Bring it on - Duelo libre -

Usualmente Ellie no asistía al club de duelo, no le gustaba levantar su varita a menos que fuera completamente necesario. Últimamente tenía mucho estrés, las clases, el problema con Andrei, todo lo que rodeaba su vida la tenía con ganas de un desfogue y esa fue la razón principal por la que, tras sus clases en lugar de ir a leer algún libro a su habitación en la universidad prefirió vestirse para ver si alguna persona estaba de humor para desquitarse en la hermandad bélica.

Tenía puestos un par de pantalones jeans en color negro ajustados y un suéter blanco de manga larga que dejaba parte de su hombro derecho al descubierto. No había puesto especial interés en su apariencia pero como siempre: terminaba brillando por su propia cuenta.

Se apareció afuera de la hermandad Bélica, había algunas personas, asiduos duelistas. Algunos le sonrieron y le dejaron pasar de una manera más que galante, estaban buscando puntos para conectar con la chica, por supuesto ninguno de ellos recibió si quiera una mirada de su parte, la mujer era una diva completamente, nadie estaba a su altura. Se detuvo cuando estuvo frente a la plataforma, con el profesor de duelos a quién le dedicó una mirada cualquiera, como si en realidad no le conociera como en verdad lo hacía.

Quiero un duelo… ¿Alguien? - Dijo hacia los presentes, luego esperó a ver quién era el valiente en turno y subió a la plataforma para prepararse.

Al parecer nadie quería enfrentarse a la semiveela, estaban más ocupados intentando parecer caballerosos y buscando su mirada que preocupados por arrastrarla del cabello en la tarima de la Hermandad. Kristján era afecto a los duelos, se le daban bien por lo regular, aunque ya había aprendido que no siempre se ganaba. Después de una truculenta guerra, practicar ahí no le parecía nada mal, al contrario, le servía para seguir perfeccionando reflejos, aunque la mayoría ya fueran a ese lugar por esparcimiento y puntos académicos extras y no para practicar para el mundo como pasaba antes.

Cuando Kristján notó que nadie se animaba, decidió dar un paso al frente.-Yo, Morgan.-Dijo mientras se ponía frente a ella y le hacía una falsa reverencia que no tenía mucho que ver con los protocolos de los duelos, porque parecía más una broma. Eso no quería decir que se estuviera burlando de ella, solamente estaba haciéndose el gracioso. Después de todo una mujer como ella era difícil que regalara una sonrisa por lo que se veía.

¿Distraerse por sus notables encantos? Tal vez durante los primeros segundos, pero había tenido novias semiveelas antes, se había acostumbrado a su extraño magnetismo y ahora podía manejarlo en un duelo si se preocupaba más por no quedar en ridículo. Si hubiera sabido que tenía algo con el pedante árbitro del lugar se lo hubiera pensado dos veces antes de enfrentarla ahí, pero los secretos estaban bien guardados al menos para él.  

Andrei estaba con un alumno de diecisiete años, de Ogmios, que tenía un ojo hinchado y un brazo deshuesado. Estaba claro que el chico había perdido el duelo mientras que su contrincante, avergonzado por el aspecto de éste, había preferido irse a ver a otros duelistas.

— Ve a la enfermería, te aparecerán los huesos. — fueron sus únicas palabras y le dio una palmada en la espalda. Ipso facto, dos chicas aparecieron para llevarse al herido. Aún con el ojo morado atraía al sexo opuesto.

Por ahí, a lo lejos, en una mesa distante, Ellie buscaba contrincante. Como siempre sucedía, nadie deseaba lastimar a tan hermosa mujer, lo cual le provocó un sentimiento de clara burla ante todos los muchachos del lugar. En esos momentos no deseaba atender ese duelo, la situación ente él y Ellie estaba lo suficientemente delicada como para ahora moderar si se pelaba con alguien. Si resultaba victoriosa seguramente pensaría que le estaba dando favoritismos, y si no… no deseaba meterse en problemas, eso era todo. Sin embargo, si no lo hacía las cosas podían ponerse mucho peor. Con un suspiro se estiró para hacer tronar los huesos de su espalda, luego se acercó con la monotonía de siempre y el carácter frío y severo. Su contrincante era el chico entrometido del incidente con Frances y Jessy. Esto cada vez se ponía mejor...

—Duelo de Ogmios contra Smertios, Ellie Morgan y Kristján Sveinsson. El ganador se lleva diez puntos. Ya saben las reglas, nada de maldiciones imperdonables. — dijo en tono casi robótico — Presentan varitas, hacen una reverencia, dan diez pasos y se colocan en posición. Contaré hasta tres y entonces uno de los dos podrá comenzar. ¿Preparados? — inquirió y miró a ambos por turnos— Tres… dos… uno…

Nadie se acercaba, bien… lo único que necesitaba en esos momentos era ser tratada como una cosa frágil e inútil a la que temían lastimar. ¿Qué eran, hombres o ratas? Se llevó una mano a la cintura con un gesto de indignación que no podía con él, ni siquiera se dignó a ver a esos infelices que suspiraban embobados al final de la plataforma, eran ridículos. Afortunadamente momentos después una voz salió de entre los idiotas, Ellie alzó las cejas sorprendida, era ese amigo de Frances, un ex novio o algo así, tampoco lo conocía muy bien solo sabía que era jugador de Quidditch. Soltó una carcajada casi irónica ante la falsa reverencia y luego se acomodó en la plataforma esperando a que Andrei llegara para supervisarlos.

¿Era una maldita por que no le importara la incomodidad que el árbitro pudiera sentir hacia ella? Si, posiblemente. En aquel momento estaba ahí para ganar un duelo, no para ponerse sentimental o esas cosas ridículas. Tampoco volteo a verlo ni le dio importancia a su voz mecanizada, su mirada estaba puesta en Kristján con una sonrisa de suficiencia, como si supiera algo que él no. Tal vez estaba adelantándose pero para ella la clave era la confianza en si misma.

Dio los pasos reglamentarios hacia atrás después de la reverencia y luego se puso en posición con la varita desenfundada, estuvo atenta a la voz de Andrei sin perder de vista su objetivo y tras que terminara de contar lanzó el primer hechizo que vino hasta su mente.

Diffindo!!!

Andrei, muy en su actitud de profesor formal, mantuvo un semblante serio y pacífico ante ambos contrincantes. Después de todo, estaban en clase, lo que sucediera fuera del campus o de forma personal, no podía afectar en la enseñanza. Tan pronto como acabaron de presentarse el uno con el otro en el ritual básico de los duelos, Ellie fue la primera en reaccionar, abrir la boca y conjurar Diffindo contra Kristjan, quien a su vez, gritó Protego para evitar que el hechizo le diera de lleno. Ambos estaban lo suficientemente concentrados como para soltar hechizos de forma exitosa y fuerte, no obstante, Ellie logró que su conjuro fuese más fuerte que el Protego. Kristjan pudo evitar el golpe pero la potencia del Diffindo provocó que el islandés fuera ligeramente empujado hacia atrás y que su membrana de protección desapareciera en el momento que el Diffindo hizo contacto con ella.

Todo estaba en la seguridad con la que se desenvolviera en el campo de duelo, Ellie alzó la varita y conjuro aquel hechizo, vio la estela salir de la punta de la misma pero la reacción de Kristján tampoco estuvo mal. El hechizo rompió el protego que había creado, eso la hizo sentirse más confiada al respecto y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. No había tiempo que perder. Se podría pensar que alguien como ella era más de las personas que estaban encerradas en un laboratorio de pociones y no estarían tan equivocados, pero había días como aquel en el que en verdad disfrutaba batiéndose en un duelo, le recordaba la adrenalina y el poder que corría por sus venas, la magia que se le había heredado.

No dio pie a que pasara más tiempo, en cuanto el arbitro de duelos marco el punto inmediatamente se apresuró a lanzar un nuevo hechizo, esta vez pensando más en des habilitar a su oponente que en cortarle la garganta. Alzó nuevamente su varita dando dos pasos al frente y conjuró.

Expelliarmus!