Visita familiar - Zelda -

por **Ellie Morgan** Mar Ene 13, 2015 1:33 pm

Era la primera vez que viajaba en transporte muggle hacia la casa de su tío en West London. Aquella mañana de sábado habían recibido un patronus desesperado de su tía (uno de los cuales ya era muy recurrente desde la separación con su esposo) y ella y su madre habían acudido a Sussex junto con Bastian para revisar que no fuera a hacer una ridiculez. La mujer estaba alterada y pregonaba por sus unas cosas que había dejado en la casa de su ahora casi ex marido (o ya ex marido, Ellie ni siquiera sabía la situación de ambos) y en parte para que Bastian no viera a la loca de su tía y para no tener que soportarla ella también, se ofreció a ir por las cosas, unos álbumes fotográficos mágicos y cosas así, más cosas sentimentales que sabía que le dolería al hombre despegarse de ellas, Ellie dudaba que en realidad lo hiciera por que quisiera tenerlas.

No sabía nada del transporte o como hacían los muggles para que eso se moviera, odiaba sentirse estúpida por lo cual no pregunto nada e hizo lo que los otros hacían llevando al pequeño de la mano. Ambos, madre e hijo, se veían extraños entre la multitud de gente que caminaba por las calles, ella con esa capa que casi le llegaba a los tobillos y sus extrañas zapatillas hechas por elfos y el niño con una túnica igual pero en color azul marino y un gorro de duende que le cubría hasta las orejas, ambos con guantes en las manos.

¿Mamá el tío Charles es muggle verdad? – Le preguntaba el niño como si fuera cualquier cosa - No se hace magia frente a los muggles ¿Verdad? - Bastian estaba en esa edad en la que todo preguntaba un millón de veces, en la que las cosas le daban curiosidad y estaba probando el mundo a su alrededor. Ellie sonrió y asintió.

Así es, pero como él es de nuestra familia podemos hacer magia frente a él, aun que no creo que sea necesario.- Le sonrió al niño. No esperaba que aquella visita fuera muy exagerada o llena de drama. Solo iba por unas cosas de su tía y aun que ella buscara precisamente hacer sentir mal a su ex esposo, ella no tenia esas intenciones, después de todo había sido su tío y eso no cambiaba de la noche a la mañana.

Abrió la reja para entrar a la propiedad y tocó varias veces la puerta mientras Bastian iba por ahí a ver el jardín lleno de nieve, esperaba que fuera el señor Charles quién abriera la puerta, pero en cambio se encontró a Zelda ahí. No esperaba verla así que su rostro de sorpresa no se dejó esperar.

Zelda, ¿Podemos pasar? Tu madre nos envió por unas cosas… - Bastian inmediatamente se acercó a la puerta y se puso en firmes sonriendo como si fuera un soldado.- Hola tía Zelda, ¿vienes a jugar en la nieve? – Bastian era así, demasiado despierto, demasiado amable, ni siquiera parecía que fuera hijo de quién era.

ropa
Bastian

por **Zelda Fay** Mar Ene 13, 2015 2:19 pm

Ropitus
Lobby de la haus

El reloj hacía su característico sonido de tic tac conforme marcaba los segundos que transcurrían. Zelda estaba en su antiguo cuarto, que ahora era estudio, haciendo labor de investigación. No tenía tarea, no obstante, el Profeta parecía tener ciertos adeptos intelectuales que conocían las raíces casi míticas de su padre y estaban ansiosos por que la descendiente de Francis Scott Fitzgerald escribiera un extenso artículo hablando de sus antepasados: el matrimonio Fitzgerald. Era raro encontrar gente que aceptara ese tipo de escritos en un periódico tan conservador, pero aparentemente, el editor en jefe había leído This Side of Paradise, texto de su bisabuelo, y Save Me The Waltz de su bisabuela. Ahora el editor estaba obsesionado con Zelda a pesar de llevarle casi veinte años y al Jeanne saber aquello, no había parado de hablarle al editor de su hija a pesar de la neurosis que la aquejaba desde la separación.

Al final había resultado que Jeanne si amaba genuinamente a Charles. El tiempo la hizo darse cuenta del maravilloso hombre que era y lo poco que lo había valorado. Claro, eso después de que el mago del ministerio, con la que había engañado a su padre, decidiera volver con su esposa en vez de seguirle el juego a su madre. Jeanne era estúpidamente rica, tanto que ahora vivía en una de las tantas casas de los Mogan, la que se encontraba en Sussex y parecía casi un palacio. Pero con tanta soledad, se deprimía fácilmente. No es que quisiera a su hija cerca, pero extrañaba a su marido y su forma de llamar la atención era, últimamente, mandar a alguien para recoger algunas cosas de la casa en West London. Donde Charles seguía viviendo. Por su parte, el editor se la pasaba tan absorto en su trabajo que no tenía tiempo para el luto de perder a su mujer. La infidelidad había sido tan dolorosa que prefería hacerse el desentendido para no sentir.

Zelda, finalmente, estaba en medio. A veces visitaba a su madre, a veces a su padre. Esa tarde se quedaría con Charles para poder investigar sin preocupaciones. Hasta que escuchó visitas. La pelirroja no esperaba a nadie y su padre estaba ocupado atendiendo en uno de los salones, a un nuevo escritor mago que pretendía vender su obra a La Quimera de Oro, la editorial familiar. Desde la ventana pudo distinguir la melena rubia de Ellie y al pequeño Bastian en la reja. Bajó rápidamente antes de que tocaran a la puerta. Cuando abrió, ahí estaban los dos. Estaba descolocada. ¿Qué hacían ahí esos dos? Dudaba que quisieran visitar a su papá y dudaba aún más que supieran que Zelda estaba ahí.

La pelirroja sonrió antes de cargar a Bastian por las axilas y abrazarlo fuertemente. Ya con ese gesto estaba por entendido que les daba la bienvenida.
— ¡No! Mejor jugamos aquí adentro que está calientito y te doy chocolate con malvaviscos ¿Te parece? — inquirió con gesto emocionado para luego pasar la vista a Ellie — ¿Por qué no llegaron por la Red Flu? Está helando allá afuera — comentó antes de bajar a Bastian al piso de duela, cerró la puerta con la mano — Jeanne sigue creyendo que se puede llevar los álbumes familiares ¿no? — negó con la cabeza, ya era la tercera ocasión que mandaba a alguien por ello — No se cuándo se va a cansar, a veces sospecho que nunca. Es terca como pocas — agregó mientras caminaba viendo a Bastian dar vueltas tratando de alcanzar uno de los adornos que colgaban del techo de vidrio.

por **Ellie Morgan** Mar Ene 13, 2015 2:45 pm

La risa de Bastian era muy contagiosa, incluso a Ellie la ponía de buen humor ver como su hijo soltaba unas fuertes carcajadas infantiles cuando Zelda lo tomó para abrazarlo. El mismo niño le dio un par de besos en las mejillas como saludo, como se le había enseñado y luego movió las piernas para lograr zafarse de su agarre, le gustaban los abrazos pero ahora quería bajarse a correr por la propiedad.

Chocolate chocolate chocolate! Pero me servirás más malvaviscos que la ultima vez, ¿verdad? – Ellie solamente sonrió y lo atrajo a ella para abrazarlo y acariciarle la cabeza. Bastian no era un niño que necesitara mucha atención, sabía comportarse a pesar de estar emocionado con las cosas, era muy concienzudo para su edad y respetuoso. La semiveela rubia por otro lado si estaba algo confundida, no esperaba encontrar a Zelda ahí en casa de su padre (aun que posiblemente era obvio), no es que tuviera cosas contra ella, es que simplemente no habían hablado desde el baile y Abner y todas esas cosas que le seguían removiendo las entrañas aun que no quisiera y aun que Abner le hubiera jurado que solo había ido con ella por hacerle un favor.

Tu madre quería unas cosas de la casa. Las necesitaba y me ofrecí a llevárselas. Viajamos en transporte muggle por que no estaba segura si tu chimenea seguía conectada a la red flu y tampoco estaba segura de que no hubiera más muggles en tu casa. Solo fue precaución. – No decía la palabra “muggle" por discriminar, aun que lo parecía. Ellie siempre tenía ese modo de hablar que muchas cosas en ella se mal interpretaban. No era su culpa y tampoco su intención.

Ellie había entrado a la casa y dio una mirada a su alrededor. Era todo tan diferente a la suya. Pocas veces había ido a ese lugar, a su madre no le gustaba. – Tía Zelda, ¿podemos tomar ese chocolate ahora? Por favorrrrr – Bastian había ido hacia ella jalándola de la manga con cuidado. Era bien portado pero seguía siendo un niño desesperado.

Perdona, ha viajado mucho el día de hoy… ¿Cómo has estado Zelda? – Y no solo se refería a ese día en específico, era por todo lo que había ocurrido con sus padres y eso. Se quitó los guantes con cuidado y esperó para seguirla a la cocina o donde fuera que les diera el chocolate. Bastian ya estaba impaciente.

por **Zelda Fay** Mar Ene 13, 2015 3:14 pm

Ropitus
Lobby de la haus

Cuando miró a Bastian, después de tanto tiempo de no verlo, algo adentro se le removió. Su hijo, de vivir, tendría la mitad de años que su sobrino y ahora podría intentar jugar con él. No se veía como madre en esos momentos, pero la espinita de tener un mini George o una mini Zelda era algo que simplemente le calaba hondo. Tragó saliva escondiendo los sentimientos que escapaban de su corazón, observó al niño corretear por ahí como si en eso se le fuera la existencia, riendo y moviendo los brazos hacia las plumas de un atrapasueños africano. Regalo de Yorelle, una medimago amiga de su padre que trabajaba en África como voluntaria. Era hija de muggles y era normal irse como “cuerpo de paz” a zonas de alta necesidad. Ya tendría un niño propio cuando llegase el momento, mientras tenía que concentrarse en su trabajo que era lo importante.

En otro tema, Ellie estaba ahí. Desde el baile la trataba un poco distante y creía saber por qué. No había medido el alcance sentimental que podría tener el salir con un amigo de su prima –y ni tan amigo por la reacción tomada hacia ella desde entonces-. Por eso, por la sanidad de ambas, trataba de calentar un poco los ánimos tratándola como si nada, porque si se incomodaba, entonces podía revelar que sus intenciones con Abner, en algún momento, habían sido de coqueteo. Y ni decir del suceso en el bosque.

— Te daré una bolsa para que te la lleves, pero mientras, tantos malvaviscos como te quepan en la taza sin derramar el chocolate — Zelda subió y bajó las cejas en una mueca divertida; miró a su prima y luego a Bastian, a ambos por turnos para cuidar que el niño no agarrara algo peligroso — Papá no ha desconectado la Red Flu, sabe que Jeanne no se acercaría a la casa ni de loca. La mantiene principalmente por mí, clientes, amigos, familia… pero te entiendo, ser cautelosos y discretos ante todo — sonrió y luego escuchó al niño impacientarse — A la cocina, Monsieur — dijo comenzando a caminar hacia el lugar señalado — No te preocupes, no me molesta. Al contrario, como que le da vida a la casa un niño — dijo volteando para ver a Ellie — Pues… tranquila — mentirosa — nada fuera de lo normal, ahora que mis papás ya no están juntos tengo tres casas donde caer muerta. Aunque no soy fan de ir con mi mamá, ya sabes… sus manías de emparejarme con medio mundo, su última sugerencia es el editor en jefe de El Profeta, que tiene mil años más que yo pero que está obsesionado conmigo y todo el asunto de los escritores muggles. Es lo úncio que a ella no le gusta de él, pero es rico, famoso y bien posicionado, que me lleve casi veinticinco años no importa — comenzó a contarle mientras servía en una taza azul con patos (regalo de un admirador) el chocolate que Olivia, la sirvienta squibb, había dejado en la estufa — Sigue sin aceptar un poco que ya quiera hacer mi vida… aunque claro, no es que tenga a alguien en la mira para hacerla — mentirosa por dos — ¿Y tú? ¿Qué hay de nuevo? — agarró una bolsa de malvaviscos y comenzó a verter en la taza hasta atiborrarla, luego se la dio con cuidado a Bastian —Tranquilo, sin prisas o te vas a quemar la lengua.

por **Ellie Morgan** Mar Ene 13, 2015 4:31 pm

Bastian alzó los brazos y dio un par de saltitos al sentirse triunfador por conseguir muchos malvaviscos para su chocolate. Eso le sacó una sonrisa a Ellie y la enterneció completamente. Le daba gusto ver a Zelda a pesar de todo, ella era su familiar y tal vez la única que podía comprender lo terrible que era tener un par de madres como las suyas, aun que al menos Zelda podía apoyarse en su padre quién siempre fue un hombre integro, no podía decir lo mismo de Sebastian Morgan, su propio padre. Ellie había aprendido a vivir sola y ser autosuficiente, pero en su infancia también le tocó lidiar con la obsesión enfermiza de su madre en convertirla en la perfecta esposa trofeo, pues pensaba que jamás iba a ser una maga de provecho.

Siguió a Zelda hasta la cocina dándole una señal de advertencia a Bastian para que no siguiera tocando las cosas de esa casa, sabía que los muggles no tenían objetos malditos pero sentirse ignorante de pequeñas cosas como los interruptores de luz y modernidades de ese estilo la hacía ser precavida. Lo tomó de la mano hasta que llegaron a la cocina y él corrió a sentarse mientras Ellie ayudaba en lo posible a Zelda y la escuchaba hablar del nuevo hombre con quién querían emparentarla. Arrugó la nariz sin darse cuenta solamente por imaginarlo.

Claro, no fueras a cometer la idiotez de casarte, tu sabes, por amor y esas tonterías ¿verdad? – Le dijo llevando su propia taza de chocolate a la mesa y se sentó al lado de Bastian quién impaciente estaba soplando a su tasa como se le había enseñado para poder beber de ella. – Deberías decirle que deje de meterse en tu vida. No es sano Zelda que accedas a sus ridiculeces. Es mi tía y la quiero mucho, pero es una ridiculez que quiera emparentarte con un hombre que podría ser tu padre.

Obviamente ella era la peor para opinar en esas cosas, afortunadamente su madre había cesado de comprometerla desde que supo que estaba esperando el hijo bastardo de alguien. Porque obviamente ¿quién querría estar con una mujer de ese tipo? Habían pasado años, pero incluso ahora la familia Morgan seguía ocultándole a mucha gente que su hija tenía un hijo sin padre y solamente evitaban hablar del tema en sociedad.

1, 2, 3… - Bastian estaba contando los malvaviscos en su tasa, luego vio a Zelda con ojos emocionados - Tía Zelda ¿Podemos guardarle malvaviscos a mi papá? Hay muchos!– Y así como así el niño soltaba eso. Ellie aun no le decía a nadie de su familia más que a sus padres que Abner había vuelto para recuperar a su hijo. Lo estaban llevando de manera discreta principalmente por él y aun que no había accedido a ir a vivir con él como le había pedido, si visitaba constantemente a Bastian y a veces pasaban los fines de semana en su casa. Ellie casi se quema los labios con el chocolate al escuchar al niño mencionarlo.

Bueno… el padre de Bastian volvió. Es todo. – Ellie no era muy abierta a comentar ese tipo de cosas, pero ahora que Bastian había hablado pues tampoco iba a quedarse a la mitad o negarlo. – Volvió poco antes de navidad y estamos tratando de solucionar las cosas, es algo… complicado.

por **Zelda Fay** Mar Ene 13, 2015 5:03 pm

Zelda se sentó en una de las sillas del largo desayunador de la cocina con una humeante taza de chocolate. Aún tenía un trabajo qué terminar, pero era más importante atender a Ellie y a su sobrino, el escrito lo necesitaba para dentro de una semana y ya estaba prácticamente terminado, podía darse el lujo de tomar un descanso, beber chocolate caliente y disfrutar de una presencia diferente a la de su papá. Sopló al contenido café de su taza y le dio un sorbo lento y corto. Escuchó a su prima. Coincidían ambas en tener familias –padres, más bien- difíciles de tratar. Ella, por suerte, tenía a Charles, que además de afable y cariñoso, era un hombre bastante responsable y justo, muy correcto en todo, así que no lidiaba en esa parte y lo adoraba como a pocas personas. De Jeanne no podía decir lo mismo.

— Precisamente por eso me mudé con Marie al Loft que me regaló mi papá por estar a nada de terminar la carrera. Odiaba que mi madre llegara a la casa con una pareja y un fulanete de los que no conocía ni quería saber nada. La última vez que intenté hacer las paces con Jeanne fue cuando salí con el hijo del Director de Relaciones Mágicas del Ministerio de Moscú, Danila Vasiliev. Pero no se pudo… un pesado de lo peor, lo acabé odiando — comentó sacando del tema la pelea con James y el resto del lío que la tenían atrapada en casa de su padre — Y el editor sabe que mis intenciones son meramente profesionales por mucho que mi madre quiera otra cosa. Es ridículo, como bien dices. — negó con la cabeza y miró al niño; lo que Bastian dijo a continuación, dejó fría a Zelda.

No conocía, por obvias razones, al papá de su sobrino. Era un secreto sin develar y que, pensaba, seguiría así para toda su vida. Fue como un shock y claramente para Ellie también. Zelda no supo qué decirle al niño, así que sólo asintió con la cabeza. A la pelirroja se le abrieron mucho los ojos, simplemente no lo podía creer. Se quedó silenciosa.

— Vaya… esas son… ¿buenas noticias? — inquirió confundida — Lo… ¿Lo conozco? — preguntó ahora intentando no decir demasiadas cosas que pudiera contestar el niño, pues no quería llevarse una sorpresa demasiado grande y con eso de que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad…

por **Ellie Morgan** Mar Ene 13, 2015 5:35 pm

No sabía si eran o no buenas noticias. ¿Cualquiera podría verlo así, no? ¿No? Ellie era una persona sumamente insegura de sí misma desde que Abner la dejó la primera vez, ahora aun que estuviera ahí diciendo que quería hacerse responsable de su hijo y que quería que estuvieran juntos, aun con todo eso ella sabía lo difícil que era su relación. Era como estar siempre en una lucha constante, si bien ninguna otra persona que había conocido en ese tiempo podía darle lo que él le daba, tenía miedo que con el tiempo y la rutina pudiera convertirse en el acabose para ambos. Que él terminara cansándose de ella y la dejara nuevamente. Porque eso era lo que Abner hacia.

No quiso decírselo a Zelda ahí mismo por que Bastian estaba con ellas. Se puso de pie y le acarició la cabeza a su hijo, luego le hizo una seña a Zelda para que la acompañara un poco lejos de ahí, a la entrada de la cocina donde podía ver al niño y también hablar con ella un poco más privado.

No lo sé, no sé si todo esto sea correcto Zelda, tengo… tengo mucho miedo de todo lo que ha pasado. – Estaba siendo sincera con ella, se cruzó de brazos y se llevó el pulgar a los labios, nerviosa. Su mirada iba de la pelirroja a Bastian que estaba encantado contando nuevamente los malvaviscos. Podía darse el lujo de ser sincera con Zelda porque era su familia y también la consideraba una persona en la que podía confiar, Ellie no tenía amigas o personas cercanas más que tal vez Alfred y Zelda.

Es Abner… - Su voz salió como un susurro, como si de verdad temiera decirlo - No he querido decírselo a nadie aun, no hasta que todo esté solucionado. Hay muchas cosas, muchos rencores. Ni siquiera podemos estar juntos para arreglar las cosas sin querer matarnos. Estamos intentándolo por él, pero no se que vaya a suceder. – Había hecho un movimiento con la cabeza para señalar a Bastian, era obvio que por él era que trataban de estar juntos. Claro que ella lo amaba, lo amaba muchísimo, pero no quería que otros lo supieran, no quería verse como una estúpida si volvía a dejarlos.

por **Zelda Fay** Mar Ene 13, 2015 5:56 pm

Todo era muy misterioso con el asunto de la paternidad de Bastian. Y con justa razón, si de por sí sus tíos no habían reaccionado muy bien al principio cuando se enteraron que Ellie estaba esperando un niño, ahora no sabía cómo arreglarían todo al saber que ya estaba con ellos. Zelda abandonó la taza en el centro de la mesa, lejos del alcance del niño porque el líquido estaba casi hirviendo y si se lo vertía encima, se lastimaría muchísimo. Siguió a la rubia hasta la entrada de la cocina y aguardó a que le contara. Suponía que el hombre debía ser uno de esos tipos que su prima había conocido en alguna reunión y que vivía en otro país, sólo así se explicaba la enorme vergüenza que pasaban todos y la necesidad de mantenerlo todo en un bajo perfil. No obstante, no era así.

Cuando soltó el nombre, fue como un bombardeo a la cabeza o una estaca en el pecho. Abner Burroughs, el tipo que se follaría en el bosque, el hermano de Frances que siempre le había gustado, su pareja del baile. Ese era el padre de su sobrino. Podía haber sido cualquier otro, alguien con quien no estuviera ligada, pero era él, carajo. Evitó sentir cualquier tipo de miedo, culpabilidad o cosa que denotara algo. Si Ellie se enteraba de lo del bosque, podía darse por muerta. Se apretó la costilla con un brazo y la mano contraria sirvió como apoyo para su barbilla. Lo único que hizo fue poner cara de sorpresa. No Abner Burroughs, por qué el universo le ponía tantos y tantos errores. Ahora tenía una razón más para estar en casa de su padre por un largo rato. Necesitaba meditar todo.

— Ellie Morgan, tu sí que estás llena de sorpresas — miró a lo lejos a su sobrino, pues claro, ahora sabía por qué esa carita inocente le parecía tan conocida — Pues si yo fuera tú, comenzaba a acelerarle las cosas a aquél si no quieres que el niño suelte la lengua como hoy, yo porque te comprendo y no pienso decir nada, pero ¿qué tal que se le sale a Bastian decir algo enfrente de sus abuelos? — miró por encima del hombro de su prima — No pueden simplemente quedarse en… en… la mitad. Yo sé, yo sé que esto te va a sonar de la mierda, pero si te dejó una vez… Tú aguantarías, eres fuerte… — miró al niño de nuevo — ¿Pero y él? — luchaba internamente porque sus comentarios sonaran naturales, como un buen consejo — No se Ellie… es demasiado arriesgado — se abrazó tratando de sentir empatía por su prima, pero entre eso, se le colaba la envidia, el rencor. Ahora comprendía por qué la visita de Abner a Brigantia. Resolver los problemas de Frances y a otra zorra con ese cuento. Ahora tenía todo lo que necesitaba y no había salido del Burroughs. Ahora podía usar su ser maquiavélico para hacerle un bien a su familia. Siempre había querido a Ellie, así que ahora se redimiría del acostón con Abner guardando esa información por si a él se le ocurría desligarse de su sobrino y la rubia. ya lo había dicho él, era periodista y muy peligrosa.

por **Ellie Morgan** Miér Ene 14, 2015 11:56 am

Las palabras de Zelda lejos de reconfortarla le apretaban un poco más el corazón. Obviamente ella había previsto que Bastian hablaría de su padre con sus abuelos, por eso a los primeros que les menciono sobre la aparición de Abner fue a ellos. No lo aceptaron de una manera muy gustosa pero el hecho de que fuera un Burroughs lo hizo más llevadero. Sabía que Abner también había hablado con sus padres y sus hermanos, pero aun no sabía exactamente como habían terminado las cosas.

-No no, no te equivoques. Mis padres ya lo saben, su familia también. Es el resto de las personas lo que me preocupa… - Se llevó una mano al tabique nasal como tratando de encontrar paciencia dentro de ella.- ¿Y si vuelve a irse? Me ha demostrado que quiere quedarse y hacer las cosas bien, pero… ¿Y si se va? Aun no puedo confiar plenamente en él… perdona, no sé por qué estoy diciéndote todo esto Zelda.

Ellie puso las manos en jarras sujetándose la cintura, estaba nerviosa y con justa razón. Zelda no tenía por qué ser partícipe de todos los embrollos que ocurrían en su cabeza, por que estaba segura que solamente estaba ahí. En realidad Abner se había portado como nunca con ella, él era la parte conciliadora en las discusiones cuando ella perdía la cabeza.

Ahora quisiera ser yo la que estuviera en tu lugar Zelda… - Sonrió tomándole un brazo como muestra de apoyo, es que para Ellie la vida de Zelda era fácil a pesar de la separación de sus padres. No tenía la responsabilidad de un hijo, vivía sola y era técnicamente independiente en su vida.

por **Zelda Fay** Miér Ene 14, 2015 2:30 pm

La sociedad de alta alcurnia siempre se preocupaba por el “qué dirán”. Qué dirán si se enteran que le pongo el cuerno a mi marido, qué dirán si se enteran que mi hija es una sangre sucia, qué dirán si se enteran que aborté a propósito, qué dirán si saben que mi hijo es homosexual, qué si saben que mi hija es madre soltera. La reputación era un elemento valioso y difícil de conservar si las habladurías comenzaban a esparcirse de un hecho pequeño. En ese caso, Ellie estaba temerosa de que la gente se enterara de la relación entre ella y Abner, de que él la había abandonado y dejado sola con el niño. Muchos factores, un solo resultado. El escándalo. Zelda comprendía completamente. Esa era la hora en que esperaba que alguien la mirara de la forma más horrible por haberse enterado de su gran asunto, de los tantos acostones, de muchas cosas. Por eso era tan cobarde como para esconderse en la casa de su padre para escribir el artículo de El Profeta y para esperar a que el huracán social golpeara y luego salir para ver los destrozos. Así era con todo. En forma de apoyarla le dio un abrazo. Ellie necesitaba calmarse.

— Ya… — la consoló y luego la tomó de los hombros, mirándola con compasión — No estás sola. Nadie está solo nunca. — a menos que seas yo, entonces ahí si estás fregada — Me tienes a mí, a mis tíos, a mis padres, a tus amigos. Si Abner se larga, que se largue y que desaparezca, pero no creas que vamos a dejar que te caigas. Igual no te metas ideas estúpidas en la cabeza, si está aquí, es porque se va a quedar, maldita sea — la soltó y se recargó con los brazos cruzados. Ellie no sabía nada de su asunto con el triángulo de las Bermudas conformado por James, George y ella. No sabía del aborto. Era normal que pensara que su vida era el cielo cuando en realidad era un infierno horrendo. Le sonrió con amargura — ¿Entonces soy buena actriz? — miró a Bastian a lo lejos que jugaba con las frutas de plástico que había sacado del frutero y que no presentaban ningún peligro, volvió a Ellie — No es como parece, mi vida no es un lecho de rosas, prima. De hecho, me metí en un problema muy grande y de no ser por Alfred… — suspiró y se miró las botas — Estoy pensando seriamente irme a Rusia por un rato, a Moscú. No le he dicho a nadie, apenas lo estoy planeando. — apretó la boca y siguió mirándose las botas, no tenía el coraje para mirar a Ellie y contarle todo. Supuestamente Zelda tenía que ser el ejemplo a seguir por ser mayor y no obstante, no era así.

por **Ellie Morgan** Mar Ene 20, 2015 9:53 pm

Últimamente ella misma no se sentía como ella, quería y se esforzaba demasiado por alejar a Abner cuando otra parte de sí misma quería tenerlo con ella. Todo era un caos en su vida y no sabía por dónde comenzar a arreglar las cosas. Si bien todo hubiese sido más fácil como decirle que si quería ir a vivir con él y hacer una vida juntos, pero no se sentía lista para estar nuevamente en boca de la sociedad mágica.

¿Crees entonces que debería arriesgarme a estar con él nuevamente? Zelda, desde que él llego me siento peor que una adolescente que no sabe lo que quiere, detesto no poder ser sincera ni conmigo misma, no sé si me comprendas o si en algún momento hayas pasado por una situación así. En estos momentos lo único que me queda es el orgullo de estar por mi cuenta, siento que si dejo eso no me quedará nada… - “cuando él vuelva a dejarme” No pudo terminar esa frase por que no estaba segura si era cierta o no, en su interior comenzaba a pensar que Abner en verdad quería quedarse con ella, le aterraba ser una chiquilla confiada nuevamente.

Alzó la cabeza para ver a Zelda con lo de ser buena actriz, lo era en verdad o Ellie se centraba demasiado en si misma como para ver que otras personas a su alrededor también tenían problemas. Se sintió inmediatamente mal por ello, quería estar ahí para Zelda, ayudarle en lo que pudiera si es que sus consejos podían hacerlo, usualmente no eran los mejores.

Zelda, no puedes irte… huir de los problemas no es la solución, lo sé… - Y vaya que lo sabía, ella prácticamente estaba huyendo de la responsabilidad de estar con Abner y confiar en él nuevamente, por eso se había negado a todo lo que él le ofrecía. Ahora era que se daba cuenta de ello. – Tienes una vida aquí, no puedes irte así nada más esperando que todo lo que has pasado se borre… si hiciste algo mal, lo mejor es remediarlo ¿no crees?

Ellie que pocas veces era afectiva se acercó a Zelda y le pasó un brazo por el hombro en forma de conciliación, en verdad la quería muchísimo.
Somos terribles ¿verdad? Es como si todos estos problemas fueran de familia, estamos malditas y no nos hemos dado cuenta, es la verdad lo aseguro… ¿Que fue eso horrible que hiciste?

por **Zelda Fay** Miér Ene 21, 2015 12:54 pm

Remediar las cosas. Tres palabras muy fáciles de decir, pero extremadamente difíciles de llevar a cabo. Cuando uno mete la pata, simplemente basta, a veces, con un simple “lo siento” o “perdón” sincero para que la contraparte simplemente deje todo atrás. Ya lo pasado pasado, pero en su caso todo estaba tan complejo que no era suficiente pedir perdón, ella tenía que dejar que pasaran años, muchísimos años para lograr que aquél enorme error se convirtiera en una lección de vida y que no continuara como un agente arruina vidas. Ahora mismo tratar de arreglar las cosas con James o con George era meterse en la boca del lobo de nuevo con toda la convicción de que le cercenarían la cabeza al primer intento. No era viable simplemente. En el caso de Ellie se comprobaba completamente la teoría. Bastian ya tenía cinco o seis años y todo ese tiempo había tenido que transcurrir para que Abner se diera cuenta del error que estaba cometiendo al dejar su familia por miedo, para que Ellie tratara de rehacer su vida y encontrara en la maternidad un consuelo al abandono de la pareja. Cinco o seis años. Ella apenas tenía una semana y pedazo de días desde el infortunado acontecimiento. Soñaba si creía que podía solucionarlo todo de forma tan sencilla. Suspiró y pensó bien lo que le diría a su prima. No quería darle falsas esperanzas, claro estaba que era de las personas más sinceras con aquellos que realmente quería –y con los cuales no se obsesionaba enfermamente–, así que necesitaba encontrar un buen consejo que le sirviese a Ellie para tomar una decisión: resignarse a saber que Abner volvería a desaparecer bajo la excusa de “ir a comprar cigarrillos” o abrazar la idea de por fin tener una familia completa y una figura paterna para Bastian.

— Mi bisabuelo escribió algo que hasta ahora entiendo: “Cuando te sientas con la capacidad de criticar a alguien, sólo recuerda que todas las personas en este mundo no han tenido las ventajas que tú” Es del Gran Gatsby — dijo recordando exactamente las palabras del libro — Yo bien podría decirte que Abner es un hijo de perra y que los hombres no cambian, porque es la verdad, lo más probable es que siga siendo un imbécil miedoso. Pero eso sería juzgarlo sin conocerlo. Yo no sé qué ha sido con su vida, cómo lo educaron. Quizá las decisiones que ha tomado están en función a lo que ha vivido. — por primera vez en mucho tiempo sonaba como la mujer madura que pretendía ser — No lo justifico, pero tampoco puedes darle la espalda, Ellie. Es el padre de Bastian. Todos tenemos miedo de las cosas que no conocemos. Pero qué va a pasar si no te arriesgas. No eres una fulana cualquiera como para decir que si se va te quedas sin nada, no jodas. Eres joven, tienes dinero, tienes talento. Cualquiera estaría encantado de estar contigo aún y así a veces se te vallan las cabras y actúes como una loca — sonrió — todos tenemos malos momentos, si Abner se queda no dejes que se vaya, y si se va, no te sumas en la depresión, no puedes dejar todo en manos de alguien más, mucho menos tu felicidad — y ahí estaba escupiendo para arriba y no quitándose para que su propia baba le cayese en la coronilla — Y si no siempre tenemos la posibilidad de comprar Amortentia o se comprar una sierra y rebanarle los testículos si se le ocurre escapar — movió las cejas de arriba hacia abajo, jugando al complot.

Era buena consejera a veces. Pero con toda la lástima del mundo, esos mantras de vida jamás podría aplicarlos a la propia. Así sucedía siempre, con todos. Y tras todo, Ellie era la única familiar de casi su edad que quizá podría comprenderla mejor que el resto. Contarle todo con pelos y señales era lo mejor que podía hacer.

— Le eché una mentirota a James… bueno, teóricamente no era una mentira, era… una verdad a medias, pero de cualquier forma es una basura — le tomó la mano que le colgaba del hombro y se le pusieron llorosos los ojitos — Hace mucho tuve un aborto, casi nadie lo sabía y… se lo dije a James, él creyó que era suyo pero la verdad es que era de George, hubo un pleito entre los tres, ahora los dos me odian y todo porque se me olvidó pasarle un pequeño dato al principio a James — negó con la cabeza y se limpió los ojos — ¿Ya ves? Todos somos medio idiotas por amor — se rio con amargura — Por eso quería irme de viaje, para olvidarme un rato de todo, pasar un rato con el Vasiliev aunque me caiga mal. — se sacudió — Ya no importa, en palabras de Lady Macbeth, what's done, cannot be undone — la miró con resignación —Si estamos malditas, tenemos que culpar a la herencia, no es nuestra culpa que nos pasen estas cosas — bromeó tratando de animarse como estaba al principio.

por **Ellie Morgan** Dom Ene 25, 2015 4:41 pm

Mientras Zelda hablaba Ellie estaba haciendo memoria de las cosas, esas imágenes que con el tiempo se habían convertido en amargos recuerdos. Los momentos había pasado con Abner los tenia guardados muy dentro de su corazón y lo sabía, estaba huyendo al recuerdo y a la felicidad que le traía el tenerlo nuevamente a su lado por temor a que nuevas memorias la lastimaran, pero a pesar de todo la felicidad seguía ahí dentro de ella, en su corazón. El recuerdo de verlo despertar por las mañanas o sonreír a su lado, sus brazos rodeándola o esos besos que eran verdaderos, al menos para ella. Lo amaba y quería estar a su lado. Era la verdad y era momento que fuese sincera con ella misma, jamás amaría a nadie de la manera en que lo amaba a él. Por unos momentos las inseguridades y temores que sentía se desvanecieron convirtiéndose en cosas sin sentido comparadas con verlo a su lado, siendo felices juntos.

Lo amo… es la verdad. Siempre voy a amarlo hasta el día que muera. – Sonrió tristemente al decirle eso a Zelda, de pronto su cuerpo sintió que una gran carga que había estado sobre sus hombros durante años se había desvanecido. Tenía aun miedo, pero sentía que podía seguir adelante.- Voy a confiar en él, voy a decírselo … - Su corazón estaba latiendo con fuerza y con determinación, debía decirle en verdad que iba a dejar todo atrás por él, que nuevamente estarían juntos y que trataría de que todo fuera de la mejor manera posible. Quería salir corriendo en esos momentos para hacerlo, aun que decidió esperar. Lo haría, definitivamente lo haría.

Siguió escuchando a Zelda esta vez con las ideas más claras en su cabeza, esperaba poder ayudarla también a que sus ideas quedaran zanjadas y de alguna manera evitar que se fuera de todo. No esperaba la declaración del aborto y eso fue demasiado visible en cómo se llevaba una mano a los labios para evitar una exclamación por lo dicho, luego apretó los labios y volvió a cruzarse de brazos recargada ahí sobre el marco de la puerta, analizando la situación.

Zelda pero tú no tienes nada que ver en esos problemas. Es decir, fue un error y lo aceptas, pero tú también estabas sufriendo al respecto. No puedes auto exiliarte por eso, tampoco abandonar a las personas que te quieren en verdad solamente por lo que ellos dirán. Ellos no son tu vida ni nunca lo serán. Tienes en estos momentos mucho más – Luego suspiró con resignación, ella no era tan buena en esa clase de consejos, así que al final se acercó a ella para abrazarla y mostrarle su apoyo. - Pero está bien, si eso te ayudará a despejar tu mente y pensar en las cosas buenas que tienes, hazlo… estaré contigo siempre que lo necesites. – Se separó de ella justo en el momento que escucho que Bastian la llamaba para que revisara su chocolate, a ver si ahora podía tomarlo. Ellie fue hacia la mesa sentándose al lado de él y tras revisar la temperatura del mismo le dijo que si y se lo entregó.

¿Cuándo piensas viajar? ¿Tienes las cosas planeadas? ¿Qué harás allá? Jamás he estado tan lejos de Inglaterra…

por **Zelda Fay** Jue Ene 29, 2015 11:00 am

¿En qué momento se había dedicado a joderlo todo para llegar a esos extremos? Era una verdadera pena… no, una vergüenza que se comportara de forma tan monstruosa con aquellos que quería, porque ninguno de ellos se lo merecía. Ni James, aunque siempre se anduviera contoneando como jodido pavorreal blanco con sus estúpidos ligues de niñas rubias y perfectas como en los cuadros de Rembrandt. Tampoco George, que a fin de cuentas, había sido su amigo en tiempos de necesidad, no era enteramente el culpable de que a ella le hirviese la sangre y se lo tirara en la alcoba de sus papás profanando la habitación. Tampoco de Ellie, mucho menos de ella, que estaba tiernamente enamorada de un fulano que, si la quería, no lo demostraba muy bien tirándosela a ella en el bosque de Brigantia. Se lo había dicho, así, lo amaba, lo podía sentir en el sonido de su voz, en la ardorosa convicción que se asomaba bajo la confirmación temblorosa que solamente dejaba en claro que le tenía miedo al sentimiento mismo. Ahora, más que cualquier otro día, sabía que no podría decirle jamás que a ella también le había gustado Abner y que, por unos momentos, lo consideró un frío capricho que iba a terminar con su cercana relación de casi primas hermanas. Era egoísta y estaba determinada a dar por finalizada esa etapa. Si viajaba a Moscú y regresaba a Londres, sería una mujer nueva. Una aburrida, pero nueva y reformada. Seguiría bebiendo y fumando como posesa, pero dejaría de andarse metiendo en mierdas que solamente le complicaban la vida a ella y a los demás.

Su prima tenía razón en una cosa: no era sólo su problema, sino de todos los involucrados. Y no obstante ella actuaba como si fuese el epicentro del terremoto. Quería largarse por miedo, por pena, porque la verdad era que comenzaba a sentir cosas por Alfred y eso también le espantaba demasiado. Pero huía, como una cobarde y no le importaba. Recibió el abrazo y no puedo evitar sentirse conmovida y sollozar en el hombro de la rubia. Se limpió la cara cuando se separaron y observó a Bastian y a Ellie verificar el chocolate.

— Tenía pensado terminar un artículo para El Profeta y… — hizo una pausa y se mordió el labio —y avisarle a un contacto que tengo allá para que me espere — miró a Ellie, porque lo que venía seguro no lo aprobaba — Danila Vasiliev es quien me piensa acoger allá y darme un puesto como becaria en el Ministerio de Moscú — tragó saliva. Sí claro, como si su prima la protectora no encontrase raro que se fuera con un ruso a vivir.

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