Heartbreaker || Abner

Todo se había detenido en el momento en que él le grito, no porque la sorprendiera su voz fuerte o el agarre en sus muñecas, si no por las palabras que salían de él. Lo miro a los ojos mientras el corazón le golpeaba con fuerza contra el pecho y sentía que las rodillas le fallaban, las piernas se le hacían de gelatina y el alma se le caía hasta el suelo. No trató de poner resistencia a su agarre, todo el parecía demasiado irreal.

Todo lo que decía quedaba como algo perfecto, una coartada que lo convertía inmediatamente en un mártir que había sufrido todos esos años igual que ella. No podía aceptarlo, no quería aceptarlo. Era egoísta y no podía aceptar que él hubiera sufrido de la misma manera, no se comparaba, no había tenido que criar un hijo solo o vivido a expensas de lo que la sociedad dijera de él por hacerlo. No se comparaba.

Cuando la soltó ella dejo la varita sobre la barra del comedor, e incluso al momento de escuchar esas últimas palabras, enojada y frustrada se quitó el anillo de compromiso y lo dejó sobre la barra también. Se acercó a él nuevamente quisiera o no y lo tomó con fuerza del brazo, lo iba a obligar a escucharla.

Ahí está, anda oblígame si tanto te gustaría hacerlo. ¿Lo haces por que en verdad te importo o porque simplemente quieres ganar? Dime la verdad, ¿si quiera pensaste un poco en mi antes de venir a este lugar? – Estaba preguntándole de manera sincera aun que su voz lo hacía parecer más como un reclamo. Ese tono era precisamente porque tampoco sabía como lidiar con todo eso que estaba pasando, era la primera vez que debía demostrar que era una adulta centrada que tenía un hijo que cuidar y no lo estaba haciendo correctamente.

Me prometí a mi misma que iba a matarte en la primera oportunidad que tuviera. Soy una maldita cobarde… - Sin dejarlo que dijera más se puso de puntillas para rodearlo con un brazo por el cuello y acercar su cuerpo al de él. Con la mano que le quedaba libre acaricio su pecho y subió hasta su mejilla. –Te amo tanto que me duele, llevo casi cinco años con este dolor en mi pecho. Solo dímelo… dime que me amas y no me va a importar nada más en el mundo que mi hijo y tu. Pero tienes que decirlo ahora. – Presionó la yema de sus dedos sobre la piel de su nuca, podía sonar ridículo pero solamente necesitaba un “si” ella también tenía esas ganas enfermas de ganar alguna vez y si lo escuchaba al menos podría zanjar una herida que en efecto tenía casi cinco años volviendo su vida un tormento.

Sus palabras habían sido reales, tan reales que al momento de decirlas sentía que la herida seguía abierta y sangrando. Lo habría dado todo por él, aun en esas circunstancias lo habría dejado todo por estar a su lado, no habría nada en el mundo que no hubiese hecho por él y lo sabía, Abner estaba completamente consciente de ello. Ellie podía decir muchas cosas pero cuando se abría hacia alguien era verdadero, no había lugar para mentiras cuando era el corazón quién hablaba.

Y ahí estaban esas palabras que tanto había querido escuchar con el paso de los años, pero el dolor no había desaparecido, seguía ahí, tangible, asfixiándola. Una parte de si no quería creer en él, todo era demasiado fuerte para ella, la sobrepasaba, la descontrolaba y la hacía vulnerable nuevamente. Se aferro con fuerza al sentir que la tomaba de esa manera para besarla y si sus palabras la habían roto ese beso terminó por destrozarla completamente.

Se llevó una mano al rostro dándole la espalda cuando se separó de ella negando con la cabeza. No podía pensar correctamente, no podía porque ahí iba nuevamente él haciéndole creer que era ella quién había hecho mal en querer reconstruir su vida, porque no lo había estado esperando en el momento en que él quisiera volver a reclamarlo todo, como si de alguna manera fuera ella la equivocada en su vida y él solamente hubiese sido una víctima de las circunstancias, nuevamente quedando como la persona sensata que solamente quería lo mejor para su hijo.

¿Entonces soy yo quién tiene la culpa de todo? ¿Eso estas tratando de decirme? – Se giró hacia él con la mirada enfurecida nuevamente - ¿Soy yo la que tiene asuntos sin arreglar? No Abner… mi único asunto sin arreglar eres tú. Mira a Bastian, mírame a mí, estábamos perfectamente bien hasta hace unas horas que llegaste aquí reclamando todo como si lo merecieras, como si solamente fueras un hombre que se equivocó y ahora quiere redimirse. ¿Ahora soy yo quién tiene la culpa? ¿La pobre niña tonta que tiene asuntos sin solucionar y con la que simplemente no puedes estar? No, espera, me equivoque. No vienes a reclamar nada, esperas que todo se te entregue en las manos solamente por ser quién eres. Si quisieras reclamarme lo hubieses hecho en algún momento. No puedo creer que después de tantos años siga siendo la misma idiota.

Estaba despotricando nuevamente, pero así era ella, le parecía más fácil creer eso a ilusionarse y que Abner nuevamente fuera a lastimarla. Se dio un pequeño golpe en la cabeza como si estuviera reprendiéndose a ella misma, luego se cruzó de brazos.

Pero tienes razón, esto no es por ti o por mí. Es por Bastian y porque queremos que tenga lo mejor. Te lo dije. Hablaré con él, mañana podrás venir a verlo y cuando desees excepto los fines de semana que es cuando yo estoy aquí. No quiero verte, no quiero volver a verte. Arreglaré mis asuntos sin que tú estés dentro de ellos. –Parecía una sentencia definitiva. Lo era. Si él iba a jugar a que no le importaba, ella también podría hacerlo. Ya había sido suficiente de ser la niña tonta que caía ante sus besos y palabras.

¿Qué no entendía que quería que le dijera? La verdad ella tampoco lo sabía. Todo había sido muy rápido, furioso, como un huracán que llegaba a su vida dándole un vuelco de 180 grados. Pero Abner era así, siempre había emanado esa fuerza que era capaz de cualquier cosa que se propusiera. Lo amaba, en verdad lo amaba a pesar de tantos años y a pesar de lo que fuera, sin embargo le era imposible aceptarlo así sin más.
No quería seguir escuchando sus palabras, se había colocado en un modo de autodefensa, no iba a escuchar más razones.  Lo vio a los ojos cuando la obligó a girarse y nuevamente estaba ahí esa fuerza atrayéndola hacia él, tal vez Abner no lo comprendía, pero ya le pertenecía, siempre había sido así.

Luchó en verdad contra las ganas de tomarlo nuevamente de las mejillas y besarlo sin más, decirle que no se fuera nunca de su lado, que cualquier cosa podría solucionarlo solamente si él permanecía ahí… pero no lo hizo.  Sus manos estaban temblando, se abrazó a ella misma y simplemente asintió bajando la cabeza.  No había más palabras que pudieran salir de sus labios, lo había dicho todo esa noche.

Entonces vino aquel sonido….

¿Mamá?...

El semblante de la semi veela cambio inmediatamente al reconocer la voz de Bastian desde la escalera principal. En algún punto de la noche seguramente se había despertado escuchando las voces, los gritos, le cayó como un balde de agua fría. En esos momentos Abner y todo a su alrededor desapareció y fue inmediatamente a encontrarse con el pequeño que estaba ahí parado, somnoliento tallándose un ojo y abrazando un micropuff de felpa.

Cielo… ¿Qué haces despierto? – Inmediatamente lo tomó entre sus brazos y lo puso contra uno de sus hombros.  Bastian era un niño pequeño de complexión menuda. Su embarazo había sido difícil dando como resultado un pequeño frágil durante los primeros años de su vida. Ellie acarició su cabello y lo meció en sus brazos. Pero no era suficiente, estaba despierto y se giró para ver al hombre frente a él con unos ojos que en efecto eran idénticos a los de él mismo.  

Muchas personas a lo largo de su vida habían señalado el punto de que Bastian en efecto no tenía muchos rasgos parecidos a los de ella, su cabello, el tono de su piel y sus ojos eran prácticamente idénticos a los de Abner, afortunadamente el niño no había heredado su carácter o el mismo carácter de Ellie o tal vez aun no lo había demostrado.

Hola…-  Dijo el niño con una voz clara e inocente. No parecía cohibido por aquel desconocido. Ellie entonces se giró hacia Abner con una mirada un poco más conciliadora, puso al pequeño en el suelo y luego se puso en cuclillas para quedar a su altura y hablarle.

Hey…  ¿Sabes? Tienes una visita… alguien quiere conocerte.-  Le habló de una manera dulce pero segura -  Ese hombre de ahí se llama Abner y es tu padre… ¿Recuerdas que te dije que estaba viajando lejos? Bueno… ha vuelto por que quiere estar contigo. ¿Quieres saludarlo?

Estaba sonriendo, pero era solamente para darle confianza al niño.  Si le había dicho en alguna ocasión cuando preguntó por su padre que estaba lejos viajando, pero solamente había sido una excusa que, en este caso había resultado ser verdadera. Levantó la mirada para ver a Abner, pero su mirada expresaba cautela, no era así como esperaba que fueran las cosas pero si había algo que ella no podría soportar seria que alguien lastimara a su hijo, estaba implícito en sus gestos.

Bastian con su pijama

Ella se quedo tras Bastian y se llevó una mano al pecho jugando con uno de los botones de su camisa, estaba nerviosa y no dejaba de ver de uno a otro con temor.  Habían sido pocas las situaciones en las que Bastian había preguntado por su padre pero se había conformado con esa respuesta. Algunas personas le habían sugerido que lo diera por muerto o que simplemente evitara la cuestión del niño, sin embargo ella no era ese tipo de personas y aun tenía en su corazón la esperanza de que algún día Abner volviera con ellos.  

Bastian estaba abrazando el muñeco y siguió con mirada cautelosa los movimientos de Abner hasta que estuvo frente a él. Fueron unos segundos en los que dudó y luego levantó el rostro para ver a Ellie quién le sonrió de vuelta y asintió con la cabeza como si hubiera una comunicación silenciosa entre ambos, estaba autorizándole el que se acercara a su padre y Bastian dio un paso al frente con más confianza, luego sonrió ampliamente y se lanzó sobre el hombre abrazándolo por el cuello con efusividad.   Siempre había sido un niño cariñoso que no se cohibía fácilmente ante la gente extraña, estaba en esa etapa en que todas las personas a su alrededor le parecían interesantes y hacia mil y un preguntas sobre cosas que lo rodeaban. Con Abner no fue diferente.

¿Eres Abner o mi papá? ¿Así te llamas? ¿Puedo llamarte papá? ¿Dónde estabas? ¿A dónde fuiste? ¿Vas a quedarte? ¿Tengo que darte mi habitación? – Preguntaba muchas cosas pero todas tomándose el tiempo para pensarlas, solamente la última la hizo mirando a Ellie como si de verdad pensara que Abner llegaría a quitarle algo de su vida. Era poco más que un bebé y aun tenía los complejos de propiedad muy arraigados. Aun que Abner fuera su padre aun le faltaba mucho para poder asimilar lo que la palabra significaba completamente.

¿Podemos tomar chocolate caliente? ¿Sii? – Se separó de Abner y antes de que Ellie respondiera corrió hasta la cocina, era un niño muy enérgico para su edad.  Ella levantó la mirada viendo a Abner de una manera sentida. No dijo una sola palabra y simplemente se encaminó hasta la cocina donde Bastian ya había colocado uno de los bancos para sentarse en la mesa de madera que estaba en medio de la misma.  Ellie de una manera discreta tomó el anillo que estaba sobre la barra de la cocina y se lo metió en la bolsa del pantalón para luego sacar un par de tazas.

¿Puedo tener malvaviscos? – Ellie simplemente asintió con la cabeza y comenzó a preparar el chocolate como al niño le gustaba. Puso un par de tazas en la mesa, una era evidente que era de Bastian pues tenía la forma de un casco de caballero, era como su pijama.  Bastian vio la taza aun sin chocolate y luego a Abner y se la acercó -  Toma mi taza papá, pero yo quiero más malvaviscos.

Ellie los observó unos momentos antes de acercarse con la cafetera y servirles chocolate a ambos. Ella no iba a beber. Aquel ambiente le parecía tan familiar, tan extraño que le provocaba un agujero en el corazón por la añoranza. Le sirvió a ambos una cantidad considerable de malvaviscos y luego le sonrió a Bastian – Debes esperar a que enfríe ¿de acuerdo? – Él asintió y ella le acarició la cabeza, luego se quedó a una distancia prudente de ambos sin volver a mirar a Abner.