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Recordando el pasado [Jasmine]
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Recordando el pasado [Jasmine]
David había estado haciendo limpieza hacía poco en casa. Entre todas las cosas que había encontrado estaba una caja que tenía un montón de cosas de sus tiempos de Hogwarts. En su mayoría encontraba tristes todas esas cosas, como sus trofeos de quidditch o los regalos que le habían hecho algunas chicas antes de su 7º año. Cosas que ya no importaban, excepto por unas cuantas. Entre esas cosas encontró algunas de Jasmine, que no sabía si habían caído con él cuando solo eran amigos o cuando habían sido novios. Las metió en una bolsa y decidió que se las devolvería, no como un símbolo, sino por simple nostalgia.
El licántropo no solía dormir en la universidad por Angus, pero esa noche se lo había encargado a sus padre para poder encontrar a Jasmine en el salón de convivencia por la noche. Por suerte sí la encontró. Le gustaba el nuevo look que tenía, le quedaba muy bien, no estaba seguro de habérselo dicho todavía.
-Hey tú.-Le habló sentándose a su lado. Llevaba con él una caja, que era más pequeña que aquella en la que había encontrado todas las demás cosas.-¿Qué te parece sentirte nostálgica y miserable conmigo un rato? Encontré algunas cosas tuyas. Yo sé que tal vez no quieras verlas pero en todo caso siempre podemos quemarlas, o pueden volver a casa conmigo.
Le pasó la caja que tenía, entre otras cosas, una camiseta del equipo de quidditch de Hufflepuff que le pertenecía a ella, una libreta de apuntes de pociones que le había prestado en 4º curso y él nunca había devuelto, unos aretes y algunas otras cosas. David sabía que se había comportado mal, peor que mal, con ella, pero siempre la había querido, nunca había dejado de hacerlo. A veces no sabía cómo decirle ciertas cosas.
-Te queda bien ese corte, creo que no te lo había dicho. -Tanteó la mesa que tenía al lado buscando un cenicero para ponerlo sobre el brazo del sillón y sacar un cigarrillo. Aprovechaba para fumar cuando Angus no estaba cerca.
El licántropo no solía dormir en la universidad por Angus, pero esa noche se lo había encargado a sus padre para poder encontrar a Jasmine en el salón de convivencia por la noche. Por suerte sí la encontró. Le gustaba el nuevo look que tenía, le quedaba muy bien, no estaba seguro de habérselo dicho todavía.
-Hey tú.-Le habló sentándose a su lado. Llevaba con él una caja, que era más pequeña que aquella en la que había encontrado todas las demás cosas.-¿Qué te parece sentirte nostálgica y miserable conmigo un rato? Encontré algunas cosas tuyas. Yo sé que tal vez no quieras verlas pero en todo caso siempre podemos quemarlas, o pueden volver a casa conmigo.
Le pasó la caja que tenía, entre otras cosas, una camiseta del equipo de quidditch de Hufflepuff que le pertenecía a ella, una libreta de apuntes de pociones que le había prestado en 4º curso y él nunca había devuelto, unos aretes y algunas otras cosas. David sabía que se había comportado mal, peor que mal, con ella, pero siempre la había querido, nunca había dejado de hacerlo. A veces no sabía cómo decirle ciertas cosas.
-Te queda bien ese corte, creo que no te lo había dicho. -Tanteó la mesa que tenía al lado buscando un cenicero para ponerlo sobre el brazo del sillón y sacar un cigarrillo. Aprovechaba para fumar cuando Angus no estaba cerca.
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
Encontrar a Jasmine despierta de noche no era complicado. Todo lo contrario, era una garantía. Encontrarla en un solo lugar siempre, ahí estaba el truco. Cosa de casualidad que estuviera esa ocasión en la sala de convivencia, para ser sinceros. Había influido mucho el que gracias a los trabajos de fin de semestre el lugar no estaba tan lleno como de costumbre, y apenas ver que el sillón más grande de todos – y por lo mismo el más peleado de todos – estaba libre, se había lanzado a reclamarlo antes que alguna otra cosa pasara. Así que ahí la tenían, estirada cuan larga era y con una manta encima, leyendo sobre las propiedades alquímicas que se imbuían en las pociones con el uso de calderos especializados. Cero consideración a si alguien buscaba algo de cupo para sentarse en aquel lugar, ella había llegado primero. Eso hasta que escuchó que David la llamaba, porque ni siquiera lo había visto llegar pero ya sabía que era él, reconocería esa voz en donde fuera.- Hey tú. – Le respondió de vuelta y recogió las piernas un poco para darle espacio.
- ¿Qué estás haciendo aquí? – Preguntó curiosa y bajó el libro para poder verlo. Que no era común que estuviera a esas horas en la universidad. Le prestó atención a la caja que llevaba. La invitación tan fuera de lo común le hizo reír de buena gana por lo que se irguió hasta quedar sentada. – Me encanta la miseria y la nostalgia, deja. – Se inclinó un poco para darle un beso rápido en la mejilla y tomó la caja para dejarla sobre sus piernas.
Jasmine había dejado atrás hacía mucho tiempo los resentimientos. Era cierto que David le había lastimado muchísimo en su momento y volver a confiar en él le había costado. Y también era cierto que a menudo ella tampoco se portó mucho mejor y que había sido una persona muy, muy difícil de manejar. Porque contrario a lo que su yo de 16 años hubiera sentido no era la única hundiéndose en tragedia, todos lo estaban pasando mal. El mejor ejemplo estaba en todo lo que se refería a la mamá del cachorro de David. No había sido el mejor momento de la pelirroja. En medio de todo lo que había atravesado, de las pocas cosas que se habían mantenido constantes en su vida, era él. Y ella lo quería, nunca había dejado de hacerlo.
Estiró la mano hacia el enorme bolso a los pies del sillón, repleto de pergaminos y libros, y sacó la varita para ofrecerle fuego. – Puedes pedirle a Frances que te corte el cabello estando ebria, tal vez te deje igual de bonito. – Le guiñó el ojo y entonces abrió la caja. Lo primero que llamó su atención, porque siendo de color amarillo no había manera de pasarlo por alto, fue la camiseta con su nombre. – ¿Qué? ¡Por qué la tienes! Ni siquiera es tu talla. ¿Estabas tratando de ser jugador de quidditch putón para alguna fiesta de disfraces? – La sacó y la extendió, quedándose observando el número en la espalda. La nostalgia daba su primera punzada, porque hacía mucho que no volaba, no como solía hacerlo. Aun así sonreía, porque aunque fuera un recuerdo triste, no todo lo que asociaba con ese uniforme era horrible.
- ¿Qué estás haciendo aquí? – Preguntó curiosa y bajó el libro para poder verlo. Que no era común que estuviera a esas horas en la universidad. Le prestó atención a la caja que llevaba. La invitación tan fuera de lo común le hizo reír de buena gana por lo que se irguió hasta quedar sentada. – Me encanta la miseria y la nostalgia, deja. – Se inclinó un poco para darle un beso rápido en la mejilla y tomó la caja para dejarla sobre sus piernas.
Jasmine había dejado atrás hacía mucho tiempo los resentimientos. Era cierto que David le había lastimado muchísimo en su momento y volver a confiar en él le había costado. Y también era cierto que a menudo ella tampoco se portó mucho mejor y que había sido una persona muy, muy difícil de manejar. Porque contrario a lo que su yo de 16 años hubiera sentido no era la única hundiéndose en tragedia, todos lo estaban pasando mal. El mejor ejemplo estaba en todo lo que se refería a la mamá del cachorro de David. No había sido el mejor momento de la pelirroja. En medio de todo lo que había atravesado, de las pocas cosas que se habían mantenido constantes en su vida, era él. Y ella lo quería, nunca había dejado de hacerlo.
Estiró la mano hacia el enorme bolso a los pies del sillón, repleto de pergaminos y libros, y sacó la varita para ofrecerle fuego. – Puedes pedirle a Frances que te corte el cabello estando ebria, tal vez te deje igual de bonito. – Le guiñó el ojo y entonces abrió la caja. Lo primero que llamó su atención, porque siendo de color amarillo no había manera de pasarlo por alto, fue la camiseta con su nombre. – ¿Qué? ¡Por qué la tienes! Ni siquiera es tu talla. ¿Estabas tratando de ser jugador de quidditch putón para alguna fiesta de disfraces? – La sacó y la extendió, quedándose observando el número en la espalda. La nostalgia daba su primera punzada, porque hacía mucho que no volaba, no como solía hacerlo. Aun así sonreía, porque aunque fuera un recuerdo triste, no todo lo que asociaba con ese uniforme era horrible.
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
David se rehusaba terminantemente a pedirle nada a Frances que dañara su cabello, la ex slytherin podía ser un verdadero peligro, aunque al parecer con Jasmine lo había hecho más que bien. Luego pasaron al terreno de la nostalgia, cuando Jasmine sacó la camiseta de Hufflepuff que le había pertenecido a ella.
-Ahá, me iba a poner una peluca pelirroja y me iba a disfrazar de ti, hubiera sido todo un éxito.- David no se acordaba de por qué la tenía, porque en aquél tiempo no habían sido novios. A lo mejor solo se la había robado por enfermo, Crawford solía jugarle apuestas muy estúpidas.
-¿Te acuerdas de ese partido memorable contra Slytherin en el 4º grado? No ganamos el torneo, pero les ganamos a ellos. Los Holland estaban hechos una furia y Ayres le puso un ojo morado a su guardián. Me alegra que Frances no haya jugado ese partido, aunque también la hubiéramos derribado. Al terminar quedamos 230 a 10. Creo que fue el momento de mi vida. -Rememoró con la nostalgia llevada al extremo. Los verdaderos momentos de su vida habían sido otros, algunos incluían a la pelirroja sentada a su lado, pero aquél que contaba había tenido un momento especial en su corazón deportista.
-Olvídalo, esa camiseta mejor me la quedo yo. No me quedan muchas cosas de esa época dorada del quidditch.-Le dijo arrebatándole la camiseta a modo de juego para hacerla bola entre sus brazos.
-Con el resto de las cosas sí tienes vía libre.-Le indicó con un gesto de la mano que siguiera buscando en ella para ver qué más encontraba.
Le parecía una muy mala broma del destino que ni ella ni él pudieran jugar quidditch como antes, las secuelas de querer hacer algo por la sociedad habían salido demasiado caras para los dos. David había pensado que profesionalmente ya no le quedaba nada, por suerte ahí estaba Angus para recordarle que no podía ser un lobo derrotado. -Anda, sigue escarbando en los tesoros de tu adolescencia.
-Ahá, me iba a poner una peluca pelirroja y me iba a disfrazar de ti, hubiera sido todo un éxito.- David no se acordaba de por qué la tenía, porque en aquél tiempo no habían sido novios. A lo mejor solo se la había robado por enfermo, Crawford solía jugarle apuestas muy estúpidas.
-¿Te acuerdas de ese partido memorable contra Slytherin en el 4º grado? No ganamos el torneo, pero les ganamos a ellos. Los Holland estaban hechos una furia y Ayres le puso un ojo morado a su guardián. Me alegra que Frances no haya jugado ese partido, aunque también la hubiéramos derribado. Al terminar quedamos 230 a 10. Creo que fue el momento de mi vida. -Rememoró con la nostalgia llevada al extremo. Los verdaderos momentos de su vida habían sido otros, algunos incluían a la pelirroja sentada a su lado, pero aquél que contaba había tenido un momento especial en su corazón deportista.
-Olvídalo, esa camiseta mejor me la quedo yo. No me quedan muchas cosas de esa época dorada del quidditch.-Le dijo arrebatándole la camiseta a modo de juego para hacerla bola entre sus brazos.
-Con el resto de las cosas sí tienes vía libre.-Le indicó con un gesto de la mano que siguiera buscando en ella para ver qué más encontraba.
Le parecía una muy mala broma del destino que ni ella ni él pudieran jugar quidditch como antes, las secuelas de querer hacer algo por la sociedad habían salido demasiado caras para los dos. David había pensado que profesionalmente ya no le quedaba nada, por suerte ahí estaba Angus para recordarle que no podía ser un lobo derrotado. -Anda, sigue escarbando en los tesoros de tu adolescencia.
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
- ¿Cómo que peluca pelirroja si te acabo de preguntar si el disfraz era de jugadora putona? - Le dio de patadas por debajo de la manta con sus pies descalzos, fingiéndose horriblemente indignada pero apenas y pudiendo aguantar la risa. Que todo indicaba que el cómo se había hecho David de su camiseta se iba a quedar en un misterio, y una vocecita le decía que mejor ni se pusiera a averiguar porque sabía dios con que cosa podría encontrarse. Mejor dejarlo pasar como una curiosa casualidad.
Claro que se acordaba del partido. La expresión en su rostro, después de haberle caído a patadas al licántropo que con su fuerza sobrehumana ni como cosquillas las debió haber sentido, se le suavizó. Echaba de menos el equipo. Echaba de menos jugar. Echaba de menos esos días. Nada más acordarse de la cara de berrinche de los Holland le provocaba un regustillo de satisfacción infantil, como si toda esa mala sangre que había de por medio se debiera a mera y sana rivalidad deportiva.
Asco de gente.
- Si, y la mañana siguiente descubrí por primera vez lo que era una resaca. Te odie tantísimo. Tú por ahí fresco como lechuga y yo queriendo morirme, pero valió la pena. - Medio forcejeó con él cuando le quitó la camisa y le sacó la lengua al verla toda arrugada echa bola. - Si quieres una prenda mía podrías pedirla y ya, no tienes que recurrir a robo con alevosía, mala persona. - Alzó una ceja mirándolo fijamente por un instante y lo dejó pasar, más que nada porque aún tenía mucho que seguir redescubriendo en esa cajita.
Sacó unas fotografías, maltratadas porque habían permanecido guardadas sin cuidado por muchos años. La sala común de Hufflepuff, el equipo de quidditch, retratos que le hacían acordarse de cuando las cosas habían sido diferentes, y también preguntarse como hubieran podido ser. - Mira, toma esta, para que un día vea Angus cómo era el lobo de su padre antes de los tatuajes y con cincuenta kilos menos. - Le entregó una en la que salía él de 13 años, todavía con carita de niño, y el parecido que Angus tenía con él era increíble. También había una de ella más pequeñita y con sus pecas más notorias, que aquella apariencia de muñequita de porcelana distaba mucho de como se veía ahora. Esa se la quedaba para ella.
La libreta de apuntes sí que la reconoció a la primera. La tomó con una mano y le pasó los dedos por el lomo. La pasta seguía teniendo la misma hendidura con la que la recordaba. - Creí que se me había perdido y resulta que nunca me la regresaste, maldito. - La hojeó un poco, reconociendo no solo los apuntes que había copiado tal cual del pizarrón, sino sus propias anotaciones hechas mientras iba preparando las pociones.
Jasmine sabía que tenía suerte de, a pesar de todo lo que había pasado, poder seguir haciendo algo que le apasionaba tanto.
- Cuando me la pediste tuve un ataque de pánico porque me dejaste como medio segundo para arrancar todas las páginas con corazones y garabatos. Casi me muero de vergüenza. - Abrió la libreta para revisar todos esos bordes irregulares que era lo único que había quedado de sus tonterías de niña enamorada. Para aquellos días, Jasmine ya había estado vuelta loca por él.
Claro que se acordaba del partido. La expresión en su rostro, después de haberle caído a patadas al licántropo que con su fuerza sobrehumana ni como cosquillas las debió haber sentido, se le suavizó. Echaba de menos el equipo. Echaba de menos jugar. Echaba de menos esos días. Nada más acordarse de la cara de berrinche de los Holland le provocaba un regustillo de satisfacción infantil, como si toda esa mala sangre que había de por medio se debiera a mera y sana rivalidad deportiva.
Asco de gente.
- Si, y la mañana siguiente descubrí por primera vez lo que era una resaca. Te odie tantísimo. Tú por ahí fresco como lechuga y yo queriendo morirme, pero valió la pena. - Medio forcejeó con él cuando le quitó la camisa y le sacó la lengua al verla toda arrugada echa bola. - Si quieres una prenda mía podrías pedirla y ya, no tienes que recurrir a robo con alevosía, mala persona. - Alzó una ceja mirándolo fijamente por un instante y lo dejó pasar, más que nada porque aún tenía mucho que seguir redescubriendo en esa cajita.
Sacó unas fotografías, maltratadas porque habían permanecido guardadas sin cuidado por muchos años. La sala común de Hufflepuff, el equipo de quidditch, retratos que le hacían acordarse de cuando las cosas habían sido diferentes, y también preguntarse como hubieran podido ser. - Mira, toma esta, para que un día vea Angus cómo era el lobo de su padre antes de los tatuajes y con cincuenta kilos menos. - Le entregó una en la que salía él de 13 años, todavía con carita de niño, y el parecido que Angus tenía con él era increíble. También había una de ella más pequeñita y con sus pecas más notorias, que aquella apariencia de muñequita de porcelana distaba mucho de como se veía ahora. Esa se la quedaba para ella.
La libreta de apuntes sí que la reconoció a la primera. La tomó con una mano y le pasó los dedos por el lomo. La pasta seguía teniendo la misma hendidura con la que la recordaba. - Creí que se me había perdido y resulta que nunca me la regresaste, maldito. - La hojeó un poco, reconociendo no solo los apuntes que había copiado tal cual del pizarrón, sino sus propias anotaciones hechas mientras iba preparando las pociones.
Jasmine sabía que tenía suerte de, a pesar de todo lo que había pasado, poder seguir haciendo algo que le apasionaba tanto.
- Cuando me la pediste tuve un ataque de pánico porque me dejaste como medio segundo para arrancar todas las páginas con corazones y garabatos. Casi me muero de vergüenza. - Abrió la libreta para revisar todos esos bordes irregulares que era lo único que había quedado de sus tonterías de niña enamorada. Para aquellos días, Jasmine ya había estado vuelta loca por él.
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
No, a David no le dolían las patadas de Jasmine pero no por eso no fingió con ella que estaba siendo masacrado hasta que intentó agarrarle las piernas para tenerla quieta. -Golpeas peor que el pequeño cachorro.-Se refería a Angus, al que le gustaba jugar pesado aunque todavía estaba muy pequeño.
-Algún día tenías que saber lo que era tener una resaca. Y debo confesar que yo tampoco lo manejaba tan bien, pero no podía quedar como estúpido enfrente de ti, no?-Ese recuerdo era querido para él, por eso lo había sacado a colación. Se le quedó viendo de vuelta con la misma mirada fija cuando ella hablaba sobre prendas.-No lo sé, Jasmine. Si quiero una prenda tuya ahora creo que tengo que esforzarme y ganármela.-Comentó antes de soltar el tobillo de Jasmine que había mantenido agarrado hasta entonces, luego de la pequeña pelea de patadas.
Vio las fotografías que sacó pero no le interesaba mirarlas de nuevo tanto como le interesaba ver las expresiones de Jasmine al encontrarse de nuevo con ellas. -Oye, no tengo cincuenta kilos más que entonces, estoy en perfecta forma.-Se golpeó la panza, que sonó hueca, al menos un par de veces, bromeando, antes de tomar la fotografía y verla. También notó que Angus se parecía a él, pero tenía más rasgos de Eugenie cuando se le miraba con atención. Se guardó la fotografía en el bolsillo trasero del pantalón.
-Debí haberlo olvidado.-La libreta que lo había sacado de tantos apuros. Se rio bastante por la confesión de la pelirroja acerca de lo que había tenido que hacer antes de prestársela.-Mala costumbre de las chicas de dejar sus secretos en cualquier parte. Aunque si hubiera visto todo eso hubiera apresurado mi lento proceso contigo. Me tardé demasiado ¿verdad?
Le buscó la mano y se la apretó, aunque después se sintió como un idiota. Habían pasado demasiadas cosas ya entre los dos. ¿De verdad valía la pena estar hablando de eso y hacerlo de esa manera? No sabía, pero no había nada que lo detuviera y le diera sentido común.
-Algún día tenías que saber lo que era tener una resaca. Y debo confesar que yo tampoco lo manejaba tan bien, pero no podía quedar como estúpido enfrente de ti, no?-Ese recuerdo era querido para él, por eso lo había sacado a colación. Se le quedó viendo de vuelta con la misma mirada fija cuando ella hablaba sobre prendas.-No lo sé, Jasmine. Si quiero una prenda tuya ahora creo que tengo que esforzarme y ganármela.-Comentó antes de soltar el tobillo de Jasmine que había mantenido agarrado hasta entonces, luego de la pequeña pelea de patadas.
Vio las fotografías que sacó pero no le interesaba mirarlas de nuevo tanto como le interesaba ver las expresiones de Jasmine al encontrarse de nuevo con ellas. -Oye, no tengo cincuenta kilos más que entonces, estoy en perfecta forma.-Se golpeó la panza, que sonó hueca, al menos un par de veces, bromeando, antes de tomar la fotografía y verla. También notó que Angus se parecía a él, pero tenía más rasgos de Eugenie cuando se le miraba con atención. Se guardó la fotografía en el bolsillo trasero del pantalón.
-Debí haberlo olvidado.-La libreta que lo había sacado de tantos apuros. Se rio bastante por la confesión de la pelirroja acerca de lo que había tenido que hacer antes de prestársela.-Mala costumbre de las chicas de dejar sus secretos en cualquier parte. Aunque si hubiera visto todo eso hubiera apresurado mi lento proceso contigo. Me tardé demasiado ¿verdad?
Le buscó la mano y se la apretó, aunque después se sintió como un idiota. Habían pasado demasiadas cosas ya entre los dos. ¿De verdad valía la pena estar hablando de eso y hacerlo de esa manera? No sabía, pero no había nada que lo detuviera y le diera sentido común.
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
- Lo que tú no entiendes de las niñas adolescentes es que subsistimos a base de malas costumbres, complicaciones y el drama. Considérate afortunado de no tener hijas. - Eso en cuanto a lo de que haber encontrado esas notitas absurdas antes, habría acelerado más las cosas que llevaron a ese cortó y fallido noviazgo adolescente. Podía hablar de eso sin sentirse ridícula. Había sido novia de David y él le había puesto los cuernos con otra. Fin de la historia. Habían pasado muchas cosas más como para seguir guardando alguna clase de resentimiento por ello. No es que ella nunca hubiera hecho tonterías absurdas a los 16.
Lo que le tomó con las defensas bajas fue que le tomara de la mano y le preguntara así, tal cuál, si se había tardado demasiado en hacer algo al respecto. Jasmine, para variar, se quedó muda. No era lo mismo no tener nada qué decir, a no saber qué decir.
Se quedó así un instante, en corto circuito mental, hasta que se encogió de hombros y, sin soltarle la mano, se recargó contra el brazo del licántropo, dejándose caer sin mucho cuidado. Acercó la caja a su regazo y siguió buscando dentro de los contenidos aunque con el interés a medias, encontrándose con unos aretes de cuentas de colores, bastante maltratados por el tiempo, porque en ese entonces su presupuesto no había dado para otra cosa que joyería de fantasía y de la barata.
Si las cosas se hubieran dado antes, cuando eran todavía más niños e inmaduros, hubieran terminado quizá de manera más catastrófica y siendo unos mocosos, entonces sí que se hubieran distanciado definitivamente, porque no lo habrían sabido manejar. Si hubiera sido después... quizá él no tendría a Angus. Jasmine había odiado a su mamá. Odiado, con toda facultad que esa palabra daba, pero en contraparte amaba al cachorro, y David, bueno... era David.
Se había convencido de que, en lo que a él se refería, ella iba a ser la perpetua amiga y nada más. Siempre había escogido a otra chica antes que a ella, y tal vez eso era algo que tenía que aceptar y ya. Que así es como eran las cosas y ese era su orden natural. Así que no tenía caso hacerse ilusiones de ninguna clase, no importaba cuanto lo quisiera, y es que nunca había dejado de hacerlo, nunca. Se notaba en la manera en que lo buscaba, en cómo lo miraba. Demasiados años de historia entre ellos, desde que se habían conocido a los 11 años y de ahí las cosas no hicieron más que escalar. Que entre traiciones y peleas y perdidas de confianza, Jasmine siempre regresaba. Y siempre lo haría. Porque le era leal como a nadie, incluso más que a Tobias, y aceptar el hecho de que no la había escogido, era parte de lo que tocaba. David era y siempre sería su punto más débil de todos.
- Creo que las cosas pasaron cuando tuvieron que pasar. - Terminó por decir, jugando con aquellos aretes entre los dedos. Esa era la verdad. Ni muy lento, ni muy pronto, porque eso no hubiera funcionado, ¿no era así? Prefería creerlo así, porque era más sencillo. No sabía si era por la cercanía, o la nostalgia, o el estar hurgando en sentimientos que había dejado que se asentaran en calma por el bienestar de todos, pero al mirarlo el único impulso que sentía era el de besarlo.
No lo haría, porque no quería echar a perder nada. Cerró los ojos y suspiró. Terminó alargar la mano libre y sujetarlo por la barbilla para acercarlo y besar su mejilla, luego pegó su frente a la de él. - Sabes... 7 años después y sigues siendo la única persona en cuatro continentes que consigue hacerme sentir completamente cómoda y ponerme estúpidamente nerviosa con una pregunta. -Y por un momento pensó que lo haría. Mandar las reservas al carajo y simplemente besarlo y ya, como quería hacerlo, pero la prudencia le pudo más. - Me estoy helando. Necesitamos más leña. - Tenía frío, la manta sobre sus piernas no por decoración, pero esa era su manera de retomar un poco de distancia y dejar de acariciarle la mejilla antes de hacer algo de lo que no pudiera retractarse. Así que se bajó del sillón, descalza y nerviosa, yendo directo a por el atizador junto al fuego.
Lo que le tomó con las defensas bajas fue que le tomara de la mano y le preguntara así, tal cuál, si se había tardado demasiado en hacer algo al respecto. Jasmine, para variar, se quedó muda. No era lo mismo no tener nada qué decir, a no saber qué decir.
Se quedó así un instante, en corto circuito mental, hasta que se encogió de hombros y, sin soltarle la mano, se recargó contra el brazo del licántropo, dejándose caer sin mucho cuidado. Acercó la caja a su regazo y siguió buscando dentro de los contenidos aunque con el interés a medias, encontrándose con unos aretes de cuentas de colores, bastante maltratados por el tiempo, porque en ese entonces su presupuesto no había dado para otra cosa que joyería de fantasía y de la barata.
Si las cosas se hubieran dado antes, cuando eran todavía más niños e inmaduros, hubieran terminado quizá de manera más catastrófica y siendo unos mocosos, entonces sí que se hubieran distanciado definitivamente, porque no lo habrían sabido manejar. Si hubiera sido después... quizá él no tendría a Angus. Jasmine había odiado a su mamá. Odiado, con toda facultad que esa palabra daba, pero en contraparte amaba al cachorro, y David, bueno... era David.
Se había convencido de que, en lo que a él se refería, ella iba a ser la perpetua amiga y nada más. Siempre había escogido a otra chica antes que a ella, y tal vez eso era algo que tenía que aceptar y ya. Que así es como eran las cosas y ese era su orden natural. Así que no tenía caso hacerse ilusiones de ninguna clase, no importaba cuanto lo quisiera, y es que nunca había dejado de hacerlo, nunca. Se notaba en la manera en que lo buscaba, en cómo lo miraba. Demasiados años de historia entre ellos, desde que se habían conocido a los 11 años y de ahí las cosas no hicieron más que escalar. Que entre traiciones y peleas y perdidas de confianza, Jasmine siempre regresaba. Y siempre lo haría. Porque le era leal como a nadie, incluso más que a Tobias, y aceptar el hecho de que no la había escogido, era parte de lo que tocaba. David era y siempre sería su punto más débil de todos.
- Creo que las cosas pasaron cuando tuvieron que pasar. - Terminó por decir, jugando con aquellos aretes entre los dedos. Esa era la verdad. Ni muy lento, ni muy pronto, porque eso no hubiera funcionado, ¿no era así? Prefería creerlo así, porque era más sencillo. No sabía si era por la cercanía, o la nostalgia, o el estar hurgando en sentimientos que había dejado que se asentaran en calma por el bienestar de todos, pero al mirarlo el único impulso que sentía era el de besarlo.
No lo haría, porque no quería echar a perder nada. Cerró los ojos y suspiró. Terminó alargar la mano libre y sujetarlo por la barbilla para acercarlo y besar su mejilla, luego pegó su frente a la de él. - Sabes... 7 años después y sigues siendo la única persona en cuatro continentes que consigue hacerme sentir completamente cómoda y ponerme estúpidamente nerviosa con una pregunta. -Y por un momento pensó que lo haría. Mandar las reservas al carajo y simplemente besarlo y ya, como quería hacerlo, pero la prudencia le pudo más. - Me estoy helando. Necesitamos más leña. - Tenía frío, la manta sobre sus piernas no por decoración, pero esa era su manera de retomar un poco de distancia y dejar de acariciarle la mejilla antes de hacer algo de lo que no pudiera retractarse. Así que se bajó del sillón, descalza y nerviosa, yendo directo a por el atizador junto al fuego.
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
David también hubiera estado bien con una hija pero se alegraba de tener a Angus para no lidiar con dramas adolescentes. De todos modos nadie había dicho que no pudiera volver a convertirse en padre en un futuro, pero uno muy lejano. El licántropo notó que probablemente la había incomodado con lo que había dicho y con la forma en que la tomaba de la mano. ¿Alguna vez iba a dejar de cagarla?. Estaba entrando en un pequeño estado de pánico y alerta hasta que la sintió recargarse contra su brazo. No la había cagado tanto, entonces. Mientras ella seguía rebuscando, David acarició un poco su cabello corto con el brazo contrario. En definitiva le quedaba bien.
David no estaba pensando en ello, en que no la había elegido. Lo que había pasado con Alexina no había sido planeado, se había enamorado de ella sin pensarlo, sin ponerle trabas. Eso no quería decir que lo que había sentido (y sentía) por Jasmine no había sido real, porque lo era. Ella siempre estaba ahí, era cierto, pero no era por eso que la quería como la quería, o que al final de cuentas siempre regresaba a ella. No la quería por su fidelidad, la quería por las muchas fortalezas que tenía. David sabía que tenía una deuda muy grande con ella y no daba todo por sentado. Agradecía que estuviera a su lado, más de lo que podía expresar.
-Supongo que sí. Me alegra que no me hayas echado de tu vida de todos modos. Era un niño y actué sin pensar.-No sabía por qué carajos buscaba justificarse a esas alturas cuando ya no tenía caso. De nuevo tuvo miedo de estarla cagando así que la tomó por la muñeca fuerte para retenerla por si de pronto quería irse de su lado. Se iba a callar la boca de una buena vez. Pero ella no se fue, en vez de eso recibió un beso en la mejilla que le supo demasiado bien.
-Siete años después y sigues siendo la única persona que de verdad me acepta como soy, sin miedo. Y sin ninguna reserva. No es mi intención ponerte nerviosa con nada.-Acarició su mejilla también antes de que se despegara de su frente. Podía sentir algo de tensión en el ambiente pero no creía que fuera sano llevar las cosas por ahí. Había dejado ya de ser un chiquillo hormonal ¿no era así? Tenía que empezar a comportarse más como un hombre y menos como un auténtico imbécil.
La siguió con la mirada mientras se iba hacia la fogata. Era la misma Jasmine de siempre en esencia, o al menos lo era con él y eso era lo que importaba. Bajó la vista también a sus pies descalzos pero su mirada terminó recorriéndola más intensamente de lo que hubiera deseado, de arriba hacia abajo. -Pudiste haber usado la varita para eso. Hay costumbres que no se olvidan, ¿verdad, muggle?-Lanzó la broma porque él también era de esos que no usaban la varita hasta para abrir la maldita puerta que se tenía enfrente.
Dio una calada al cigarrillo que estaba consumiéndose entre sus dedos sin que él lo hubiera aprovechado. Falta de costumbre. -Este fin de semana es luna llena. Frances se quedará con Angus pero no confío mucho en su amor maternal, ¿le echarás un ojo por mi, verdad?
David no estaba pensando en ello, en que no la había elegido. Lo que había pasado con Alexina no había sido planeado, se había enamorado de ella sin pensarlo, sin ponerle trabas. Eso no quería decir que lo que había sentido (y sentía) por Jasmine no había sido real, porque lo era. Ella siempre estaba ahí, era cierto, pero no era por eso que la quería como la quería, o que al final de cuentas siempre regresaba a ella. No la quería por su fidelidad, la quería por las muchas fortalezas que tenía. David sabía que tenía una deuda muy grande con ella y no daba todo por sentado. Agradecía que estuviera a su lado, más de lo que podía expresar.
-Supongo que sí. Me alegra que no me hayas echado de tu vida de todos modos. Era un niño y actué sin pensar.-No sabía por qué carajos buscaba justificarse a esas alturas cuando ya no tenía caso. De nuevo tuvo miedo de estarla cagando así que la tomó por la muñeca fuerte para retenerla por si de pronto quería irse de su lado. Se iba a callar la boca de una buena vez. Pero ella no se fue, en vez de eso recibió un beso en la mejilla que le supo demasiado bien.
-Siete años después y sigues siendo la única persona que de verdad me acepta como soy, sin miedo. Y sin ninguna reserva. No es mi intención ponerte nerviosa con nada.-Acarició su mejilla también antes de que se despegara de su frente. Podía sentir algo de tensión en el ambiente pero no creía que fuera sano llevar las cosas por ahí. Había dejado ya de ser un chiquillo hormonal ¿no era así? Tenía que empezar a comportarse más como un hombre y menos como un auténtico imbécil.
La siguió con la mirada mientras se iba hacia la fogata. Era la misma Jasmine de siempre en esencia, o al menos lo era con él y eso era lo que importaba. Bajó la vista también a sus pies descalzos pero su mirada terminó recorriéndola más intensamente de lo que hubiera deseado, de arriba hacia abajo. -Pudiste haber usado la varita para eso. Hay costumbres que no se olvidan, ¿verdad, muggle?-Lanzó la broma porque él también era de esos que no usaban la varita hasta para abrir la maldita puerta que se tenía enfrente.
Dio una calada al cigarrillo que estaba consumiéndose entre sus dedos sin que él lo hubiera aprovechado. Falta de costumbre. -Este fin de semana es luna llena. Frances se quedará con Angus pero no confío mucho en su amor maternal, ¿le echarás un ojo por mi, verdad?
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
No podía; no podía simplemente decirle algo así y permanecer tan tranquilo, sentado allá de esa forma tan casual . - Es que te das a querer, idiota. - ¿Qué no podía ver lo que ella sentía? Que lo quería hasta donde comenzaba a doler. Lo aceptaba como era, sin reserva, porque no había reserva en lo que sentía cuando lo miraba. No podía decir lo mismo sobre el miedo.
- No importa que no sea tu intención. Es como un don natural e involuntario ese que tienes. – El de ponerla nerviosa con una facilidad que nadie más poseía. De lograr que bajara sus defensas y se abriera sin temor y entonces desarmarla con una sola frase, con una sola mirada. Al alcanzar la chimenea y una vez adquirida la distancia tan necesitada, echó un par de leños más al fuego y tomó aire profundamente. No dejaba de pensar en lo que había hablado con Frances, sobre sacar la cabeza del agua y encontrarle una resolución a todo eso que sentía, y aunque en el momento se había sentido tan confiada y envalentonada cuando lo discutía con ella, en el aquí y el ahora la realidad es que era un manojo de nervios.
- Cállate pulgoso. – Le respondió en el mismo tono de broma aunque sin voltear a verlo, ya con el atizador en la mano y avivando el fuego. Bien podría hacerlo con la varita, era cierto, pero esos escasos metros que la separaban de él en ese instante eran los que la mantenían en una sola pieza y previniendo que hiciera algo precipitado. – Ya sé que es fin de semana de luna llena. Siempre sé cuándo es luna llena. – Decía la verdad. Desde esa noche cuando lo mordieron, desde esa vez que cuando herido no había querido verla, desde esa pelea cuando se había negado rotunda y definitivamente a usar la matalobos. Jasmine había aprendido a hacerla igual. Y estuviera donde estuviera, en Brigantia o donde fuera, viajando o merodeando por los corredores del campus, siempre sabía cuándo había luna llena. Y siempre pensaba en él.
- Claro que iré a verlo. Si se pelea con Per y se mete Fabelo corren todos riesgos de que los saquen al patio a bañarlos con la manguera helada. – Se rio. Adoraba a ese niño. No necesitaba excusa para llegar a casa de los Alechinskys, pero asegurarse que Angus estuviera bien, cuando la luna llena también le alteraba, era algo que haría incluso sin que se lo pidieran. – Hablando de él que bueno que viniste, te quería preguntar ya que viene Navidad, el otro día vi unas escobas miniatura y… – Al voltear a verlo, sintiéndose un poco más serena ahora que Angus era el foco de la conversación, se encontró con la forma tan intensa en que la miraba. La tensión en la habitación acababa de aumentar exponencialmente.
- David Finnerty, ¿estabas viéndome el culo? – Le miró con ojos entrecerrados, apuntándole con el atizador aún en la mano, y terminó por echarse a reír. A reír por puro nervio, porque incluso el aire alrededor se sentía denso, y aunque en su rostro no hubo sonrojos de niña como antes, tenía el corazón latiéndole en la garganta.
Hubo un momento de silencio cuando le miró a los ojos en el que el frío de la habitación dejó de afectarle. Dudó, fue notorio en la forma en que se movió un par de pasos solo para detenerse, hasta que finalmente reunió el coraje para andar de vuelta hacia el sillón, dejando caer el atizador sin cuidado en el camino. Iba a ponerle fin a esto. Tiraba la moneda al aire de una vez por todas, y cayera cara o cruz, necesitaba tener una respuesta.
No dejó de mirarlo en ningún momento cuando, tan dueña de sí misma como se podía encontrar, se subió al sillón, tan cercana a él como podía. Le cubrió la boca antes de que pudiera decir nada, y con la mano que le quedó libre se sujetó a su hombro, ese mismo donde había sido mordido. No iba a cerrar los ojos. No iba a arrepentirse ahora, aunque estuviera a todo efecto, aterrada.
- Tienes cosa de tres segundos para decidir. Si me dices que estoy loca no vuelvo a tocar el tema y seguimos como hasta ahora, sin traumas ni nada. Pero si no dices nada, te voy a besar. Y si te beso no te vuelvo a dejar ir, nunca. Que te quede claro. -
- No importa que no sea tu intención. Es como un don natural e involuntario ese que tienes. – El de ponerla nerviosa con una facilidad que nadie más poseía. De lograr que bajara sus defensas y se abriera sin temor y entonces desarmarla con una sola frase, con una sola mirada. Al alcanzar la chimenea y una vez adquirida la distancia tan necesitada, echó un par de leños más al fuego y tomó aire profundamente. No dejaba de pensar en lo que había hablado con Frances, sobre sacar la cabeza del agua y encontrarle una resolución a todo eso que sentía, y aunque en el momento se había sentido tan confiada y envalentonada cuando lo discutía con ella, en el aquí y el ahora la realidad es que era un manojo de nervios.
- Cállate pulgoso. – Le respondió en el mismo tono de broma aunque sin voltear a verlo, ya con el atizador en la mano y avivando el fuego. Bien podría hacerlo con la varita, era cierto, pero esos escasos metros que la separaban de él en ese instante eran los que la mantenían en una sola pieza y previniendo que hiciera algo precipitado. – Ya sé que es fin de semana de luna llena. Siempre sé cuándo es luna llena. – Decía la verdad. Desde esa noche cuando lo mordieron, desde esa vez que cuando herido no había querido verla, desde esa pelea cuando se había negado rotunda y definitivamente a usar la matalobos. Jasmine había aprendido a hacerla igual. Y estuviera donde estuviera, en Brigantia o donde fuera, viajando o merodeando por los corredores del campus, siempre sabía cuándo había luna llena. Y siempre pensaba en él.
- Claro que iré a verlo. Si se pelea con Per y se mete Fabelo corren todos riesgos de que los saquen al patio a bañarlos con la manguera helada. – Se rio. Adoraba a ese niño. No necesitaba excusa para llegar a casa de los Alechinskys, pero asegurarse que Angus estuviera bien, cuando la luna llena también le alteraba, era algo que haría incluso sin que se lo pidieran. – Hablando de él que bueno que viniste, te quería preguntar ya que viene Navidad, el otro día vi unas escobas miniatura y… – Al voltear a verlo, sintiéndose un poco más serena ahora que Angus era el foco de la conversación, se encontró con la forma tan intensa en que la miraba. La tensión en la habitación acababa de aumentar exponencialmente.
- David Finnerty, ¿estabas viéndome el culo? – Le miró con ojos entrecerrados, apuntándole con el atizador aún en la mano, y terminó por echarse a reír. A reír por puro nervio, porque incluso el aire alrededor se sentía denso, y aunque en su rostro no hubo sonrojos de niña como antes, tenía el corazón latiéndole en la garganta.
Hubo un momento de silencio cuando le miró a los ojos en el que el frío de la habitación dejó de afectarle. Dudó, fue notorio en la forma en que se movió un par de pasos solo para detenerse, hasta que finalmente reunió el coraje para andar de vuelta hacia el sillón, dejando caer el atizador sin cuidado en el camino. Iba a ponerle fin a esto. Tiraba la moneda al aire de una vez por todas, y cayera cara o cruz, necesitaba tener una respuesta.
No dejó de mirarlo en ningún momento cuando, tan dueña de sí misma como se podía encontrar, se subió al sillón, tan cercana a él como podía. Le cubrió la boca antes de que pudiera decir nada, y con la mano que le quedó libre se sujetó a su hombro, ese mismo donde había sido mordido. No iba a cerrar los ojos. No iba a arrepentirse ahora, aunque estuviera a todo efecto, aterrada.
- Tienes cosa de tres segundos para decidir. Si me dices que estoy loca no vuelvo a tocar el tema y seguimos como hasta ahora, sin traumas ni nada. Pero si no dices nada, te voy a besar. Y si te beso no te vuelvo a dejar ir, nunca. Que te quede claro. -
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
David conocía a Jasmine lo suficiente para saber cuando estaba coqueteando y las maneras en que lo hacía. Por esa razón era que sabía que ese no era el coqueteo usual, aunque las palabras pudieran interpretarse de ese modo. Lo que estaba pasando entre ellos era un extraño intercambio de frases honestas que sólo sacaban a relucir lo mucho que se querían y lo inconcluso que había quedado todo entre ellos a pesar de todo. El licántropo no borraría su pasado con Alexina, inclusive su patronus seguía siendo en honor a ella, pero sí se arrepentía de haber actuado mal, de haber lastimado a Jasmine en ese proceso.
Rio por imaginar la escena de Frances echándole agua con la manguera a Fabelo y a su pequeña bestia. Angus podía ser muy tranquilo, pero las noches de luna llena era muy difícil de manejar porque también tenía la enfermedad del lobo. Confiaba en Frances al cien por ciento a pesar de lo que había dicho pero ya tenía tres hijos, no estaba de más que alguien le echara una mano si le dejaba una carga tan difícil.
Al ser atrapado mirándole el trasero, David no pudo evitar volver a reír. No se puso nervioso por haber sido cachado por ella. Sólo volvió a ponerse el cigarrillo entre los labios y encogió los hombros. La miró a los ojos mientras avanzaba sin entender bien por qué se detenía de pronto, se extrañó. Lo último que se le pasaba por la cabeza era precisamente lo que iba a pasar.
La recibió sorprendido, la sorpresa no le impidió que de inmediato dejara el cigarrillo consumirse en la mesita de al lado. Escuchó sus palabras con los ojos bien abiertos y trató de pensarlas bien aunque era casi imposible para él porque la expectativa lo estaba matando. Quería volver a probar sus labios, quería recordar lo que era estar con ella de esa manera y sentir su cabello pelirrojo entre sus dedos otra vez. Pero lo que ella le decía también era demasiado definitivo y en esos momentos no podía tomar decisiones precipitadas. Vivían en una época de paz pero él seguía teniendo muchos estigmas y muchos miedos.
Al final David le retiró la muñeca de su boca con un movimiento suave. La tomó por la nuca y la atrajo hacia él para besarla. El beso fue aumentando de intensidad por diversos factores, uno de ellos era que llevaba soltero cinco años y literalmente no había besado a nadie, el otro era que la extrañaba, que ella era importante para él y que nunca había dejado de pensar que era una chica de ensueño para cualquiera. Al separarse de ella se quedó sin aliento y también sin saber qué decir. No quería que todo saliera mal entre ellos, no otra vez, aunque en parte esa iba a ser solo su responsabilidad, nada más.
-Estás loca.-Le afirmó, pero estaba sonriendo mientras lo hacía. Le recorrió la espalda con la mano en una caricia y después volvió a besarla mientras, aprovechando la soledad, se afianzaba a su trasero.-¿Este es tu plan? ¿Que sea para siempre? Sabes que todo es difícil, conmigo, con Angus…
Rio por imaginar la escena de Frances echándole agua con la manguera a Fabelo y a su pequeña bestia. Angus podía ser muy tranquilo, pero las noches de luna llena era muy difícil de manejar porque también tenía la enfermedad del lobo. Confiaba en Frances al cien por ciento a pesar de lo que había dicho pero ya tenía tres hijos, no estaba de más que alguien le echara una mano si le dejaba una carga tan difícil.
Al ser atrapado mirándole el trasero, David no pudo evitar volver a reír. No se puso nervioso por haber sido cachado por ella. Sólo volvió a ponerse el cigarrillo entre los labios y encogió los hombros. La miró a los ojos mientras avanzaba sin entender bien por qué se detenía de pronto, se extrañó. Lo último que se le pasaba por la cabeza era precisamente lo que iba a pasar.
La recibió sorprendido, la sorpresa no le impidió que de inmediato dejara el cigarrillo consumirse en la mesita de al lado. Escuchó sus palabras con los ojos bien abiertos y trató de pensarlas bien aunque era casi imposible para él porque la expectativa lo estaba matando. Quería volver a probar sus labios, quería recordar lo que era estar con ella de esa manera y sentir su cabello pelirrojo entre sus dedos otra vez. Pero lo que ella le decía también era demasiado definitivo y en esos momentos no podía tomar decisiones precipitadas. Vivían en una época de paz pero él seguía teniendo muchos estigmas y muchos miedos.
Al final David le retiró la muñeca de su boca con un movimiento suave. La tomó por la nuca y la atrajo hacia él para besarla. El beso fue aumentando de intensidad por diversos factores, uno de ellos era que llevaba soltero cinco años y literalmente no había besado a nadie, el otro era que la extrañaba, que ella era importante para él y que nunca había dejado de pensar que era una chica de ensueño para cualquiera. Al separarse de ella se quedó sin aliento y también sin saber qué decir. No quería que todo saliera mal entre ellos, no otra vez, aunque en parte esa iba a ser solo su responsabilidad, nada más.
-Estás loca.-Le afirmó, pero estaba sonriendo mientras lo hacía. Le recorrió la espalda con la mano en una caricia y después volvió a besarla mientras, aprovechando la soledad, se afianzaba a su trasero.-¿Este es tu plan? ¿Que sea para siempre? Sabes que todo es difícil, conmigo, con Angus…
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
Ese breve lapso de tiempo entre que le cubrió la boca y sintió que le sujetaba la muñeca, ella lo sintió como una eternidad. Incluso se encontró apretando la palma contra la cara de David con un poco más de fuerza, sintiendo que de repente se arrepentía de todo y le gritaba ¡cámara escondida! para echarse atrás de la forma menos peor posible. De dónde había cogido el valor para lanzarse así ni ella lo sabía, y aunque no dejaba de escuchar el "ve a por él" de Frances como un zumbido en los oídos, de repente sintió muchísimo miedo, segura de que iba a quedar todo en catástrofe y que lo suyo era el papel de eterna amiga y nada más. Aun así no apartó sus ojos de los de él en ningún momento. Se estremeció al sentir la mano en su nuca. Entonces se dio cuenta que había dejado hasta de respirar por el nerviosismo y la única razón por la que apartó la mirada de la de David fue por bajarla hacia sus labios.
El beso consiguió erizarle la piel, presa de esa extraña mezcla de ansiedad y expectativa y la comprensión de que, efectivamente, estaba pasando. Que el sabor de su boca y la textura de sus labios era nueva y familiar al mismo tiempo, porque habían pasado muchos años desde la última vez que lo había sentido así, pero esa sensación era sólo de él, única e inconfundible. Se encontró respondiendo al ritmo que el marcaba, amoldándose a esa intensidad crecientes, esa que ella sentía con la misma intensidad. No había permanecido sola en todo ese tiempo, pero tenía tanto queriendo estar con él así que una vez sintiéndolo tan cerca, pudiendo sentir su olor y el calor de su cuerpo, irse con mesura y cautela no era una opción.
Se mantuvo con los ojos cerrados al separarse, aunque el que le dijera tal cual que estaba loca le hizo reír de buena gana, tanto por el timing como esa inquietud acumulada que apenas iba encontrando manera de descargarse. - De acuerdo, creo que eso ya quedó establecido. Puedo vivir con ello. - Con la locura. No había abierto aún los ojos porque sentía en los labios todavía un delicioso cosquilleo que parecía extenderse hacia todo su cuerpo. Ahora que David la volvía a besar lo que hizo fue pasar una pierna por encima de él para acomodarse frente a frente y sobre su regazo, con un muslo a cada uno de sus costados.
- Aw, que él cree que tengo un plan. - Porque no, no lo tenía. Sabía que quería y necesitaba ser sincera con él, pero los detalles en lo que se refería a cómo y cuando hacerlo no los tenía. - No no no, tchh. - Le volvió a cubrir la boca. Cuando lo decía de esa manera, "para siempre" y en voz alta, resultaba algo demasiado definitivo e intimidante. Un compromiso demasiado grande, pero si se detenía a pensarlo, era uno que había tomado hacía ya mucho tiempo. Cuando había decidido que pasara lo que pasara, ella iba a quedarse a su lado, como amiga, como lo que fuera.
- No me interesa lo difícil. No me asusta lo difícil. Le escupo en la cara a lo difícil, ¿estamos? - Conocerse a sí misma lo suficiente como para estar segura de era capaz de manejar ese reto le había costado, muchísimo: su cuerpo, sus padres, un ojo, sus sueños. Y el para siempre duraba en realidad un capricho. Los para siempres y los Por toda la vida bien podían extenderse por décadas o semanas. Si algo había aprendido del sobrevivir es que había cosas que no se podían dejar pasar. - Lo vales. Los dos lo valen. - Él y Angus, tampoco le asustaban los "difíciles" con él. Por supuesto que el dejar la cómoda etiqueta de Tía imponía y era algo que había pensado, mucho. Pero el querer a David era querer el paquete completo. No sabía cómo hacer las cosas, sólo sabía que no había nada que no haría por ellos. Que esto era lo que deseaba.
La manera en que le acariciaba la espalda y se aferraba a su trasero era un potente distractor, pero consiguió mantenerse centrada. Apartó la mano con la que le había cubierto la boca y se mordió los labios. - No le tengo miedo a lo difícil y el para siempre si eres tú. Así que creo que puedes decir que sí, es mi plan. Porque eres tú y siempre, siempre, has sido tú... - .
El beso consiguió erizarle la piel, presa de esa extraña mezcla de ansiedad y expectativa y la comprensión de que, efectivamente, estaba pasando. Que el sabor de su boca y la textura de sus labios era nueva y familiar al mismo tiempo, porque habían pasado muchos años desde la última vez que lo había sentido así, pero esa sensación era sólo de él, única e inconfundible. Se encontró respondiendo al ritmo que el marcaba, amoldándose a esa intensidad crecientes, esa que ella sentía con la misma intensidad. No había permanecido sola en todo ese tiempo, pero tenía tanto queriendo estar con él así que una vez sintiéndolo tan cerca, pudiendo sentir su olor y el calor de su cuerpo, irse con mesura y cautela no era una opción.
Se mantuvo con los ojos cerrados al separarse, aunque el que le dijera tal cual que estaba loca le hizo reír de buena gana, tanto por el timing como esa inquietud acumulada que apenas iba encontrando manera de descargarse. - De acuerdo, creo que eso ya quedó establecido. Puedo vivir con ello. - Con la locura. No había abierto aún los ojos porque sentía en los labios todavía un delicioso cosquilleo que parecía extenderse hacia todo su cuerpo. Ahora que David la volvía a besar lo que hizo fue pasar una pierna por encima de él para acomodarse frente a frente y sobre su regazo, con un muslo a cada uno de sus costados.
- Aw, que él cree que tengo un plan. - Porque no, no lo tenía. Sabía que quería y necesitaba ser sincera con él, pero los detalles en lo que se refería a cómo y cuando hacerlo no los tenía. - No no no, tchh. - Le volvió a cubrir la boca. Cuando lo decía de esa manera, "para siempre" y en voz alta, resultaba algo demasiado definitivo e intimidante. Un compromiso demasiado grande, pero si se detenía a pensarlo, era uno que había tomado hacía ya mucho tiempo. Cuando había decidido que pasara lo que pasara, ella iba a quedarse a su lado, como amiga, como lo que fuera.
- No me interesa lo difícil. No me asusta lo difícil. Le escupo en la cara a lo difícil, ¿estamos? - Conocerse a sí misma lo suficiente como para estar segura de era capaz de manejar ese reto le había costado, muchísimo: su cuerpo, sus padres, un ojo, sus sueños. Y el para siempre duraba en realidad un capricho. Los para siempres y los Por toda la vida bien podían extenderse por décadas o semanas. Si algo había aprendido del sobrevivir es que había cosas que no se podían dejar pasar. - Lo vales. Los dos lo valen. - Él y Angus, tampoco le asustaban los "difíciles" con él. Por supuesto que el dejar la cómoda etiqueta de Tía imponía y era algo que había pensado, mucho. Pero el querer a David era querer el paquete completo. No sabía cómo hacer las cosas, sólo sabía que no había nada que no haría por ellos. Que esto era lo que deseaba.
La manera en que le acariciaba la espalda y se aferraba a su trasero era un potente distractor, pero consiguió mantenerse centrada. Apartó la mano con la que le había cubierto la boca y se mordió los labios. - No le tengo miedo a lo difícil y el para siempre si eres tú. Así que creo que puedes decir que sí, es mi plan. Porque eres tú y siempre, siempre, has sido tú... - .
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
La sensación familiar embargó al licántropo. No quería pecar de ególatra pero en ese momento sintió a Jasmine tan suya que pudo haber afirmado que jamás habían dejado de quererse, ni siquiera aunque ella hubiera estado con otras personas durante todos esos años.
David no lo consideraba una cosa del destino, se rehusaba a que así fuera porque eso significaría que la muerte de Alexina y la muerte de Eugenie habían sido pasos naturales para que volviera a estar con la pelirroja y no lo quería pensar así, porque entonces se sentiría tremendamente culpable. Él tampoco tenía ningún plan y por dentro incluso se preguntó si había sido buena idea hacer caso a sus impulsos, si no estaba equivocándose. No quería que nadie saliera lastimado, no porque no confiara en él mismo, ya había madurado, sino porque aquello no resultara.
-Sé que no te asusta lo difícil. Antes pensaba que tenía que protegerte de todo, pero ahora tengo claro que no necesitas la protección de nadie. Eres demasiado.-Aquello último había pretendido ser un halago pero no sabía si había sido lo suficientemente claro con lo que quería decir. La consideraba una persona excepcional, que había luchado demasiado y no solo había sobrevivido, sino que había intentado por todos los medios hacer algo de su vida. Él sin Angus no sabía a dónde hubiera ido a parar, nada hubiera sido suficiente. El cachorro era como su milagro.
Volvió a besarla después de sus últimas palabras. Veía un panorama complicado. En cuanto Angus cumpliera 7 u 8 la luna llena iba a ser intolerable para él, iba a empezar a convertirse. Y él, por su parte, también iba a ser una bestia para siempre. Para soportar esas circunstancias se necesitaba ser alguien fuerte, o alguien que estuviera resignado a ello. En cambio, Jasmine lo aceptaba con convicción, sin imposición. David no podría pagar jamás eso.
La besó con tranquilidad. Sus manos acariciaron su nuca. De manera involuntaria buscó hundir sus dedos en su cabello largo pero al no encontrar más que su piel se le dibujó una sonrisa contra su boca, como en los viejos tiempos. Acarició su cara y dejó que el beso se fuera haciendo más profundo. Su olor lo invadía, un aroma que conocía bien y que adoraba, que siempre lo había sentir tranquilo y como en casa.
No era muy dado a las palabras, nunca había sido particularmente buen conversador, mucho menos cuando se sentía excitado y hasta un poco eufórico. -Me agrada tu plan, entonces, echémoslo a andar.-Fue lo que se le ocurrió decir antes de empezar un nuevo, aunque tenía que llevarse las cosas tranquilas por el lugar en el que estaban. Antes de cualquier cosa, antes de seguir en cualquier paso del plan, a David le pareció importante aclarar algunos puntos.
-Ya no soy el de antes, Jasmine. Te lo prometo.-Quería decirle que ya no iba a comportase nunca como un patán, que no iba a cometer los mismos errores. Le acarició las mejillas antes de darle otro beso fugaz.
David no lo consideraba una cosa del destino, se rehusaba a que así fuera porque eso significaría que la muerte de Alexina y la muerte de Eugenie habían sido pasos naturales para que volviera a estar con la pelirroja y no lo quería pensar así, porque entonces se sentiría tremendamente culpable. Él tampoco tenía ningún plan y por dentro incluso se preguntó si había sido buena idea hacer caso a sus impulsos, si no estaba equivocándose. No quería que nadie saliera lastimado, no porque no confiara en él mismo, ya había madurado, sino porque aquello no resultara.
-Sé que no te asusta lo difícil. Antes pensaba que tenía que protegerte de todo, pero ahora tengo claro que no necesitas la protección de nadie. Eres demasiado.-Aquello último había pretendido ser un halago pero no sabía si había sido lo suficientemente claro con lo que quería decir. La consideraba una persona excepcional, que había luchado demasiado y no solo había sobrevivido, sino que había intentado por todos los medios hacer algo de su vida. Él sin Angus no sabía a dónde hubiera ido a parar, nada hubiera sido suficiente. El cachorro era como su milagro.
Volvió a besarla después de sus últimas palabras. Veía un panorama complicado. En cuanto Angus cumpliera 7 u 8 la luna llena iba a ser intolerable para él, iba a empezar a convertirse. Y él, por su parte, también iba a ser una bestia para siempre. Para soportar esas circunstancias se necesitaba ser alguien fuerte, o alguien que estuviera resignado a ello. En cambio, Jasmine lo aceptaba con convicción, sin imposición. David no podría pagar jamás eso.
La besó con tranquilidad. Sus manos acariciaron su nuca. De manera involuntaria buscó hundir sus dedos en su cabello largo pero al no encontrar más que su piel se le dibujó una sonrisa contra su boca, como en los viejos tiempos. Acarició su cara y dejó que el beso se fuera haciendo más profundo. Su olor lo invadía, un aroma que conocía bien y que adoraba, que siempre lo había sentir tranquilo y como en casa.
No era muy dado a las palabras, nunca había sido particularmente buen conversador, mucho menos cuando se sentía excitado y hasta un poco eufórico. -Me agrada tu plan, entonces, echémoslo a andar.-Fue lo que se le ocurrió decir antes de empezar un nuevo, aunque tenía que llevarse las cosas tranquilas por el lugar en el que estaban. Antes de cualquier cosa, antes de seguir en cualquier paso del plan, a David le pareció importante aclarar algunos puntos.
-Ya no soy el de antes, Jasmine. Te lo prometo.-Quería decirle que ya no iba a comportase nunca como un patán, que no iba a cometer los mismos errores. Le acarició las mejillas antes de darle otro beso fugaz.
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
Cerró los ojos y se pegó más a él al perderse en ese beso, sintiendo la firmeza de su pecho contra los de ella y adelantando sus caderas un poco más hacia las de él, provocando un estremecimiento que subió por su columna. Le sonrió de vuelta cuando lo sintió hacer lo mismo contra su boca, y mientras el beso iba aumentando intensidad metió una mano debajo de la camisa del licántropo. Recorrió su costado muy lentamente y acarició su abdomen lentamente mientras iba descubriendo el tacto de su piel y el relieve de algunas cicatrices que no conocía aún, pero quería hacerlo. Fue discreta en como lo tocaba, no iba a desnudarlo en plena sala de convivencia y aunque el cuerpo le pedía con insistencia volver a mecer sus caderas contra las suyas se contuvo, o lo intento, sin mucha convicción siendo honesta, porque deliberadamente había buscado ese roce una vez más, de forma lenta y sinuosa.
Iba a responderle de seguir explorando el plan cuando lo escuchó. Dejó de tocarlo, porque le parecía importante que no hubiera distracciones cuando colocó la otra mano en su mejilla lo miró a los ojos enamorada como estaba, de verdad, sintiendo un enorme peso menos en sus hombros al poder hacerlo sin tener que fingir que no pasaba nada. Se rio un poco al mismo tiempo que le acarició el rostro y fue delineando los ángulos de su quijada con la punta de sus dedos hasta detenerse en sus labios. Cualquier cosa que hubiera pasado había quedado atrás. Se negaba a vivir pensando si acaso podría hacerle lo mismo de nuevo o a que cualquier inseguridad que le provocara el fantasma de Eugenie le carcomiera.
- No necesitas prometerme nada. Además de follarme cada que yo te lo diga, quiero decir, eso sí prométemelo. ¿Lo prometes? Yo lo prometo, follarte cada que quieras. - Entornó los ojos aunque no con desdén, sino con una sonrisa sugerente en los labios.
- Ninguno somos quienes éramos antes, y eso está bien. - Porque reconocía parte de su culpa, no en la infidelidad, pero sí en muchas de las tensiones que habían quedado entre ellos después. Ella también había sido una niña que había tenido que madurar mucho para llegar hasta donde estaba. - Oye, hoy por hoy eres la persona más importante para mí. Y te quiero demasiado. - Cualquiera que no los conociera podría encontrar precipitado que lo dijera así y con tanta certeza. Pero eran años enteros de alimentar ese sentimiento. No había estado sola todos esos años, había formado lazos muy intensos con otras personas, pero con David siempre había sido distinto. No esperaba que le respondiera que él también lo hacía en ese instante, o que incluso lo sintiera con tanta intensidad. De todas formas acababa de decirle que nunca iba a volver a dejarlo ir y que su plan era estar con él para siempre, independientemente de lo que el para siempre durara. No hacía otra cosa más que decirlo ahora de frente y sin rodeos. No se estaría apresurando a entrar en su vida (y la de Angus) de esa forma si no estuviera convencida de que no era un crush nostálgico y ya. Estaba dispuesta a todo. Lo aceptaba todo. Lo arriesgaba todo también.
Por un instante temió que al escucharla decidiera que era demasiado para él en esos momentos, pero era parte de lo que le había dicho, que él seguía siendo la única persona con la capacidad de hacerla abrirse por completo y mantenerla en un hilo al mismo tiempo. Se bajó de sus piernas para ponerse en pie, aunque de todas formas volvió a inclinarse sobre él, apoyando las manos en las rodillas del lobo, para hablarle al oído. - Como sea, deberíamos seguir esta conversación en otro lado, o voy a manchar tu reputación en este mismo sillón en cosa de nada. - Al decírselo le atrapó el lóbulo del oído en la boca y deslizó una mano hacia arriba por su muslo, lentamente. No fue hasta que pudo mirarlo a los ojos que colocó la mano entre sus piernas, sintiéndolo por encima de la ropa, curvando sus labios en una media sonrisa.
Iba a responderle de seguir explorando el plan cuando lo escuchó. Dejó de tocarlo, porque le parecía importante que no hubiera distracciones cuando colocó la otra mano en su mejilla lo miró a los ojos enamorada como estaba, de verdad, sintiendo un enorme peso menos en sus hombros al poder hacerlo sin tener que fingir que no pasaba nada. Se rio un poco al mismo tiempo que le acarició el rostro y fue delineando los ángulos de su quijada con la punta de sus dedos hasta detenerse en sus labios. Cualquier cosa que hubiera pasado había quedado atrás. Se negaba a vivir pensando si acaso podría hacerle lo mismo de nuevo o a que cualquier inseguridad que le provocara el fantasma de Eugenie le carcomiera.
- No necesitas prometerme nada. Además de follarme cada que yo te lo diga, quiero decir, eso sí prométemelo. ¿Lo prometes? Yo lo prometo, follarte cada que quieras. - Entornó los ojos aunque no con desdén, sino con una sonrisa sugerente en los labios.
- Ninguno somos quienes éramos antes, y eso está bien. - Porque reconocía parte de su culpa, no en la infidelidad, pero sí en muchas de las tensiones que habían quedado entre ellos después. Ella también había sido una niña que había tenido que madurar mucho para llegar hasta donde estaba. - Oye, hoy por hoy eres la persona más importante para mí. Y te quiero demasiado. - Cualquiera que no los conociera podría encontrar precipitado que lo dijera así y con tanta certeza. Pero eran años enteros de alimentar ese sentimiento. No había estado sola todos esos años, había formado lazos muy intensos con otras personas, pero con David siempre había sido distinto. No esperaba que le respondiera que él también lo hacía en ese instante, o que incluso lo sintiera con tanta intensidad. De todas formas acababa de decirle que nunca iba a volver a dejarlo ir y que su plan era estar con él para siempre, independientemente de lo que el para siempre durara. No hacía otra cosa más que decirlo ahora de frente y sin rodeos. No se estaría apresurando a entrar en su vida (y la de Angus) de esa forma si no estuviera convencida de que no era un crush nostálgico y ya. Estaba dispuesta a todo. Lo aceptaba todo. Lo arriesgaba todo también.
Por un instante temió que al escucharla decidiera que era demasiado para él en esos momentos, pero era parte de lo que le había dicho, que él seguía siendo la única persona con la capacidad de hacerla abrirse por completo y mantenerla en un hilo al mismo tiempo. Se bajó de sus piernas para ponerse en pie, aunque de todas formas volvió a inclinarse sobre él, apoyando las manos en las rodillas del lobo, para hablarle al oído. - Como sea, deberíamos seguir esta conversación en otro lado, o voy a manchar tu reputación en este mismo sillón en cosa de nada. - Al decírselo le atrapó el lóbulo del oído en la boca y deslizó una mano hacia arriba por su muslo, lentamente. No fue hasta que pudo mirarlo a los ojos que colocó la mano entre sus piernas, sintiéndolo por encima de la ropa, curvando sus labios en una media sonrisa.
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
David echó el cuerpo hacia delante como consecuencia de los movimientos de cadera de Jasmine. Le parecía iluso pensar que seguía siendo la chiquilla que había conocido en Hogwarts, cuando ninguno de los dos tenía gran cosa de experiencia.
Pero lejos de verse provocado por celos de algún tipo, se sintió intrigado por lo que Jasmine habría ganado a lo largo de los años en esa materia. Sería muy idiota de su parte pretender que no se había acostado con quien le diera la gana y más idiota sentirse incómodo por eso. Ambos habían hecho sus vidas, ahora lo que les correspondía era mostrarse mutuamente lo ganado en el camino.
Rodeó su pequeña cintura con las dos manos. El licántropo pensó que podría quebrarla si quería, que por lo menos seguía siendo manejable, aunque su cuerpo era más apetecible que nunca en ese momento. Le habría quitado la ropa ahí mismo, en la sala de convivencia y de paso hubiera matado al alma que se atreviera a interrumpir.
David no había pretendido que despertar su nostalgia terminara en eso, no se lo había esperado, pero se alegraba mucho del camino que había adquirido toda esa situación.
-Esa promesa es muy fácil de cumplir. Demasiado fácil, ¿es una trampa?-Apenas y podía articular palabra correctamente, su respiración ya estaba agitada y sus manos ya no paraban de recorrer el cuerpo de Jasmine una vez tras otra.
-Pero te lo prometo.-Le buscó la boca al ver esa sonrisa que ponía. Era una Jasmine diferente, una versión que no esperaba conocer pero que se alegraba que ahora estuviese frente a él y para él.
El licántropo se puso serio con lo que Jasmine le dijo, aunque su seriedad no le impidió seguirla tocando. -Yo también te quiero, Jasmine. Y lo sabes.-Aunque había cometido muchos errores la quería demasiado, como ella decía. Por eso se esforzaría por hacerlo bien, porque todo saliera bien para ella y para Angus. No pensó que fuera una declaración que fuera demasiado, pero si lo conmovió su sinceridad y que estuviera siendo tan abierta con él en ese momento.
-Llévame a tu habitación.-Le dijo mientras arqueaba involuntariamente su espalda al sentir la mano de Jasmine sobre su pantalón. La tomó del brazo porque si mantenía ese ritmo no iba a poder detenerse estuvieran donde estuvieran. Quería ver su habitación, no había entrado a ella desde hacía muchos años, bajo ninguna circunstancia. -Antes de que no me controle más.
Pero lejos de verse provocado por celos de algún tipo, se sintió intrigado por lo que Jasmine habría ganado a lo largo de los años en esa materia. Sería muy idiota de su parte pretender que no se había acostado con quien le diera la gana y más idiota sentirse incómodo por eso. Ambos habían hecho sus vidas, ahora lo que les correspondía era mostrarse mutuamente lo ganado en el camino.
Rodeó su pequeña cintura con las dos manos. El licántropo pensó que podría quebrarla si quería, que por lo menos seguía siendo manejable, aunque su cuerpo era más apetecible que nunca en ese momento. Le habría quitado la ropa ahí mismo, en la sala de convivencia y de paso hubiera matado al alma que se atreviera a interrumpir.
David no había pretendido que despertar su nostalgia terminara en eso, no se lo había esperado, pero se alegraba mucho del camino que había adquirido toda esa situación.
-Esa promesa es muy fácil de cumplir. Demasiado fácil, ¿es una trampa?-Apenas y podía articular palabra correctamente, su respiración ya estaba agitada y sus manos ya no paraban de recorrer el cuerpo de Jasmine una vez tras otra.
-Pero te lo prometo.-Le buscó la boca al ver esa sonrisa que ponía. Era una Jasmine diferente, una versión que no esperaba conocer pero que se alegraba que ahora estuviese frente a él y para él.
El licántropo se puso serio con lo que Jasmine le dijo, aunque su seriedad no le impidió seguirla tocando. -Yo también te quiero, Jasmine. Y lo sabes.-Aunque había cometido muchos errores la quería demasiado, como ella decía. Por eso se esforzaría por hacerlo bien, porque todo saliera bien para ella y para Angus. No pensó que fuera una declaración que fuera demasiado, pero si lo conmovió su sinceridad y que estuviera siendo tan abierta con él en ese momento.
-Llévame a tu habitación.-Le dijo mientras arqueaba involuntariamente su espalda al sentir la mano de Jasmine sobre su pantalón. La tomó del brazo porque si mantenía ese ritmo no iba a poder detenerse estuvieran donde estuvieran. Quería ver su habitación, no había entrado a ella desde hacía muchos años, bajo ninguna circunstancia. -Antes de que no me controle más.
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
- ¿No se te ocurre que eso sea lo que quiero? - El no poder controlarse, porque sentirlo moverse así, ansioso mientras su cuerpo respondía como lo tocaba, era una victoria personal y planeaba disfrutarla en toda su extensión. Era verdad, no era ni por lejos la niña que el recordaría. David había sido la primera persona con la que había estado de ese modo, y entre ese entonces y el ahora sentía que había pasado una eternidad.
Sustuvo su mirada por un momento observándolo a detalle, porque no recordaba la última vez que lo había tenido tan cerca de ella, aún y si el cosquilleo que comenzaba a recorrer todo su cuerpo no hacía otra cosa más que apurarle a continuar. Se detuvo en la líneas de su rostro, en el ángulo de su quijada que tanto le gustaba y la manera en que su ceño se fruncía si la veía con demasiada intensidad. Lo quería, lo quería demasiado. Tal como era, con todas sus virtudes y faltas y retos, y no tener que callárselo más le causaba una sensación de euforia vertiginosa que no podía, ni quería, controlar.
Lo volvió a besar más insistente, necesitando aún más de él y su sabor. Lo sujetó por la nuca y aunque él la sostuviera por el brazo para hacerla detenerse siguió provocándole por un instante, tan solo por lo que ese beso duró. Retuvo su labio entre los dientes por un segundo y entonces se irguió.
No iba a marcharse sin más y dejar sus cosas ahí abandonadas, eso ni hablar. Ni su bolso ni las que David había traído consigo. Echó todo dentro de su bolsa de forma apresurada y desordenada y lo tomó de la mano para guiarlo. Para alguien tan pequeña, más comparada con él, la fuerza con la que tiró de él para instarlo a pararse y seguirla en ese instante fue bastante.
El trayecto le pareció eterno, no mentía, porque el tener que andar hasta allá, escabulléndose entre los pasillos de noche estaba alargando la expectación, y eso hacía que su excitación creciera aún más. Había pensado en mandar todo al diablo y dejarse arrinconar contra uno de los muros de lo mucho que quería sentirlo de una vez, pero la madurez le había servido para, por lo menos, no ceder a ese impulso demente, que por muy tentador que le resultara no sería lo más conveniente ni inteligente.
Cuando al fin llegaron a su puerta lo tomó por las trabillas de su pantalón y lo acercó aún más a ella de ser posible, volviendo a besarlo mientras buscaba a ciegas el picaporte. De noche dejaba las gruesas cortinas de su ventana abierta, porque prefería la vista nocturna y porque de cualquier forma, de noche casi nunca estaba ahí, así que aunque la la habitación fuera algo oscura, se alcanzaba a distinguir bien lo que era, y lo mucho que hablaba de quien era Jasmine ahora. También lo hacían las fotografías que adornaban la pared que daba a su cama, las mágicas y las que no lo eran, las que contaban la historia de sus nuevos viajes y sus viejas historias preferidas (muchas en las que el licántropo aparecía). No había calderos en uso en su escritorio pero aún así la habitación era cálida, y el aroma avainillado del incienso y aceites perfumados era algo que se hizo presente al instante.
- Ya cumplí. - Dijo al cerrar la puerta tras ellos. Estando a solas con él en su habitación era como tener 16 de nuevo, nada más lejano a la realidad, a su aquí y ahora. - Ahora tú puedes dejar de controlarte. -
Sustuvo su mirada por un momento observándolo a detalle, porque no recordaba la última vez que lo había tenido tan cerca de ella, aún y si el cosquilleo que comenzaba a recorrer todo su cuerpo no hacía otra cosa más que apurarle a continuar. Se detuvo en la líneas de su rostro, en el ángulo de su quijada que tanto le gustaba y la manera en que su ceño se fruncía si la veía con demasiada intensidad. Lo quería, lo quería demasiado. Tal como era, con todas sus virtudes y faltas y retos, y no tener que callárselo más le causaba una sensación de euforia vertiginosa que no podía, ni quería, controlar.
Lo volvió a besar más insistente, necesitando aún más de él y su sabor. Lo sujetó por la nuca y aunque él la sostuviera por el brazo para hacerla detenerse siguió provocándole por un instante, tan solo por lo que ese beso duró. Retuvo su labio entre los dientes por un segundo y entonces se irguió.
No iba a marcharse sin más y dejar sus cosas ahí abandonadas, eso ni hablar. Ni su bolso ni las que David había traído consigo. Echó todo dentro de su bolsa de forma apresurada y desordenada y lo tomó de la mano para guiarlo. Para alguien tan pequeña, más comparada con él, la fuerza con la que tiró de él para instarlo a pararse y seguirla en ese instante fue bastante.
El trayecto le pareció eterno, no mentía, porque el tener que andar hasta allá, escabulléndose entre los pasillos de noche estaba alargando la expectación, y eso hacía que su excitación creciera aún más. Había pensado en mandar todo al diablo y dejarse arrinconar contra uno de los muros de lo mucho que quería sentirlo de una vez, pero la madurez le había servido para, por lo menos, no ceder a ese impulso demente, que por muy tentador que le resultara no sería lo más conveniente ni inteligente.
Cuando al fin llegaron a su puerta lo tomó por las trabillas de su pantalón y lo acercó aún más a ella de ser posible, volviendo a besarlo mientras buscaba a ciegas el picaporte. De noche dejaba las gruesas cortinas de su ventana abierta, porque prefería la vista nocturna y porque de cualquier forma, de noche casi nunca estaba ahí, así que aunque la la habitación fuera algo oscura, se alcanzaba a distinguir bien lo que era, y lo mucho que hablaba de quien era Jasmine ahora. También lo hacían las fotografías que adornaban la pared que daba a su cama, las mágicas y las que no lo eran, las que contaban la historia de sus nuevos viajes y sus viejas historias preferidas (muchas en las que el licántropo aparecía). No había calderos en uso en su escritorio pero aún así la habitación era cálida, y el aroma avainillado del incienso y aceites perfumados era algo que se hizo presente al instante.
- Ya cumplí. - Dijo al cerrar la puerta tras ellos. Estando a solas con él en su habitación era como tener 16 de nuevo, nada más lejano a la realidad, a su aquí y ahora. - Ahora tú puedes dejar de controlarte. -
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
Para David, la marcha a la habitación de Jasmine también se le hizo bastante larga, pero no importó porque ahora sabía ser paciente. No era el mismo David que era capaz de follar en la calle si se encontraba con ganas, a menos que la situación lo mereciera, pero no quería meter en problemas a Jasmine dentro de la misma universidad, en especial tan temprano.
David estaba emocionado como un niño de todos modos. La idea de tener una nueva relación con ella le parecía digna de ello y no se molestaba en ocultar que estaba contento y que por ella sonreía de la manera en que lo hacía en esos momentos. Le emocionaba que las cosas fueran como nuevas, porque aunque ya había estado con ella antes, ahora sus vidas y sus personalidades eran diferentes, ella hasta tenía un nuevo corte de cabello.
El licántropo pudo haber agradecido a todos los dioses habidos y por haber en el instante en el que llegaron a su habitación. La tomó por la cintura cuando lo jaló y la besó. Estaba desesperado por ponerle las manos encima y descubrir todo lo que había nuevo en ella, además de recordar lo que ya conocía.
Si hubiera estado más al pendiente de su entorno, su habitación lo hubiera sorprendido más. Nunca se hubiera imaginado que Jasmine tuviera ahora un lado tan lúgubre a comparación de la Jasmine que había conocido en Hogwarts y que había sido su mejor amiga durante años. Pero su cuerpo no dejaba que su cabeza procesara nada, por lo que le dio exactamente igual la decoración y la iluminación. Tenía una cama, perfecto, era lo único que necesitaba. Y hasta un escritorio, doble perfecto, eso también le iba a caer bien.
Su respuesta a las impertinencias de Jasmine fue arrinconarla contra el escritorio. Terminó eligiendo ese como el primer lugar porque tenía la altura correcta. La tomó por la cintura y la sentó en él mientras se hacía espacio entre sus piernas y se pegó a ella para que sintiera que estaba duro y que ella era la única culpable. Lo primero que hizo fue quitarle el pesado sueter que le parecía la cosa más estorbosa que hubiera tocado nunca en toda su vida.
No le quitó el sostén, solamente lo desplazó lo suficiente hacia arriba para lamer sus pechos, deleitándose con su firmeza mientras sus dedos la acariciaban todavía por encima del pantalón, que desabrochó segundos después para meter la mano dentro de su ropa interior, así buscó a tientas su humedad. No quería apresurar de más las cosas pero sentirla así estaba volviéndolo loco, una sensación que también disfrutaba, quería escucharla suplicarle que la penetrara, que se la comiera o lo que ella deseara.
David estaba emocionado como un niño de todos modos. La idea de tener una nueva relación con ella le parecía digna de ello y no se molestaba en ocultar que estaba contento y que por ella sonreía de la manera en que lo hacía en esos momentos. Le emocionaba que las cosas fueran como nuevas, porque aunque ya había estado con ella antes, ahora sus vidas y sus personalidades eran diferentes, ella hasta tenía un nuevo corte de cabello.
El licántropo pudo haber agradecido a todos los dioses habidos y por haber en el instante en el que llegaron a su habitación. La tomó por la cintura cuando lo jaló y la besó. Estaba desesperado por ponerle las manos encima y descubrir todo lo que había nuevo en ella, además de recordar lo que ya conocía.
Si hubiera estado más al pendiente de su entorno, su habitación lo hubiera sorprendido más. Nunca se hubiera imaginado que Jasmine tuviera ahora un lado tan lúgubre a comparación de la Jasmine que había conocido en Hogwarts y que había sido su mejor amiga durante años. Pero su cuerpo no dejaba que su cabeza procesara nada, por lo que le dio exactamente igual la decoración y la iluminación. Tenía una cama, perfecto, era lo único que necesitaba. Y hasta un escritorio, doble perfecto, eso también le iba a caer bien.
Su respuesta a las impertinencias de Jasmine fue arrinconarla contra el escritorio. Terminó eligiendo ese como el primer lugar porque tenía la altura correcta. La tomó por la cintura y la sentó en él mientras se hacía espacio entre sus piernas y se pegó a ella para que sintiera que estaba duro y que ella era la única culpable. Lo primero que hizo fue quitarle el pesado sueter que le parecía la cosa más estorbosa que hubiera tocado nunca en toda su vida.
No le quitó el sostén, solamente lo desplazó lo suficiente hacia arriba para lamer sus pechos, deleitándose con su firmeza mientras sus dedos la acariciaban todavía por encima del pantalón, que desabrochó segundos después para meter la mano dentro de su ropa interior, así buscó a tientas su humedad. No quería apresurar de más las cosas pero sentirla así estaba volviéndolo loco, una sensación que también disfrutaba, quería escucharla suplicarle que la penetrara, que se la comiera o lo que ella deseara.
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
Se aferró a é con fuerza al encontrarse arrinconada, con su respiración ya entrecortada, muriendo porque la tocara. En cualquier otra circunstancia, o tratándose de cualquier otra persona a la que hubiera llevado a su habitación con fines similares, su escritorio hubiera quedado tajantemente prohibido ya que, con franqueza, valoraba más sus pociones y calderos que cualquier polvo inconsecuente a media noche. No obstante, si se trataba de David, como si lo siguiente que escuchara fueran todos sus frascos de cristal rompiéndose poco le importaría y nada iba a apartar su mente del pensamiento tan fuerte de tenerlo ahí con ella, de que eran sus manos las que la tocaban, de sentirlo así de excitado entre sus piernas.
El hechizo insonorizador en las paredes existía con el propósito de evitarle a sus vecinos lidiar con los pormenores de explosiones imprevistas, pero se aprovechaba por completo de la ventaja de no tener que preocuparse por si alguien más los escuchaba o no. Apenas y tuvo oportunidad de asimilar que estaba sin camisa frente a él, como no había pasado en muchísimo tiempo, cuando la sensación de su boca sobre sus pechos le golpeó de lleno. Se aferró con una mano al borde de la mesa y la otra la hundió en su cabello negro, arquéandose cuando la tocaba.
Ella también se apresuró a sacarle la camisa, aunque para ello tuviera que apartar la mano de entre sus piernas. Le gustaba poder verlo así, de una manera que nunca antes había podido hacer. Que la oscuridad en esa habitación no era por dramatismo gratuito. Le era más cómoda, era cierto, pero gracias a ella podía verlo ahora con una claridad, con una atención hasta el último detalle que antes no había percibido, ni siquiera cuando tenía sus dos ojos sanos. Buscaba reconocer su cuerpo y al mismo tiempo redescubrirlo, sus hombros más anchos y las últimas cicatrices, las más frescas y las que tenían ya años de antigüedad pero que aún no conocía.
Lo tomó por la mano hasta llevarlo de nuevo por adentro de su ropa interior sin soltarlo mientras lo hacía tocarla y llenarse los dedos de su humedad. Lo hacía sin prisas, aunque no de una manera suave. Quería que lo sintiera en su totalidad, lo mojada que estaba, más si se abría de piernas para poder sentirlo con mayor cercanía, aún con los pantalones puestos.
- Eso es por ti, ¿lo sientes? Quiero que me comas ahora. - Se lo dijo mirándole a los ojos, sintiendo que se perdía en ellos, sin poder resistirse a sujetarlo por la nuca y volver a besarlo con urgencia, con ese mismo calor que él causaba entre sus piernas. Era intoxicante su cercanía y sentía, que ahora que volvía a tenerlo, nunca volvería a saciarse de él.
El hechizo insonorizador en las paredes existía con el propósito de evitarle a sus vecinos lidiar con los pormenores de explosiones imprevistas, pero se aprovechaba por completo de la ventaja de no tener que preocuparse por si alguien más los escuchaba o no. Apenas y tuvo oportunidad de asimilar que estaba sin camisa frente a él, como no había pasado en muchísimo tiempo, cuando la sensación de su boca sobre sus pechos le golpeó de lleno. Se aferró con una mano al borde de la mesa y la otra la hundió en su cabello negro, arquéandose cuando la tocaba.
Ella también se apresuró a sacarle la camisa, aunque para ello tuviera que apartar la mano de entre sus piernas. Le gustaba poder verlo así, de una manera que nunca antes había podido hacer. Que la oscuridad en esa habitación no era por dramatismo gratuito. Le era más cómoda, era cierto, pero gracias a ella podía verlo ahora con una claridad, con una atención hasta el último detalle que antes no había percibido, ni siquiera cuando tenía sus dos ojos sanos. Buscaba reconocer su cuerpo y al mismo tiempo redescubrirlo, sus hombros más anchos y las últimas cicatrices, las más frescas y las que tenían ya años de antigüedad pero que aún no conocía.
Lo tomó por la mano hasta llevarlo de nuevo por adentro de su ropa interior sin soltarlo mientras lo hacía tocarla y llenarse los dedos de su humedad. Lo hacía sin prisas, aunque no de una manera suave. Quería que lo sintiera en su totalidad, lo mojada que estaba, más si se abría de piernas para poder sentirlo con mayor cercanía, aún con los pantalones puestos.
- Eso es por ti, ¿lo sientes? Quiero que me comas ahora. - Se lo dijo mirándole a los ojos, sintiendo que se perdía en ellos, sin poder resistirse a sujetarlo por la nuca y volver a besarlo con urgencia, con ese mismo calor que él causaba entre sus piernas. Era intoxicante su cercanía y sentía, que ahora que volvía a tenerlo, nunca volvería a saciarse de él.
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
Que se abriera de piernas para él era un detalle que lo enloquecía y que pensara que lo único que los separaba era tela, lo enloquecía aún más. No paraba de enumerar en su cabeza la gran cantidad de cosas que quería hacerle en ese momento, las maneras en que quería follársela, en dónde quería lamerla, chuparla, tocarla.
Gimió contra su boca al sentir lo mojada que estaba y su orden le llegó a la cabeza con el impacto de choques eléctricos. Hambriento como si estuviera de cacería bajo la luna llena, bajó sus pantalones con todo y su ropa interior.
Era casi animal, pero se le hacía agua la boca de observar su perfecto coño expuesto ante él. Se arrodilló agradeciendo también que la mesa esa estuviera a buena altura y acarició sus piernas. No hubo mucho juego previo, aunque pudo haberse demorado más, en realidad estaba tan hambriento de ella que fue directo a acariciarla con la lengua, llenándose de golpe de su sabor.
Empezó a lamer despacio y a un ritmo lento, pero entre más se llenaba de ella, entre más saboreaba su humedad, más sentía ganas de intensificar los movimientos de su lengua. Tenía ganas de decirle que era deliciosa, que toda ella lo era, pero ni siquiera se detuvo para hacer eso, siguió concentrado en su tarea mientras apretaba la carne de sus piernas y sentía que su erección comenzaba a estorbarle dentro de los pantalones.
Había muchas cosas en juego con Jasmine y lo sabía muy bien, pero si no se arriesgaban a eso y a que todo iba a salir bien en esa ocasión ¿qué les quedaba? ¿qué sería de ellos si decidían que iban a tener miedo todo el tiempo, no sólo de la maldición de un mortífago, sino de hacer lo que querían hacer?
Mientras estaba ahí, arrodillado ante ella, entre sus piernas, comiéndosela, no había nada más que importara en el contexto, no había conflictos, ni líos emocionales, solo el poderoso placer que le provocaba sentirla en sus labios.
Gimió contra su boca al sentir lo mojada que estaba y su orden le llegó a la cabeza con el impacto de choques eléctricos. Hambriento como si estuviera de cacería bajo la luna llena, bajó sus pantalones con todo y su ropa interior.
Era casi animal, pero se le hacía agua la boca de observar su perfecto coño expuesto ante él. Se arrodilló agradeciendo también que la mesa esa estuviera a buena altura y acarició sus piernas. No hubo mucho juego previo, aunque pudo haberse demorado más, en realidad estaba tan hambriento de ella que fue directo a acariciarla con la lengua, llenándose de golpe de su sabor.
Empezó a lamer despacio y a un ritmo lento, pero entre más se llenaba de ella, entre más saboreaba su humedad, más sentía ganas de intensificar los movimientos de su lengua. Tenía ganas de decirle que era deliciosa, que toda ella lo era, pero ni siquiera se detuvo para hacer eso, siguió concentrado en su tarea mientras apretaba la carne de sus piernas y sentía que su erección comenzaba a estorbarle dentro de los pantalones.
Había muchas cosas en juego con Jasmine y lo sabía muy bien, pero si no se arriesgaban a eso y a que todo iba a salir bien en esa ocasión ¿qué les quedaba? ¿qué sería de ellos si decidían que iban a tener miedo todo el tiempo, no sólo de la maldición de un mortífago, sino de hacer lo que querían hacer?
Mientras estaba ahí, arrodillado ante ella, entre sus piernas, comiéndosela, no había nada más que importara en el contexto, no había conflictos, ni líos emocionales, solo el poderoso placer que le provocaba sentirla en sus labios.
David Finnerty- Mensajes : 88
Fecha de inscripción : 21/11/2014
Re: Recordando el pasado [Jasmine]
Por supuesto que sabía, y de sobra, todo lo que había en juego al atreverse a dar ese paso. Las cartas con que jugaban ambos, una larguísima historia - tan larga como todos esos años que tenían de conocerse - llena de reuniones y distanciamientos, y otra lista de temores interminables, ya no solo los que cargaban cada uno como personas, sino el también esos que tenían que ver con hacer funcionar eso que se estaba desenvolviendo ahí entre ellos. No obstante, Jasmine estaba convencida que, por su parte, no había nada que no fuera capaz de hacer por él, desde lo más inocente hasta lo más cuestionable. Que una parte de sí misma siempre le había pertenecido, siempre había sido de él aunque todo a su alrededor cambiara, aunque ellos mismos se volvieran seres distintos.
En ese momento le pertenecía por completo, suya como nadie, y la expectativa estaba matándola lentamente. Sus manos lo recorrían cada vez con mayor intensidad mientras la besaba, hambrienta de él como nunca se había sentido, y apenas atinó a quitarse propiamente el sostén antes de que terminara de desnudarla. Un estremecimiento entero la recorrió mientras lo observaba arrodillarse y se mordió los labios, alargando un poco su mano para poder tocarlo.
El gemido que escapó de sus labios al sentirlo por primera vez fue suave, justo como el ritmo que él marcaba. No cerro los ojos ni apartó la mirada, porque le gustaba verlo así entre sus piernas, apretando sus muslos y escuchando como su respiración se agitaba. No pensaba en nada ni en nadie más que él; en David y sus manos, en David y su lengua, en David y lo mucho que había deseado estar con él por tantísimo tiempo.
Aquel estupor en el que se encontraba, de respiración entrecortada y piel sonrosada se tornaba más frenético y agresivo mientras él aumentaba de ritmo. La mano con que había estado acariciandole la cabeza terminó por enterrarse en su cabello oscuro. Se echó hacia atrás cuando el placer que le causaba lo que hacía se volvía demasiado y se apoyó sobre sus codos para quedar erguida aunque fuera un poco y poder seguir viéndole.
Gimió su nombre como nunca había hecho y si cerró los ojos por un momento fue porque todo lo que sentía se intensificaba, porque se sentía demasiado cerca de ese fin que estaba persiguiendo y que él le estaba haciendo alcanzar.
El orgasmo barrió con ella con fuerza. Las piernas le temblaban y al haber buscado sujetarse de la mesa a ciegas y con torpeza escuchó que algo había tumbado al suelo, algún libro o caldero vacío por el sonido seguramente pero no le importó. Sonreía, incluso se rio un poco mientras ella misma se acariciaba con suavidad y se erguía para buscarlo. - Deberías llevarme a la cama. Ahora mismo. Porque necesito follarte hasta no poder más... - Tocarlo, besarlo, sentirlo dentro y llenándola, todo a la vez y sin ningún orden. Porque en ese momento, en ese instante, él era lo único que necesitaba.
En ese momento le pertenecía por completo, suya como nadie, y la expectativa estaba matándola lentamente. Sus manos lo recorrían cada vez con mayor intensidad mientras la besaba, hambrienta de él como nunca se había sentido, y apenas atinó a quitarse propiamente el sostén antes de que terminara de desnudarla. Un estremecimiento entero la recorrió mientras lo observaba arrodillarse y se mordió los labios, alargando un poco su mano para poder tocarlo.
El gemido que escapó de sus labios al sentirlo por primera vez fue suave, justo como el ritmo que él marcaba. No cerro los ojos ni apartó la mirada, porque le gustaba verlo así entre sus piernas, apretando sus muslos y escuchando como su respiración se agitaba. No pensaba en nada ni en nadie más que él; en David y sus manos, en David y su lengua, en David y lo mucho que había deseado estar con él por tantísimo tiempo.
Aquel estupor en el que se encontraba, de respiración entrecortada y piel sonrosada se tornaba más frenético y agresivo mientras él aumentaba de ritmo. La mano con que había estado acariciandole la cabeza terminó por enterrarse en su cabello oscuro. Se echó hacia atrás cuando el placer que le causaba lo que hacía se volvía demasiado y se apoyó sobre sus codos para quedar erguida aunque fuera un poco y poder seguir viéndole.
Gimió su nombre como nunca había hecho y si cerró los ojos por un momento fue porque todo lo que sentía se intensificaba, porque se sentía demasiado cerca de ese fin que estaba persiguiendo y que él le estaba haciendo alcanzar.
El orgasmo barrió con ella con fuerza. Las piernas le temblaban y al haber buscado sujetarse de la mesa a ciegas y con torpeza escuchó que algo había tumbado al suelo, algún libro o caldero vacío por el sonido seguramente pero no le importó. Sonreía, incluso se rio un poco mientras ella misma se acariciaba con suavidad y se erguía para buscarlo. - Deberías llevarme a la cama. Ahora mismo. Porque necesito follarte hasta no poder más... - Tocarlo, besarlo, sentirlo dentro y llenándola, todo a la vez y sin ningún orden. Porque en ese momento, en ese instante, él era lo único que necesitaba.
Jasmine Hartmann- Mensajes : 140
Fecha de inscripción : 19/11/2014
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