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Situación delicada
2 participantes
Brigantia86 :: Mundo Muggle :: Gran Bretaña :: Londres
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Re: Situación delicada
- No volvamos a inquirir en el tema de quien tiene la culpa que ya sabemos la resolución, Jackson.
No, no hacía falta que volviera a reiterar que si no hubiera sido por su abrupta salida de la orgía en su casa, no hubiera terminado retozando en la cama y follando como dementes tras declararse amor eterno el uno al otro. Las cosas funcionaban así y Darren era del tipo optimista que prefería ver las cosas desde la perspectiva buena. ¿Qué había dejado toda su ropa en casa? Pues sí, pero había servido para algo bueno y a las pruebas se remetía. Tomó la mano ofrecida y entrelazó los dedos, siguiendo a Jackson donde quisiera llevarlo en aquel barrio muggle.
Brackminster venía de familia purista y en si, se había criado en un ambiente cómodo llena de cultura mágica y antimuggles pero aún así cuando tuvo oportunidad no perdió la oportunidad de empaparse de aquel mundo que siempre fue desconocido para él hasta el punto que actualmente prefería las cosas muggles a las cosas mágicas. Eso sí, sin perder de vista la practicidad de la magia a la hora de hacer la vida mucho más fácil como por ejemplo, no iba a levantarse a por el mando del televisor si podía levitarlo con la varita o no iba a coger un autobús cuando podía aparecerse en cuestión de segundos donde fuera. Quitando esos matices, Darren seguía quedándose algo impresionado cuando veía cacharros como las bicicletas que llevaban dos niños que pasaron por su lado pero más que emocionarse por aquel artilugio de dos ruedas, los ojos mieles no pudieron evitar deparar en los padres que cariñosos empujaban a los críos e inmediatamente se materializaba en su cabeza la misma pregunta que siempre y es que después de veinte años, aún se cuestionaba el motivo por el cual los suyos no eran capaces de aceptar que ideologías diferentes podían existir en la misma familia.
Necesitó darse una hostia mental cuando el calor de la cafetería los envolvió. Darren miró a Amy y la abrazó por los hombros para darle un beso en la sien, apartando de su cabeza cualquier pensamiento negativo y esbozando la siempre despreocupada sonrisa de sus labios. Tomaron asiento cerca de una mesa y la morena empezó sus recomendaciones culinarias mientras el chico se tomaba unos minutos para quitarse el abrigo. Eso sí, cuando cogió la carta notó el tacto de sus dedos contra su antebrazo y sonrío de lado, captando el juego peligroso de la futura zoóloga - Seguiré tus recomendaciones - la atrapó por la mano y la obligó a que se echara hacia delante mientras alargaba la mano, poniendo la palma en su mejilla. La miró fijamente con la sonrisa lasciva a la par que paseaba el pulgar por su labio inferior de forma lenta - Tenías algo - descendió la misma mano en dirección a sus pechos y justo cuando los iba a tocar, apartó los dedos porque venía la camarera a tomar nota - Tortitas con chocolate y un café con leche, cargado. Gracias
No, no hacía falta que volviera a reiterar que si no hubiera sido por su abrupta salida de la orgía en su casa, no hubiera terminado retozando en la cama y follando como dementes tras declararse amor eterno el uno al otro. Las cosas funcionaban así y Darren era del tipo optimista que prefería ver las cosas desde la perspectiva buena. ¿Qué había dejado toda su ropa en casa? Pues sí, pero había servido para algo bueno y a las pruebas se remetía. Tomó la mano ofrecida y entrelazó los dedos, siguiendo a Jackson donde quisiera llevarlo en aquel barrio muggle.
Brackminster venía de familia purista y en si, se había criado en un ambiente cómodo llena de cultura mágica y antimuggles pero aún así cuando tuvo oportunidad no perdió la oportunidad de empaparse de aquel mundo que siempre fue desconocido para él hasta el punto que actualmente prefería las cosas muggles a las cosas mágicas. Eso sí, sin perder de vista la practicidad de la magia a la hora de hacer la vida mucho más fácil como por ejemplo, no iba a levantarse a por el mando del televisor si podía levitarlo con la varita o no iba a coger un autobús cuando podía aparecerse en cuestión de segundos donde fuera. Quitando esos matices, Darren seguía quedándose algo impresionado cuando veía cacharros como las bicicletas que llevaban dos niños que pasaron por su lado pero más que emocionarse por aquel artilugio de dos ruedas, los ojos mieles no pudieron evitar deparar en los padres que cariñosos empujaban a los críos e inmediatamente se materializaba en su cabeza la misma pregunta que siempre y es que después de veinte años, aún se cuestionaba el motivo por el cual los suyos no eran capaces de aceptar que ideologías diferentes podían existir en la misma familia.
Necesitó darse una hostia mental cuando el calor de la cafetería los envolvió. Darren miró a Amy y la abrazó por los hombros para darle un beso en la sien, apartando de su cabeza cualquier pensamiento negativo y esbozando la siempre despreocupada sonrisa de sus labios. Tomaron asiento cerca de una mesa y la morena empezó sus recomendaciones culinarias mientras el chico se tomaba unos minutos para quitarse el abrigo. Eso sí, cuando cogió la carta notó el tacto de sus dedos contra su antebrazo y sonrío de lado, captando el juego peligroso de la futura zoóloga - Seguiré tus recomendaciones - la atrapó por la mano y la obligó a que se echara hacia delante mientras alargaba la mano, poniendo la palma en su mejilla. La miró fijamente con la sonrisa lasciva a la par que paseaba el pulgar por su labio inferior de forma lenta - Tenías algo - descendió la misma mano en dirección a sus pechos y justo cuando los iba a tocar, apartó los dedos porque venía la camarera a tomar nota - Tortitas con chocolate y un café con leche, cargado. Gracias
Darren Brackminster- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 29/11/2014
Re: Situación delicada
La carícia del pulgar de Darren en sus labios le gustó y la alertó a partes iguales, porque sabía exactamente lo que estaba haciendo, básicamente porque había sido ella la que había empezado el jueguecito. Pero no, no iba a caer. Quería creer que tenían autocontrol y que a pesar que lo suyo era completamente nuevo, podían estarse un rato sin saltarse encima y arrancarse la ropa. Estaban en público y estaba dispuesta a comportarse como una pareja normal.
- Yo lo mismo que él. – le indicó a la camarera, una vez él hubo apartado la mano, intentando actual como si nada – Sé lo que estás haciendo, y no va a funcionar. – dijo simplemente sacándole la lengua una vez la camarera se hubiera alejado. Tampoco quería que la gente ajena se enterara de sus tonterías y de sus jueguecitos.
Aunque a pesar de sus palabras, ella tampoco se estuvo quieta. Avanzó el pie para rozarlo discretamente contra el de Darren, dirigiéndole una sonrisa inocente al tiempo que lo hacía, porque realmente aquello era demasiado divertido para dejarlo y, ¿porqué no? Siempre había querido hacerlo. Dejó su pie ahí, acariciando suavemente el de Darren unos segundos, antes de retirarlo y erguirse en su silla, adoptando la actitud de chica que no había roto nunca un plato.
- Antes casi te atropellan aquellos niños que iban en bicicleta. ¿Nunca te había enseñado ninguna? – la pregunta cayó inocente, porque en realidad no sabía que aquella escena le había despertado la nostalgia de la infancia feliz que nunca había tenido. Era más algo que tenía necesidad de saber, porque ella había sido la encargada de enseñarle la mayoría de cosas del mundo muggle a Darren, que había sido criado en el más estricto ambiente mágico, y no se le pasaba por la cabeza que nunca le hubiera hablar de una bicicleta.
Eso la hizo pensar en su propia experiencia aprendiendo a montar en ella. Su padre le había enseñado y sus inicios habían sido traumáticos. Sonrió recordándolo y se subió la manga derecha de su jersey y dobló el codo para enseñarle a Darren una pequeña cicatriz curvada que tenía justo ahí.
- No es tan fácil, sobretodo si eres algo torpe. Podría enseñarte. Seria algo digno de ver. – bromeó, mientras volvía a bajarse la manga, justo en el momento en que la camarera llegaba con su pedido, y sin perder tiempo tomó la botellita de sirope de chocolate y empezó a bañar sus tortitas hasta el punto que casi ni se veían debajo de la oscura salsa.
- Yo lo mismo que él. – le indicó a la camarera, una vez él hubo apartado la mano, intentando actual como si nada – Sé lo que estás haciendo, y no va a funcionar. – dijo simplemente sacándole la lengua una vez la camarera se hubiera alejado. Tampoco quería que la gente ajena se enterara de sus tonterías y de sus jueguecitos.
Aunque a pesar de sus palabras, ella tampoco se estuvo quieta. Avanzó el pie para rozarlo discretamente contra el de Darren, dirigiéndole una sonrisa inocente al tiempo que lo hacía, porque realmente aquello era demasiado divertido para dejarlo y, ¿porqué no? Siempre había querido hacerlo. Dejó su pie ahí, acariciando suavemente el de Darren unos segundos, antes de retirarlo y erguirse en su silla, adoptando la actitud de chica que no había roto nunca un plato.
- Antes casi te atropellan aquellos niños que iban en bicicleta. ¿Nunca te había enseñado ninguna? – la pregunta cayó inocente, porque en realidad no sabía que aquella escena le había despertado la nostalgia de la infancia feliz que nunca había tenido. Era más algo que tenía necesidad de saber, porque ella había sido la encargada de enseñarle la mayoría de cosas del mundo muggle a Darren, que había sido criado en el más estricto ambiente mágico, y no se le pasaba por la cabeza que nunca le hubiera hablar de una bicicleta.
Eso la hizo pensar en su propia experiencia aprendiendo a montar en ella. Su padre le había enseñado y sus inicios habían sido traumáticos. Sonrió recordándolo y se subió la manga derecha de su jersey y dobló el codo para enseñarle a Darren una pequeña cicatriz curvada que tenía justo ahí.
- No es tan fácil, sobretodo si eres algo torpe. Podría enseñarte. Seria algo digno de ver. – bromeó, mientras volvía a bajarse la manga, justo en el momento en que la camarera llegaba con su pedido, y sin perder tiempo tomó la botellita de sirope de chocolate y empezó a bañar sus tortitas hasta el punto que casi ni se veían debajo de la oscura salsa.
Amy Jackson- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Situación delicada
El pie traicionero de Amy, rozando el suyo hizo que Darren ladeara la cabeza incrédulo y mirara a la chica con una sonrisa algo forzada porque su imaginación se había disparado en aquel mismo instante a varios metros allí, justo en su confortable cama e implicaba a ambos desnudos. Estaba a punto de proponerle una huída estrategica cuando Jackson se incorporó en la mesa y lanzó un comentario que rompió por completo los equemas de Brackminster. Estuvo unos segundos mirandola a los ojos e intentando descifrar cuanto quería decir con aquello del atropello así que recapituló mentalmente hasta dar con el instante en que pensó en la inmensa suerte que aquellos críos tenían de tener unos padres dedicados.
- Sí, si me las has enseñado. Solo que se me hace aún increíble ver esas cosas. Estoy tan acostumbrado al Quidditch que olvio por completo que hay un mundo a parte - sonrío cuando ella se levantó la manga de su camisa para enseñar una cicatriz en su codo, la cogió de la muñeca para tender el brazo hacia él y revisar mejor la marca en su lechosa piel. Silbó como si fuera la marca de guerra más importante de todas las que había visto en su vida y la soltó para que recuperara la postura normal del brazo - Amy, la domadora de bicicletas. Ahora comprendo porque quieres ser experta en dragones. Después de tal hazaña ninguna estaba a tu nivel - justo después de su comentario, llegó la camarera con su comida.
Darren admiró el plato de tortitas, hacía como un año (sin exagerar) que no probaba algo de ese calibre y quería memorizar el plato en su cabeza por si las visitudes de la vida llevaban al smertios a pasar tantos años igual, pendiente de su miserable sueldo en la tienda de Quidditch. Cuando levantó la vista, encontró a Jackson metida en el asesinato de las tortitas en chocolate. Levantó una ceja y fue a decir algo pero mejor se calló, dejando que la morena disfrutara de su momento con el chocolate. Solo tomó el turno del sirope cuando ella, por fin, abandonó el bote de chocolate. Vertió menos cantidad, mucha menos y se lanzó a degustar la delicatesen con la calma de quien quiere degustar el plato.
- Enseñame, hoy. No puede ser más díficil que mantener la estabilidad encima de la escoba. Son dos ruedas, tampoco puede ser tan complicado... - o sí pero no estaba seguro de ello aún así, como buen Gryffindor que era, pecaba de temerario. La cosa es que además estaba en juego su orgullo como profesional del deporte, no podía ser capaz de dar piruetas en el aire sobre un fino mango de madera y no poder soportar estar dos minutos sobre una bicicleta o así era su perspectiva.
Empujado por un nuevo reto, terminó las tortitas en un tiempo récord, dejando de lado su necesidad de degustar un buen plato y sus juegos eróticos con Jackson para beberse el café casi de un trago - Vamos. ¿Tienes una?
- Sí, si me las has enseñado. Solo que se me hace aún increíble ver esas cosas. Estoy tan acostumbrado al Quidditch que olvio por completo que hay un mundo a parte - sonrío cuando ella se levantó la manga de su camisa para enseñar una cicatriz en su codo, la cogió de la muñeca para tender el brazo hacia él y revisar mejor la marca en su lechosa piel. Silbó como si fuera la marca de guerra más importante de todas las que había visto en su vida y la soltó para que recuperara la postura normal del brazo - Amy, la domadora de bicicletas. Ahora comprendo porque quieres ser experta en dragones. Después de tal hazaña ninguna estaba a tu nivel - justo después de su comentario, llegó la camarera con su comida.
Darren admiró el plato de tortitas, hacía como un año (sin exagerar) que no probaba algo de ese calibre y quería memorizar el plato en su cabeza por si las visitudes de la vida llevaban al smertios a pasar tantos años igual, pendiente de su miserable sueldo en la tienda de Quidditch. Cuando levantó la vista, encontró a Jackson metida en el asesinato de las tortitas en chocolate. Levantó una ceja y fue a decir algo pero mejor se calló, dejando que la morena disfrutara de su momento con el chocolate. Solo tomó el turno del sirope cuando ella, por fin, abandonó el bote de chocolate. Vertió menos cantidad, mucha menos y se lanzó a degustar la delicatesen con la calma de quien quiere degustar el plato.
- Enseñame, hoy. No puede ser más díficil que mantener la estabilidad encima de la escoba. Son dos ruedas, tampoco puede ser tan complicado... - o sí pero no estaba seguro de ello aún así, como buen Gryffindor que era, pecaba de temerario. La cosa es que además estaba en juego su orgullo como profesional del deporte, no podía ser capaz de dar piruetas en el aire sobre un fino mango de madera y no poder soportar estar dos minutos sobre una bicicleta o así era su perspectiva.
Empujado por un nuevo reto, terminó las tortitas en un tiempo récord, dejando de lado su necesidad de degustar un buen plato y sus juegos eróticos con Jackson para beberse el café casi de un trago - Vamos. ¿Tienes una?
Darren Brackminster- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 29/11/2014
Re: Situación delicada
Casi se relamió cuando oyó que Darren menospreciaba la dificultad de montar en bicicleta, creyendo que al ser un jugador de quidditch experto tendría la técnica controlada en cero coma. Y el caso es que ella sabía que no era fácil, ni tenía nada en común con montar con escoba salvo tal vez el controlar el equilibrio, y que necesitabas de muchas caídas antes de tener el control de ese endiablado trasto.
- De acuerdo, como buena domadora de bicicletas que me has nombrado te enseñaré. Normalmente el ritual muggle es que los padres enseñan a sus hijos, pero tu deberás conformarte conmigo. – accedió a enseñarle, sin pensar que tal vez la mención de como eran los padres los que enseñaban a hacer aquello no era la mejor, teniendo en cuenta la relación de Darren con los suyos. Por suerte él parecía tenerlo ya bastante superado, o al menos eso creía ella.
Claro que antes se tomó el tiempo de comerse hasta la última migaja de tortita que quedaba en su plato, y apurar todo el sirope de chocolate que pudo, antes de imitarlo y beberse su café casi de un trago. Después de eso volvieron a casa, volviendo a pasar por delante de los niños, que no debían tener más de ocho años, que corrían arriba y abajo de la calle con sus bicicletas, a toda velocidad.
– Espera aquí – le dijo, antes de entrar al garaje con una sonrisa enigmática. Porque el placer que iba a resultarle de verlo caer una y otra vez por una actividad que había creído que no tendría la más mínima dificultad no iba a ser más que la punta del iceberg de su diversión.
No, el verdadero motivo de su sonrisa que se iba ampliando por momentos era que la única bicicleta que tenía disponible en su casa era la suya propia de cuando era niña (o no tan niña), pero el caso es que era rosa y bien femenina. Así que cuando volvió a salir de su garaje con ella su sonrisa ya no podía ser más amplia, esperando su reacción a su bicicleta rosa. No hizo ningún comentario al respecto, sólo mantuvo la sonrisa e hizo esfuerzos para no echarse a reír abiertamente en el camino de vuelta a la zona donde estaban los niños.
- Bueno, pues como tu mismo has dicho, la bicicleta no tiene muchos secretos. Tienes que pedalear para que las ruedas giren y mantener el equilibrio. ¿Por qué no intentas ir hasta el árbol para empezar? – preguntó señalando un árbol que estaba apenas a tres metros de distancia. Había que empezar con pasitos de bebé – E intenta no atropellar a ningún niño, por favor. No quiero problemas con los vecinos. – agregó en broma, mientras se metía las manos en los bolsillos y esperaba para ver sus habilidades. Pero justo antes de que subiera a la bicicleta se acercó a él para besarlo, por si acaso se caía de morros a algún sitio y no podía volver a hacerlo en varios días.
-------------- De acuerdo, como buena domadora de bicicletas que me has nombrado te enseñaré. Normalmente el ritual muggle es que los padres enseñan a sus hijos, pero tu deberás conformarte conmigo. – accedió a enseñarle, sin pensar que tal vez la mención de como eran los padres los que enseñaban a hacer aquello no era la mejor, teniendo en cuenta la relación de Darren con los suyos. Por suerte él parecía tenerlo ya bastante superado, o al menos eso creía ella.
Claro que antes se tomó el tiempo de comerse hasta la última migaja de tortita que quedaba en su plato, y apurar todo el sirope de chocolate que pudo, antes de imitarlo y beberse su café casi de un trago. Después de eso volvieron a casa, volviendo a pasar por delante de los niños, que no debían tener más de ocho años, que corrían arriba y abajo de la calle con sus bicicletas, a toda velocidad.
– Espera aquí – le dijo, antes de entrar al garaje con una sonrisa enigmática. Porque el placer que iba a resultarle de verlo caer una y otra vez por una actividad que había creído que no tendría la más mínima dificultad no iba a ser más que la punta del iceberg de su diversión.
No, el verdadero motivo de su sonrisa que se iba ampliando por momentos era que la única bicicleta que tenía disponible en su casa era la suya propia de cuando era niña (o no tan niña), pero el caso es que era rosa y bien femenina. Así que cuando volvió a salir de su garaje con ella su sonrisa ya no podía ser más amplia, esperando su reacción a su bicicleta rosa. No hizo ningún comentario al respecto, sólo mantuvo la sonrisa e hizo esfuerzos para no echarse a reír abiertamente en el camino de vuelta a la zona donde estaban los niños.
- Bueno, pues como tu mismo has dicho, la bicicleta no tiene muchos secretos. Tienes que pedalear para que las ruedas giren y mantener el equilibrio. ¿Por qué no intentas ir hasta el árbol para empezar? – preguntó señalando un árbol que estaba apenas a tres metros de distancia. Había que empezar con pasitos de bebé – E intenta no atropellar a ningún niño, por favor. No quiero problemas con los vecinos. – agregó en broma, mientras se metía las manos en los bolsillos y esperaba para ver sus habilidades. Pero justo antes de que subiera a la bicicleta se acercó a él para besarlo, por si acaso se caía de morros a algún sitio y no podía volver a hacerlo en varios días.
La bicicleta xD
Amy Jackson- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Situación delicada
Regresaron a casa de los Jackson pasando por delante del grupo de niños de no más de ocho años acompañados de sus padres. Amy fue a por la bicicleta y Darren se acercó a uno de los padres que estaban vigilando los progresos de sus hijos para pedirle un cigarro sin ningún tipo de vergüenza, el hombre accedió casi de inmediato y hasta ofreció fuego al método muggle (con mechero, vamos). La primera calada supo a gloria y Brackminster agradeció el gesto del señor con un par de palmadas en la espalda del padre que casi hace que el hombre se rompa en mil pedazos pero lejos de preocuparse por la salud del muggle, giró para encarar su reto mientras expulsaba el humo hacia arriba. Levantó las dos cejas al ver la bicicleta rosa. Complemente rosa. No pudo contener la carcajada escandalosa cuando sus ojos atisbaron la estructura del vehículo y no porque fuera a hacer el ridiculo montado a sus veinte años encima de una bicicleta de niñas, no, la cosa es que no era de extrañar a esas alturas de su vida que Amy tuviera algo rosa como su varita.
- ¡JAJAJAJAJA! ¿Ves princesa? No me engañas, el rosa es tu color preferido.
Tras dejar el cigarro enre sus labios avanzó hasta donde estaba la morena y cogió el manillar de la bici para calibrar su uso. No parecía tener demasiado secreto, montarse y pedalear hasta el árbol más cercano. ¿Mantener el equilibrio? ¿No? Se subió encima y se echó una ojeada, no pudo contener la carcajada porque la bicicleta quedaba ridicula entre sus piernas. La cosa es que Darren tenía suficiente humor para no sentirse humillado encima de un cacharro muggle rosa, era de los típicos que se tomaban la vida con tal diversión que aquellos inconvenientes se convertían en una anecdota que contar borracho. Recibió el beso de Amy tal como si fuera a la mismisima guerra con Voldemort y subió un pie en el pedal para darle el primer impulso. Mal, casi se va al suelo pero sus reflejos de bateador hicieron que bajara el pie a tiempo. Uno de los niños se descojonó al verlo en tales apuros a su edad y pedaleó hasta donde estaba él para hacer sonar su timbre, mostrando su gran habilidad sobre la biclicleta. Darren entrecerró los ojos y herido en orgullo, volvió a intentarlo esta vez logró dar dos pedaladas antes de tener que poner el pie en el suelo por culpa de que no era capaz de encarar la bicicleta. El niño volvió a reirse (además mellado) y con su bicicleta de cuatro ruedas, volvió a ponerse a la altura de Brackminster.
- Oh, claro. Te ríes mucho porque llevas cuatro ruedas. ¿Te sientes muy hombre?
- Papá aún no me quiere quitar los ruedines- hizo un puchero y Darren negó con la cabeza.
- Siéntete afortunado, macho. Mi novia no me los quiere poner porque me quiere ver mellado como tu.
- Eres bastante patoso.
Entrecerró aún más los ojos ante esa reveladora verdad que hirió por completo su orgullo de jugador de Quidditch semiprofesional. Gryffindor en la sangre, volvió a levantar un pie para darle pedaladas a la bicicleta y aunque logró llegar hasta el árbol sin demasiada gracia pues el manillar temblaba más que un flan en cuanto cruzó la imaginaria linea se cayó al suelo aunque por suerte fue de lado y a tan poca velocidad que ni daño se hizo. Patas arriba miró al crío que pasó a su lado riéndose de él y llamó a sus amigos, los otros que estaban acompañados por sus padres para que fueran con él porque había encontrado un compañero que unir a su grupo infantil. Darren miró a las criaturas y se sentó en el suelo.
- ¿Qué pasa colegas? - y les empezó a chocar las manos como si fueran compañeros de Quidditch en plena reunión pre partido.
En verdad a Darren le gustaban los críos. Había cuidado a su hermano más pequeño como si fuera hijo suyo hasta que sus padres decidieron que ya no era bienvenido por casa y desde entonces sentía que hacía mejores migas con ellos que con los de su edad. Tal vez porque tenía alma de Peter Pan y nunca crecía, siendo un crío en su interior o tal vez porque era más comodo estar entre ellos que con gente mayor que jodía al próximo en cuanto podía. Fuera como fuera, estuvo diez minutos hablando con la panda de mocosos hasta que se hizo con los niños.
- ¿De acuerdo, equipo? - terminó el cigarro para echar el humo hacia arriba para no contaminar a ninguno de los crios con mierda - ¿Estamos de acuerdo?
Los niños asintieron, Darren puso la mano en medio y los niños pusieron las manos encima antes de lanzar un grito de guerra de estos típicos de partido américano. Tras ello, Darren montó en su super bicicleta rosa y pedaleó con su poco atino hasta que se agarró a una de las bicicletas de los niños (uno que parecía tener mejor equilibrio) así que se dejó llevar por él y cuando pasó por delante de Amy, movió las cejas como si en verdad hubiera aprendido.
- ¿Has visto? Mis colegas me ayudan, no como tú princesa. Eh, bestias pardas, saludad a Amy - y tras frenar todo el equipo saludó a Jackson a coro con sus vocecitas infantiles.
- ¡JAJAJAJAJA! ¿Ves princesa? No me engañas, el rosa es tu color preferido.
Tras dejar el cigarro enre sus labios avanzó hasta donde estaba la morena y cogió el manillar de la bici para calibrar su uso. No parecía tener demasiado secreto, montarse y pedalear hasta el árbol más cercano. ¿Mantener el equilibrio? ¿No? Se subió encima y se echó una ojeada, no pudo contener la carcajada porque la bicicleta quedaba ridicula entre sus piernas. La cosa es que Darren tenía suficiente humor para no sentirse humillado encima de un cacharro muggle rosa, era de los típicos que se tomaban la vida con tal diversión que aquellos inconvenientes se convertían en una anecdota que contar borracho. Recibió el beso de Amy tal como si fuera a la mismisima guerra con Voldemort y subió un pie en el pedal para darle el primer impulso. Mal, casi se va al suelo pero sus reflejos de bateador hicieron que bajara el pie a tiempo. Uno de los niños se descojonó al verlo en tales apuros a su edad y pedaleó hasta donde estaba él para hacer sonar su timbre, mostrando su gran habilidad sobre la biclicleta. Darren entrecerró los ojos y herido en orgullo, volvió a intentarlo esta vez logró dar dos pedaladas antes de tener que poner el pie en el suelo por culpa de que no era capaz de encarar la bicicleta. El niño volvió a reirse (además mellado) y con su bicicleta de cuatro ruedas, volvió a ponerse a la altura de Brackminster.
- Oh, claro. Te ríes mucho porque llevas cuatro ruedas. ¿Te sientes muy hombre?
- Papá aún no me quiere quitar los ruedines- hizo un puchero y Darren negó con la cabeza.
- Siéntete afortunado, macho. Mi novia no me los quiere poner porque me quiere ver mellado como tu.
- Eres bastante patoso.
Entrecerró aún más los ojos ante esa reveladora verdad que hirió por completo su orgullo de jugador de Quidditch semiprofesional. Gryffindor en la sangre, volvió a levantar un pie para darle pedaladas a la bicicleta y aunque logró llegar hasta el árbol sin demasiada gracia pues el manillar temblaba más que un flan en cuanto cruzó la imaginaria linea se cayó al suelo aunque por suerte fue de lado y a tan poca velocidad que ni daño se hizo. Patas arriba miró al crío que pasó a su lado riéndose de él y llamó a sus amigos, los otros que estaban acompañados por sus padres para que fueran con él porque había encontrado un compañero que unir a su grupo infantil. Darren miró a las criaturas y se sentó en el suelo.
- ¿Qué pasa colegas? - y les empezó a chocar las manos como si fueran compañeros de Quidditch en plena reunión pre partido.
En verdad a Darren le gustaban los críos. Había cuidado a su hermano más pequeño como si fuera hijo suyo hasta que sus padres decidieron que ya no era bienvenido por casa y desde entonces sentía que hacía mejores migas con ellos que con los de su edad. Tal vez porque tenía alma de Peter Pan y nunca crecía, siendo un crío en su interior o tal vez porque era más comodo estar entre ellos que con gente mayor que jodía al próximo en cuanto podía. Fuera como fuera, estuvo diez minutos hablando con la panda de mocosos hasta que se hizo con los niños.
- ¿De acuerdo, equipo? - terminó el cigarro para echar el humo hacia arriba para no contaminar a ninguno de los crios con mierda - ¿Estamos de acuerdo?
Los niños asintieron, Darren puso la mano en medio y los niños pusieron las manos encima antes de lanzar un grito de guerra de estos típicos de partido américano. Tras ello, Darren montó en su super bicicleta rosa y pedaleó con su poco atino hasta que se agarró a una de las bicicletas de los niños (uno que parecía tener mejor equilibrio) así que se dejó llevar por él y cuando pasó por delante de Amy, movió las cejas como si en verdad hubiera aprendido.
- ¿Has visto? Mis colegas me ayudan, no como tú princesa. Eh, bestias pardas, saludad a Amy - y tras frenar todo el equipo saludó a Jackson a coro con sus vocecitas infantiles.
Darren Brackminster- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 29/11/2014
Re: Situación delicada
- Es mi bicicleta de cuando tenía doce años, y a esa edad mis padres creían que todo debía ser rosa. Seguramente por eso aborrezco el rosa. – le dijo sacándole la lengua, mientras se alejaba unos pasos para dejarle espacio para empezar.
Era terrible con la bicicleta, aunque a su favor iba a decir que nadie se subía a una bicicleta de dos ruedas y automáticamente lo hacía bien, pero eso no hacía que fuera menos divertido verle haciendo tumbos. Pero no se cayó, tenía demasiados buenos reflejos para eso, al menos no al principio. La cosa cambió cuando llegó al árbol y por fin se desequilibró y se fue al suelo. Fue una caída leve, así que se quedó justo donde estaba y soltó una carcajada, esperando a ver como se las arreglaba para volver.
Fue entonces cuando vio su despliegue con los niños, y maldita sea, fue la cosa más tierna que había visto en mucho tiempo. Y lo peor es que ni siquiera la alarmaron los pensamientos que tuvo acerca de que Darren si que sería un buen padre, muy al contrario que sus progenitores. Y hasta una pequeña parte de ella, la parte en la que empezaba a despertar su instinto maternal, se preguntó si algún día podrían ser funcionales como padres, aunque seguramente eran puras barbaridades teniendo en cuenta que llevaban saliendo menos de veinticuatro horas. Pero una vez más, su historia iba mucho más allá de ese último día, hasta al punto que a veces sentía que lo había querido media vida.
El ver como tanto Darren como los niños se incorporaban hizo que se interrumpiera el hilo de sus pensamientos. Se los había ganado en tiempo record y por lo que pudiera pasar les dirigió una sonrisa de disculpa a los padres, pues una explicación de porqué estaba enseñando a alguien de más de veinte años a montar en bicicleta se podía tornar un poco delicada, teniendo en cuenta de que en ese barrio todos eran muggles. Y entonces no pudo más que reírse abiertamente cuando lo vio tan perfectamente satisfecho de haber aprendido a ir en bicicleta en tiempo record cuando en realidad sólo estaba siendo arrastrado por uno de los niños. Era peor que ellos.
- No me has dado tiempo a ayudarte que ya te has conseguido otros profesores. Hola niños. ¿Qué creéis? ¿Es el peor conductor de bicicleta del mundo? – y ante la respuesta afirmativa de los niños sólo pudo que volver a reír – Va, vamos a ver. – se sintió en obligación de enseñarle en condiciones, seguramente a causa de los efectos enternecedores que su escena con los niños que todavía permanecían con ella. Ya no tenía tantas ganas de verle hacer el ridículo como antes, así que se instaló detrás de él en la bicicleta, a pesar de que no había demasiado sitio para los dos – Manos firmes en el manillar. – dijo y ella misma pasó los brazos por cada lado del cuerpo de Darren para poner las manos encima de las suyas en ambos lados del manillar – Ahora pedalea. – y esta vez pudieron llegar al árbol, todavía tambaleándose pero con bastante más seguridad que la vez que lo había intentado él solo – ¿Lo ves? Todo es cuestión de firmeza y equilibrio. – le susurró cerca de la oreja con una sonrisa, antes de aprovechar la cercanía para besarle la mejilla – Eres peor que un niño, pero te quiero.
Y a pesar de que su confesión (que en realidad no era ninguna confesión pues ya era algo que le había dicho la noche anterior) fue interrumpido por un ’No dejes que las niñas te besen. Que asco!’ de uno de los niños, Amy sabía que iba a recordar ese momento y ese día para siempre.
Era terrible con la bicicleta, aunque a su favor iba a decir que nadie se subía a una bicicleta de dos ruedas y automáticamente lo hacía bien, pero eso no hacía que fuera menos divertido verle haciendo tumbos. Pero no se cayó, tenía demasiados buenos reflejos para eso, al menos no al principio. La cosa cambió cuando llegó al árbol y por fin se desequilibró y se fue al suelo. Fue una caída leve, así que se quedó justo donde estaba y soltó una carcajada, esperando a ver como se las arreglaba para volver.
Fue entonces cuando vio su despliegue con los niños, y maldita sea, fue la cosa más tierna que había visto en mucho tiempo. Y lo peor es que ni siquiera la alarmaron los pensamientos que tuvo acerca de que Darren si que sería un buen padre, muy al contrario que sus progenitores. Y hasta una pequeña parte de ella, la parte en la que empezaba a despertar su instinto maternal, se preguntó si algún día podrían ser funcionales como padres, aunque seguramente eran puras barbaridades teniendo en cuenta que llevaban saliendo menos de veinticuatro horas. Pero una vez más, su historia iba mucho más allá de ese último día, hasta al punto que a veces sentía que lo había querido media vida.
El ver como tanto Darren como los niños se incorporaban hizo que se interrumpiera el hilo de sus pensamientos. Se los había ganado en tiempo record y por lo que pudiera pasar les dirigió una sonrisa de disculpa a los padres, pues una explicación de porqué estaba enseñando a alguien de más de veinte años a montar en bicicleta se podía tornar un poco delicada, teniendo en cuenta de que en ese barrio todos eran muggles. Y entonces no pudo más que reírse abiertamente cuando lo vio tan perfectamente satisfecho de haber aprendido a ir en bicicleta en tiempo record cuando en realidad sólo estaba siendo arrastrado por uno de los niños. Era peor que ellos.
- No me has dado tiempo a ayudarte que ya te has conseguido otros profesores. Hola niños. ¿Qué creéis? ¿Es el peor conductor de bicicleta del mundo? – y ante la respuesta afirmativa de los niños sólo pudo que volver a reír – Va, vamos a ver. – se sintió en obligación de enseñarle en condiciones, seguramente a causa de los efectos enternecedores que su escena con los niños que todavía permanecían con ella. Ya no tenía tantas ganas de verle hacer el ridículo como antes, así que se instaló detrás de él en la bicicleta, a pesar de que no había demasiado sitio para los dos – Manos firmes en el manillar. – dijo y ella misma pasó los brazos por cada lado del cuerpo de Darren para poner las manos encima de las suyas en ambos lados del manillar – Ahora pedalea. – y esta vez pudieron llegar al árbol, todavía tambaleándose pero con bastante más seguridad que la vez que lo había intentado él solo – ¿Lo ves? Todo es cuestión de firmeza y equilibrio. – le susurró cerca de la oreja con una sonrisa, antes de aprovechar la cercanía para besarle la mejilla – Eres peor que un niño, pero te quiero.
Y a pesar de que su confesión (que en realidad no era ninguna confesión pues ya era algo que le había dicho la noche anterior) fue interrumpido por un ’No dejes que las niñas te besen. Que asco!’ de uno de los niños, Amy sabía que iba a recordar ese momento y ese día para siempre.
Amy Jackson- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Situación delicada
- Quien no corre vuela, Jackson.
Mencionó con una sonrisa de oreja a oreja, completamente animado con el asunto de hacer trampas a costa de niños especializados en la teoría de los pedales. Eso sí, la sonrisa se esfumó cuando los condenados traidores contestaron al unísono a la pregunta de Jackson y los fulminó con la mirada a la par que los señalaba con el dedo para escenificar cuanto había dolido aquella vil traición. Pero la intervención de Jackson sentándose tras él para enseñarle como los mandamientos dictaban, borró por completo la decepción del rostro de Darren para dejar paso a la felicidad extrema y despreocupación habitual. Si, si, ellos sabrían llevar una bicicleta pero él llevaba a una morena de curvas infartantes en el mismo asiento. ¿Cuándo iban a superar eso?
Siguiendo las instrucciones de la profesora, esta vez, lograron llegar a salvo hasta el árbol ante la mirada emocionada de Brackminster que por primera vez en su vida estaba montando en bicicleta. El susurro en su oreja sacó una sonrisa más bien maliciosa y lasciva en Darren que iba a agregar algo en plan sexual pero se contuvo por el beso en la mejilla y el posterior comentario de uno de sus nuevos amigos que parecía estar en esa tapa de la infancia donde no veían a las mujeres más que como una amenaza. Y en verdad tenían razón, lo eran. Luego terminabas enamorado de una de ella y ya no había vuelta atrás.
- ¿Cómo qué no? – levantó una ceja – Cuando tengas cinco años más, me vienes diciendo si no quieres que las niñas te besen – movió las cejas e hizo que Amy se agarrara bien a su cintura con sus manos – Agárrate princesa, qué vienen curvas.
Porque ahora que había pillado el truco, podía empezar a pedalear como los dioses mandaban así, con toda la dignidad que una bicicleta rosa reclamaba. Encaró el manillar hacia el fondo de la calle y se atrevió a pedalear sin miedos, manteniendo el manillar firme y concentrando en llevar el equilibrio que usaba sobre la escoba. Y así fue como logró llegar hasta el final de la calle con los niños detrás suyos, escoltándolos entre gritos infantiles. Darren soltó varias carcajadas de triunfo con su orgullo reparado al completo ahora que era capaz de usar el cacharro muggle sin perder los dientes en una caída.
Al final de la calle, giró para volver a encararse hacia arriba y pedaleó con más fuerza hasta llegar a la casa de los Jackson – ¿Me merezco un beso de los buenos del triunfo, no? –giró la cabeza por encima de su hombro y besó en los labios a Jackson, acción que le valió otra frasecita de asco de uno de los niños “iugh, se besan en los labios. ¡Qué asco!” y que hizo reír a Brackminster contra los labios de Amy – Y hacemos cos… - pero vislumbró a los padres más allá y determinó que igual no era la frase más correcta de todas – ¡Venga! Cada polluelo a su casa. ANDANDO. – los niños se fueron protestando con sus padres – Qué capacidad de liderazgo. Sirvo como capitán.
Mencionó con una sonrisa de oreja a oreja, completamente animado con el asunto de hacer trampas a costa de niños especializados en la teoría de los pedales. Eso sí, la sonrisa se esfumó cuando los condenados traidores contestaron al unísono a la pregunta de Jackson y los fulminó con la mirada a la par que los señalaba con el dedo para escenificar cuanto había dolido aquella vil traición. Pero la intervención de Jackson sentándose tras él para enseñarle como los mandamientos dictaban, borró por completo la decepción del rostro de Darren para dejar paso a la felicidad extrema y despreocupación habitual. Si, si, ellos sabrían llevar una bicicleta pero él llevaba a una morena de curvas infartantes en el mismo asiento. ¿Cuándo iban a superar eso?
Siguiendo las instrucciones de la profesora, esta vez, lograron llegar a salvo hasta el árbol ante la mirada emocionada de Brackminster que por primera vez en su vida estaba montando en bicicleta. El susurro en su oreja sacó una sonrisa más bien maliciosa y lasciva en Darren que iba a agregar algo en plan sexual pero se contuvo por el beso en la mejilla y el posterior comentario de uno de sus nuevos amigos que parecía estar en esa tapa de la infancia donde no veían a las mujeres más que como una amenaza. Y en verdad tenían razón, lo eran. Luego terminabas enamorado de una de ella y ya no había vuelta atrás.
- ¿Cómo qué no? – levantó una ceja – Cuando tengas cinco años más, me vienes diciendo si no quieres que las niñas te besen – movió las cejas e hizo que Amy se agarrara bien a su cintura con sus manos – Agárrate princesa, qué vienen curvas.
Porque ahora que había pillado el truco, podía empezar a pedalear como los dioses mandaban así, con toda la dignidad que una bicicleta rosa reclamaba. Encaró el manillar hacia el fondo de la calle y se atrevió a pedalear sin miedos, manteniendo el manillar firme y concentrando en llevar el equilibrio que usaba sobre la escoba. Y así fue como logró llegar hasta el final de la calle con los niños detrás suyos, escoltándolos entre gritos infantiles. Darren soltó varias carcajadas de triunfo con su orgullo reparado al completo ahora que era capaz de usar el cacharro muggle sin perder los dientes en una caída.
Al final de la calle, giró para volver a encararse hacia arriba y pedaleó con más fuerza hasta llegar a la casa de los Jackson – ¿Me merezco un beso de los buenos del triunfo, no? –giró la cabeza por encima de su hombro y besó en los labios a Jackson, acción que le valió otra frasecita de asco de uno de los niños “iugh, se besan en los labios. ¡Qué asco!” y que hizo reír a Brackminster contra los labios de Amy – Y hacemos cos… - pero vislumbró a los padres más allá y determinó que igual no era la frase más correcta de todas – ¡Venga! Cada polluelo a su casa. ANDANDO. – los niños se fueron protestando con sus padres – Qué capacidad de liderazgo. Sirvo como capitán.
Darren Brackminster- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 29/11/2014
Re: Situación delicada
La verdad, no esperaba que a Darren le costara tan poco aprender a manejarse bien con la bicicleta, pero siempre había tenido facilidad para ese tipo de cosas. Recordaba como en Hogwarts, en su primera clase de vuelo, ya sobrevolaba su cabeza cuando ella ni siquiera había conseguido que la puñetera escoba se levantara del suelo y fuera hasta su mano extendida. Así que aquello no debería sorprenderla, pero lo hacía.
De todos modos era bastante divertido, los niños escandalizándose por besos en la mejilla y Darren comportándose como si fueran sus amigos de toda la vida. Y cuando consiguieron hacer una tirada larga sin ningún tipo de problema ni siquiera sabía quién se alegró más, si Darren, ella misma o los niños. En cualquier caso no pudo más que reírse abiertamente, porque en ese momento parecía no haber problemas más allá de esas carreras de bicicletas, y necesitaba tanto un momento de paz mental que de pronto se sentía bastante más ligera.
Recibió el beso de Darren de buena gana, y seguramente lo habría vuelto a besar de no ser porqué estaba a punto de hablar más de la cuenta con los niños. Sabía de sobra que no había mucho filtro entre lo que pasaba por su cabeza y lo que salía por su boca,, así que le dio un codazo para que no hablara de barbaridades sexuales frente a niños de ocho años, que tenían toda una vida por delante para aprender ellos mismos de qué iba todo aquello (y unos padres a los que podrían dirigir las preguntas incómodas).
- Eso, andando con vuestros padres. Misión cumplida aquí, ya sabe ir en bicicleta. – les dijo a los niños con una sonrisa, sintiendo que por alguna razón querían más a Darren que a ella, que siempre se sentía torpe estando rodeada de niños.
Una vez se quedaron solos, se agarró del brazo de Darren para volver a casa. Ya habían alimentado y se habían socializado (aunque fuera con unos niños de ocho años), podían volver a estar solos por lo que restaba de día sin sentir que ignoraban todo cuanto sucedía a su alrededor. Dejaron la bicicleta en el garaje y lo besó ahí mismo, sin ninguna razón en concreto.
- Se te dan bien los niños. Y eso es una señal segura de que lo de ser buen padre no es algo que se herede.- sabía que a él le preocupaba que al no haber tenido una figura paterna agradable en su niñez, él tampoco sabría hacerlo, aún cuando él nunca se lo había dicho con palabras. Y no iba a decir nada más al respecto, porque seguramente ponerse a hablar de hijos a aquellas alturas era una locura, pero quería que él supiera eso.
Y ahí, en su garaje, tuvo la seguridad de que esta vez lograrían que funcionara. No iban a cagarla de nuevo.
De todos modos era bastante divertido, los niños escandalizándose por besos en la mejilla y Darren comportándose como si fueran sus amigos de toda la vida. Y cuando consiguieron hacer una tirada larga sin ningún tipo de problema ni siquiera sabía quién se alegró más, si Darren, ella misma o los niños. En cualquier caso no pudo más que reírse abiertamente, porque en ese momento parecía no haber problemas más allá de esas carreras de bicicletas, y necesitaba tanto un momento de paz mental que de pronto se sentía bastante más ligera.
Recibió el beso de Darren de buena gana, y seguramente lo habría vuelto a besar de no ser porqué estaba a punto de hablar más de la cuenta con los niños. Sabía de sobra que no había mucho filtro entre lo que pasaba por su cabeza y lo que salía por su boca,, así que le dio un codazo para que no hablara de barbaridades sexuales frente a niños de ocho años, que tenían toda una vida por delante para aprender ellos mismos de qué iba todo aquello (y unos padres a los que podrían dirigir las preguntas incómodas).
- Eso, andando con vuestros padres. Misión cumplida aquí, ya sabe ir en bicicleta. – les dijo a los niños con una sonrisa, sintiendo que por alguna razón querían más a Darren que a ella, que siempre se sentía torpe estando rodeada de niños.
Una vez se quedaron solos, se agarró del brazo de Darren para volver a casa. Ya habían alimentado y se habían socializado (aunque fuera con unos niños de ocho años), podían volver a estar solos por lo que restaba de día sin sentir que ignoraban todo cuanto sucedía a su alrededor. Dejaron la bicicleta en el garaje y lo besó ahí mismo, sin ninguna razón en concreto.
- Se te dan bien los niños. Y eso es una señal segura de que lo de ser buen padre no es algo que se herede.- sabía que a él le preocupaba que al no haber tenido una figura paterna agradable en su niñez, él tampoco sabría hacerlo, aún cuando él nunca se lo había dicho con palabras. Y no iba a decir nada más al respecto, porque seguramente ponerse a hablar de hijos a aquellas alturas era una locura, pero quería que él supiera eso.
Y ahí, en su garaje, tuvo la seguridad de que esta vez lograrían que funcionara. No iban a cagarla de nuevo.
Amy Jackson- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 19/11/2014
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