Last friday night {Marie Gohile y quienes quieran entrarle}

por **Elizabeth Sexton** Sáb Nov 22, 2014 10:18 pm

Bar Radegast / 8:30 PM / Viernes

Era una lúgubre pero clásica alcoba. A su llegada, sólo había tenido, como pertenencias propias de un docente, un librero con ejemplares básicos que le servirían al momento de dar clases, aquellos libros que se les pedían a los alumnos comprar en el Callejón Diagon una vez que se habían matriculado. Recordaba que, la primera noche en esa alcoba, había revisado aquellos libros para ver qué tipos de guía les daban los decanos a sus estudiantes. Entre los ejemplares estaba el ya famoso libro Una Historia de la Magia de Bathilda Bagshot, Historia del Mal de Godelot –ejemplar que le causó un respingo dado el contenido tan oscuro-, Demonios del Siglo XV, Grandes Magos del siglo XX, Notables Nombres de la Magia de Nuestros Tiempos, Historia de la Magia Moderna, y para sus sorpresa, Magos y Brujas de la Edad Media escrito por ella. Fue un halago saber que la escuela consideraba su libro apto para clases. Tras indagar en su librero notó que había un cuadro del mago Merlín arriba de un escritorio de roble y un caldero de peltre que servía más bien como para realizar pociones muy básicas debido a su tamaño. Con el tiempo, Liz se tomó la libertad de llenar el librero con sus propios libros, tanto conseguidos en tiendas especializadas como Flourish & Blotts, como en librerías muggles. Había incluido en su acervo el Martillo de las Brujas, Manual de los Antiguos Druídas, Vida y Muerte de Ana Bolena, Morgana y Merlín, Melusina y su Descendencia, 10 Grandes Brujas del siglo XVII. Ahora su librero apenas y podía sostener todo su compendio.

En esos instantes se estaba tomando un respiro para preparar su clase para la próxima semana que trataría el tema de los Ritos y Tradiciones Celtas donde se centraría en una tribu en particular, los Celtíberos. Miró el cuadro de Ana Bolena, el clásico, y se relajó recargando la espalda en la silla. Eran las ocho de la noche y aún no se sentía con la necesidad de dormir. Su juego de té ya estaba vacío y no quería rellenarlo. Entonces tuvo la idea de que para conseguir la “iluminación” que requería ara terminar de organizar su clase: iría al bar de la universidad a hacer lo que no podía en el comedor, fumar y beber cerveza como había sido su tradición cuando se encontraba en Irlanda. Tomó su cuaderno, la pluma encantada y su pequeña bolsa de cuero, la varita la llevaba bien agarrada al cinturón de su falda, y se encaminó hacia el bar.

Cuando entró se dio cuenta de la gran cantidad de estudiantes que decidían gastar un poco de su dinero en beber en Viernes para poder dormir a pierna suelta el Sábado y no lidiar demasiado con la resaca. Pasó entre un grupo que conversaba calurosamente y reía. Cuando llegó a la barra, el bartender se acercó limpiando un vaso con un trapo.

—Cerveza Duvel oscura, en tarro. Gracias. — le dijo para poner unas cuantas monedas sobre la barra, monedas que el bartender tomó para irse a servir la orden.

Liz se movió tranquilamente entre la multitud hasta llegar a una mesa en un rincón. Sacó su libreta, su pluma y el libro Manual de los Antiguos Druídas. Comenzó a sacar datos importantes y los dictaba, la pluma tomaba las notas y así fue su proceso Cuando la cerveza llegó, Liz extrajo un cigarro y lo encendió. Tal vez era ese momento el único de su semana en que se sentía realmente cómoda.