¿Te atreves? | Ellie

Había ido a primera hora al ministerio de Magia y descubrió encima de su escritorio una notificación para investigar un negocio en el Callejón Knockturn. Era sábado y el día se presentaba tranquilo pero de igual modo ni se quitó la larga capa negra, tal como llegó cogió el retablo de pergamino, cercioró que llevaba en sus bolsillos la varita y salió en dirección al Callejón Diagón usando uno de los trasladores que había en la recepción del ministerio. Diez segundos después apareció en el Caldero Chorreante, saludó a un par de magos que conocía con un escueto y seco movimiento de cabeza antes de avanzar hacia la salida posterior del local.

Presionó los ladrillos adecuados en un acto mecánico y mientras se redistribuían los ladrillos, miró a los lados, subiéndose la capucha de la capa negra. Cuando se descubrió ante él la mayor calle comercial mágica continuó su camino hacía el callejón más apartado, sorteando al resto de magos y brujas que empezaban el día. En verdad, Reghan era tan arisco con la sociedad que ni una mirada agradable dedicó a nadie porque merecía de más su atención. Disminuyó su paso en cuanto vislumbró el callejón y saco del bolsillo delantero de su impecable traje negro, una pitillera de plata en cuya tapa estaban grabadas sus iniciales, extrajo un cigarrillo de mezcla turca y llevó el pitillo hasta sus labios para prender el extremo con un conjuro que invocó con su varita.

Una calada y continuó el camino hasta el callejón pero justo cuando iba adentrarse, percibió por el rabillo del ojo el inconfundible halo de una semiveela. Paró en seco y giró lentamente la cabeza hasta vislumbrar los rasgos de Ellie Morgan. Estuvo indeciso por una fracción de segundo mientras miraba el interior de Knockturn pero terminó ladeando la cabeza de nuevo hacia ella y se acercó con aquella sonrisa medio ladeada, ciertamente misteriosa porque era casi un milagro ver aquella mueca en sus labios. Cuanto variaban aquella rama de los Breen de la otra medio liberal y casada con muggles - Morgan, dichosos los ojos qué te ven. Creo que la última vez fue en el cumpleaños de mi madre y ya hace bastante - la miró de arriba abajo sin más expresión en su rostro que la semisonrisa - ¿Tienes prisa o me prestas algunos minutos para ponernos al día? - calmado y sosegado prosiguió - Si te atreves a acompañarme a Knockturn, por supuesto.

Tendió la mano con el único fin de estrechar la mano de la rubia en un gesto firme pero suave, delicado por ser mujer. Tras ello regresó la mano al bolsillo delantero de su pantalón y propinó una nueva calada a su cigarrillo, llevando con la homologa el pitillo hasta sus labios. Expulsó el humo con parsimonia siguiendo con los orbes azules la dirección de la semiveela y la comisura de sus labios se tensaron ligeramente hacia la derecha en aprobación por el atrevimiento de la chica. Los Morgan eran gente adinerada como la de su familia así que no tenía mucha idea de que esperarse de Ellie pero al verla cruzar entre un mendigo y la señora con la serpiente, Reghan pensó que tal vez había prejuzgado a la muchacha mal todos aquellos años.

Antes de seguirla, comprobó que nadie los seguía echando una ojeada a los lados y bajó la capucha para seguir a la rubia hacia el interior de Knocktun. Llegó junto a ella y expulsó el humo hacia arriba de la última calada para lanzar la colilla a uno de los laterales del callejón, junto el vagabundo - ¿Quién dice que no estoy trabajando? - era habitual que Reghan respondiera preguntas con otras preguntas entrando en un círculo vicioso pero ya era común en su rutina. No era hombre de explicar a nadie cuanto hacía o dejaba de hacer, su trabajo era su vida y por eso recelaba de explicar más información de la cuenta pero aún así, Ellie iba a venirle perfectamente bien para la misión de aquel día. Reghan era así movido por interés, si bien algo despertaba su curiosidad raudo tragiversaba sus propios sentimientos para hacer de aquella curiosidad algo útil y beneficioso.

Ellie estudiaba pociones o eso creía recordar de las conversaciones superfluas de su madre pero había confirmado sus sospechas cuando ella misma afirmó que debía buscar algunos ingredientes - Pero también hago descansos. Conozco un sitio perfecto para conseguir todo cuanto necesitas para tus pociones. Te acompañaré - claro que omitió que precisamente esa era su misión, investigar si había tráfico ilegales de ingredientes prohibidos en el Callejón Knocturn. Un hombre solo daría cierta sospechas pero acompañado de una encantadora semiveela, las cosas serían distintas - Porque… ¿Estudias pociones, verdad? - cuanto menos explicara de que iban a hacer, mejor, pues menos sospechas levantarían. Hablaba de memoria mientras caminaba hacia uno de los callejones más apartados, estrechos y oscuros, guiando a la rubia. Paró al final del callejón y se giró hacia ella - ¿Recuerdo mal o tienes un hijo? - aún que lo tuviera era una de esas madres dignas de admiración por dos lados, uno por su increíble belleza (aunque era cosa de sus genes) y otra porque era capaz de combinar ambas cosas.

Miró a su alrededor una vez más como costumbre sistemática y avanzó hacia la rubia con aquella media sonrisa maldita plasmada en los labios provocada por el gesto hacia el posible ladrón y su maldita insinuación de si se quedaba a mirar. Tal vez si se hubiera quedado a mirar sus formas pero desgraciadamente estaba en horario laboral así que sin dilación acotó la distancia que los separaba y pegado a la chica por la estrechez del callejón, la miró a los ojos antes de contestar con las mismas evasivas que ella había empleado minutos atrás - ¿Me estás interrogando Morgan? - pero necesitó apuntar algo más sobre su ex carrera de pociones porque no pensaba dejar el tema en el aire como si fuera un mero desertor sin criterio ni voluntad porque más bien era todo lo contrario - Estoy harto de las tradiciones familiares. ¿Tu no? Hago cuanto me plazca no cuanto dicten - y así había sido. Cursó el primer años por satisfacer a sus padres pero a la larga se dio cuenta que no servía para pasarse toda la vida creando pociones o comercializando con ellas, se le daban bien pero prefería usar hechizos contra la gente y una forma elegante (así como legal) de hacerlo era ser auror. Una buena manera de liberar tensiones y Reghan acumulaba demasiado genio en su interior.

- En cuanto a tu incentivo por colaboración, podemos discutir más tarde los términos pero se basará en tu buena actuación - tras dejar fluir el comentario en la oscuridad del callejón, Reghan alargó la mano y ladeó la cabeza, propinando con los nudillos un golpe con la mano en la madera para llamar la atención de los traficantes. Era un hombre calculador pero estaba improvisando sobre la marcha, astuto como lobo viejo podía sacar de una contrariedad tres planes B’s con asombrosa agilidad mental claro que cagaba su brillante intelecto cuando se comportaba como un auténtico gilipollas aunque aquel día estaba de buen humor, tal vez se debiera al halo místico de su acompañante. Tardaron dos segundos en abrir la puerta y un mago alto con nariz aguileña se asomó por la pequeña obertura.

- ¿Qué queréis?

- Mi novia quiere comprar ingredientes para sus pociones - recitó con total naturalidad y como si en verdad se creyera el asunto - Nos han dicho que aquí encontraríamos cuanto buscábamos aunque ya es cliente habitual. Yo solo la acompaño

El hombre echó una mirada a la semiveela, primero de arriba abajo pero luego se centró en su rostro y tal vez aquellas hebras plateadas obnubilaron su raciocinio justo pero se hizo a un lado dejándolos pasar al pequeño almacén con los ingredientes para pociones de todo tipo, legal e ilegal. Reghan cogió la mano de la semiveela y entró con ella con gesto tranquilo, sosegado como si en verdad solo estuvieran de compras como una pareja más.

- ¿Qué necesitabas, cariño? - y mientas hablaba, echó un vistazo a todo los materiales - Tu lista era larga… ¿Cómo se llamaba aquel producto que no encontrabas en ningún lado? - y esperaba que captara su pregunta como una manera de que la chica soltara cualquier ingrediente de aire ilegal, la consideraba lista (más si estudiaba pociones) así que a esa altura ya podía imaginarse que hacían allí. De todos modos, ya que era una redada, podía aprovechar y pedir cuanto quisiera que saldría gratis. Ventajas de ir con un auror en misión.

Reghan era demasiado solitario como para tener un compañero o compañera que siempre lo acompañara en las misiones. Era lobo solitario, habituado a moverse por el mundo mágico o muggle sin más compañía que la propia y es que en realidad, el rubio no necesitaba a nadie más. Trabajaba mucho mejor sin depender de las decisiones de otro auror o apelar a una hipotética unión mental para esperar las reacciones idóneas de un igual por eso se sorprendió al encontrarse cómodo en aquel ambiente trabajando de cierta forma con Ellie. La dejó ir cuando ella soltó su mano con cuidado y siguió por el rabillo del ojo sus movimientos mientras hacía ver que inspeccionaba la tienda. Tratando con traficantes nunca podía estar seguro y menos las reacciones del hombre, llegados a ese punto no serían para nada previsibles así que mantenía la vigilancia por si debía intervenir con un certero hechizo.

Sin embargo la chica actuó de forma impecable, usando sus encantos mágicos para hechizar al hombre de nariz aguileña y pelo canoso que observó a la chica con aquella devoción propia de los embrujados por la belleza onírica de las semiveelas. Incluso Breen necesitó cerrar los ojos y sacudir la cabeza, recordándose que aquella era una misión importante como para no caer hipnotizado con aquella fina voz casi melódica. Por parte del mago, bueno, aquel poder era casi mejor que el veritaserum. Reghan posó los orbes azules en el hombre esperando su confesión que no tardó en llegar.

- El más fresco de todos para ti, encanto

Una sonrisa falsa volvió a formarse en el rostro de Reghan quien avanzó hasta donde estaba la chica, poniendo con delicadeza a mano en su hombro para retirarla con un movimiento suave hacia atrás como acción previsora. El mago intento tocar el rostro de la muchacha pero Breen atajó su gesto colocando de forma firme la mano contra su muñeca y en un movimiento brusco, no comparable con el usado con Ellie, tiró el hombre hacia atrás poniéndose entre ambos con el rostro frío, usando una de aquellas miradas lacerantes que tenía bien amaestrada tras años de uso.

- Se mira pero no se toca. Soy celoso con mi chica - firme y rotundo, casi daba miedo con aquella voz tranquila pero a la vez intimidante. Tal vez se debiera a que además del tono empleado no dejaba de observar al hombre como lobo pendiente de atacar a una presa débil - Su hígado - ordenó como colofón final.

El hombre desapareció casi de forma inmediata y Reghan se permitió unos segundos para girar hacia Ellie dedicándole una expresión más relajada. La observó durante unos instantes a los ojos y asintió como aprobación a su excelente participación - ¿Tienes la lista de lo qué necesitas? La de verdad. No la inventada - caminó unos pasos y se inclinó para susurrarle a la oreja a fin de que si había algún oído curioso no llegaran a interceptar cuanto debía decir - Considéralo parte de mi deuda contigo.

No había terminado la frase que el mago regresó con un frasco lleno de hígado. Reghan se separó lentamente de Ellie como si acabara de darle un beso en el cuello y se giró hacia el brujo - Enseñeselo. Lo quiere bien fresco y es exigente con sus compras

Había memorizado alguno de los ingredientes de la lista de Ellie y empezó a rebuscar entre los estantes mientras dejaba que la chica volviera a acercarse al canoso brujo para examinar el frasco con el hígado de centauro. La nariz aguileña lanzó una mirada reprobatoria a Breen por andar rebuscando donde no tocaba pero Reghan solo se giró con una ceja enarcada en un claro indicio que ya podía decir misa que solo estaba ahorrando un tiempo precioso a los tres. El hombre tampoco pareció darle demasiada importancia al gesto o quedó de nuevo obnubilado por la belleza de la chica porque regresó los ojos negros a la semiveela para admirarla con una sonrisa mientras escuchaba las preguntas de Ellie asintiendo mientras las comprendía. Necesitó varios segundos  el brujo para procesar la información y salir del embotamiento mental en el que estaba asumido, Reghan fue hasta ellos con un par de frascos pequeños que contenía los ingredientes de la lista de Ellie y los dejó con fuerza (pero sin romperlos) sobre una pequeña mesa que había junto a ellos.

- El más fresco que podrás encontrar en el mercado - empezó a confesar el hombre con la facilidad de un reo bajo veritaserum - Cazado esta mañana en los Alpes Suizos de una manada poco concurrida. Solo habían un pocos ejemplares aunque ahora quedan menos - y río con su ocurrencia mientras Reghan anotaba en su cabeza cada palabra dicha y confesada por el brujo. En un gesto de claro interés por la historia del hombre, el rubio se colocó detrás de la chica y leyó por encima de su hombro los dos siguientes nombre de la lista pero como tenía problemas para leer bien, pasó el brazo por encima del hombro y robó el trozo de pergamino de las manos de Ellie - Me hubiera gustado participar en la caza pero ya estoy viejo, se ocupan unos magos que nos traen los productos a primera hora.

- ¿Muy temprano? - acotó el rubio mientas buscaba ancas de ranas molidas entre los estantes hasta hallar el inconfundible polvo que llevó junto a las demás cosas de Ellie - ¿Cómo a qué hora? Porque es importante para que su poción funcione a la perfección calcular la hora en que fue cazado el centauro.

- Llegan sobre las siete de la mañana. Los cazan de noche porque los Centauros prefieren la noche para salir

- Entonces cariño  - se acercó a ella para devolverle la nota con sus ingredientes - que es perfecto para tu brebaje. ¿Tienen también sangre de unicornio?

Tras vacilar unos segundos, el hombre miró a la chica encantadora y atraído por su belleza, incapaz de hacer frente a aquella incoherencia que brotaba a cada mirada decidió contestar a pesar que aquella pregunta era demasiado comprometida como ir contestándola a un par de magos jóvenes que iban a hacer sus compras a Knockturn.

- Mañana a primera hora nos llega. Si quieren pasarse.

- Por supuesto que me pasaré - sonrisa maldita y el rubio avanzó unos pasos hacia las estanterías que el hombre tenía detrás suyo. Los unicornios eran animales prohibidos y cualquier daño infringido a su naturaleza pura estaba penado en los estatutos mágicos. Reghan aprovechó que estaba detrás del hombre para lanzarle un obliviate que lo tendría confundido unos minutos  (además de borrarle la visita) y miró a Ellie con toda la naturalidad del mundo - Buen trabajo. ¿Necesitas algo más? Puedes aprovechar antes de irnos.

No sabía a que se refería con el termino loco pero Reghan solo se encogió de hombros y miró a la chica esperando que se decidiera entre las dos opciones dadas: a) dejar las cosas o b) tomarlas. Personalmente, Reghan prefería la segunda pero tan solo porque había invertido tiempo y esfuerzo en reunir cada ingrediente de la lista para ella como pago por su buena intervención en el caso. La chica empezó a recoger los frascos para añadirlos a una cesta que encontró con una rapidez admirable desde la perspectiva de Breen. Mientras la semiveela se puso manos a la obra, el auror se apoyó el pared con las manos en el bolsillo de su pantalón y esperó hasta que ella salió de la tienda con una tranquilidad que contrastaba con el momento. Estaba tan acostumbrado a trabajar en aquel tipo de casos que aunque notara la emoción del momento pronto se disolvía en su habitual apatía por el mundo, nada terminaba de llenar a Reghan porque nada era suficientemente interesante para saciar su exigente satisfacción.

Una última ojeada al pobre hombre hechizado y confundido antes de separar su espalda de la pared. No hizo ningún tipo de ritual al llegar al umbral tan solo salió, ocupándose de cerrar la puerta tras ellos, lanzó una mirada general para cerciorarse que nadie había visto como salían de la tienda y siguió a Ellie a cierta distancia sin demorarse porque no veía la necesidad de correr. ¿Quién iba a enterarse? El hombre ya no recordaría ni desayuno así que menos la belleza etérea de Morgan, no iba a delatarlos de momento. Pero a la cuadra, Ellie se paró para girar sobre si misma y encararlo con el único fin de empujar su hombro a la par que soltaba una retahíla de preguntas que por poco hace carcajear a Breen pero el rubio contuvo las ganas solo para cogerla de la muñeca en un gesto ágil y firme mientras la miraba a los ojos completamente serio, ocupándose de no dejar ni una marca rojiza en su piel pálida. La jaló para que quedara más cerca de él y se inclinó para susurrarle a rostros bastante juntos - Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón - y la soltó delicadamente, dedo a dedo antes que entrara en colera porque estaba haciendo de un grano de arena, la cordillera de los Alpes.

- Es gratificante saber que para ti ha sido un juego pero no, es mi trabajo - prosiguió cerca de ella aunque manteniendo cierta distancia caballerosa aunque no quería levantar demasiado la voz por si había cualquier tipo de oído indiscreto - ¿Sabes qué en este momento sería tu palabra y la mía contra la suya? Además, ¿de qué me sirve uno solo si podemos hacernos con toda la red? Solo hay que ser paciente y astuto, esperar a mañana y cogerlos con la mercancía en las manos. ¿Hay más preguntas o podemos ir a tomar un café? - levantó una ceja y se separó para sacar la pitillera plateada y extraer un cigarrillo turco, dejó el pitillo entre los labios y ofreció la caja a la chica -¿Gustas?

Usando el dedo índice y corazón como apoyo, cogió el cigarrillo de la semiveela de sus labios para llevarlo hasta los suyos junto el pitillo propio. Invocó una pequeña llama en el extremo de la varita y encendió los dos cigarrillos dando varias caladas seguidas y dejó escapar el humo por la comisura de los labios mientras volvía a agarrar el cigarro de la chica para tenderselo ya encendido, no creía que tuviera asco al gesto. Sonrío sin apartar el pitillo propio de sus labios ante la mención de las cafeterías de Knockturn. No conocía ninguna ni legal ni ilegal parecía que los residenes del callejón no eran fanáticos de las relaciones sociales entre ellos como si repelieran los cafés y los tés propios de la Inglaterra profunda. En verdad Reghan se refería a ir a algo más confortable y elegante, más para Ellie y menos para tipos como él pero de todos modos iba a dejar que pensara en locales que exigian el sacrificio de una rata como pago de entrada.

Estaba a punto de poner rumbo hacia Diagón cuando Ellie sacó un tema particularmente delicado. Reghan se giró hacia la rubia mientras quitaba el cigarrillo de sus labios para encarar las facciones etereas de Morgan. Breen siempre caracterizado por su sinceridad y directo como pocos, expulsó el humo hacía arriba y miró a la chica a los ojos con la verdad por delante - Podría engañarte pero no serviría de nada, eres demasiado inteligente como para burlarme. Me acerqué por interés pero en verdad, me ha gustado bastante nuestra actuación allí dentro - acotó la distancia que los separaba, caminando unos pasos hacia la rubia - ahora te invitó honradamente a un café en un sitio decente, uno de esos que tanto éxito tienen en Diagón. Sin doble intenciones - aunque con él nunca se sabía. En realidad muchas veces ni él mismo comprendía porque hacía las cosas, su mente era demasiado compleja para sacar una conclusión o un motivo tangible.

- Pero de todos modos debes tomarte mi uso como un halago. Por dos motivos - alzó los dos dedos - El primero, estoy admitiendo que tu eres más buena que yo en pociones y eso que no suelo anteponer la inteligencia de una semidesconocida a la mía. El segundo, logicamente yo no hubiera sido capaz de conquistar al traficante con mis encantos - se encogió de hombros quitando hierro al asunto y empezó a caminar, esperando que ella lo siguiera hacia diagón - Hacemos buen equipo. Replanteate ser auror - cruzó justo donde estaba el mismo mendigo pidiendo dinero que minutos atrás y salieron hacia Diagón más concurrida que antes. Miró a los lados para cerciorarse una vez más que nadie los seguía y esperó a que la rubia llegara a su altura con aquella tranquilidad y pausa digna de admiración.

Podía hacerse una idea de cómo era trabajar ante un caldero humeante. Durante años pensó que aquella sería su vida pero más tarde se dio cuenta que no, en verdad, no era más que una imposición que sus padres habían metido en su cabeza desde pequeño así que optó por seguir su intuición y no parecía irle para nada mal. Era auror más de campo que de oficina y de hecho, pese a que tenía buena letra y organización, odiaba estar detrás de un escritorio. Tal vez por eso nunca hubiera sido buen pocionista, era tranquilo pero poco paciente, necesitaba acción para sentirse vivo. No, definitivamente ese era su lugar, tratar con maleantes como el que había dejado atrás y descubrir la red de tráfico como harían a la mañana siguiente con otros compañeros. Lanzar algún hechizo potente que derribara a los oponentes y sentirse lleno al usar su varita para algo más practico que un "alohomora".

- Creo que puedo llegar a entenderlo – hizo un gesto con la cabeza, empujando con suavidad la espalda de la rubia con la palma de la mano para que la chica lo siguiera hacia la heladería Florean Fortescue porque era la única que conocía que además de helados servían otro tipo de bebidas aunque desde luego no era su local preferido. En cuanto dio el ligero empujón apartó la mano porque no era hombre de invadir espacios personales, fue un mero gesto galán para guiarla hacia el local pero Reghan había intuido incomodidad cuando encendió casi sin pensárselo los dos cigarros a la vez. No le dio mayor importancia porque no creía haber cruzado ninguna línea ni evidente ni ficticia pero si apuró el cigarro antes de llegar a la heladería para lanzarle un evanesco a la colilla y abrir la puerta a la chica mientras expulsaba el humo hacia arriba.

- Estoy pensando… - murmuró mientras entraba tras ella tras dejar cerrar la puerta a sus espaldas. Miró las mesas y buscó una de las más apartadas solo porque odiaba escuchar las conversaciones ajenas, más mezclarse con la gente. Caminó hacia una que estaba en la esquina, cerca de la ventana que daba a la calle Diagón pero completamente aislada del resto por una plata que había en medio – ¿Por qué tú me has podido interrogar? –no ofreció la silla porque no creía que Ellie fuera de ese tipo de mujer. Reghan solo quitó la capa que llevaba sobre sus hombros para dejarla en el respaldo de la silla y a su vez la americana del traje, quedando tan solo con la camisa blanca. Luego tomó asiento – Habíamos quedado que nada de preguntas –o al menos había quedado latente en sus mensajes y preguntas – Ahora me toca a mi ejercer de auror. No fueras a ser una doble espía que trabaja para el gobierno Suizo. Nunca me cayeron bien los suizos – ladeó la cabeza y la miró a los ojos sopesando la pregunta - ¿Te ha gustado, verdad? –y se refería a su incursión en la tienda.  

La miró hacer  con tranquilidad mientras pasaba una mano por toda la línea de la mandíbula hasta cerrar la mano sobre sus labios, con su sonrisa de lobo flaco cuando la rubia mencionó lo que hacía falta mucho más para emocionarla. Una sonrisa lenta ante la mención de pedir algo y giró la cabeza para llamar la atención de una de las camareras aunque él ya sabía de antemano que iba a pedir, no le hacía falta mirar la carta para ello. De hecho, hizo un gesto a la camarera para que fuera a atenderlos justo antes que Ellie mencionara aquella pregunta. Giró lentamente la cabeza hasta posar los orbes azules sobre los claros de ella y sopeso la pregunta.

- Claro que puede aburrirte. ¿Pero no es mejor esto que estar ordenando un puñado de papeles? -  todo era cuestión de prioridades. Podía estar en un despacho o en la calle. Prefería ser auror de campo que de oficina – Siempre puedes buscar la forma de hacer interesante la misión – mantenía los ojos fijamente en ella, en aquella actitud intimidante e inaccesible – Como hoy. ¿Para qué hacerlo solo cuando he podido invitarte a la partida? ¿No ha sido interesante? Por lo menos has salido de detrás de un caldero humeante. A veces, variar y probar cosas nuevas no es tan malo Ellie. Solo tienes que dejarte llevar.

Paró un segundo cuando la camarera se acercó y sonrío. Reghan fue claro y conciso, quería un café doble solo y sin ningún edulcorante. La chica anotó en la libretita y esperó la comanda de la rubia mientras Reghan desviaba los ojos hacia la calle, viendo a pasar a magos y brujas a sus tareas en el Callejón Diagón. En sí, la vida era aburrida. Por lo menos para Reghan que necesitaba algo que despertara a su mente del aburrimiento, una meta o un fin, un cambio en su vida. Algo por lo que poner en marcha su cabeza con planes ingeniosos y es que no era alguien aburrido, aunque pudiera parecer a simple vista, era un hombre demasiado intenso en todo cuanto hacía. Desde el inicio hasta el fin. La vida sencilla no estaba hecha para él. En cuanto la camarera se fue, devolvió la mirada a su acompañante.

- La vida sencilla puede ser muy cómoda pero eso no te satisface. No a mí. Tampoco a ti, lo vi en tus ojos. Disfrutaste y aunque prefieras las pociones, te gustaría volverlo a repetirlo. ¿Verdad que te apuntarías?