Less Than Zero

Cuando Jessy se acercó para remover las pociones que tenía, Kristján tuvo el impulso de jalarla del brazo ya mojado y meterla completamente a la regadera, pero siguió dándole el tiempo que ella quisiera, él ya había dejado claras sus intenciones para el día. -Cómo haces para las tres, eres increíble.-Bromeaba pero no lo hacía con sarcasmo, había una gran diferencia. Se concentró en lo suyo, en quedar limpio, mientras ella se agachaba en el lavabo y él aprovechaba para asomarse y echarle un vistazo desde donde estaba. Era tan atenta con él que de nuevo se sentía culpable por todo. Necesitaba un trago urgente.

La culpa aumentó cuando sacó a colación lo de que su relación no iba a funcionar. Frunció el ceño mucho porque no sabía que necesidad tenía ella de ponerlo todo en duda y en tela de juicio. Jasmine había influido, sí, pero ¿necesitaba Jessy saber eso para estar tranquila? ¿necesitaba entender a conciencia las razones? Kristján le había dado muchas vueltas pero tampoco lo había decidido pensando minuciosamente razones, pros y contras como un profesional, había pensado que era buena idea y ya. ¿Y no estaba resultando, acaso?

-Si quieres que sea honesto, siempre pensé que tú pensarías que no iba a funcionar, por eso no sabía si animarme, aunque al final lo hice. Pensé que solo verías lo peor de mi y que no querrías correr ese riesgo.-Y no estaba demostrando ser precisamente lo contrario a una mierda de persona por las formas en que se estaba comportando. Se secó la cara y los brazos, también el pecho, antes de enredarse la toalla a la cintura. Pero se quedó sin palabras con el asunto de la cocaína, la sola mención lo hizo temblar un poco. No quería volver a rehabilitación, no quería pero tampoco podía dejar de extrañarla.

-Tienes que dejar de preocuparte por ese asunto. Puedo controlarlo, Jessy, no importa lo que digan los demás. No va a volver a ser como antes y no es tu culpa.-Él también pensó en Barunka pero le pareció vital que Jessy no pensara que era responsabilidad suya lo de sus adicciones. -Mi problema es más con el alcohol que con la coca y mira qué fácil renuncié a no ir a tomar nada con Hutchins, ¿ves? Todo está en control. Ven acá a darme un beso

Lo peor? No había nada de peor en Kristján... y si lo había, hasta los supuestos defectos le gustaban a la rubia. Estaba loco, pero era una locura sin maldad, que no buscaba el placer en el daño ajeno. Era demandante e impredecible, pero así había que vivir la vida: desafiando y haciéndose valer. No se creía dios, tenía sus vicios y ni un pelo de moralista, lo cual era genial para una Jessy que estaba mal de la cabeza y que lo último que necesitaba era más amigitos que le dijeran lo fácil que era hacer las cosas "bien". No solo no era fácil hacer las cosas bien, sino que a veces uno simplemente no "encajaba" con eso.

Se mordisqueó una uña mientras lo escuchaba y de alguna manera reflexionaba entre hacerle caso a él o al mundo, que tiraba para el otro lado con tanto ruido que hasta molestaba. Pero, para qué pensar, si al fin y al cabo Jessy no solo estaba en las mismas y se creía capaz de mantenerse a raya igual que él, sino que confiaba más en Kristján que en cualquier otra voz que pasase por ahí. Si ella podía, él mil veces más, lógica pura. Alzó el rostro y se impulsó suave desde el lavabo hasta su novio en toalla. Le dio un beso en la comisura de los labios, y otro un poco más allá y le pasó las manos por el torso hasta unirse tras su nuca.

- okey... igual tenía que preguntar... - Ella no iba a preocuparse, él no iba a preocuparse... Ahora que había cumplido con la necesidad moral de ponerlo en palabras era más fácil todo. Y lo mejor, es que nadie había mencionado que no iban a consumir más. Solo moderación en las costumbres, o algo así se asumió Jessy para su propio bien, sin reparar en que capaz todo eso había sido condenadamente egoísta, por escuchar lo que quería oír desde un principio y estarse tranquila con su propia conciencia. Y lo mismo valía para ir despejando dudas sobre los términos de ese noviazgo: como que Kris no estaba esperando que ella se convirtiera en alguna especie de niña modelo perseguidora de la ética nocturna o diurna. Cosa que no era imposible, pero así se estaba mucho más cómodo, definitivamente.  

Ajustó su cuerpo al de él y le besó definitivo, abriendo los labios, buscando espacio en su boca - no te vas a vestir tan rápido....- Era una afirmación a media voz, rosando su cuello volviendo a sus labios. Ella había cagado lo del campo de quidditch, pero todo podía enmendarse. Su cama era más linda que la de Frances y mucho mejor que las ratas, un knezal mirando. Se lo llevó del baño al dormitorio, de espaldas, sin dejar de besarlo y quitándole la toalla para dejarla caer por ahí. - Pero...si no quieres... - lo asesinaba.

Al sentir su beso se dio cuenta de que era justo lo que necesitaba para dejar de pensar idioteces. Si no era el ejercicio entonces era eso. Necesitaba sentirla cerca para reafirmar todo, una putada pero así era. La tomó por el cabello y tiró un poco de él, aunque era ella la que llevaba todo el control de la situación en ese momento, no nada más porque estaban en sus territorios, sino porque era él quien estaba desnudo y era él quien estaba siendo empujado.

-¿Que si no quiero? Yo quiero desde que te vi hace un rato, pero tú saliste con tus inventos sobre las ratas del campo de quidditch.-Le recriminó, porque no se pudo aguantar, antes de meter las manos bajo su falda y tirar de su ropa interior, sin bajársela, solo para demostrar sus ansias de tenerla para él.-Cuando se trata de ti, siempre quiero.

Era curioso como sus planes habían cambiado de pronto de las gradas de quidditch hasta ahí. Pero estaba bien, así dejaba de hacerse líos innecesarios, dejaba de buscar cosas donde no encontraría nada, cuando todo estaba en ella. Recorrió sus muslos con los dedos y luego la tocó entre las piernas por encima de la ropa interior, hacía todo rápido y desordenado mientras la besaba profundo, trataba de robarle el aliento.

Comenzó a besar su cuello, a lamer la línea que formaba su clavícula. Su respiración ya estaba agitada por la expectativa de tenerla aunque fuera en esa cama cara que por momentos lo hacía sentir incómodo, aunque también un suertudo.

-Ya no me vas a detener-Porque si lo hacía estaba muy seguro de que podría enloquecer.

El rostro de placer de Jessy era un poema, volvió a besarlo con más ansias haciendo del tirón de pelo algo real, al tiempo que alejaba su cintura para como en el campo negarle sus bragas- eres un resentido - le dijo antes de morderle el labio inferior. Todavía se acordaba de las ratas? bueno ella también, pero ahí estaban, no? - tu siempre quieres... - con ella o con quien fuera, y le daba igual, porque en ese instante era suyo, suyo, suyo, y no había nada mejor que un novio dispuesto... y un poco desesperado.

Mientras hacía un esfuerzo infame contra sus instintos apretando las piernas para que le costara tocarla y se perdía en su boca la sonrisa por la pura necesidad de besarlo más y más, Jessy metía mano entre los cuerpos para rosar su miembro con dos dedos, luego rodearlo suave, luego un poco más intenso, buscando volverlo loco porque apropósito estaba dilatando el mejor momento. Con una mano llegó a su nuca para apretarlo contra ella y que se esmerara en los besos a su cuello, que reclamara posesión de lo que alardeaba le pertenecía y tanto quería, con todos esos discursos de solo tu y yo, y blablaba.

Buscó el rostro de Kris con sus dos manos, su boca a la de él para volver a besarlo; tanteando con un pie la cama para subirse sin abrir lo ojos, de rodillas sobre las mantas sin dejar de estrecharlo contra su cuerpo vestido. Ya no lo iba a detener... o si. Le dio un empujonsito y se hizo para atrás, para marcar distancias ficticias, queriéndole decir que aun podía arrepentirse y echarlo de su cuarto, como si él no fuera el amor de su vida desde hacía mil siglos, como si no estuviera empapada de solo saber que iba a follarla....

Sin bajar la mirada buscó el borde del vestido con sus propias manos y se lo quitó con calma quedando en bragas para él. Porque si era el amor de su vida y sobre todo porque lo necesitaba urgente. - me vas a extrañar... - Tampoco era una pregunta, pero aun estaba a tiempo de no dejar que la tocara.

Notó los movimientos de su cintura y su cadera, alejando de él el preciadísimo premio que se merecía ya desde hacía un rato, según él. No le dio importancia a la frase de que él siempre quería porque no imaginaba que Jessy estuviera pensando en que siempre lo quisiera con cualquier persona. En ese momento solo la quería a ella, podía cometer innumerables errores pero la quería en verdad.

-Anda, abre las piernas para mi.-Le pidió mientras con una mano apretaba su trasero y con la otra luchaba para hacerse espacio y bajarle las bragas de una vez por todas. Entre más lo tocaba, más ganas tenía de tenerla de una vez por todas, pero si ella quería torturarlo él no se lo iba a impedir, siempre y cuando al final lo dejara hacer lo que quisiera. Volvió a besar su cuello y en el recorrido bajó un poco hacia el inicio de sus pechos, apenas acariciándolos con la lengua lo que alcanzaba en esa posición, para luego volver a su cuello. Estaba convertido en un animal hambriento que solo buscaba sentir su sabor, al menos hasta que ella volvió a besarlo y él se perdió en eso.

La miró ahí tomando control de la situación y reafirmó que la quería, aunque al mismo tiempo reafirmara que él era un desgraciado hijo de puta que no le iba a hacer nada bien. Se le hacía agua la boca solo de verla en bragas. -Te voy a extrañar como un loco.-Le dijo antes de ir sobre ella mientras toqueteaba sus piernas y volvía a besarla.

Pero ahora no iba a comportarse como un loco, iba a esperar a que ella se lo pidiera. Volvió a jugar con los bordes de su ropa interior, pero no se la quitó. En lugar de eso volvió a concentrarse en sus pechos, pero poniéndoles mayor atención mientras le pasaba la lengua por encima, lamía y chupaba sin detenerse. Metió la mano dentro de sus bragas solo para comprobar si estaba mojada y después se llevó el par de dedos que le pasaron por encima a la boca. -¿Quieres que me vaya?

Cada palabra le hacía temblar, no solo de calentura sino también de amor infinito. Quería abrir las piernas para él, ser solo suya y de nadie más, que la amara por siempre, que la abrazara fuerte y se la follara peor. Los besos casuales de todos los días o los revolcones épicos, daban igual mientras fuera Kristjan el que la veía desnuda con eso ojos hambrientos. No se podía ser más feliz. No se podía!

Lo apretó contra ella, acariciándole los hombros la espalda, suspirando cuando se dejaba tocar y porque quería que le sacara las bragas, que no servían para nada ya. Que solo estorbaban y aun así al primer contacto con su humedad no funcionó en nada morderse el labio para estarse callada. No servía para hacerse la difícil, definitivo, y negó con el rostro a su pregunta atrayéndolo hacia ella, para pegar su nariz a su cuello con noes repetitivos.

Tomó sus dedos para apoyarlos en su propio escote y hacerle recorrer su estómago hasta las benditas bragas de nuevo y volvió a besarlo loca desquiciada, acariciándolo por la cintura subiendo hasta su nuca, feliz de su nuevo pelo rapado. - ya sabes lo que quiero... - dijo en algún momento donde respirar era más necesario que comérselo, aunque ni tanto realmente. Por si no era suficientes sus palabras, buscó sus brazos, sus manos y las llevó a los lados de sus bragas molestas, para que las quitara y pudieran revolcarse a gusto, de mil formas inimaginables antes de que tuviera que dejarlo a su suerte pobresito toda una semana. - a ti te quiero... todo! -

Al tener no sólo su permiso sino también su exigencia, Kristján sonrió triunfante antes de bajarle las bragas y deslizarlas entre sus piernas. -Primero quiero comértelo todo, lo siento.-Le dijo antes de seguir el recorrido que antes había hecho su dedo guiado por ella, esta vez con la boca, empezando desde el cuello, pasando por en medio de sus pechos, por su abdomen, hasta llegar a su coño que besó con dedicación antes de comenzar a lamerlo. No iba a dejar que su primera corrida de la noche fuera así, quería sentir que se corría con él adentro, pero tampoco iba a dejar pasar la oportunidad de comérsela y escucharla soltar al menos un par de gemidos.

Se quedó entre sus piernas menos de un minuto, solo lo suficiente para provocarla hasta sentir su piel ardiendo. La de él ardía, por lo menos, ardía con las ansias de la adrenalina, del hambre y también de la culpa, quería redimirse con ella, follársela como nunca, hacerla sentir que él era suyo y punto. Al subir de nuevo le lamió los labios antes de entrar en ella lento como una tortura. Comenzó el vaivén de sus caderas antes de erguirse, apoyado en sus rodillas, y hacerla a ella levantar las piernas a la altura de sus hombros, una pierna en cada uno. Con esa posición podía verlo todo.

-Muévete para mi, ¿quieres?-Le preguntó como si tuviera opción. Había dejado los malditos preservativos en su mochila de deporte pero en ese momento no quería salir de ella. Se prometió ser cuidadoso. Acarició sus tobillos y sus piernas mientras arremetía contra ella y la miraba sintiéndose en completo control de la situación aunque fuera la calidez  y la humedad de ella lo que estuviera realmente al mando, cada jadeo o cada una de sus miradas eran lo que realmente imponían el ritmo.