En Francia... - Aislynn

Sentada en el sofá de casa de su padre a piernas cruzadas, miraba el regalo que descansaba encima de la mesa auxiliar de comedor mientras Brigitte, su madrastra, caminaba de un lado a otro tarareando canciones en francés.  El ceño de Lynn se frunció mientras su madrastra terminaba de poner los cuatro adornos navideños que iban a decorar la estancia para la noche y se asomó por detrás de la rubia, poniendo su mentón sobre el hombro - ¿No te has decidido? - la muchacha negó con la cabeza y suspiró - Tampoco puede ser tan malo - claro que no, solo estaba pensando en llevarle un regalo de navidad a James Blue que ya tenía novia y además presentarse en casa de la mansión familiar que asustaba desde dos manzanas a la redonda - ¿Qué hay de malo en un detalle entre amigos? - Lynn  abrió los ojos, ladeó la cabeza y miró a su “madre” inquisitivamente para que dejara de meterse en su vida. ¡Eso pasaba por contarle todo el asunto! Gale, unos metros más allá, presenciaba la escena entre su hija y esposa con una sonrisa en los labios.

- Bueno, ya. Voy - Brigitte aplaudió mientras iba a sentarse a uno de los brazos de la butaca de su señor y Ash inmediatamente la apuntó con el dedo a modo aviso - Pero que quede claro que esto no es producto de tu conspiración. Tiene novia, solo es un regalo entre amigos - la carcajada de ambos, sus padres, hizo que Ash resoplara, cogiera el regalo junto el papel de envolver y desapareciera hacia su habitación para perderse en su soledad. Ya sin agentes externos que pudieran intervenir en su decisión, terminó de envolver el regalo que su padre había conseguido a petición suya y se preparó para salir. Terminó de enlistarse poniéndose un chaquetón azul, un gorro de lana a juego y unos guantes del mismo color pero sin dedos de estos que parecían poco prácticos pero en realidad eran puro ingenio. Con cuidado colocó el regalo en la mochila y cogió un traslador  para ir hasta casa los Blue.

Llegó justo a las puertas de la mansión y se adentró para buscar alguien que la guiara hasta donde se encontrara James. La cosa es que no necesitó mayordomo cuando vio la inconfundible figura del muchacho surcando los cielos e inmediatamente una sonrisa apareció en los labios de la irlandesa. Sin perder tiempo, se acercó hasta donde estaban los primos jugando - ¡Oliver! - no era muchacha de sociedad pero si se mostraba abierta y confiada cuando ya conocía a alguien. Recibió al jovencito con una sonrisa y besó su mejilla en repuesta a su bienvenida, mordiéndose el labio inferior para contener la risa cuando mostró el guante de béisbol a la par que soltaba el comentario- Creo que tengo pésima puntería y hablamos de un semi dios del Quidditch, surca los cielos con su escoba y voilà, todos quedamos anulados ante su grandeza - casi no había terminado de hablar que James se acercó para saludarla con un beso en la mejilla al cual la rubia correspondió sin pensar.

Estaba a punto de hablar para contarle que hacía allí a James (sin que pensara que era una fanática acosadora) cuando Oliver interrumpió entregándole el guante - ¡Haré lo que pueda! Y… - alargó la letra- probablemente no sea mucho - arrugó la nariz mientras se colocaba el guante y fue el momento que James eligió para cuestionar el motivo de su visita. Aislynn alzó lentamente la mirada hasta fijar sus ojos azules en el jugador de Quidditch y volvió a morderse el labio inferior en un gesto nervioso - Eh, no. Mi padre se quedó con Brigitte preparando comidas familiares y bla bla bla - rodó los ojos porque todo aquello de las reuniones, la traían de cabeza y eso que se ahorraba la parte paterna por ser mestiza - Mmm… vale, juguemos pero antes… - agarró a James por ambos brazos a fin de explicarle con un gesto que debía quedarse en su lugar - Aquí, quieto. Tengo algo para ti - sonrío y se quitó la mochila para entregarle un paquete. Dentro del envoltorio había un libro de estrategias de Quidditch, bastante antiguo y costoso pero que Gale había conseguido a buen precio gracias a sus contactos. Era consciente que un jugador de Quidditch no era amante de la lectura pero cuando vio el ejemplar le pareció ideal para James - ¡Feliz Navidad! No tuve tiempo de entregártelo en la universidad

No había cosa que más satisficiera a Lynn que dar en el clavo cuando regalaba algo. Era gratificante saber que tras un tiempo conociéndose empezaba a saber cuales cosas gustaban y aunque en este caso no optó por cualquier típico objeto de Quidditch, porque de eso ya tendría de sobras siendo jugador profesional, buscó algo más personal y único porque deseaba ofrecerle un detalle especial que recordara aún pasara tiempo - No hay de qué para eso soy tu ami… - entrecortó su propia frase para recibir el abrazo de James y lejos de sentirse agobiada, sonrío y correspondió al gesto, dejando sus manos en la espalda durante el tiempo que duró el contacto.  Recibió gustosa el beso en la mejilla y automáticamente  se encogió de hombros.

Lynn no obsequiaba a las personas para obtener algo a cambio, no como moneda de pago (tu me regalas -yo te regalo) ella gustaba regalar porque era su manera de demostrarle que estaba ahí y se acordaba de ellos. ¿Le molestaba no recibir nada a cambio? Claro que no. Estaba casi convencida que él no tendría nada para ella y era precisamente por eso que dudó desde el principio en regalar el libro por si el muchacho se tomaba a mal su presente. Pero…. ¿le hubiera gustado que James la hubiera sorprendido con algo? Pues francamente sí. No era materialista pero desde su lógica, recibir aunque fuera un detalle miserable era equiparable a sentir que en algún momento, James había pensado en ella aunque fuera para comprarle un lápiz. ¡Pero igual era pedir mucho! Blue estaba con una chica y ella ni debería preocuparse por si recibía o no regalos.

Si su cabeza pensaba eso, su rostro ofrecía lo contrario. Relajada y optimista, mostraba una sonrisa mientras comprobaba e guante en su mano y acariciaba con su mejilla la mano de James. Soltó una carcajada tras escuchar el ofrecimiento del jugador para quitarle tensión al momento - Estás firmando el pacto con el diablo, Blue… -musitó mientras arrugaba la nariz pensativa y empezaba a moverse en círculos entorno él, aprovechando que estaba como estatua parado en medio del campo de “juego” - Mmm, cualquier cosa que deseara… eso es muy muy muy tentador… igual que me hagas de esclavo o... que me lleves a clase- regresó delante suyo y se puso de puntillas para quedar justo a su altura, fuera como fuera, él era mucho más alto que ella - Bueno, seré indulgente. ¿Qué tal si… pasas la tarde conmigo? Mira que he venido hasta aquí por ti- con la mano libre sujetó el gorro de lana y propinó un rápido beso en la mejilla del muchacho, cerca de la comisura de los labios antes de alejarse rauda  a por una pelota de beisbol- ¡Quiero comprobar mi puntería! - aunque en verdad huía, igual estaba pasando la línea de “soy tu amigo y tengo novia”.

Mentiría como bellaca si no admitiera que el agarre en su cintura y la proximidad entre ambos, no habían dejado su cuerpo temblando como gelatina. Tonto cuerpo que decidía ir en contra de la lógica. ¿Qué maldita cosa pasaba por su cabeza? Tenía novia, era como un imposible. El rubor aún teñía sus mejillas cuando alcanzó la pelota de béisbol y cuando se alzó necesitó unos segundos, a espaldas de él, para inspirar profundo y relajarse, sacudiendo la cabeza para alejar cualquier imagen mental que hubiera derivado del momento. Cuando se giró, llevaba la sonrisa perenne es sus labios que lucía siempre en su presencia aunque de inmediato entrecerró los ojos por el reto - ¡Es cuestión de física no de fuerza! - aunque tal vez iba errada y más teniendo en cuenta que sus brazos eran endebles. Pero, ¡aceptó el reto de inmediato! era la típica chica que se movía tras ellos así que sin pensarlo dos veces  se deshizo de su abrigo, quedando tan solo con su atuendo, para dejarlo caer al suelo y se colocó en su posición a fin de lanzarle la pelota.

Intercaló una mirada entre el jugador y su lugar, calculó aproximadamente la distancia y torció los labios en desaprobación. Ok, estaba más lejos de lo previsto pero eso no otorgaba el punto al moreno - ¿Preparado? - ladeó su cuerpo, colocó la pelota en la mano que no llevaba guante y retiró el brazo hacia atrás para lanzarla con fuerza. La pelota voló pero cayó a medio camino tras perder la inercia y dejar a Lynn en ridículo. Automáticamente la boca de la rubia se abrió para mostrar el descontento aunque se cerró de inmediato y boqueó un par de veces como un pez fuera del agua, buscando una excusa para tal desastre - ¡Estaba probando! - claro que no, era tan mejor como podía hacerlo - No te rías - frunció el ceño, fulminando al moreno con la mirada en previsión y avanzó hacia la pelota, recogiéndola con toda la dignidad que podía tener mientras ignoraba cualquier rastro de burla en boca de James - Maldita pelota del demonio. ¿Tanto cuesta que llegues donde una quiere? - masculló entre dientes mirando la pobre esfera que recogió del suelo con enojo.

No, pero eso no queda ahí. Regresó a su lugar aunque se ocupó de quedar un paso por delate de donde estaba con toda su bueno disimulo, preparó su cuerpo y volvió a lanzar. Pam, nuevamente, quedó a medio camino y si su visión no fallaba incluso más cerca - ¡ES LA SEGUNDA PRUEBA! - aquello iba a valerle como toda la vida de risotadas por parte del muchacho. Una vez más, caminó enfurruñada hacia la pelota, la recogió y cuando regresó a su lugar, se colocó otro paso más cerca del jugador (pero siempre disimulando por los Magos) y esta vez se ocupó de lanzarla con toda la fuerza que podía reunir en su cuerpo. ¡Por fin voló hasta James! Pero la mala suerte quiso que la dichosa pelota rozara los extremos y esta vez fue a impactar contra la cara de James - Oh dios… - contuvo la risa y corrió hasta donde se hallaba el moreno - Dime que estas bien - no sabía si reír o llorar pero…¡HABÍA LOGRADO EL OBJETIVO! Aunque igual se había excedido en sus propósitos pero James la perdonara no sabía que si se concentraba tenía ese poder. Tomó su rostro entre sus manos y suerte que llevaba guantes porque tenía los dedos congelados - Déjame ver. No me perdonaré si por mi culpa se ha mancillado tu rostro de adonís - se puso de puntillas de nuevo para examinar al chico y puso su mejor cara de cachorro para que la perdonara.

¿Estaba escuchando un halago por su tiro? ¡No había nada mejor que recibirlo de un jugador profesional! Claro que prefería que James se quedara con la primera parte de su oración y desechara la segunda pero ni tiempo tuvo de manifestar la opción que elegía porque las manos de Blue cogieron su cintura. Si Lynn había llevado una sonrisa hasta el momento por la satisfacción pura y dura por haber lanzado como una señorita, se desdibujó en cuanto notó la proximidad de ambos rostros. Claro que gustaba de estar así de cerca de él, prueba de ello era el leve rubor que apareció en sus mejillas, pero estaba nerviosa y expectante por si aquel acercamiento terminaría en lo que su mente deseaba o solo quedaría como producto de su imaginación. Por si acaso, apoyó las manos en su torso, no como medida de distanciamiento solo para cerciorarse que no se iba antes de la cuenta y cerró los dedos entorno su camiseta mientas los ojos azules estaban fijos en los del muchacho.

Los segundos de decisión se hicieron eternos e incluso necesitó tragar saliva para aliviar el quemazón de su garganta. Pero cuando avanzó ya con una resolución en sus ojos, Lynn lo esperó a labios entreabiertos y permitió pasiva que se acercara tanto como quisiera. Correspondió sin dudarlo y mientras sus labios se rozaban suavemente, perdió de vista el mundo. No existía mansión Blue (ni familiares chismosos, si es que habían) ni novia que esperara tras las vacaciones al jugador. Solo él y ella. Acostumbrada a no ir besando a la gente por el mundo, e fue torpe al principio pero a medida que ambos profundizaron, se acomodó a su ritmo e incluso se permitió el lujo de subir las manos desde su torso hasta su cuello para abrazarlo por la nuca y acercarse más a él, respondiendo con la misma avidez.

Lentamente terminó el beso para coger aire aunque no se separó, solo dejó la frente apoyada en la suya y se mordió el labio inferior algo nerviosa. Maldito tic el suyo - Bueno, siempre puedo hacerte la entrevista yo - susurró contra sus labios y lentamente la sonrisa tímida apareció de nuevo en su boca aunque su voz temblaba - así quedamos en tablas. Tu me das tus puntos y yo te doy la fama - cerró los ojos y soltó un largo suspiro contra él. No quería separarse, claro que no y a pesar de los gritos de su subconsciente, volvió a besarlo tomando esta vez la iniciativa. Primero mordió un poco su labio inferior, lo atrajo hacia ella y comenzó con el roce suave de labio contra labios hasta que notó que era reciproco y profundizó. El diablo se la llevara. Sí, no estaba portándose como era de esperar en ella pero su historia con James venía de meses atrás (incluso años si se tomaba el primer beso) y aunque su voz gritaba que estaba comprometido, debía callarse y comprender que él le gustaba mucho.

Cuando finalizó el segundo beso, decidió argumentar sus razones aunque la voz la traicionó por segunda vez  y salió algo temblorosa - Yo… yo lo siento, s…se que tienes novia… pero… si me besas me voy a dejar. Sabes que no solo hay amistad por mi parte… y... eso

Si había algo que ponía mal a Lynn era ver las personas que le importaban sufrir por alguna acción suya. Ese era el caso, si bien los besos habían sido de mutuo acuerdo, James se sentía mal y afligido a consecuencia del acercamiento. La rubia se tomó un momento para inspirar profundo y relajar el nudo que estaba empezando a crearse en la boca de su estómago en base a lo que estaba por venir aunque estoica aguantó la mirada a James mientras el jugador la agarraba por la cintura porque James se merecía como mínimo serenidad, nada de dramas porque no estaban allí para eso. No esperaba que las cosas estuviera tan mal con su compañera de carrera, claro que verlo acompañado por otra chica en la fiesta podía haber despertado sus sospechas pero Aislynn creyó que por x o y motivos Whitney no había podido acudir a la fiesta. Quiso alentar su pesar poniendo la mano en su rostro pero James se separó y el gesto quedó en un inútil intento, Lynn recogió la mano sobre su pecho e inmóvil, justo en el mismo sitio donde Blue la había dejado, terminó de escuchar todo cuanto tenía que decir sin intervenir porque prefería escucharlo y conocer la situación de sus propios labios.

Entendió su situación y el caos mental que estaba pasando pero cuando la miró así de vulnerable, angustiado en cada facción de su rostro, no pudo hacer otra cosa que acotar la distancia que los separaba y colocar una mano en su rostro - Escúchame James porque te lo voy a decir una única vez y espero que te quede claro - igual era demasiado directa pero es que en situaciones así, Aislynn se mostraba entera aunque seria pero todo era un escudo para no desmoralizarse. Pese al erróneo juicio que daba su físico, no era una chica que se dejara llevar por dramatismos y cuando tomaba una decisión, nunca miraba atrás. Ese, desde que besó a James, era el caso - No me voy a ir a ningún lugar - le acarició con el pulgar la mejilla y relajó esta vez sí la expresión, mirándolo a los ojos enternecida por transmitirle algo de paz y sonrió suavemente para supiera que no estaba enojada - Estoy aquí y estaré aquí siempre. Tomes la decisión que tomes cuando la tomes, la respetaré - se alzó sobre sus puntillas para darle un nuevo beso, esta vez corto, sobre los labios - así que ya puedes arrastrarme donde quieras que no me moveré de tu lado - tomó aire y necesitó añadir una última cosa al tema porque notaba que era necesaria una breve explicación para justificar en parte sus palabras - Igual parece que soy una oportunista pero no tenía ni idea que ocurría entre tu novia y tu. Yo… solo he querido decirte lo que llevo tiempo guardando, meses desde nuestras salidas...  Ahora, ya lo sabes - le dio un beso en la nariz y sonrío con aquella naturalidad que tenía cuando quería hacer sentir bien a las personas.

Se agachó para coger la pelota del suelo y se alzó ágil de nuevo para colocarla sobre el guante del muchacho - Va, señor cazador profesional de la liga alemana, demuéstreme como debo tirar la bendita pelota sin hundirle un ojo a una promesas del deporte - y era su manera de quitar hierro al asunto para que James no terminara agobiándose.

“Quédate conmigo…”

Aislynn elevó los ojos y asintió convencida que no iba a irse a ningún lado porque no tenía intención de rendirse. James era alguien importante en su vida, más allá de su complicada relación que entremezclaba sentimientos fraternales y amorosos, quedaba ese profundo afecto que pasara cuanto pasara siempre estaría ahí. Lynn no era una persona que renunciase a las personas que quería. Si las quería, las quería. Importaba un pimiento como debían estar, si debía renunciar a tener cualquier esperanza de estar a su lado como algo más que amigos, se resignaría como hasta ahora y miraría hacia otro lado, guardando sus propios sentimientos. Claro que cuando James se acercó a ella con la siguiente afirmación, rotunda como la primera, no pudo contener la sonrisa ligeramente ladeada muy parecida a la que había pintado sobre sus labios cuando hablaron de su lanzamiento de pelota.

Correspondió al beso a ojos cerrados, sujetándose a la camiseta del chico por los bordes que quedaban sobre su cintura y usando la misma intensidad que él puso para el encuentro entre ambos. En cuanto James la acercó a su cuerpo, ella alzó las manos de su cintura para pasarlas por su cuello y abrazarlo otra vez, entrecruzando los dedos en su nuca mientras la punta de los mismos jugueteaba con algún mechón corto que quedaba a su altura. Ladeó el cuello hacia la derecha para dejarle espacio libre a los besos primero en la mejilla y a continuación en el cuello aunque por culpa del cosquilleo que provocó el jugador al aspirar, Aislynn se río mientras ladeaba la cabeza en sentido opuesto para encogerse entre risas - Me haces cosquillas - susurró y se atrevió a besarle la línea de la mandíbula, delineando con sus labios toda su extensión hasta llegar a su mentón donde dio un mordisco juguetón.

- Mmm - rozó su nariz contra la suya y posó un beso sobre sus labios, corto - ¿Esto es una manera de distraerme porque has descubierto que tengo madera de cazadora y puedo quitarte el lugar como estrella del equipo? Porque debo admitir que… es efectivo, sí - labios con labios, volvió a reírse pero antes de que se unieran en un nuevo beso mordió su labio inferior y separó el rostro un poco para volver a hablar - aunque no vas a romper mi sueño, Blue. Llegaré hasta las Harpías y las lideraré- solo bromeaba, porque estaba claro que tenía menos futuro como Jugadora de Quiditch que como Medimaga, pero intentaba alejar cualquier pensamiento negativo de la mente de James. Sí había tomado la decisión de estar con ella en ese instante, no era para estar temiendo por el ¿qué será? ¿qué dirán? ¿Cómo se lo tomará? Sino para disfrutar - Tengo un plan - se separó tomándolo de las manos y lo arrastró unos metros -  Hagamos un pequeño campo. Si yo anoto en tu zona… - señaló dos árboles - te doy un beso. Si tu anotas en la mía - señaló otros dos a su espalda -  pues… decide. Nada de dinero que soy pobre, algo accesible por los Magos.

Una cosa era que Aislynn no hubiera catado varón en su vida y otra que fuera inocente hasta el extremo de no desear algo. Claro que no pensaba ofrecer las bragas al primero que pasara pero porque Lynn en el fondo era algo más tradicional que la mayoría de muchachas que empezaban a frecuentar la universidad aunque ojo, eso no significaba que fuera a esperar al matrimonio ni mucho menos, solo quería sentirse segura y cómoda para entregarse a alguien. La cosa estaba en que si James proponía pasarse el día entre besos, ella no iba a ser quien fastidiaría el plan ni mucho menos, no cuando era la primera interesada en que funcionara- Porque dejarte ganar es muy presuntuoso. Das por hecho que eres el mejor y, ¡antes te he fastidiado la nariz! Merezco un poco de competitividad sana- colocó las manos sobre su cintura y los brazos en jarra aunque lógicamente bromeaba con tal indignación. Eran  más que evidentes los dotes del joven así que en un parpadeo ya habría ganado - De todos modos la gracia del juego es quien gane quien gane vamos a beneficiarnos mutuamente del regalo así que… - se encogió de hombros - si deseas que nos pasemos el día así, yo también.

Creyó captar el doble sentido de la frase y sonrío con un ligero rubor en sus mejillas pero lejos de escandalizarse, solo dejó que pasara pues a fin de cuentas ya había dejado claro que ambos tenían el mismo plan para el día así que igual no eran tan diferentes. Un poco de paciencia para pasar a palabras mayores, solo pedía eso. Pese a que se tomó bastante bien el comentario, no puedo evitar morderse su labio inferior al meditar el tema en aquel tic nervioso que poseía. A la par buscó con los ojos azules casi cristalinos, el paradero de la pelota.  Peeeero…. Antes que lograra localizar la pelota, James ya la había cogido y con brazo diestro, la lanzó hacia su zona, anotando sin despeinarse. Lo ojos de la rubia se abrieron como ventanas en verano e hinchó los carrillos en una mueca de fastidio - Juegas sucio - susurró a la par que soltaba el aire y se giraba hacia él - Maldito el momento donde me fui a fijar en un jugador profesional de Quidditch - murmuró con toda la fe que el chico la escuchara con aquel tono de falsa indignación mientras iba a recoger la pelota. Lo miró a la distancia alzar los brazos con aquella indiferencia del que por capacidad se sentía superior y sonrío dejando entrever que en verdad no estaba cabreada aunque su sonrisa escondía un deje travieso.

Tras coger carrerilla corrió hasta dar un bote y saltar encima suyo con tan mala suerte que del impulso, ambos cayeron al suelo. En cuanto se recompusieron de la caída, Lynn sobre la cintura de James, no dudó en plantarle el merecido beso de la victoria aunque se tomó la pequeña ventaja de posición y distracción para lanzar la pelota con fuerza hacia el campo contrario y anotar entre los árboles, lejos de ambos - Mmm - susurró contra sus labios mientras jugueteaba con el inferior - Creo que he anotado -y dicho lo cual, se irguió sobre él (aún sentada) y señaló con la cabeza la posición de la pelota - Pero para que veas que soy buena competidora, te lego esta vez la victoria en compensación a la anterior. ¿Me vas a besar o qué pago hay?

Esperaba algún tipo de pique sano competitivo ante su sucio juego pero James decidió compensarle de forma espontánea quizás por su buena improvisación lanzando la pelota . Ladeó la cabeza para recibir la palma de su mano, ronroneando como  un gato feliz por la caricia y aunque el beso la tomó desprevenida, correspondió en cuanto sintió el húmedo tacto de sus labios sobre los suyos, cerrando de nuevo los ojos. Únicamente los abrió cuando escuchó la grave voz del muchacho y  sin dilación, fijó los orbes en su rostro mientras una sonrisa aparecía en sus labios a medida que sentía la mano escalar por su pierna. Sí, una sonrisa cómplice que venía a traducirse en un claro y significativo, “sí, se que estás ahí y no me importa”. Claro que cuando terminó su recorrido y los dedos acariciaron su lencería negra, una parte de ella se tensó aunque intentó disimularla tan bien como pudo, besando el pulgar que recorría sus labios.

- Eso sería una buena opción - asintió mientras desviaba unos segundos la mirada hacia el enorme caserón. Bueno, más bien mansión. ¿Los vería alguien? Porque con tantas hectáreas de infraestructura y la enorme familia que tenía Blue, uno u otro debía estar presenciando la escenita de los jóvenes en los lindes del bosque - Me preocupa que tu abuela saque los prismáticos para echarnos una ojeada y nos descubra de esta guisa - regresó la vista a su rostro y balanceó la cabeza de un lado a otro sopesando las posibles frases que lanzaría la señora. “Esta juventud, ya no es lo que era”, seguro que esa sería la perfecta frase en boca de la señora - Sí, mejor nos vamos donde tengas pensado ir. ¿Tu casa? Porque tienes casa, ¿no? Igual vives en una cabaña de este castillo a lo guardabosques porque tu sueldo de jugador no te permite una mejor habitación - Es que era demasiado esa casa, no parecía ni adquirible para las mejores fortunas.

Relajada y animada, dio un bote sobre su cuerpo para pegarse más a él en parte porque tenía algo de frío aunque con la acción se quedó sobre una zona poco apropiada para el caso.  Tras apoyar en primer lugar las manos en su torso, lentamente arrastró las palmas  hasta arriba, dejándolas sobre su cuello - Sí vas a complacerme hoy en todo lo que desee como regalo de Navidad…  - se tomó unos instantes para deslizar las uñas por su cuello como en una suave caricia y aún con los ojos mirando hacia el cielo, arrugó la nariz - quiero que me hagas la cena y… - alargó la letra mientras volvía a mirarlo - ya veremos luego, igual te regalo la prometida noche de besos pero solo si cocinas la mejor pasta del mundo.

No había comido casi nada por decidir si venía o no a traerle el libro pero benditas las casualidades de la vida, si Brigitte no hubiera insistido ahora estaría arrepintiéndose. La cosa es que hasta un bocadillo sería la mejor pasta del mundo y tenía intención de alargar tanto cuanto pudiera aquel día. ¿Por qué? Porque aunque James quería olvidarse de todo aún existía un nímio detalle así que aprovecharía al máximo todo el tiempo junto a él y luego que se diera cuanto debiera darse. Sacudió la idea de la cabeza y volvió a besarlo de manera abrupta pero intensa para alejar los pensamientos pesimistas. Mejor así... muchísimo mejor.

Para alguien como Aislynn hija de un periodista dedicado a los libros, todo aquellos mundos de riquezas inagotables eran para sus ojos como un País de las Maravillas. No era materialista ni mucho menos, claro que no le interesaba James por el dinero, pero acostumbrada a tener que vivir en una habitación de dos metros por dos metros y compartir baño con toda la familia, una casa de más de tres estancias parecía un maldito castillo ecualime al de Brigantia. Y eso que aún no había visto la mencionada “cabañita” pero mientras ingenua de ella cogía la mano del muchacho aún creía que el núcleo del modo ostentoso radicaba en la mansión Blue.

Igual no tenía mucha fuerza pero aún era diestra y ágil así que se levantó del suelo en un solo movimiento y sacudió la falda por detrás para quitar cualquier rastro de hierba pero antes de dejarse guiar hasta el siguiente punto de su tarde juntos, demandó un par de minutos a James  para correr a por la mochila y su chaqueta que minutos atrás había dejado de cualquier modo por el suelo, mostrando sin querer la parte descuidada de su personalidad que escondía perfectamente con mucho esfuerzo y organización, no por nada iba siempre acompañada de una libreta o agenda.

Ya con todos sus enseres personales, esta vez sí, siguió a Blue hasta la “cabañita” que dejó sorprendida a la irlandesa en cuanto sus ojos azules contactaron con su infraestructura. ¿En serio eso era una “cabañita”? Tuvo que obligarse a cerrar la boca que mecánica se había abierto y negó con la cabeza, sonriendo para si misma por un chiste que surgió a raíz de su propia reacción. ¿Qué podía sorprenderle después de tanto tiempo? Aún recordaba la primera vez que visitó a la familia, acompañando a su padre que debía realizarles una entrevista para la revista en la que trabajaba, y su reacción fue exactamente la misma o aún más exagerada. Gale, un hombre afable aunque algo cansado de la vida, había reído por la cara de su hija que parecía estar visitando el más mágico de los castillos. Tras varias primeras impresiones como aquellas, Aislynn había aprendido a controlar sus reacciones y en seguida vio como “normal” que la cabaña fuera tan o más grande que todo el edificio donde sus padres vivían.

Entró la primera, agradeciendo el gesto galán de James con una sonrisa y quedó quieta mirando a James quitarse el suéter e imitó al joven colgando en el perchero su mochila, chaqueta y la blazer que llevaba de lana rosa quedando tan solo con su vestido de manga corta. No opuso resistencia a que la llevara hasta la cocina y dejando que James se ocupara de buscar alimento, fue a sentarse en uno de los taburetes de la mesa americana. Codo derecho apoyado en el mármol, dejó el mentón sobre la palma de la misma mano y repiqueteó con los dedos sobre sus labios mientras miraba ensimismada como abría y cerraba cajones.

- ¿Sabes qué no te imaginé nunca cocinando? En mi cabeza de Cuentacuentos se creó la escena donde tienes mil elfos domésticos esclavizados y de vez en cuando, cada año bisiesto, les das una camiseta de tu equipo sudada para que sean libres - ladeó la cabeza dejando que su pelo rubio, largo y lacio, cayera hacia un lado - ¿Sabes qué cuando me robaste el primer beso escribí algo sobre ti? Peeeeeero, nunca te lo voy a enseñar. A menos que me secuestres y me tortures, ese escrito estará guardado bajo llave en el lugar más oscuro de mi habitación. Pero te tiento para que te intrigues. - se bajó del taburete y caminó hasta quedar en frente de él. Dio un salto para subirse a la mesa y así ver desde mejor perspectiva el trabajo de James y aprovechando que estaba justo delante, propinó un golpe suave con el pie en su trasero con toda la malicia sana del mundo - No te voy a dejar cocinar así que mejor pide una pizza. Me sabe mal hacer que trabajes para mi aunque sea mi regalo de Navidad

Menos mal que desvió la atención de James del hilo sobre el relato porque no estaba dispuesta ni a explicarle un poco de que iba la historia por su propio bien. Tenía tanta imaginación como él así que Aislynn iba a dejar el tema en el aire para que en su rato libre pensara y llegara el solito a una conclusión que bien podía ser la cierta o errónea pero como nunca se revelaría la trama de la historia (eso era un hecho inamovible), se consideraba cuanto imaginara valido. Para su suerte, el golpecito en el trasero del jugador hizo que cambiaran por completo el tema y centraran el dialogo en la posibilidades culinarias e James - Ya que estamos en Francia podemos centrar tu platillo en la revolución francesa así los reyes se quedaron sin un franco y sin cabeza - no pudo contener la carcajada sincera, jovial y fresca al vislumbrar la triste galleta porque se ajustaba precisamente a sus palabras. Esperó a que se acercara con su primer plato del menú navideño y atrapó la galleta ofrecida con los dientes para masticarla a continuación en lo que James se colocaba entre sus piernas. No puso objeción alguna a su atrevimiento porque en realidad, gustaba demasiado de su cercanía, es más, cerró las piernas entorno el cuerpo del jugador como prisión preventiva.

- Estoy casi convencida que podrás hacer frente a la ardua tarea que se te encomendó, capitán - aunque antes de hablar, tragó con prisas la galleta para no resultar grosera, modales ante todo. Tras ello tomó un segundo para quitar los rastros de galleta de sus labios usando la lengua y acto seguido, volvió a dibujar esa sonrisa fácil que tenía en su presencia a consecuencia de las manos que viajaron desde sus brazos hasta las propias para entrelazar los dedos. La respiración en su cuello, cálida y agradable, hicieron que Aislynn ladeara la cabeza hacía un lado, dejándole espacio para que hiciera y deshiciera a su antojo. Esta vez no hubo cosquillas ni risotadas en respuestas a sus atenciones, más bien todo lo contrario pues la rubia entreabrió los labios y dejó escapar una exhalación de placer por las caricias recibidas que poco a poco fueron volviéndose más ávidas.

En cuanto él la acercó, ella aprovechó la liberta de sus manos para recorrer su espalda trabajada desde la base hasta su nuca a la vez y con ambas palmas, reconociendo el terreno hasta que enzarzó los dedos en su cabello rizado. También colaboró, atrayéndolo hacia su rostro, profundizando el beso y respondiendo ávida, casi tan sedienta como él. Y no entendía de donde salía el impulso irrefrenable de saborear sus labios de aquel modo cuando en su vida se había besado así con nadie. Era James, definitivamente él, con su sonrisa medio ladeada, sus formas de galán y su intensidad en momentos como aquel que terminaba por desvarajustar cualquier posible idea que Aislynn pudiera tener respecto a la primera vez que estuvieran cerca como en aquella ocasión.

Las piernas también colaboraron en acercar tanto como fuera posible el cuerpo del chico, presionando contra ella mientras de labios de Lynn salía un suspiro de placer contra los de James. No tenía ni idea de hasta donde estaría capacitada a llegar después de esos besos pero ahora mismo quería besarlo y quería besarlo de aquella manera, ahogando sus frustraciones de meses viéndolo a lo lejos y prohibido. La mano diestra cayó desde sus rizos hasta media espalda y arrugó la camiseta del jugador entre sus dedos, alzándola un poco de su cintura mientras se tomaba un segundo frente a frente para recuperar la respiración. - ¿Y las pizzas?

Sí, las pizzas.

Realmente sonaba estúpido preguntar por una cosa así cuando las cosas estaban intensificándose por segundos pero precisamente por ese detalle, necesitaba un segundo para ordenar todo. ¿Qué exactamente? Ni ella misma sabía. Estaba pasando todo tan rápido que era incapaz de serenar su cabeza, solo dejarse llevar por su propio cuerpo y aquel abrupto calor que empezaba a ahogarla hasta el punto de querer quitarse ella misma la ropa. El pequeño receso que tomó James para buscar el inalámbrico sirvió a Aislynn para recuperar la respiración que ya empezaba a acelerarse bruscamente. ¡Qué los Magos la perdonaran, era obligación reaccionar ante tal hombre! Y así actuó, bajando ligeramente la mirada hasta que dió en la unió de ambos cuerpos. Entonces sí, fue consciente del grado y el rumbo que estaba tomando la situación  y sin evitarlo, las mejillas se tiñeron en un sonrosado suave que conjuntaba con sus finas facciones porque en realidad la idea no era tan descabellada después de todo.

Pese a ello, Lynn no tenía idea como había sucedido pero en un chasquido de dedos habían pasado de hablar de la angustia de hacer algo prohibido a querer quitarse la ropa. Nunca, en su vida, había mirado a un hombre con el deseo que ahora miraba a James porque en cuanto sus neuronas hicieron interconexión, logrando al fin pensar algo lógico, levantó los ojos azules para clavarlos fijamente en los claros del chico, dejando entrever sin que fuera su pretensión que aquel juego estaba empezando a gustarle también a ella. La mano recorriendo su pierna solo puso la carne de gallina a la rubia y mientras las yemas de sus falanges recorrieron sus muslos, no apartó ni un segundo la mirada de James, observando con demasiado interés como pedía pizza con aquella tranquilidad que la estaba matando. ¿Cómo podía estar tan relajado cuando ella notaba a cada paso de sus dedos el corazón más acelerado y su cabeza embotada hasta el punto que no pensaba con lógica? Necesitó callar su voz interna cuando los dedos acariciaron una zona que nadie había tocado jamás, inmediatamente se tensó en sorpresa a ese estímulo. Soltó una larga exhalación mientras se humedecía inevitablemente ante el roce a la par que su pecho subía y bajaba con respiración agitada.

- Una hawaiana me parce perfecto… - susurró con casi un hilito de voz porque se había quedado casi sin ella ante la intensidad de su mirada. De todos modos, no podía huir porque la tenía acorralada (tampoco se quejaba) y si la miraba de aquella forma no lograba pensar con coherencia y mucho menos entender que aquello iba a cruzar en nada la segunda base lo que se traducía en temas en los que no estaba ni iniciada. Esperó el choque entre sus bocas y dócil, siguió el ritmo que marcó James, ahogándose en él y olvidándose de nuevo de todos los prejuicios que había tenido respecto el tema. Escaló las manos hasta su nuca de nuevo, entrecruzó los dedos y usando las piernas para sujetarse de la cintura, se aupó sobre él en un acto reflejo a su tirón de ropa interior. Sin dejar de besarlo, dejó una mano en su nuca y deslizó la derecha por toda la espalda del jugador, delineando a palma abierta su columna hasta alcanzar el borde de su camiseta, tiró de ella como en demanda que se la quitara porque en verdad deseaba verlo sin la prenda como capricho navideño.

Sonrío contra sus labios y finalizó el interminable beso con un mordisco suave a su labio inferior a fin de poder coger algo de aliento y deslizar su boca a través de la mejilla del chico, solo rozando con los labios como en una caricia tierna. Con una delicadeza que contrastaba con el momento, posó un beso suave sobre la línea de la mandíbula muy cerca de su oído y emitió un suspiro contra su oreja, solo para él acompañado de su nombre - James...

Protestó cuando la cogió por los brazos para marcar la distancia prudente con un gruñido lastimero a la par que sus ojos azules miraban a James fijamente. “Maldita pizza. Ocurrente idea, Lynn”, maldijo para su interior mientas fruncía los labios descontenta por no verlo sin camiseta. Mientras observaba al jugador, sentada en la mesa de nuevo e inclinada ligeramente hacia atrás con la lencería en las rodillas, su pecho, escondido bajo la tela negra, seguía subiendo y bajando de forma exagerada. La serenidad y la calma con la que hablaba el smertios estaba matando a la irlandesa (en el buen sentido). Una parte, la curiosa, afloró en aquel instante y sin abrir la boca, hablando solo para sus adentros, la rubia se cuestionó si  aquello era producto de la experiencia de Blue o un excelente autocontrol pero de ser el segundo caso… ¿qué sería necesario para que perdiera la noción del espacio -tiempo como ella? Si no hubiera sido por él ni se acordaría del repartidor y en cierta parte le molestaba que no estuvieran a la par pues quería sentirlo fuera de control. Ella era la inexperta e ingenua, bastante torpe y mientras él hablaba de las bragas en sus rodillas fue inevitable para Lynn preguntarse si en el fondo ser inexperta sería un handicap.

- ¿Por qué? - esta vez sí, la pregunta surgió a través de sus sonrosados labios mientras sacudía de la cabeza las preguntas incómodas. Lo miró con aquel aire inocente que poseía pero que esta vez, en contra de todas las otras, se obligó a poner aquellos ojos solo para entrar en el juego de palabras aunque la sonrisa medio ladeada, traviesa, confirmó que solo estaba provocando de alguna manera su reacción - A mi me gusta. Tengo más, te las dejaré ver… poco a poco - ventajas de tener una madrastra que quería buscarle novio a toda costa parecía que siempre entre otros un regalo para sacar los colores a su hijastra. Un toque con el talón en el trasero para hacer más evidente que estaba provocándolo y sin terciar palabra, colaborando aparentemente sumisa, dejó que el muchacho consiguiera sus bragas, deslizando la prenda a través de sus piernas y retirado los pies. Miró donde guardaba la lencería, parpadeó sorprendida pero otra vez sonrío sin poder evitar que se la mueca se ladeara y se alegró de una forma retorcida que ni ella misma sabía que existía dentro de ella.

Pero ni siquiera su recién descubierta mente retorcida podía llegar a atisbar ni en dos siglos lo que iba a suceder a continuar. Ella que pensaba que iba a besarla entreabrió los labios pero se quedó a medias cuando se arrodilló para quedar a la altura de su rodillas. El primer beso, tensó a la rubia que cerró las manos en el filo de la mesa y esta vez si notó todo su cuerpo sacudirse ante la expectativa de sus besos subiendo a través de la cara interna de sus muslos. Respiraciones violentas casi transformándose en jadeos y corazón desbocado pero la respiración de James sobre su sexo, jalándola bruscamente hacia él, entrecortó la respiración de la joven que entreabrió los labios para soltar el aire de forma sonora y brusca. Mordió su propio labio inferior en una búsqueda de sentir que seguía en la realidad y no en un sueño,  y se acomodó, abandonándose lentamente a los placeres, evadiendo el mundo que la rodeaba hasta el punto que las respiraciones sonoras se transformaron en sutiles gemidos. Tiró la cabeza hacia atrás y volvió a entreabrir los labios, buscó el aire mientras su pie derecho que había quedado en su espalda, se deslizó lentamente hacia arriba para quedar apoyado en el hombro del chico.

Un mundo de experiencias nuevas se abrió ante ella y lo disfrutó como nunca antes, sobretodo cuando la humedad de su lengua tocaba aquellos puntos que enturbiaban su mente y la embriagaba e inconsciente, su cadera se tiraba hacia delante buscando sentir aún más su lengua mientras su cabeza perdía el juicio y los gemidos se sucedían sin ser escandalosos, porque no casaba con Lynn, pero sí frecuentes. Tras varios minutos de placer interrumpido que se hicieron eternos para la rubia por el sentir del momento, Lynn notó esa sensación que iniciaba entre sus piernas pero se extendía por todo su cuerpo. Tembló en aviso a lo que iba a suceder y sin querer evitarlo, llegó a la cima del placer acompañada esta vez sí de un gemido alto y sonoro.

Necesitó un minuto para lograr hacer algo coherente y mientras experimentaba en carne las mieles del primer orgasmo, buscó a James con sus ojos azules que brillaba complacidos- Esto… bien… - y ni era capaz de formular una frase con sentido pero estaba demasiado satisfecha para lograr ser lógica en aquel instante.  Esperó que volviera a incorporarse y aún sin sentir del todo sus piernas suyas, envolvió con sus muslos su cintura para que no escapara de su cercanía, menos tras lo que acaba de experimentar, y lo atrajo a ella. Buscó con sus labios su cuello para besarlo, intentando transmitirle en gestos cuanto había gustado de lo anterior y si querer (queriendo) se escapó un mordisco. Primero fue una mordida provocativa y lenta para que la sintiera a su lado dispuesta a colaborar,  mordida que poco a poco se convirtió en un suave arañazo con los incisivos mientras arrastaba los labios desde la zona bajo su mandíbula hasta su clavícula. Ya que no quería quitarse la camiseta, metió las manos por dentro la prenda y acarició el abdomen para subir hasta su torso y después bajar de nuevo, sin dejar de besar la piel de su cuello que quedaban al descubierto. Pero al llegar sus manos a la orilla de sus pantalones, necesitó un descanso mientras juguetaba con la cinturilla, dudando durante una fracción de minuto en su siguiente acción pero tomó una determinación y continuó hasta que su mano tocó por encima del pantalón el sexo de James. Presionó suave mientras dejaba los labios en su cuello y respiraba sobre la humedad fría que había dejado su lengua al pasar por su piel. Respirando aún agitada a su oreja donde habían subido sus labios, esperó a conocer su reacción.