Fue un accidente

Por suerte el truco había funcionado, no el de magia exactamente hablando, y James volvía al ruedo. Si él se enganchaba con la actividad física, Jessy en algún momento iba a dejar de pensar tonterías y empezaría a disfrutar de la noche nuevamente. Y si eso no sucedía, era sabido que las mujeres podían fingir lo que los hombres no. Tampoco era cuestión de decepcionarlo, eso le traería más amargura incluso. Había que sonreír por saber que él quería follar con ella y dejar lo demás atrás.

Dejó la varita, como James pedía, no sin antes lanzar un finite a la prenda que cayó sin gracia sobre su propio cuerpo y antes de corresponderle el beso, acotó - me gusta esa idea. - aunque en realidad no. No le hacía ninguna gracia llevarlo a su habitación, pero había respondido convencida porque en cambio de eso lo arrastraría a la de Luis, o mejor dicho la que había sido de su hermano. Siempre pasaba lo mismo, era momento de hacer un dormitorio para ligues exclusivos en esa casa, y así no tendría que convidar su intimidad a extraños. Que no vieran su miseria ni descubrieran sus secretos sin querer.

Pero cuando estaba apartándolo para empezar a andar, sintió la luz del alba que estaba próximo, colándose por las ventanas iluminando sus cuerpo y le dio terror llevarlo a un dormitorio que podía estar hecho un asco y que él pensase que ella vivía en esa mugre, con esa decoración espantosa y sobre todo con el frío colándose por las ventanas.... Era una disyuntiva terrible, que no le hubiera sucedido si estuviera aun borracha o si la máquina de pensar no se hubiera activado. Incluso ahora que se incorporaba del sillón, tomó la camisa del chico y se la puso solo por no estar desnuda con tanta luz. Que si, que James ya la había visto, pero no era lo mismo, porque la mente de Jessy no estaba en el sitio correcto.

- Vamos vamos... - le susurró dando un saltito y trotando los pasos hasta una de las puertas de la pared contraria. Lo esperó allí, con la camisa ajena entreabierta, lo tomó de la mano, se puso en puntas de pie y le dio un beso corto e inesperado, casi feliz, mientras abría la puerta. el cuarto por suerte (como siempre) estaba perfectamente ordenado, sin nada a la vista, solo había un escritorio de espejos lleno de cosas variadas y como Jessy no quería que James se fijara en nada más que ella, lo arrastró sin dejar un segundo de besarlo, modiéndole el labio, jalando de su cintura, hasta tropezar con suavidad con la cama y caerse sobre los almohadones de plumas.

- Se nos acaba la noche... - le susurró dando vuelta para quedar ahora sobre él.

Jessy no tenía idea de nada, y en general no se tenía mayor aprecio ni a ella ni al resto, pero intentaba. Intentaba salir a divertirse aunque terminara borracha y mal acompañada. Intentaba llevarse bien con la gente aunque terminar a los gritos en los corredores. Intentaba amarse, pero siempre volvía a vomitar los chocolates que se escondían debajo de la cama o meterse la coca que guardaba en el escritorio. Intentaba confiar en los hombres, aunque al final siempre elegían a otra al momento de la verdad.

Y le creyó, por un momento le creyó y lo besó con dedicación, respirando en sus labios el gemido que tenerlo dentro le había robado. Cerró los ojos y empezó a moverse con suavidad, al principio por acomodarse luego por puro placer de hacer eternos los buenos momento. Le encantaban sus brazos fuertes y su torso marcado, sus hombros mil veces más grandes que ella, y hasta su barba con la que jugaba por acariciarle hasta el cuello. Abrió los ojos y le preguntó con la mirada si le gustaba lo que estaba pasando, si le gustaba lo que estaba viendo, mientras se llevaba dos dedos a la camisa para abrirla y que se deslizara por sus hombros hasta dejar sus pechos al descubierto.

Comenzó a acelerar el ritmo, al tiempo que las respiraciones lo pedían y se recostó sobre él un segundo para susurrarle al oído - dime que te gusto No era una pregunta, era una orden dicha entre jadeos. También podía sonar a un pedido desesperado pero ningún hombre era tan tarado como para arruinar el momento riéndosele por patética. Todo mundo quería ser apreciado y eso era lo bueno del sexo, casi que parecía real,

Jessy estaba en el paraíso, se regodeaba de placer más por las palabras que por las caricias, y llevaba un rostro de plena felicidad al dar su espalda contra la cama y abrir tus piernas para él todo lo que le era posible. Ya vería, el mismo James, una semana después, lo que pasaba cuando la rubia escuchaba cosas que no le gustaban y lo mal que podía terminar.

Lo tomaba del rostro para que la mordiera con ganas y luego lo alejaba, como si no pudiera respirar. Se abraza con sus piernas y brazos a James y un segundo después estaba rasguñando las sábanas todo a lo largo de la cama. Así eran las cosas cuando el calor interior era demasiado para comportarse como señorita decente para seguir un orden claro de caricias. Jessy no iba a decirle nada bonito, porque no hubiera sabido como, pero si gemía para que él la escuchase, para que supiera lo mucho que le estaba gustando y le diera un orgasmo tan bueno como los anteriores.

Y si él la pasaba bien mucho mejor, pero la rubia ya había entrado en ese trance, donde la respiración enloquece y la electricidad empieza a acumularse para explotar, cuando no sabe que hacer con las manos para soportar el momento y enloquece mentalmente. Cuando el egoísmo invade y empieza a importar nada si el compañero sigue vivo o murió asfixiado por amor. Un último gemido entrecortado,y no más quedaban los espasmos de placer, esperando a que James acabase dentro de ella y pudieran dejarse caer en la cama a disfrutar de la mañana.

Quizá lo volvió a besar en los labios, quizá era su torso sobre el que apoyaba su rostro dichoso y hacia caricias circulares mientras volvía su respiración a la normalidad, entre aquel revoltijo de piernas, sábanas y almohadas. Cuando creyó que podía hablar sin morir asfixiada, y sabiéndose la dueña de casa le susurró. - si quieres, te puedes quedar. -. Claro que ya era de mañana, y todos hacían algo el domingo. Pero el trabajito había terminado y era de buena educación ofrecerle que descansara un rato allí. O se bañara o también si quería volviera al living tomara su pantalón y se fuera. Para los magos era muy fácil partir, con solo desaparecer y aparecerse estaba, pero algo le decía que James no era de esos que se iba a incorporar besarle la mejilla y desparecer hasta la próxima. Porque habría próxima si de Jessy dependiera, al menos una vez por mes.

Ella si lo besó. Estaba tan cerca mirándolola a los ojos que fue puro instinto aguantarse a que terminase de hablar para besarlo.- yo??...dormir - sentenció simpática. Como explicarle que le daba igual si se quedaba o no, sin sonar mal, en ese momento que ambos sabían que era incómodo. Porque el punto era ese: no se conocían, se estaban viendo por primera vez, habían follado más que hablado y siquiera sabían el tipo de humor que manejaba cada uno, ni tampoco que era lo que había motivado a cada uno para terminar acostándose.  

- James, solo digo que te sientas libre de hacer lo que te venga en gana... no se que planes tenías para hoy, quizá te esté esperando tu abuelita a desayunar. - Por favor que la abuela del chico no estuviera muerta, que sino esa inocentada sonaría terrible. Ya se estaba poniendo nerviosa, giró en la cama hasta apoyarse en sus propios codos y mirándolo de lado soltó otro chiste peor - Te llamabas James, no?... - le sonrió y besó el hombro.  Recostó su rostro en la almohada y la otra mano la llevó a la barba del huff para jugar con suavidad, sus dedos entre sus cabellos.   - no tienes que hacer nada por mi, no soy de esas chicas... - las que quieren flores y que las llamen al otro día.

Cerró los ojos una vez y ya no los pudo volver a abrir.  Muchas horas, mucho alcohol y mucha actividad física para un cuerpo que solo y apenas desayunaba.