De vuelta al ruedo -Libre-

Ella también estaba esperando al decano Hewett para arreglar algunas cosas sobre una nota, pero era al menos la tercera en la lista de espera, así que le quedaba tiempo. Estaba ya a nada de terminar ese libro de Cormac McCarthy que había comprado recientemente así que tampoco estaba muriendo por dentro ni sentía que estuviera perdiendo miserablemente el tiempo gracias a estar en las últimas páginas.  Entre más pronto terminara mejor.

Una voz fastidiada la sacó de concentración. Alzó la mirada por encima del libro y vio al chico con cara de odio por el mundo que obviamente prefería estar en cualquier otro lado que ahí. Intentó volver a lo suyo pero con su extraordinaria habilidad de terminar con las personas con las que no debía y hacer conversación hasta con las piedras- o al menos intentarlo- terminó cerrando el libro de golpe. No iba a terminarlo al parecer en lo que quedaba del semestre, como una maldición.

-¿Todo bien?

Preguntó, sin timidez y mirándolo directamente así que era obvio que le estaba hablando a él.Había sido imposible no escucharlo, estaba sentada justo al lado.

De algún modo se sintió apenada por haber irrumpido así con su pregunta los pensamientos del chico ese que hasta había tirado el encendedor al piso. No parecía muy amigable y casi se arrepintió de haberlo interrumpido porque parecía querer seguir refunfuñando en soledad, pero en vez de mandarla a meterse en sus propios asuntos, terminó preguntándole con –quizá demasiada- soltura qué estaba haciendo ella ahí.

-¡Por dioses no! En realidad solamente vengo a arreglar una nota pero el decano Hewett está demasiado ocupado hoy.

Dejar materias jamás, eso jamás. Julia era una chica que en ese momento estaba muy preocupada por todas sus cuestiones académicas. Casi ni se permitía tener errores y por eso las notas que sacaba eran tan importantes para ella; un Aceptable jamás tomaría el lugar de un Supera las Expectativas.

-¿Y tú qué haces aquí?

Si él ya había preguntado suponía que ella tenía vía libre para hacerlo también.

-Soy Julia, por cierto.

Casi tenía la impresión de que le iba a contestar con un “sí sí, no me importa.

Estiró la mano para alcanzar la boleta que Dante le daba y leyó con cuidado, arqueando las cejas al entender el motivo de que tuviera que pedirle a los decanos que lo volvieran a admitir. Hasta donde sabía sería difícil, pues tendría que hablar ante el consejo y un largo etcétera, pero esperaba que le fuera bien, cualquiera que quisiera enderezar el camino –asumiendo que eso quisiera hacer- merecía una oportunidad.

Dante le pareció un gran nombre, pero no dijo nada para que no creyera que le estaba soltando una frase cliché del small talk solamente porque sí. Le regresó la boleta y frunció los labios mirando a todos lados.

-Espero que puedas volver.

Le dijo mientras volvía a tomar su libro intentando volver a la lectura porque asumió que Dante no querría desnudar su pasado revoltoso de la nada con una auténtica desconocida cuando escuchó que le ofrecía cigarrillos.

-No, perdóname, es que no fumo. Y no quiero que los desperdicies.

Había tenido un semestre de excesos en su universidad en Estados Unidos y ahora estaba limpia de cualquier cosa tóxica en su cuerpo, y había cosas a las que no le interesaba volver, como el cigarrillo. Siempre había sido fumadora social y no precisamente lo había hecho porque en verdad le gustara.

-Me costó algo desengancharme de ellos y ahora no fumo más.

Su naturaleza ligeramente tímida hacía que desviara la mirada hacia cualquier parte cuando él la miraba, no porque sintiera ningún aire coqueto alrededor ni mucho menos, sino porque la hacía sentir un poco intimidada, quizá influenciada por lo del asunto de Azkaban.

-Seguramente te harán exponer razones por las que quieres volver a Brigantia y por las que te deberían dejar hacerlo. ¿Ya sabes lo que dirás?

No era por querer ser prejuiciosa pero no creía que realmente alguien como él tuviera las mejores notas y los mejores actos como para defenderse ante el consejo solamente con eso. En vez se asumir que era verdad y creer lo mejor de las personas, supuso que quizá, realmente, terminaría arreglando sus problemas con dinero.

-No, lo sé.

Que no iba a comerla y tal. Levantó la mirada sin mucha necesidad de que la obligaran y clavó la vista directo en los ojos de Dante, pero parecía más una especie de reto autoimpuesto –que viera que no tenía miedo de nada, o que estaba tímida- que cualquier otra cosa. Incluso sonrió un poco como diciéndole “¿ves? Me da igual”

-Pues es interesante, de eso no hay dudas. Aunque…es la historia de un fugitivo y yo técnicamente estoy frente a un ex convicto de Azkaban. En teoría estoy viviendo más allá de la ficción. Lo bueno de este libro es que me recuerda a casa, es cien por ciento cultura americana. Lo malo es que no es igual que escuchar experiencias de primera mano. ¿Quieres probar suerte a ver si la realidad supera a la ficción y contarme tu historia completa?

Bueno, no podía decir que no estaba retándolo un poco. No era una chica atrevida que supiera coquetear, o que se hiciera la interesante con la gente. Era más bien franca en el sentido de que siempre buscaba conversación en los demás, pero no de formas realmente convencionales.