Visita sorpresa

Entrar a casas ajenas no era precisamente una de sus especialidades, así que había tenido que pedirle al favor a alguien más. Sabía que Ellie dormía en la universidad entre semana así que tuvo que esperar largos días para poder, por fin, entrar a su habitación en aquella casa en la que solamente estaba una noche a la semana. No se podía dar el lujo de allanar la casa de Abner Burroughs, eran terrenos demasiados peligrosos, pero los Morgan eran caso aparte.

Ahora bien, Damien no guardaba rencores, no iba a juzgar a nadie por haber fingido una fachada de neutralidad cuando las cosa se habían puesto complicadas, él mismo había tenido que limpiar su nombre, renegar de sus raíces. Sin embargo, podía argumentar que por su parte había sido por tener la libertad para seguir llevando a cabo los ideales del Señor Oscuro en vez de que lo aislaran en una celda para siempre, pero de algunos otros, no sabía si había problemas de convicción.

Las cosas se estaban moviendo nuevamente. Había gente que estaba buscando desesperadamente a Lord Voldemort, sin creer realmente aquella historia de que un bebé lo había vencido. Otros se habían dado por vencidos y estaban demasiado cómodos en la fachada y otros, como él, se encargaban de mantener un mensaje muy vivo: los ideales seguían en pie.

Ellie y él se habían conocido en la escuela, pero cuando Damien era más chico, Ellie era una de las tantas que jamás le había puesto ni el más mínimo de atención. ¿Quién podía ver a Damien cuando existía Daniel, su carismático hermano, sin importar que Damien se supiera más talentoso? Aunado a eso, siempre había sido tosco y retraído, algo huraño. Pero después, con la marca tenebrosa, las cosas habían cambiado y Damien se había esforzado en hacerse notar, aunque no por ello se hubiera vuelto precisamente un encanto, al contrario. Con Ellie había hablado un par de veces y en todas, él había mantenido cierto aire de superioridad, así que cabía la posibilidad de que Ellie no lo tuviera en mucha estima.

Al escuchar que la puerta del dormitorio de Ellie se abría, Damien se puso inmediatamente en guardia, por si su plan no salía tal cuál lo esperaba. Apuntaba con la varita a la puerta pero al verla entrar a ella, la bajó deliberadamente mientras mostraba una sonrisa torcida. Se llevó un dedo a los labios y susurró un “shhh” algo quedo.

-Sorpresa

Una de las sensaciones más gratificantes para él consistía en reconocer en el rostro signos, aunque fueran pequeños, de terror. Ellie era una chica dura, lo sabía, no era de las que se dejaban impresionar fácilmente, pero él había logrado el efecto. Volvió a sonreír a medias y pareció no inmutarse por el hecho de que siguiera apuntándolo con su varita.

-No lo sabe nadie. Estamos solos tú y yo. Vengo a hacerte una pregunta importante.

Pasó los dedos por el mueble del tocador, que estaba impoluto. No parecía tener intenciones de prenderle fuego a la casa, ni mucho menos, y aunque sabía en donde estaba el hijo de Ellie, tampoco iba a amenazarlo a él. En verdad sólo quería hablar, en apariencia, y constatar algunas cosas.

-Por mucho que me hubiera gustado saludar a tu madre, no quiero que piense que soy un maleducado por haber entrado sin permiso, así que vamos a dejar esto entre nosotros, ¿está bien?

Se sentó en el borde de la cama de Ellie, parecía impasible, aunque eso nunca era una buena señal en Damien.

-Cuando la guerra terminó, nada apuntó a ti ni a tus padres, eran neutrales inofensivos, según todo el mundo. ¿no? Pero todos sabemos que las cosas no eran así. ¿De qué lado estaban realmente, eh? ¿la desaparición del Señor Tenebroso significa algo para ustedes? ¿De qué lado estás ahora?

Sin embargo antes de que ella contestara a todo eso, Damien hizo un gesto con la mano como para restarle importancia a esa pregunta, uno exagerado, que culminó con una mirada peligrosa. El historial de los Burroughs no era precisamente muy limpio en cuanto a pureza de sangre e ideales correctos se refería.

-Aunque esa última pregunta es casi estúpida, todos sabemos lo que tienes con ese traidor a la sangre. ¿Eso es lo que eres realmente, Ellie?

No supo si Ellie decía la verdad respecto a sus ideales, Damien era desconfiado por naturaleza, no habría llegado a ningún lado si no lo hubiera hecho, y sabía perfectamente que Ellie podría decir cualquier cosa, que podría saber perfectamente lo que él quería escuchar y hablar en base a eso, así que aunque la miró complacido, no se había creído ni media palabra.

-Claro, todos hemos hecho cosas para evitar el beso del dementor.

En su caso, su sentencia hubiera sido al menos dos meses de Azkaban antes de ser condenado al beso. No habría nada de compasión, nada de tortura, solo una muerte limpia y apresurada. Damien sabía que había tenido demasiada suerte y que ahí estaba, tentando al destino de nuevo, pero no le importaba.

-Pero me preocupa que empieces a estar demasiado cómoda con tu nueva vida. Malfoy, por ejemplo, también se ha convertido en un taimado despreciable pero al menos no anda por la vida feliz juntándose con mestizos y sangre sucias. Tú sí.

Se levantó y se acercó a ella. A pesar de que tenía un aire peligroso en la mirada, era un estado natural, no parecía que fuera realmente a atacarla de ningún modo.

-¿Hasta dónde eso es una fachada y hasta dónde es real, Ellie? ¿Estás contenta con tu vida actual? ¿No deseas absolutamente nada más?

Claro que su postura era complicada. Todo mundo vivía en aparente paz, todo mundo era hipócrita. Se asumía que simplemente habían perdido, pero Damien no era de los que se daban por vencidos fácilmente, y no era el único, no importaba cuánto tardara, volverían al camino correcto.

Damien la escuchó con atención. Nunca se había visto muy afectado por los poderes de las semiveelas pero en ese momento la miraba aparentemente hipnotizado, aunque se debía más a las palabras que salían de su boca que a los efectos mágicos. Podía escoger creerle pero aún no lo hacía al cien por ciento, ¿por qué tendría que hacerlo? Él mismo había ido a hablar mierdas al Consejo Estudiantil en pro de algo más importante, claro, pero eso no significaba que fuera a confiar en cualquiera.

-¿Quieres saber qué he logrado?

Estiró el brazo para tomarla violentamente por la nuca. Su mirada parecía demasiado encendida cuando le clavaba la varita en la yugular.

-No me interesa un puesto en el Ministerio, no me interesa ser decano de Brigantia. Me interesa lo que tiene dentro esta varita, la magia que fluye por mi brazo. Poder decir las palabras completas y sentirlo, fuerte y profundo. Lo que puedo lograr. Como matarte-en-este-maldito-segundo si se me da la gana.

La soltó con la misma violencia con la que la había agarrado, aunque no dejó de apuntarla, como método de defensa, justo antes de alzarse la manga de la camisa y dejar ver la marca, inmóvil y apagada.

-Lo siento en la carne, Ellie. No se ha ido. Te lo puedo asegurar, no se ha ido.

De pronto ya no parecía el tranquilo Damien que había empezado esa conversación, sino un fanático enloquecido, ansioso, con la respiración agitada, con un aire demasiado inquietante. El verdadero Damien, la cosa en la que se había convertido durante la guerra y después de ella.

-Pero tu fachada es útil. ¿Sabes? Si nos enfrentáramos a ellos no podríamos ganar antes del regreso de Lord Voldemort, tienes razón. Pero si lo fuéramos reduciendo uno por uno, si volvieran a tener miedo. Si preparáramos su regreso desde las sombras y ellos fueran apagándose sin saber quién ni qué los atacó…¿estarías dispuesta, Ellie?

-No estoy solo…

Fue lo único que le dijo con respecto a la estudiante de medimagia. No iba a restarle méritos a nadie adjudicándose algo que no era enteramente suyo, aunque hubiera participado en ello. Volvió a sonreír mientras miraba el gesto horrorizado de Ellie. Había asumido que quizá por miedo aceptaría sin más, pero al parecer estaba equivocado.

-No seas estúpida, no es sólo por mi. No son sólo mis ideales. No vas a matarte por mi, vas a matarte por ÉL, por gente que nos puede dar más.

Volvió a señalarse la marca tenebrosa, volvió a parecer que perdía el control. ¿Qué jodida parte no entendía de que el Señor Oscuro iba a regresar pero ellos tenían que preparar el terreno para no hacerlo enojar? ¿Era tan difícil de entender? No iba a aceptar a nadie que se hubiera portado como un pusilánime, ¿era tan complicado?

-No sirves para nada ¿verdad? Nunca has servido para nada. Eres una débil, por eso la Marca nunca fue tuya. Te estoy dando una oportunidad aquí, Ellie, una grande, la vas a necesitar cuando Él vuelva.

Pero cuando conjuró ese patronus se le acabó la paciencia, si era que acaso tenía algo de ella. La miró con los ojos entornados. No iba a irse de ahí sin obtener lo que necesitaba, fuera con el método que fuera.

-Te voy a dar una segunda oportunidad, una más. ¡Crucio!

La miró retorcerse en el suelo con el rostro ladeado. Una sonrisa infame asomaba ahí. Lo estaba disfrutando como se disfrutaban pocas cosas en la vida pero ni así podía expresar lo que sentía. Si acaso lo delataba su mirada. Sus ojos azules estaban encendidos en un éxtasis silencioso que pugnaba por salir a gritos. Le brillaban, parecían lo único vivo de su cuerpo. Borró la sonrisa cuando ella alzó la vista hacia él, pero solamente para acercarse a ella mientras se sentaba.

-Siempre has sido débil, pero pensé que esta vez lo harías por tu hijo…

Le dijo y claro que sonaba como a una amenaza, pero en realidad no lo era. No importaba, podía fingir que sí, que lo había dicho con toda la intención de decirle que no estaba a salvo, que su hijo podría o no pagar las consecuencias de sus dudas y de todo lo que estaba dejando pasar solamente porque se había encariñado con personas que ni siquiera valían un poco la pena.

Se acuclilló frente a ella y le sonrió, aunque el gesto no fue precisamente encantador. Le pasó un mechón de cabello que se le había desacomodado con las convulsiones del cruciatus por detrás de la oreja y luego le pasó el pulgar por la frente aperlada del levísimo sudor causado por la misma razón.

-Ellie, Ellie…¿crees que me iría así? ¿crees que te dejaría vivir a cambio de pociones o ingredientes? Me conmueves.

Le puso la varita en la punta de la nariz como si le estuviera haciendo un cariño, aunque claramente era un gesto incómodo, casi burlón.  

-Obliviate

El primer plan había fallado. Si podía ser honesto, había deseado con todas sus fuerzas que Ellie accediera a su plan, pero ahora podía ver que había sido demasiado ambicioso con todo eso. Ellie le había tomado ya cariño a los sangre sucias y mestizos con los que tan bien convivía, al parecer. Y estaba francamente decepcionado, porque habría sido muy valiosa para la causa.

Damien confiaba firmemente en que Voldemort regresaría y que entonces las cosas serían diferentes, pero también estaba el hecho de que, aunque no lo hiciera, simplemente no podía quedarse con los brazos cruzados, tenían que seguir ¿no? ¿estaban convencidos de sus ideales o no? ¿querían el poder o no? Entendía que durante un tiempo todos hubieran hecho su mejor fachada pero ya era tiempo de salir de los caparazones de alguna manera.

Al ver y sentir que el hechizo cobraba efecto, Damien tuvo que cambiar rápidamente su plan de acción. Se escondió entre las sombras y observó a Ellie desde ahí, pensando rápido. Tenía la opción de una Imperius, pero no iba a arriesgarse en ese momento, no así. Se le ocurrió de pronto algo que podía ser más útil. Se desapareció pero no fue muy lejos, pues terminó en el pórtico de la casa de Ellie. Se pasó rápidamente la mano por el cabello y tocó la puerta con firmeza, esperando que la mamá de Ellie le abriera.

Dos eran mejor que uno. Y un imperius lanzado a la mitad de la cena con permiso de la anfitriona, era mejor que arriesgarse a que Ellie volviera a conjurar otro patronus si volvía a sentirse amenazada a solas. Y no iba a repetir la estrategia porque no quería un efecto de loop infernal.

Esperó a que le abrieran la puerta pacientemente. Ya tenía la frase primera en la punta de la lengua: “necesito hablar con usted”

Damien observó con atención a la mujer frente a él. Ellie se parecía mucho a ella aunque, como semiveela que era, la más joven tenía un encanto especial. Damien le sonrió con la mayor afabilidad posible y se dejó guiar hacia adentro.

-Sí, venía a buscar a Ellie, pero también a usted.

Miró hacia las escaleras, tenía que hablar muy rápido si no quería que las cosas otra vez volvieran a salirse de control, pero también tenía que ser más cauteloso. El primer paso era asegurarse una invitación a cenar, por lo menos.

-Lamento haber pasado así, sin avisar. Le aseguro que mi madre no lo aprobaría en lo absoluto. Pero no olvido que usted me ayudó mucho después de la guerra, que fue muy amable en defenderme cuando pudo.

Bajó la vista como si estuviera apenado y hasta tardó un par de segundos más en retomar el hilo de su propia conversación.

-Creo que nunca les agradecí personalmente y bueno, pensé que era un buen momento para hacerlo. ¿Cómo lo llevan ustedes?

Esperaba que entendiera el sentido de esa pregunta, que no había por qué fingir, ni poner caretas. Sabía que iba a tener una empresa muy complicada si resultaba que era igual de mustia que Ellie, o que también había desarrollado cierto amor por los hijos de muggles y los mestizos.

No podría decir exactamente que su familia estuviera dentro de todo eso. Selina sí, claro, pero a Daniel se le veía desubicado últimamente. De cualquier forma, ninguno de ellos había logrado en sociedad lo que Ellie sí gracias a su postura aparentemente neutral y ahora, a su relación con todas esas personas, incluyendo los Burroughs. Al leer en el rostro de Minerva su decisión, y la confianza de que las cosas se harían como ella lo dijera, Damien sintió una especie de corriente eléctrica recorrerle el cuerpo, que se intensificó cuando Ellie apareció de nuevo frente a sus ojos y después pasó a ser torturada por su propia madre. Una escena que le era familiar, dolorosamente recurrente.

Ellie parecía doblegarse ante su mamá de cierta forma, y no estaba hablando solamente de los beneficios de la tortura, sino de la forma en la que se trataban la una a la otra. Aquella mujer era más imponente cuando alzaba la varita de lo que se la había imaginado antes. Damien miró a Ellie retorcerse en el suelo una vez más, sin estar plenamente consciente de que era la segunda vez que le ocurría a lo largo de esa noche aunque seguramente su cuerpo sí que lo recordaba.

-No sabe cómo se lo agradezco. Cuando Él vuelva seguramente lo tendrá muy en cuenta.

A Damien le gustaba hacerse a la idea de que servían a una causa justa y que por ende, quien la comandaba era justo también, aunque su justifica fuera particularmente temible. Se acercó a Ellie aún en el suelo y, de nuevo, volvió a acuclillarse frente a ella.

-Jamás te haría daño.

Le susurró mientras pasaba el pulgar por su tersa piel de semiveela, por el cabello extraordinariamente brillante. Para Damien, esa frase significaba simplemente que no la mataría, ese era el verdadero daño. Ni siquiera en esos momentos se le escapó pensar que Abner Burroughs tenía demasiada suerte. La apuntó con la varita sin más. Era más que importante contar con el apoyo de la madre, había sido una buena decisión después de todo.

-Imperio

-No quiero que se preocupe, no haré nada que la ponga en riesgo. Sólo quiero información, tener alguien de confianza filtrado entre sus filas que me ayude a derribarlos uno por uno sin que nadie se de cuenta. También saber si alguno tiene información sobre el paradero del Señor Tenebroso.

Le explicó a la madre de Ellie mientras mantenía la mirada fija en la semiveela. De nuevo le acarició el cabello, se lo acomodó detrás de la oreja. Un gesto aparentemente tierno antes de levantarse y mirar a Minerva.

-En el momento en que esto empiece a ser un problema para Ellie se terminará. Ahora, la primer orden…

Lo primero que quería que hiciera Ellie, solo para demostrar que aquello había funcionado bien.

-…es llevarme a Alexander James. Le daré una dirección y espero que lo lleve ahí en calidad de secuestrado. Por supuesto, no podrá decir nada al respecto de las órdenes. Siempre tendrá que actuar natural, como si nada pasara.

Se acercó a la mujer y se atrevió a tomarle ambas manos, cubriéndoselas con las de él. Claro, él jamás había sido bueno con las mujeres, eso era solamente un don de su hermano Daniel, pero tampoco estaba buscando llevarse a la mamá de Ellie a la cama.

-Le prometo que todo estará bien. Esto no significa que vaya a convertir a Ellie en algo que no quiere ser. Sólo que ahora mismo se niega a ver su verdadera naturaleza. El amor ciega a cualquiera ¿no es así? Sólo necesita nuestra ayuda.