Como debe ser [Aislynn]

Había pasado todo el fin de semana en Francia. La insistencia de Gale había hecho que Aislynn cogiera la red flú a última hora del viernes para viajar hasta París justo a la casa que su padre compartía con su madrastra Brigitte. El asunto empeoró cuando además de sus padres encontró a media familia de la mujer, resultaba que Gale había insistido a su hija porque era el cumpleaños de la hermana más pesada de Brigitte y aunque intentó huir en cuanto vio la fiesta, su padre la había impedido irse con una mirada que indicaba comprensión y ayuda porque estaba tan incomodo como ella. Terminó quedándose por hacerle un favor a su padre pero la verdad es que no tenía ganas de soportar las charlas sin sentido de la familia al completo aunque eludió como una campeona cualquier pregunta referente a su vida personal porque no estaba dispuesta a que fuera la comidilla de todos.

Fuera como fuera estuvo a punto de enviar un patronus que digiera “s.o.s” a James pero recordó que estaba en casa de sus padres y viendo como hablaba dicha hermana de Brigitte de los jugadores de Quidditch (básicamente los quería lamer de cuerpo entero a casi todos) optó por no tentar  su suerte y tener que cruciar a la señora por andar tocando donde no era invitada.  Sin más remedio, soportó los dos intensos días, yendo de una punta a otra de París, soportando charlas triviales y compartiendo de vez en cuando conversaciones más profundas con su padre. De hecho fue en una de esas conversaciones donde Gale propuso a su hija ir el lunes a primera hora a la redacción donde él trabajaba como periodista para ver si podían conseguirle un pequeño empleo de becaria que pudiera compaginar con su horario lectivo en Brigantia y como no le pareció mala idea, acordaron ir.

Por eso había llegado aquel lunes tarde a la universidad. Tan solo hacía una hora que había pisado su habitación en la residencia y agradeció que no estuviera su compañera de habitación para poder tumbarse en la cama y respirar calma. Era tan gratificante un rato de absoluto silencio sin tener en el oído el agudo pitido de la señora cumpleañera y tan feliz estaba que leyó su ejemplar antiguo y gastado de los Tres Mosqueteros de Dumas hasta escuchar los golpes en su puerta. Cerró las tapas del libro dejando el volumen de cualquier forma sobre la cama y se levantó ágil para ir hasta la puerta y abrir con una sonrisa creyendo que era James.

Sorpresa fue abrir y no encontrar a nadie. De hecho, frunció el ceño, cabreada con el bromista pero un gruñido llamó la atención de la chica que desvió los ojos hacía abajo hasta encontrar el cachorro de San Bernardo - ¿Y tu quién eres, cosita? - reprimió las gana des soltar un enternecido “awww” y a cambio se agachó hasta quedar acuclillada delante suyo y se río al verlo con una rosa - Muchas gracias, señorito - cogió la rosa del hocico del perro y cargó al cachorro entre sus brazos como si fuera un bebé, achuchándolo contra su cuerpo porque era tal bola de pelo que era impensable no darle amor y cariño, enterneciéndose tan solo verlo. Solo se asomó cuando fue consciente que el cachorro no iba a aparecer por arte de magia ante su puerta así que sujetándolo (y mientras el perro le daba un lametón en la mejilla) se asomó para ver a James escondido contra la pared - Eres tan bobo - sentenció mientras se reía porque ese tipo de cosas le encantaban. Era un bobo romántico y eh, no se quejaba para nada.

Estiró la mano para cogerlo de la camiseta, arrastrándolo hacia su habitación mientras besaba sus labios y cerraba con el pie la puerta - ¿Donde has secuestrado a este bebé? - beso - ¿Necesitas refugio por fugitivo? - otro beso - ¿Soy cómplice de secuestro? - beso más profundo mientras apoyaba una mano en su nuca hasta que el cachorro reclamó su atención, lamiéndolos (igual quería participar o a saber). Aislynn soltó una carcajada contra los labios de James y miró al perro - ¿Qué nombre le has puesto? - porque era del tipo de personas que si no ejemplificaban a voz que era un obsequio para ella creía que no era más que un bonita sorpresa para presentarle el nuevo miembro de la familia. Eso sí, Lynn estaba encantada achuchando al cachorro e iban a necesitar más que unas manos para quitárselo de las manos (?).[/b][/color]

Los ojos de la cerridwen se iluminaron cuando el smertios afirmó que el cachorro de San Bernardo era suyo. Cerró el puño sobre la correa y empezó a pensar posibles nombres hasta que James afirmó que el presente era tan solo para comprar su amor. ¿Hacía falta? ¿No la había enamorado ya hacía tiempo? Soltó una carcajada y restó importancia negando con la cabeza. Claro que no importaba, siempre había deseado uno o un gato aunque sinceramente era más de los cánidos que de los felinos, tal vez porque los gatos eran más independientes y los perros todo lo contrario pero fuera como fuera, si había que regalarle algo, un animal era lo más acertado.

Sonrío con el roce de su nariz contra su mejilla y buscó con las manos su camiseta para dejar las manos frías en la piel de su cintura, bajo la orilla de la prenda. Correspondió al beso a ojos cerrados y mientras mordía su labio inferior, saboreando aún el corto contacto entre sus labios, escuchó las palabras a su oído. Apretó los dedos sobre la piel cálida de James y procesó la información hasta entenderla por completo, porque era una cosa que necesitaba digerirse con lentitud (no quería emocionarse antes de hora) así que cuando el chico cogió su barbilla aún estaba con aquella mueca neutra pensativa en su rostro. Examinó sus ojos un segundo para saber si era cierto y terminó sonriendo a la par que apartaba  las manos de su cintura para ascenderla hasta abrazar su cuello – Pues claro que n… - soltó una carcajada pero una carcajada feliz y se puso de puntillas para besar sus labios – claro que sí, no habría otra cosa en este momento que me hiciera más feliz – y prosiguió con el beso.

- Eso de solo tú y yo suena muy bien. Muy muy bien – deslizó una mano desde su nuca a través de su cuello hasta dejarla en su mejilla, profundizó el beso y terminó poniendo la frente contra la suya – Bueno no exactamente va a ser así, falta Bernadín, nuestro hijo peludo – el aludido ya se había ido a explorar la habitación aprovechando que Aislynn soltó la correa para atender a James y estaba muy entretenido mordiendo los zapatos de su compañera de habitación – Sí, soy un proyecto de escritora con nombres muy originales en la cabeza, no me juzgues– ironizó mientras se pegaba más a James buscando su tacto, incluso subió una de sus piernas hasta su cintura para subirse encima de él cual koala con su madre – Mmm… -ronroneó paseando su nariz por su cuello y dio un bocado suave (más bien provocativo) a su cuello – Tengo una noticia, tranquilo no tiene que ver con bebés – por suerte aquella anécdota había quedado en un susto a pesar de los tests contradictorios – voy a trabajar como becada para un periódico mágico de París – le lamió el cuello y terminó dándole un beso.

Sí, era inevitable para ella hacer tácito su atracción más que evidente por James, más si estaban solos y más si acababa de decirle si quería ser su novia - ¿Cuándo empiezas el mundial? – aunque quería saber la respuesta, paseó la nariz por la línea de su mandíbula hasta su barbilla para darle un ligero mordisco.[/b]

Las preguntas de James sobre su trabajo como becada hicieron que Aislynn parara en sus besos para reflexionar sobre el tema. No había caído hasta ese momento en que James preguntó por el tiempo que invertiría que su nuevo trabajo cuando se percató que junto a los incesantes entrenamientos de James, su tiempo de convivencia seria menor. No creía que eso fuera un problema considerando que eran magos capaces de conjurar trasladores pero de todos modos, era un pequeño inconveniente aunque estaba entusiasmada con su nuevo trabajo de becada. Lo dejó hablar mientras lo miraba a los ojos y escuchó con una sonrisa en los labios las preguntas referente a su papel como estrella del Quidditch. Contuvo la carcajada y se mordió el labio inferior mientras presionaba con la mano derecha sobre el torso de James hasta que este se tumbó en la cama. Terminó colocándose mejor encima de su entrepierna y sonrío de lado en lo que se inclinaba de torso para rozar con sus labios los suyos.

- Mmm… -le mordió el labio inferior y tiró de él – Claro que iré al mundial contigo. No me lo perdería por nada del mundo – soltó el labio y lo miró a los ojos – Respecto a tu fama mundial… sí, me has pillado, te voy a querer más. Porque soy así de superficial y solo te quiero por tu estrellato – le mordió la barbilla y se rio. No, no tenía ningún interés en su fama, más que el orgullo de que James consiguiera labrarse un futuro y que la gente respondiera a sus esfuerzos. Pero ella no pensaba intervenir más que como apoyo – Claro que te quedré igual, tonto – le dio un beso en los labios y reptó hacia abajo – Aunque, deberé ir con cuidado que las fans locas son capaces de intentar –le levantó la camiseta y mordió su abdomen antes de besar hacia abajo – Intentar hacerte esto… - y le deshizo el botón del pantalón, bajó la cremallera y mordió la parte de su entrepierna que quedaba al descubierto aún con la ropa interior puesta. Fue suave, tan solo un contacto con sus dientes, bastante provocativo y se alzó rauda – y no puedo permitirlo.

En verdad no estaba preocupada en ese sentido. Lynn confiaba excesivamente en James y esperaba que cortara cualquier intento malintencionado de las fans así que estaba tranquila aunque estaba bien usar aquello como acción provocativa, al menos, para incitar a James – Ah, no te he contado lo de mi trabajo. Serán solo unas pocas horas durante el viernes por la noche y el sábado por la mañana así que me quedará el sábado por la tarde y el domingo para estar contigo. Podré ir a verte a Alemania y así no debes hacer traslador. Si quieres y al entrenador no le molesta que te robe unas horas para agotarte – si, agotarle, había escuchado bien. La cosa es que no sabía cómo iba a poder compaginar todo pero lo lograría. Clases, trabajo y apoyo en el mundial. ¿No podía ser tan difícil, no? Solo organización, cosa de la que carecía. Lo cogió de la nuca y se echó hacia un lado para que subiera encima suyo, intercambiando posiciones – Más bien la pregunta sería, ¿Cuando seas famoso aún seguirás queriéndome? ¿O me dejarás de lado por alguna rica y famosa pechugona?

No puso ningún impedimento para quitarse la camisa, es más, colaboró bajándose los tirantes de la falda y desabrochando algún botón para que saliera mejor por la cabeza. Y casualidades, se había olvidado aquella mañana ponerse sujetador así que quedó torso arriba desnuda mientras lo miraba con aquella sonrisa traviesa de estar gustosa de conseguir cuanto buscaba provocándolo.  Tanteó los costados de James mientras este atrapaba con una mano su pecho y jadeó contra sus labios ante el tacto del pulgar, estremeciéndose de placer mientras correspondía el beso. Al final, encontró cuanto buscaba, el filo de la camiseta y tiró de ella para sacársela por la cabeza, lanzando la prenda de cualquier forma por cualquier parte de la habitación.

Y si James estaba acelerado, Aislynn también, pues ya sentía su pecho subir y bajar de forma exagerada mientras notaba el maldito cosquilleo en la boca del estomago y el calor invadir su cuerpo, ese calor que te provocaba quitar toda la ropa. Pero aún fue peor cuando escuchó sus palabras y sus ojos azules vislumbraron la mirada encendida del jugador, Lynn dejó escapar el aliento con fuerza y cuando él cambio de posiciones, ella se dejó llevar mientras estiraba el labio inferior del muchacho antes de lamerle los labios con lasciva. Primero se acomodó encima suyo y lentamente fue descendiendo, arrastrando los labios desde su boca hasta su cuello donde dejó varios mordiscos para a continuación seguir a su torso y proseguir en su abdomen hasta llegar de forma lenta y provocativa al filo de los pantalones que él mismo se había desabrochado.

Usó las manos para bajárselos y terminó quitándoselos para lanzarlos como con la camiseta por cualquier lado. Se hizo un hueco a rodillas entre sus piernas y se inclinó para morderle suavemente la entrepierna por encima de los bóxers, sonrío con malicia y terminó quitándole los bóxers, al menos, bajárselos hasta donde pudo antes de rodear su miembro con la mano y empezar con la labor con la boca, primero suave en la punta y luego empujándose hacia abajo para envolver con sus labios el miembro pero de forma lenta para torturarle con el tacto húmedo al pasar. Bueno, no era una experta pero sabía defenderse, tampoco había tanto que teorizar en aquella materia. Tras aquello continuó de forma lenta porque no era de las que se desesperaban e igual sabía que lo lento, terminaba por desesperar a James así que continuó en su labor mientras movía la mano para ayudar al movimiento.

Le gustaba ver a James desesperarse, volverse loco por sus caricias y su tacto, que respondiera con la mismas ganas que tenía ella de que la hiciera suya. De hecho cuando determinó que era suficiente para dejarlo con ganas de más, propinó un lametón y levantó la vista para mirarlo a los ojos con aquella inocencia fingida que no era más que para provocarlo, prueba de ello fue la sonrisita que se asomó por un lado antes de subirse encima suyo para moverse, buscando en la fricción el contacto entre su entrepierna aun cubierta por las bragas y el miembro de James – ¿Te vas a estar quietecito? Eh… - y le mordió el labio para estirárselo con placer.

Jadeó contra los labios de James cuando notó sus dedos inmiscuirse en el interior de sus bragas. Húmeda como estaba, caliente hasta casi deshacerse, miró al inglés con el deseo impreso en el fondo de sus ojos y es que Aislynn estaba completamente excitada, expectante ante la versión desbocada de James. Le gustaba así, descontrolado y fuera de si, deseoso de tener sexo con ella porque aquel resultado  era fruto de sus caricias, tocamientos y provocaciones. Sonrío con la respiración desbocada cuando él pegó su frente a la suya, dedicándole unas palabras contra sus labios, Aislynn se dejó mover tal como él quiso y se colocó en la posición que el chico propuso (o más bien ordenó).

Quiso responder a la pregunta lanzada al aire, hecha con la malicia de tragiversar sus propias palabras pero solo logró morder su labio inferior mientras agarraba aire, notando los dedos del muchacho moverse por su intimidad. Quiso reprimir el gemido pero fue incontenible ante aquella primera y dura penetración, fuera de sí, perdida en el placer, necesitó agarrarse a la cama, arrugar las sábanas mientras se moría de deseo. Su cuerpo correspondió a aquella intrusión, estrechándose contra el miembro del jugador en una contracción fuerte y muy cerrada, envolviéndolo para recibirlo en su interior.

Cuando recompuso un poco su aliento, destensó las manos que habían estado cerradas sobre las sábanas y agarró una bocanada de aire, tirándose hacia atrás para buscarlo, muriéndose de placer en aquella postura donde cada movimiento se sentía más. No, no era sumisa pero le encantaba estar bajo el mandato de James y se moría entre sus brazos. Ya lo había dicho, lo amaba y deseaba más que a nada en el mundo, era su primera relación y la estaba viviendo con la intensidad del primer amor – James…- musitó ronca en medio de un gemido agudo antes de soltar el aire con fuerzas mientras volvía a arrugar las sábanas y cerraba los ojos, arqueando la espalda para tirar la cabeza hacia atrás, moviéndose ella misma con el compás de sus embestidas, profundizando cada vez más mientras gemía y se aferraba a la cama hasta hacer caer su cabeza hacia delante, provocando que las hebras doradas de su pelo cayeran sobre su cara, tapando su rostro.

Mordió su labio inferior cogiendo fuerzas y tras darle un empujón con el trasero para hacerse un poco de hueco, provocando el efecto contrario puesto que lo notó en su interior, soltó un gemido y buscó con su mano su nuca para erguirse sin dejar que él saliera de ella, incorporada con las rodillas clavadas en la cama mientras buscaba sus labios para besarlos con ganas- ¿Qui….ete…cita? – musitó entre gemidos contra sus su boca antes de sonreír y dejarse caer hacia delante volviendo a caer a cuatro patas y dejarse complacer aunque había notado que no, no se iba a estar quietecita porque a ella también le gustaba complacerlo.

Una vez más se dejó llevar por James. Nublada de mente, embriagada de placer y perdida en sus caricias. La sentó encima suyo y Aislynn se acomodó, soltando el aire con fuerza en un suspiro de autentico gozo mientras ayudaba a James a colocar su pelo hacía un lado. Tras dejar las manos en las rodillas del inglés, empezó a moverse encima suyo, primero lentamente, cobrándose la tortura anterior y después con más ritmo, buscando sentirlo mientras su interior se estrechaba contra su miembro, sintiéndolo duro y firme en su interior. Mordió su labio en una búsqueda inútil para evitar gemir, cogió el aire y continuó disfrutando del momento que paulatinamente se tornó más intenso, salvaje y casi brutal. No tardó mucho, en aquella favorable posición, en sentir el orgasmo invadir su cuerpo en un espasmo de auténtico placer que la llevó hasta lo más alto mientras su garganta emitía un gemido alto, haciendo participe a James de su final.

El abrazo la tomó con una sonrisa satisfactoria. Se dejó caer en la cama junto a él y se removió hasta quedar frente a frente para darle un beso corto en los labios y luego otro en la nariz mientras recuperaba el aliento. Llevó su mano derecha hasta la mejilla para dejar la palma de la mano sobre su mejilla y pasando el pulgar por su labio inferior antes de presionarlo para abajo para entreabrir sus labios y besarlo de nuevo. – Te quiero, James. Mucho – y era culpa suya por ponerle las hormonas hasta arriba con tanto ajetreo sexual. Un beso más y pasó una pierna por encima de las de Blue, dando un botecito en la cama para quedar más cerca de él, acurrucándose contra suyo. Dejó la nariz bajo su mentón y rozó la misma varias veces antes de tirar la cabeza hacia atrás para darle un mordisco seguido de un beso corto y tierno.

Podía pasarse el día así, desnudos encima de la cama y dándose besos. No necesitaba más. No quería salir de hecho ni hacer frente al mundo porque estaba hasta la madrecita de haber empezado su relación con un pie izquierdo porque todo era más fácil cuando estaban solos sin pensar en ex novias semiveelas que habían tenido un fatídico embarazo  - Oye…  ¿Ya ha pasado todo con tus ex’s, no? –lo miró a los ojos – Es decir…- empezó a trazar círculos con su dedo en un costado del jugador, lentamente, solo presionando con la uña del índice - … no te enfades, ante todo pero es que…  has estado muy solicitado, eh – soltó una risa nerviosa y escondió su rostro en el cuello del inglés. Solo quería saber si iban a pasar por otro tema como el ocurrido en Navidad- Olvídalo.

Se arrepintió de haberlo dicho en el mismo momento en qué salían las palabras por sus labios. Escondida en el cuello de James, esperó que simplemente dejara pasar el asunto con la respuesta escueta del principio pero el inglés quiso extender su respuesta, dando una explicación más amplia sobre sus ex’s. Aislynn lo miró a los ojos, ligeramente ruborizada y mientras se mordía el labio inferior.  Ella no tenía ningún inconveniente con su pasado, mil veces habían hablado de eso. Era cosa que formaba parte de la vida e intimidad del chico pero cuanto la preocupaba no era saber cómo se llevaba o dejaba de llevar con sus ex’s novias más bien que esas mujeres quisieran intervenir en su actual relación como ocurrió con Zelda en su día.

Lanzó un asentimiento, completamente convencida que podía con ello, porque en verdad no tenía ningún problema. Confiaba en él, siempre lo había hecho y había demostrado mil veces que era comprensiva con todo, entendía que antes de ella había tenido una vida y que esa vida aún estaba allí. No era celosa, no del tipo posesivo intransigente, claro que tendría sus prejuicios si viera a alguna de ellas intentar ir más allá de la mera amistad pero podía soportar una relación a bien con sus ex’s aunque sinceramente, creía que no sabía ni quien era la mitad. Sira sí, Jessy también y Zelda como no pero hasta ahí. Tampoco es que le interesara una lista y no se la iba a pedir – Claro que lo estoy – alargó el cuello para darle un beso justo antes que lanzara la pregunta sobre su antigua vida amorosa.

No pudo más que reírse contra los labios de Blue. Es que la pregunta era hilarante, teniendo en cuenta que había pasado media vida encerrada en una librería y la otra media en un colegio solo para señoritas, pues no, no demasiada – Pues… - intentó regularizar la respiración después de la carcajada  y se pegó más a él, dejando caer la pierna a partir de la rodilla trasero atrás del jugador. Comenzó a juguetear con el pie mientras trasladaba los dedos hasta el torso del ex smertios para acariciarle los pectorales con las uñas así con una caricia para hacerle cosquillas. Volvió a morderse el labio inferior en un tic nervioso y dejó que la carne del mismo escapara a través de sus dientes superiores, arañando mientras meditaba – Oh, a todo esto donde est… - alzó un poco la cabeza y vislumbró al cachorro tumbado felizmente sobre los zapatos roídos de su compañera de habitación. Dejó caer la cabeza de nuevo junto a la de James y lo miró a los ojos.

- Ya sabes qué no he tenido novios. No formales. Es decir, algún beso aquí, alguno por allá – un chico con el qué salió un mes en verano pero que parecía demasiado poco interesado por salir con ella así que lo mandó al diablo pero ni mención se merecía el condenado porque fue la cosa menos seria de toda la vida – Ah, Kris el novio de Jessy me robó un beso en una fiesta a principio de curso– meditó – Y George siempre decía que nos iríamos a criar mulas por Rusia pero nunca me lo tomé en serio – se encogió de hombros – Lo siento, mi currículum queda algo escueto – le dio una palmada en el pecho, sin demasiada fuerza porque de todos modos no tenía - ¡Ya sé! Conocí un moreno en París. Me invitó a cenar y esas cosas, luego me llevó a mi casa y fue directo a meter mano. No lo crucié de milagro, sabes, tenía dieciséis años. Eso sí le dejé la marca de mis cinco dedos en la cara – tenía carácter, bastante, todo era culpa de los genes maternales, según su padre - ¿Y tú qué? ¿Qué anecdotas graciosas tienes? [/color]