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La paliza / Hutchins /
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La paliza / Hutchins /
Kristján no había dejado de pensar en las palabras del idiota de Kit Hutchins en el bautizo de Hanin. Le había dado vueltas y más vueltas a eso de que era adicto a joderse a él mismo. No era el alcohol, no era la cocaína, era su propia necesidad de arruinar su vida ¿y por qué? Porque era inseguro y porque no había superado traumas infantiles. Le había enfermado que pudiera leerlo tan bien y se había torturado con la idea de ser tan transparente ante el mundo o bien, con la idea de que Hutchins simplemente hubiera tenido suerte y resultara que le había dicho una gran verdad sin siquiera meditarlo o pretenderlo. No sabía cuál de las dos ideas lo ponía más furioso.
Y seguía enojado también por todo el asunto de que hubiera sabido que besándolo lo molestaría todavía más. A Kristján ni siquiera se le ocurría que lo hubiera hecho por algún oscuro deseo secreto que tenía por él, porque no lo concebía. Aunque con alguna chica hubiera sido muy sencillo imaginar que todo había sido tensión sexual contenida, con Kit las cosas eran muy diferentes para el islandés, porque no tenía para él las mismas connotaciones de toda la vida. Eso también lo perturbaba al punto de la tortura y le jodía haberse quedado despierto toda la noche pensando en ello y deseando mejor follarse a Jessy como un psicópata para que se le fuera la espantosa sensación.
Al final después de darle muchas vueltas, el islandés llegó a una única conclusión: tenía que terminar lo que había empezado. Tenía que partirle la cara y demostrarle que no se podía jugar con él, que no toleraba ninguna cosa que lo hiciera sentir menos, que no aguantaba que la gente fingiera conocerlo o pretendiera juzgarlo cuando en realidad no sabían absolutamente nada de él.
Mientras fumaba un cigarrillo se dirigió a los dormitorios de Cerridwen. Eran las putas tres de la mañana pero no importaba, lo importante era que estaba sobrio y estaba decidido. Tocó fuerte y claro con el puño la puerta de su habitación, mala suerte si estaba acompañado de alguno de sus compañeros mariquitas de la carrera o hasta del quidditch, pero peor suerte si estaba solo. Tocó cuatro veces con el puño. A la cuarta soltó -Mejor ábreme la puerta, pequeño hijo de puta.
Y seguía enojado también por todo el asunto de que hubiera sabido que besándolo lo molestaría todavía más. A Kristján ni siquiera se le ocurría que lo hubiera hecho por algún oscuro deseo secreto que tenía por él, porque no lo concebía. Aunque con alguna chica hubiera sido muy sencillo imaginar que todo había sido tensión sexual contenida, con Kit las cosas eran muy diferentes para el islandés, porque no tenía para él las mismas connotaciones de toda la vida. Eso también lo perturbaba al punto de la tortura y le jodía haberse quedado despierto toda la noche pensando en ello y deseando mejor follarse a Jessy como un psicópata para que se le fuera la espantosa sensación.
Al final después de darle muchas vueltas, el islandés llegó a una única conclusión: tenía que terminar lo que había empezado. Tenía que partirle la cara y demostrarle que no se podía jugar con él, que no toleraba ninguna cosa que lo hiciera sentir menos, que no aguantaba que la gente fingiera conocerlo o pretendiera juzgarlo cuando en realidad no sabían absolutamente nada de él.
Mientras fumaba un cigarrillo se dirigió a los dormitorios de Cerridwen. Eran las putas tres de la mañana pero no importaba, lo importante era que estaba sobrio y estaba decidido. Tocó fuerte y claro con el puño la puerta de su habitación, mala suerte si estaba acompañado de alguno de sus compañeros mariquitas de la carrera o hasta del quidditch, pero peor suerte si estaba solo. Tocó cuatro veces con el puño. A la cuarta soltó -Mejor ábreme la puerta, pequeño hijo de puta.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Cargaba ya una larga temporada de insomnio, siempre me ocurría en invierno. Había dejado puesto un disco de The Replacements como para quitarme el ruido mental, o reemplazarlo mejor dicho. También tenía demasiadas cosas en la mente, era una temporada extraña en la que habían pasado ya algunas cosas que si bien eran insignificantes para muchos, a mi me decían que algo en mi al fin estaba terminando de cambiar. O quizás no.
Cuando escuché que tocaban a mi puerta sin delicadeza alguna no se me ocurrió que fuera de nuevo Barunka haciendo una visita sorpresa. Qué manía tenía la gente de ir a buscarme por la madrugada, por cierto, aunque esta visita, a juzgar por el ruido en la puerta, iba a ser muy distinta. Estaba medio dormido, por tanto me costó un par de segundos saber que realmente había sonado y no era parte de mis alucinaciones semi-lúcidas. Encendí la luz y me desperecé aunque el ponerme de pie demasiado rápido me había mareado ¿Quién mierda era, la universidad se estaba incendiando ahora sí? Si ese fuera el caso, rescataría un par de libros y los pocos discos que tenía por ahí. Y un mixtape que me habían regalado.
Estaba pensando en salvar música de un incendio inexistente cuando escuchaba su voz. Me desperté completamente con el ábreme la puerta, pequeño hijo de puta dicho con un acento muy particular. ¿De verdad? ¿De verdad estaba ocurriendo?
Me vestí, para evitar el bochorno de que encontraran mi cadáver humillantemente semidesnudo aunque quizás hubiera sido mejor idea no hacerlo, para que pensaran que todo había sido un crimen pasional. Me puse la camisa que me había quitado hacía rato y los mismos jeans negros, pero no me puse zapatos. Mala idea, por si acaso tenía qué huir. Por supuesto que tomé mi varita, y por supuesto que la llevaba por enfrente, por si de verdad tenía que evitar mi muerte. O quizás había ocurrido algo horrible y daba la casualidad de que Sveinsson necesitaba particularmente de mi ayuda. Abrí con la cadena puesta, no iba a correr riesgos. Lo miré con el ceño fruncido, por la falta de sueño y por la extrañeza de verlo ahí, precisamente.
-¿Te parece bien si dejas de hacer escándalo primero?- le dije en voz baja, inspeccionando su aspecto. Definitivamente no estaba ahí para pedirme ayuda de ninguna clase; si iba a seguir gritando, era mejor que lo hiciera dentro y no en el pasillo. Aunque eso era la peor de las ideas, a juzgar por el carácter que tenía todo el asunto. -¿Qué demonios quieres?- Quité la cadena, pero no solté la varita, discretamente lista para defenderme de lo peor. La habitación a media luz, "Let it be" de The Replacements sonando quedamente, mi habitación azul oscuro llena de libros, de tonterías de fútbol, de desorden. No era un mal escenario para una golpiza, cinematográfico y todo.
Cuando escuché que tocaban a mi puerta sin delicadeza alguna no se me ocurrió que fuera de nuevo Barunka haciendo una visita sorpresa. Qué manía tenía la gente de ir a buscarme por la madrugada, por cierto, aunque esta visita, a juzgar por el ruido en la puerta, iba a ser muy distinta. Estaba medio dormido, por tanto me costó un par de segundos saber que realmente había sonado y no era parte de mis alucinaciones semi-lúcidas. Encendí la luz y me desperecé aunque el ponerme de pie demasiado rápido me había mareado ¿Quién mierda era, la universidad se estaba incendiando ahora sí? Si ese fuera el caso, rescataría un par de libros y los pocos discos que tenía por ahí. Y un mixtape que me habían regalado.
Estaba pensando en salvar música de un incendio inexistente cuando escuchaba su voz. Me desperté completamente con el ábreme la puerta, pequeño hijo de puta dicho con un acento muy particular. ¿De verdad? ¿De verdad estaba ocurriendo?
Me vestí, para evitar el bochorno de que encontraran mi cadáver humillantemente semidesnudo aunque quizás hubiera sido mejor idea no hacerlo, para que pensaran que todo había sido un crimen pasional. Me puse la camisa que me había quitado hacía rato y los mismos jeans negros, pero no me puse zapatos. Mala idea, por si acaso tenía qué huir. Por supuesto que tomé mi varita, y por supuesto que la llevaba por enfrente, por si de verdad tenía que evitar mi muerte. O quizás había ocurrido algo horrible y daba la casualidad de que Sveinsson necesitaba particularmente de mi ayuda. Abrí con la cadena puesta, no iba a correr riesgos. Lo miré con el ceño fruncido, por la falta de sueño y por la extrañeza de verlo ahí, precisamente.
-¿Te parece bien si dejas de hacer escándalo primero?- le dije en voz baja, inspeccionando su aspecto. Definitivamente no estaba ahí para pedirme ayuda de ninguna clase; si iba a seguir gritando, era mejor que lo hiciera dentro y no en el pasillo. Aunque eso era la peor de las ideas, a juzgar por el carácter que tenía todo el asunto. -¿Qué demonios quieres?- Quité la cadena, pero no solté la varita, discretamente lista para defenderme de lo peor. La habitación a media luz, "Let it be" de The Replacements sonando quedamente, mi habitación azul oscuro llena de libros, de tonterías de fútbol, de desorden. No era un mal escenario para una golpiza, cinematográfico y todo.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Kristján dio otro golpe en la puerta cuando vio que abría con la cadena puesta. El golpe fue fuerte y con el puño también, pero antes de pretender volarla con un bombarda para que lo dejara pasar aunque todo Cerridwen saliera a defenderlo luego del ruido, Hutchins tuvo a bien abrir la puerta para evitar el escándalo. Kristján entró como un huracán furioso y cerró la puerta detrás de él. Tenía los puños apretados a un costado y miraba a Hutchins como si acabara de asesinar a su madre a sangre fría. Ni siquiera lograba articular palabra, todos sus pensamientos estaban en islandés y no los concretaba bien para traducirlos a otro idioma.
Sentía que la cabeza le latía, literalmente, el enojo que tenía por dentro le saltaba en las venas, latía úr takt við tímann, con desorden y haciéndolo sentir muy muy jodido por todo. Lo primero que pensó en hacer fue en volverle a pegar, como se negaba a decir ni media palabra por la confusión que había en su cabeza, alzó el puño para darle un derechazo. En ese segundo vio la manera en que Hutchins tenía afianzada su varita, para defenderse de un ataque inminente, con toda discreción como si él no se fuera a dar cuenta. Negó con la cabeza todavía sin decir nada. Mala elección en todo.
Se lanzó sobre él, le tomó la cara con ambas manos e impulsándose con su propio cuerpo lo llevó hasta atrás, hacia una pequeña mesa que parecía ser usada a modo de escritorio. La música que sonaba no le interesaba. Ahora fue él quien tomó a Hutchins por sorpresa, o al menos eso esperaba, mientras le daba un beso realmente furioso. Lo tomó por fuerza por los costados de la cara para que no hubiera escapatoria.
Luego sin pensarlo en lo absoluto lo soltó solo para darle un cabezazo en el tabique de la nariz. -Ni tú ni nadie van a juzgar lo que haga de mi vida, ¿está bien? ¿está claro?-Le dijo apuntándolo con el dedo, con el acento más marcado que nunca, escupiendo el idioma natal de Hitchins.
Sentía que la cabeza le latía, literalmente, el enojo que tenía por dentro le saltaba en las venas, latía úr takt við tímann, con desorden y haciéndolo sentir muy muy jodido por todo. Lo primero que pensó en hacer fue en volverle a pegar, como se negaba a decir ni media palabra por la confusión que había en su cabeza, alzó el puño para darle un derechazo. En ese segundo vio la manera en que Hutchins tenía afianzada su varita, para defenderse de un ataque inminente, con toda discreción como si él no se fuera a dar cuenta. Negó con la cabeza todavía sin decir nada. Mala elección en todo.
Se lanzó sobre él, le tomó la cara con ambas manos e impulsándose con su propio cuerpo lo llevó hasta atrás, hacia una pequeña mesa que parecía ser usada a modo de escritorio. La música que sonaba no le interesaba. Ahora fue él quien tomó a Hutchins por sorpresa, o al menos eso esperaba, mientras le daba un beso realmente furioso. Lo tomó por fuerza por los costados de la cara para que no hubiera escapatoria.
Luego sin pensarlo en lo absoluto lo soltó solo para darle un cabezazo en el tabique de la nariz. -Ni tú ni nadie van a juzgar lo que haga de mi vida, ¿está bien? ¿está claro?-Le dijo apuntándolo con el dedo, con el acento más marcado que nunca, escupiendo el idioma natal de Hitchins.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Lo vi caminar como perro de pelea por mi habitación pensando que esa era la situación más extraña en la que había estado en mucho tiempo, más que Barunka y sus piernas interminables en mi cama, Amy contando sus penas, lo que fuera. Tampoco pensaba demasiadas cosas, estaba más bien en blanco con el zumbido de la música a lo lejos y esa luz artificial que acentuaba la oscuridad de la madrugada y su incertidumbre. No entendía qué le pasaba por que no era mi lugar entenderlo, o sea, en ese momento tendría que ir a llorar con Jess o con quien quisiera, pero algo le había llevado a mi habitación.
Por supuesto que tenía miedo pero no el miedo que solía tener antes al estar frente a una amenaza. No me creía perfectamente capacitado para salir victorioso de una pelea, pero tenía otros recursos, y los tiempos de no-reply se habían terminado hacía mucho. Igual me parecía extraño (extraño o estúpido) que fuera a hacer su escenita de macho alfa a la soledad de mi habitación y no, digamos, en el patio lleno de gente que pudiera ver lo hombre que era. Lo miraba como objeto de estudio, con cara de “Estás haciendo un enorme ridículo” que ni siquiera hacía falta poner en palabras.
La única verdad era que esperaba violencia, pero no acompañada de otro beso. Sólo seguí la trayectoria del medio tropiezo que desordenaba los libros del escritorio y ahí estaba, siendo atacado por Sveinsson a las tres de la madrugada, los libros de Chéjov cayéndose al piso, para más drama. Lo que en definitiva no esperaba era el cabezazo, que me había dolido mucho más que el golpe que lo había desencadenado todo en casa de Frances. Me quedé un momento en blanco, sólo sintiendo un agudo dolor en la cara, mirando tres gotas de sangre caer al alfombrado. Mis ojos fueron hasta la botella de whisky vacía de los recuerdos de hacía varias noches, y con un accio la impulsé hasta su cara. Quizás no tanto como para que se quebrara, pero sí para regresarle el gesto.
-No te atrevas a tocarme de nuevo ¿Entiendes?- le dije aún apuntándolo con la varita, la respiración acelerada y la camisa (de nuevo) manchada de sangre. No dejé de mirarlo, de nuevo tenía arriba esa sensación de peligro destructivo que me había llevado a besarlo la primera vez y ahora estaba en esa situación que no podía terminar de definir, ni de prever.
-No-te-atrevas-a-tocarme se lo repetí como si fuera un experto en amenazas, incluso dando unos pasos hacia él; se le había abierto la mejilla con el botellazo. Me temblaban las piernas, lo miré directo -Y una mierda me importa lo que hagas de tu vida. Lo que te encanta es sentir que a todos les preocupa lo que haces, aunque creas que tienes qué hacer estupideces como esta para mantenerlos al pendiente- Entorné un poco los ojos, sentía una emoción espantosa, como si estuviera a punto de saltar a un denso vacío. Sólo lo seguí mirando antes de limpiarme la cara con la manga, sin delicadeza; había sangrado bastante, pero al menos no se había roto.
Por supuesto que tenía miedo pero no el miedo que solía tener antes al estar frente a una amenaza. No me creía perfectamente capacitado para salir victorioso de una pelea, pero tenía otros recursos, y los tiempos de no-reply se habían terminado hacía mucho. Igual me parecía extraño (extraño o estúpido) que fuera a hacer su escenita de macho alfa a la soledad de mi habitación y no, digamos, en el patio lleno de gente que pudiera ver lo hombre que era. Lo miraba como objeto de estudio, con cara de “Estás haciendo un enorme ridículo” que ni siquiera hacía falta poner en palabras.
La única verdad era que esperaba violencia, pero no acompañada de otro beso. Sólo seguí la trayectoria del medio tropiezo que desordenaba los libros del escritorio y ahí estaba, siendo atacado por Sveinsson a las tres de la madrugada, los libros de Chéjov cayéndose al piso, para más drama. Lo que en definitiva no esperaba era el cabezazo, que me había dolido mucho más que el golpe que lo había desencadenado todo en casa de Frances. Me quedé un momento en blanco, sólo sintiendo un agudo dolor en la cara, mirando tres gotas de sangre caer al alfombrado. Mis ojos fueron hasta la botella de whisky vacía de los recuerdos de hacía varias noches, y con un accio la impulsé hasta su cara. Quizás no tanto como para que se quebrara, pero sí para regresarle el gesto.
-No te atrevas a tocarme de nuevo ¿Entiendes?- le dije aún apuntándolo con la varita, la respiración acelerada y la camisa (de nuevo) manchada de sangre. No dejé de mirarlo, de nuevo tenía arriba esa sensación de peligro destructivo que me había llevado a besarlo la primera vez y ahora estaba en esa situación que no podía terminar de definir, ni de prever.
-No-te-atrevas-a-tocarme se lo repetí como si fuera un experto en amenazas, incluso dando unos pasos hacia él; se le había abierto la mejilla con el botellazo. Me temblaban las piernas, lo miré directo -Y una mierda me importa lo que hagas de tu vida. Lo que te encanta es sentir que a todos les preocupa lo que haces, aunque creas que tienes qué hacer estupideces como esta para mantenerlos al pendiente- Entorné un poco los ojos, sentía una emoción espantosa, como si estuviera a punto de saltar a un denso vacío. Sólo lo seguí mirando antes de limpiarme la cara con la manga, sin delicadeza; había sangrado bastante, pero al menos no se había roto.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Kristján pensó que con eso sería suficiente, que Hutchins no necesitaría nada más. Tenía que decir que esperaba que ese cabezazo fuera suficiente para que se hiciera un ovillo y dejara de atormentarlo de una maldita vez por todas. No podía aguantar esas mierdas, ya aguantaba bastantes como para agregarle una más a su vida. Estaba tratando de ser buen tipo ¿por qué se la tenían que poner tan difícil?. Así que el golpe con la botella lo tomó por sorpresa y más aún el dolor que acompañó el golpe. La mayoría de sus golpes se los había llevado borracho, drogado o jugando quidditch y creyó que nunca había estado tan despierto de lo que sentía por estar sobrio o por no estar pensando en anotar puntos, sino solamente en lo que ahí pasaba.
-¿Eres tú el que está soltando amenazas? ¿En serio?-Contestó con aquellas pulsaciones en su mejilla. Se rió de forma totalmente involuntaria, fuerte y con muchas ganas, incluso su cuerpo se dobló un poco. Por qué Hutchins no entendía que así no funcionaban las cosas y le seguía poniendo todo difícil?. Lo único que quería era sentir que ganaba esa pelea, como todas o casi todas las que había peleado, que ganaba. Últimamente solo se sentía perder, perder, perder. Estaba harto de ese nuevo círculo que dominaba su vida.
-No me interesa, no quiero que nadie se meta en mi vida, no quiero que piensen si quiera por un segundo que saben lo que es, mucho menos tú.-Avanzó hasta él otra vez, sin temor a su varita ni a nada, ya no tenía absolutamente nada que perder, ¿qué iba a lanzarle ahora? ¿sus libros?
-Læt ekki hóta mér með þessum hætti, es la última vez que te lo advierto.-Que no lo amenazara, en resumen. Otra vez lo acercó a él, lo tomó por la nuca y volvió a besarlo pero no fue tan agresivo en eso como en su agarre, tenía esa enferma necesidad de hacerlo, como él lo veía en ese instante, para demostrarle que él no escondía nada, que no tenía problemas con nada, que su único problema era que quisieran pasar por encima de él.
-¿Eres tú el que está soltando amenazas? ¿En serio?-Contestó con aquellas pulsaciones en su mejilla. Se rió de forma totalmente involuntaria, fuerte y con muchas ganas, incluso su cuerpo se dobló un poco. Por qué Hutchins no entendía que así no funcionaban las cosas y le seguía poniendo todo difícil?. Lo único que quería era sentir que ganaba esa pelea, como todas o casi todas las que había peleado, que ganaba. Últimamente solo se sentía perder, perder, perder. Estaba harto de ese nuevo círculo que dominaba su vida.
-No me interesa, no quiero que nadie se meta en mi vida, no quiero que piensen si quiera por un segundo que saben lo que es, mucho menos tú.-Avanzó hasta él otra vez, sin temor a su varita ni a nada, ya no tenía absolutamente nada que perder, ¿qué iba a lanzarle ahora? ¿sus libros?
-Læt ekki hóta mér með þessum hætti, es la última vez que te lo advierto.-Que no lo amenazara, en resumen. Otra vez lo acercó a él, lo tomó por la nuca y volvió a besarlo pero no fue tan agresivo en eso como en su agarre, tenía esa enferma necesidad de hacerlo, como él lo veía en ese instante, para demostrarle que él no escondía nada, que no tenía problemas con nada, que su único problema era que quisieran pasar por encima de él.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Claro que era yo el que iba a soltar amenazas, por que no me había quedado en posición más que de hacerlo. Por más inofensivo que le resultara estaba claro que había ido a meterse a mis terrenos (más en un sentido abstracto que hablando de mi habitación) con una intención extraña, que no era precisamente la de partirme la cara como moraleja del cuento. Si él estaba confundido yo lo estaba más, pero mis maneras de mostrarlo no se parecían en nada a las suyas. Me preocupé un momento por el ruido y miré alrededor como si acaso alguien se asomara por mi puerta aunque hubiera echado el seguro por pura costumbre.
-¿Te das cuenta de que todo lo que dices es absurdo? - por qué él había llegado a derribar puertas para gritar que lo dejaran en paz, o algo así. No había nada qué discutir, se lo había dicho bien, lo que hiciera con su vida no iba a provocarme ganas de darle lecciones; de hecho, y por regla general, detestaba esa clase de charlas aleccionadoras sobre lo que uno hace o deja de hacer. Exhalé con pesadumbre, pasándome una mano por el cabello como si eso fuera a aclararme las ideas. -Mira cómo soy ¿A quién mierda voy yo a juzgar?- En serio, el ejemplo perfecto de un inadaptado. Lo que menos me interesaba hacer con el mundo era decidir lo que hacían bien o mal.
Fruncí el ceño al escuchar algo que no entendí, islandés imaginaba, seguido de un inglés atropellado, como si se le estuvieran acabando las palabras. Y lo hacía de nuevo, esta vez cerré los ojos como un idiota aceptando por primera vez en mi cabeza que yo también había enloquecido un poco después de besarlo en casa de Frances, que había repasado la situación más de una vez y me había quitado el sueño. Pero era demasiado racional, siempre echaba a perder las cosas pensando demasiado, intentando alejar a toda costa mi cerebro de cualquiera de mis impulsos.
-¿Hablaste en islandés?- le pregunté muy bajo, apenas separado de sus labios. Si no había bajado la guardia, si seguía en peligro mortal, definitivamente se me habían apagado ya los interruptores del instinto de supervivencia, por que lo besaba otra vez, pero no había ninguna provocación en ello, sin agresividad, o peor, sin ironía. No se parecía a mi primer impulso y a las ganas de ver al mundo arder, sólo puse una mano en su cuello y lo besé, acariciando su lengua con la mía, haciendo lo que se suponía que la gente hacía cuando tenía ganas de besarse.
Eso, por otro lado, de verdad me dio miedo. -Deberías irte-
-¿Te das cuenta de que todo lo que dices es absurdo? - por qué él había llegado a derribar puertas para gritar que lo dejaran en paz, o algo así. No había nada qué discutir, se lo había dicho bien, lo que hiciera con su vida no iba a provocarme ganas de darle lecciones; de hecho, y por regla general, detestaba esa clase de charlas aleccionadoras sobre lo que uno hace o deja de hacer. Exhalé con pesadumbre, pasándome una mano por el cabello como si eso fuera a aclararme las ideas. -Mira cómo soy ¿A quién mierda voy yo a juzgar?- En serio, el ejemplo perfecto de un inadaptado. Lo que menos me interesaba hacer con el mundo era decidir lo que hacían bien o mal.
Fruncí el ceño al escuchar algo que no entendí, islandés imaginaba, seguido de un inglés atropellado, como si se le estuvieran acabando las palabras. Y lo hacía de nuevo, esta vez cerré los ojos como un idiota aceptando por primera vez en mi cabeza que yo también había enloquecido un poco después de besarlo en casa de Frances, que había repasado la situación más de una vez y me había quitado el sueño. Pero era demasiado racional, siempre echaba a perder las cosas pensando demasiado, intentando alejar a toda costa mi cerebro de cualquiera de mis impulsos.
-¿Hablaste en islandés?- le pregunté muy bajo, apenas separado de sus labios. Si no había bajado la guardia, si seguía en peligro mortal, definitivamente se me habían apagado ya los interruptores del instinto de supervivencia, por que lo besaba otra vez, pero no había ninguna provocación en ello, sin agresividad, o peor, sin ironía. No se parecía a mi primer impulso y a las ganas de ver al mundo arder, sólo puse una mano en su cuello y lo besé, acariciando su lengua con la mía, haciendo lo que se suponía que la gente hacía cuando tenía ganas de besarse.
Eso, por otro lado, de verdad me dio miedo. -Deberías irte-
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Kristján pensaba que no podía ser absurdo, que lo absurdo era que Kit no se diera cuenta de lo que había provocado con sus palabras sobre ser adicto a joderse a él mismo. No lo había iluminado ni le iba a provocar un cambio desde la raíz, no estaba a punto de cambiar de estilo de vida tampoco como si el tipo que tenía frente a él fuera una especie de profeta que le iba a arreglar todo, no pensaba que sus rencores, venganzas y frustraciones tuvieran que ser dejadas de lado, pero si las estaba viendo desde una nueva perspectiva.
-Sí, hablé en islandés-Aceptó, bajó la mirada mientras anticipaba un nuevo beso que no se molestó en detener aunque en ese momento ya no estaba pensando en retorcidas venganzas, ni en calmar su ira y su confusión momentánea.
Estaba seguro de que nada de eso tenía que ver tampoco con un nuevo descubrimiento de su sexualidad, no al menos en los conceptos más burdos, aunque eso no quiso decir que no se torturara un poco pensando idioteces mientras le correspondía el beso con pasividad, sin que hubiera ya tampoco rastros de ese enojo, al menos no tan visibles. Estar sobrio le daba una magnitud aún peor a todo eso, porque significaba que lo iba a recordar perfectamente, estar besando a un tipo y no por estar drogado o por querer complacer a una chica en específico para tirársela, estar besándolo porque en ese momento se le daba la gana hacerlo.
-Sí…-Debería irse, pero antes de hacerlo volvió a tomarle la cara y presionó su boca contra la de Hutchins, jaló aire mientras pensaba que aquella era la estupidez más jodida que había hecho jamás y sin ayuda de las drogas, la idea de estar cometiendo algo imbécil lo excitó bastante. Estaba comprobado que a lo que era adicto era a joderse la propia vida.
-Si le dices esto a alguien te mato.-Era la frase correcta y adecuada para decir.
-Sí, hablé en islandés-Aceptó, bajó la mirada mientras anticipaba un nuevo beso que no se molestó en detener aunque en ese momento ya no estaba pensando en retorcidas venganzas, ni en calmar su ira y su confusión momentánea.
Estaba seguro de que nada de eso tenía que ver tampoco con un nuevo descubrimiento de su sexualidad, no al menos en los conceptos más burdos, aunque eso no quiso decir que no se torturara un poco pensando idioteces mientras le correspondía el beso con pasividad, sin que hubiera ya tampoco rastros de ese enojo, al menos no tan visibles. Estar sobrio le daba una magnitud aún peor a todo eso, porque significaba que lo iba a recordar perfectamente, estar besando a un tipo y no por estar drogado o por querer complacer a una chica en específico para tirársela, estar besándolo porque en ese momento se le daba la gana hacerlo.
-Sí…-Debería irse, pero antes de hacerlo volvió a tomarle la cara y presionó su boca contra la de Hutchins, jaló aire mientras pensaba que aquella era la estupidez más jodida que había hecho jamás y sin ayuda de las drogas, la idea de estar cometiendo algo imbécil lo excitó bastante. Estaba comprobado que a lo que era adicto era a joderse la propia vida.
-Si le dices esto a alguien te mato.-Era la frase correcta y adecuada para decir.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
S
í, había hablado en islandés. No sabía si lo hacía siempre, si era algo común, nada. De hecho, no sabía nada de él. Por años e historia su existencia había estado más o menos a la par que la mía, con un montón de amistades en común, con una casa de Hogwarts en común, yo que sé, teníamos que ver como por designio divino. Sin embargo, nunca habíamos estado interesados el uno en el otro más que para fastidiar (por su parte) y para escuchar lo que mis amigas tuvieran qué decir de él. Independientemente de eso, pensaba que era uno de los pocos que realmente tenían futuro en el quidditch profesional.
El recuento de lo que sabía de él, finalmente, me decía que no tenía idea de Sveinsson como persona. Incluso escucharlo hablar en su idioma natal, uno de los más antiguos del mundo por cierto, era demasiado íntimo e inesperado. No sabía cómo había terminado en esa situación, él en mi habitación, más de un beso, la sensación de que había qué terminar eso si no quería terminar hecho un desastre. Había bajado la mirada, nunca lo había visto hacer eso, jamás, jamás había visto sus pestañas ensombreciendo el color palido de sus ojos, jamás lo había visto tan de cerca. Carajo, estaba horriblemente excitado ¿Tenía qué decirlo siquiera?
Pensaba que era una estupidez lo que estaba ocurriendo, pero a diferencia de él, no era por estar besando a un tipo sino por el tipo que era, en particular. Él también parecía admitirlo pero volvía hacerlo y sentía que moría a cada momento que sus manos tomaban mi rostro.
Esta vez era yo el de la carcajada -¿Decirle qué a quién?… No entiendes nada ¿Verdad?- o sea, no entendía que en ese momento no hacía nada por hundirlo socialmente ni joder su vida. Quizás lo había hecho con esa intención al principio, en el bautizo de la hija de Frances, pero desde que había puesto un pie en mi habitación se me habían terminado las ganas de provocarlo. Si él lo hacía, entonces yo también, y esa especie de juego de retos se convertía ya en una adicción creciente y me odiaba a mi mismo por haber dicho un millón de veces que no entendía la puta atracción que cualquiera tuviera con ese tipo ordinario que ahora deseaba besar de nuevo, y lo hacía, peor, sin miedo de que me partiera la cara. Eso era, de verdad, mucho peor. Mordí un poco su labio inferior, puse una mano en su pecho, todo se estaba yendo a la mierda. -Me estoy contradiciendo pero… no tienes que irte a ninguna parte… no te vayas a ninguna parte, era más bien lo que quería decir. Me volví a reír un poco -Cálmate ¿Quieres? No tienes que pelear todo el tiempo.
El recuento de lo que sabía de él, finalmente, me decía que no tenía idea de Sveinsson como persona. Incluso escucharlo hablar en su idioma natal, uno de los más antiguos del mundo por cierto, era demasiado íntimo e inesperado. No sabía cómo había terminado en esa situación, él en mi habitación, más de un beso, la sensación de que había qué terminar eso si no quería terminar hecho un desastre. Había bajado la mirada, nunca lo había visto hacer eso, jamás, jamás había visto sus pestañas ensombreciendo el color palido de sus ojos, jamás lo había visto tan de cerca. Carajo, estaba horriblemente excitado ¿Tenía qué decirlo siquiera?
Pensaba que era una estupidez lo que estaba ocurriendo, pero a diferencia de él, no era por estar besando a un tipo sino por el tipo que era, en particular. Él también parecía admitirlo pero volvía hacerlo y sentía que moría a cada momento que sus manos tomaban mi rostro.
Esta vez era yo el de la carcajada -¿Decirle qué a quién?… No entiendes nada ¿Verdad?- o sea, no entendía que en ese momento no hacía nada por hundirlo socialmente ni joder su vida. Quizás lo había hecho con esa intención al principio, en el bautizo de la hija de Frances, pero desde que había puesto un pie en mi habitación se me habían terminado las ganas de provocarlo. Si él lo hacía, entonces yo también, y esa especie de juego de retos se convertía ya en una adicción creciente y me odiaba a mi mismo por haber dicho un millón de veces que no entendía la puta atracción que cualquiera tuviera con ese tipo ordinario que ahora deseaba besar de nuevo, y lo hacía, peor, sin miedo de que me partiera la cara. Eso era, de verdad, mucho peor. Mordí un poco su labio inferior, puse una mano en su pecho, todo se estaba yendo a la mierda. -Me estoy contradiciendo pero… no tienes que irte a ninguna parte… no te vayas a ninguna parte, era más bien lo que quería decir. Me volví a reír un poco -Cálmate ¿Quieres? No tienes que pelear todo el tiempo.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Él tampoco conocía mucho a Kit Hutchins, sólo lo suficiente como para hacerlo blanco de un poco de bullying inocente cuando lo tenía a la mano, pero nada más. La peor parte era que lo hubiera hecho blanco hubiera sucedido o no la historia que había de por medio. Fuera de las cosas básicas que había que saber para joderle un poco la vida a alguien (que eran muy muy pocas en verdad) no había nada que supiera de él. Le parecía sospechoso que no tuviera ganas de seguirlo jodiendo y de arruinarlo socialmente cuando todo había empezado por ahí según él, pero ese pensamiento no impedía que volviera a empujarlo contra el escritorio como acto reflejo. Todo eso era muy raro e incómodo para él y otra vez estaba haciéndose de ideas raras y bastante feas respecto a las tonterías que hacía.
Iba a sonar terrible pero cuando le dijo que no se fuera, Kristján casi se rio porque Hutchins sonaba como una niña, tan contradictorio, primero diciéndole que debería irse y luego pidiéndole que se quedara aunque no se atreviera a decirlo con todas las letras. Pero Kristján no sabía a qué podría quedarse, ni qué tenía que hacer en caso de que decidiera hacerlo. Vaya que todo eso era por demás complicado. Por no joder más no le dijo en voz alta lo que pensaba, que sonaba como una chica, porque lo ofendería o eso pensaba.
¿Y si todo eso era un hechizo? Seguramente le había dado alguna de esas pociones de mierda o algo por el estilo. Cabía la posibilidad. Desvió la vista con el ceño fruncido pensando en ello pero después pensó otra vez que era su maldita decisión estar entrando en esos terrenos llenos de tontería a pesar de que estaba empezando a llevar una vida perfectamente funcional y que tenía a Jessy, a la que adoraba y deseaba todos los días aunque todo mundo quisiera desear lo contrario, empezando por Barunka. ¿Entonces qué mierdas hacía ahí?
-Me voy a ir.-Le anunció con el rostro todavía muy cerca, tanto que podía sentir su aliento. Quitó una mano de Kit de su pecho pero sólo lo hizo por malicia, para hacer que con esa misma mano sintiera su obvia erección. -Al menos puedes jactarte de lo dura que me la pusiste.-Entreabrió los labios para sonreírse pero en vez de eso volvió a besarlo. Con la mano que no ocupaba le acarició el cuello y lo besó profundamente, tanto como pudo hasta que lo soltó y se separó de él. En parte porque no sabía qué más hacer y por un lado no quería entrar a terrenos desconocidos. Y porque si no se iba las cosas se iban a poner muy feas. Caminó hacia atrás, sin dejar de mirarlo, hasta alcanzar el pomo de la puerta.-Recoge tu botella o te harás daño.
Iba a sonar terrible pero cuando le dijo que no se fuera, Kristján casi se rio porque Hutchins sonaba como una niña, tan contradictorio, primero diciéndole que debería irse y luego pidiéndole que se quedara aunque no se atreviera a decirlo con todas las letras. Pero Kristján no sabía a qué podría quedarse, ni qué tenía que hacer en caso de que decidiera hacerlo. Vaya que todo eso era por demás complicado. Por no joder más no le dijo en voz alta lo que pensaba, que sonaba como una chica, porque lo ofendería o eso pensaba.
¿Y si todo eso era un hechizo? Seguramente le había dado alguna de esas pociones de mierda o algo por el estilo. Cabía la posibilidad. Desvió la vista con el ceño fruncido pensando en ello pero después pensó otra vez que era su maldita decisión estar entrando en esos terrenos llenos de tontería a pesar de que estaba empezando a llevar una vida perfectamente funcional y que tenía a Jessy, a la que adoraba y deseaba todos los días aunque todo mundo quisiera desear lo contrario, empezando por Barunka. ¿Entonces qué mierdas hacía ahí?
-Me voy a ir.-Le anunció con el rostro todavía muy cerca, tanto que podía sentir su aliento. Quitó una mano de Kit de su pecho pero sólo lo hizo por malicia, para hacer que con esa misma mano sintiera su obvia erección. -Al menos puedes jactarte de lo dura que me la pusiste.-Entreabrió los labios para sonreírse pero en vez de eso volvió a besarlo. Con la mano que no ocupaba le acarició el cuello y lo besó profundamente, tanto como pudo hasta que lo soltó y se separó de él. En parte porque no sabía qué más hacer y por un lado no quería entrar a terrenos desconocidos. Y porque si no se iba las cosas se iban a poner muy feas. Caminó hacia atrás, sin dejar de mirarlo, hasta alcanzar el pomo de la puerta.-Recoge tu botella o te harás daño.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Al final, las relaciones humanas siempre tenían un punto en común y las cuestiones de género eran sólo pequeños detalles que incluso se podían desvanecer completamente. Por supuesto, no me parecía el momento de reflexionar sobre mis preferencias sexuales, las relaciones humanas, las diferencias que habría entre estar con una chica, con un chico, lo que fuera. Ni siquiera estaba pensando gran cosa por que sólo sentía que mi respiración era incontrolable, que el calor de un cuerpo cercano al mío me estaba enloqueciendo y que no podía creer que ese alguien fuera Sveinsson, contra toda probabilidad.
Yo también me pregunté qué hacía en mi habitación. No quería pensar que buscaba una forma más de arruinar cualquier cosa que fuera buena para él (demonios, era novio de Jess) pero también era algo egoísta y sólo pensaba en su proximidad y en las ganas que tenía de besarlo otra vez. Dejé que me quitara la mano, pensando que era una decisión tomada eso de irse y que, después de todo, era lo mejor para ambos, sin embargo me sorprendió un poco que siguiera con las provocaciones. Sonreí en medio del beso cuando las cosas dejaban de ser tan inocentes aunque de cierta forma intuí que nunca había estado con otro tipo a solas. Sveinsson era tan heterosexual que eso sólo me ponía más.
-Qué honor- le respondí, por que la ironía era mi fuerte. ¿Qué pensaba hacer, regresar a su habitación con la erección de la vergüenza recorriendo el campus? al menos no era medio día. Ahora tuve la iniciativa y, digamos, la suficiente agresividad como para echarlo contra la puerta; no lo besé, sólo bajé la mirada para abrir sus pantalones, notando que seguía firme, que justo como lo recordaba la mejor parte de abrir los pantalones de un tipo era esa clase de recibimiento. No iba a ir a ninguna parte.
-No necesitas decir ninguna mierda sobre que nunca antes bla bla bla, ahórratelo… se me entrecortaba un poco la voz de excitación al sentirlo en la mano, al recorrerlo primero con lentitud, después con unas ansias crecientes de mirar su cara, de saber lo que le hacía sentir; lo besé con ansiedad, agresivo, desordenado. Lo único audible era la estática de la cinta cuyo lado A se había terminado hacía unos minutos, y todo era más lúcido y más real, pero realmente no lo estaba pensando, sólo estaba tan excitado que sentía incluso que dolía, que quería comerle toda la boca, morderlo, dejarle rastros por varios días de lo que estaba pasando en ese momento.
Yo también me pregunté qué hacía en mi habitación. No quería pensar que buscaba una forma más de arruinar cualquier cosa que fuera buena para él (demonios, era novio de Jess) pero también era algo egoísta y sólo pensaba en su proximidad y en las ganas que tenía de besarlo otra vez. Dejé que me quitara la mano, pensando que era una decisión tomada eso de irse y que, después de todo, era lo mejor para ambos, sin embargo me sorprendió un poco que siguiera con las provocaciones. Sonreí en medio del beso cuando las cosas dejaban de ser tan inocentes aunque de cierta forma intuí que nunca había estado con otro tipo a solas. Sveinsson era tan heterosexual que eso sólo me ponía más.
-Qué honor- le respondí, por que la ironía era mi fuerte. ¿Qué pensaba hacer, regresar a su habitación con la erección de la vergüenza recorriendo el campus? al menos no era medio día. Ahora tuve la iniciativa y, digamos, la suficiente agresividad como para echarlo contra la puerta; no lo besé, sólo bajé la mirada para abrir sus pantalones, notando que seguía firme, que justo como lo recordaba la mejor parte de abrir los pantalones de un tipo era esa clase de recibimiento. No iba a ir a ninguna parte.
-No necesitas decir ninguna mierda sobre que nunca antes bla bla bla, ahórratelo… se me entrecortaba un poco la voz de excitación al sentirlo en la mano, al recorrerlo primero con lentitud, después con unas ansias crecientes de mirar su cara, de saber lo que le hacía sentir; lo besé con ansiedad, agresivo, desordenado. Lo único audible era la estática de la cinta cuyo lado A se había terminado hacía unos minutos, y todo era más lúcido y más real, pero realmente no lo estaba pensando, sólo estaba tan excitado que sentía incluso que dolía, que quería comerle toda la boca, morderlo, dejarle rastros por varios días de lo que estaba pasando en ese momento.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
De nuevo, Hutchins lo sorprendía con un movimiento inesperado. Aunque Kristján no pensaba irse, al menos no inmediatamente sino hasta que se le pasaran las reacciones más obvias de su cuerpo, tampoco había pensado en la posibilidad de seguir con esa tontería. Para él en su cabeza seguía siendo una, una patanería de tamaño mayor, con todas sus letras, no le daba ningún doble significado. Pero irse no pareció una posibilidad cuando terminó completamente contra la puerta mientras Hutchins abría sus pantalones sin más preámbulos. Eso le pareció raro y extremo, porque siempre había sido de los que, excepto cuando se trataba de follar rápido en los escoberos de Hogwarts o en los cubículos de cualquier antro, llevaba las cosas con calma y hasta con dedicación. Ahora todo parecía escalar demasiado rápido.
La peor parte fue sentirse como un auténtico imbécil de quince años cuando no supo exactamente cómo reaccionar. Su cuerpo lo sabía, por supuesto, porque por ningún motivo perdió la erección. El nerviosismo tampoco le impidió cerrar los ojos un momento al sentir los movimientos expertos (por supuesto que eran expertos, era un tipo) de la mano de Hutchins. Por lo menos de verdad no tenía que decir nada respecto a su inexperiencia, aunque si él no se lo hubiera dicho, de todos modos Kristján tampoco habría mencionado palabras tan idiotas, con su torpeza y su sorpresa ya era más que suficiente.
El beso le dio el coraje que necesitaba, por lo menos. El sentir la lengua de Hutchins contra la suya en contraste con los movimientos de su mano lo hacían ahogar gemidos de placer contra su boca, que de todos modos buscaba acallar a toda costa por su paranoia, así que los ahogaba. No por eso no fruncía el ceño dejándose llevar por todo eso sin pensar en las implicaciones de todos los tipos que se avecinarían después. Desordenado también, trató de quitarle la camisa pero tenía tantos botones que terminó desesperándose y luego tuvo el estúpido pensamiento de que ni siquiera tenía caso que se la quitara porque Hutchins ni siquiera tenía tetas que valiera la pena ver, tocar o lamer. ¿Qué tan idiota era eso en ese momento?
Cuando las sensaciones se maximizaron pasó a su cuello, había dejado a medias el avance de la camisa porque daba lo mismo, según él y comenzó a besarlo con ansiedad, incluso lo mordió un poco sin pensarlo mientras sus manos también buscaban desabrocharle el pantalón. ¿Que si estaba listo para vérselo o tocárselo a alguien que no fuera el mismo? Había visto muchos en las duchas del entrenamiento pero jamás le habían provocado un carajo y ahora estaba ahí a la expectativa como un imbécil de si se atrevería a hacer lo que tenía que hacer o si terminaría pidiendo tiempo fuera. Para no pensar en ello, se le ocurrió abrir la boca aunque también fue para decir un cliché, de alguna manera.-¿Es verdad que ustedes la chupan mejor que algunas niñas?-Había escuchado la leyenda urbana por ahí.
La peor parte fue sentirse como un auténtico imbécil de quince años cuando no supo exactamente cómo reaccionar. Su cuerpo lo sabía, por supuesto, porque por ningún motivo perdió la erección. El nerviosismo tampoco le impidió cerrar los ojos un momento al sentir los movimientos expertos (por supuesto que eran expertos, era un tipo) de la mano de Hutchins. Por lo menos de verdad no tenía que decir nada respecto a su inexperiencia, aunque si él no se lo hubiera dicho, de todos modos Kristján tampoco habría mencionado palabras tan idiotas, con su torpeza y su sorpresa ya era más que suficiente.
El beso le dio el coraje que necesitaba, por lo menos. El sentir la lengua de Hutchins contra la suya en contraste con los movimientos de su mano lo hacían ahogar gemidos de placer contra su boca, que de todos modos buscaba acallar a toda costa por su paranoia, así que los ahogaba. No por eso no fruncía el ceño dejándose llevar por todo eso sin pensar en las implicaciones de todos los tipos que se avecinarían después. Desordenado también, trató de quitarle la camisa pero tenía tantos botones que terminó desesperándose y luego tuvo el estúpido pensamiento de que ni siquiera tenía caso que se la quitara porque Hutchins ni siquiera tenía tetas que valiera la pena ver, tocar o lamer. ¿Qué tan idiota era eso en ese momento?
Cuando las sensaciones se maximizaron pasó a su cuello, había dejado a medias el avance de la camisa porque daba lo mismo, según él y comenzó a besarlo con ansiedad, incluso lo mordió un poco sin pensarlo mientras sus manos también buscaban desabrocharle el pantalón. ¿Que si estaba listo para vérselo o tocárselo a alguien que no fuera el mismo? Había visto muchos en las duchas del entrenamiento pero jamás le habían provocado un carajo y ahora estaba ahí a la expectativa como un imbécil de si se atrevería a hacer lo que tenía que hacer o si terminaría pidiendo tiempo fuera. Para no pensar en ello, se le ocurrió abrir la boca aunque también fue para decir un cliché, de alguna manera.-¿Es verdad que ustedes la chupan mejor que algunas niñas?-Había escuchado la leyenda urbana por ahí.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Así eran las cosas entre tipos. No era el amante más experto (en absoluto) pero hasta cierto punto sabía bien lo que hacía y, bueno, las cuestiones de seducción según había aprendido de manera comparativa, entre hombres sobraban bastante. Era un sí, o era un no jamás en la vida. La situación actual en definitiva era un sí aunque estaba contemplando a cada momento la posibilidad de que Sveinsson fuera presa de un ataque de pánico, saliera corriendo y la próxima vez que me encontrara me matara sin amenazas de por medio. Worst case scenario, siempre lo tenía en mente.
Al menos seguía ahí, seguía excitado, y era lo que realmente importaba. Besarlo, olvidar las razones, las explicaciones y sobre todo lo que ocurriría después. Mirarlo cerrar los ojos por un instante era una de las mejores imágenes que había visto en mucho tiempo, pero claro que jamás le diría esa ridiculez. Yo no era de decir mucho, o era de decir mucho que nunca tenía que ver con mis sentimientos y esas cosas, por que me parecía riesgoso y por demás ridículo. Aún así, estaba en mi memoria. Se quedaría por mucho tiempo. Mi camisa se quedaba a medio desabotonar y no colaboré por estar concentrado en lo que hacía, además de acariciar la piel de su espalda bajo la ropa, sintiendo sus músculos tensos.
No iba a culparlo por dudar, o por insinuar sin terminar de hacer nada y sólo rebuscar el cierre de mis pantalones, ningún movimiento audaz incluido. Eso pasaba cuando de pronto un heterosexual se lanzaba a lo que fuera que estuviéramos haciendo. Era un poco gracioso llevar el papel del experto en este caso, por que siempre era yo quien se dejaba hacer cuando había tenido alguna aventura, nunca en la Universidad, mucho menos en el colegio.
Me reí bastante, no era el momento pero no lo pude evitar. Era una risa sincera, no con el desprecio con el que me hubiera reído si lo hubiera dicho otro y en otro contexto, y tampoco iba a responder cosas como “¿Nosotros? Ambos somos hombres ¿Sabes?” y esas cosas, por que me había sonado exento de malicia. O quizás sólo me estaba engañando a mi mismo, para que aquello terminara más tarde que temprano.
-¿Estás insinuando algo aquí, o de verdad te dio curiosidad?- le dije apagando poco a poco mi risa; era demasiado raro sentirse ligeramente dominante precisamente frente a él, pero daba igual. Le saqué la camiseta sin poner nada de sensualidad en ello y seguí tocándolo -Nunca me la ha chupado una chica, no tengo punto de comparación- lo miré de la misma forma que lo hubiera hecho si estuviera vestido y preguntando esas cosas, o sea, con mi cara de “eres un idiota” -Eres un idiota-. Le bajé los pantalones y me lo puse en la boca, con toda la dedicación inicial que esas cosas requerían, me sentía un tanto retado, y un tanto a prueba ¿Qué más iba hacer? Tenía qué comprobarlo el mismo.
Al menos seguía ahí, seguía excitado, y era lo que realmente importaba. Besarlo, olvidar las razones, las explicaciones y sobre todo lo que ocurriría después. Mirarlo cerrar los ojos por un instante era una de las mejores imágenes que había visto en mucho tiempo, pero claro que jamás le diría esa ridiculez. Yo no era de decir mucho, o era de decir mucho que nunca tenía que ver con mis sentimientos y esas cosas, por que me parecía riesgoso y por demás ridículo. Aún así, estaba en mi memoria. Se quedaría por mucho tiempo. Mi camisa se quedaba a medio desabotonar y no colaboré por estar concentrado en lo que hacía, además de acariciar la piel de su espalda bajo la ropa, sintiendo sus músculos tensos.
No iba a culparlo por dudar, o por insinuar sin terminar de hacer nada y sólo rebuscar el cierre de mis pantalones, ningún movimiento audaz incluido. Eso pasaba cuando de pronto un heterosexual se lanzaba a lo que fuera que estuviéramos haciendo. Era un poco gracioso llevar el papel del experto en este caso, por que siempre era yo quien se dejaba hacer cuando había tenido alguna aventura, nunca en la Universidad, mucho menos en el colegio.
Me reí bastante, no era el momento pero no lo pude evitar. Era una risa sincera, no con el desprecio con el que me hubiera reído si lo hubiera dicho otro y en otro contexto, y tampoco iba a responder cosas como “¿Nosotros? Ambos somos hombres ¿Sabes?” y esas cosas, por que me había sonado exento de malicia. O quizás sólo me estaba engañando a mi mismo, para que aquello terminara más tarde que temprano.
-¿Estás insinuando algo aquí, o de verdad te dio curiosidad?- le dije apagando poco a poco mi risa; era demasiado raro sentirse ligeramente dominante precisamente frente a él, pero daba igual. Le saqué la camiseta sin poner nada de sensualidad en ello y seguí tocándolo -Nunca me la ha chupado una chica, no tengo punto de comparación- lo miré de la misma forma que lo hubiera hecho si estuviera vestido y preguntando esas cosas, o sea, con mi cara de “eres un idiota” -Eres un idiota-. Le bajé los pantalones y me lo puse en la boca, con toda la dedicación inicial que esas cosas requerían, me sentía un tanto retado, y un tanto a prueba ¿Qué más iba hacer? Tenía qué comprobarlo el mismo.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
La risa de Hutchins no hizo enfurecer a Kristján, porque no la sintió ofensiva. En algún momento él también se soltó a reír de buen modo porque sabía que lo que había dicho era una idiotez y que en general toda su manera de actuar en ese momento lo era. Había llegado ahí con muchos huevos, dispuesto a quien sabe que cosa y ahora estaba como quinceañero deseando la muerte.
-En verdad tengo curiosidad.-Le contestó todavía riéndose aunque en realidad había sido una insinuación, una insinuación llevada por la curiosidad, se valía. No se pudo creer que nunca se la hubiera chupado una chica así que lo miró con el ceño fruncido, dándole a entender que no se lo tragaba. Iba a reírse otra vez porque lo llamaba idiota pero la risa se apagó al ver que Hutchins parecía más que dispuesto a hacerlo de todos modos.
Lo miró hacerlo y de inmediato volvió a acallar cualquier posible sonido que saliera de su boca. No iba a ponerse a comparar para probar si era cierta o no la leyenda urbana pero tenía que admitir que Hutchins sabía perfectamente lo que hacía y le pareció obvio que lo supiera, por el simple hecho de tener conocimiento de primera mano, literalmente. Pasó saliva con dificultad y su única manera de demostrarle a Hutchins que todo eso estaba jodidamente bien era agarrándole la cabeza con una mano y tirando un poco de su cabello. Hasta ese tacto era lo suficientemente diferente como para volverlo a destantear. No estaba tan consciente en ese momento por las sensaciones que lo atacaban, todas estúpidamente buenas, pero esa escena no lo dejaría dormir varias noches seguidas después, cuando se diera cuenta de la magnitud de que dejara que un tipo le hiciera eso.
¿Iba a correrse tan rápido, en verdad? No había contado el tiempo pero ya sentía ese cosquilleo característico y pensó que había llegado demasiado rápido, jadeaba y su pecho no dejaba de subir y bajar, estaba hecho una pena. -Me voy a correr, ya.-Tenía la costumbre de avisar por el simple hecho de que no todas recibían muy bien que lo hicieras sin más, fue costumbre más que verdaderas ganas de ser caballeroso o alguna mierda de esas. Apretó más su cabello entre sus dedos. Después de eso hasta podría ser más audaz si las circunstancias se lo permitían. En ese momento sólo sabía que iba a correrse tan placenteramente que parecía irreal que fuera trabajo de un hombre.
-En verdad tengo curiosidad.-Le contestó todavía riéndose aunque en realidad había sido una insinuación, una insinuación llevada por la curiosidad, se valía. No se pudo creer que nunca se la hubiera chupado una chica así que lo miró con el ceño fruncido, dándole a entender que no se lo tragaba. Iba a reírse otra vez porque lo llamaba idiota pero la risa se apagó al ver que Hutchins parecía más que dispuesto a hacerlo de todos modos.
Lo miró hacerlo y de inmediato volvió a acallar cualquier posible sonido que saliera de su boca. No iba a ponerse a comparar para probar si era cierta o no la leyenda urbana pero tenía que admitir que Hutchins sabía perfectamente lo que hacía y le pareció obvio que lo supiera, por el simple hecho de tener conocimiento de primera mano, literalmente. Pasó saliva con dificultad y su única manera de demostrarle a Hutchins que todo eso estaba jodidamente bien era agarrándole la cabeza con una mano y tirando un poco de su cabello. Hasta ese tacto era lo suficientemente diferente como para volverlo a destantear. No estaba tan consciente en ese momento por las sensaciones que lo atacaban, todas estúpidamente buenas, pero esa escena no lo dejaría dormir varias noches seguidas después, cuando se diera cuenta de la magnitud de que dejara que un tipo le hiciera eso.
¿Iba a correrse tan rápido, en verdad? No había contado el tiempo pero ya sentía ese cosquilleo característico y pensó que había llegado demasiado rápido, jadeaba y su pecho no dejaba de subir y bajar, estaba hecho una pena. -Me voy a correr, ya.-Tenía la costumbre de avisar por el simple hecho de que no todas recibían muy bien que lo hicieras sin más, fue costumbre más que verdaderas ganas de ser caballeroso o alguna mierda de esas. Apretó más su cabello entre sus dedos. Después de eso hasta podría ser más audaz si las circunstancias se lo permitían. En ese momento sólo sabía que iba a correrse tan placenteramente que parecía irreal que fuera trabajo de un hombre.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Tenía un montón de discursos intelectuales al respecto. Podría dar una conferencia, sí una conferencia en Cerridwen frente a todos mis compañeros titulada “El placer del sexo oral” empezando por provocar al público “¿Saben la diferencia entre el sexo oral dado por un homosexual y por una mujer? Bueno, la mujer está asumiendo una inmediata posición de poder. Si existe una mujer que en verdad disfrute algo de la forma burda y práctica del pene, entonces no la he conocido. Es un típico caso de el fin justifica los medios. ¿Un gay? Un gay de verdad desea ponérsela en la boca”. No estaba pensando en eso mientras lo hacía, claro.
No estaba dando ninguna conferencia. Estaba en mi habitación chupándosela a alguien, algo que jamás creí posible. Siempre había pensado que tendría una vida disociada y que mi deseo nunca estaría en el mismo lugar donde estaba mi vida de universitario, que iba a estar justamente en quien menos esperaba, en el momento menos probable del día, o mejor dicho de la madrugada. Lo había aprendido a hacer con dedicación y hasta cierto punto estaba orgulloso de mi método, pero nunca pensé que fuera a llegar tan pronto. Desde el momento en que me había puesto de rodillas pensé que se iba a terminar la magia y la absoluta hegemonía del aparato reproductor masculino iba a imponerse, arrebatándole la erección a Sveinsson por que, simplemente, no le gustaban los tipos por regla general. Pero no. El universo me dejaba esa pequeña victoria.
La caricia en el cabello era lo mejor que podía ocurrir, un incentivo, un premio. Tomé por un momento su mano sobre mi cabeza, era un gesto inmediato, intenso, también sabía cuándo estaba a punto de terminar y me sentía demasiado excitado, sin pensar ya en que fuera el novio de Jess, el drama romántico de Amy, el protagonista de un montón de chismes que me habían dado igual en su momento. Y ahora estaba ahí, esperando a que se deshiciera, con su torso perfecto accesible a mi vista si volvía la mirada hacía arriba. Y no podía creerlo.
Se había reído, no lo había pasado por alto. Nos habíamos reído, como un par de idiotas. Hazlo. Termina.
Con la respiración agitada me puse de pie, me limpié con la misma (nula) delicadeza que lo había hecho cuando el imbécil había hecho que me sangrara la nariz de un cabezazo, y lo miré por varios segundos. Quería hacerme el serio, como decirle que había perdido una batalla pero no pude. Me volvió a dar risa, y lo peor era que estaba completamente limpia de malicia. -Ya tienes punto de comparación.- le dije, peinando estúpidamente su corto cabello, que aún así se había revuelto. ¿Lo había mencionado ya, que lo que ocurría me estaba dando miedo de verdad? Lo besé con lentitud, estirando su labio inferior entre mis dientes. Esa risa de nuevo, la detestaba, prefería ser desafiante pero no podía.
No estaba dando ninguna conferencia. Estaba en mi habitación chupándosela a alguien, algo que jamás creí posible. Siempre había pensado que tendría una vida disociada y que mi deseo nunca estaría en el mismo lugar donde estaba mi vida de universitario, que iba a estar justamente en quien menos esperaba, en el momento menos probable del día, o mejor dicho de la madrugada. Lo había aprendido a hacer con dedicación y hasta cierto punto estaba orgulloso de mi método, pero nunca pensé que fuera a llegar tan pronto. Desde el momento en que me había puesto de rodillas pensé que se iba a terminar la magia y la absoluta hegemonía del aparato reproductor masculino iba a imponerse, arrebatándole la erección a Sveinsson por que, simplemente, no le gustaban los tipos por regla general. Pero no. El universo me dejaba esa pequeña victoria.
La caricia en el cabello era lo mejor que podía ocurrir, un incentivo, un premio. Tomé por un momento su mano sobre mi cabeza, era un gesto inmediato, intenso, también sabía cuándo estaba a punto de terminar y me sentía demasiado excitado, sin pensar ya en que fuera el novio de Jess, el drama romántico de Amy, el protagonista de un montón de chismes que me habían dado igual en su momento. Y ahora estaba ahí, esperando a que se deshiciera, con su torso perfecto accesible a mi vista si volvía la mirada hacía arriba. Y no podía creerlo.
Se había reído, no lo había pasado por alto. Nos habíamos reído, como un par de idiotas. Hazlo. Termina.
Con la respiración agitada me puse de pie, me limpié con la misma (nula) delicadeza que lo había hecho cuando el imbécil había hecho que me sangrara la nariz de un cabezazo, y lo miré por varios segundos. Quería hacerme el serio, como decirle que había perdido una batalla pero no pude. Me volvió a dar risa, y lo peor era que estaba completamente limpia de malicia. -Ya tienes punto de comparación.- le dije, peinando estúpidamente su corto cabello, que aún así se había revuelto. ¿Lo había mencionado ya, que lo que ocurría me estaba dando miedo de verdad? Lo besé con lentitud, estirando su labio inferior entre mis dientes. Esa risa de nuevo, la detestaba, prefería ser desafiante pero no podía.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Si Hutchins no había pensado posible que eso estuviera pasando en su habitación, Kristján lo había pensado mucho menos. En verdad que lo que menos se le hubiera ocurrido en la vida era precisamente eso, si alguien le hubiera leído el futuro se habría carcajeado, le habría escupido y todo. Pero ahora ya no se reía, las piernas se le debilitaban y terminaba en su boca, tal como había esperado hacerlo. No sabía en donde estaba el maldito truco de todo eso. No le respondió a lo de las comparaciones, se negaba a hacerlas. Y se sintió un poco raro que el pensamiento de verlo limpiándose la boca fuera que ese había un gesto violentamente atractivo para él.
Le correspondió el beso y siguió acariciándole el cabello también. Pero sobraba decir que no sabía donde poner las manos, así que terminó haciendo lo que le parecía más obvio y terminó tocándolo pero solo por encima del pantalón, con la mano con la que no le agarraba la cabeza o a veces el cuello. Estaba pensando demasiadas cosas luego de que se le pasara la sensación de anestesia post-orgasmo. La mayor de ellas era si acaso se estaba volviendo homosexual o qué. Hasta volvió a pensar que todo eso era consecuencia de una venganza llevada por la magia. Esos pensamientos extremos no le impidieron seguirlo besando, al menos un rato, hasta que se separó.
-En verdad no tengo ni puta idea de esto. Y no esperes que te regrese el favor porque…-Porque no estoy listo para meterme en la boca el miembro endurecido de un tipo, eso le quería decir pero no lo dijo, por primera vez decidía callarse justo a la mitad de la frase para no decir cosas que le sonaban extrañas, muy pero que muy raras. Incluso dejó de tocarlo. Se le pasó por la cabeza que por hombría tenía que hacerlo, que al menos para no quedar como un imbécil. No chupársela, claro, pero al menos…algo.
Así que terminó de abrir sus pantalones y meter la mano dentro de ellos. De nuevo puso el ceño fruncido al sentirlo en su mano, pero igual supo exactamente que hacer por cuestiones naturales, ¿cuántas jodidas veces no se lo había hecho él mismo? También lo miró a la cara, pero en él si había una mirada desafiante sin que pudiera evitarla. No iba a quedar su reputación por los suelos, ese era su pensamiento más primitivo.
Le correspondió el beso y siguió acariciándole el cabello también. Pero sobraba decir que no sabía donde poner las manos, así que terminó haciendo lo que le parecía más obvio y terminó tocándolo pero solo por encima del pantalón, con la mano con la que no le agarraba la cabeza o a veces el cuello. Estaba pensando demasiadas cosas luego de que se le pasara la sensación de anestesia post-orgasmo. La mayor de ellas era si acaso se estaba volviendo homosexual o qué. Hasta volvió a pensar que todo eso era consecuencia de una venganza llevada por la magia. Esos pensamientos extremos no le impidieron seguirlo besando, al menos un rato, hasta que se separó.
-En verdad no tengo ni puta idea de esto. Y no esperes que te regrese el favor porque…-Porque no estoy listo para meterme en la boca el miembro endurecido de un tipo, eso le quería decir pero no lo dijo, por primera vez decidía callarse justo a la mitad de la frase para no decir cosas que le sonaban extrañas, muy pero que muy raras. Incluso dejó de tocarlo. Se le pasó por la cabeza que por hombría tenía que hacerlo, que al menos para no quedar como un imbécil. No chupársela, claro, pero al menos…algo.
Así que terminó de abrir sus pantalones y meter la mano dentro de ellos. De nuevo puso el ceño fruncido al sentirlo en su mano, pero igual supo exactamente que hacer por cuestiones naturales, ¿cuántas jodidas veces no se lo había hecho él mismo? También lo miró a la cara, pero en él si había una mirada desafiante sin que pudiera evitarla. No iba a quedar su reputación por los suelos, ese era su pensamiento más primitivo.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Sí, había notado el momento en que todo había cambiado para él, en el que dejaba de querer imponerse y esas cosas. Pero no pensaba que el hecho de que se viniera era un triunfo. No quería ningún triunfo, lo repetía: desde el primer beso que le había dado sin intenciones irónicas (o sea hacía un rato) se me habían terminado las ganas de retos y tonterías. Lo que había hecho era por puras ganas de hacerlo y lo seguí besando, ya no había espacio para nada más. No iba a decirle cuánto me había encantado hacerlo terminar, chupársela, que ocurriera tan rápido, que me limpiara la boca frente a él. Qué importaba lo que dijera de vuelta, estaba hecho.
Me encogí de hombros y me reí otra vez, desviando la mirada.
-No fue un favor, cállate-le dije inmediatamente después, y sin mentir, por que no era un favor. No sentía que tuviera qué hacer algo para mi, que me debiera ni que estuviera en posición de poder sobre él. Me sonreí pero no impedí que me tocara. Ahogué un gemido cuando empezaba a tocarme y por un rato oculté el rostro en su pecho, y después me encontré con su mirada desafiante.Por alguna razón me excitaba tanto como sus movimientos; lo seguí mirando y con mis manos apreté su cintura para sentirlo cerca de mi, aunque fuera su mano la que estuviera causando todo.
-Me vengo, bésame- era cierto, carajo, no se podía mentir en esas cosas. Había pasado bastante tiempo desde que había estado en esa situación y no iba a mentir, esa era la primera vez que me daba tanto morbo estar mirando a alguien mientras me corría. Esta vez yo tiré de su cabello cortísimo en la nuca y no me importaba arañarlo, incluso morder su labio inferior. Para ser honesto me hubiera importado poco si después de que él terminara me fuera a dormir, pero era un plus del que no podía dejar de sacar un provecho extraño, hambriento, que no encontraría descanso
Sentí de inmediato la humedad en su mano y puse la mía enseguida, no sé, era estúpido, como si se fuera a impresionar. Me sentía como un virgen de dieciséis años y por eso, en medio de la agitación, me volvía a dar risa y me recargaba en su hombro un instante antes de acariciar su torso como si fuera la última vez que lo fuera a ver desnudo. Su abdomen se había quedado manchado, y no me importaba sólo limpiarlo con la mano.
-Ya, favores, te puedes relajar...- le dije aún exhalando cerca de su pecho. Me levanté los pantalones con normalidad. Busqué un cigarrillo desesperadamente en el cajón de la mesa de noche y lo encendí. El instinto. Me recosté sobre la cama -¿Quieres?-.
Me encogí de hombros y me reí otra vez, desviando la mirada.
-No fue un favor, cállate-le dije inmediatamente después, y sin mentir, por que no era un favor. No sentía que tuviera qué hacer algo para mi, que me debiera ni que estuviera en posición de poder sobre él. Me sonreí pero no impedí que me tocara. Ahogué un gemido cuando empezaba a tocarme y por un rato oculté el rostro en su pecho, y después me encontré con su mirada desafiante.Por alguna razón me excitaba tanto como sus movimientos; lo seguí mirando y con mis manos apreté su cintura para sentirlo cerca de mi, aunque fuera su mano la que estuviera causando todo.
-Me vengo, bésame- era cierto, carajo, no se podía mentir en esas cosas. Había pasado bastante tiempo desde que había estado en esa situación y no iba a mentir, esa era la primera vez que me daba tanto morbo estar mirando a alguien mientras me corría. Esta vez yo tiré de su cabello cortísimo en la nuca y no me importaba arañarlo, incluso morder su labio inferior. Para ser honesto me hubiera importado poco si después de que él terminara me fuera a dormir, pero era un plus del que no podía dejar de sacar un provecho extraño, hambriento, que no encontraría descanso
Sentí de inmediato la humedad en su mano y puse la mía enseguida, no sé, era estúpido, como si se fuera a impresionar. Me sentía como un virgen de dieciséis años y por eso, en medio de la agitación, me volvía a dar risa y me recargaba en su hombro un instante antes de acariciar su torso como si fuera la última vez que lo fuera a ver desnudo. Su abdomen se había quedado manchado, y no me importaba sólo limpiarlo con la mano.
-Ya, favores, te puedes relajar...- le dije aún exhalando cerca de su pecho. Me levanté los pantalones con normalidad. Busqué un cigarrillo desesperadamente en el cajón de la mesa de noche y lo encendí. El instinto. Me recosté sobre la cama -¿Quieres?-.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Las cosas se veían diferente desde la perspectiva de Kristján, como el hecho de hacer que terminara sólo tocándolo. Si para Kit no había sensación de triunfo, para él sí la había. Seguía siendo demandante y justo como le pasaba con cualquier chica, seguía sintiendo la necesidad de saber que podía complacer a quien le diera la gana si se lo proponía, pero en ese momento la idea de ser un inexperto significaba que era mayor el reto. Lo besó y comenzaba a encontrar cada vez más agradable sentir sus dientes tirar de su labio, algo que parecía ser recurrente. “Recurrente”, pensar en esos términos temporales que aparentemente no significaban nada le hacían sentir extraño otra vez.
No le importó tener el abdomen manchado, ni la mano, de hecho se mordisqueó la falange del dedo índice para probarlo mientras él se encargaba de limpiar su abdomen con la mano. Lo observó alejarse y también acomodó su ropa antes de echar un vistazo a su habitación. -No.-Respondió a lo del cigarrillo con el absurdo miedo de que incluso un simple cigarro le desatara unas ganas locas de correr a fumar, a drogarse y a beber hasta morir de una congestión alcohólica.
Fue hasta donde estaban algunos libros y los inspeccionó. Recordó su etapa de niño, en la que devoraba libros y también era ñoño a más no poder. El sombrero no lo había puesto en Ravenclaw por nada, pero había perdido ese impulso lector y curioso cerca de los 16 años para perderse en otras cosas que, ya pensándolo así sobrio, no eran tan interesantes. Luego se acercó para poner el lado B de lo que había estado escuchando antes de que llegara. -Tu música es deprimente.-Le soltó antes de echarse en la cama también, a un lado suyo y con naturalidad. Todo eso estaba bastante jodido. En ese momento se preguntaba una vez tras otra si era homosexual, hasta trataba de repasar si alguna vez había visto demás a cualquier hombre o algo, lo que fuera que le diera una señal, pero no había nada y no sabía si era peor. Al final seguía siendo el mismo idiota sin rumbo que destruía todo por no saber qué era lo que en verdad quería. No podía poner en orden los pensamientos de su cabeza. Lo peor de todo es que a pesar de eso seguía excitado y seguía deseando besarlo. Que estupidez todo. Sin pensarlo se acomodó sobre su brazo y se inclinó para hacerlo, más lento que antes, con mucha pausa, saboreando cada segundo de eso, también mordisqueó su labio inferior. Cerró los ojos, dejó que esa música de mierda fuera el complemento, no importaba.
-Todo esto está muy jodido.-Acotó cuando se le acabó el aire de tanto besar su boca con sabor a cigarrillo pero después volvió a reanudar el beso, no se cansaba. Tenía que empezar a pensar en irse.
No le importó tener el abdomen manchado, ni la mano, de hecho se mordisqueó la falange del dedo índice para probarlo mientras él se encargaba de limpiar su abdomen con la mano. Lo observó alejarse y también acomodó su ropa antes de echar un vistazo a su habitación. -No.-Respondió a lo del cigarrillo con el absurdo miedo de que incluso un simple cigarro le desatara unas ganas locas de correr a fumar, a drogarse y a beber hasta morir de una congestión alcohólica.
Fue hasta donde estaban algunos libros y los inspeccionó. Recordó su etapa de niño, en la que devoraba libros y también era ñoño a más no poder. El sombrero no lo había puesto en Ravenclaw por nada, pero había perdido ese impulso lector y curioso cerca de los 16 años para perderse en otras cosas que, ya pensándolo así sobrio, no eran tan interesantes. Luego se acercó para poner el lado B de lo que había estado escuchando antes de que llegara. -Tu música es deprimente.-Le soltó antes de echarse en la cama también, a un lado suyo y con naturalidad. Todo eso estaba bastante jodido. En ese momento se preguntaba una vez tras otra si era homosexual, hasta trataba de repasar si alguna vez había visto demás a cualquier hombre o algo, lo que fuera que le diera una señal, pero no había nada y no sabía si era peor. Al final seguía siendo el mismo idiota sin rumbo que destruía todo por no saber qué era lo que en verdad quería. No podía poner en orden los pensamientos de su cabeza. Lo peor de todo es que a pesar de eso seguía excitado y seguía deseando besarlo. Que estupidez todo. Sin pensarlo se acomodó sobre su brazo y se inclinó para hacerlo, más lento que antes, con mucha pausa, saboreando cada segundo de eso, también mordisqueó su labio inferior. Cerró los ojos, dejó que esa música de mierda fuera el complemento, no importaba.
-Todo esto está muy jodido.-Acotó cuando se le acabó el aire de tanto besar su boca con sabor a cigarrillo pero después volvió a reanudar el beso, no se cansaba. Tenía que empezar a pensar en irse.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Su negativa no me había provocado nada más que seguir fumando. Pensé que se iba a largar en el instante en que yo decidía volver a mi cama revuleta, pero nada ocurría. Sólo fingí no ver cómo se enderezaba la ropa, la camiseta que le había quitado como loco antes de hacer que se corriera, esas cosas. Ahora estaba en un presente falsamente tranquilo que ya llevaba muchas cosas para recordar, o para vivir: la primera, él seguía en mi habitación.
Sin aparente interés le vi recorrer mis libros apilados. Había más literatura y poesía (poesía sobre todo) que cualquier texto de la universidad, salvo algunos sobre periodismo mágico a través de la historia que estaban en el piso. Chéjov, Tolstoi, un montón de rusos deprimentes y un montón de poesía inglesa romántica, Yeats, Whitman. No sabía si acaso iba a tener una opinión respecto a todo eso, pero después de todo era la clase de cosas de las que uno se enorgullecía ,por que decían más verdades dolorosas que nadie junto.
-Todo lo que sigue al punk es deprimente- le respondí. No esperé que se recostara junto a mi y fingí que no me ponía nervioso. Yo no pensaba nada más que en su cercanía, sin darme cuenta que quería desde ya volverlo a ver, que me juzgara, que odiara mi música, mis libros, todo, pero que estuviera ahí. Lo besé cerrando los ojos de nuevo como un idiota, apenas rozando su rostro con las yemas de los dedos, entendiendo su manera de besar conociendo poco a poco cómo lo hacía. Lo besé sin detenerme, mezclando el olor habitual de mis sábanas con el de su cabello, el de su piel, su saliva, sus ganas de seguirnos besando. No iba a ponerle ninguna cara de idiota ilusionado cuando se separaba de mi.
Me encogí de hombros.
-No, está bien- le respondí. O sea, que no me parecía TAN jodido. Por que estaba ahí, se podía quedar en un lugar determinado, estaba bien. Había vivido una vida de ocultar cosas; me sabía mal para con Jess, incluso con Amy, pero después de todo, estaba bien. Todo podía ser peor, siempre. -Shit happens- le dije casi riéndome. Lo besé de nuevo. -De verdad necesitas calmarte, Sveinsson. Habla de otra cosa ¿En tu aldea juegan futbol? ¿O no han descubierto la rueda?-
Sin aparente interés le vi recorrer mis libros apilados. Había más literatura y poesía (poesía sobre todo) que cualquier texto de la universidad, salvo algunos sobre periodismo mágico a través de la historia que estaban en el piso. Chéjov, Tolstoi, un montón de rusos deprimentes y un montón de poesía inglesa romántica, Yeats, Whitman. No sabía si acaso iba a tener una opinión respecto a todo eso, pero después de todo era la clase de cosas de las que uno se enorgullecía ,por que decían más verdades dolorosas que nadie junto.
-Todo lo que sigue al punk es deprimente- le respondí. No esperé que se recostara junto a mi y fingí que no me ponía nervioso. Yo no pensaba nada más que en su cercanía, sin darme cuenta que quería desde ya volverlo a ver, que me juzgara, que odiara mi música, mis libros, todo, pero que estuviera ahí. Lo besé cerrando los ojos de nuevo como un idiota, apenas rozando su rostro con las yemas de los dedos, entendiendo su manera de besar conociendo poco a poco cómo lo hacía. Lo besé sin detenerme, mezclando el olor habitual de mis sábanas con el de su cabello, el de su piel, su saliva, sus ganas de seguirnos besando. No iba a ponerle ninguna cara de idiota ilusionado cuando se separaba de mi.
Me encogí de hombros.
-No, está bien- le respondí. O sea, que no me parecía TAN jodido. Por que estaba ahí, se podía quedar en un lugar determinado, estaba bien. Había vivido una vida de ocultar cosas; me sabía mal para con Jess, incluso con Amy, pero después de todo, estaba bien. Todo podía ser peor, siempre. -Shit happens- le dije casi riéndome. Lo besé de nuevo. -De verdad necesitas calmarte, Sveinsson. Habla de otra cosa ¿En tu aldea juegan futbol? ¿O no han descubierto la rueda?-
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
No, no estaba bien. Kristján sabía y sentía que eso iba más allá de lo jodido. Ahora había pasado a pensar en Jessy, en su dedicación, en que en verdad la quería y que como siempre, estaba estropeándolo todo, justo cuando se decidía a ser un buen novio para ella. Mierda, mil veces mierda. Sintió que se le ponía encima ese terrible fantasma que lo invitaba a beber lo que fuera, el whisky derramado en el piso si eso era lo único que había. La boca la tenía seca a pesar de que los besos no habían parado en casi ningún momento. Pensó en si se lo iba a confesar a Jessy, pero decidió que no un minuto después de planteárselo. No quería perderla y no quería lastimarla, se rehusaba a ser el patán de esa historia y de todos modos, para él en ese momento lo que pasaba en esa habitación debía ser una historia pasajera, por el bien de todos, o por su propio bien.
-El fútbol en Islandia es una mierda, te lo digo, pero recientemente Jökull Rúnarsson le metió un gol de historia a tu equipo ese de cuarta.-Señaló un poster pequeño del Aston Villa que había pegado por ahí. No mentía porque el deporte en su país de verdad era una pena, nunca calificaban para nada, pero de vez en cuando tenían pequeñas estrellas que brillaban en ciertas cosas.
-¿Sabes qué le gusta a los islandeses? El handball. No te miento, es una estupidez, no entiendo cómo pueden. Pero en verdad, es lo suyo. En el quidditch tampoco están muy bien.-Él era uno de esos milagros mágicos que ocurrían de vez en cuando. Los islandeses eran buenos para otras cosas, como para vivir en paz.
-Y cuando estaba en Durmstrang tuve que aprender a luchar. Empecé a entrenar pero tuve que ponerle una dosis de violencia, incluso para eso los islandeses somos muy civilizados, entrenamos en lucha profesional para siempre ser amistosos y equilibrados y no romperle el cuello a nadie de pronto.-Comentó, hablando de su país con soltura solo para no pensar en nada y relajarse, como él le había dicho que hiciera.-Los entrenadores lo dicen, ponerse creativo hasta en la lösatagsglima está bien siempre y cuando no jodas a nadie. Lo que yo quería era joder a todos.-No sólo hablaba de su país, sino de esa época oscura de su vida en la que se había vuelto como era. -Tú qué, ¿practicas algún deporte? No parece.-Se burló un poco, porque tenía que hacerlo.
-El fútbol en Islandia es una mierda, te lo digo, pero recientemente Jökull Rúnarsson le metió un gol de historia a tu equipo ese de cuarta.-Señaló un poster pequeño del Aston Villa que había pegado por ahí. No mentía porque el deporte en su país de verdad era una pena, nunca calificaban para nada, pero de vez en cuando tenían pequeñas estrellas que brillaban en ciertas cosas.
-¿Sabes qué le gusta a los islandeses? El handball. No te miento, es una estupidez, no entiendo cómo pueden. Pero en verdad, es lo suyo. En el quidditch tampoco están muy bien.-Él era uno de esos milagros mágicos que ocurrían de vez en cuando. Los islandeses eran buenos para otras cosas, como para vivir en paz.
-Y cuando estaba en Durmstrang tuve que aprender a luchar. Empecé a entrenar pero tuve que ponerle una dosis de violencia, incluso para eso los islandeses somos muy civilizados, entrenamos en lucha profesional para siempre ser amistosos y equilibrados y no romperle el cuello a nadie de pronto.-Comentó, hablando de su país con soltura solo para no pensar en nada y relajarse, como él le había dicho que hiciera.-Los entrenadores lo dicen, ponerse creativo hasta en la lösatagsglima está bien siempre y cuando no jodas a nadie. Lo que yo quería era joder a todos.-No sólo hablaba de su país, sino de esa época oscura de su vida en la que se había vuelto como era. -Tú qué, ¿practicas algún deporte? No parece.-Se burló un poco, porque tenía que hacerlo.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Estaba muy consciente de que Sveinsson iba a entrar en pánico en algún momento; si le decía que estaba bien era sólo para que no enloqueciera ahí mismo y quisiera matarse, matarme o hacerse un obliviate. Pero sabía la magnitud de lo que acababa de ocurrir y sólo quería un poco de espacio antes de que el peso de las complicaciones cayera sobre mi. No iba a decir “nosotros”, por que nuestras situaciones eran bastante distintas. Todavía me preguntaba cómo demonios habíamos terminado ahí, justo en esa situación, pero todavía no quería empezar a preocuparme, mucho menos cuando hablaba de fútbol.
-ha,ha, en esta habitación nadie insulta al Villa, discúlpate- le dije mientras miraba el techo, con el dolor de estar casado con un equipo que tenía muchas más bajas que altas. Pero claro, a nadie le gustaba que vinieran a puntualizar los defectos de un amor que no se puede remediar -Así funciona el fútbol, Sveinsson, uno no está con quien decide, está con quien te conquista sin que te des cuenta. Y aunque intentes convencerte de que es un equipo de mierda con el cuál sufrirás, ya no puedes dejarlo.- como muchas cosas en la vida. El ser humano, criatura viciosa.
Lo escuché cuando empezaba a hablar de los islandeses, pero más que de su país como promoción turística, hablaba de él mismo siendo islandés. No tenía idea de que hubiera un arte marcial en su país, y tampoco que hubiera estado en Durmstrang. Quiero decir, sabía que había entrado tarde a Hogwarts pero más nada; podía pensar que eso explicaba muchas cosas sobre su actitud, pero no estaba ahí para psicoanalizarlo tampoco, ni para hacerme el listo. Medio sonreía con ciertos pasajes de su crónica.
-Los islandeses serán amistosos y equilibrados ¿Seguro que naciste ahí?- por que si él se burlaba, yo también. Me reí recordando que había jugado futbol en el colegio muggle, y que todavía tenía algunos trucos cuando acaso tocaba un balón; era mejor que Jude, sin duda (pero eso no era mucho decir, sería un atleta pero en tierra y con un balón era un completo inútil), pero no hacía falta ser un genio para saber que el deporte jamás había sido parte de mi vida.
-No, la vida jugó humor negro conmigo haciéndome un gran fanático de los deportes de conjunto y haciéndome inútil para ellos. Pero está bien. No me gustaría haber tenido talento para el fútbol, creo que no lo vería de la misma forma. No se parece en nada ser un hincha a ser un jugador, tú debes saberlo bien, y estoy conforme… hay cosas que prefiero hablar y pensar, más que hacer. nunca lo había dicho de esa forma, y me sorprendía estar hablando de eso precisamente con él, que era justamente un atleta. Me terminé el cigarrillo y tuve que estirarme sobre él para dejarlo en el cenicero de la mesilla de noche, sintiendo un algo demasiado íntimo en ese gesto. -Todavía estoy esperando tu disculpa-
-ha,ha, en esta habitación nadie insulta al Villa, discúlpate- le dije mientras miraba el techo, con el dolor de estar casado con un equipo que tenía muchas más bajas que altas. Pero claro, a nadie le gustaba que vinieran a puntualizar los defectos de un amor que no se puede remediar -Así funciona el fútbol, Sveinsson, uno no está con quien decide, está con quien te conquista sin que te des cuenta. Y aunque intentes convencerte de que es un equipo de mierda con el cuál sufrirás, ya no puedes dejarlo.- como muchas cosas en la vida. El ser humano, criatura viciosa.
Lo escuché cuando empezaba a hablar de los islandeses, pero más que de su país como promoción turística, hablaba de él mismo siendo islandés. No tenía idea de que hubiera un arte marcial en su país, y tampoco que hubiera estado en Durmstrang. Quiero decir, sabía que había entrado tarde a Hogwarts pero más nada; podía pensar que eso explicaba muchas cosas sobre su actitud, pero no estaba ahí para psicoanalizarlo tampoco, ni para hacerme el listo. Medio sonreía con ciertos pasajes de su crónica.
-Los islandeses serán amistosos y equilibrados ¿Seguro que naciste ahí?- por que si él se burlaba, yo también. Me reí recordando que había jugado futbol en el colegio muggle, y que todavía tenía algunos trucos cuando acaso tocaba un balón; era mejor que Jude, sin duda (pero eso no era mucho decir, sería un atleta pero en tierra y con un balón era un completo inútil), pero no hacía falta ser un genio para saber que el deporte jamás había sido parte de mi vida.
-No, la vida jugó humor negro conmigo haciéndome un gran fanático de los deportes de conjunto y haciéndome inútil para ellos. Pero está bien. No me gustaría haber tenido talento para el fútbol, creo que no lo vería de la misma forma. No se parece en nada ser un hincha a ser un jugador, tú debes saberlo bien, y estoy conforme… hay cosas que prefiero hablar y pensar, más que hacer. nunca lo había dicho de esa forma, y me sorprendía estar hablando de eso precisamente con él, que era justamente un atleta. Me terminé el cigarrillo y tuve que estirarme sobre él para dejarlo en el cenicero de la mesilla de noche, sintiendo un algo demasiado íntimo en ese gesto. -Todavía estoy esperando tu disculpa-
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
Re: La paliza / Hutchins /
-Soy amistoso y equilibrado, no sé de dónde sacas que no.-Se tuvo que reír por la ironía. Escuchó la historia de Hutchins sobre los deportes con interés, asintiendo en algunas partes, concordando con que no se veían de la misma forma cuando jugabas que cuando sólo eras fanático.
-No me pienso disculpar con tu estúpido equipo, estás mal.- Que se estirara sobre él lo hizo querer volver a besarlo. Y eso lo hizo darse cuenta de que estaba demasiado cómodo tumbado en esa cama, en esa habitación y con esa compañía inimaginable.
Aunque volvió a hacerlo, eso de besarlo con urgencia, de nuevo inclinándose sobre él en un gesto dominante antes de ponerse completamente encima y seguir con ello, sosteniendo el peso de su cuerpo sobre las palmas de sus manos. De la boca de Hutchins pasó a su barbilla y después a su cuello antes de incorporarse de golpe. Se sentó en la orilla de la cama y se llevó la dos manos a la cabeza en un gesto dramático pero que le había salido natural.
-No puedo hacer esto, tengo que largarme de aquí.-Porque se sentía en verdad muy cómodo hablando de esas cosas y también con su cercanía. ¿En qué mundo de mierda eso estaba pasando? No podía pasar ni un minuto más en esa habitación, ni pasar la noche mucho menos, aunque en algún momento hasta lo contempló.
Eso estaba muy mal, tenía novia y estaba dejando a un lado por completo lo que sentía por ella y lo que generalmente se prometía cuando estabas exclusivamente con alguien, con títulos y todo. Además de eso estaba el hecho de que la persona con la que la engañaba era nada más y nada menos que un hombre, algo impensable, que parecía hasta una broma. No dijo nada de eso en voz alta pero no dejaba de torturarse con la idea de que algo no estaba bien con él.
-Me estoy sintiendo demasiado cómodo y está mal, muy mal.-Le dijo antes de ponerse de pie y empezar a acomodarse bien la ropa compulsivamente, aunque tuviera realmente todo en su lugar.Ya nada más le faltaba decir "esto fue un error" para acabar de sentirse como un animal.
-No me pienso disculpar con tu estúpido equipo, estás mal.- Que se estirara sobre él lo hizo querer volver a besarlo. Y eso lo hizo darse cuenta de que estaba demasiado cómodo tumbado en esa cama, en esa habitación y con esa compañía inimaginable.
Aunque volvió a hacerlo, eso de besarlo con urgencia, de nuevo inclinándose sobre él en un gesto dominante antes de ponerse completamente encima y seguir con ello, sosteniendo el peso de su cuerpo sobre las palmas de sus manos. De la boca de Hutchins pasó a su barbilla y después a su cuello antes de incorporarse de golpe. Se sentó en la orilla de la cama y se llevó la dos manos a la cabeza en un gesto dramático pero que le había salido natural.
-No puedo hacer esto, tengo que largarme de aquí.-Porque se sentía en verdad muy cómodo hablando de esas cosas y también con su cercanía. ¿En qué mundo de mierda eso estaba pasando? No podía pasar ni un minuto más en esa habitación, ni pasar la noche mucho menos, aunque en algún momento hasta lo contempló.
Eso estaba muy mal, tenía novia y estaba dejando a un lado por completo lo que sentía por ella y lo que generalmente se prometía cuando estabas exclusivamente con alguien, con títulos y todo. Además de eso estaba el hecho de que la persona con la que la engañaba era nada más y nada menos que un hombre, algo impensable, que parecía hasta una broma. No dijo nada de eso en voz alta pero no dejaba de torturarse con la idea de que algo no estaba bien con él.
-Me estoy sintiendo demasiado cómodo y está mal, muy mal.-Le dijo antes de ponerse de pie y empezar a acomodarse bien la ropa compulsivamente, aunque tuviera realmente todo en su lugar.Ya nada más le faltaba decir "esto fue un error" para acabar de sentirse como un animal.
Kristján Sveinsson- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: La paliza / Hutchins /
Las cosas me elegían. La vida hacía conmigo lo que le daba la gana y ya ni siquiera oponía resistencia. A los nueve años había ido al Villa Park para enamorarme de un equipo poco goleador, rematadamente inglés, aburrido y defensivo. Había sido culpa de Gordon Cowans, de un estilo poco práctico, rebuscado y hermoso. Y si se me ocurría pensar en fútbol era por que se relacionaba con todo lo que me ocurría. No había elegido mi equipo, ni tampoco elegía a la persona que, contra toda probabilidad, estaba recostada a un lado mío y volvía a besarme.
Lo despeiné mientras sentía sus labios contra mi cuello, encontrando demasiado fácil volver a excitarme y querer seguir besándolo sin descanso. Pero entendía lo que estaba ocurriendo. La pequeña tregua para hablar de cualquier cosa lo había hecho aún peor, aún peor que volver a abrirle los pantalones o algo así. Ni siquiera me había dado cuenta en qué momento estaba hablando tanto, con naturalidad, haciendo chistes idiotas. Me descolocaba que se incorporara como si se le acabara el efecto de una poción (ja) pero me iba a sorprender que en ningún momento le ocurriera.
No pude responder nada a su primera negativa, casi parecía decírselo a sí mismo ¿Y qué iba a hacer yo, insistir? ¿Decirle que se quedara? Que así lo quisiera no me hacía pensar que era una petición posible. Por que no. Por que era complicado desde el momento en que había ocurrido y no iba a dejar de serlo aunque permaneciera sólo en la lista de errores de la vida de Sveinsson. Ni siquiera me iba a ofender que lo pensara así, por que ese no era mi problema. Yo, por mi parte, todavía no sabía qué iba a pensar en adelante, pero era bueno fingiendo que nada pasaba. Lo había hecho casi toda la vida.
-Lo sé- le respondí con la tristeza que siempre tiene el admitir que moralmente (y eso lo decía por que estaba con Jess, no por que fuéramos un par de tipos) algo no está bien pero a la vez con cierta expectativa, ciertas ganas de no olvidar que no estaba bien, pero había estado bien. Al menos por mi parte. Lo que no esperaba era que dijera que se estaba sintiendo cómodo, por que la verdad yo tampoco lo esperaba. Lo tenía en la peor de las consideraciones, que era un tipo listo que le gustaba hacerse el idiota, que tenía problemas de autocontrol, yo que sé, todos juzgamos a todos sin piedad. Pero no. Me habían gustado sus chistes tontos, las cosas que decía cuando intentaba no hablar de nada. Definitivamente, sentirse cómodos era algo que estaba mal.
Me levanté de la cama revuelta y me puse de pie, mirándolo en sus frenéticas ganas de irse de una vez. Tuve a bien acomodar la etiqueta de su camiseta, un gesto vago que igual de pronto me parecía demasiado cariñoso, demasiado libre de las provocaciones que nos habían llevado hasta eso. Exhalé también algo conflictuado.
-Cuídate, Christian— por que así sonaba en mi acento de Birmingham, claro. Si acaso volviera a hablar con él le pediría que me enseñara la pronunciación islandesa o una tontería así. Pero no. Me encogí de hombros y quité el seguro de la puerta. Un error, sí. Era experto en cometer los mejores errores.
Kit Hutchins- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 26/12/2014
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