Zelda D. Fay

Muchas veces es seria, fría, pero porque no sabe cómo llevar una conversación; no suele comenzar una plática porque simplemente no sabe con qué comenzar, así que espera a que el otro diga algo o la invite a hablar. Mesurada en sus comentarios, su madre le enseñó que tenía que pensar bien lo que tenía que decir antes de decirlo. Muy metódica, siempre está pensando en la mejor manera de hacer las cosas y por lo tanto, es muy terca. Siempre piensa que ella tiene la razón y cuando no la tiene no lo pone en evidencia por su orgullo. Es una mujer muy noble, lo que no significa que sea débil. Ayuda, si, le gusta ayudar a los demás siempre y cuando sea algo que valga la pena, si es algo muy simple te dice que lo hagas tú mismo que “para eso tienes dos manos”. Misteriosa, siempre está haciendo cosas que no explica puesto que son sus asuntos y sólo a ella le interesan, a nadie más. Hermética, sí, pero con sus razones de serlo.

Es bastante ruda en cuanto a protección se refiere, se toma su papel muy en serio y no duda en hacer lo que sea por cumplir con su deber que es, principalmente, su familia. Su madre siempre la ha enseñado a no flaquear en sus decisiones y en mostrar un carácter fuerte cuando de una cuestión diplomática se trata. Ama la lectura, es una de los pasatiempos que más disfruta, por lo tanto, es muy culta y no concibe cómo la gente puede sobrevivir con conocimientos mínimos de ciertas cosas. Cuando requiere ser delicada, lo es y sin esfuerzo alguno- en gran parte por la naturaleza de su sangre de semi-veela-, solo si se trata de alguien a quien ella quiera bastante. Perseverante y muy organizada, no hace algo sin pensarlo dos veces o idear una estrategia convincente para su cerebro. Es amable y generosa, así como justa. La gente parece atraída a ella principalmente por el carisma. Causa buena impresión con su gusto por la moda. Orgullosa y altiva, se sabe atractiva y tiende a usar ello a su favor sin rayar el límite de la vanidad o el egocentrismo, más bien, lo hace para destacar sus atributos y nada más. Melancólica y nostálgica a veces. Le gusta escribir artículos ficticios que luego llega a pegar por las paredes de la universidad bajo pseudónimos aunque todos saben que la autora es ella. Es bastante nerviosa, pues la guerra le dejó secuelas, cuestión que le provoca fuertes taquicardias. Es claustrofóbica.
Ha desarrollado últimamente amor por el teatro, así que pone gran empeño en los papeles que ha llegado a interpretar en obras escolares. Sus papeles favoritos son los del escritor isabelino muggle William Shakespeare. Quizá la han aclamado en gran parte porque en tercer semestre se presentó como Lady Macbeth en la obra Macbeth con un soliloquio impecable.

Zelda nació un 1° de Mayo en el año de 1963 en el condado de Kent, en Inglaterra. Su madre es una importante periodista inglesa mientras que su padre, de nacionalidad americana-irlandesa, posee una editorial que publica la mayoría de los textos que se venden en las librerías mágicas. Posee la nacionalidad británica de parte de su madre y la norteamericana por su padre. Su abuela paterna es la única hija del escritor norteamericano Francis Scott Fitzgerald y Zelda Fitzgerald, Frances Scott Fitzgerald. Por su bisabuela le pusieron su primer nombre, mientras que el segundo fue en honor al personaje femenino principal de la obra de su bisabuelo, The Great Gatsby, Daisy Buchanan. Frances se casó con un mercader irlandés de apellido Fay con quien tuvo una único hijo Charles Fay Fitzgerald quien, a su vez, se casó con una bruja llamada Jeanne Morgan, prima de la madre de Ellie Morgan. Zelda tiene, por parte de su abuela materna, un porcentaje de sangre veela. La niña siempre creció en un ambiente lleno de celebridades del mundo editorial gracias a su padre, así que el hábito de la lectura proviene de ahí. Ambos, tanto Jeanne como Charles, desearon que su hija lo tuviera todo y así fue. La mimaron con toda clase de caprichos, desde juguetes hasta mascotas. No obstante, le inculcaron el valor de la humildad, así que nunca ha presumido de lo que tiene ni se cree mejor que nadie por ello. Igualmente, se le inició en el mundo de la magia poco a poco. Primero con libros básicos, enseñanzas tradicionales y haciendo que conviviera con gente del sector mágico.

Cuando cumplió once ingresó a la escuela británica de magia, Hogwarts, donde fue colocada en la casa de Ravenclaw, igual que su padre pero distinto de su madre, quien había estado en la casa de Slytherin. Si bien los primeros años transcurrieron con mucha calma, lo que le permitió sacar altas notas en clases como Historia de la Magia, Runas Antiguas, Cuidado de Criaturas Mágicas, Adivinación y DCAO, la guerra le impidió concentrarse en el resto para poder luchar por su sobrevivencia. Ahí vio morir a muchas de sus compañeras, compañeros, maestros. En un estallido dentro de la escuela, quedó dos días atrapada bajo una pila de escombros con ambos brazos imposibilitados y una fractura en la pierna. Cuando la lograron sacar tuvo que pasar varias semanas en la enfermería mientras se le acomodaban los huesos de la pierna y de ambos brazos. Debido a ello posee dos largas cicatrices que van del codo al hombro en ambos brazos, por lo cual tiende a usar prendas de manga larga o suéteres, y otra más en la pierna que casi no se nota. Los daños físicos no se compararon en nada con las secuelas mentales que tuvo, pues en su prisión de piedras tuvo que ver cómo morían muchos compañeros. Cuando cumplió 17 y se graduó de Hogwarts, sus padres tuvieron que internarla por tres años en San Mungo debido a las crisis nerviosas que tenía de forma frecuente. Este episodio, para muchos, ha sido disfrazado bajo la premisa de que Zelda estuvo en un curso en Bruselas de periodismo. Sólo su familia sabe que estuvo en realidad en San Mungo. La muchacha se rehabilitó, sin embargo, aún llega a tener pesadillas fuertes por la noche que le provocan taquicardia. Y a partir de entonces también ha sufrido de claustrofobia. Por esto mismo procura andar siempre en espacios abiertos y amplios como el campo de Quidditch o los jardines para estudiar, o aulas de techos grandes.

Cuando sus padres creyeron que estaba lista para seguir sus estudios, le concedieron entrar en la Universidad Brigantia para estudiar Periodismo Mágico donde ha estado hasta el día de hoy. Una de sus más grandes terapias para superar sus miedos es la escritura, ficcionaliza hechos pequeños y los convierte en historias exageradas que luego pega por toda la universidad, también se encuentra inmersa en el club de drama.

HABILIDADES
• ESTAS HABILIDADES SE IRÁN COMPRANDO CON EL TIEMPO Y CON LOS PUNTOS DE EXPERIENCIA QUE VAYAN GANANDO MEDIANTE EL ROL, LAS CLASES Y LAS TRAMAS.
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