Ni alcohol, ni drogas

Ni alcohol, ni drogas - atuendo

Estaba estrenando un vestido, me había cortado el cabello hacía poco y de verdad me esforcé por verme linda ese día. Seguía sin saber por qué Kristján se había interesado en mi para ser su novia, y ya sabía, eso era terriblemente inseguro de mi parte, pero él era guapo, le quedaba popularidad del colegio, tenía muchas opciones. Nos habíamos llevado bien antes, pero no se me había ocurrido que de esa manera.

Hubiera estado más feliz de no saber que mi lenta recuperación de un ataque mortífago me había dejado bastante “defectuosa” en varios aspectos de mi vida. Todavía tenía insomnio muchas noches a la semana (me había ocultado un poco las ojeras con un maquillaje mágico), me aterraba la idea de ver sangre y también, quizás lo peor, me costaba trabajo manejar mi afecto en público. Encima de todo, Yuri en vez de apoyar la idea de que saliera con alguien e hiciera las cosas que hacía la gente normal, se había puesto en plan de pensar que era una pésima idea y que no estaba preparada para una cosa así. Por supuesto, eso me había hecho sentir mucho menos preparada y sentía que estaba poniendo demasiada presión a todo el asunto. Estaba guardando mis cosas cuando escuchaba que llamaba a la puerta. Me apresuré para que mamá no lo abochornara con que era guapísimo y deberíamos casarnos, aunque no fuera ruso.

Apenas cerré la puerta de casa, le di un beso de verdad, colgándome de su cuello. De inmediato escuché los grititos de Yasha desde su ventana y tuve que voltear y dar un golpe con la varita en el cristal para que me dejara en paz. Ya tenía trece años, no podía creer que siguiera haciendo esas niñerías.

-Uff, espero que no me hayan visto los vecinos, o me tocará ir al Ministerio por hacer magia frente a muggles.- le dije encogiéndome de hombros y tomándolo de la mano. Me seguía emocionando estar con él, como el primer día. Estaba intentando relajarme, por eso había sido yo quien lo besaba sin esperar a que él fuera el que lo insinuara, como siempre.

-Estoy lista, vamos a emborracharnos- le respondí por que de verdad tenía ganas de hacer eso, otra cosa que a Yuri tampoco le parecía. Sentía que no le parecía nada de lo que hiciera de todos modos, así que daba igual -¿Dónde es? Igual y no te parece muy bonito caminar por aquí… hay unos skinheads que siempre fastidian. De los racistas. Pero bueno, tú eres un vikingo, no se van a meter contigo- le dije medio riendo. Era cierto, pero después de la guerra los skinheads de Tottenham y lo horrible de mi barrio de verdad no me afectaba.

Fruncí el ceño con extrañeza cuando decía que mataría a los pobres skinheads si se metían conmigo y también me daba risa; por alguna razón pensaba que esas cosas eran inocentadas aunque mi madre no opinara para nada lo mismo, y mucho menos mi padre. Tenía largas discusiones con Yuri cuando iban al fútbol y los desgraciados fanáticos del Arsenal hacían cánticos antisemitas y esas cosas. No le iba a decir a Kristján que se metían conmigo todo el tiempo, y que el grito de ¡YIDS! acompañado de cualquier cosa era bien común. Me daba igual. Discriminación por todos lados del mundo, uno tenía que aprender a sortearla. Dimos vuelta en una callejuela donde sólo había contenedores y puertas de atrás de negocios.

-¡No me pidas permiso! ¿Qué no eres mi novio?- le dije sonriendo antes de volver a besarlo y pensar que nada podía ir tan mal. Me gustaba muchísimo más de lo que durante ese mes había mostrado, pero sentí que le tenía confianza suficiente como para dejarlo seguir. Yo también quería estar con él, y odiaba sentir que si no había ocurrido no era precisamente por una decisión sino por algo que todavía se me escapaba de las manos.

Me reí. Claro que no había pensado que estar ahí era un plan con maña, pero me sentí un poco audaz y fui yo quien lo empujó contra la pared para besarlo y sentir su cuerpo cerca del mío, abrazándolo. Era oficialmente el día en que más iniciativa había tenido, y me sentía extrañamente bien. Saqué la varita para hacer una aparición en Hogsmeade aunque no tuve prisa.

-Oye, no quiero que pienses todo el tiempo que tienes que ser muy delicado conmigo y cosas así… quiero que seas tú mismo ¿Está bien?- pasé el dedo índice por sus mejillas, me gustaban demasiado las pecas claras que tenía en esa parte del rostro, y con el mismo dedo acaricié sus labios, medio jugueteando con él hasta que sonreí. [color=pink]-Vamos a esa fiesta-[/b] dije antes de hacer el hechizo y tomarlo fuerte de la mano. No supe exactamente dónde era la fiesta así que nos habíamos aparecido cerca de Honeydukes, un punto céntrico. -¿Y quién te anda invitando a fiestecitas, eh? Ahora voy a ser una novia celosa- bromée, sabiendo que él no se lo tomaría en serio por que ya me conocía lo suficiente.

Sabía que Kristján se estaba conteniendo, que parecía tener una necesidad de hacer las cosas de un modo que quizás no hacía siempre. No sabía hasta qué punto sería distinto si sólo se portara como era y le daba la gana; de todos modos, siempre había estado consciente de que nuestro comportamiento según las personas a nuestro alrededor era distinto, y eso no hacía a alguien falso. Me gustaba esa versión suya, y claro que tenía indicios de las otras, de cuando nos conocíamos sin intenciones de terminar siendo novios. Me reí con lo de que la chica era muy fea, yo por mucho tiempo pensé que iba a ser una de sus amiguitas a las que consideraba muy simpáticas y muy buenas personas (o sea una feíta). No notaba que él sí era un novio celoso.

-Yo me divierto con cualquier cosa. ¿Compramos algo? Es de mala educación llegar con las manos vacías… aunque nos lo vayamos a beber nosotros mismos- le dije sacando la lengua y entrando a una pequeña tienda de licores a la que me había dado mucho gusto poder entrar sin tener que fingir mayoría de edad. Siempre me sentía muy adulta comprando cervezas por mi misma. Repasé las etiquetas del estante de cervezas (era muy básica con las bebidas que me gustaban) viendo cosas rarísimas, como todas las bebidas mágicas. -Dios, no entiendo los conceptos que los magos tienen sobre los sabores ¿Quién fue el genio que pensó en hacer una cerveza con la “más pura esencia de la madriguera de gnomos”? no tiene sentido para mi-

Había evadido el tema de Yuri un rato hasta que exhalé medio derrotada y tuve que hablar al respecto. También me dio risa, por que esa idea de irnos si él estaba ahí no sonaba nada mal.  
-Yo salgo a más fiestas que Yuri, es un amargo- le dije sonriendo antes de ponerme seria. Aunque no tan seria. Lo abracé y acaricié su espalda por debajo de la camiseta ante la mirada desaprobatoria del dependiente que pensaba que nos íbamos a robar algo, seguramente [b]-No te preocupes por él, mira… es aprehensivo después de lo que pasó, pero no es que piense que no eres suficientemente bueno o algo así. Sólo piensa que no debo tener novios todavía-[/color] eso sonaba fatal. Decirlo en voz alta hacía sonar todo como si mi hermano fuera un controlador. Quizás lo era, hasta cierto punto -Pero no importa. Él no me prohibe nada- no, sólo me chantajeaba un poco.

Estaba agitada y concentrada en mi labor, pero sobre todo pensaba en lo que él estaría pensando, si le gustaba, si se sorprendía, cualquier cosa. De hecho, me concentraba más en sentirlo y en escucharlo que realmente en estar pensando algo más. Nunca me había parecido desagradable hacerlo, quizás por que siempre había decidido que quería hacerlo y me había dado una enorme curiosidad desde el principio. Como alumna dedicada y siempre ansiosa de hacer bien todo lo que aprendía a hacer, había matado con preguntas a mis novios sobre cómo les gustaba que se lo hicieran, no sabía por qué. Tal vez sólo por maniática. Me aparté de él cuando me detenía, un poco asustada de momento pero después viendo que sólo quería seguir.

Respiré profundo como recuperando el aire, aunque realmente me estaba dando valor. Pasé el dorso de mi mano por la comisura de mis labios y me acerqué a besarlo casi con demasiada timidez como si no hubiera estado nada demasiado comprometido hacía apenas segundos. Me acerqué a él en la posición de antes, sintiendo de nuevo que su erección seguía ahí y excitándome un poco más si era posible, aunque empezaba a sentirme nerviosa.

-Sí, pero quiero que me beses…- le dije exigiendo sus caricias antes de que hiciera cualquier cosa, como si necesitara reafirmar (aunque ya lo supiera) que de verdad quería estar conmigo sólo por que sí, sin dobles intenciones, sin nada más que querer hacerlo por que le gustaba y eso era lo que las parejas hacían. Le quité la camiseta para sentir su cuerpo con las manos y sonreír un poco antes de besar su cuello.

Recordé que ni siquiera necesitábamos protección pero no sabía si se lo había dicho en algún momento. No estaba demasiado segura. -Ya sabes que… bueno, igual no podemos hacer un Kristján jr… así que…- no se lo decía con ningún dejo de amargura; realmente, de todo lo que había pasado, esa parte no me había provocado tantos conflictos, al menos hasta el momento, quizás por que era demasiado joven.