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Epifanía {Ellie}

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Epifanía {Ellie} Empty Epifanía {Ellie}

Mensaje por Andrei Kosztka Lun Dic 01, 2014 1:51 pm



Rojo. De repente naranja. Y a veces amarillo. Colores que se iban disipando en un firmamento donde la noche quería caer, lentamente, para acabar cubriéndolo todo de un color azul profundo que, tarde o temprano, dejaría ver las numerosas estrellas y sus constelaciones. La materia de estudio de aquellos que frecuentaban ese lugar por prácticas, se basaba en la observación de la trayectoria de los astros en el cielo. Alguna vez una amiga suya le había hecho la famosa Carta Astral, con muchas fallas cabe decir, pues nada de lo que había dicho era mínimamente cercano a lo que le acontecía. No obstante, había sido interesante ver el proceso de elaboración de esas hojas llenas de simbolismos ya no tan extraños para él. Su amiga, ahora localizada quién sabe dónde, le había contado la historia de una de las constelaciones menos visibles pero más interesantes según ella en ese observatorio universitario. Se trataba de una hilera de siete estrellas que hacían una especie de curva. Los antiguos griegos le habían puesto el nombre de la Corona de Ariadna –ahora era más común llamarla Corona Borialis–. La leyenda contaba que Ariadna, la hija del rey Minos, tenía una hermosa corona. En algún punto de la vida de la princesa, Dionisio, al ver la hermosura de la joven mortal, quiso casarse con ella y, para poder hacerlo, tuvo que disfrazarse como un mortal. Pidió la mano al dey de Minos pero Ariadna se negó porque creía demasiado bajo casarse con un simple mortal cuando ya había estado con un semidios, Teseo. No obstante, Dionisio le confesó que era un dios, lo cual la princesa no creyó, más para probarlo, Dionisio tomó la corona de Ariadna y la lanzó al cielo donde tomó la forma de la constelación. Ariadna se mostró complacida por aquél acto y entonces aceptó el matrimonio.

Andrei, acostado sobre una frazada, justo debajo del enorme hueco que se dejaba abierto para el estudio del firmamento, observaba exactamente esa rara constelación y su forma coronaria. No, en efecto no creía que el mito fuera cierto, pero le provocaba nostalgia la anécdota tomando en cuenta que estaba solo ahí, sin una amiga estudiosa que, para evitar que la dejara sola en un lugar tan lúgubre como ese, se daba aires de Scherezada y le contaba los mil y un cuentos que ella se sabía de memoria. Quizá uno de sus favoritos era el mito de Perséfone y Hades, pero no era lo mismo recordar la historia que saber que la había escuchado de voz de una oradora extraordinaria que no sólo sabía demasiado, sino que tenía el don de convertir la historia y los mitos en algo interesante. Muchos podrían haberse preguntado qué hacía el árbitro de la Hermandad Bélica ahí observando cómo el crepúsculo se tomaba sus últimos segundos de vida para dar paso a la noche. Quien lo conociera posiblemente darían con que estaba descansando ahí porque era el lugar más tranquilo y menos frecuentado, perfecto para meditar y pasar el tiempo sin las molestas preguntas de estudiantes nuevos o las intervenciones de muchachitas perdidas. Prefería estar ahí, comiendo uvas mientras dejaba pasar el tiempo, dejando de pensar en todo. Pensando en nada.

Noches atrás había tenido un último contacto con Ellie Morgan y, a partir de esa noche, se había hecho a la idea de no volver a pensar en ella. Por otro lado, la mesera, de nombre Epifany, había servido varios días para lograr que el trago fuese menos amargo. Para su suerte, la muchacha no buscaba una relación estable, sino más bien alguien con quién divertirse que no fuesen estudiantes universitarios. Así que no tenía vínculo alguno con ella, si querían pasar la noche, la pasaban y punto. Además, tenía un punto más a su favor: se cuidaba sola. Así que las tres noches compartidas habían resultado extremadamente tranquilas pues no tenía que estar al pendiente si la chica en cuestión llevaba un vástago suyo en las entrañas.

Su mano buscó el racimo de uvas, cuando lo encontró, arrancó un fruto y se lo llevó a la boca para masticarlo lentamente. No estaba triste, ya no sentía decepción. Tan pronto como ya no frecuentara a la mujer en cuestión, todo podía continuar su cauce normal, entrenando a magos y brujas y sirviendo como tutor para aquellos que estaban en los últimos semestres de Entrenamiento Auror. Dado que esa tarde se había tomado un descanso, había dejado a un chico de Entrenamiento Auror como encargado de los duelos y seguramente no tardaría mucho en llevarle las llaves del aula para poderse ir a su facultad y descansar. Por eso mismo, cuando esuchó la puerta inferior del observatorio abrirse, no dudó que se trataba de su alumno.

Estoy arriba. Deja las llaves en la mesa. — ordenó rápidamente esperando que el alumno hiciera lo dicho y se retirara.

Pero no era el alumno de Smertios quien había abierto la puerta. No era un él, sino una Ella. Ella.
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Epifanía {Ellie} Empty Re: Epifanía {Ellie}

Mensaje por Ellie Morgan Lun Dic 01, 2014 3:49 pm


Habían pasado días desde aquel terrible encuentro con Andrei fuera del bar, sin embargo el hueco en su pecho seguía. ¿Lo había perdido en realidad? Podía fingir ante el mundo que era una mujer diferente, fría, distante y sin emociones o escrúpulos, no lo era en realidad y se odiaba por eso.  Los años habían pasado y el dolor de la perdida de Abner seguía calándole profundo, odiaba a Andrei porque se lo había recordado y más aun, le había hecho saber que la amaba, que siempre la amó, pero había tenido que pasar un amor terrible, una guerra y muchas vidas destrozadas para que al final se decidiera a decírselo…  era un idiota, pero más idiota era ella por si quiera permitirle el acercarse de esa manera.

Deseaba verlo, deseaba ver si en realidad él era tan indiferente a la situación, deseaba verlo por que guardaba aun la esperanza de que permaneciera a su lado como lo había hecho los años pasados, no se atrevía sin embargo, no sin una excusa creíble.  Había pensado inclusive en aparecerse por la Hermandad Bélica a pedir un duelo con alguno de los miembros que asistían de manera asidua al lugar, pero su orgullo no se lo permitía. Afortunadamente ese día Bastian le había dado la excusa perfecta.

Temprano por la mañana había llegado una lechuza desde Norwich, el lugar donde el pequeño vivía con sus abuelos mientras ella estaba en la universidad. La lechuza era simple, había mandado tres postales con una letra mal escrita y con su fotografía en ella vestido con una túnica navideña completamente elegante y una sonrisa amplia y encantadora, las postales eran para ella, para Jony y para Andrei diciéndoles lo mucho que deseaba que llegara navidad para poder verlos. Ambos, Jony y Andrei, eran las únicas figuras paternas que Bastian había conocido además de su abuelo, por tanto eran muy importantes para él, Ellie lo sabía, por eso no iba a negarse a entregárselas junto con una invitación a pasar las fiestas en su hogar.

Primero se dirigió a la hermandad bélica por la tarde, después de las clases, sin embargo Andrei no estaba ahí, un joven aprendiz de auror que había quedado completamente enamorado de ella al momento de verla entrar por la puerta le dijo que era el encargado de manera momentánea y que al finalizar iría a entregarle las llaves del salón al profesor, le dijo donde se encontraba y esperaba, de manera ridícula, que ella lo acompañara.  No aceptó, pero utilizo de manera engañosa ese poder que tenia sobre los hombres para hacerle saber que ella le entregaría las llaves y se quedaría hasta que cerrara… y así lo hizo.

Se apareció fuera del observatorio ya caída la noche, tenía las llaves del salón en una de las bolsas de su túnica y la carta de Bastian en el otro.  Cuando escuchó la voz de Andrei confundiéndola con el chico, casi suelta una carcajada llena de completa ironía, se contuvo más bien y simplemente se dirigió hacia donde él estaba.

-Debo entregarte algo, es importante.-  No vaciló en hablar, ella nunca andaba con rodeos, odiaba que la hicieran perder su tiempo y también hacerle perder el tiempo a los demás. Tenía ambas manos dentro de la oscura túnica que le cubría hasta los pies, solamente su rostro blanco brillaba como si de un fantasma se tratara. – He recibido una lechuza, está dedicada a ti…


Bastian:

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Mensaje por Andrei Kosztka Lun Dic 01, 2014 4:35 pm



Paso a paso, las pisadas de la intrusa se hicieron presentes. Se movía lenta, pero fuertemente decidida a realizar el encuentro. Andrei continuó acostado sobre la frazada, ahora con los brazos apoyados en la nuca, haciendo una especie de almohada para que el reposo de ésta fuese más cómodo. Trataba de encontrar otras constelaciones, la Osa Mayor, el Cinturón de Orión, y su mente iba rememorando las historias que conservaba en su templo interior, la enorme biblioteca que era su cerebro. No se incorporó cuando escuchó a la persona subir los escalones para llegar a donde estaba él. Simplemente pensó que, quizá, el muchacho en cuestión quería transmitirle alguna noticia a su profesor, que probablemente algún duelista tuvo que ser mandado a la enfermería o que alguien se había decidido para anotarse en el programa de clases extra para las pruebas que se presentarían a fin de año, antes de las vacaciones. No obstante, el silencio continuó hasta que la presencia se encontró en el piso superior. Al escuchar su voz, esa voz, no tuvo más remedio que contenerse. Volvía al mismo punto al que había decidido no regresar y, esta vez, no porque él lo quisiera, sino porque ella estaba ahí por razones que él desconocía. El destino, las malditas estrellas se habían alineado esa noche para joderle su tranquilidad. Ya no quería verla, no lo necesitaba. Ya tenía todo lo que pudiera haberle dado, tenía el anillo de su madre, la confesión de sus sentimientos, sus opiniones más obscuras con respecto al Burroughs y parecía no serle suficiente. A menos de que necesitase su esperma, que era lo único que le quedaba propiamente, ignoraba para qué quisiera estar ahí.

Respiró profundamente y se incorporó, no del todo, en la frazada, quedándose sentado. Miró el plato donde quedaba un racimo más de uvas completamente atiborrado. Racimo que comenzó a comerse tranquilamente. No quería mirarla, sin embargo, rehusar su presencia e ignorarla podría darle la señal de que aún le importaba, así que reunió coraje y la observó tan pasivo como si se tratara del alumno de Cerridwen que él esperaba ver. Se veía guapa con su túnica negra que resaltaba la blancura de su tez y la intensidad azul de sus ojos. No podía negar lo que sentía, era imposible dejar de sentir en tres días, sin embargo, se recordaba en cada momento los poderes sobrehumanos de la belleza de las veelas y que ella conservaba, por genética, un porcentaje; por tanto, no debía dejarse influir por ello, ni por ella. Nada en ella podía ya joderlo más. Aparentemente, Ellie llevaba consigo algo de correspondencia, lo cual no le sorprendía, lo que sí, era que parte de ella era para él. Fue entonces que comprendió a que se refería. El niño.

Cada Navidad Andrei acudía al Callejón Diagon o al Piaci Druidák en Hungría para comprarle algo a Bastian para que su madre pudiera dárselo como un regalo. A veces eran cachivaches que sólo a los niños podían resultarles interesantes, como las recordadoras o pequeñas figuras de caballeros y magos medievales que se movían como si tuvieran vida propia; otras, cuando podía permitírselo, le enviaba objetos más caros, como escobas de entrenamiento o artilugios de Quidditch. Justo por el encontronazo con Ellie, no había tenido en mente comprar algo esta vez. Estaba dejándolo pasar, con la esperanza de que su madre le explicara que esta navidad no estaría él con ellos. Ni las futuras festividades. No era su hijo y estaba seguro que el niño lo veía como tal. Por lo menos tenía una idea de lo que era un padre con él y no con Abner. Eso, era lo más triste del asunto.

Déjala en la mesa — dijo en un tono seco — Yo me encargaré de responderla personalmente — agregó y no pudo evitar pensar que eso parecía una bizarra relación entre dos amigos que parecían más haberse divorciado y ahora interactuaban el mínimo porque quien importaba era el hijo.

Lo que más le jodía en el fondo, era que el niño en serio lo quería. Cada vez que lo miraba, estaba viendo a Abner y eso le recordaba que en efecto, todo había pasado.

Si eso es todo puedes irte — dijo volviéndose a recostar en la frazada en la misma postura adoptada antes de que ella entrara, en un tono que parecía más bien dirigido a un alumno que a una amiga. Que a… No podía darse el lujo de verse débil. La última vez había resultado de forma desastrosa y si sucumbía en esos momentos estaría tirando sus intentos por olvidarla y eso no iba a pasar.

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Epifanía {Ellie} Empty Re: Epifanía {Ellie}

Mensaje por Ellie Morgan Lun Dic 01, 2014 5:51 pm


De todas las cosas que le importaban en el mundo, Ellie podía decir sin ninguna vergüenza que Bastian era lo más importante para ella. Amaba a su hijo a pesar de las situaciones que rodearon a su nacimiento, un país recuperándose de una terrible guerra, sus padres buscando evadir la justicia tras la desaparición del señor oscuro al que habían seguido en las sombras y sobre todo la relación fallida con el padre del mismo, que en el instante que supo iba a tener un hijo se alejó dejándolos a su suerte. Aun con todo Bastian había crecido en una familia armoniosa, sus padres eran conservadores estrictos, pero la sonrisa del niño había ablandado sus corazones y lo querían a pesar de ser un bastardo; es que Bastian era así, cálido, amable y cariñoso con quienes se acercaban a él, era un niño arriesgado y muy sociable, tenía un encanto natural que atraía a las personas, si bien no contaba con el magnetismo de tener entre su venas sangre de veela, su carisma hacia parecer que si, pues todo aquel que lo conocía quedaba maravillado con él.

Por eso al recibir la respuesta de parte de Andrei sobre la correspondencia, algo dentro de ella se enfureció, podía haberse enfadado con ella, llamarla hipócrita o lo que quisiera, pero tratar a Bastian como si fuera cualquier otra cosa del mundo, jamás se lo iba a permitir. Aun así, trató de guardar la compostura, suspiro profundamente y se quitó la túnica colocándola sobre la mesa. Tomó la carta que iba dirigida hacia él y se acercó hasta donde estaba a pasos lentos, como si las cosas entre ellos siguieran siendo iguales, no iba a darle el gusto de que no fuera así.

¿Qué planeas decirle? Necesito saberlo para tener en cuenta si voy a recibir a un niño destrozado cuando llegue a casa en un par de semanas.- No era chantaje, bueno si, un poco en realidad. Le extendió la carta con la fotografía y se quedó ahí parada a su lado durante unos momentos.

¿Por qué se aferraba a ser de esa manera? ¿Por qué no podía simplemente conformarse con lo que tenían? ¿Por qué los hombres siempre querían más? Ni si quiera se había dado cuenta que aun estaba usando el anillo que él le dio, al momento de extenderle la carta, este mismo quedó visible.

No seas duro con él… él no tiene la culpa de lo que sucedió…- Sus palabras eran a penas susurros se puso en cuclillas a su lado, dejó la carta a un lado de él, su rostro, sus facciones, era obvio que estaba sufriendo. Andrei era como ella, levantaban muros para no sentirse vulnerables. Extendió una de sus manos hasta él, su rostro, acarició con cuidado su mejilla con esas manos blancas como la luz de la luna, sus ojos estaban puestos en él. - No era mi intención lastimarte….

Era verdad, sus palabras aquella noche habían sido volátiles, sin pensar en las repercusiones que pudieran tener entre ambos, cuando estaba enojada le sucedía, Ellie tenía a veces un humor demasiado volátil, por eso se centraba en mantener un temple, si no era fácil iniciar una guerra a su lado.




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Mensaje por Andrei Kosztka Lun Dic 01, 2014 9:12 pm



La pregunta que salió de los dulces labios de Ellie casi lo hace sonreír. Sabía que llegaría el punto donde tendría que escudarse en Bastian para hacerlo sentir mal de alguna forma. Pero a fin de cuentas siempre se lo había dejado muy claro: esa su hijo, de Ellie y de Abner. Tanto, que en las facciones del niño estaba claramente definida su sangre, con la melena profundamente negra y los ojos color azul claro. No podía negar la cruz de su parroquia y eso, hasta cierto punto, lo había mantenido a raya para no encariñarse de más. Si bien en algún momento pensó seriamente plantearle a ella la posibilidad de darle él su apellido, el de los Kosztka y así quedarse con ellos de una manera más formal, que era prácticamente lo que les faltaba, siempre había existido el temor de que el padre verdadero regresara a reclamar sus derechos y entonces tendría que entrar en un conflicto innecesario. Claro, los padres de Ellie seguramente estarían encantados con que el niño y su hija tuvieran, a pesar de las dificultades, lo que se planeó desde el principio. Pero eso no era la situación actual.

Ahora, la rubia le parecía estar regañando por algo que debería haber considerado posible desde un principio. Y una cosa era cierta: ella no tenía ningún derecho de echarle en cara algo que él había decidido solo. Él no compartía ninguna responsabilidad con el niño y aun así parecía que era más él el padre que Abner. Eso le daba gracia. Porque el que sacase a Bastian a colación significaba una sola cosa: le necesitaba. No tanto por que fuese o no a romperle el corazón a una criatura inocente, sino porque si le quitaba ese elemento a él, se vería en la situación de que, irremediablemente, no tendrían necesidad alguna de dirigirse si quiera la palabra. Bastian era el elemento, la pieza clave de ese pequeño juego. Y ella lo estaba jugando de forma muy torpe. Andrei alzó ambos brazos y estiró la espalda, tratando de relajar el cuerpo, luego se volvió a incorporar, sentado encima de la frazada.

Los niños tienden a superar las rupturas más fácilmente que los adultos. No lo subestimes. Después de todo, no soy de su familia. — respondió llevándose una uva más a la boca, masticó, tragó y continuó — Planeaba decirle la verdad. Que he estado ocupado, que siento la tardanza y que espero que su regalo le resulte agradable. Nada más. Con el tiempo y la distancia dejará de buscarme. — agregó y calló unos instantes.

La mano nívea de Ellie estaba al descubierto cuando le entregó la carta. En su dedo corazón de la mano izquierda, brillaba bajo la tenue luz de la luna, la piedra perfectamente pulcra del solitario que le había cedido días atrás. ¿Para qué lo llevaba puesto? ¿Era esa su forma de probarlo, de ponerlo al límite? ¿Quería burlarse de él? Se quedó mirando la pieza de joyería antigua unos breves instantes. El tacto de su mano contra la piel de su rostro, se sintió como si alguien le untara una pomada para luego prenderle un cerillo y dejar que se consumiera la carne. Era doloroso, muy doloroso, sentir las caricias para luego recibir una bofetada de palabras. Se incorporó completamente, casi de golpe. Esa era la gotita que derramaba el vaso. Era cierto que le había dado el anillo para que hiciera con él lo que le diera en gana, pero no esperaba que lo portara y de forma tan airada.

No deberías usar eso. Se puede malinterpretar— comentó acercándose a la silla donde había dejado una botella de agua, se le comenzaba a secar la garganta. Sin mirarla ni voltear respondió a lo segundo — No te preocupes. No lo hiciste… — apretó la mandíbula — Ya me diste la carta, ya te dije lo que le voy a decir a Bastian. ¿Qué más necesitas? — inquirió dándole un trago largo al líquido de la botella, como para acallar la pregunta que realmente quería sacar:


¿Qué más quieres de mí?




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Mensaje por Ellie Morgan Lun Dic 01, 2014 11:17 pm


No es que Ellie no supiera lo fuerte que Bastian podía ser, una vez hacia un par de años, cuando apenas comenzaba a caminar, la había encontrado llorando en su habitación, la primera reacción del niño como si supiera la forma exacta de ayudarle, había sido ir a abrazarla y permanecer con ella en silencio durante mucho tiempo.  El había aprendido a vivir sin un padre, pero no quería decir que las personas a su alrededor tuvieran que alejarse de él por culpa de Ellie.  Ella simplemente tensó la mandíbula y vio como Andrei se ponía de pie diciéndole esa sarta de tonterías.  Ella lo imitó pero no se movió del lugar donde estaba, lo veía casi con incredulidad, en su interior en realidad pensaba que todo eso era una especie de venganza por las palabras hirientes que le había soltado la última vez, tal vez no estaba tan equivocada.

¿Por qué no habría de usarlo? Dijiste que hiciera con él lo que quisiera, lo mejor que puedo hacer es utilizarlo, después de todo es de tu madre… – Respondió colocando las manos al frente muy correctamente con la cabeza en alto, estaba siendo una maldita en esos momentos, lo sabía, no le importaba en realidad.  

¿Qué es lo que quería de él? Fácil, que siguiera a su lado, que estuviera ahí para ella como lo había estado los últimos años, como lo había estado desde que era joven, desde que tenía memoria. Es que no simplemente eran un par de conocidos que tras una pelea habían decidido dejar de hablarse, ella lo apreciaba demasiado como para dejar de lado casi 20 años de conocerlo.  Se acerco lentamente hacia él, solamente hasta estar al frente. No estaba molesta, al contrario mantenía un gran temple en sus palabras y acciones.

¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres que te pida perdón? Sabes que ambos nos exaltamos demasiado el otro día.  Andrei en verdad ¿Estás dispuesto a continuar con este enojo infantil?  Necesito que me digas que no me odias, necesito que me digas que las cosas pueden continuar como antes, debes saber que tú también fuiste muy cruel al hablarme de esa manera. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué me dejara humillar ahí en un bar cualquiera?   – Estaba hablando demasiado, pero tenía que decirle lo que sentía.

Andrei, eres mi amigo, has estado a mi lado en momentos en los que nadie más estuvo.  Sé que te debo mucho más de lo que podrías si quiera imaginar, pero simplemente… – Se mordió el labio inferior, ahí estaba siendo sincera con ella, podía verse en su mirada, había dejado de lado todas esas defensas que la caracterizaban, solamente era ella, su amiga. -Hay cosas en las que prefiero no arriesgarme, tu eres una de ellas… No quiero perderte  

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Mensaje por Andrei Kosztka Miér Dic 03, 2014 10:22 am



Lo estaba tentando, quería colocarlo en el borde de un risco y verlo caer cientos de pisos hasta que impactara contra las rocas y se le hiciera añicos la cabeza. No importaba cuánto tiempo pasara, las horas de distancia, las palabras no dichas, ahí estaba ella siempre, en sus pensamientos de la mañana, en las tardes de café, en una cerveza oscura y fuerte, en el firmamento estrellado. Intentar borrarla de sus recuerdos o de sus pensamientos, era como tratar de aguantar la respiración para evitar que nuevo aire entrar en los pulmones, tarde o temprano tendría que exhalar y relajarse y dar una nueva bocanada, permitiendo así que ella volviese a entrar. Él, a toda costa, había intentado evitar ese encuentro donde tendrían que discutir el rumbo de las cosas a pesar de que quedaran más que claras en el Bar. Ella no cedería nunca, era terca y rígida en sus decisiones, si ella estaba firme en que ambos se harían daño si tomaban la libertad de emprender algo nuevo juntos, no importando las ventajas, el intento era en vano, así que él tenía que hacerse a la idea de que eran demasiado diferentes, demasiado obstinados como para ceder. Y sin embargo, en su dedo estaba el anillo que para él ya no era más que una roca inservible, sin un significado intrínseco puesto que en ningún momento le había pedido matrimonio. ¿Para qué? ¿Para encontrarse en la humillante situación de ver cómo lo rechazaba? ¿Para verla regodearse del poder que podía ejercer sobre él? Andrei estaba seguro que llevaba esa pieza en el dedo porque seguía sintiendo el mismo amor que él le profesaba a ella, pero Ellie aún era demasiado cobarde, demasiado vulnerable, para aceptarlo. Así que lo hacía llevando el único regalo significativo que él le había dado. Andrei sólo esperaba que en algún momento, cuando se decidiera por dar un paso adelante en el camino para progresar y encontrase alguien que no construyera murallas para estar con él, si es que la había en una posibilidad tan remota, Ellie no regresara argumentando que habían estado comprometidos desde tiempos inmemoriales. Sería demasiado incómodo romperle la ilusión.

El húngaro tapó la botella y la dejó nuevamente sobre la silla, luego se pasó los dedos por la melena semilarga y se recargó en la mesa para escucharla. En su cabeza se comenzó a formar la respuesta a todo aquello que comenzaba a despotricar. No la odiaba, simplemente no podía odiarla. Pero tras dejar en claras las posiciones de ambos, era inevitable saber que las cosas ya no serían exactamente como antes, sobre todo tomando en cuenta que jamás podría tenerla de la forma en la que él deseaba ardorosamente. Sería siempre su fiel amigo, aquél que tendría que consolarla cuando recordara a Abner en los momentos de mayor dolor y soledad, aquél que tendría que sostenerla nuevamente cuando recayera en depresión, aquél que tendría que soportar su carácter cuando se le botaran los sesos, aquél que actuaría como su pareja sin serlo. Era hasta ahora, que la miraba bajo la tenue luz de la luna que comprendía todo. Andrei asintió sopesando las palabras de Ellie y se cruzó de brazos. Esa era la última oportunidad que le daba para tomar la decisión definitiva. Si la declinaba, entonces no habría vuelta atrás, él podía ser su amigo, pero no más su muleta para sostenerse cuando quisiera y aventarlo en un rincón cuando no. Se retiró de la mesa y se acercó a ella, tan cerca, demasiado cerca.

No te odio. No podría hacerlo aunque me obligara. Pero lo que sí puedo es dejarte en claro que las cosas no pueden seguir así. Me tienes en un hilo siempre y no lo encuentro justo. — deslizó una de sus manos por el costado del grueso abrigo que cubría el cuerpo de la rubia hasta que dio con la mano izquierda, esa que portaba el anillo de su madre, con la otra le levantó la barbilla y con el dedo pulgar le acarició la piel — Yo me he arriesgado más de lo que debería contigo. Y así como yo lo he hecho, te voy a pedir que des un salto de fé. Por mí, por ti, por Bastian. — su rostro se tornó sereno cuando extrajo el anillo de su madre y se lo colocó enfrente de los ojos — Esto carece de significado. Puedes portarlo si te place, pero no te ata a mí de ninguna manera. Si aceptas, nada te faltará, ni a ti ni al niño…— hizo una pausa — Pero si no, por lo menos me quedará el consuelo de haberte visto una vez más —finalizó tranquilo.

No mentía. Una propuesta común habría implicado que se hincara y sacara el anillo de su caja y preguntara lo obvio “¿Te quieres casar conmigo?”. No obstante, en esas circunstancias, las formalidades pasaban a un segundo plano, pues más importante que el ritual, era el rumbo decisivo de la respuesta. Un sí significaba tenerlo para toda la vida hasta que exhalara su último aliento, un no lo llevaría a comprender que de verdad no le amaba como decía y que prefería vivir en la incertidumbre. Tendría que alejarse, desaparecer, tratarla como una conocida más y esperar que alguien más pudiera darle lo que él ya le había entregado durante tantos años.






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Mensaje por Ellie Morgan Miér Dic 03, 2014 10:27 pm


La historia que compartía con Andrei era complicada desde muchos aspectos. Lo había amado como loca cuando era joven, durante toda su niñez se había hecho a la idea de que ella era la mujer adecuada para estar a su lado, jamás se había planteado la idea de tener a otros hombres con ella, no los necesitaba, solo existía Andrei en su mundo, el hombre con el que algún día iba a contraer matrimonio y ser feliz para toda la eternidad. Las cosas se habían complicado en el momento en que le dijeron que él había decidido irse con una familia muggle, que había desertado de todos y que la había dejado, que no la necesitaba en su vida en lo absoluto. Tal vez si no hubiera sido de esa manera, su amor habría podido prevalecer, pero no, cuando más sola y rechazada se sentía había llegado Abner a su vida, apoyándola, estando a su lado a pesar de las peleas, simplemente se había convertido en el hombre que nunca busco pero había aparecido cuando más lo necesitaba.

Se podría decir que su corazón estuvo dividido, pero con el tiempo las piezas habían logrado encajar en el lugar correcto. Se había cerrado a las emociones y lo había dejado entrar nuevamente una vez que todo termino principalmente por que seguía siendo su amigo, seguía siendo alguien importante para ella… y así había sido durante años ¿por qué ahora tenía que ser diferente?

Ella se dejo acariciar por él, lo siguió con la mirada hasta verlo a los ojos y sus labios se entreabrieron cuando dijo esas palabras. Algo dolió dentro de su corazón, estaba diciéndole las palabras que había esperado escuchar hacía muchos años, no pudo evitar el sentirse afligida y eso se podía ver reflejado en su rostro con facilidad. Ya no estaba siendo una mujer frívola y falsa, solamente era ella, Ellie.

Andrei yo…..- Guardó silencio y tomó sus manos entre las suyas, cerró los ojos y suspiro con fuerza. Estaba a punto de tomar una decisión que iba a cambiar por completo las cosas entre ellos. Tuvo miedo de perderlo nuevamente, lo amaba a pesar de todo, la estaba poniendo entre la espada y la pared. - Lo hare… - Estaba temblando, sentía que el suelo a sus pies podría caerse en cualquier comento y se aferró con fuerza a sus manos. Esperaba estar tomando la decisión correcta o iba a sumar una cosa más a la lista de cosas por arrepentirse en su vida.


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Mensaje por Andrei Kosztka Vie Dic 12, 2014 4:36 pm


"Estabamos conjugando como locos el verbo amar."
- Henry Miller


Y al final, los astros habían arreglado el destino. Lo que parecía haber sido un acuerdo entre familias, uno que jamás debía de cumplirse, que parecía encontrar obstáculos día tras día, ahora culminaba de forma abstracta. Demasiados años habían pasado desde que los Morgan y los Kosztka pensaran en unir las familias al puro estilo antiguo, con el menor de sus hijos, el lúgubre y cruel muchacho Andrei, y la dulce y delicada semi-veela rubia. Demasiados años habían pasado con ese acuerdo diplomático en las sombras para él y de constante voz en la cabeza de ella. Si Ërno hubiera podido ver ese momento, seguramente se reiría por haber descubierto la debilidad más grande se su hijo menor. Su madre, por otro lado, no cabría de felicidad. O de tristeza al saber en qué se había convertido su, ahora, nuera y su retoño. Las razones por las cuales estaban acordando unir sus vidas de una manera formal, no eran las que ninguna madre desearía para quien pariría con tanto esfuerzo y educaría con demasiado empeño. Quizá, sólo quizá, su madre no lo aprobaría al saber que Ellie tenía un hijo de otro hombre. Sí, posiblemente podía ser así. No obstante, ya no estaba viva para impedir cualquier cosa. Ahora era decisión de Andrei terminar con toda esa relación deplorable y conseguirse algo más digno, incluso si eso significaba tener que seguir educando a Bastian y no tener hijos de su propia sangre.

Ella estaba nerviosa, indecisa. Era cierto que él no estaba siendo justo. Andrei estaba al tanto de los problemas sentimentales que Ellie cargaba desde hacía mucho tiempo. Nada le garantizaba que, lo mismo que sentía por él, no lo sintiera por Abner aún. Si aquél llegaba a regresar, todo podría complicarse más de lo que lo estaba en esos momentos. Se quedó mirándola. Dilucidaba, combatía consigo misma, con lo que sentía, con lo que pensaba, con lo que sabía. Era ese momento en el que se tiraba una moneda al aire, arriesgándolo todo. Y entonces aceptó. La respuesta provocó un sentir de incertidumbre, alivio y emoción en el húngaro. Al final lo había logrado. Tenía su palabra. Aunque cualquier otro podría haber hecho todo un espectáculo con un momento así, Andrei se mantuvo serio, con ese semblante ligeramente severo que lo caracterizaba. Comprendía que no era un momento festivo, sino uno de simple y plena comunión. Sí, la amaba, como a ninguna otra mujer. Quizá sólo Julia podría haber levantado la mano para declarar que ella conocía lo que era eso. Puede, incluso, que no. Julia había sido un amor juvenil lleno de pasión desenfrenada en la que los dos cogían porque la sangre les hervía en las venas cada que se miraban, cada que se tocaban. Pero con Ellie tenía la sensación de que no era lo mismo. Estaba seguro de que no era lo mismo.

No había lugar para las palabras. El silencio era el elemento perfecto para esos instantes. Si alguno de los dos abría la boca para expresar lo que fuera, sonaría forzado. Sonaría ajeno. En vez de eso, el húngaro prefirió que sus acciones hablaran por él. Deslizó su mano por el suave cuello níveo de la semi-veela, palpando con las yemas la suavidad de la piel; sintió el delgado cabello rubio que se alojaba en su nuca. Entonces la atrajo hacia sí, de forma autoritaria, no dejándole más opciones que obedecer. Y como esa vez bajo la copiosa lluvia en el bar, la besó, no obstante, esta vez fue con una necesidad tan palpable, tan bestial, que parecía violento. La otra mano pronto encontró el hombro, del cual jaló para que lo que llevaba encima y que la cubría, cayera al suelo. Ella llevaba puesto un vestido corto y una blusa ceñida a su figura, prendas que describían una serie de parábolas que a cualquier podrían haber causado un paro cardíaco de inmediato. En esos momentos poco importaba el decoro, mucho menos estar en un lugar escolar. Andrei se sentía necesitado de esa mujer que tanto daño le había hecho, que lo humillaba día con día y que lo pisoteaba. Él amaba a su asesina. Cegado por el mero deseo, el húngaro guio a Ellie por el lugar hasta que ella quedó con la espalda pegada a una de las paredes. Fue entonces cuando la besó con más locura, mordiéndole el labio inferior con la urgencia de un amante que cree ser descubierto en cualquier instante, paseándole los labios por el hueco que unía el cuello con el hombro, mordiéndole la clavícula. Una de sus manos aún la sostenía por la nuca, aferrado a la idea de no dejarla ir; la otra, acarició la pierna de Ellie para, inmediatamente, subirla a la altura de su cadera de forma rápida y brusca. Entonces la agarró por la mandíbula. La calculó, midió si ella estaba en la misma situación que él. Si un hombre, un hombre sincero y desesperado como yo, ama a una mujer con todo su corazón, si es capaz de cortarse las orejas y enviárselas por correo, si es capaz de sacarse la sangre del corazón y volcarla en el papel, saturar a esa mujer con su necesidad y anhelo, asediarla eternamente, no puede ser que ella lo rechace. El hombre más feo, más débil, el hombre más indigno ha de triunfar por fuerza, si está dispuesto a dar hasta la última gota de su sangre. Ninguna mujer puede rechazar el don del amor absoluto. Ahora sus barrotes estaban rotos y aquella a la que temía tanto lo tenía preso por completo. Ya no había nada qué temer ni nada qué esperar, sino sólo ero que era y que no tenía fin. A ella.





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Epifanía {Ellie} Empty Re: Epifanía {Ellie}

Mensaje por Ellie Morgan Lun Dic 15, 2014 12:08 am


Ellie lo miró cuando se acerco a ella para tomarla por el cuello, hubo unos segundos de silencio que a ella le parecieron eternos, quería decirle algo pero temía que en cualquier momento él pudiera cambiar de opinión, dejarla completamente sola y dejar atrás todo el tiempo que habían invertido el uno con el otro. Tenía sentido que eso ocurriera, era como si el destino volviera a su cauce natural, que las cosas que estaban destinadas a pasar eventualmente ocurrirían, ella y Andrei, juntos, como tanto sus padres como los de ella hubieran deseado, tal vez de esa manera él volvería a tener un poco de la fortuna familiar que había perdido, lo que merecía y lo que ella misma merecía también. Ellie era una mujer calculadora, sabía lo que quería y sabía lo que tenía que hacer para conseguirlo, que dos de sus pasos además le brindaran la compañía de alguien que la amaba ciegamente y estaba dispuesto a todo por ella era simplemente un golpe de suerte que no iba a dejar pasar en lo absoluto.

Se dejó llevar hasta sus labios y los encontró incluso sus besos como algo diferente, se notaban agresivos y pasionales, Andrei jamás iba a dejar de sorprenderla. Dejó caer la túnica que la cubría y un escalofrió la recorrió, hacia frio esa noche. Se dejó llevar hacia la pared y arqueo un poco la espalda al sentir el frio al ponerla contra ella, lo rodeo con una mano por el cuello simplemente para afianzarse y tras ese último beso que dejaba salir ese espíritu violento en el húngaro Ellie fue hasta su cuello acercándose hasta su oído. Su aliento cálido le acariciaba la piel.

-¿Estás seguro de todo esto? El amor no es suficiente para aceptar lo que soy, lo que fui. – Luchó por tomarlo de las mejillas y ponerlo frente a ella para verlo a los ojos, su mirada era fiera y severa – Andrei me conoces desde hace más tiempo que cualquier otra persona en este maldito planeta…. Y dices que me amas…. ¿Puedo creerte? ¿Un anillo me lo demuestra? ¿Cómo se que no vas a dejarme tu también? - Volvió a besarlo, fue el producto de un impulso que tuvo simplemente al estar ahí entre el metal y su cuerpo, sus manos bajaron hasta sus hombros y luego su pecho donde se enterraron en los costados - ¿Qué harías por mí? Sabes lo que he hecho… sabes lo que soy capaz de hacer. … ¿Qué harías por mí? – Estaba hablándole prácticamente frente a frente casi topando su nariz con la propia, sus labios exhalaban un cálido aliento que parecía reclamarlo. Tal vez podría parecer que ella no estaba en posición de exigirle nada, pero Ellie Morgan no era de esa manera, a pesar de todo ella no podía solamente tener la certeza de que la amaba de verdad si no se lo demostraba con acciones, las palabras eran fácilmente olvidadas, las acciones permanecían.


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Mensaje por Andrei Kosztka Vie Dic 19, 2014 3:18 pm




Era como la Gorgona. Más que una bruja, ella tenía esa especial capacidad para desarmarlo a la primera. Sólo de verla, de olerla, provocaba en él los más bajos instintos, deseos y necesidades que, con el tiempo, había aprendido a controlar por fuerza. Pero justo en esos momentos el control era lo que menos necesitaba, ahora desataría todos esos sentimientos ahogados. La besaría como nunca y se la follaría como nunca hasta que le gritara que se detuviera. Le preguntaba si estaba seguro. ¿Cómo iba a estarlo? Había lanzado una moneda al aire que seguía rodando en el suelo. Podrían pasar mil y una cosas. Que al  final rompiera el compromiso, que si se casaba le pusiera el cuerno con Abner, que se hartara de él o él de ella y al final decidieran mandarse al carajo. Podía morirse en el intento de estar con ella. Pero ya no importaba, le estaba proponiendo el trato más delicado de su vida y ahora le inquiría si estaba preparado.

No, no lo estoy pero… Maldita sea, Ellie, ¿qué más quieres que te diga? Estoy contigo y ya te pedí que lo estés hasta que te hartes de mí y me mandes al carajo — la escuchó atento, desesperado porque aún tras tantas cosas, lo seguía poniendo a prueba, Ellie era realmente desesperante cuando se lo proponía; le estaba colmando la paciencia, estaba haciendo que el niño berrinchudo y peligroso de Durmstrang volviera a él para tomar el dominio de la situación, si no lo entendía con el adulto pasivo, lo haría con el adolescente agresivo.

Andrei le soltó la pierna de manera brusca y la sostuvo contra la pared con toda la presión de su cuerpo. La sujetó del mentón fuertemente con una mano, mientras la otra se escabullía por debajo de la falda hasta dar con el borde de las bragas; sin soltar su agarre, le deslizó la mano hasta la entrepierna, sintiendo su calor y su humedad. Le acercó los labios a su boca y habló encima de ellos.

Estaría dispuesto a hacer lo que haga falta para que entiendas de una buena vez que es conmigo o con nadie — sus dedos reptaron más hacia su intimidad, sintiéndola, dominándola — Entiende lo que quieras con eso, Ellie — finalizó para volver a besarla con el salvajismo de antes sin apartar la mano de su sexo, ese que comenzaba a explorar sin pudor y sin la menor delicadeza.







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Epifanía {Ellie} Empty Re: Epifanía {Ellie}

Mensaje por Ellie Morgan Vie Dic 19, 2014 4:51 pm

Lo que ella le decía no era nada más porque si, sabía que los ideales de Andrei eran diferentes a los que ella tenía. Que Ellie podía hacer lo que fuera para llegar a la sima, donde pertenecía, que estaba dispuesta a cualquier cosa por tener lo mejor, por protegerse a ella y a su hijo. Andrei tenía que aceptarlo si de verdad quería estar a su lado, no iba a esperar que en un momento de tensión como podía ser otra guerra o parecidos, él fuera a abandonarlos nuevamente. Necesitaba esa seguridad para poder continuar.

No me refiero a eso – Murmuró cerrando los ojos mientras sentía la presión de su cuerpo contra el suyo, su corazón comenzaba a latir con fuerza y su pecho subía y bajaba cada vez más rápido con respiraciones aceleradas, sobre todo cuando sintió la caricia entre sus piernas. Lo tomó del hombro para aferrarse a algo y se mordió el labio inferior para tratar de contener un sollozo después que sus dedos comenzaran a tocarla en ese punto específico. Trataba de mantener la atención en lo que estaba diciéndole, pero cada vez apretaba con más fuerza su hombro.

¿Los traicionarías a ellos si llegara el momento? ¿Estarías a mi lado aun que eso signifique tener sangre entre tus manos? ¿Sangre inocente? - Su voz salía como un hilo a penas. Luego volvió a besarlo de una manera casi desesperada, sentía el calor brotar de ella con la humedad entre sus piernas y su cuerpo temblar ante sus caricias. En realidad ella también lo deseaba, pero tenía que dejar en claro aquel punto, él debía saber exactamente de lo que Ellie Morgan era capaz de hacer, tenía que estar consciente de que si nada había podido cambiarla en todos esos años, no cambiaría por él.

No estaba segura en qué momento había comenzado a sentir lo que fuera que sintiera por Andrei, sabía que era algo fuerte, tanto como para aceptar pasar el resto de su vida con él si así lo quería. Él era una nueva oportunidad para hacer las cosas bien, para remendar los errores del pasado.

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