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Gnomos gruñones y otras hierbas

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Mensaje por Bruce Mayer Jue Ene 08, 2015 1:35 pm

Gnomos gruñones y otras hierbas Christmas-choir

Al final la habían pasado super bien en el baile de navidad, entre besos y esquivando pasteles se hicieron las doce, llegó Blackburn y echó a todito dios del comedor.  Esa noche se acababa más rápido de lo que había pretendido, y Bruces ya se iba de la uni para convivir con su familia unos buenos días, pero había acompañado a Sira hasta su dormitorio y recordádole que quedaban con una cita en pendiente. Qué él le escribiría.

Y eso hizo, unos días después le mandó una lechuza invitándola a encontrarse en Hosmeade, aprovechando la escusa del festival anual de coros raciales que se celebraba todos los inicios de año, justó allí donde la calle principal desaparecía para dejar lugar a los campos eternos. Había muchísimos magos en el pueblo, todo estaba iluminado aunque aun no terminaba de caer el sol, la nieve seguía cayendo e igual la gente paseaba en familia o con amigos sin notar el frío o los empujones.

Casi todas las tiendas tenían sillas y mesas o escaparates sobre la acera, y en medio de la calle los puestos de chucherías invitaban a curiosear y quizá comprar algo si no te habías gastado todo el dinero en los presentes navideños.

No sabía como iba a encontrarse con Sira, si bien habían quedado en la puerta de las tres escobas. Es que había tanta gente que era imposible reconocer a nadie a más de dos metros. La esperaba con dos cervezas de mantequilla en mano, guantes de cuero y una capa hasta los tobillos. Las voces cantantes empezaban a sonar al fondo de la calle, ensayando sus notas para el gran espectáculo, estaría el coro de Hogwarts, el de la universidad, un cuarteto de semigigantes, toda una noche de canciones... Bruce esperaba con ansias el de semiveelas, como todo mundo, pero sobre todo el antiquísimo coro universal de gnomos gruñones.
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Mensaje por Sira O'Sullivan Jue Ene 08, 2015 5:38 pm

Al final tal y cómo me había dicho Bruce me llegó una lechuza de su parte. Mis hermanos no dejaron de picarme desde entonces, pero si algo se me daba bien era ocultarles información, por lo que, aunque lo intentaron con todas su fuerzas al final no lograron sonsacarme absolutamente. Ni siquiera en aquellos momentos que estaba a minutos de encontrarme con el ex Hufflepuff, habían sido capaces de saberlo. Me había ido a pasar lo que restaba de vacaciones con mi familia en Dublín, bueno, más bien a las afueras de la capital, porque simplemente me gustaba pasar tiempo en familia, por mucho que mis hermanos pudieran llegar a ser lo más pesado de todo el mundo.

Es más, en aquellos momentos le lancé una mirada furibunda a Jonah que había empezado a hacer las típicas payasadas justo detrás de mí reflejándose en el espejo. – Sabes que voy a ir contigo hasta Hogsmeade, ¿no? – Rodé los ojos y los puse unos segundos en blanco. Claro que lo sabía, me lo había repetido una infinidad de veces. Había quedado en el pueblo cercano a Hogwarts con unos amigos y ya me había dicho como cientos de veces que me iba a acompañar y claro… Era difícil negarse a que te acompañase tu hermano cuando hasta tú propia madre le decía que te acompañase. ¡Ni que tuviera aún doce años! Pero bueno, a veces en aquella casa era mejor no discutir.

Le miré una vez más antes de que saliera de mi habitación antes de recogerme el pelo en una coleta alta. Por algún motivo había decidido recogerlo en lugar de llevarlo suelto sobre los hombros… Estaba pensando en que si acababa haciendo viento me acabaría molestando el pelo metiéndoseme en los ojos y la idea no me gustaba en absoluto y a juzgar por el tiempo que llevaba haciendo los últimos días, no me hubiese extrañado en absoluto que acabase levantándose una ventisca.

Un par de minutos después baje la escalera. Me había puesto un vestido de punto de un color azul cielo que hacia juego con mis ojos y encima un abrigo de color blanco que hacia juego con los tacones blancos que calzaba. Una pequeña sonrisa cruzó mi rostro al tiempo que veía a mi hermano acercarse hasta mí para tomarme del brazo sin darme apenas tiempo a despedirme de mis padres, que ya noté aquel tirón a la altura del ombligo tan característico de las apariciones y al momento estábamos en Hogsmeade. Un Hogsmeade que estaba bastante lleno de gente que iba hacia todas partes. ¿Cómo era posible que alguien se encontrase con otra persona allí? La verdad, es que había oído de aquella especie de festividad que se hacía después de año nuevo en la pequeña aldea, pero era la primera vez que lo veía con mis propios ojos y todos los puestos, todas las cosas atraían mi atención como si fueran un imán.

Con un gesto de la mano me despedí de Jonah que se encaminó hacia el lado opuesto al que me encamine yo, abriéndome paso entre la gente. ¿De verdad cabía tanta gente en aquel espacio? En más de una ocasión creí que iba a pisar un pie ajeno o que simplemente no iba a poder pasar entre dos personas que me bloqueaban el paso, pero siempre acababa apañándomelas de una manera u otra. Al final tras pasar entre dos personas pude divisar a Bruce justo donde habíamos acordado vernos. En la puerta de las Tres Escobas. Una sonrisa nerviosa se dibuja en mi rostro mientras avanzo hasta él. Desde la noche del baile no nos habíamos vuelto a ver y realmente una parte de mí se preguntó… ¿cómo tengo que actuar ahora? Me llevé una mano nerviosa a la nuca al tiempo que llegaba a su altura.

Confianza, seguridad, Sira. La sonrisa en mi rostro deja de temblar y es posible que mis ojos azules estén brillando. Emoción, alegría, pueden ser mil cosas, pueden no ser ninguna. Dentro de mi cuerpo noto volar otra vez esas mariposas. Las mismas que noté en el comedor justo antes de que me besase y eso hace que mi sonrisa se ensanché más automáticamente. – Buenas noches Bruce… - No sé cómo reaccionar, ni qué hacer en ese momento, pero por algún motivo mi boca sí que parece saber qué decir – Tenía ganas de verte… - Y era verdad. Habría mentido si hubiese negado que había estado esperando aquella lechuza como agua de mayo.
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Mensaje por Bruce Mayer Sáb Ene 10, 2015 3:32 am

La espera se le estaba haciendo eterna. Objetivamente no había retrasos, era su expectativa lo que lo mantenía alerta pensando en si se presentaría Sira, si la encontraría entre el mar de gente, si vendría sola, si traería una amiga por pensar que... si eso había sido una buena idea, que hacía allí con dos cervezas en las manos?  Para que mentirse, la chica le gustaba, siempre le había gustado, sabía que lo del baile no había sido al azar, pero... y ahora?

Sonrió cuando la vio hacerse paso entre la multitud, incluso levantó una mano para saludar, pero en cuanto se dio cuenta que llevaba una cerveza la bajó volcando algo del contenido sobre su guante. Era un idiota. Suerte que la muchacho aun no llegaba junto a él. Pero cuando si llegó sucedió algo peor, pues Bruce si agachó un poco el cuerpo y la cabeza para besarla y... ella no. -Sira... como estas? - de inmediato se hizo para atrás como si nada de eso hubiese sucedido. No iba a besarla en los labios, pero... en la mejilla. Como fuera, solo esperaba haber disimulado bien - yo también... - era obvio pero cierto y basta de escusas.

Le tendió una cerveza de mantequilla  y ahora si con una mano libre se sacó un guante con los dientes y el otro para guardarlo en los bolsillos y de paso a manos libres poder tomarla por la cintura y abrirse camino entre la multitud lado a lado - que tal tus vacaciones?.... recibiste buenos regalos? a mi me tocaron puros pares de calcetines.... lo digo y lo repito, tengo la peor madre del mundo.- Era una frase recurrente ya esa, pero seguía haciéndole gracia.

Fue un momento, ya llegando al sitio de los coros donde la congestión de gentes se hizo imposible y no hubo más que ponerse en fila uno detrás de otro para avanzar hasta los mejores sitios. La abrazó por atrás encargándole también que llevase su cerveza y el olor de su cabello bajo la nariz fue lo que terminó de tentarlo para besarla, aunque fuera así de desleal por la espalda y solo en el cabello, pero no por eso menos real y quizá demasiado confianzudo para la pareja que no era.  - por detrás de esa estatua - le susurró al oído indicándole que camino debían tomar. - hasta el árbol aquel -
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Mensaje por Sira O'Sullivan Sáb Ene 10, 2015 4:22 pm

Si no fuera porque en ese momento tenía los nervios a flor de piel, posiblemente me habría dado cuenta de cómo Bruce había intentado disimular, así que se podría decir que había tenido suerte y todo. Mi mirada se movió inquieta mirando al muchacho y sonriendo cuando depositó aquel beso en mi mejilla. ¿Qué demonios me esperaba yo? Quizás es que todavía estaba todo demasiado confuso dentro de mi cabeza loca, ¿podía ser simplemente eso? – Muy bien la verdad… - Me arrebujé dentro de mi abrigo blanco unos segundos antes de sonreír. – ¿Y tú? Se te ve muy bien.

No me gustaba mentir, no tendía a hacerlo. Solía ir con la verdad por delante y siempre decía lo que me pasaba por la cabeza en esos momentos, pero Bruce me ponía nerviosa de una manera que lograba que ni tan siquiera pudiera pensar con claridad, me quedaba algo así como bloqueada. Era algo extraño, desde luego. Mi sonrisa se ensanchó visiblemente cuando el muchacho dijo que él también tenía ganas de verme. – ¡Vaya! Gracias… - Menté en el momento en que me tendió una de las cervezas de mantequilla que cargaba en las manos. Mientras él se quitaba los guantes aproveché no sólo para darle un trago a la bebida, sino también para mirar a mí alrededor. No muy lejos de allí distinguí la silueta y el pelo rubio de Jonah cosa que me hizo sonreír mientras le seguía con la mirada hasta que noté una de las manos de Bruce en mi cintura.

- Pues… - ¿Qué cómo me habían ido las vacaciones? Medité mientras caminábamos entre la gente o más bien, me dejaba guiar por el muchacho que me sujetaba por la cintura. Una risa salió de entre mis labios cuando dijo aquello de su madre. – Seguro que no es para tanto y simplemente pensaba que te serían útiles… - Le piqué mientras volvía a cruzarse en mi campo visual mi hermano. ¡Por todos los magos! Parecía que lo hacía adrede o algo parecido. – Mis vacaciones han sido bastante tranquilas. Me regalaron algunos libros, una recordadora porque Jaden cree que tengo mala memoria… - Fruncí el ceño al decir aquello porque obviamente no estaba de acuerdo. – Un ajedrez mágico para que trabaje mi habilidad mental, eso me dijo Oliver. – Me reí. Al menos me gustaba jugar al ajedrez mágico y me jactaba cada vez que les ganaba una partida a los tres varones de mi casa.

¿De verdad que cómo podía acudir tanto gente allí? Obviamente no le iba a decir que no cuando Bruce me tendió su cerveza para que también la aguantara mientras nos movíamos uno tras el otro entre aquella congestión de gente. ¿Incomodarme la forma como me agarraba? Para nada, más bien todo lo contrario y eso se podía saber por la sonrisa en mi rostro aunque para el castaño era invisible pues no había manera alguna de la que viera. Y esa sonrisa se ensanchó ligeramente cuando noté como acercaba sus labios a mis cabellos para besarlos. Algo así se nota, algo así hace que un escalofrío te recorra el cuerpo entero y para nada es algo desagradable. Si no fuera porque estábamos caminando entre el gentío y llevaba en las manos las dos bebidas… En fin.

Mis orbes azules fueron a parar a la estatua a la cual se refería y luego se posaron en el árbol y simplemente me dirigí hasta allí. Casi que pude respirar de alivio cuando salimos de aquella congestión de gente porque aunque fuera claustrofóbica todo aquello a la larga podía provocarme ansiedad y no era agradable de sentir ni que los demás observasen. Miré al árbol con curiosidad antes de volverme hacia el sonido del coro y devolverle su bebida a Bruce con una sonrisa. Le miré entonces con curiosidad quizá más tiempo del debido. Siempre sabía cómo encontrar las palabras adecuadas para cada situación y no obstante, ahora parecían quedarse trabadas en alguna parte de mi garganta. – Bruce…. Estuve pensando en lo que pasó en el baile… - Dije simplemente notando como toda la sangre me volvía a subir a la cabeza, como aquella noche justo antes de que me besara.
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Mensaje por Bruce Mayer Sáb Ene 10, 2015 5:32 pm

Los regalos de Sira si estaban buenos. No sabía que ella jugara al ajedrez, pero sonaba muy lógico, y como era costumbre allí también coincidían en eso. Obvio que no le gustaba tanto el ajedrez como el quiddicth pero se defendía bastante bien con las piezas y hasta le sonaba a buena idea y nada aburrida (estaba loco) jugarse unas partidas con ella. Pero hoy no sería el día, o no por ahora. Había que cruzar el mar de gente sin volcar sus cervezas hasta alcanzar una buena posición lateral para escuchar el espectáculo, y de algún modo aprovechar la intimidad que semejante cantidad de gente provocaba para pasear sus dedos por la cintura de Sira aunque fuera por sobre el abrigo.

Bajo el árbol aquel estaban sobre una lomada lateral al escenario, como si de un palco de teatro se tratase. Y así a lo mágico era pensado, había velas sombrías colgando de las ramas para iluminar lo mínimo, y unas alfombras térmicas sobre la nieve cada ciertos metros como invitando a tomar asiento. Tomó las cervezas de mano de Sira y se agachó para dejarlas enterradas en la nieve, así ni siquiera perderían su temperatura fresca. Cuando ascendió su rostro se encontró con las palabras de la rubia y sus labios rosados haciéndole recordar de todas las formas posibles la fiesta de navidad. No podía hacerse el tonto más tiempo, o era que estaba seguro de entenderla o las ansias en sus manos por volver a acariciarle el rostro. Algo de todo eso debía ser, lo que ayudó a dar un paso hacia delante sin mediar palabra porque no tenía puta idea de qué decir. Que él también había estado pensando? Nah.

Llevó su mano hacia el cuello de Sira, compitiendo con sus cabellos y le alzó el rostro para terminar de acercar el propio y besarla. Despacio y con los nervios de estar arriesgando pero convencido de alguna forma extraña de que no iba a rechazarlo. Entre abrió su boca, buscando hacer profundo y duradero el contacto, llevando su otra mano a la cintura de la chica, primero por arriba del tapado, luego adelantándose hacia el frente buscado colarse por donde se abotonaba y poder acariciar su cintura ya con menos ropas entre medio, para presionando en su espalda acercarla a él y no despegarse jamás.

Si le preguntasen ahora mismo, diría que la besaría por siempre y que era un idiota en haberse tardado tantos años en lograr algo con ella. Era la chica más hermosa que conocía por lejos. Era simpática, inteligente, interesante, era la bruja perfecta. Sus curvas armonizaban con sus manos, sus labios sabían a amortencia y olía a rosas afrodisíacas. Estaba completamente embobado con sus ojos claros y quería abalanzarse sobre ella desde tiempos inmemoriables. Y así y todo habían tenido que ocurrir un montón de cosas en medio para que Bruces empezase a arriesgar.

No supo cuando abrió los ojos, o cuanto se tardó en llegar de sus labios a su oído dejando besos en el cuello porque pues.. ya la había besado ya eso no volvería a ser una cita de "amigos" - vi a tu hermano por ahí... pero... no te importa, no? - Lo que quería preguntarle es si a ella le incomodaba que la besase o esas cosas estando su hermano por ahí. No quería que eso se pusiese raro para Sira, quizá era otra razón por la cual no la había besado antes. Simplemente en el momento anterior, en la oscura sombra del árbol, no había podido contener sus ganas. Pero podía hacerlo si a ella le parecía.

Esperó su respuesta y luego la invitó a sentarse sobre la alfombra. Sacarse él su saco pues para algo eran brujos y la telas que le haría de asiento emanaba un calor especial para el crudo invierno. Los coros ya le importaban bien poco pero igual sonaban frente a ellos y eran divertidos.
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Mensaje por Sira O'Sullivan Sáb Ene 10, 2015 6:45 pm

¿Por qué iba a rechazarlo? Sería tan hipócrita, tan estúpido y estaría tan fuera de lugar. En situaciones y momentos así simplemente te dejas llevar. Es como si desconectaras tu cerebro, hicieras caso omiso a las voces en tu cabeza que intentan decirte qué hacer y simplemente dejaras que tu propio cuerpo y todas las emociones que en el albergas tomen la delantera, entren en acción, hagan lo que se desea, sin preguntas, sin porqués, nada. Noté que una sonrisa se dibujaba en mi rostro cuando me empezó a besar, poco antes de responderle de la misma manera, acompasando mis labios a los suyos y dejándole entrar para que profundizara aquel contacto.

De igual manera ni siquiera me incomoda o me preocupa de ninguna manera notar sus manos en mi cintura, como se cuelan por dentro del abrigo para acariciar el vestido que llevo debajo. Por mi parte he subido mis brazos hasta su cuello entrelazando las manos justo en su nuca. Es de esos momentos en la vida que parecen detenerse, como si todo a tu alrededor dejase de tener importancia o sentido. Hacía mucho tiempo que no me pasaba algo parecido, desde que Christopher se había marchado a América y yo me había quedado en Irlanda con el corazón encogido en una de mis manos (metafóricamente hablando, claro). Lo más curioso de todo aquello, es que siempre había sentido que Bruce y yo congeniábamos, sentía esa química, esa atracción, esa tensión que flotaba entre nosotros… pero siempre parecía que había otras cosas que se habían metido de por medio.

No es que no quisiera con esto que no hubiera querido a nadie que hubiese estado conmigo durante esos años. Al contrario. Cada uno de ellos había sido importante a su manera. James había sido ese primer amor que tenemos, la primera vez en todos los aspectos de una relación y no me arrepentía para nada y valoraba su amistad más que muchas otras cosas en mi vida. Había sido una persona demasiado importante en la misma como para perderla simplemente porque la relación amorosa había terminado en algún punto. Del mismo modo con Chris con quien seguía carteándome en la actualidad.

Aún así muchas veces me había preguntado qué nos impedía al Hufflepuff y a mi llegar al punto en el que estábamos ahora, mientras sentía como sus labios subían por mi cuello. – ¿Mi hermano? – Por un momento estúpido y efímero no sabía de lo que me estaba hablando, hasta que recordé a Jonah a quien yo misma había divisado hacia unos momentos. – Vinimos juntos… ¿Por qué iba a importarme? Yo soy la primera que tengo que aguantarle las chicas con las que se junta, que solo tienen serrín en la cabeza. – Sonreí brevemente antes de ser yo la que ahora acortase las distancias y le besara con suavidad en los labios.

Levanté la mirada al coro que sonaba frente a nosotros e incluso eché un vistazo rápido, pero el cabello rubio de mi hermano parecía haberse perdido. Quien sabe y capaz se había ido ya tras alguna falda, aquellos chicos nunca cambiarían. Eran eso, chicos, después de todo, aunque era obvio que no todos eran iguales en ese aspecto. Me bastaba ver a Bruce y saber cómo era para comprobarlo. Ni siquiera entendía ese afán que tenía algunos chicos (e incluso chicas) por presumir de según qué cosas, como si eso fuera a hacerles más machos. Solo pensarlo me hizo poner los ojos en blanco.

- ¿Y… además de esos calcetines que te regaló tu madre? ¿Qué tal tus vacaciones? ¿Alguna novedad o algo? – Le pregunté al tiempo que me sentaba sobre la alfombra. Era increíble lo que se podía conseguir mediante la magia. Cosas tan simples como que aunque estuvieras tan cerca de la nieve no sintieras frío alguno, hasta el punto de que me aventuré a quitarme el abrigo blanco y quedarme simplemente con el vestido de cuello alto que llevaba debajo, dejando la otra prenda a un lado. Mis ojos volvieron a posarse sobre Bruce mientras una de mis manos se adelantaba y tomaba una de las del muchacho, entrelazando nuestros dedos. – ¿Hicisteis algo especial?
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Mensaje por Bruce Mayer Dom Ene 11, 2015 4:23 am

Las palabras de Sira fueron las justas para que Bruce terminara de liberar toda tensión sobre la situación. No solo no le importaban los contextos para besarlo, en este caso, poder tener a su hermano entre el público, sino que lo mencionaba con tal naturalidad que afirmaba que hacerlo era lo correcto y lo indicado y lo que ella quería y eso a Bruces lo enamoraba, pues ser correspondido no dejaba lugares a recelos. Estaban donde querían estar, con quien querían estar, haciendo lo que querían hacer. Que más se podía pedir? Un coro de dos animagos  que desde dos altas butacas se trasformaban de mujer a gato mientras cantaban, por ejemplo? pues ahí estaba!

Se sentó a su lado con confianzas doblando una rodilla y estirando la otra pierna para estarse de lado y poder verla, charlar a gusto, esas cosas tontas - Pues... si ademas de calcetines recibí calzones... jajaja... y un equipo nuevo de pelotas de quidditch - Ya sabía Sira lo fanático que era Bruce del quidditch? y lo mucho que había intentado formar parte del equipo de Hufflepuff para nunca lograrlo? Pues si, debía saberlo. - La camiseta original de las hurracas me regaló mi abuela y... un esqueleto humano .- eso sonaba fatal, pero el estudiaba medimagia era como básico tener un esqueleto en su cuarto. Cuando ella lo tomaba de la mano, se semi sonrió e inclinó para besarla nuevamente. Primero eso! luego lo demás - Este año el receso se pasó muy rápido, no viajamos a ningún lado, ni hicimos algo especial, además de destruir el jardín jugando al Quidditch con Alfred, pues...  - Intentaba buscar algo que lo hiciera ver interesante pero la verdad es que, no. No había pasado nada, siquiera había encontrado oportunidad para ir a patinar con Amy como habían acordado, pero eso no lo iba a mencionar pues no quería que Sira pensase cualquier cosa. Amy era su ex y ahora solo una amiga y si uno aclaraba a veces oscurecía.

Tomó su cerveza de mantequilla y le dio un buen sorbo - Lo más gracioso fue tener a Alfred "discapacitado" por una semana en casa. Recuerdas el baile? que apreció Blackburn? Pues, Alfred y otro estaban a los golpes... El decano los hechizó y Alf estuvo siete día sin poder usar las manos. Mira que mis viejos son medimagos e igual nada! Así que había que darle de comer en la boca, vestirlo, bañarlo... - y no iba a decirle como resolvieron lo de las necesidades fisiológicas pues no era conversación para una cita. Aunque claro la cara de Bruce no dejaba lugares a dudas. - Fue como ser enfermero toda una larga semana... Debo confesar le jugué un par de malas pasadas... - y Sonrió guiñándole un ojo. Es que tener a su hermano mayor quien siempre lo torturaba con cariño pero también con maldad a su completa merced, era algo muy interesante incluso para una persona correcta como Bruce. Correcto pero no tonto. - Un día, ya que no podía mover los brazos mientras le afeitaba la cara, también le quité las cejas... Estaba que chillaba. Lo hubieras visto, parecía una furia. - Eran tontadas pero entre hermanos de toda la vida, era la sal de todos los días.

Agachó la cabeza un momento por volver a su cerveza y cuando la alzó de nuevo, mordiéndose la mejilla por dentro le preguntó a Sira. - Tu crees que soy muy aburrido?...  - En realidad pensaba que él se comportaba demasiado bien, porque Alf ya lo hacía demasiado mal, y como si fuera un equilibrio familiar al que amoldarse, no había quedado más que ser el tranquilo para que el mundo no colapsara en caos. - Confío en tu criterio, pero no seas malvada - acotó con una sonrisa de lado volviéndola a besar. Y le preguntaba a ella porque quien mejor que Sira que lo conocía desde siempre y con quien tenían tanto en común para criticarlo. Además quería saber su opinión, él podía cambiar si era necesario.
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Mensaje por Sira O'Sullivan Dom Ene 11, 2015 6:10 pm

Pelotas de Quidditch. Eso me hizo sonreír. Seguro que a Jaden le hubiese encantado recibir un regalo como ese para poder tirar el viejo equipo, bueno, no, tirarlo no, porque pertenecía a nuestro padre, pero si guardarlo. Era el miembro de la familia que había decidido dedicarse al Quidditch de manera profesional y se podría decir que la carrera no le iba nada mal. En casa todos éramos bastante dados a jugar al Quidditch, especialmente cuando nos juntábamos todos los primos y podíamos hacer un partido tal y como Merlín mandaba.

El esqueleto humano me llamó realmente la atención. Imaginé que se debía al hecho de que era estudiante de Medimagia, pero que yo recordase, Oliver no tenía ninguno ni había mencionado jamás querer uno. Claro que, esas cosas, capaz y eran a gusto del personal. Algunos querían uno porque lo consideraban algo imprescindible, mientras que otros podían verlo como algo que bueno, si lo tenían bien y sino pues también. – Te tomas tu carrera muy en serio, ¡eh! – Sonreí brevemente unos segundos. Era un cumplido más que algo dicho con tono de sermón o como burla o algo parecido. Me parecía una pena que no hubieran podido viajar o que no hubieran hecho algo especial, pero bueno, al final si pasas esos días con la gente que aprecias y con la que realmente quieres estar, es lo que lo hace especial. - ¿Destruisteis el jardín? – Unas carcajadas se me escaparon. – Creo que si a mi madre le destruimos el jardín jugando a Quidditch, nos mata o algo. – Puse los ojos en blanco unos segundos antes de volver a reír. – Hace unas semanas un estudiante de Quidditch… Kristján Sveinsson, me dijo que tenía madera de cazadora. Seguramente se deba a todos los partidos de Quidditch que hemos hecho en casa… Ni siquiera jugué en Hogwarts para Hufflepuff – Me encogí ligeramente de hombros mientras estiraba las piernas y le miraba de reojo.

Yo también tomé mi cerveza dándole un generoso sorbo al tiempo que asentía con la cabeza. Como para olvidar el momento en que había entrado Blackburn en el comedor. Todo había cambiado de un momento a otro, como si realmente allí no se hubiera dado una fiesta. – Como para olvidarlo… - Me llevé una de las manos a la nuca antes de subir por mi propia cabeza y soltarme la coleta para que el cabello rubio me cayera sobre los hombros. ¿De verdad lo había dejado una semana incapacitado? Mi boca se abrió ligeramente y en el momento que me di cuenta me la tapé con las manos. – ¿En serio? ¿Ni siquiera ellos pudieron arreglarlo? Menos mal que no fue algo peor… Aunque eso ya era bastante malo, la verdad. – Tragué saliva y decidí darle un nuevo sorbo a la bebida. Eso sí, parecía que Bruce había usado aquella pequeña ventaja a su favor lo cual me hizo esbozar una sonrisa divertida. – Ya veo…, un poquito de venganza, ¿no? Créeme que yo también lo hubiera hecho de haber estado en tu lugar, aún hay algunas cosas que deseo devolverles a mis hermanos. – Aunque sería más en un término cariñoso pues nunca había sido dada a la violencia fraternal precisamente. – De todos modos, me hubiese gustado ver a tu hermano sin cejas… - Me carcajeé durante unos segundos antes de echar un rápido vistazo a mi alrededor. – No está por aquí, ¿verdad? Solo faltaría que ahora me oyese decir esas cosas…

Aunque vamos, tampoco es que me fuera a preocupar demasiado que me oyese, si tenía algo que decirme o incluso hacerme, sabía defenderme perfectamente así que no había problema alguno. Ahora sí que me sorprendió ligeramente, tanto es así que tuve me quedé callada unos segundos después de que me lanzara la pregunta, como si aquel beso que me dio justo después me dejara atontada. ¿En serio me había preguntado eso? – Si tú eres aburrido, yo también. – Respondí basándome en que nos parecíamos mucho y teníamos gustos similares. – Además… piensa que no todos somos iguales. Es decir… a cada grupo de personas le gustan unas cosas u otras, pero no considero que debas seguir “la moda” de los demás, solo para caerle bien a un grupo de gente. No vale la pena y destrozarías la esencia de tu propio ser. Cada persona es un mundo y es única, precisamente porque su forma de pensar y su personalidad es única… ¿Para qué cambiar y volverse igual que otra persona? ¿Solo por ser más guay, más popular? – Negué con la cabeza. – A mí me pueden decir aburrida por no beber alcohol, no fumar, no drogarme o porque no me gusta el mismo prototipo de chicos, pero… Eso no va a hacer que cambie. ¿A ti te gusto por cómo soy, no? ¿Debería cambiar? ¿Acaso te gustaría más si fuera de otra manera? – Me paré unos segundos cuando me di cuenta de todo lo que había soltado en apenas un momento y le sonreí tímidamente – Lo siento, me emocioné hablando.
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Mensaje por Bruce Mayer Mar Ene 13, 2015 5:16 pm

Ese Sveinsson no le gustaba nada, pero no iba a decir ni mu porque ya había discutido con Amy del tema y no iba a caer en lo mismo con Sira, menos esa noche. Pero seguro era el jugador con quien la había visto muy entretenida lanzándose bolas de nieve hace unas semanas atrás – pues un día podríamos jugar un partido a ver quién es mejor cazador, tu y yo… dos aros una quaffle y a volar…– Eso no había sonado tan simpático como en su cabeza, por eso mejor tomar su cerveza y mirar la función un momento… Debía ser porque por más que quisiera disimular y pasarlo por alto le tenía manía al tipo ese….

Había que seguir con otros temas más alegres, las maldades a su hermano y tal, mientras Sira se soltaba el cabello y se mostraba tan bonita que le robaban otra sonrisa. Bruce también miró a todos lados siguiéndole el juego, y pensando que capaz andaba por ahí, nunca se sabía con Alfred – No tengo ni idea donde está y… podría aparecerse en cualquier momento solo por arruinarme el día… él es el gracioso de la familia.

Y con eso ya se iban al punto en cuestión. Haberle preguntado a Sira aquello, quizá era demasiado prematuro, pero sus palabras, como siempre eran atinadas, sencillas y buenas. – si claro! Me gustas mucho – se le escapó interrumpiéndola, bajó la cabeza y se rió con ganas, para volver a mirarla y plantarle otro beso porque ya, que estaba clarísimo que le gustaba mucho de un montón de formas, y ahora se lo decía literal a los ojos. Era un tonto. Ahora sí, no tenía vuelta atrás.

- Me gusta escucharte hablar… me gusta verte tomar cerveza, y me gusta más besarte – Todo tenía que ver con su boca…y se acercó a ella para juntar sus cuerpos de nuevo para tomarle el rostro con una mano y juntar sus labios, primero despacio y luego más invasivo, mientras en el escenario se desataba una de dios mío pero que Bruce no había notado en absoluto… Al parecer una vela flotante había perdido su hechizo, la metamorfomaga gatuna quemado su cola, chillando desafinadamente y a medio trasformar… la gente empezaba a gritar alarmada, y Bruce, comiéndose la boca de Sira porque el mundo no le importaba nada!
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Mensaje por Sira O'Sullivan Jue Ene 15, 2015 5:59 pm

Le miré con cierto desconcierto como si realmente no me creyese lo que estaba diciendo, pero ese desconcierto duro apenas unos segundos antes de que volviera a sonreír. – Nunca me niego a un reto… Aunque esto no lo sea plenamente…[/color] – Pero a mí me sonaba a reto tener que enfrentarme a otra persona en aquel deporte, del mismo modo que Kristján me había retado con lo de la bola de nieve, motivo por el cual al final me había prometido una cena, que ahora que lo pensaba aún no habíamos llevado a cabo.

Le dediqué una mirada de soslayo como si quisiera adivinar lo que pasaba por su cabeza y en esos momentos lamenté muchísimo no dominar la legeremancia porque en ocasiones podía resultar ser algo bastante útil, aunque la parte de irrumpir en la privacidad de las personas no me gustaba tanto. Arrugué ligeramente la nariz ante ese pensamiento antes de apartar la mirada hacia el espectáculo y darle un sorbo a la cerveza. Mis ojos paseaban de un lado a otro siguiendo los movimientos de aquellos que estaban en el escenario haciendo el show. Sonreí de lado antes de volverme hacia Bruce otra vez.

Una ventisca se levantó moviendo mis cabellos tal y como yo había predicho y de no ser porque estaba el chico delante y me estaba conteniendo ya hubiera soltado algún bufido. Mis hermanos solían reírse de esa manera mía de bufar cuando el viento o la brisa me descolocaba los cabellos dorados. Me hice un mechón a un lado antes de sonreír ante sus palabras. – Bueno, siempre viene bien tener algún graciosillo en la familia. Además, creo que es algo muy típico… En mi familia también lo hay. – Le guiñé un ojo divertida. Sí, Jonah podía ser bastante bromista y peor aún era cuando se juntaban los dos e iban contra ti. Claro que con el paso de los años había aprendido a vengarme y había ocasiones en las que mis bromas superaban las suyas. Podía ser una persona muy educada, amable, tierna, cándida, pero si tenía que poner un punto cruel en la vida lo hacía. Sobre todo si era con intenciones nobles y sin querer perjudicar a nadie. Ser cruel no siempre implicaba hacer mal, al menos desde mi punto de vista.

A medida que iba contestando al castaño y mi voz se aceleraba por la emoción me iba dando cuenta de que estaba soltando quizás demasiadas cosas en muy poco tiempo. En un primer momento ni tan siquiera reaccioné ante su interrupción, estaba demasiado centrada en lo que estaba diciendo, demasiado emocionada, pero en el preciso instante en que mi mente volvió unos segundos atrás y lo recordé, noté como volvía a sonrojarme sintiendo todo el calor en mi rostro y era como si ni tan siquiera el frío ambiental que me rodeaba me afectase lo más mínimo. Dudaba mucho que fuese sólo la manta térmica, ¿o sí? Tras el beso apareció una pequeña sonrisa en mi rostro.

Una pequeña sonrisa que a medida que Bruce hablaba se iba ampliando sin tan siquiera temblar o vacilar un segundo en mi rostro ni tan siquiera cuando noté que volvía a juntar nuestros cuerpos o cuando me tomaba el rostro con una de las manos para luego volver a besarme. Me dejé llevar como quien se deja llevar por la marea. Quería quedarme con esa sensación y ese sabor. El mundo dejó de existir, yo tampoco fui consciente de los gritos que se alzaban a nuestro alrededor, ni siquiera los primeros segundos después de separarnos antes de que me abalanzara sobre él y le abrazara pasando mis brazos por su cuello y enterrando mi rostro en su cuello. Fue entonces cuando al levantar la mirada vi lo que estaba pasando en el escenario y una sonrisa volvió a asomar en mis labios, curvándolos levemente. – Parece ser que a cada evento que vamos juntos… Acaba pasando algo. – Aunque claro era que en el Baile de Navidad no había sido una excepción puesto que era algo bastante común. – Por cierto… a mí también me agradas tú… y me gusta escuchar tu voz… aunque digas la mayor tontería del mundo. – Porque el simple tono de su voz parecía acelerar ligeramente mi corazón aunque yo nunca antes me hubiera dado cuenta.
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Mensaje por Bruce Mayer Mar Ene 27, 2015 3:04 pm

El mundo dejó de existir al instante que Sira se abrazó a su cuello, con tanta ternura como era posible pedirle solo a los dioses. Bruces no volvió a abrir los ojos, la abrazó por la cintura, le acarició la espalda y se olvidó del mundo enredado dentro sus cabellos dorados y su aroma exquisito, la suavidad de su mejilla que sentía al costado y la calidez de su piel aun en invierno. - que? - susurró a su oído, como despertando de un sueño, para hacerla a un lado solo un poco, sin querer despegarse de ella, pero a le vez queriendo corresponder sobre lo que Sira mencionaba.

Vio el desastre, unió sus palabras a la imagen y sonrió, casi resignado -  es mi mala suerte...  - No lo decía en serio ni con pesades, más bien como un chiste ocasional. Pero empezaba a creerlo: que había tras él alguna especie de magia infame que hacía que todo a su al rededor saliera mal. Lo único que esquivaba su mal karma era la medimagia, y quizá por eso se empeñaba tanto en aferrarse al estudio. Su carrera nunca le arruinaba el día, siempre sacaba las notas que creía merecer, aunque no eran la mejores, eran buenas. Obtenía los resultados deseados.... Quizá Sira también estuviera fuera del mal y dentro de la buena suerte...

- soy experto en decir tonterías... vamos - Tomó su saco y el de Sira y la abrazó por la cintura para alejarse del lugar. Ya no tenía sentido seguir ahí y lo último que faltaba era que algunos aurors que buscaban testigos del caso les hicieran terminar la noche con cuestionarios interminables sobre lo que habían visto suceder. - Que tontería quieres que te cuente?... Ya no habrá más concierto... quieres ir a tomar algo a las tres escobas o prefieres caminar por ahí? - Ella decidía, tanto podían charlar sentados en una mesa del bar mágico, como andando por el oscuro del valle. Y como fuera, cualquier opción era mejor que despedirse de Sira tan temprano.... A menos claro que ella quisiera marchar, pero para que eso no sucediera, volvió a buscar su rostro a dos manos y a besarla con suavidad.
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Mensaje por Sira O'Sullivan Dom Feb 01, 2015 10:45 am

Bruce debía de estar bastante metido en sus pensamientos, quizás en su propios mundo o demasiado enfocado en mi persona a juzgar por cómo reaccionó ante mis palabras. Sonreí brevemente al tiempo que notaba que se separaba ligeramente de mí. Señalé con mi cabeza hacia el escenario donde en aquellos momentos se había montado todo aquel jaleo. Se me hacia curioso que las dos veces que habíamos estado juntos en algún tipo de evento o acontecimiento hubiese acabado pasando algo un tanto fuera de lugar, o un tanto escandaloso. Algo que para bien o para mal se quedaría grabado a fuego en nuestras memorias o al menos en la mía.

- O mi mala suerte. O nuestra mala suerte. – Añadí a las palabras de Bruce riendo ligeramente. No creía que fuera realmente mala suerte, a lo mejor sólo estábamos en el lugar equivocado en el momento más oportuno. Ni idea, en realidad. Mis ojos azules siguieron sus movimientos mientras tomaba mi abrigo y se levantaba. Por el rabillo del ojo vi como habían empezado a aparecerse alguno de los Aurores del Ministerio y de alguna manera creí leerle el pensamiento a Bruce. A mí no me hubiera importado toparme con alguno de ellos, es decir, posiblemente me reconocerían e irían a molestar a otra persona para interrogarles durante horas y horas (o quizás solo unos minutos, con esas cosas nunca se sabe) antes que venir a mí, que era hija de uno de los suyos. Bueno, de alguien que había muerto sobre el terreno cumpliendo con su deber.

Me pareció ver incluso a alguno que conocía e incluso hice un gesto con la mano a una mujer que sabía de primera mano que había sido compañera de mi madre. Me sonrió y se fue al foco de atención que estaba un poco más adelante. – No creo que me cuentes tonterías… Soy una persona sencilla, no me gustan aquellas historias épicas que todos sabemos que son totalmente irreales cuando te las cuenta otra persona. – Menté al tiempo que me echaba el cabello hacia atrás. Con eso me refería a que a veces la cosa más tonta podía ser para una persona más interesante que cualquier historia con miles de matices y cosas extraordinarias en ella.

Sopesé las opciones mientras me frotaba las manos entre sí para mantenerlas en calor. Fue precisamente ese gesto tan simple pero al mismo tiempo tan aclarador, el que me hizo decidirme por una de las dos. – ¿Qué te parece si vamos a tomar algo? Así escapamos de este frío invernal que hace. – Porque desde luego, estando en diciembre y con toda la nieve que había, calor no hacía. Ni mucho menos. Ni siquiera habría hecho falta realmente que me besara para convencerme de que me quedase con él. Le devolví el beso antes de sonreírle suavemente mientras nos encaminábamos hasta las Tres Escobas.

Noté el cambio prácticamente enseguida. El aumento de temperatura era agradable en comparación al frío que hacía en las calles de la aldea. El ambiente era alegre, al igual que en el exterior, pero parecían estar totalmente ajenos a lo que estaba aconteciendo en el lugar donde habíamos estado hasta hacía pocos minutos Bruce y yo. Eché un vistazo por encima a la gente que se encontraba en el lugar antes de dirigirme con mi antiguo compañero de casa en Hogwarts hasta una de las mesas y sentarme, dejando mis cosas a un lado de la silla.

Mis ojos azules volvieron a viajar entonces al rostro del muchacho que estaba frente a mí dibujando inconscientemente una sonrisa en mi rostro. – ¿Algún propósito de año nuevo? – Pregunté finalmente apoyando los codos sobre la mesa de manera que mi cabeza acabase apoyada entre las palmas de mi mano mientras le miraba. Todo el mundo solía tener un propósito que a principios de año decía que cumpliría a lo largo del mismo, ¿no?
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