Batcave - Kit y TODO DIOS -

Parecía que tenía siglos de no salir con Kit, así que aprovechando que eran vacaciones y que Jens podría cuidar a los niños –aunque Frances no quería ni verlo desde el episodio de no dejarla llevárselos por culpa de Tobias- encantado de la vida, se había comunicado con él vía chimenea para preguntarle si tenía algún plan interesante. Porque Kit podía tener cara de ser un ñoño del infierno, pero Frances también lo recordaba porque a veces se le ocurrían lugares extraños a donde ir.

Se encontró con él apareciéndose en su casa. Su hermano Gene se llevaba bien con su hermano Jude y no era la primera vez que aparecía de la nada. Había invitado a otras personas también -a las de siempre, excluyendo algunos casos, pues las cosas no estaban precisamente en el clímax de la paz y el amor – para que se reunieran con ellos en el lugar elegido por Kit.

The Batcave estaba en Soho, y Frances no lo había visitado jamás aunque Tobias le había dicho que iba mucho gótico, algo que en Brigantia no abundaba precisamente. Tuvo que llegar por Kit porque no podría llegar sola y había quedado con su marido de verlo más tarde –él sí sabía moverse en Londres, obviamente, así que ni se preocupaba.

Se dejó guiar por él sin poner cara de primeriza impresionable como cuando tenía 15 años. Conocía mejor el mundo muggle, se sentía más segura y ya no hacía preguntas estúpidas sobre nada, aunque su sentido de la orientación no fuera el mejor. Cuando llegaron ahí se enamoró inmediatamente, casi hasta pensó en adoptar el estilo de las chicas que estaban ahí sólo para asustar a las prolijas niñas de leyes al menos dos días.

-¿A quién me dijiste que escucharíamos tocar?

Preguntó a Kit en voz más alta de lo necesario. La gente se arremolinaba frente al escenario.

-¿Nos vamos a encontrar con tu novio nuevo? ¿Ya estás con alguien? Naaaa, no tienes cara de satisfacción.

Le dio un empujón cariñoso. Le decía esas cosas solamente porque todavía no había nadie conocido alrededor, porque en lo que a ella respectaba, jamás había dicho nada sobre la sexualidad de Kit y hasta se había esforzado en Hogwarts por alentar las historias que la involucraran, solo por su seguridad.

Las últimas semanas Jonathan apenas y había tenido tiempo para trabajar en su “vida social”, desde antes de salir de vacaciones ya tenía en la mira cierto proyecto que había capturado su atención y, si las cosas resultaban tal y como lo tenía planeado, también lograría llamar la atención de algunas de las cadenas periodísticas que existían en el mundo mágico. Ya en ese entonces había colaborado en uno que otro trabajo para algunas de ellas, trabajos pequeños que en realidad él consideraba no ponían a prueba todas sus habilidades. Quería más, necesitaba conseguir un puesto estable y, desde allí, ir escalando hasta que pudiera haber adquirido suficientes conocimientos como para hacerse con su propia compañía. Algo irónico como gran parte de su vida se la había pasado sufriendo por el hecho de tener que encargarse de una empresa y ahora, poco tiempo después de haber conseguido liberarse de semejante cosa, él mismo volvía. Pero era distinto, no sabía exactamente como, pero lo era.

Acostumbraba pasar las vacaciones en casa de sus padres, no le gustaba en lo absoluto dejar a su madre sola en esas fechas aunque, siendo completamente sinceros, a veces creía que lo hacía más por él que por su madre. Ella siempre parecía estar bien, con su usual sonrisa y  sus ánimos intactos, era él quien ponía cara de perro apaleado cada vez que le miraba. En todo caso, no podía estar cien por ciento seguro de que fuera verdad ya que sabía que su madre bien podría estar fingiendo el sentirse bien, él por lo general lograba darse cuenta de cuando alguien fingía o mentía pero su familia de alguna forma siempre lograba hacerle bajar la guardia y desconcentrarle.  

Ese mismo día, por la tarde, le había llegado una invitación por parte de algunos de sus compañeros para que se les uniera en… ¿The Batcave? Bueno, al menos el nombre no sonaba del todo mal. Tenía que admitir que en un primer momento había descartado por completo el acudir pero, luego de haber pasado alrededor de cinco horas como niñero de sus primos, aceptar la invitación había sido su única vía de escape. No había tenido tiempo siquiera para cambiarse los zapatos de color verde fosforescente que nada tenían que ver con el resto de su conjunto. Bah, la verdad le valía todo eso de estar a la jodida moda.

Se ajustó la chaqueta y apresuró el paso a medida que se acercaba al lugar que venía indicado en la invitación. La verdad era una suerte que a los genios se les hubiera ocurrido ponerla porque, aún si había pasado toda su vida en Londres, antes de ese día nunca había escuchado de “The Batcave” y mira que él siempre estaba enterado de todo. Dobló en una de las esquinas y se detuvo abruptamente ante el panorama que se había materializado frente a sus ojos. – ¿Quéee mieeerda? – soltó por lo bajo, mirando con desconfianza a los chicos que se agrupaban fuera del que, por lo que decía el letrero sobre sus cabezas, era el dichoso lugar donde se encontraría con los demás. ¿En nombre de los calzones sucios de Merlín, a dónde rayos había ido a parar?

Tomó aire y retomó el paso, intentando que los nervios no le traicionaran por completo. – ¿Qué hay? – saludó a cuanta persona se atravesara en su camino como si les conociera de toda la vida – ¡Oye, bonito peinado! ¿Te cambiaste el piercing? Te queda bieeeen – soltaba a medida que se internaba en el lugar en sus fallidos intentos de “encajar” y que no terminaran apuñaleándole y robándole hasta los calcetines. Se dio la vuelta al sentir que una mano le apretaba su trasero apenas había puesto un pie dentro del lugar – Oye, tío, ¿qué carajos está mal contigo? – le espetó al tipo que se encontraba recargado contra uno de los bordes de la entrada el cual se limitó a mirarle con expresión desconcertada. ¡Ah, claro! ¡Ahora resultaba que se hacía el desentendido! Todo era alegría y diversión hasta que algún pervertido te tocaba el trasero. ¿Qué seguía? ¿Qué lo violaran y le dejaran embarazado? Ahora sabía porque había tantos padres solteros. No despegó su mirada del hombre mientras caminaba de espaldas dejando que la multitud le engullera.

Una vez que se sintió lo bastante “seguro” se dio la vuelta dispuesto a buscar a los chicos. No tuvo que buscar demasiado ya que, incluso entre el mundo de personas que había allí, era fácil distinguir al rarito de Kit y a la madre de Calcuta de Frances. Se abrió paso a empujones hasta donde se encontraba, ignorando las quejas de esos a los que terminaba aplastándole los pies. ¡Joder! ¿Acaso no veían que intentaba llegar hasta sus compañeros?

Con su método no tardó en llegar; justo a tiempo para escuchar las últimas palabras de Kit. Tomó a cada uno por los hombros y los empujó a los lados para hacerse un espacio entre ellos. – Tal parece que llego en el momento indicado para interrumpir su charla de drogadictos ¿no es así? – dijo a modo de saludo, dedicándoles una sonrisa ladina – ¿LSD que no es para madres de familia? – miró al chico con fingida sorpresa – Bueno… si ese es el caso entonces no veo por qué demonios se lo has siquiera mencionado a Frances – bromeó, dándole un pequeño empujón a la chica con el brazo. – Sabes que bromeo, ¿cierto? – no le dejó contestar por dos razones: En primera porque no le interesaba la respuesta y en segunda… nah, en realidad le bastaba con la primera razón – ¿Alguno me explica a qué carajos se supone que hemos venido aquí? – preguntó, enarcando una ceja mientras se tomaba un tiempo para mirar a su alrededor. No era el lugar más asombroso del universo pero… era mejor que haberse reunido debajo de algún puente junto a vagos que comieran ratas… al menos en su opinión. – No me molesta el lugar en sí, pero juro que alguien me tocó el trasero cuando apenas entraba. Déjenme decirles que no es una bonita bienvenida – agregó una vez que volvió a enfocar su atención en ambos compañeros, encogiéndose ligeramente de hombros. – Que tampoco me molesta que me lo toque claro porque para eso está pero, ya saben, no me molesta que me lo toquen las chicas. Y yo estoy casi seguro de que fue el tío que vigila la entrada  - se quejó con una mueca de indignación mientras mentalmente maldecía a las siguientes trece generaciones del tipo toca traseros.

No estaba segura ni a donde iban ni quien iría. Ni siquiera estaba segura de si tenía ganas de ir o no. Pero a fin de cuentas era una fiesta y no pensaba quedarse encerrada todas las malditas vacaciones, intentando aclarar su cabeza, a la que definitivamente se habían sumado varios problemas desde la bendita noche del baile, a tal grado que apenas recordaba como había empezado todo en primer lugar (bueno, si lo recordaba pero ahora ya no le parecía tan importante).
Así que aceptó la invitación de Barunka, después de que le prometiera alcohol sin medida y música rara. Era suficiente para que le importara poco más de lo que pudiera pasar.
Salió del baño justo a tiempo para verla encender su cigarrillo, tirada en su cama, dudando de su ropa y su maquillaje, y hasta se encontró con el suficiente buen humor para soltarle una carcajada y devolverle el guiño de ojo.

- Estás guapisima, como siempre, por tu asco de genes de semiveela. - le dijo sin miedo, porque ella sabía de sobras que tenía muchisimas reservas con las semiveelas y que ella era prácticamente su única excepción - Y cuidaré de ti. No te dejaré ir haciendo el ridículo por el mundo. ¿Que te parezco yo?

De hecho ella si que había cambiado un poco su estilo habitual para la ocasión. De algún modo sentía que el cuero y los vaqueros desgastados y medio rotos eran lo que debía llevar. Y el único complemento de maquillaje que llevaba eran sus labios pintados de rojo. Nada más.
Tomó su mano porque todavía no sabía como, había aceptado aquel estúpido juego de hacer como si fueran novias por una noche. Ella no tenía ningún tipo de atracción por ninguna chica pero... ¿que diablos? Se había comportado como desquiciada lo suficiente últimamente para sentir que aquello tampoco estaría tan fuera de lugar.

Cuando llegaron se dio cuenta de que su destino era una especie de antro lleno de gente extraña, y por una vez se alegró de no haberse arreglado como boba para asistir. Y todavía estaba mirando alrededor intentando encontrar alguna cara conocida cuando Barunka la estiró hacia la barra para pedir tequila. Y hasta le correspondió a su beso, limón incluido, antes de beberse de un trago el suyo.

- No vas a tener quejas de mi, cariño. - le dijo sacándole la lengua, en parte para bromear y en parte porque le picaba de la sal y el tequila. Pero entonces ella la arrastró hasta alguien a quien no identificó con Kristján y Jessy hasta que ya fue demasiado tarde - No, no! Mejor ve tu y.... - pero sus quejas no sirvieron de nada, y con la mano todavía apresada entre los dedos de Barunka no tuvo más remedio que seguirla hasta ellos.

Intentó mantenerse impasible y pasar completamente desapercibida detrás de ella, pero ella parecía tener otros planes y desvió la atención hacía ella, pasándose de graciosa y preguntándole al islandés si la conocía. Le dedicó una mirada fulminante a la semiveela antes de fijarse en ellos.

- Hola, ¿que tal? - dijo, intentando esbozar su mejor sonrisa falsa, antes de dar una sacudida a su mano para soltarse de Barunka - Iré a buscar más tequila y a saludar a Kit, para que crea que lo acosamos sin remedio. - y dicho eso huyó de ahí, porque que ya no le importara tanto no quería decir que pudiera comportarse como si nada, fingiendo que se alegraba por ellos.

Encontró a Kit un poco más lejos, con Frances y otro chico al que no conocía, saludó brevemente al chico con un "Hola, soy Amy, encantada." antes de lanzarse a abrazar como loca a Frances y Kit, con un brazo alrededor de cada uno de sus cuellos..

- Escóndedme. Barunka me quiere mucho mal. - dijo dramatizando, pero sabiendo que al menos ellos no iban a juzgarla.

Podría mentir y decir que tenía un millón de cosas mejores qué hacer, pero no. Kitten (como le decía a mi hermano menor, nunca en público) había dejado un flyer de esos eventos a los que le gustaba ir en clubes muggles; hacía poco habíamos ido a un lugar de mierda en Birmingham donde tocó una banda que me dejó una buena impresión, por eso decidí probar suerte. Mi hermano pasaba tiempo en mi apartamento de Londres (más que yo mismo, tal vez) así que me invitaba a esas cosas por compromiso, no esperando casi nunca verme por ahí salvo cuando me entraban ganas de convivir con el tipo, por amor fraternal o lo que fuera.

No era el único que no encajaba en un club de góticos post punk, por eso pude reconocer dónde estaba mi hermano y, curiosamente, un montón de ex-compañeros de Hogwarts (aunque todos eran menores que yo al menos un año). Un montón de magos en un club gótico y peor, un montón de magos ahí, cerca de mi hermano. Seguramente no había él organizado la salida, pero me hizo gracia que la escena fuera de contexto lo hiciera lucir como alguien popular. Miré irse a Kristján Sveinsson (que entonces era bueno para el quidditch), seguramente a comprar alcohol.

-Este no es lugar seguro para mi, hermano, vengo a que me defiendas de estos subnormales. Hola Frances, Jonathan- dije hablando fuerte entre el bullicio -¿Esa es Amy Jackson?- entorné los ojos hacia la barra, donde estaba con la inconfundible Barunka Jentsch, siempre tramando algo -Tenía siglos sin verla. ¿Qué es esto, el post punk gótico se puso de moda en su escuelita?-

Sí, era Amy Jackson, escondiéndose de quién sabe qué con su hermano. Vivía en la feliz ignorancia de cualquier drama suscitado entre los presentes. Y estaba bebiendo agua mientras veía como una de las bandas empezaba a conectar cables en el mínimo escenario.

-Hey, años sin vernos ¿…Esa es Jessy Luttrell? pff, la noche de la nostalgia-

((Off: Jonathan, voy a asumir que te conozco por Kit o algo e.e))

Se rio de buena gana con lo de los góticos tristes y le pasó a Kit un brazo por los hombros para darle un sonoro beso en la mejilla. El único tipo con el que sería tan empalagosa y eso era solamente porque sabía que era gay, algo que no le había dicho ni siquiera a Tobias –aunque lo sospechaba.

-Cállate, esta noche estamos cubiertos. Mi cuñado cuida a bebés. Me lo merezco.

Le dijo aunque literal hacía años que no consumía nada más que inofensiva marihuana. En eso llegó el amigo/conocido/loquefuera de Kit, justo al momento en el que hablaban sobre el asunto del LSD. Frances siempre había pensado –como pensaba de la mayoría de las personas, en realidad- que ese tal Jonathan era muy molesto porque hablaba demasiado, pero igual como estaba de buen humor solamente lo miró con las cejas arqueadas.

-Vinimos a regalar chambritas tejidas a mano a estos niños, a eso vinimos.

Contestó a su pregunta de “a qué carajos se supone que hemos venido aquí?” dándole unas palmaditas en el hombro justo antes de que llegara el islandés. Le dio una bofetada por el saludo y luego miró a Jessy, antes de recibir su beso.

-¿Por qué viniste vestida como una puta? Puedo quitarte las bragas de un solo movimiento.

Le metió la mano bajo el vestido para jalar un poco su ropa interior negra y en efecto, no había sido difícil. Claro, seguro se había vestido así para tener a Kris pegado a ella toda la santa noche. No importaba, le sonrió y los vio alejarse, justo cuando llegaba Amy a abrazarlos. Frances miró hacia la barra. Por estar metida hasta el cuello en sus propios líos matrimoniales no sabía nada acerca de lo de Amy y Kris.

-¿Qué te está haciendo esa desalmada Barunka del infierno? ¡Jude! Sé bueno, ¿nos consigues cervezas? A mi y a Amy, los demás no importan. Anda, anda, anda.

Si Darren era caos, su hermano menor, era el orden y la pulcritud. No llevaba dos días en casa que Brackminster ya estaba subiéndose por las paredes, culpa absolutamente de las manías de August que parecía encantado de andar organizando la desastrosa pocilga donde vivía Darren. ¿Qué tenía su piso de treinta metros cuadrados de malo? Disfrutaba en su propia entropia y si cambiaban las cosas de su sitio natural, sufría un desbarajuste en su organismo.  ¿Cómo qué? Pues por ejemplo, Darren se descolocaba, desorientaba y perdía la noción del tiempo y el espacio, no hallando nada cuando el piso era tan pequeño que no se podía ni freír un huevo. Eso irritaba por completo al smertios debido a que por algún azar del destino, bastante bromista, había heredado la perfecta memoria eidética de su madre así que si alguien quitaba las cosas de donde las había dejado (por muy tiradas que estuvieran) pues ardía Troya. En esa ocasión no fue distinta y en cuanto buscó uno de sus gorros pero no lo halló, entró en cólera y desapareció hacia el bar más cercano para ahogar sus penas en alcohol.

En eso estaba en el Caldero Chorreante cuando en un margen de cinco minutos llegaron dos invitaciones para el mismo bar, una de Frances y otra de Barunka. Ni se pensó dos veces el acudir a divertirse con los compañeros universitarios así que de inmediato se terminó su cuarto whisky de fuego, pagó y se fue a por un taxi porque aún en su avanzado (pero controlado) estado de embriaguez se veía incapacitado de conjurar una aparición o un traslador. Tras indicarle la dirección del bar al conductor, se relajó en el asiento trasero y se recolocó el gorro gris de lana que llevaba así como los guantes sin dedos. Diez minutos después, el coche negro paraba ante la entrada, cubrió con dinero muggle la carrera al taxista y bajó para adentrarse en los suburbios londinenses concentrados en el mundialmente conocido Soho.

El antro que habían elegido para reunirse estaban lleno de goticos que gastaban más en lápiz de ojos que todas las chicas de su facultad juntas. Darren paró en la entrada y con los ojos algo idos por culpa del alcohol, miró su atuendo. Jeans desgastados y rotos de las rodillas, camiseta extra grande de tiras negra y una camiseta a cuadros negros y roja. ¿Encajaba? Para nada pero se la traía inmensamente floja. Se encogió de hombros y empezó a buscar al grupo hasta que localizó el inconfundible atractivo de Barunka (cosa de las feromonas veeliles) y unos metros más allá una irreconocible Amy. Poco quedaba de la chica con la que había pasado una entretenida tarde de invierno en Londres y su cambio fue un shock positivo. Como le ponía la muy jodida y más desde que empezaron a acercarse a razón del baile. ¿Siempre era tan guapa o esa noche el alcohol la hacía más atractiva que una veela?

Fuera como fuera, directo que fue para la ogmios, ya más tarde saludaría a Barunka y por proximidad a Kris y Jessy. En cuanto llegó junto a ella, pasó un brazo por sus hombros y la atrajo hacía él - Buenas noches, gente - saludó a todos en general con su sonrisa despreocupado y su aire ausente porque aunque bebido no era mal portado, en verdad, era un borracho hasta simpático. Ya hecha su entrada cordial, más tarde se pararía a saludar uno por uno, puso en marcha la idea que tenía su  mente bloqueada desde que vio a Jackson - Con permiso y sin él, princesa- mote que tenía puesto desde que vio por primera vez su varita rosa pero que con los años hasta ya era cariñoso entre ambos. Dicho lo cual, sin terciar ni una palabra de más, giró el rostro de la morena y le plantó un beso en los labios nada recatado.

Con @Alfred Mayer

Conjunto:

Vacaciones de no hacer nada. Vacaciones. Días en los que se la pasaba de reunión en reunión y, mayormente, en casa. Fumaba en su habitación, acostada en la enorme cama King size mientras se bebía un vasito de whisky en las rocas. El loft nuevo ubicado en Central London era enorme y agradecía de forma contnua que ahora estuviese lejos de Jeanne y que viviese con su mejor amiga, Marie. No tenía que rendirle cuentas a nadie, si quería ir a una fiesta iba y se acabó. Esa noche, la pelinegra alemana andaba fuera con el fulano ese que no le daba buena espina a Zelda, pero que de cualquier manera, no le caía tampoco tan mal. Así que ella se la había pasado en pijama el ochenta por ciento del tiempo hasta que sonó el timbre. Alfred, el idiota de Alfred estaba ahí diciéndole mil y un cosas para que lograra perdonarlo por lo acontecido en el baile. A punto de cerrarle la puerta en las narices, logró convencerla con una historia de que la llevaría a una fiesta exclusiva y blah blah blah. Y después de todo, él era así, siempre así. No podía culparlo por tener medio crayón metido en el cerebro. Eso lo dejaba un poco idiota.  

Le explicó un poco más del evento –del que no sabía un carajo, lo cual no le sorprendía- y al final terminó sugiriéndole que se vistiese de negro. Para ella eso era ir a un funeral o sabía dios a dónde. Se preparó, para lo que se tardó de una hora a una hora y media. Cuando estuvo lista, se fueron del loft.

El mentado Batcave era un club de rock alternativo ubicado en la zona más baja de todo Londres. En efecto, no era un evento exclusivo, era más bien una reunión de góticos, yonkies y borrachos eventuales. Zelda no pudo evitar sentirse estúpida por llevar una falda negra pegada, tacones y todo un arreglo decente. “Sólo entro y me largo, qué estupidez” pensó mientras entraban. El lugar apestaba entre marihuana, sudor rancio, cuero, nicotina y, obviamente, alcohol. Zelda llevaba cara de querer estrangular al primer imbécil que le dedicara una palabra. “Necesito alcohol, o un porro… o encerrarme en el baño con alguien para si quiera suponer que esta porquería es soportable”, se mordió la lengua, no lo diría. Capaz que cualquiera de esas imitaciones de vampiro se ponía estúpido. Mejor era seguirle la corriente a Alfred.  Se le acercó al hombro.

— Quiero tu corazón en una bandeja, cortado en trocitos y sazonado con sal y limón para comérmelo crudo, así entro en este ambiente en donde sacrificaremos una vírgen y la ofreceremos a Satanás mientras bailamos desnudos en la sangre de niños recién nacidos — le respondió mirando a la gente —Esto es una estupidez, yo me lar…— no pudo terminar cuando sintió una nalgada que la invitaba a caminar hacia un grupo de personas que ella sí que conocía. Fulminó a Alfred con la mirada y le metió un golpe tan fuerte en el brazo, que le dolió la mano.

Con Alfred así se llevaba. Nalgadas, besos, cachetadas,  polvos. Era una relación de amor-odio que no terminaba en ningún lugar. Cuando llegó con Amy y el resto, no hizo más que saludar moviendo la cabeza y no más. Ante el gesto de Alfred, no hizo más que reírse como una histérica para luego acercarse, atraparle los labios con los dientes y mordérselos lo suficientemente fuerte como para sangrarlos y dejarle un dolor que incrementaría con el alcohol.

— Gracias por traerme al nido de vampiros contemporáneos. ¿Y ahora qué? ¿Nos ponemos hasta el culo, nos aventamos entre todos, nos inyectamos porquería con jeringas usadas y luego nos damos un encerrón en los baños de mala muerte?— preguntó en general mientras le arrebataba una de sus cervezas, seguramente quemadas y rancias, a Alfred. Le dio un trago largo que le supo a meados de gato y se lo pasó como si fuese lava. Estaba asquerosa pero era alcohol.

La mejor parte de ser un montón de bichos raros entre los bichos raros era que no me sentía excluído. Llevaba varios años fuera, técnicamente, del círculo social de Hogwarts pero nadie parecía extrañarse de mi presencia. Me sonreí a medias cuando Frances Alechinsky me rogaba por cerveza para ella y para Amy, y con o sin la insistencia de mi hermano estaba obligado a ser un caballero. Claro que él se iba a aprovechar de mi amabilidad para las chicas endilgándome las responsabilidad de comprar cerveza para todos, incluído él y el otro tipo. Estaba bien. Al menos no sacrificaba mi bolsillo.

Ya me disponía a ir hasta la barra cuando llegaba David Finnerty, para no sentirme en posición de guardaespaldas de mi hermano menor ni mucho menos. Los saludé chocando manos y pensando que esa noche tenía una fuerte carga de nostalgia aunque a David lo viera un poco más seguido, cuando me daba la oportunidad de salir.

-Claro, vine por algo de heroína antes del juego del 1 de enero- bromée igual que él. En realidad tenía dos días de descanso y como eran las fiestas, a nadie le sorprendía que un jugador profesional estuviera bebiendo o saliendo hasta tarde (yo en realidad no estaba bebiendo) y de hecho, muchos entrenadores usaban ese “permiso” como estrategia para dejar medio lisiados a los jugadores que llegaran con resaca el 1 de enero al partido.

-Ya que el mesero tiene tantos pedidos necesitaré ayuda con la cerveza ¿Vamos, Finnerty? Te invito una- Al darme la vuelta (además de ver a Darren, viejo compañero de Hogwarts, llegando directo a besar a Amy) me encontré con mi prima Nuru a la que saludé agachándome un poco para recibir sus besos. La abracé -Necesitamos de ti también, vamos por cerveza. Vi también a Mayer -la noche de nostalgia total- acompañado de una señorita (sólo había manera de llamarla así, con ese atuendo) a la que le iría mal con esos tacones si no tenía cuidado. Yo pensaba, de hecho, que a cualquier mujer en cualquier momento le podía ir mal sobre unos tacones, pero se les veían las piernas lindas, qué más daba.

-Claro que lo conoces ¿No? y tú debes recordar a mi prima Nuru ¿No te tocó jugar con ella en Hufflepuff? ¿Qué posición jugabas Nur? Ni siquiera lo recuerdo, pero en fin. Alcohol. dije enfilándome a la barra.

De pronto empezaba a llegar mucha gente, demasiada. Y Frances no era una persona altamente sociable contrario a lo que todo dios pudiera pensar, en realidad se incomodaba cuando empezaban a llegar demasiados conocidos. Sonrió a David cuando llegó y le dio con el puño en el brazo cuando le preguntaba lo del embarazo. Le preguntó también por Jasmine y luego, mirando al lobo y a Jude en perspectiva, se empezó a reír.

-¡Mira Jude! Eres como diez centímetros más bruto que Finnerty, wow

Dijo haciendo una obvia referencia a que Jude de verdad era muy alto. Y que los dos eran muy brutos, claro –aunque no lo pensara en serio. Abrió los ojos como platos con el beso de Amy y Darren que se daban casi en su cara y luego le dio un codazo discreto a Amy como diciéndole “luego hablamos, señorita” aunque obviamente sólo quería saber por chismosa, no porque fuera a juzgarla por nada al respecto.

-Tanto poder de convocatoria, es inaudito.

Volvió a besar a Kit en la mejilla entre saludo y saludo, de su prima, de todo mundo, y frunció el ceño cuando vio entrar a Alfred con Zelda, pero el ceño fruncido se volvió una carcajada franca al ver cómo iba vestida la semiveela, tacones incluidos. En verdad, una cosa era Nuru con su ropa colorida pero que al menos podría aguantar un poco de slam y otra esos tacones de diseñador. La carcajada se intensificó al escucharla hablar sobre jeringas usadas y encerrones en baños de mala muerte.

-No te esfuerces tanto, cachorrita.

Le dijo dándole una pequeña cachetadita antes de colgarse del brazo de David y susurrarle un “mátame por favor”.  Con Zelda de por sí tenía una relación extraña, eran amigas pero a la vez podía reinar la crueldad.  

-Cárgame, lobo, llévame por cervezas.

La verdad quería huir de Alfred porque lo detestaba, y de Zelda porque era demasiado. Se le encimó a David tantito, como un chango, pero luego lo dejó ir a la barra con Jude. Abrazó a Nuru, pasándole el brazo por los hombros y le habló al oído.

-Te propongo algo. Cuando vuelvan hacemos competencias. Yo me trepo en David y tú en Jude y…¿has visto esos juegos de las albercas? Bueno así, pero con el slam. Y tumbamos niñas. 15 puntos si tiras a Zelda y 30 si le rompes la tibia, por sus tacones. 10 si tiras a Jessy, porque es bien fácil. Amy es comodín. La que gane, no sé….ya veremos. Anda anda vamos a jugar.

Le dijo tirando de su brazo mientras un par de tipos la empujaban porque la música se prestaba para ello desde hacía un rato y el lugar se llenaba cada vez más. No dijo que ella se trepaba en Jude porque le daba miedo la idea de romperse la cabeza al quedar tan alta.

-Imagínatelos, como transporte...A LA DEREEEEEECHA.

Y ni siquiera estaba ebria, era el puro placer de divertirse a su modo.

No entró en detalles de lo que le había hecho la desalmada de Barunka, porque en verdad no quería entrar en ningún tipo de detalles de desde donde venían sus problemas para saludar a ciertas personas presentes en aquel antro, cuando normalmente era el ser más sociable del mundo. Les sonrió a ambos, encogiéndose de hombros y quitando importancia a su arrebato de necesitada de amor y protección justo en el momento en el que llegaba Jude.
Hacía años que no lo veía. Bueno, si lo veía claro, porque en la sección de deportes del Profeta salía bastante a menudo, pero en persona había pasado mucho, mucho tiempo.

- Si Hutchins, consiente a los pobres mortales que no disfrutan de fama y fortuna. Tráenos alcohol. – y aunque había empezado con tequila, cortesía de Barunka, y pretendía seguir bebiendo tequila, nada más porque la emborrachaba más rápido que el resto, no le haría ascos a una cerveza. A eso había ido aquella noche, a beber y a divertirse, y decidió que nadie iba a amargarle la fiesta.

Saludó a Finnerty y apenas vio entrar a Alfred y Zelda cuando notó que alguien le pasaba un brazo por los hombros. Levantó las cejas sorprendida al ver que se trataba de Darren. La verdad es que no lo había invitado, no por nada sino porque el decidir que acompañaría a Barunka había sido algo tan precipitado que ni siquiera tuvo tiempo a enviarle una lechuza. Además incluso desde aquella distancia podía oler el whisky en su aliento, así que había estado bebiendo. Puso los ojos en blanco sin querer ni pensar en como lo habría hecho para llegar hasta ahí, deseando que no se le hubiera ocurrido aparecerse. Un día de estos iba a perder una oreja o un pie por conjurar estando borracho.

- ¿Qué haces aquí? Espero que no te hayas apareci… – su discurso quedó completamente interrumpido cuando Darren la besó, y fue algo que la tomó completamente desprevenida. Tanto que al principio ni siquiera reaccionó más allá de agarrarse a su camisa de cuadros y besarle de vuelta, apretándose un poco más contra él. Un minuto, o dos minutos o quién sabe cuánto rato después recuperó la cordura, y casi al instante quitó las manos de su cintura, donde habían empezado a tantear el borde de la camiseta negra que llevaba y se separó de él, sintiendo como las piernas le temblaban levemente. ¿¡Pero que se suponía que le pasaba!? ¿Por qué se comportaba como una torpe adolescente a la que le habían dado su primer beso? Nunca debió haberle besado en el baile, porque habían empezado una tendencia que podía volverse peligrosa. Peligrosa porque ella podía volver a confundir cosas con él, y era una mala idea, muy mala idea hacerlo. – Voy a… Necesito tequila.

Y huyendo de alguien por segunda vez en pocos minutos se acercó a la barra tan rápido como el montón de gente a su alrededor le permitió, uniéndose a Jude, Nuru y Finnerty que habían ido a por la ronda de cervezas. Pidió el tequila a otro de los camareros y sin esperar mucho más se hechó sal en la mano, la lamió, se bebió el contenido del pequeño vasito y se llevó el limón a la boca. Y no fue hasta después de habérselo terminado que sonrió a Nuru.

- ¿Cuándo has llegado? – le dijo a ella en concreto antes de dirigirse a todos los demás – ¿Tenéis más alcohol? Decidme que si. – y ya ni recordaba la última vez que había perdido tanto el control sobre una situación, o que sucedieran tantas cosas que no entendiera. Definitivamente tenía que beber más para sobrellevarlo.

El alcohol tenía el poder de desinhibir por completo a un sujeto pero en el caso de Darren era casi su vigorizante. Si Amy respondía con necesidad el beso, él no se iba a quedar atrás así que sin dilación se unió al fervor levantando la mano izquierda, colocando la palma en su nuca y atrayendo su rostro de un jalón para profundizar el beso mientras saboreaba cada rincón de aquellos sonrosados labios. Notó las manos sobre la orilla de su camiseta y sonrío de lado aún sin desprenderse de sus labios. Sí, iba ebrio pero aún con sus sentidos entumecidos era capaz de saber cuando a Jackson perdía la cabeza, no por algo guardaba los recuerdos de años atrás. En cuanto ella decidió terminar con el beso, Darren quitó la diestra de la curva que hacía su muslo derecho en unirse con el trasero y levantó las manos en señal de no haber hecho nada de nada. La miró alejarse y se inclinó hacia atrás para seguir su paso hacia la barra pero tanto fue su ímpetu que perdió el equilibro aunque logró recuperarlo antes de caer, tan solo haciendo el amago.

Una vez Amy salió de su campo de visión, Darren volteó la mirada al frente y se quedó pensativo durante unos segundos - ¿Qué iba a hacer? - unos minutos más y entonces asintió - Ah sí, buscar ron - giró sobre si mismo y siguió la trayectoria de Amy para hallar el licor prometido. De hecho, se posicionó detrás de la chica justo en el instante que pedía más alcohol al pequeño comité que se había reunido pero antes de hacer nada, pidió su ron. Ya servido, pagó el efectivo, agarró el baso y se inclinó para susurrarle a Amy a la oreja - Por mucho que huyas te voy a encontrar - besó su cuello de forma torpe y se perdió entre la multitud de cucarachas congregadas aquella noche en el antro.

¿Y qué hizo? Pues mimetizarse, a pesar que sus ropas no encajaban mucho, y empezar a mover el cuerpo al son de la música, brazo libre alzado golpeando el aire con el puño, mientras bebía su ron. Eso sí, él podía perder el equilibrio pero pese a todos los empujones bien se ocupó que ni una sola gota de su bebida se derramara. No hacía ni dos minutos que había empezado a entregarse a lo gótico cuando vio pasar a Barunka con su inconfundible aura semiveelil - ¡BARUNKA! - la llamó a gritos, primero por la música y segundo porque no atinaba a diferenciar cual de alto estaba su volumen. Bebió un poco de su vaso para coger fuerzas y fue directo hacia ella - Mira que no saludarte… bendito los labios de Jackson que me distrajeron - voz pastosa, mirada medio ida pero aún pudo coger a la chica con las manos por el rostro, pese a llevar un vaso, y plantarle un lametón en la mejilla como muestra afectiva atendiendo a como era su amistad de disparatada - ¿Quiiiiieres ron? Entra fuerte pero se va suave... o, ¿era al revés?

¿Era su imaginación o el lugar se iba llenando cada vez  más de gente conocida? Asintió a Nuru cuando lo reconocía. Él se acordaba de ella porque solía poner mucha atención a la gente de su casa y además era buena en el quidditch, así que le sonrió y recibió sus besos de saludo de buen modo antes de ser distraído por las carcajadas de Frances y su comentario hacia Zelda. -Sí sí la conozco, de quidditch, ¡fui su capitán, me está negando!-Dijo respecto a Nuru y que llegaba como si no lo conociera. Le guiñó un ojo para que no pensara que se lo había dicho ofendido en serio.  

Cuando Frances se le echó encima para pedirle que la matara, fue su turno de soltar una carcajada.-Cálmese señora, ¿no tiene trastes que lavar en su casa?-Le dijo antes de dejarla de nuevo en el piso y acompañar a Jude por las cervezas de todo mundo, lástima que no se pudieran hacer levitar como en el mundo mágico, para evitar tanto esfuerzo.

Pasó a un lado de Jessy y Kristján que se enfilaban de nuevo hacia el grupo grande, pero no hizo ningún esfuerzo por saludar al islandés, las cosas con él estarían raras para siempre desde lo que había pasado en el Dirty Duck.

-¿Entonces? ¿Ya estás listo para el juego contra los Ballycastle Bats? Dicen que andan imparables últimamente. Alguien estaba tratando de conseguirme boletos, es uno de esos partidos  por los que la gente se pelea. Dicen que Barberus Derleth está lesionado, al menos con él fuera será más fácil entrar a su área, es el golpeador más temible de la liga.-Muy fuera de lugar estar hablando de quidditch en un lugar como ese pero no podía evitarlo, menos teniendo a Hutchins ahí.

En la barra pidieron las cervezas, David llevaba tres en cada mano, las sostenía por el borde del vaso e iba derramando un poco en el camino de regreso. Le dio una a Frances, una a Nuru, otra a Jonathan, otra a Darren y la última a Zelda, como gesto de buena fe. La que restaba era para él, tenía menos porque se le había caído casi toda en el camino.

No me molestó quedarme escuchando a la banda mientras Frances acompañaba a mi hermano y a David Finnerty por cerveza. Sí, algo de incomodidad social se presentaba a medida que saludaba y saludaba gente pero empezaba a relajarme poco a poco, a causa de la cerveza, de estar en un lugar muggle, de estar contento y teniendo una salida nocturna, cualquier cosa, 1985 había sido un año bastante mierda para mi -quizás por puras cuestiones emocionales absurdas- y sentía que al menos estaba terminando bien. Sonreí a medias a Zelda Fay, que recordaba del colegio pero con la que no había tenido mucho trato. Era muy guapa, como fuera del mundo. Aún así, Frances con su descaro de siempre parecía desairarla -muy Frances-

Tanto poder de convocatoria era en verdad inaudito. Me terminé la cerveza, pensando en la pereza que me daría ir hasta la barra y planteándome seriamente la posibilidad de robarle una a cualquiera de por ahí con un confundus. Y de pronto le quitara su cerveza sin violencia, como por arte de magia, igual que decía el dicho. Escuchaba el sintetizador de la banda que tenía muchas ganas de sonar como Love and Rockets (les estaban haciendo un cover que empezaba a disfrutar hasta la intervención de Sveinsson.

Fruncí el ceño levemente mirándolo tan de cerca como me había hablado, con un nerviosismo inexplicable que realmente no respondía al miedo. Sólo me parecía raro el contacto, me estaba imaginando cosas. Y raro, cómo no, que le preguntara precisamente al tipo de apariencia más nerd del grupo por cocaína. Al menos conocía el slang y no iba a preguntarle “¿Una línea de qué, Kristján?” Tenía que estar orgulloso de mi mismo. Por un momento hasta se me ocurrió que le ofrecería mi LSD pero la dignidad se quedó conmigo. Ese islandés no tendría mis ácidos, aunque quizás tuviera mi atención -a fuerzas-.

-Ah, no tengo un dealer particular pero… la tienes a ella, no necesitas más- Jess, claro. Le sonreí a medias no sin ser un poco irónico, por que era una situación graciosa, y les dejé hacer lo que tuvieran qué hacer. La cocaína me parecía una droga nefasta, el super ego a todo lo que daba. Y no me gustaba por que era como tomar laxantes, claro que jamás hablaría de ese efecto secundario ante nadie, por que era muy uncool. A menos que fuera un yonqui experimentado que hubiera cagado sus pantalones de tanto esnifar.

Los miré de lejos en lo suyo, y encontrándome sólo entre todos, me comí la mitad del papel de LSD que llevaba, antes de terminar ofreciéndoselo al próximo que llegara a preguntarme por drogas.