Villa Park

Villa Park. Sobraba decir que tenía un abono de temporada pero me hice como el que no sabía nada cuando proponía ver el Chelsea-Villa de ese fin de semana. El horrible fútbol de pelotazos largos de prácticamente cualquier equipo inglés no iba a conquistar a nadie, pensaba yo, pero igual ese deporte en particular tenía un magnetismo raro, que muchas veces no tenía mucho que ver con el juego en sí. Era una cuestión de estadio, de pertenencia, de muchos factore ¿Era estúpido que de verdad me emocionara llevarlo a un partido de mi equipo? Lo llevaba en la sangre, qué podía hacer si no. Las masas caminaban ya hacia las entradas del estadio, y yo estudiaba el lugar donde deberíamos ponernos, dependiendo del nivel de riesgo. Lo vi parado ahí con cara de odiar cada segundo de su vida (yo también ponía esas caras, casi todo el tiempo para ser honesto) y sentí un cosquilleo ridículo en el estómago, me dieron ganas de auto bofetearme por idiota.

-Hermoso este lugar ¿No?- yo mejor que nadie sabía que Birmingham era un shithole y la mitad del Villa Park una cuna de racismo y violencia, como muchos estadios en Inglaterra entonces. Hacía dos semanas exactamente un fanático del Birmingham City había muerto apuñalado después del derby contra el Aston Villa, pero no dejaba de ir al estadio, aunque siempre lo hacía con reservas y una estrategia… y con mi hermano, por que no quería morir a golpes. -El mejor lugar para verlo es The Holte End, aunque… no sé, te ves sospechoso. Tendrías que hacer como que cantas si no quieres morir apuñalado por algún Villano. Olvídalo, entremos por Witton Lane-

Esa rara familiaridad con la que le hablaba me causó conflictos por que recordé nuestro último encuentro, a punto de terminar en desastre. Ni siquiera eso había sido suficiente para dejarlo por la paz y ahora estábamos ahí, a punto de entrar al estadio. Para mi era una cosa tan personal como si llevara a alguien a conocer a mis padres, por que era mi equipo. Por supuesto que yo llevaba una bufanda del Villa y una extra en la mochila por si en algún momento hacía falta. No, no era para que conviviera, era por estrategia anti-hooliganismo.

-Quince minutos ¿Cerveza?… ¿O té? rendimiento, Christian- le dije adelantándome a un pub cercano al estadio donde se reunían algunos a beber antes del partido, usualmente los Steamers, que conocían a mi hermano y por tanto a mi también. Pero no habría manera de entrar ahí siendo neutral. Me detuve un momento y le di la bufanda a Kristján -Te la estoy prestando, ni creas que es un regalo- le dije antes de escuchar el bullicio del pub. De verdad quería una cerveza y no iba a pensar mal si él también. Era fin de semana, era un partido de fútbol, al demonio la disciplina, fuck the police, claret ad blue army.

Pues claro que me iba a hacer el sabelotodo en mis terrenos, en mi estadio, con mí equipo. Todo ahí era de mi propiedad y no podía más que sentirme orgulloso, claro hasta que se diera el pitazo inicial del partido en el que rogaba que los Blues no anotaran demasiado rápido, por que eso siempre era una mala señal. Ya sabía que no se iba a poner la bufanda, o al menos lo haría a regañadientes. -Son más feos en Newcastle- era cierto, cuando había estado ahí hacía poco por un partido de visitante contra los Magpies y me sentía rodeado de subnormales, aún más que en Birmingham. Me reí con lo del té, por que se notaba que era extranjero. En Inglaterra todo el mundo bebía té, a todas horas, fuese el jefe de la firma del West Ham o la abuelita más adorable de todas las Midlands. Para el resto del mundo, beber té era una cosa elegante. No dije nada.

-No puedes hablar, en efecto. Cállate- bromée y lo vi ponerse la bufanda como si cualquier cosa, todo el mundo las llevaba ahí, pero había un punto de sentir que algo se llevaba puesto y otra decidir ponérselo. Igual me daba risa -Contentísimo, mis fantasías están casi cumplidas- Pagué las cervezas y llevé los vasos a un rincón más o menos tranquilo del pub, aunque a esas horas no habría posibilidad de sentarse ni de broma, había mucha gente a la víspera del partido. Le di un buen trago a la lager y le devolví el dinero, guardándoselo en el bolsillo de sus pantalones. Había tanta gente que nadie tenía rango visual de los hombros hacia abajo, y de todos modos no era como si le estuviera bajando el cierre. Me sonreí mirándolo y después negué con la cabeza. Ni siquiera quería pensar en el millón de desventajas que tenía estar dejándome llevar por ese enamoramiento estúpido.

El pub estaba ruidoso y sonaba algo que seguramente eran los Cockney Rejects o ese punk rezagado de rudeboy tan socorrido en esos ambientes. De nuevo llegaba esa rara incomodidad que me surgía estando frente a él, entre la gente, intentando contener el hecho de que moría de ganas por besarlo y llevarlo al cubículo destartalado del baño.

-Escuché que lo del quidditch colegial es un hecho, ojalá que los decanos quieran que Brigantia participe ¿Crees que tengan para un equipo competente?- Le di otro trago a mi cerveza y no lo dejé contestar -Espera espera, hablo de tener un equipo, por que ya se que vas a venir con tus mierdas arrogantes de que eres el mejor bla bla, sabes que un torneo no siempre se gana así. Ni siquiera eres buscador- le dije con cierta malicia antes de volver a reírme.

Me encantó su expresión ligerísima de pánico con lo del dinero en la bolsa, como si me creyera capaz de enloquecer de esa manera en un pub atestado de gente que podría estallar con cualquier cosa, como si estuvieran rociados de gasolina. Y sí, si hablaba con él de quidditch era por que me lo tomaba igual de en serio que él. Era raro, pero estudiar la carrera de Quidditch en la universidad no quería decir que todos tuvieran alma de fanáticos, mucho menos de tácticos. Ya lo había intuído, pero ver que Sveinsson la tenía era un punto más para que siguiera mirándolo con esos ojos, sí, los que quien me conocía bien sabían que eran de un idiota ensoñado.

-Por supuesto que falta, pero creo que es también por el sistema educativo ¿Sabes? ¿En qué momento se harán buenos jugadores si no existe una liga colegial, si no juegan partidos de ganar y perder con un seguimiento? Todo lo suyo se trata de entrenar y perfeccionarse, entre comillas, en un plan en el mejor de los casos individualista. Imagina que tienes una segunda división de futbol que pasa meses entrenando y jamás tiene un torneo. Es simplemente estúpido. Por eso los jugadores buenos no han salido de la universidad, eso ya lo sabes… quizás esto haga diferencia- bla bla bla, podría estar hablando de eso todo el día, y la mejor parte es que parecía que él también. Estaba convencido de que la única manera de que salieran jugadores prometedores de Brigantia era si había una liga y un equipo universitario.

Ah, los buscadores. Sí, era controversial que un partido lo decidiera prácticamente un jugador que estaba fuera de la acción todo el tiempo, esperando su pequeño momento de gloria para anotarse cien puntos y dar por zanjado un partido. Existían leyendas de partidos muy largos pero sospechaba que desde la creación de la snitch, artificialmente, era más fácil de encontrar que el pajarillo usado antaño, y el juego más largo que había ocurrido en los últimos diez años había sido sólo de 8 horas. Digo, una eternidad, pero parecía que los tiempos de quidditch de dos semanas se habían terminado.

-Pues sí, llevas el peso del equipo y otro se lleva las palmas. Lo siento, aunque anotes 10 puntos tu papel no es el del goleador… es más bien como de un centrocampista adelantado, si nos ponemos a comparar. En fin, acepta que nunca serás el Gary Lineker del Quidditch. Al menos no eres guardián…- Le remedé la risita con lo de los enclenques como si de verdad me ofendiera. Yo era un enclenque sin talento deportivo, se lo había dicho ya. La promesa de terminar rápido la cerveza tenía que cumplirse y me quedaban a lo mucho dos tragos en la pinta, ni siquiera me había fijado cuánto había bebido él -Bueno, nací en Birmingham, eso ya tiene algo que ver. Pero no necesariamente, mi padre apoya al Leeds United a morir, nació allá y lo intentó, de verdad lo intentó… pero, no sé, estas cosas te eligen, ya te lo había dicho. Había un algo de estoicismo en el Villa la primera vez que los vi que, no sé, me conquistó el drama de nunca ser el favorito. Qué horrible. Igual si el Leeds se enfrenta al Villa en la copa y le ganan, estoy seguro que mi padre se cobrará la traición de que sus hijos no apoyen a su equipo y destruirá nuestra dignidad con festejos. Eso hace el fútbol, destruye familias.

No esperaba hablar y hablar como loco todo el tiempo, o tal vez sí, pero daba igual, los silencios eran siempre parte de una conversación entre gente normal, aunque noté que le daba un lapsus reflexivo después del fetiche perdedor que me había provocado reír (de nuevo) y al que no le di ningún significado extraño hasta su silencio. La primera ¿De verdad se consideraba al menos como un perdedor? Para mi eso no tenía mucho sentido, pero parecía ser el único que le estaba dando. Me dieron ganas de decirle que sacara esa mierda de su cabeza si es que acaso lo pensaba, o sea, que era un perdedor, por que al menos a mis ojos no había nada de eso. Estaba imaginando cosas, quizás sólo se había quedado callado.

-No, ni uno. Aprovecha que te estoy haciendo caso en este momento, por que se va a terminar- le dije con media sonrisa, de nuevo en el bullicio de la calle llena de seguidores del Villa; prácticamente teníamos que rodear el estadio para llegar a las gradas donde veríamos el partido; técnicamente entraríamos por Witton Lane, un área más segura que donde siempre veía yo los partidos (había MUCHA violencia en los estadios entonces, no estaba pecando de paranoico aunque así lo creyera Kristján) y me puse nervioso por que eso significaba pasar muy cerca de la entrada de los seguidores del Chelsea, aunque siempre los hacían entrar por anticipado y estaban rodeados de policías. Era estúpido, pero eso los hacía intocables y de vez en cuando alguno se escapaba entre las piernas de alguien y tundía a uno antes de huir de nuevo.

Entramos al estadio con una fracción de gente de mediana edad, mayormente, para concentrarnos en el partido. Me detuve para comprar una cerveza más -¿Otra?- pregunté asumiendo que sí, otra, por amor de dios. Y yo la iba a pagar, por que él había pagado los boletos, y por supuesto que jamás le diría que yo tenía boletos para toda la temporada. Había preferido apreciar la belleza de ese pequeño detalle y lo había hecho gastar dinero en vano, así que había algo de culpabilidad y con dos cervezas más quedaría saldado. La fila no era tan larga por que el partido estaba a nada de comenzar; si fuera con Jude estaría como maniático odiándolo por perder el tiempo con cerveza en el pasillo, queriendo ver cada insufrible minuto del juego, pero ahora estaba más tranquilo. Al menos en ese sentido.

-Salud, por Gary Shaw- delantero. Lo miré como con ganas de decir algo más pero no supe qué, sólo volví a sonreír y esta vez era yo el que bajaba la mirada preguntándome qué demonios estaba haciendo ¿Cómo se vivía así, cómo se hacía normal la vida? Elegir esa fecha también tenía que ver con que mi padre (no apoyaba al Villa pero siempre iba al estadio) estaba fuera del país y Jude tenía partido. O sea, nada de mezclar nuestras vidas normales con… lo que fuera que estuviéramos haciendo. Antes de agobiarme, le di un trago a la cerveza. -Lo que no termino de entender de ti, Christian… Parecía como que estaba a punto de decirle algo muy grave -… Es cómo llevas tanto tiempo en Inglaterra y no tienes un equipo- Bueno, eso para mi era grave.

No se me podría ocurrir jamás que Kristján pensara que eso era algo parecido a una cita, aunque bueno, a mi también se me había ocurrido pensarlo pero pensar demasiado era un gran defecto que al menos tratándose de esa situación, trataba de suprimir. Sonreí con cierta satisfacción al saber que si apoyaba a alguien, eran los Spurs. Si se trataba de buen futbol, y si ser un fanático se tratara estrictamente de apreciar la belleza del deporte, entonces los equipos que todo el mundo vería serían el Tottenham y el West Ham, dueños de jugadas apreciables, protagonistas, heroicas. Por supuesto, eso no iba a cambiar mi manera de ver las cosas y si los Spurs anotaban bellamente 5 goles al Villa, iba a odiarlos y a importarme un carajo apreciar la belleza de mi derrota.

-Nada mal, si te soy honesto. Hacen buen fútbol y…- y coincidencias de la vida. Ese que venía caminando hacia nosotros armado con un conjunto de hincha de los Blues era David Finnerty; más amigo de Jude que mío, pero suficientemente cercano como para esa pequeña plática que se avecinaba. Los nervios se colaron hasta lo más recóndito de mis músculos y sentí que vomitaría la cerveza que había tomado de puro nerviosismo, pero ni él ni Kim Ginsberg (a quien veía jugar también en las canchas) parecían verse morbosamente interesados en nuestro encuentro ni guardaban malicia, solo eso, sorpresa por haber coincidido ahí. Había que reaccionar, y quedaría de mi parte, por que Kristján parecía haber sido súbitamente lobotomizado.

-Dios Finnerty, siempre se me olvida que eres un Blue…- dije recibiendo el impacto del encuentro inesperado, desviando mi atención al tipo que de pronto se acercaba. Lo conocía; no como si fuera mi amigo, más bien como esas caras familiares de cada fin de semana en el fútbol. La amenaza de David y la cara de Kim lo habían puesto en alerta pero yo medio le sonreí y negué con la cabeza, descartando cualquier pelea que se avecinara. No, no había problema. Quiero decir, no había problema con su camiseta del Chelsea, pero seguramente Kristján ya deseaba que la tierra lo engullera y para siempre y olvidar el asunto. Contrario a él, el beso de Kim me hacía sonreír, también el hecho de que lo llamara puta.

-Sí, quizás sea mala idea… es una o es otra. Orgullo por tu camiseta o convivencia universitaria- Voltée a ver a Kristján como para que reaccionara al menos un poco, si quería que eso pasara como una casualidad, cosa de nada, la gente se trataba, compartía intereses, salía. Sabía que por la universidad nunca se nos veía juntos, pero bueno, carajo, había qué improvisar -De hecho está comprando su perdón por partirme la cara en el bautizo de Frances. Bufanda del Villa por 3 horas, ese es mi precio-

-¡No te burles! no es culpa de Kit que no supieras que Frances se decidió por fin a rechazar a Satanás- le dije a David entre risas. Claro, todos (o sea, quienes la conocían) estaban al tanto de que había bautizado recién a su hija más pequeña pero si oía las cosas desde el punto de vista de un lobo borracho, también me hubiera reído. Negué con la cabeza y después miré a Kit y a Kristján indistintamente, pensando que el islandés estaba medio descolocado, quizás estaba ahí por obligación casi como Kit había dado a entender. Le tiraría la cerveza encima si no temiera de verdad por su mal humor.

-¡Tú me la regalaste! eso es lo que quieres, que me ultrajen en un estadio de fútbol ¡SOY VIRGEN, FINNERTY!- Lo decía tan en el tono que decía todo lo demás que seguro nadie me creería, pero si hablábamos en términos estrictos jamás había perdido la virginidad con un hombre. Uhh, la idea sonaba lejana y espantosa. Me volví a los de la coincidencia cuando David parecía despedirse, ya me imaginaba que no íbamos a ver el futbol todos juntos como hermanos aunque la verdad a mi me hubiera gustado, pero los códigos de comportamiento social en esos lugares eran más estrictos que en el quidditch, y había qué atenerse a menos que quisiera llamar un crimen de odio. No lo tenía fácil tampoco, recibía malas miradas por segundo cuando se daban cuenta que era una chica y no un muchachito con sus amigos, pero no podía pasar la vida temiendo lo que cualquiera pensara de mi o no. Así que al carajo.

-No me vuelvas a hablar con esa boca de escudo del Chelsea, Lobo, ¡Aléjate! También necesitas un bautizo-le dije y le tiré en la cabeza lo que me quedaba de cerveza (era poca, para ser honesta) pero igual se mojaba la cara y parte de su camiseta. Me dio risa y antes de seguir a Finnerty, volví a darles un par de besos a Kit y a Kristján, regalándole además a ese último una cachetadita con la mano mojada de cerveza -Ya quita esa cara ¿Estás estriñido o qué? HASTA LUEGO, PUTAS, están guapísimas hoy-

No pude evitar reírme con Finnerty sin saber ni la mitad de la historia por la que Kristján se incomodama de más con él. Seguía pensando que todo tenía que ver con su presencia y lo raro de que nos encontraran juntos, pero si seguía portándose así iba a hacer evidente algo que… bueno, tenía qué actuar con más naturalidad. No me tomé a mal nada de las cosas que tanto Kim como David dijeron y cuando los vi irse por donde habían llegado me empecé a reír, negando con la cabeza.

-¿De verdad pasó? Esto fue rarísimo- Sí, de verdad había pasado. Decidí ignorar el nerviosismo que me provocaba la mención de Simon Miller y sí, iba a seguir de paranoico como siempre que iba al estadio, quizás un poco más. Y la verdad aunque había intentado portarme normal y no tomarme en serio la gravedad de ese encuentro parecía que Kristján no tenía ánimos de tomarse anda con calma y se había quedado callado la mayor parte del tiempo. Al menos tenía el fútbol para justificar que no dijéramos nada después del graciosísimo encuentro con David.

Yo también me contagié un poco del mal humor pensando que decidir ir ahí, en esa compañía, era una tontería por donde se le viera. No habría manera, jamás, en esta vida y quizás ni en otra, de que alguna vez pudiera salir con él con normalidad y eso me dejaba esa sensación de secretismo en mal plan que, bueno, estaba acostumbrado pero nunca lo había sentido tan de cerca. O sea, el saber que me costaría demasiado salir bien librado de esa situación. Me empecé a preguntar si podría vivir con eso, o sea, con provocarle vergüenza a alguien que me gustaba, pero de todos modos ni siquiera sabía si lo que pasaba ahí duraría más de lo que duraría el partido. Más valía no pensar demasiado.

-Será muy difícil fingir que me agradas, Christian- le respondí con media sonrisa, sin mirarlo, con la vista fija en Allan Evans que cortaba una jugada peligrosa con un pelotazo a donde fuera, muy al estilo del Villa. Se pudo escuchar en el estadio entero una exclamación de alivio.

Caía el primer gol del Chelsea y no sabía si estaba desmoralizado por la situación o por el partido. O por ambas cosas. -No tienes qué hacer esto ¿Sabes?…-Guardé silencio un momento, sintiendo que las manos se me helaban y mirando para arriba cuando una fina llovizna empezaba a caer sobre el campo -Quiero decir, venir aquí o a cualquier lugar a sentirte miserable y avergonzado. Y no importa cuanto quiera… cuánto quiera verte y piense en besarte todo el tiempo, eso quise decirle, pero no lo dije, aunque a todo el mundo alrededor le diera igual lo que un par de tipos se dijeran -Sigue siendo una mala idea-

Kevin Poole se quedaba con el balón pero ni siquiera eso me hacía sentir seguro, por que el Chelsea dominaba el partido y deseaba que el primer tiempo terminara ya de irse a la mierda para que en los vestidores Graham Turner les diera unas bofetadas a sus centrocampistas y reaccionaran al fin. La peor versión del Chelsea llevaba la ventaja, una ventaja que sólo parecía poder agrandarse. Exhalé con frustración cuando Andy Gray desperdiciaba un pase excelente de David Norton volando el balón a las tribunas. Por un momento pensé que me quedaría viendo solo bajo la lluvia un partido miserable más del Villa.

No respondí nada a lo de la mala idea, sólo fruncí los los labios como si me frustrara más lo que pasaba en la cancha que lo que me decía Kristján. No lo había mirado, hasta que aparentemente me daba una explicación que no esperaba. No sabía qué clase de mala situación pudiera tener con Finnerty y me sentí algo estúpido por haber pensado que cualquier molestia suya tendría que ver conmigo.

-Pero qué mierda estás haciendo, Gray…- murmuré por instinto cuando un intento frustrado más por igualar el marcador se le escapaba al Villa. Cuando siguió hablando tuve finalmente qué voltearlo a ver, dejando que lo que ocurriera en la cancha fuera intrascendente mientras decía esas cosas. Lo miré como si no le creyera como por protección instintiva de mi integridad, pero sentía de nuevo ese raro cosquilleo en el estómago que detestaba sentir sólo cuando me miraba, peor cuando decía que quería besarme y lo haría si eso no significara la posibilidad real de morir en un crimen de odio.

-Creo que sí…- o sea, que sí era jodido, por que con él sólo me sentía como yo mismo, sin más, y era frustrante que ocurriera precisamente con alguien con quien tendría que ocultarme todo el tiempo por un montón de razones, algunas que no me hacían sentir nada orgulloso de mi mismo, como el hecho de que fuera novio de Jess y me sintiera un desgraciado aparentando nada cuando lo que hacía era estar enamorándome de su novio como un estúpido, por que -NORTON, NORTON SÍ ¡¡SÍ!! ¡¡ERES UN PUTO GENIO!!- Gol, claro. Antes del medio tiempo el partido se empataba y vi cómo todos los fanáticos de las gradas donde siempre veía los partidos se arremolinaban al área del Chelsea para humillarlos. Igual que con lo que había dicho Kristján, sentí como que las cosas no estaban tan mal. -Cuarenta y cinco minutos más de sufrimiento. Digo, por que de verdad me muero por que estemos solos-

Yo también me imaginé a Finnerty (sin decirle “idiota”) festejando a los Blues y mejor aún, me lo imaginé farfullando con el empate del medio tiempo. Estaba eufórico y quería pensar que era gracias a Gary Shaw y al gol de Norton, hermosamente anotado desde un balón parado demasiado incómodo como para pensarlo peligroso. Me reí con lo del medio tiempo justamente por que lo había contemplado, había contemplado un drama monumental del que no nos podríamos librar pero no, no, estábamos empatados. Estábamos bien. No había nada en ese momento que no quisiera seguir viviendo.

Asentí. Por supuesto que quería otra cerveza. A decir verdad, las veces que había visto a Kristján habían sido casi en absoluta sobriedad y ahora me sentía eufórico y embriagado de futuro, por el empate y por todo lo que pensaba de manera quizás precipitadamente optimista. Para mi era más que suficiente escucharlo decir que no detestaba esos momentos, que no era sólo confusión o… no sé, algo que no me dejara bien parado. Caminamos al interior del estadio como un par de amigos, de esos que ahora fingiríamos ser, y saludé a un par de personas (muggles) que siempre veía en el estadio, tipos mayores con sus hijos adolescentes que conocían a mi padre.

-La semana pasada murió un fan del Birmingham apuñalado ¿Eso quieres? ¿Eso planeas para mi futuro? Perfecto- respondí cuando decía que íbamos a ir a golpear gente. La verdad era que si nos daba la gana podríamos hacerlo fácilmente, terminar medio molidos pero de una pieza por que estábamos en casa. A menos que tuviéramos muy mala suerte, pero eso no pasaría. Años de apoyar al Villa daban algo de seguridad en las calles, aunque yo, personalmente, jamás me hubiera planteado entrar a una de esas peleas estúpidas por que ser un rudeboy me parecía una aspiración sin sentido. De todos modos, me daba algo de curiosidad, aunque quizás sólo bromeaba. Solté una carcajada.

-Te propongo lo siguiente:  si no perdemos, vamos. Conozco a algunos Steamers, siempre están en donde no deben y eso…- o sea, a la firma del Villa que evitaba a toda costa. Respiré profundo y le di las gracias por la cerveza, pensando que estaba desde ya tomando decisiones muy estúpidas sólo por estar con él. - Sólo quiero saber si alguna vez has visto esta clase de peleas. Digo, yo las he visto de lejos, como te podrás imaginar, por que la violencia futbolística me parece estúpida pero supongo que deja de ser estúpida cuando estás en medio. Y todavía tengo esperanzas de que estés bromeando-

-¡No te rías, Islandia! si fueras inglés te sentirías tan preocupado como yo ¿Qué no recuerdas la tragedia de Heysel? Una verguenza para los ingleses- no sólo para los fans del Liverpool, no sólo para los hinchas del fútbol sino para el país entero, esa muerte terrible de un montón de fanáticos de la Juventus a manos de maniáticos hooligans ingleses era un trago que aún nos costaba digerir a varios. Qué podía decir, amaba el fútbol y su cultura, pero como el liberal mago de clase media (homosexual, encima) que era, las cuestiones de odio y violencia me podían bastante.

Le di un trago a la cerveza, sintiéndome poco a poco más suelto y ligeramente mareado, entusiasmado por el 1-1 que se reanudaría en poco y la perspectiva de salir ahí triunfante. Y no, no sabía prácticamente nada del pasado de peligrosas adicciones de Kristján, pero algo me decía que su personalidad era de esas que podían fácilmente perderse en un vicio. No, no lo decía como por sentirme superior, muy por el contrario, siempre se me había ocurrido que las personalidades adictivas solían ser bastante más listas de lo que se les pensaba. Sólo fruncí el ceño y lo miré con desaprobación. Con desaprobación normal, nada estilo “estás arruinando tu vida”, sino más bien como “ugh, la cocaína es insufrible”.

-En serio, de todas las drogas de este mundo ¿Tienes qué elegir la cocaína? Saca lo peor de alguien, es como una especie de alucinación del super-ego que, en serio, quién querría desear portarse como un nefasto megalómano insensibilizado a todo lo demás… ¡Y por espacio de diez minutos! al rato estás ansioso por que quieres volver a pensar que eres el mejor al menos por dos minutos. Es la droga más estúpida que pudiste haber elegido- No hubiera dicho ni la mitad de todo eso de saber que, de verdad, había sido un problema para él. Me reí con cierto desprecio -Pero sí, te creo lo de la violencia. Pero en serio ¿Para qué quieres eso en tu vida?-

Un vez más, no me sentía como si estuviera dando lecciones de vida, sólo hablaba de drogas. -Te lo digo en serio, la única vez que la probé fui un sabelotodo despreciable que perdió dos amigos en una noche. No sé, quizás frustre más no sentirte como un dios por diez minutos pero… ah… no haces a nadie pasarlo mal. Ni apuñalas a veinte personas.-

Le di un buen trago a la cerveza mientras lo escuchaba. Me fascinaba discutir esa clase de cosas, de esos temas que parecían cualquier cosa pero podrían decir mucho de alguien, y de nuevo, si supiera del pasado de Kristján jamás se me hubiera ocurrido portarme como un sabelotodo, pero hasta cierto punto era mejor no saberlo todo de él, por que al menos ambos nos portábamos un poco más como nosotros mismos. Lo miré como quien no se creía nada.

-No no no, te estás confundiendo, Islandia. Lo mejor según lo que tú crees que es lo mejor de ti. La honestidad no siempre es la mejor idea, mucho menos la valentía. A veces esos conceptos son estúpidos por que a veces es mejor ser sensible a los demás que simplemente hablar lo que a uno le salga de los cojones. Esta sociedad aplaude demasiado el “ser uno mismo” y yo creo que eso tiene mucho margen de error. Hay gente a la que simplemente no debería permitírsele ser como son- Me reí, por que esa última parte era naturalmente una broma, aunque claro que tenía su carga de verdad.

-¿Qué pensabas, que iba a asentir con la cabeza para darte la razón, Mr. Cocaína? por supuesto que no. Todas las drogas son drogas honestas, y si eres un insoportable sobrio entonces serás doblemente insoportablemente ebrio, eso lo tengo claro. Hablo de que es una droga estúpida por que es la ilusión de que estás orgulloso de quien eres sólo por espacio de los diez minutos en que el efecto te dura, y después es imposible llegar a ese yo perfecto que se supone que eres todo el tiempo pero, curiosamente, sólo emerge cuando esnifas. Y eso es absurdo, admítelo- Si Kristján no se había dado cuenta, me encantaba discutir. Eso no significaba que estuviera enojado. Sabía perfectamente cómo era yo y sabía que era desconsiderado ser mi yo exagerado todo el tiempo, y eso era justamente lo que hacía la coca. -¿Qué hay de bueno en ser un egocéntrico desconsiderado? Sí, somos como somos, pero también decidimos comprender a otro y guardarnos todas las estupideces que queremos decir, que tampoco es que sean oro puro sólo por ser honestas. No justifiques esa droga, es estúpida-

Me reí. Aunque fuera más alto que yo, sí que me atreví a pasarle el brazo por los hombros aunque fuera por espacio de algunos segundos, de camino al tunel que daba al estadio, con ganas tremendas de mandar al diablo el fútbol (por primera vez en la vida) y poder besarlo. -Cállate tú, eres insoportable- le dije mirándolo de reojo, esperando que al menos intuyera que en ese instante me sentía capaz de renunciar al Aston Villa por él.