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Negligé para la fiesta {Alfred}
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Brigantia86 :: Mundo Muggle :: Gran Bretaña :: Londres
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Re: Negligé para la fiesta {Alfred}
La música que evidentemente Zelda puso a sonar y el alcohol de Zelda que se estaba tomando a tragos largos y la almohada de Zelda que tenía su encantador olor particular, eran el acunamiento perfecto que estaba llevando a Alfred, sin pausa y sin prisa, al sueño profundo. No quería pensar, así que dormirse rápido le venía al pelo. Se enfrascó en tararear la música de la canción, en llevar la botella a sus labios una y otra vez, a cerrar los ojos y acurrucarse del frío que ya ni sentía como un perro fuera de la cucha. La botella se le deslizó de los dedos sin que pudiera percatarse y para cuando Zelda abrió la puerta su cuerpo como bolsa de patatas, cayó a sus pies roncando literal.
Sin abrir los ojos se llevó una mano al rostro y trató de volver a dormir, como quien a sido interrumpido por un mosquito, pero igual no despierta aun. La risa de Zelda se mezcló con sus sueños y se sonrió, una vez, dos veces, hasta que buscando abrazar la almohada tocó sus piernas frías y algo no tenía sentido ya. Con pesadez abrió uno y luego otro ojo, a través de sus dedos la vio y la escuchó reír a carcajadas, y ahora si a conciencia le devolvió la sonrisa. Se tomó su tiempo para sacudirse la modorra, para acomodarse en su regazo sin terminar de querer despertar, haciendo un esfuerzo sobre humano la abrazó por la cintura con una mano y le dio un beso en ese estómago que le dolía de la risa. La miró a los ojos y le dio otro beso, la volvió a mirar con una ceja levantada (ya estaba más despierto) y le dio otro beso más arriba, apoyó un poco las rodillas en el suelo y le dio un beso en una teta y otro más y otro y terminó encima de ella, haciéndole cosquillitas a sus costillas, perdiendo su nariz en su cuello, besándole la oreja, revolcándose con ella entre la entrada del departamento y el pasillo común.
- te dije que no me iba a ir.... - Estaba feliz, se alimentaba de la risa de Zelda como una abeja del néctar de las flores. Había persistido sin siquiera pensarlo y recibía su recompensa de cajita feliz. - me dejas dormir en tu cama? por favor.. di que si... hace mucho frío aquí fuera... quiero que me abraces como a osito de felpa... que me des calor del bueno! - Quería eso realmente y decía eso especialmente, porque era como empezar la noche de cero, como haberse salteado con un giratiempos imaginario las dos horas anteriores, aunque eso incluyera el sexo exquisito que habían tenido, no le importaba. No lo valía sino servía para hacerla reír. - Se incorporó un poco y se frotó un brazo con el otro para dar más dramatismo, y terminó extendiéndole una mano para jalarla, y al siguiente movimiento cargarla como una bolsa de papas al hombro y cerrar la puerta de una patada!
Alfred Mayer- Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 22/12/2014
Re: Negligé para la fiesta {Alfred}
Nadie, ninguno de sus amigos se quedaba como vagabundo en la puerta de su casa –o de cualquier otra- sin estar borracho, no en sus cinco sentidos. Era cómico ver a Alfred ahí porque parecía una escena sacada de un cuento, algo completamente inverosímil. Y qué bueno que lo encontraba antes de que el portero lo hiciera, pues lo sacaría a escobazos o cubetadas de agua, el anciano tendía a ser muy territorial y no dejaba que nadie, absolutamente nadie, profanara su área de trabajo. Zelda recibió los cariños de su amigo con harto gusto, era una especie de reconciliación bastante bizarra, porque prácticamente los dos habían tenido un día de péndulo, primero estaban bien, luego no y así hasta que al final hacían las paces y comenzaban como si nada. Le tenía cariño, demasiado cariño, así que no lo iba a dejar ir jamás, no por una discusión tan estúpida como esa. Además, le debía una gran explicación pero esas ya no eran horas de hablar. Eran casi las cuatro de la mañana y lo que ambos necesitaban era que Morfeo los acobijara y entregarse al mundo onírico de cada quién.
Zelda estaba cansada debido al desgaste emocional y el cuarto de botella de bourbón no había ayudado a mantenerla despierta, más bien, ahora estaba mareada. Miró a Alfred mimarla, hacerle cosquillas y besarla, con el gusto de quien acaba de recibir a un familiar lejano después de años de no verlo. Cuando por fin él terminó de pasarle los dedos por las costillas como si fueran teclas de un piano, la pelirroja se incorporó con su ayuda. Con la puerta cerrada, una nueva actitud y toda la intención de no volver a enojarse con él, dejó que la cargara cual costal de papas. Desde su incómoda pero divertida posición, sacó la varita y comenzó a apagar todas las luces, tanto las de la sala como las del comedor y las pequeñas del minibar. Bloqueó la puerta con un encantamiento y finalmente se bajó del agarre. Ya en la oscuridad y de pie, se dio el lujo de jalar a Alfred, ponerse de puntas y tomarlo de la nuca para darle un tierno beso, gesto de agradecimiento por no haberla dejado sola.
— Shhh… deja de quejarte — lo tomó de la mano, entrelazó los dedos, y lo condujo al interior de la habitación donde la cama aún seguía tendida pero con arrugas de que alguien había estado encima haciendo cosas indecentes. No era necesario ponerse pijama, bastó con quedarse en ropa interior (porque el neglgé ya estaba guardado casi bajo llave) y meterse bajo las cobijas. Supuso que Alfred no necesitaría más que quedarse en bóxers, así que no le preguntó si quería un cambio de ropa. Ya adentro, Zelda se acurrucó cerca del cálido cuerpo de Alfred y cerró los ojos —Sé que te debo una explicación y que tengo que contarte muchas cosas… pero será mañana. Ahora duérmete por favor y ni se te ocurra toquetearme, que mi ropa interior tiene candado... como los calzones de castidad. — musitó antes de entregarse al sueño.
Zelda Fay- Mensajes : 203
Fecha de inscripción : 01/12/2014
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