Quidditch Informal

[LIBRE PARA QUIEN QUIERA]

Después de los partidos era normal formar un par de equipos y jugar quidditch sin snitch. Posiblemente uno de los mayores divertimentos del equipo aunque los buscadores solían aburrirse o peor, ser bastante castigados cuando se ponían a jugar de cazadores. Él mismo solía lanzar bludgers con mucha mayor violencia de la necesaria sólo para joderlos un poco, ya que su vida de jugadores era tan tranquila.

Se había terminado su partido y él estaba en el lado de los perdedores, quedando 50 vs 70 en el partidito de más o menos media hora que había estado bastante violento. Él tenía el labio ligeramente amoratado, pero se lo había ganado por querer manipular el bate y golpear a la vez, se había pegado con su propia escoba como un idiota, además de traer un dolor de espalda por un pelotazo que quién sabe quién le había dado, daba igual.

La mejor parte de esos pequeños partidos era también la convivencia posterior. Se lo permitía un par de veces a la semana y todos encontraban manera de enfriar algunas cervezas y hablar en las gradas después de haber ganado (o perdido, como era su caso). Seguía agitado por el juego cuando llegó hasta las escaleras, quitándose las espinilleras y los guantes y botándolos en su mochila. No sabía quién iba a llegar esa noche, a veces se reunía un grupo considerable de gente aunque claro, nunca eran multitudes emborrachándose para llamar la atención de algún profesor.

Lo primero que hizo fue dar un largo trago a una botella de agua y después rebuscar entre sus cosas. Desde temprano había preparado un par de cervezas grandes para esa noche, que traía reducidas con un hechizo para que no se rompieran. Miró su reloj de pulsera (tan muggle) y se preguntó en qué momento había dejado que dos cazadores anotaran esos dos últimos puntos que los habían terminado.

Estaba estudiando en la habitación de Eva Rushton cuando apareció el patronus de Kristján. Rushton era buena bestia y hacían buen trabajo en equipo cuando tocaba hacerlo, como era el caso. Al escuchar el mensaje se estiró para fingir que estaba ya muy cansada y hasta soltó un pequeño bostezo. ¡Qué mal que se había perdido el partido de quidditch informal!

-Creo que podríamos tomarnos un descanso, ya casi no nos falta nada. ¿Quieres venir?

Pero Rushton no quería saber nada que no tuviera que ver con las regulaciones de las criaturas mágicas, así que pasó de la propuesta, Frances recogió sus cosas y se dirigió al campo de quidditch, pidiéndole un aventón a una niña de Cerridwen que usaba su escoba como medio de transporte rápido y que iba hacia la cafetería de todos modos. Cuando bajó se encontró a Kit y sin preguntarle nada lo tomó del brazo para llevarlo con la gente.

-Acompáñame a beber con los hombres de Smertios. Hace siglos que no hablamos, te has estado portando como un desgraciado. Pero por otro lado, te brilla la mirada…¿alguien te está follando, verdad? ¿QUIÉN ES? ¡DIME!

Subió las gradas y vio a Kris de inmediato, pero desafortunadamente estaba acompañado de Yuri Spektor, y casi solos ¿qué diablos? ¿ahora eran mejores amigos? ¿los demás se habían ido a bañar? ¿de qué se trataba? Sintió un golpe súbito en el estómago, consecuencia del odio infinito y después de respirar profundo, caminó hasta donde estaban.

-Ah, llegué rápido, ¿no? Conseguí aventón. Dame de beber y rápido que ya sabes que me largo temprano siempre.  

Le hizo mala cara a Yuri porque lo peor era que ni siquiera podía ignorarlo, antes de sentarse a un lado de Kristján y hacerle un gestito a Kit para que también se sentara.

-¿Quién pateó a quién? Espero que no te hayan hecho quedar en ridículo, Sveinsson.

Desde que llegó con aires de ganador intuyó que había sido precisamente Sveinsson el que le había dado por la espalda. Vaya si había dolido. Era uno de esos golpes en los que sabía que su contrincante, por más amistoso que fuera el juego, no tenía intenciones de medirse para nada. Sonrió con ironía con lo de los entrenamientos y le tocó aguantarse por que si él estuviera del lado ganador también hubiera estado jodiendo a más no poder. Era lo que tenía ser competitivo, por eso dolía tanto estar abajo en la rueda de la fortuna, y por eso moría de ganas de una revancha, para partirle toda la cara a Sveinsson, literal o figuradamente.

-Supongo que cometer tantas faltas te deja más agotado todavía-

Era la clase de frase que iba a fastidiar a Sveinsson por que sabía que lo odiaba un poco por ser tan correcto y tan “juego limpio como buen Gryffindor”. Era a lo único que podía aspirar después de haber perdido. Con todo y la relación rara y de semi-odio que tenían (si algún demente llegara a atacarlo de verdad estaba seguro que sería el primero en levantar la varita) le pasó la primera cerveza, helada y antojable, de la noche. Tampoco se desvivía en plática, pues de manera bastante incómoda se habían quedado ellos dos como los que inauguraban la noche de jueves de cervezas después del partidito extra-oficial.

Hasta que llegaba Frances. Sonrió a medias al verla de lejos, llegando con el hermano de Hutchins (Hutchins grande) que seguramente era su amigo. La vio poner sus caras de no-te-soporto y eso le hizo ensanchar la sonrisa. Aunque fuera una mujer casada y con hijos aún podía permitirse esas cosas de vez en cuando y le daba gusto, por que admitía que era divertido fastidiarla. Lo mismo, todos ahí parecían odiarlo pero sabía que no era un odio exactamente como para querer asesinarlo una noche a oscuras. O quizás sí.

-Hola Frances, te dará gusto saber que Sveinsson ganó. A su manera, pero ganó- claro que iba a seguir diciéndolo.-Cuando o hay árbitro siempre gana-

Ya sabía que iba a estar Kristján ahí, y la verdad no me incomodaba. Por alguna razón se me había pasado ya esa etapa de sentir que deseaba la muerte cada que nos encontrábamos en una situación social, y pensaba que casi era divertido estar aparentando que nos llevábamos más o menos bien por pura presión social. Me reí, sabía que con Frances no tenía opciones de negarme y de todos modos me apetecía echar unas cervezas. A veces iba a esos partidos extraoficiales donde los jugadores medían mucho menos su técnica, eran emocionantes, aunque claro, muy poco pulidos.

-Lo sé, actualízame con tu vida ¿Con quién estás jugueteando ahora? Eres como un gato jugando con pajarillos a medio morir, respecto a los hombres- le dije medio en broma, pero más en serio. Sabía que Frances tenía fans que la veían como su ideal imposible por que era una mujer casadísima y fiel a pesar de lo que muchos pudieran rumorear. Solté una carcajada cuando decía que me brillaba la mirada. Primero negué con la cabeza, como para hacerme del rogar.

-Ok, te lo diré: es Sveinsson, voy a su habitación y follamos como animales- lo dije así, tal cual, por que nadie iba a creerlo, mucho menos si lo decía entre risas y con naturalidad de broma. Frances no tenía manera de acaso intuir que esa frase era muy real. Sólo pensarlo me hizo sentir un poco excitado, pero claro, no tanto como para que ocurrieran inconvenientes en público. Caminamos hasta las gradas y vi, justamente, a dos objetos oscuros del deseo. Spektor era sólo una fantasía y hasta cierto punto Kristján también. Sonreí y escuché brevemente a los jugadores hablar de su partido. -Hola Christian...¿Qué no eres golpeador, Spektor?- dije haciendo cierta alusión maliciosa a que Kristján había dicho que era el mejor cazador de Brigantia.

Al ver llegar a la hermana adorable de Spektor sonreí a medias y la saludé con la mano, tomándome la libertad de tomar una de las cervezas que ofrecía.

-Se te ven bien los golpes- le dije al soviético. ¿Estaba coqueteando? Bueno, podría decirse que sí, sobre todo por que con él me tomaba esas pequeñas licencias -estaba acostumbrado a él, por Jude- y si lo hacía era por que nunca era demasiado descarado y hasta parecía que le gustaba eso de recibir atención masculina y femenina. Me senté cerca de Frances y choqué su botella contra la mía.

Ya conocía los modos de Sveinsson, la risa arrogante, los argumentos sólo para seguir alardeando que él había ganado. Estaba bien, era lo que tenía competir todo el tiempo, pero ya lo pondría en su lugar cuando llegara resacoso a un entrenamiento y él estuviera fresco y listo para humillarlo. No iba a decirlo en voz alta por que iba a sonar a que de verdad no podía superar una derrota de nada, y había que tener un mínimo de espíritu deportivo.

-Ok, dejaré que disfrutes tu noche de gloria. No te pasa seguido- le respondió después de su palmada que se quedaba ardiendo en su espalda (el cabronazo no se había medido ni un poco con la mano) y viera llegar a su hermana, apresurada. Ya había pasado un tiempo desde que le molestara verla convivir con Sveinsson -sabía que eran amigos, y eso le daba igual- así que no había tensiones exageradas por nada. Frunció el ceño cuando llegaba de encimosa, ya sabía que lo hacía por avergonzarlo, aunque la verdad era que le gustaba que lo hiciera, después de todos los problemas que había tenido. Le dio un beso en la mano, que apretó con afecto, antes de que se fuera a sentar. Sí, podían ser hermanos muy ridículos. Lo eran más desde que habían perdido a Yaroslava hacía años.

Asintió con incredulidad cuando escuchaba a Sveinsson decir que estaba sobrio. -¿Sobrio por espacio de cuántas horas exactamente?- preguntó antes de reírse con la preguntilla maliciosa de Hutchins, un entendido del deporte aunque no lo practicara. Era raro convivir con él sin la presencia de su hermano mayor, pero era cuando se permitía decirle esas cosas de un muy sutil coqueteo. La verdad era que le daba gusto que dejara de ocultarse, había conocido lo incómodo que se sentía con la vida cuando aún quería que el mundo pensara que tenía novias y era feliz con ellas.

-Gracias, la verdad es que me los doy sólo para incrementar mi atractivo- le dijo a Hutchins antes de dar un trago a su cerveza. -Pues empezamos ganando, pero las labores defensivas se desordenaron al final. Eso está pésimo, siempre he dicho que un buen equipo se construye desde la defensa… y ya sabes, como los buscadores aquí hacen de cazadores ellos sí que terminaron golpeados-

Por alguna razón sentía que el presente no podía ser tan malo después de todo; eran esa clase de pensamientos existenciales que se me habían quedado después de pasarlo muy mal y se me ocurría que ahí, con familia, con amigos y gente con la que directa o indirectamente había pasado por cosas, habíamos logrado superar todo. Era demasiado optimista, pero daba igual. No tenía la menor idea sobre los dramas internos que pudiera acarrear nuestra pequeña reunión y sólo me concentré en estar ahí y reírme como niña tímida cuando Kristján decía que me había dedicado los últimos puntos. Lo habíamos pasado mal pero no nos odiábamos, eso ya era ganancia.

Me divertía que Kit coqueteara muy sutilmente con Yuri, era una especie de afrenta masculina que mi hermano no parecía tomarse a mal. Eso me agradaba, me hubiera preocupado si saltara como un homofóbico de vieja escuela, cosa que no sería rara por que, por ejemplo, era muy posible que mi padre sí que lo hiciera. Sólo me daba risa, antes de volver mi mirada a Frances.

-Yo te puedo decir que Yuri quiere dejar a Brigantia sin buscadores- dije negando con la cabeza luego de que Frances pidiera highlights. Me reí con la eterna tensión entre mi hermano y Kristján, que no me preocupaba por que ambos se sabían comportar -hasta cierto punto- y por que se esforzaban por no poner de malas a todo el mundo. Negué con la cabeza -¿Y se formará un equipo universitario o era sólo un chisme? No puedo creer que sean más divertidos los partidos que ustedes organizan que los oficiales. Además, no se pueden organizar equipos de facultades para que exista rivalidad, esto del quidditch universitario es un desastre, pongan orden, hagan propuestas al consejo de estudiantes- empecé a decir, quizás un poco nostálgica por cómo era el quidditch en Hogwarts.

Estaba pisando terreno seguro con Frances a pesar de, curiosamente, haberle dicho qué era lo que pasaba conmigo, y con Kristján, contra todo pronóstico. Le sonreí a Frances después de que chocáramos botellas y me reí con nuestras miradas de chiste privado, claro, me encantaría estarme follando (también) a Spektor pero para ser honesto estaba demasiado acostumbrado a nunca intentar nada con nadie y si algo pasaba con Islandia era por que un montón de factores absurdos así lo habían querido, y esos factores no tenían que ver precisamente con mi osadía. Jamás en la vida le hubiera coqueteado a Kristján como lo hacía con Spektor, también por que de cierta forma eso ponía distancia total entre nosotros, eran un chiste, un algo que nunca iba a pasar y ambos lo sabíamos, por eso daba igual.

No tenía la menor idea de que Kristján lo notara. Mejor dicho, no tenía idea de que le molestara; pensé que estábamos en una especie de canal en el que nuestras cosas sólo importaban a puerta cerrada y si a mi me daba igual su eterno mojo con sus miles de amigas y con su novia oficial, a él también le daría igual que de pronto me pusiera osado y le soltara un par de halagos a Spektor.

-No puede estar sobrio con tantas mujeres corrompiéndolo. Es demasiada tentación -dije después de su defensa, quizás sí, para acabar de molestarlo un poco por que no me quedaba más y por que así era mi carácter. Éramos amigos ¿Qué no era esa la coartada? Así me portaba yo con mis amigos, y claro que había sido malicioso. De verdad pensaba que sus “amigas” no se preocupaban realmente por él sino por tener un compañero de borrachera. Puse atención a las crónicas del quidditch, interesado como siempre estaba en el deporte mágico, queriendo hacer anotaciones que al final no hacía por seguir bebiendo.

-Es cierto, el sistema del quidditch en la universidad está fatal, para empezar por que no tenemos liga- un tema que había discutido varias veces con Kristján cuando hablábamos de todo y de nada. En un movimiento involuntario con el pie al acomodarme en las gradas, había dejado caer dos cervezas que se rompían con un sonido lejano. -Qué idiota… perdón, las puedo reponer. Tengo mis métodos ¿Han probado esa cerveza casera que hacen los de ingeniería en pociones? Les juro que no es tan insalubre como cuentan- empecé a decir bastante apenado.

Luego de la broma inicial sobre que Hutchins se follaba a Sveinsson, y luego que se follaba a Spektor (claro, eso lo había dicho ella, no él) a Frances se le había acabado la dosis de buen humor que hubiera podido tener, en especial con Yuri mencionando esa locura de que los golpes eran para hacerlo más atractivo. Puso los ojos en blanco y mejor bebió de su cerveza para no decir nada. Casi ni estaba siguiendo la dinámica de dimes y diretes de Yuri y de Kris, aunque sí le había puesto atención a los highlights que había pedido.

-Lo entiendo perfectamente, yo también odiaba a los buscadores.

Le contestó a Lyubov, que no directamente hablando con Yuri, porque no. Kristján estaba de un humor extraño, lo notaba no solo en su respiración, que subía y bajaba con más fuerza de la necesaria, lo sentía al estar sobre su hombro, casi contra su pecho, también se notaba en la manera en que estaba hablando como un maldito merolico. Frances alzó la barbilla para verlo con los ojos entrecerrados pero no le dijo nada al respecto, por si acaso sí tenía algo.

-Mira, hasta cierto punto estoy de acuerdo contigo, islandés, pero ¿qué? ¿tienes miedo de que una estudiante de leyes te de una paliza? Todavía sé controlar las bludgers.

Claro que ni le interesaba entrar a una liga de quidditch ni nada, solo quería molestar un poco, llevarle la contraria. Le sacó la lengua a Kit cuando hacía su tontería de tirar las cervezas. Casi entró en pánico cuando el islandés lo mandaba a acompañarlo por las cervezas que le tocaba reponer.

-No, no te lo lleves…

Le suplicó al idiota de Kris mientras tomaba a Kit de la muñeca como si de verdad no quisiera dejarlo ir. Había entrado en un momentáneo ataque de pánico, porque no quería quedarse ahí con los Spektor. Lyubov era una cosa, obviamente, pero Yuri…eso era muy distinto. Al final le dio más miedo verse como una ridícula y soltó a Kit antes de sonreír a Lyubov.

-No sé por qué pensé que te ibas a animar a ser parte del consejo estudiantil este año o algo así.

O sea, ni se le había pasado por la cabeza la idea, la verdad, pero con ese ataque de odio y pánico, pues no le quedaba de otra más que hacer conversación de lo que fuera mientras Kris volvía.

¿Estaba ocurriendo, de verdad? Si mis instintos no me engañaban, acababa de provocar que Kristján se pusiera de mal humor. Aunque igual me daba risa que se negara a lo de las pócimas de gente loca (como si en la mayoría de las fiestas lo único que hubiera para beber no fuera licor adulterado con magia) y más bien pareciera buscar un pretexto para alguna cosa. No me quedó más que acceder aunque Frances dijera que no fuera. Le puse una mano encima como si fuera un esposo que va a la guerra y jura regresar pronto. No entendí por qué el malestar tampoco, Frances se llevaba bien con Lyubov Spektor y respecto a Yuri, pues, sabía que la desesperaba un poco pero tampoco como para no poder aguantar si compañía un rato.

-No seas llorona, regreso rápido. Spektor te cuidará bien, para que no te caigas por entre las gradas- le dije sonriendo, sabiendo que quizás la bromita contribuiría a que se enojara más, cosa fácil en Frances.

Seguí a Kristján acordándome de la primera vez que había provocado la casualidad de encontrármelo ahí y nos habíamos besado furtivamente. Yo siempre tenía ganas de besarlo pero por alguna razón no veía demasiado claro que eso fuese a ocurrir en ese preciso momento. Cuando estuvimos suficientemente lejos de ser escuchados y, sospechaba, encaminándonos a las escaleras para bajar de las gradas, tuve qué preguntarle qué demonios le pasaba.

-¿Quién te puso de mal humor ahora?- le pregunté midiendo el terreno. Se me ocurrió que yo tenía algo que ver, pero no sabía todavía de qué manera. -Mira, Frances me tomó por sorpresa para que viniera, no es que me encante estar en medio de situaciones sociales contigo para que tengas esa cara de odio todo el tiempo-

Eso era lo que se me había ocurrido. Respecto a lo de Spektor, todo era tan bobo y superficial que jamás en la vida podría pensar que eso era un motivo para quitarle tranquilidad a Kristján -Además somos amigos, pensé que ya no te costaba fingirlo- y se lo dije riendo, realmente yo no estaba de malas y tampoco creía que esa convivencia fuese realmente una prueba para ocultar lo que hubiera entre nosotros. Casi podía decir que me estaba acostumbrando.

De ser un poco menos consciente de los sentimientos de los demás, me hubiera echado a reír como un loco. Sí, como un loco egoísta por que no podía creer que Kristján tuviera un arranque de celos por mis bobadas y tampoco por que de verdad pensara que mi coqueteo absurdo con Spketor pudiera fructificar. Me estaba sobrevalorando, o tal vez yo de verdad estaba siendo un poco idiota, todavía no podía saberlo, estaba demasiado sorprendido.

-¿Que no me costaría trabajo? Ok…- se me había salido, sólo por que sí, por que de verdad estaba atónito sin saber qué decir. Una cosa era el mínimo coqueteo al que me atrevía con el ruso y otra muy distinta que de verdad estuviera intentando ligar con alguien, aunque la cuestión importante ahí era que Kristján de verdad lo creía. Estaba exagerando, y aunque pudiera, o sea, aunque pudiera de verdad revolcarme con algún tipo no era como si estuviera intentando hacerlo de verdad, con toda la intención y malicia. Necesitaba calmarse ¿Estaba mal decir que encontraba demasiado sexy que dijera mi nombre y no mi muy común sobrenombre?

-Esto es ridículo, Christian- empecé a decir, llegando al piso también e intentando alcanzarlo. Ya sabía que lo de mencionar lo de mi presencia ahí estaba de más, pero tampoco sentía que yo estuviera siendo el idiota de más en esa situación, o quizás si lo era y tampoco estaba en posición de darme cuenta. -No voy a follarme a nadie, mucho menos a Spektor ¿Entiendes? es más, para empezar está lejos de mis posibilidades…-

De inmediato sentí que me equivocaba al decirlo de esa manera. No iba a follarme a nadie por que no quería follarme a nadie más, por que estaba como un tonto por él y si no lo sabía, debería saberlo… pero decírselo como tal era darle demasiado poder, y todos teníamos momentos de debilidad. Así que terminé diciendo algo casi ofensivo como “no voy a estar con nadie más por que de todos modos a nadie le intereso” o algo así que quedaba fatal. Pude haberlo remediado, pero no lo hice, simplemente por que era menos maduro de lo que parecía y además por que estaba enamorado como un estúpido y eso me hacía perder el control y sentía que lo mantenía portándome así. Grave error.