugar de seguir con ello, opto por continuar acentuando nuestro conflicto mientras que yo, hasta antes de mencionar lo de Ewan, trataba de evadir que las cosas fueran a más.

Pero con alguien como Frances era poco más que imposible, mucho más cuando mi reacción inmediata era soltar aquella estupidez completamente fuera de lugar. Me sorprendí ante mi poca capacidad para manejar la situación y terminar por decirle algo que aparentemente siempre había estado oculto toda una eternidad bajo la superficie de nuestra relación. ¿La intención era ocultar mis verdaderos sentimientos y alejarla? Sí, pero poco a poco estaba logrando que la chica terminara por romperme la cara.

Pero Frances tenía guardado algo mucho mejor que simplemente sacarme los dientes. Aquel espadazo venenoso salió de sus labios con la suficiente fuerza como para que unos cuántos sujetos a nuestro alrededor la escucharan, lo que dio lugar a unos cuantos sonidos burlones, susurros y risas indiscretas dirigidas al gilipollas en turno (osea, yo). Miré a mi alrededor, avergonzado y al mismo tiempo furioso con Frances por otorgarme justo lo que me merecía.

-Escucha, Frances. No vine aquí para pelear contigo, vine porque de verdad siento que fue un error no haberte tomado en cuenta, y porque quería disculparme contigo. Sé que ahora mismo no soy tu persona favorita, y que me merezco esto y mucho más, pero creo que podrías al menos intentar fingir que aun podemos tener una conversación decente. Después de todo, fuimos amigos y compañeros de muchas cosas… creo que eso vale el esfuerzo.

Lancé una nueva mirada hacia un tipo calvo que seguía mironeando burlonamente esta vez con algo más que vergüenza en mis ojos. En realidad, tenía bastantes ganas de liarla con cualquier hijo de puta hasta molernos a golpes, pero mi atención regresó a Frances y a la profundidad de sus ojos que, por algún motivo, me parecían mucho más hermosos cuando estaban llenos de ira.

-Eso, o también podemos fingir que entre nosotros jamás hubo absolutamente nada. Dale, si quieres irte de aquí no te voy a detener, pero jamás podrás decir que al menos no intenté sentarme contigo y disculparme por ser un imbécil. Si prefieres, nos podemos limitar a darnos las nuevas cada que nos enteremos de algo relacionado con Barunka o Krist y que sea eso lo único en lo que se base nuestra relación. O bien, puedes dejar de ser una idiota rencorosa y comportarte como la gente.