God Only Know - LIBRE

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▲ Callejón diagon ▲Sabado por la mañana ▲Hermana

Una de las cosas que pocas personas conocían acerca de James era su faceta familiar, fuera de ser un jugador de quidditch y estudiante, seguía siendo un hijo y sobre todo un hermano que valoraba muchísimo el tiempo con su familia. Había aprovechado ese fin de semana para ir a pasarlo con ellos, su padre estaba poco en casa pues la embajada francesa muggle le daba muchas responsabilidades por su cargo, su madre al contrario, era una persona hogareña que gustaba de darles a sus hijos la atención que necesitaban. A pesar de que James había cumplido hacia tiempo su mayoría de edad, seguía siendo un joven de hogar.

Los Blue vivían en un edificio departamental frente al London Eye, en realidad todo el complejo les pertenecía pero rentaban a otras familias muggles así que prácticamente siempre había gente rondando los pasillos y saludándolos en el elevador. Le gustaba convivir con las personas sin magia, eran más sencillas y tocaban temas simples, el clima, los deportes, esa gotera  del departamento 7F que algún día repararían, cosas simples y mundanas.

Aquella mañana había decidido tener un poco de tiempo de calidad con Evangeline, su pequeña hermana, que si bien no era su hermana de sangre, la había aceptado casi de inmediato cuando sus padres la adoptaron, era una pequeña criaturita de nueve años, muy parecida a una muñeca de porcelana, cualquiera que la mirara quedaba enamorado de ella, en realidad hacia despertar un instinto paternal que él no sabía que podía tener.

Salió con ella de la mano y viajaron por medio de la red flu hacia el callejón Diagon, sabía que Evangeline quería una mascota hace tiempo y le pareció que la mejor manera de conseguírsela seria que ella misma la eligiera. Había muchas personas en el lugar, supuso que era por la temporada y la locura de las ventas navideñas.  Ambos entraron en el local de criaturas mágicas y la dejo solamente unos momentos viendo a unos pequeños Kneazels mientras él se acercaba con el vendedor.

Disculpe… quisiera saber el precio de… oh, perdone… - No se había dado cuenta que había alguien delante de la fila antes que él, así que simplemente aguardó su turno con una sonrisa ridícula en el rostro, muy característica de él.

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▲ Callejón diagon ▲Sabado por la mañana ▲Hermana

James era distraído si, pero era un hombre de honor y se disculpaba cuando hacia algo mal, por eso espero que esa señora frente a él terminara de pedir el alimento para saber dios que cosa y que luego lo dejara ser atendido por la persona encargada. Se notaba que había mucha gente, en efecto, así que trataba de mantener un ojo atento a Evangeline y otro esperando su turno con el hombre que estaba casi volviéndose loco.  Mientras esperaba escuchó un murmuro tas él, decir que inmediatamente había reconocido la voz de la profesora Sexton habría sido una vil mentira, pero cuando se giró y la observo ahí entre la gente inmediatamente puso una sonrisa en el rostro y dejó su lugar en la fila para ir a saludarla.

Que tal, buen día…  La verdad estoy aquí por otras razones, los artículos del Quidditch aun son muy avanzados para ella – Le señalo con la cabeza a la joven rubia que estaba frente a la jaula de los gatitos, la pequeña no se parecía en lo absoluto a James, de hecho su cabello era rubio, casi plateado y soltaba destellos cuando se movía. Era obvio para quienes supieran algo de criaturas mágicas que tenia parte de veela en su sangre, principalmente por el encanto que causaba con las personas a su alrededor, mismas que simplemente no podían evitar girarse a verla y soltarle una sonrisa.

¿Va a comprar algo? ¿Una nueva lechuza o eso? Veo que también tiene algo de compañía – James era cercano con la profesora, la consideraba alguien admirable y un buen contacto para su futuro, había visto a su sobrina y escuchado de ella en algunas ocasiones, pero él nunca olvidaba las cosas importantes.  Sus padres le habían enseñado a ser atento con las personas y recordar esos detalles que, aun que eran pequeños, podían llegar a ser muy significativos.

Escuché que los Kneazels estan en oferta, también los micropuffs navideños, una vez compre uno de esos, el problema es que en navidad siempre se ponen a cantar como locos.  ¿Qué están buscando específicamente? – James se llevo ambas manos a los bolsillos del pantalón, él no se veía para nada diferente de cómo era usualmente en la escuela, si acaso solamente se veía un poco más mayor al tener la responsabilidad de la pequeña a su lado.  

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▲ Callejón diagon ▲Sabado por la mañana ▲Hermana

Siempre era agradable encontrarse a los profesores lejos de la escuela, era como darse cuenta que a pesar de las responsabilidades y trabajos eran personas normales, personas que iban de compras, pasaban noches en familia e incluso podían divertirse los fines de semana. James siempre fue agradable con todos, los que le daban clases y los que no, aun que si pensó que Sexton no era la clase de mujer que se abría igual con personas que tuvieran una cercanía más estrecha con ella o que pudieran calificarla de emotiva, era esa clase de mujeres fuertes que sinceramente admiraba.

James se giro para ver a su hermana, ella era pequeña, menuda, tan frágil que despertaba en él un sentido de protección casi paternal. Lo que sabía de ella antes de que sus padres la adoptaran era que había pasado muchos meses en San mungo, en el ala de psiquiatría tratando de recuperarse de los traumas de su pasado, ¿Cuáles eran? Él no lo sabía y no necesitaba preguntar, era mejor así, que dejara el dolor atrás. La niña se dio cuenta de su mirada y se giro para verlos a él y a la profesora con ojos gigantes y muy expresivos. No se acerco, no parecía muy expresiva.

No creo que ella quiera estudiar criaturas mágicas, supongo que aun es pequeña para todo eso - Y así era, sabían que tenia magia porque así se lo hicieron saber a sus padres al momento de formalizar toda la adopción y eso, nunca se hablaba de ello en casa sin embargo, sus padres tampoco eran muy conocedores y la única conexión entre Eva y el mundo mágico era prácticamente James.

Saludo con una sonrisa a la sobrina de Eliza y soltó una carcajada sincera cuando las escuchó reñir de esa manera. Antes de que la pequeña volviera a su lugar James la llamó y se acerco a ella mostrándole una pequeña pelota dorada.

-No suelo hacer esto, pero estoy segura que si es lo que quieres lo lograras. Esto es para animarte, no le digas a tu tía – Le guiño un ojo y le entrego una pequeña snitch que tenía guardada, la verdad la había comprado cuando llegaron al callejón, fue como una oferta de un vendedor en las calles al reconocerlo como jugador de quidditch.

Tras entregarle la snitch se volvió a la profesora nuevamente con las manos en los bolsillos de su pantalón y una sonrisa algo triunfante en el rostro, le gustaba impulsar a los más jóvenes al deporte, en realidad le gustaba mucho más que simplemente ser un jugador bien pagado.
-Tenía su edad cuando entre al equipo de quidditch de Hufflepuff, estoy seguro que le irá bien, se le ve potencial, tal vez en unos años hasta me de entradas gratis para sus partidos. – Estaba riendo de nuevo cuando vio a su hermana ir hacia él, la pequeña señorita de las nieves se puso a su lado y vio expectante a la mujer frente a él.

¿Ella nos acompañará a comer? – Su voz era como la de un ratoncito, dulce y apenas audible entre el ruido que la gente hacia a su alrededor. James le puso una mano en la cabeza sonriendo y luego volteo a ver a la profesora – Pensábamos ir por algo de comer al salón de té, ¿nos acompañan? Tal vez pueda contarle un poco más de mis anécdotas a Amy. – James sabía que Elizabeth se hacía cargo de la pequeña, las circunstancias o el por que nunca había querido preguntarlas, si le parecía algo serio que ella le diría cuando la ocasión lo requiriera, por ahora solamente se conformaba con pasar un rato agradable con ambas.