quién se llevó tu tesorito?

No era difícil identificar a Ellie, ni en la multitud ni en la soledad de un corredor. Su aire altivo y distante mezclado con el aroma de su sangre especial, hacía rodar las cabezas de todo mundo para verla pasar. Era hermosa de por si, pero además se sumaba la magia y su personalidad dura por fuera tiernitita por dentro, ciertamente combativa y juguetona si sabías tocar los puntos exactos donde las costillas le daban cosquillas. Igual que una flor de lisiantus chillona y heráldica. Doblar el corredor y verla alejarse de falditas coquetas y haciéndose el cabello para atrás era un espectáculo en si mismo, pero más mejor estaba salir a perseguirla de puntitas, llagar hasta ella con sigilo y por detrás y en un rapto de impulso vital, aprovechar la soledad del pasillo para tomarla por la cintura y despegar sus zapatitos brillantes del frío mármol.


- Buenos días, su señoría.... - Le pegó un beso suave y conquistador en la mejilla y la soltó antes de desquiciarla. Seguro le importaba muchísimo que alguien pudiera doblar la esquina y la viera con la falda volando por los aires mostrando bragas de niña tonta a cualquier espectador. Igual él por ahora llevaba las de ganar, no todas se podían jactar de tener un amigo especial, dos años mayor que cumplía cualquier capricho. - Tan temprano, y tan lejos de tu guarida.... - Se refería a los calabozos slytherins, claro.

- No me digas.... - La abrazó completamente, como si bailaran un lento, y haciéndole el cabello a un lado le habló al oído. Se ruborizaría? - que has pasado la noche fuera del nido... Y no fue conmigo... que maldita. - Y se sonreía de lado, esperando una respuesta combativa y mal llevada.

Ellie de 15
Oh la pubertad

Por supuesto que a Ellie le gustaba hacerse notar, siempre había sido una joven que buscaba conseguir todo lo que quería. Estatus, compromisos, meritos académicos y sociales. Era un diamante que le gustaba lucirse y portar con orgullo el emblema de su casa, pocas veces se quedaba encerrada en las mazmorras de no ser porque se hubiese organizado algo dentro, de esas reuniones exclusivas para alumnos que encajaban perfectamente en el estereotipo de Slytherin, gente poderosa y con gran influencia, personas de familias importantes y linajes puros, casi tanto como el de ella.  Socialmente hablando Ellie estaba donde debía estar, en el lugar indicado y no le molestaba hacer ver abiertamente su repulsión hacia los sangre sucia o mestizos al igual que la mayoría de los que portaban el escudo de su casa.

Aquella tarde estaba riendo abiertamente, no tan fuerte como para parecer una vulgar pero si lo suficiente como para hacer que algunos chicos voltearan embelesados por el sonido de su voz.  Estaba hablando con un chico mayor (como siempre sucedía) que la invitaba en las vacaciones a su campiña en Escocia. ¿Ella en el campo? Jamás! Sin embargo era bien parecido y a pesar de que ella bien sabía tenía una especie de relación con Alfred (a quién adoraba en verdad) le gustaba mucho el juego de la coquetería, principalmente por que tenia la confianza de que ningún hombre podría resistirse a ella si lo deseaba, eso por supuesto le provocaría problemas en el futuro, pero era joven y no tenía nada de qué preocuparse.

Fue entonces que se le ocurrió la brillante idea de coquetearle un poco al joven y pedirle que le trajera de las cocinas una malteada de sabores como la que los elfos preparaban en la comida.  Al principio el chico trato de rehusarse pero bastó una sonrisa de su parte para que accediera completamente y saliera corriendo por el pasillo.

Já, buenos para nada… - Ellie murmuró por lo bajo cruzándose de brazos, justamente en ese momento Alfred llegaba a tomarla por la cintura y alzarla con ese beso.

Ash, quítate! Me vas a arruinar el cabello. Esta mañana solo tardé dos horas en arreglarlo -  Era verdad, tenía mucho cuidado con él a pesar de que estaba en los peores años de su vida. De igual manera siempre se veía perfecto incluso desarreglado como estaba.  Ventajas de ser lo que era.

¿¡De qué estás hablando!? -  Abrió los ojos sorprendida con su afirmación. ¿La estaba espiando? ¿Cómo sabía él eso?  Se ruborizó pero inmediatamente lo empujó con las manos por el pecho para separarse y se cruzó de brazos dándole la espalda en una rabieta.

Solo salí a tomar el fresco.  ¿Cómo voy a pasar la noche con alguien? ¿Quién me crees?.

Se rió con ella y de ella, y si no llevó una mano a despeinarla era porque estaba muy ocupado tomándola de la cintura una y otra vez, para que ella no se pudiera terminar de escapar a cada rato. Era como abrazarla, pero Ellie gustaba de hacerse desear, siempre ponía alguna escusa, que el cabello, que la ropa, que hay gente, que blablabla. Suerte para Alfred que al menos él era puro que sino hubiera estado más cerca de su varita que de sus labios. Y eso también llevaba su encanto. Por supuesto que la dejó chillar y acalorarse, ese era el objetivo de sus dichos, pero ni un paso más pudo dar la rubia en soledad que Alfred ya la estaba abrazando por detrás, pegando su mentón en el hombro de la muchacha, acariciándole los botones de la blusa.

- también me gusta tu espalda - le dijo antes que nada, como dejándole en claro que por más ofendida que se diera la vuelta, eso no cortaría sus ánimos juguetones.... - si te pones colorada tengo que entender que mis palabras fueron acertadas?... - le besó en la mejilla de nuevo y tomándole de una mano le hizo dar una vuelta a la fuerza para ir andando. - camina la princesa o hay que llevarla en andas? - le dijo descaradamente, burlándose de ella y sus aires de realeza, parando un momento para verla de arriba abajo, para esperar su contestación realmente. Y Ellie sabía que si ella provocaba Alfred era muy capaz de auparla y pasearla por todo el castillo en sus brazos, solo para hacerla pasar vergüenza.

De todos modos tenía otro plan, uno que no incluía terceros, de ninguna manera. - Tu elijes... bosque prohibido o tercera torre del sud este? - In door o out door, pero ambos lugares significaban lo mismo, estar solos un rato.

Había muchas razones por las cuales salía de una manera medio “formal” con Alfred. Porque era su amigo desde hacía muchos años principalmente y no había otra persona en el mundo que la conociera (y tolerara) tanto como él. Sinceramente Ellie podía llegar a ser una joven insufrible, caprichosa y que siempre quería hacer su santa voluntad, con esas cuantas cosas muchos se hubieran quebrado, pero no él y en realidad no es que les diera tiempo a muchos otros de hacerlo, siempre terminaba aburrida de todos.

Ya deja de tocarme. ¿Tienes que estar siempre pegado conmigo? – Lo decía entre risas con una voz que sonaba poco convencida. Le gustaba que Alfred la abrazara y sentirse en las nubes cuando le daba aun que fuera un pequeño beso en la mejilla. Ellie no podía decir que estaba enamorada de él, enamorarse de alguien (su madre bien lo decía) era igual a perder, quién se enamoraba perdía el control y olvidaba su orgullo, el orgullo era lo principal en un Slytherin.

Caminó con él tomada de la mano y luciéndose como si de verdad fuera de la realeza, con la frente en alto y cuidando muy bien sus pasos, era como si ella misma anduviera por las nubes.

¿Solo tengo esas opciones? Hagamos algo divertido! Molestemos a Bruce! No! Mejor a Zelda. Anda… - Había pasado en fracción de segundos de ser la princesa encantada a tener esa mirada en el rostro. Esa que buscaba problemas. Lo tomó del hombro jalándolo varias veces y luego lo rodeo por el cuello con ambos brazos.

Anda, si lo haces dejaré que me beses en los labios. Sin lengua. Durante hummm media hora.

Si. tenía que estar siempre pegado a ella. No porque no pudiera contenerse de ponerle las manos encima, si no porque a las chicas les gustaba sentirse deseadas, aunque luego se hicieran las dignas y jamás se desprendieran ni un botón de la blusa. Eran los juegos de la adolescencia, los ires y venires de esos noviazgos largos como semanas o cortos como la noche, y así estaba bien, no era cuestión de entregar el corazón tan temprano. Solo pasársela bien, con la mejor persona que pudieras encontrar para eso.

- Estar sola conmigo no es divertido?... - se hizo el ofendido y le cortó el paso, cruzando sus ojos entrecerrados con los de ella que chispeaban de maldad, poniendo sus manos en su baja cintura para pegarla a él al recibir su abrazo - eres terrible - le susurró entre dientes haciéndose hacia delante para besarla en los labios, pero fue su último comentario lo que lo hizo carcajearse en vez de apropiarse de su boca rosada. - Sin lengua??... que aburrido... eres tan niñita aun - Se iba a ofender?

Le acaricio la espalda hasta tomarla por la nuca y le plantó un suave beso de esos sin legua, de esos que supuestamente él tanto tenía que esforzarse por conseguir. - shh.. - nada, que él se comportaba y se lo gana todos los días desde hacía mil años. Sin despegarse de ella, sin dejarle mucho espacio para escapar, volvió su mente a las ideas de Ellie, sus manos no, esas estaban bien puestas jugando con la tela de la blusa de Ellie, hasta encontrar en su espalda pequeña la tira del sostén y jalarlo a dos dedos para hacerle un daño tonto. - que tienes en mente princesa?... yo como esclavo digno, haré lo que quieras.... - Eso sí, en el camino se prenderían un cigarrillo especial, de esos que con sus amigos estaban experimentando, que te hacían feliz y osado un rato a cada calada, de esos que Ellie la otra vez, por broma o por orgullo había dicho que quería fumar con él.

- Mete la mano en mi bolsillo. - le dijo en susurro como si fuera la peor de las propuestas indecentes.

No es que no fuera divertido pasar el rato a solas con Alfred, pero siempre que estaban solos Ellie se veía entre la espada y la pared. Los impulsos de la adolescencia le decían que se dejara llevar ante las caricias y besos de Alfred, porque le hacía sentir cosquillas en el estomago y que las piernas le temblaran, ese sentimiento no lo había experimentado antes con ningún otro chico en la escuela porque no había permitido que nadie se acercara tanto a ella, tal vez lo único con lo que podía compararlo era en como sentía que el corazón se le salía del pecho al ver al mayor de los hijos de Demetrius y Annapola Burroughs, claro que eso ultimo era un secreto que se llevaría a la tumba de ser preciso, los adolescentes eran dramáticos en su pensar.

NO SOY UNA…! - Iba reclamarle que no era una niña, odiaba que le dijeran eso. Ella decía siempre actuar como una persona mayor y sensata, no era verdad por supuesto, sobre todo con esos arranques de locura momentánea que le daban, Ellie era una joven a la que fácilmente se le podía hacer enfadar y destruir un continente entero, pero era parte de su encanto también. Ella se quedó plantada en el beso y nuevamente volvió ese cosquilleo a su estomago al sentirlo acariciarle la espalda hasta la parte trasera del sostén. Iba a separarse de él cuando sintió el golpecito del tirante y solo aferro sus manos a los hombros de Alfred.

No sé, necesito pensar. – Habló aun con los ojos cerrados por el beso y luego buscó separarse un poco para volver a poner los pies sobre el piso. A veces tenía que esforzarse un poco más con Alfred para no mostrar que le afectaban sus besos y que a veces la hacía soñar despierta con un futuro dentro de un hermoso castillo y una vida perfecta.

Pero luego venían esas cosas como la mención de meter la mano en su pantalón y a ella se le olvidaba todo y quería partirle la cara con una bofetada. Se giró hacia él molesta. - ¿Estas loco? ¿Cómo voy a meter la mano en tu pantalón? Ni se te ocurra! … - Caminó un par de pasos alejándose molesta y con las mejillas ruborizadas. Ellie podía ser una niña coqueta, pero seguía siendo una niña que no se imaginaba tocando a un chico ni mucho menos. Todo era muy infantil para ella.

Qué necesitaría pensar? qué broma hacer? o cuanto iba a negarse a que le metiera mano?... Igual Alfred sabía, sabía bastante y se estaba calmado porque no era un patán que la arrinconara contra cada muro cada vez que se cruzaba con ella. Apenas si le había tocado el culo con desenfreno una vez y solo porque la situación lo mereció y mucho! Si buscaba a Ellie para que le metiera mano en sus pantalones así porque sí, hubiera estado equivocado. Pero no era el caso, aunque ella sí pensaba cochinadas y él se sonrió ganador.

- No confías ni un poquito en mi? - le dijo a media voz buscando que ella se volteara y volviera. Pero igual no se iba a quedar recargado sobre el muro esperándola, iba a alcanzarla hasta tomarla del brazo, de la muñeca y luego entrelazarle los dedos con los suyos, ya algo callosos de andarse fascinado con las plantas y esas hierbas desde pequeño. Y con la otra mano le tomó el rostro para, apoyar frente con frente, para cariciarle su mejilla acalorada- esa cabecita que tienes... piensa cualquier barbaridad... - Y la besó corto y casto, nada que ver con sus palabras que la dejaban en evidencia.

La tomó de ambas manos y diciendo vamos se metió con ella en un aula vacía, una cualquiera del inmenso castillo. A veces cuando la miraba pensaba que capaz era mejor decir las cosas claras, que no por estarse con él un rato y besarse y acalorarse, iba a terminar siendo violada contra su voluntad, pero esas cosas le sonaban muy serias y corta humores, casi vergonzosamente adultas. Así que en vez de eso la alzó por la cintura y la sentó en un escritorio para hacer sus chistes de siempre, pararse entre sus piernas y molestarla - Yo se que mueres por tocarme, pero... mete mano - y agarró los dedos de la chica y la guió hasta su bolsillo, para que encontrase ella la cajita de metal que guardaba cigarrillos recién armados.

- Especiales para ti...con suaves efectos secundarios... - Si no experimentaba con él, que más allá de todo eran amigos desde siempre y era un buen chico que jamás dejaría que le pase algo, con quién iba a hacerlo? - No es cierto que te harás pis encima... - rió - alguna otra duda?

Claro que pensaba mal, ¿qué otra cosa podía pensar de alguien que le pedía metiera la mano en sus pantalones? Aun que fuera solamente el bolsillo Ellie era demasiado anticuada para esas cosas, aun que anduviera por ahí con sus aires de chica fácil y de esas que tienen la experiencia del mundo, en verdad no era así, ocultaba mucha timidez bajo esas sonrisas y vergüenza. No se sentía lista y tenía miedo de todo. Cuando Alfred la alcanzo y le entrelazo las manos ella se calmó un poco, lo siguió hasta el salón.

Podía parecer una niña tonta pero era verdad, era muy inexperta en todo sentido con relación a los chicos. Le gustaba que la admiraran de lejos o hicieran cosas por conseguirla, pero acercarse a uno, tocarlo o besarlo solamente con Alfred, él la había enseñado a besar (aun que como la conocía jamás lo pusieron implícito) y las cosas que sabía sobre noviazgos y todo eso. Lo quería muchísimo aun que aun era demasiado joven para saber que era solamente por que habían crecido juntos.

No no quiero! .- Casi se rehusaba pero al final accedió rodando los ojos y sacó la caja de metal, puso una sonrisa en sus labios y luego lo volteo a ver al rostro como preguntando si era real. La abrió y ya no le importó que se pusiera entre sus piernas o lo que quisiera, quería probar esas cosas que él había conseguido.

¿Cómo lo enciendo? ¿Qué hacen? ¿Lo tomo así? – Tomó uno de los cigarrillos con dos dedos y se lo llevo a los labios, luego trajo su varita conjurando una pequeña llamita y lo pasó por el otro lado como había visto muchas veces que lo hacían. Cuando le dio la primera calada toda su garganta ardió y comenzó a toser, no esperaba que saliera bien a la primera ¿verdad?

Esto sabe horrible… ¿Lo hice mal verdad? - aun seguía con los vestigios de la tos pero aguantaba.

- si, justo así... haz una pequeña llama con la varita y tienes que aspirar, despacio sino te ahog - y ahí estaba tosiendo. Alfred se sonrió pero no se rió. Lo que si hizo fue quitarle el cigarrillo con la mano que no le acariciaba la cintura y darle una cala profunda, porque él si fumaba y bastante, aunque solo sus hierbas, sus experimentos. - Tose bien, sino te quedará atragantado ahí.... La animaba.

-Sabe horrible porque te ha quedado en la garganta en vez del paladar.... Hule...-  y expulsó el propio humo que él tenía en la boca no hacia los ojos de Ellie, sino agachándose un poco para soplarle como en los labios, en la nariz despacio. Aquello era como una cata de manjares, todo a su tiempo y su método... - que hueles? algo de hierba buena? un roble.... unas notas de cherry al final?... - Era mucho pedir quizá que detectase todo eso, pero él se lo decía para ir haciendo el ambiente. Darle tiempo a recomponerse, hacerse amiga de la situación.

- Tienes que aspirar, no muy profundo, retenerlo en la boca, saborearlo, descubrir todo eso... y luego- esa era la parte más difícil de explicar... como volver a respirar para tus adentro... -Llevó la mano que acariciaba su cintura hasta su mejilla y le hizo alzar la mirada, le repasó los labios para que los abriera, y fumando él mismo una vez más hizo el cigarrillo a un lado para pasarle el humo del tabaco con su propia boca, un beso extraño pero intimó, aromado de frescura y frutos silvestres...

Se quedó un momento contra su rostro y luego se hizo lo mínimo hacia atrás para devolverle el cigarrillo. - cuesta, pero lo vale....- y la animó a que volviera a intentarlo desde cero. Alfred la miraría mientras y se aseguraría de que no muriera ni intoxicada ni asfixiada. - No has preguntado por el efecto especial... que crees que sucederá? -

Siempre había tenido la tentación de fumar un cigarrillo, para sentirse mayor y responsable y porque daba elegancia de un tipo especial ver a una rubia con un cigarrillo en los labios. Ella era todo sobre vanidad y no le molestaba aceptarlo, era lo más importante para una adolescente ¿quién iba a medir las consecuencias?. Le entrego el cigarrillo a Alfred y lo observó con una mueca en el rostro, lo odiaba por ser más grande que ella y de alguna manera más experimentado, odiaba que la gente la sobrepasara en cosas, nunca podía aceptar que los demás fueran buenos en algo y ella no. Aun así lo escuchó atentamente para aprender todo lo que pudiera de sus explicaciones y cuando sintió el humo rozarle la nariz y los labios. Abrió los segundos un poco y aspiro sintiendo el sabor de los ingredientes en el aire.

Ella asintió con la cabeza y de manera casi instintiva cuando él la tomó por la cintura y la mejilla su cuerpo se acerco a él, volvió el cosquilleo en el estomago y esta vez bajó hasta su vientre. El corazón le latía con fuerza y sentía las mejillas completamente sonrojadas cuando él acercó sus labios a los de ella y aspiró en ese beso el humo del tabaco.

Exhaló el humo cuando Alfred se retiró y ella tomó el cigarrillo, inmediatamente cerró las piernas y acomodó su falda como si temiera que se viera algo que no debería verse.

¿Qué efecto tiene? ¿Qué hace? ¿No es de los que hacen que te de risa histérica hasta la muerte? Bueno no, eso no.. pero.. ¿Qué hace? … - Ya estaba llevándoselo a los labios de igual manera. Quería quitarse el bochorno del acercamiento de Mayer y de igual manera quería probarlos independientemente de lo que hicieran.

No se sintió expulsado de su lado, pero con un gesto de nada terminó acompañándola con eso de arreglarse la falda casual, a sacar una pelusa o cualquier escusa cercana a sus muslos blancos, para terminar metiendo la mano en su propio bolsillo y prenderse uno para él. Ellie estaba bien, iba a sobrevivir. Se alejó unos pasos y la vio bien guapa y con aires confiados renovados. Eso de ser una rubia del tabaco le sentaba bien, el humo enrareciendo el aire a su alrededor ayudando a su aura veela, combinaban genial.

- no es de esos... - se rió y terminó volviendo a sentarse a su lado, sobre el escritorio, tomándose unos momentos para fumar sin hablar demasiado, pues no tenía apuro, era más que paciente cuando quería, cuando estaba a gusto en la situación. Quería que ella sintiera algo primero, antes de llenarla con palabras, con expectativas... Luego de unas caladas, hizo una pierna hacia atrás hasta pasarla hacia el otro costado de Ellie, para quedar sobre su espalda, acomodar sus cabellos rubios, para poder posar el mentón sobre su hombros, y luego rodearle la cintura con la mano que no fumaba.

- las mentas distienden el cuerpo, refrescan la mente... el roble le da aires nostálgicos... las frutas un poco de picardía... - nada del otro mundo, nada terrible, nada que le transformase la personalidad, expuso a su oído para darle un beso en el cuello, terminar acariciándole la piel con los labios - un poco de relajación se merece una chica tan... atenta y hermosa. - atenta era una linda palabra para no decirle que su rectitud rayaba el estreñimiento. No lo sexual, aunque eso también, pero Ellie siempre estaba tan erguida, tan demandante, tan princesa, tannn tannn que parecía que un día explotaría si no lograba las expectativas de la sociedad. Y lo peor se desmoronaría cuando el mundo se mostrase esquivo a complacerla. Y la vida no siempre era un lecho de rosas. A la gente le pasaban mierdas aunque no lo buscaran ni merecieran.

Le dio otro beso en el cuello, y dejó el cigarrillo al borde del escritorio consumiéndose en solitario, para abrazarla a dos manos, acurrucarla en su pecho, acariciarle los brazos, las manos, rosar su falda, mientras ella fumaba - me das un beso?... - le dijo al oído. Eran como novios, no? - uno de verdad - aclaro sin risas ni tonterías, quitándole el cigarrillo de los dedos para también dejarlo a un lado. Y la inclinó hacia atrás, sin soltarla para encontrarse con sus ojos, para ponérselo tan fácil como imperioso, tan cerca sus labios que él haría el resto del trabajo... dejarse de juegos rato, besarse un rato.

Ellie se llevó el cigarrillo a los labios ahora con un poco más de cuidado, se había sentado correctamente en el escritorio con los pies colgando sobre el aire, no era muy alta en verdad y su cuerpo era pequeño, casi frágil. Sus labios se cerraron alrededor del filtro y por fin lo hizo de la manera correcta tratando de sentir de manera inmediata los efectos que el cigarrillo podría darle, no fue así y en verdad se sintió algo decepcionada en un principio. Pero es que era una niña caprichosa que quería todo de manera inmediata. Alzó la ceja y vio de reojo como Alfred se acomodaba tras ella y la abrazaba por la cintura, ella alzó un poco los brazos para que no le estorbara al fumar y los volvió a colocar sobre los de él.

¿Crees que soy hermosa? ¿En verdad? - Ellie se veía más interesada en sus palabras que en los manoseos intencionados que él le daba, le gustaba que le dijeran lo bien que se veía, lo hermosa que era o lo mucho que les gustaba. No solamente se limitaba a Alfred, sino a todo el mundo, Alfred solamente tenía el beneficio de poder acercarse a ella un poco más por ser su amigo, novio, lo que fuera. Se rió por lo bajo cuando le dio el beso en el cuello y luego volvió a fumar de su cigarrillo sintiendo poco a poco los efectos que le describía, fue al momento en que él le giraba el rostro para quedar frente a ella pidiéndole el beso y ella solamente sonrió mirándolo fijamente, utilizando ese efecto de veela que podía volver locos a los hombres, o estúpidos también.

¿No tienes ganas de jugar algo? - Su sonrisa de maldad se amplió mostrando sus dientes blancos y perfectos. Le acarició el mentón con la punta de sus dedos índice y corazón y luego se separó de él escurriéndose entre sus brazos. No lo abandono, solamente se posiciono en el piso frente él y se acerco colocándose entre sus piernas.

Dime Alfred, ¿qué piensas de Zelda? ¿Crees que es bonita? ¿Más bonita que yo? Ella es una mestiza…. – Lo decía como si eso le diera algunos puntos más a ella, ambas eran semi veelas pero no podía evitar competir con ella, la quería y todo, pero le tenía algo de recelo por la posición de sus sangres, era simplemente lo correcto.

¿Sabes? Es mayor que yo y dice que es virgen… ¿No te gustaría intentarlo con ella? Tu sabes… - Era una tonta, hasta la palabra “acostarte con ella” le daba pena. Era una niña solamente que jugaba a ser mayor y a fastidiar al mundo. Al final del día estaba segura que Alfred haría lo que ella le pidiera.

Te prometo darte lo que quieras si lo haces. Ella debe ser primero, es la tradición familiar – Mentía, no había ninguna tradición familiar, solamente quería ver que tan fácil era Zelda o si es que podría caer a las provocaciones de Alfred en algún momento.

Claro que lo creía en verdad - muy   hermosa. - le aclaró como si hiciera falta solo porque sabía que le gustaba escucharlo y acompañó sus calmadas palabras de un arriba y abajo del rostro acariciándole la mejilla mientras ella fumaba y conformándose con poco porque la dejaba escapar. Y si, la dejaba, que si hubiera querido tensaba sus brazos y Ellie no hubiera tenido escapatoria. Pero estaba divirtiéndose, y lo que para Ellie era una competencia y un demostrar, es decir la vida misma era eso, para Alfred era un juego de buscar como reírse mejor, como pasársela mejor y las veelas además de verse coquetas y hacerse desear producían ese cosquilleo dentro, gracioso y alentador como el enamoramiento imprudente, que embobaba tanto y que Alfred buscaba como droga una y otra vez. Quizá por eso era amigo de tantas semis... de las primas sobre todo.

Le respondió a la sonrisa de maldad, con una propia y buscó su cigarrillo que había dejado a un lado. Apretó a Ellie con sus piernas, pateandole suavisito el trasero como venía, y la escuchó sin poder quitarle los ojos de encima. Hasta que fumó, debió pestañear y el efecto extremo de su veeles se esfumó un poco con el humo, con sus palabras sobre Zelda. La veeles no era sinónimo de poción para la verdad. - Oh si... ella es mestiza... no como nosotros - se burló un poco de Ellie y ella lo apuró a contestar el punto que parecía le interesaba ((me tomo ese atrevimiento xD)) - Igual eso no importa en la "belleza"... espejito espejito... Tu eres LA más bonita  - se hizo para adelante con el chiste de aquel cuento mágico tan conocido y le robó un beso rápido, aunque ella se hiciera para atrás, aunque ella le dejase la comisura de los labios en vez de dar la cara de frente.

Los ánimos habían cambiado, por el cigarrillo o por la propuesta de juegos. Y el aire olía a superaciones, a apuestas que no terminarían bien o si! quien sabía, había que tirar los dados para ver. Cerró un ojo mientras la escuchaba, mientras se concentraba en el cigarrillo, queriendo adelantarse a las palabras que Ellie estaba diciendo y se carcajeó en algún punto, antes de contestar nada. Sabía cosas de Zelda, porque los chicos hablan pero no iba a aclararle nada a Ellie pues no era necesario para divertirse con la rubia un rato. - mmm... suena muy interesante...  lo que yo quiera? estás segura? -

Tanto valía ese juego, cuanto estaba Ellie dispuesta a arriesgar... Pero lo importante ni siquiera era eso.... - que pasa.... si me acuesto con ella, y me termina gustando más que tu?... -  Para este punto ya se había bajado de la mesa y la estaba abrazando por la cintura como su bailasen un lento que en los oídos de Alf si sonaba. Le completó al oído. -podrías vivir con eso?..No ser más la preferida? - Ellie iba a arriesgar su orgullo también?

Tal vez para Alfred el tema de la pureza de la sangre era una broma pesada, él se tomaba pocas cosas con seriedad pero había crecido escuchándolo así que ya ni siquiera se enojaba por ello. Por su parte Ellie si se lo tomaba enserio, a pesar de que sus padres se decían sangre pura y todo eso, ser pariente de una veela también era clasificado por algunos más extremistas como un poco más bajo que los sangre pura sin ninguna mezcla mágica o muggle. Con la situación en el mundo como se encontraba ella estaba tomándole seriedad al asunto, no al punto de matar por sus ideales, pero si se lo tomaba enserio.

Claro que importa en la belleza, todo importa en la belleza – Y si, como si él la conociera a la perfección había adivinado que en vez de darle el beso rápido en los labios se giró para que se lo diera en la comisura de los labios. Ella quería mucho a Alfred pero a veces enviaba señales confusas, las cosas se hacían cuando Ellie quería y de la forma en que ella quisiera o no se hacían, era frustrante pero siempre había sido así.

¿Qué si estaba lista para que alguien la viese desnuda? NO. Ellie sabía las cosas básicas de las relaciones, tenías un novio, se querían, se besaban, esas cosas eran normales pero ¿yacer el uno con el otro? NO. Ella nunca haría nada de eso, no estaba lista y de igual manera no esperaba que Alfred lo consiguiera tan fácil con Zelda, si lo hacía y al final terminaba enamorándose de ella en realidad no le molestaba, ella no quería enamorarse pero tampoco iba a impedirle que lo hiciera.

Sabes que siempre voy a ser tu preferida. No me mientas – Le paso los brazos por el cuello y se paró de puntillas, se acerco lentamente hasta sus labios y le dio un beso de verdad, de esos que apenas había aprendido a dar y que tenían el sabor combinado de las hiervas que los cigarros tenían dándole un toque dulce al final.

Bueno no nos engañemos, no lo harás y lo sé. Mejor hagamos otra cosa, no se... ¿Quieres jugar quidditch? ¿Qué harás en el verano? - Ahora si se separó de él completamente tras dejarlo después del beso, siempre aprovechaba esos instantes mientras Alfred estaba encandilado por su efecto para hacerlo. No quería oler a cigarrillo así que sacó su varita para conjurar un hechizo para que el viento lo sacara por la ventana.

Oye… ¿Somos novios? – Le preguntó como si fuera cualquier cosa mientras sacaba el humo por la ventana. No le iba a molestar si le decía que no, pero tampoco si le decía que si. Ellie a veces podía ser muy fría en esos aspectos, como si desde siempre se le hubiese enseñado a no abrir su corazón.

No es que para Alfred fuera irrelevante la sangre, pero él en sí se tomaba todo con liviandad. Tenía 17 años,era un buen alumno, tenía ganas de divertirse, de correr chicas, de trabajar sus abdominales, no de hablar de política. Su madre podía ser un poco ortodoxa en cuanto elegir las compañías y definitivamente el mundo no mágico era una cosa inferior. Nunca se lo había planteado directamente a sí mismo, pero sus amigos solían ser o puros o parecido, como Zelda... a excepción del ruso. Pero una vez en Hogwarts no había no magia y punto. Y él no salía como otros del castillo con tal de "conocer" lo muggle. A él le bastaba ese mundo y ya.

Como Ellie, le bastaba ella y ya. Bueno, no le bastaba lo que ella le daba, pero podía soportar la ausencia de toquetearla todo el tiempo, como bien podría estar haciendo con otras, a cambio de hacerla sentir especial entre el montón. Y ni siquiera estaba esperando que ella de buenas a primeras llevara la mano a su sexo y la dejase masturbarla, o verla desnuda!! A veces solo quería de esos besos sin tener que esperar por horas, largos profundos, hacerle caricias a la espalda y llegar a sus tetas por encima de la ropa.

No era idiota, Ellie tenía solo 15 y era muy a la antigua. Pero quizá fue una metida de pata el día en que se le ocurrió besarla e iniciar todo eso. Porque una vez empezado aquello hubiera sido una patanería dejarla por lenta- no. quiero besarte todo el día.  - le dijo con sinceridad, olvidando por completo a Zelda, mientras ella abría las ventanas y él tenia que sacudirse la cabeza para quitarse la magia de delante de los ojos. Cada día iba mejor eso, cada día lo controlaba mejor aquello de no estarse con cara de bobo. Alf tiró lo que le quedaba de cigarrillo por la ventana y le ayudó con un hechizo propio y mirando al horizonte le cayó la pregunta sorpresa.

- ¿Somos novios? – Le repreguntó imitando el tono a ver si le agradaba a ella, lo que ella le hacía a él. Un poco de la misma medicina? como si todo fuera indiferente? Entrecerró los ojos mirándola fijo y cruzó el salón para ponerse sobre la puerta y no dejarla huir. - Yo esperaba que si... - le extendió los brazos a ver si venía a él, o si iba a quedarse allí como una estatua hermosa pero estatua al fin. - pero... A veces no sé si es que no te gusto o tienes miedo o qué... qué significa para ti "ser novios", porque los novios no andan proponiéndose acostarse con otra gente.... a ti te gustan más los juegos, que yo... E igual, eres tú la que nunca se anima a jugar.  - Ya se había vuelto a acordar de Zelda.... y sus tetas. Pensamiento aparte. Ellie algo de si tenía que poner, no por la apuesta estúpida, sino para que Alfred o cualquiera no terminasen cansándose de ella y su distancia.

Ella se sintió con pesar cuando Alfred le dijo que solamente quería besarla todo el día. Lo quería muchísimo, era su mejor amigo y de verdad iba a dar cualquier cosa por él, era una tonta pero no quería que se sintiera mal por la forma en la que se alejaba de él y se resguardaba dentro de esa coraza. Así le había enseñado su madre, por una parte sabía que tenía un matrimonio arreglado con Andrei, un joven de buena familia y apuesto, claro que era mucho mayor que ella, estaría rondando los 21 años en esos momentos, justo casi como Abner, por eso no podía enamorarse de nadie, no servía de nada y de hecho confirmar su noviazgo con su amigo solamente era una forma de saber si tenía que advertirle o no donde es que estaba adentrándose.

Como si él le leyera la mente en esos momentos soltaba esa pregunta de vuelta, su tono no le paso inadvertido y escuchó atentamente lo que él le decía, era más bien como un reclamo a su frialdad y la manera en que evitaba cualquier acercamiento hacia él. Ellie sonrió por que justamente lo dejaba todo aun más fácil, se acerco a él pero no lo abrazo, solamente lo vio con los brazos cruzados a unos centímetros de donde él estaba.

¿Sabes que no es eso cierto? ¿Alfred te conozco desde qué? ¿7 años o más? Eres mi mejor amigo y si fuera a arriesgarme que alguien me levante las faldas ese serías tú. Pero no puedo acercarme a nadie, aun si somos novios voy a casarme con Andrei a penas salga de la escuela. No serviría de nada y solamente dejaría un par de corazones rotos. Pero podemos ser novios así nada más, sin presiones. Puedes estar con otras y lo que quieras siempre y cuando yo sea tu preferida.

Sonrió de manera verdadera y extendió las manos para tomar las de Alfred y buscar su mirada, ella se las llevó hasta la cintura. – No dejes de ser mi amigo por favor. ¿Si? - Eso último era sincero, él era de las únicas personas que tenia cercanas a ella, es decir, cercanas en verdad. No iba a perderlo por nada. Él iba a entenderla.

Si más o menos desde esa época y? eso que tenía que ver? Por dentro hasta empezaba a ofuscarse un poco de que ella diera vueltas a las palabras y sobre todo que no le hubiera cogido las manos y hasta mintió arreglarse el cabello para no quedar como un estúpido. Por fuera sostener una cara de nada o sonreír de lado a eso de Andrei, el famoso Andrei que cada año bisiesto Ellie se acordaba de mencionarlo, si también desde los siete o por ahí. Pero no terminó de enfadarse, quizá porque se hizo ilusión de que en algún punto había logrado entender a Ellie y ella le tomaba las manos y él tenía algo que contestarle, algo sincero por supuesto.

La abrazó con ganas y suavidad, desde los lados de la cintura hasta entrelazarse los dedos en su baja espalda y apoyó su frente en la de ella - jamás dejaré de serlo - primero lo primero. Se separó para poder mirarla a la cara y aclarar más cosas. - Pero eso es una cosa y estamos hablando de otra... faltan casi tres años completos para que egreses de Hogwarts, Ellie... que vas a hacer tres años?... Esperar qué? Un tipo que ni conoces? Que hasta puede morirse en tanto tiempo... Mira si él renuncia al compromiso y tu te quedaste aquí esperando... Mira si se suicida con tal de no casarse con una fea como tu. - - Obvia broma claro! Pero o sea, TRES AÑOS! Toda una vida a los 15! Ellie se iba a privar de vivirla? Era una locura.

Alf llevó una mano al cuello de Ellie, para que no se enfadase por la bromita, para que lo mirara a la cara y para besarla sin escapatoria. Primero el típico rosar sus labios, ayudado del pulgar incluso, luego entreabriéndolos para él y mordiéndole apenas el inferior. Obligándola solo un poco, porque al final ella también quería y ambos lo sabían. - Te gustan mis besos?... te gustan los besos en general?... pues ni te preocupes por los corazones... y si es solo por los besos o por el cosquilleo entre las piernas - y eso último se lo dijo al oído para ruborizarla - ni tengo que ser tu novio...- Se calló un momento para besarle la mejilla, la comisura de los labios y acomodarle el cuello de la camiza del otro lado, para tenerla atrapada un momento entre sus manos y palabras antes de mandar todo al demonio por honor a la sinceridad.

... La apretó hacia él con esa mano que mantenía en su espalda y concluyó-Sabes que creo?... que tu quieres estar conmigo, pero tienes miedo. - Y nadie decía que eso no fuera lógico, pero... Alfred ya se imaginaba como venían las cosas allí: una el miedo al amor y blabla, la frialdad de su familia. Dos, el SEXO! Y entonces, Ellie proponía ver que tal le iba a Zelda primero, para que luego se lo cotilleara o algo y así la rubia terminara diciéndose "si ella lo hizo, yo también puedo... Y MEJOR". Pero eso era una locura descabellada, nadie iba a salir feliz de ahí... Bueno Alfred capaz! Dos semi veelas por el precio de una. Pero no!

Estar entre los brazos de Alfred era todo lo que necesitaba en esos momentos, recargo la cabeza sobre su hombro y cerró los ojos unos momentos simplemente pensando en sus palabras. Le dolió que la separara y la viera a los ojos diciéndole todas esas cosas acerca de Andrei y su matrimonio arreglado. Le dolió por que sabía que era verdad, él era mucho mayor que ella y aun que lo veía cada verano y en vacaciones de invierno, a veces sentía que él no tenía idea de lo que sus padres habían planeado para él, a veces era distante y aun que era apuesto como pocos, tampoco podía verlo como su futuro esposo dentro de tres años. Lo que le pasaba con él era muy distinto por ejemplo como sucedía con Abner, un joven de la misma edad que Andrei y que Ellie también conocía desde la niñez, un joven apuesto que tenía la desdicha de ser hermano de Frances, su antigua amiga. Con Abner todo era diferente porque siempre le sonreía de manera amable, era educado y cuando la miraba las piernas se le volvían de gelatina. Sabía que no la veía más que como una niña, pero muchas veces deseo que fuera con él con quién sus padres la hubiesen emparejado, secreto que también se llevaría a la tumba.

El beso de Alfred le impidió poder responder a cualquier cosa, al principio luchó un poco y luego solamente se dejo llevar acercándose más a él y tomándolo con los puños por la túnica en ambos costados, abrió los labios profundizando el beso como pocas veces pero, cuando cayó en cuenta de las cosas que le decía volvió a enfadarse y se alejó unos momentos de él.

¿Y sabes que es lo que yo creo? Que tú no me quieres en verdad -. Luchó contra él empujándolo - Yo te quiero muchísimo Alfred pero solo buscas la forma de meterte entre mis bragas. ¿Eso quieres? No lo vas a tener, si es así mejor ve a buscarte otra, yo-no-lo-hare. ¿Crees que es bonito todo esto? ¿Qué mi mejor amigo de quién podría estar enamorada solo me quiera para…? - Volvió a callarse, ni siquiera podía decirlo le daba muchísima vergüenza. Se puso roja por el enojo y esta vez sí comenzó a llorar.

Yo solo quería que fuéramos novios, que me llevaras al baile de graduación, saliéramos juntos y me abrazaras. No estoy lista para estar contigo, pero te quiero. Por eso quiero que estés con Zelda, ella es bonita y perfecta. Mejor ella que cualquier otra, si al final vuelves conmigo no me importa que ella te de lo que yo no puedo. … - Y luego se acercó a él y lo abrazó por la cintura, llevó su rostro hasta los labios del joven y luego selló ese acuerdo con un beso profundo como ningún otro.

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Sabía que tenía que visitar a Alfred en el hospital, sin embargo cada vez era más difícil verlo ahí con el rostro cubierto de vendajes y con un ánimo que día a día iba decayendo más y más. Ellie iba todos los fines de semana de una manera puntual a llevarle sus dulces favoritos y unas cuantas revistas de herbologia, pociones y medimagia. Casi no hablaban pues ella estaba segura que con el tiempo él se había dado cuenta de su incomodidad y que, básicamente iba a verlo por compromiso.

Lo seguía queriendo mucho pero el tiempo y la edad le habían mostrado que no era amor lo que sentía por él, nunca lo había sido y nunca lo sería. Seguir llevando ese titulo de novios solamente hacia más difíciles las cosas, a él lo hacía infeliz y a ella le daba responsabilidades que no quería, no ahora que estaba involucrada en cosas terribles en el ejercito de Lord Voldemort.

Por supuesto también estaba el asunto de Abner quién por primera vez la había notado como la joven mujer en la que se había convertido. Su corazón simplemente sentía que era lo correcto estar a su lado ahora que Andrei había huido renunciando a todo con un amigo muggle, traicionándolos, traicionándola.

¿Estás despierto? Te he traído algunas cosas… - Le dijo Ellie suavemente entrando por la puerta de la habitación en San Mungo. No faltaba mucho tiempo para que fuese dado de alta y Ellie pensaba que tal vez las cosas aun podían mejorar. Tal vez Alfred entendería lo que sentía por Abner, él siempre la comprendía.

- Estás diciendo una tontería tras otra... - Quiso interrumpirla, pero en algún punto comprendió que mejor era dejarla terminar su discurso a ver si ella sola caía en la cuenta de que no era así. Es decir, claro que le gustaba, le ponía y tenía ganas de tirársela, sino que clase de "noviazgo" era ese? pero no en los términos que Ellie se lo pensaba evidentemente. Iba a darse la media vuelta para mandarla "pensar" en soledad cuando la vio llorar y el alma se le detuvo. Para colmo no era pertinente que él fuera a abrazarla, seguro lo depulsaría como mínimo. Así que ante la impotencia no le quedó más que esperar, callar y dar pequeños pasos al frente hasta estarse lo más cerca posible, hasta que ella decidiera que podía invadirle el espacio personal.

- Serás mi novia, y te llevaré al baile y nada más que abrazos... Pero no voy a estar con nadie más si estoy contigo. Porque no quiero, y porque sería un hijo de puta si lo hiciera. - Y sellaron ese pacto con un beso.

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Pero las cosas no salían como uno planificaba, sino como a la vida le daba la gana, y Alfred se había pasado mitad del noviazgo casi inconsciente en una cama de hospital luchando por seguir respirando, sin poder ir a la graduación, sin poder anotarse en la universidad a tiempo, sin poder ser el novio de nadie, ni de besos castos ni de folladas de antología. De todos modos Ellie lo seguía visitando, cada vez más esporádicamente pero "cumpliendo", y Alfred al menos ya no tenía la cara vendada, su nariz había vuelto a crecer y podía hablar con normalidad. Y sabía que eso ya se había terminado pero él no decía nada, no por no hacerse cargo de ser el mensajero de las malas noticias, que siempre terminaba haciéndole algún chiste sobre nuevos novios que lo remplazasen, sino porque al menos con esa escusa de ser novios, él se aseguraba de que Ellie seguía viva, visitándolo cada fin de semana, y en los tiempos que corrían era algo a tener muy en cuenta.

- Estoy... casi despierto. - se sentó mejor en la camilla y estiró una mano para alcanzar la de Ellie, para traerla a él y que se sentase junto a su cuerpo que ahora si, podía por voluntad propia mover a un lado y hacerle un espacio. Sin darle oportunidad a otra cosa, le dio un beso en la mejilla, super cariñoso claro, pero para ya desde el inicio de la conversación no precionar a otras cosas. A veces sucedía que la rubia le daba un beso de novios y a veces no... y estaba bien así. - Qué me has traído?.... pobre Zelda, el otro día me trajo el mismo libro que tu, obvio no le dije nada.... mentiritas piadosas... guiñó un ojo, o lo intentó al menos.

Zelda también se atendía ahí, era paciente de su padre y de algún modo la condición de enfermos les hacía fácil las charlas casuales. Sobre todo, Zelda era mucho más desinhibida y no parecía que le daba asco su condición, cosa que a Ellie se le notaba al principio y no había nada que hacer al respecto. Pero lo dicho, ya no mas vendas que cubrieran su nariz desaparecida, ahora era todo un galán de nuevo. - Ya estoy guapo de nuevo, mira, tengo oreja, me creció esta semana- y le mostró su adquisición izquierda. -quieres ver mis abdominales? - Chistes y más chistes, solo para que Ellie le regalase una sonrisa.

Las personas cambiaban, ella estaba cambiando y no se daba cuenta. Ellie nunca había sido una joven que se preocupara por los demás, tampoco alguien caritativa o que hiciera las cosas de buena voluntad, siempre había algo detrás de todo y en ese caso, las visitas a Alfred eran para de alguna manera seguir disimulando su relación con el chico. Al principio había sido difícil pues siempre fue una persona superficial, verlo ahí en la cama dormido, jamás lo iba a aceptar a nadie pero a veces deseaba que Alfred muriera antes de que terminara deforme en una cama o silla de ruedas. Algo parecido le había deseado a Zelda tras el derrumbe de la torre donde estaba en la batalla, ella había estado ahí como espectadora y después había huido pero no con la resistencia si no con los mortifagos.

Pero había cosas que no se atrevía a realizar, no había matado a nadie aun y no sabía cómo es que eso se sentía. Había visto muertes y sentía que no le afectaban pero perpetuarlas ella misma, sentía que jamás podría hacerlo. La única persona que de alguna manera le mantenía los pies en el suelo era Abner, Ellie estaba aterrada por la idea de que pudieran separarla de ella ahora que su padre se había cambiado de bando y estuviesen viviendo como exiliados. No quería pensar en eso, el corazón le dolía solamente de pensar que lo mataran un día o algo peor.

Te he traído esto, en verdad no las leí… - Le dijo sin ganas y no le dio el beso en la mejilla. Se mordió el labio inferior y simplemente se sentó al lado de él escuchando sus anécdotas, como es que ya era un joven guapo con ambas orejas y que todo sería perfecto ahora. Le remordió la conciencia un poco así que solamente tomó su mano y la sujetó con fuerza. Ni siquiera sabía cómo decirle todo lo que estaba pasando, pero no podía contenerlo más.

No sabía que Zelda estuviese en este mismo hospital – No lo sabía en verdad, con las cosas como estaban la madre de Ellie, Minerva, había prohibido el contacto con la familia de Zelda por mestizos. Le agradaba escuchar que estaba bien de todas maneras.

Alfred, sabes que eres mi mejor amigo, ¿verdad? Alfred… tengo que confesarte algo, pero tengo mucho miedo… por lo que pienses y por la guerra… - Se veía auténticamente afectada por la situación, llevó las manos hasta su regazo soltando la de Alfred que seguía sosteniendo y luego bajó la cabeza.

Creo que amo a otra persona… - Lo dijo de manera directa así como ella acostumbraba a decir las cosas, pero no era todo lo que tenía por decir – Pero tengo miedo que si saben sobre eso me maten o lo maten a él también. Está en el lado de la resistencia como toda su familia, es un traidor a la sangre… - Por lo cual si dejaba en esos momentos a Alfred, su coartada perfecta iba a terminar.

Tomó las revistas con verdadero interés y las hojeó un poco mientras respondía sobre Zelda - si... supongo yo todo brujo se atiende en San Mungo... - alzó los hombros como indicando un "qué se yo" al final, pues ya fuera por los desvarios de Zelda, (que no sabía si Ellie estaba enterada y no pretendía hablar de más sobre el tema) o por un dolor en el dedo meñique, donde más acudiría la peliroja?. Miró de reojo a Ellie y como parecía que quería decir algo, por cortesía dejó las revistas a un lado y obvió los chistes que tenía en mente, preparados toda la semana en soledad justo para ese día, para esa rubia.

Pero cuando ella dijo la palabra miedo, por instinto se le acalambraron los músculos, soltó su mano y llevó determinado un dedo propio a los labios de Ellie. No por callarla, pero que al menos bajase la voz. No es Alfred que supiera mil cosas de lo que estaba pasando en el mundo exterior, pero sabía lo suficiente como para ponerse a la defensiva ante las pequeñas señales, y San Mungo no era un oasis. Las paredes escuchaban, las enfermeras hablaban... esas cosas. Como una caricia, rosó su mentón, se perdió en su mejilla y le acomodó un cabello detrás de la oreja para que continuase hablando.

Al escuchar todo completó, se encontró suspirando con algo de pena o cansancio y con ambas manos en la cabeza despeinándose las idea. Le dolía el costado al tener los brazos estirados en aquella posición, pero eso no le impidió tomarse sus buenos segundos sin moverse. - no digas su nombre - dijo antes que nada. No por que él tuviera un problema de celos irremediables que iban a atacarlo si sabía de quién se trataba, sino por lo antes mencionado: por las escuchas, por los peligros, por la política, la guerra, asegurarse de que Ellie entendía lo complicado del asunto.

- no se que decir - al final bajó los brazos y volvió a mirarla. Frunció la boca como esperando que alguna idea apareciese en su mente, aunque fuera uno de sus usuales chistes malos - Bueno, Ellie.... no te han matado mientras fuiste mi novia, no lo harán ahora que lo sigues siendo... - le guiñó un ojo - nada ha cambiado, y no soy un traidor a la sangre. - Era eso? sería eso lo que tenía que proponer? Una tapadera tonta y adolescente para estarse seguros en un país en guerra? No tenía mucho sentido que política racista y noviazgos de juventud tuvieran relación. Pero...

En un movimiento osado, para su cuerpo, le tomó el rostro con una mano y la pegó su boca a su oreja -... él te quiere? - Vamos! tenía que asegurarse que ella estuviera corriendo riesgos por una relación al menos correspondida y no por fantasías que solo estaban dentro de su rubia cabeza. - estás segura? -

La cosa con Ellie es que jamás en toda su vida había realmente aceptado que sentía algo por alguien, no hasta esos momentos. La semi veela siempre se había mostrado distante, guardándose para el hombre que sería su esposo, la única persona con la que podía estar conectada de alguna manera, pero Andrei también había abandonado todo. Abner había llegado o más bien se había hecho notar en su vida en el momento en el que lo necesitaba y ella también había descubierto esa sensación distinta al estar a su lado. Nadie era como él, nadie la elevaba tanto como él.

Escuchar las palabras de Alfred casi la hicieron llorar, pero era porque estaba asustada en verdad y agradecía que él entendiera de alguna manera lo que quería decir. La verdad Ellie también estaba dudando muchísimo de sus ideales, había visto cosas horribles en la guerra, personas inocentes morir, tenía las manos manchadas de sangre y sentía que esa no era una vida de verdad. Pero todo eso quedaba olvidado cuando estaba con Abner, le ayudaba a mantenerse firme.

Se alarmó un poco cuando la acercó a él, pero luego se mantuvo quieta escuchándolo. Le sonrió tristemente pero no porque se sintiera así, si no por él, porque no había podido quererlo en verdad y Alfred como su amigo más fiel en verdad lo merecía. Merecía a alguien que lo quisiera de verdad, tomó su mano y solamente asintió un par de veces y se acercó a él para darle un beso en la mejilla.

No quiero que estés en peligro Fred, buscaré la manera de estar con él. Solo quería decírtelo. No volveré al hospital. Posiblemente no vuelva a buscarte nunca más, no quiero ocasionarte problemas. Te quiero. – Y era verdad, como amigo lo apreciaba muchísimo. Le dio un par de palmaditas en la mano y se levantó para retirarse del lugar.

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Ellie estaba nerviosa, era el primer semestre en Brigantia que cursaba. El mundo se había transformado demasiado en cinco años. La sombra del que no debe ser nombrado casi se esfumaba y los ochentas invadían con su espíritu a los estudiantes. Esa noche la habían invitado los miembros de la facultad de Ogmios a una fiesta en la sala común.

No sabía si era momento o no de enfrentarse al mundo pero asistió, ahí entre la muchedumbre con un vaso de algo parecido al whisky pero concentrado estaba charlando con un par de personas cuando alcanzó a distinguir a Alfred a la lejanía. Tenían años de no verse desde aquel día en el hospital, no quiso acercarse en primera instancia solamente lo saludó desde lejos.