Emergencia nocturna

[Temporalidad: la madrugada del baile, alrededor de la 1:30 am]
[Amy Jackson, Barunka Jentsch, -abierto-]

Justo como había planeado, el baile para mi se había terminado tan pronto como había empezado. Me robé algunos cupcakes que dejé sobre el escritorio de mi mínima habitación de la facultad y me quedé leyendo hasta tarde, con la lamparilla muggle con adaptación mágica que fallaba a cada rato y me dejaba a oscuras, lo que me pasaba por comprar baratijas.

Mi habitación no era tan anónima como me la habían entregado recién ingresado a Brigantia; sin escuchar las sugerencias sobre el mantenimiento, decidí pintarla de un tono azul oscuro y había algunos posters y tonterías que me gustaba adherir a la pared para sentirme en una especie de santuario. Cosas como una fotografía a blanco y negro de Morrissey, postales, recuerdos absurdos, boletos de tren, entradas al fútbol y la fotografía firmada de Gary Shaw que había conseguido al inicio de la temporada. Era la habitación de un obseso por el deporte, aunque era una mezcla extraña de intelectual obseso con deportista (por que de eso último yo no tenía nada).

Me quité las gafas cuando escuché que llamaban a mi puerta. La primera reacción de cualquiera al escuchar alrededor de la una (o dos) de la madrugada golpes en su puerta es tomar la varita. Naturalmente, eso fue lo que hice, levantándome con sigilo de la cama y poniéndome una camiseta encima -estaba dentro de la cama, sólo en boxers- por que no quería que encontraran mi cadáver semidesnudo. Entreabrí la puerta con sigilo.

-¿Barunka? ¿Ocurrió algo, se está quemando la universidad?-

Había ido a buscar a Syd porque había llegado de casa de Gene tardísimo y le apetecía un juego de cartas. Se hubiese quedado toda la noche con Gene pero él tenía que ir a dormir temprano porque era demasiado responsable. El reconciliarse con él le había hecho olvidar hasta que era el baile de Navidad, llevaba un cigarro entre los labios y entró a la sala de Cerridwen como si fuese su casa, la vio desértica y era raro aunque fuesen casi las dos de la mañana.

Se imaginó encontrar a Syd abajo pero como no subió con la misma –nula- preocupación por las escaleras hacia su habitación y le tocó la puerta sin importarle despertar a su compañero, no había forma de que Crawford estuviese dormido a esa hora, no era una nena.

No hubo respuesta. Seguro se había largado con Finnerty o con el islandés. Zorras, ni la habían llamado. Pasó a la siguiente puerta, la de Charlie Strauss que siempre tenía una buena plática cuando no estaba con su horrenda novia. Nada, tampoco contestaba. ¿Los habían hecho evacuar o qué? No podía ser que todos hubiesen salido, le iba a mandar un patronus a alguno de los dos para que le dijesen qué estaban haciendo y por qué no le habían dicho nada. Se lo enviaría a Charlie para joder a su novia.

Antes de hacerlo tuvo una idea más inmediata –porque si estaba con la novia no le iba a decir nada de nada- y que de seguro funcionaría, le tocaría la puerta a la única persona que sí o sí iba a estar en su habitación durmiendo o haciendo una ñoñez a esa hora. Quién más que Kit.

Tocó con fuerza en lo que encendía otro cigarrillo para segundos después encontrarse con la figura de Kit en la puerta, la empujó sin dar explicación alguna porque de verdad no creía tener que darla, después de todo ya se habían tomado una –una- cerveza una vez y eso denotaba cierto grado de confianza, ¿no? Al pasar y verlo en sus boxers le silbó y puso cara de perversión.

-Qué buen trasero, menéalo para mi o te doy una nalgada.-le dijo ya sentada en su cama antes de moverle los hombros como para incitarlo, claro, todo esto antes de soltar una carcajada de esas tan femeninas que tenía y recostarse sobre el colchón de Kit aunque ni tuviesen esas confianzas-¿Sabes dónde están todos? Tu facultad parece un desierto. Ve desvistiéndote en lo que me respondes, muñecote.

Podría decir que me tranquilizaba al ver que Barunka no estaba preocupada ni en medio de una situación de vida o muerte. Me reí tímidamente cuando hacía notar que estaba en ropa interior, y cohibido como era, me costaba responder a los chistes descarados que la semiveela me lanzaba. Tampoco es que me hubiera visto así antes, o que la recibiera muy seguido en mi cama -sin sentido figurado- pero tampoco iba a portarme como un idiota. Tenía qué relajarme. Dejé mi libro abierto en la página donde iba y subí la luz de la habitación para que no estuviéramos sumidos en las penumbras.

-Deben estar en el baile ¿No vienes de allá? Yo sólo fui a robar comida- le dije señalando lo que había dejado en el escritorio, como para que se sintiera libre de tomar lo que quisiera, y claro, ignorando deliberadamente lo de desvestirme. Al contrario, tenía que vestirme.

Agarré mis pantalones del suelo en el momento en que Amy Jackson, evidentemente llegando del baile, entraba en mi habitación dando tumbos. Era oficial: era el anfitrión de un after party. Pensé que se vería raro que Barunka estuviera recostada en la cama y yo me estuviera poniendo pantalones.

-Amy hola ¿Estás bien? yo estaba en la cama, entonces Barunka entró y pues, ahora me estoy vistiendo, no creas que… eh…- En efecto, la explicación era jodidamente estúpida. Me volví a reír y fui hasta un pequeño armario donde había media botella de whisky. Dos mujeres en mi cama. Cualquier otro estaría gritando gracias al cielo. Not me, aunque claro, me gustaba su compañía. -¿Esto les sirve? Tengo un porro también… y… ah… ¿The Smiths? Guardé silencio un momento pensando que tal vez escuchar "In my life why do I give valuable time to people who don't care if I live or die" era una pésima idea -¿Qué ha pasado? ¿a quién tenemos que envenenar?

No le costaba desentenderse del protocolo adecuado al convivir con alguien, de hecho así se habían forjado sus amistades más perecederas, de sinvergüencería y una que otra mala palabra como para poner todo en ambiente. No se suponía que una semiveela fuese así pero aparentemente su lado místico había sido atrofiado por su lado menos elegante y resultaba en eso. A ella no le molestaba y aparentemente a Kit tampoco, o sería el cabello rubio de semiveela lo que le impedía al pobre quejarse.

Sólo se iba a levantar de la cama de Kit para comer algo de lo que le ofrecía, pero como estaba cómoda usó el hechizo representativo de los magos flojos. Un simple Accio tomó uno de los pastelillos y antes de metérselo decidió contestarle que seguramente no iba a agradarle nada ver su bolo alimenticio, se notaba que era menos comprensivo que la mayoría.

-No fui, estaba follando fuera.-ahora sí le dio un buen mordisco y se acomodó de nuevo en su cama. Jamás llamaba a Gene su novio porque no creía que estuviesen en un lugar tan estable como para considerarlo algo así de serio.-

Abucheó en medio de una risa cuando comenzó a ponerse los pantalones, le iba a preguntar que por qué no estaba mejor emborrachando a una incauta cuando llegó Amy con una pinta mucho menos agradable que la de siempre. Se medio incorporó en la cama de Kit y le restó importancia a su explicación de escolar al que la directora encuentra fumando su primer porro.

-Yo pido el porro.-levantó la mano como para recalcar su punto y fue hasta donde Amy ahora sí incorporándose para ir hasta donde Amy y darle un beso en la frente. -Parece que tu pareja para el baile te hubiese dejado plantada y que luego lo hubieses visto con la reina de la generación. No fue eso, ¿no?

Ojalá no fuese eso porque se iba a sentir realmente mal. Antes de hacer alguna broma como para aligerar el ambiente tuvo que voltear a ver con una expresión de total reprobación a Kit. ¿En serio les iba a poner esa canción cuando la pobre estaba a un paso del suicidio? Es que hasta el vestido de gala le daba el toque trágico y todo, le hizo una seña a Kit para que pase a la siguiente canción o algo. No esperaba que tuviese algo esperanzador pero algo menos depresivo estaría bien.

-Vamos a la cama de Kit, es cómoda y a él no le importa. Dale un sorbo al whisky para que te aligere la vida.

No es que la conociera como la palma de mi mano, pero sabía que Barunka era descarada y poco ceremoniosa; igual me daba risa comprobarlo, cuando decía esa clase de cosas como estar follando fuera en vez de ir a un tonto baile de navidad. Saqué el porro que más bien era sólo marihuana y una pipa de abuelo que había comprado en una feria de antigüedades hacía no mucho. Se la alcancé a Barunka antes de cambiar la música después de sus gestos, quedándome con Cocteau Twins por que eran depresivos pero quizás menos obvios que The Smiths.

Tenía razón, no me importaba que dos chicas estuvieran en mi cama y se bebieran mi whisky. Recordé tener además una cerveza extraña que había comprado en una expedición a Diagon, de una tienda de cosas gourmet que había durado poco y habían rematado mercancías. Así que esa cerveza de calabaza y especias también estaba ahí. La helé con un hechizo y la destapé, sentándome en la silla de mi escritorio luego de acercarla a la cama.

Exhalé apesadumbrado; ilusionarse con alguien que no respondía era la historia de mi vida aunque al menos Amy podía contarlo y venir a llorarlo a la cama de un amigo, y eso al menos proporcionaba cierto alivio, al menos más que tener que callarlo para siempre.

-Nunca debes disculparte por besar a alguien- le dije con una rara seguridad que no sabía de dónde salía. La frase ni siquiera era mía, sino de un tipo francés al que había besado en una fiesta de coldwave de esas que me encantaban, en París, el fin de semana en que decidía pasar mi cumpleaños lejos de la realidad, completamente solo. Le había pedido disculpas y detrás de su cabello revuelto de post punker me había dicho que jamás me disculpara por besar a alguien. Tenía sentido.

-Yo sí que fui, pero… ah… no sé, ese rollo de la gente con pareja. Tomé algunas fotos, robé comida y regresé a mi romance con Chéjov- dije señalando el libro. Conocía a Amy de mucho tiempo atrás, y a Barunka del mismo tiempo -aunque con ella la relación no había ocurrido de manera predecible- y casi me dieron ganas de hablar de mi sexualidad para de verdad distraerlas, pero naturalmente, no iba a ser capaz. Quizás si me pusiera ciego de borracho.

Escuchó atenta a Amy porque si bien no iba a envenenar a nadie iba descartando en su mente a los que probablemente habían causado todo eso, mientras Amy daba el primer sorbo sanador ella volvía a acomodarse en la cama de Kit que aparentemente intentaba ser un caballero sentándose en una silla como si ambas tuviesen pulgas. Asintió con eso de no pedir disculpas por los besos, ella había besado como a un millón de personas y –al menos en ese momento- estaba más que feliz.

Cuando volvió su compañera de facultad a la cama acomodó su cabeza sobre el hombro de ella para luego pasarle una pierna por encima como buscando abrazarla con todo el cuerpo, a ver si así la hacía sentir mejor, era una tontería pero era pésima animando a la gente sin poner alguna broma tonta en el medio.

Le incomodaba mucho la inquietud ajena, le quitaba un poco el aliento, sobretodo cuando era de alguien a quien quería tanto como a Amy, se sentía impotente así que o hacía un chiste fuera de lugar o simplemente se ponía medio histérica.

Eligió quedarse callada porque Kit parecía mejor que ella en eso, se incorporó para ir donde el Cerridwen y pedirle un poco para fumar, de tenerle más confianza se le hubiese sentado en las piernas y todo pero en su intento de no soltarle tonterías a Amy había apagado un poco ese ímpetu que llevaba tan marcado. Cuando sintió que se formaba un silencio incómodo inhaló un poco de la pipa para luego devolverla a la boca de Kit.

-Yo estuve fuera, la verdad ni recordé que hoy era el baile.-volteó a ver a Kit como en medio de una epifanía y se sentó en el suelo con la espalda y señaló a Kit antes de quitarle a Amy la botella para dar un buen trago.-Tú eres el anfitrión, debes entretenernos. Eres periodista, ¿no? Cuéntanos de algún escándalo o si alguien engañó a su novia en el baile. ¿Ustedes conocieron a Gabrielle Bloom? Yo le hice eso en un baile creo, o no…en una fiesta en casa de Finnerty creo.-

Volvió a mirar a Kit antes de un último trago, le dio la botella a Kit para que no se sienta excluido del grupo que compartía el whisky, al fin y al cabo era suyo.-¿Y bien? Necesitamos acción, adrenalina…algo.

Sólo se encogió de hombros cuando Amy le preguntó si esa historia de Bloom era cierta, claro que lo era, y hasta ese día seguía sin causarle remordimiento alguno. Prefería no dar los detalles porque sólo la superficie era así de amena, el amargo recuerdo le rogó por un poco de hierba y fue por ella al regazo de Kit, aún sin sentarse en él porque…no. Absorvió un poco del humo y su cuerpo fue hacia abajo como si le hubiesen hecho cosquillas, nuevamente quedó a los pies de la cama del Cerridwen.

Cuando él le daba la definición de periodismo puso los ojos en blanco y lanzó un bramido de dolor, no estaba en una clase, ¿por qué le hacía eso? ¿por qué intentaba hacer que se mate? Era capaz si la condenaba a eso, ella había ido a jugar cartas, no a sentir que debía tomar notas por si eso entraba en el examen. Le sacó la lengua como si eso bastase como protesta y rodó el cuerpo de nuevo hacia Amy. ¿La cama de Kit era más grande que la suya? Por lo menos se sentía así.

Aquello que dijo Kit de las historias sí la hizo reír, no porque se burlase de él, sino porque le parecía algo que se escuchaba poco, era de esas cosas que la gente no apreciaba. La desgracia es lo que finalmente deja marcas, ni modo que los algodones de la vida dejen huella. No creía encontrar en Kit a alguien que pensase así, sorprendentemente era más similar a ella de lo que hubiese podido adivinar hace seis años o al inicio de esa noche. Siempre le pareció del tipo ñoño que busca su vida feliz, bonita y abrazable.

-Ay claro que no vamos a romper nada, pero podemos hacer lo de las cartas. Seguramente no quieres porque vamos a ver los poemas eróticos que le estás enviando a la frigidona de Zelda.-le dijo en broma a sabiendas de que ella no levantaba ese tipo de calores, a ella se la llevaban a la cama y ya. No la odiaba pero estaba feliz esa noche y le daba por odiar a las semiveelas cuando estaba así.-

Ella ya había dicho su secreto a voces, iba a señalar a Amy pero aún no debía estar lista para confesarles quién fue el tarado que le rompió el corazón. Quien debía dar un paso adelante para cumplir con su propia propuesta era Kit.

-Dinos tu secreto Kit, tienes que beber un trago de whisky y confesarnos algo gordo.-comenzó a tamborilear sobre sus muslos como para darle antesala al inmenso secreto que les iba a decir Kit.-Pero que sea un buen trago eh, si se acaba voy por alguna otra cosa que tenga Syd en su cuarto, me sé su contraseña.

De tener cinco años menos –o  hasta dos- le hubiese gritado a Kit que necesitaba su flor, que la deseaba más que a nada, que estaba a un virgen de llenar su tableta de figurines para finalmente poder canjear el juego de ollas que tanto tiempo llevaba queriendo. Pero ya no iba a decirle eso, no iba ni a cantarle una ponzoñosa canción de que se le iba a marchitar aquello por falta de uso, que a ver si había caducado. No, nada de eso, simplemente lanzó un gritito como de júbilo porque cumplió con contarles algo gordo.

No era como si les hubiese dicho que era el asesino del tarot pero era algo jugosillo, miró a Amy para proponerle en medio de gestos -y evidentemente en broma- que se le entregue a Kit para olvidar al pendejo que la jodió. Aunque fuese en serio no iba a pasar, Kit era demasiado buen chico como para dar su joyita –o joyota, who knows- a cambio de sexo por venganza.

-Me dejaste la valla alta…ay, no sé, no tengo secretos.-desde chica fue una bocona, jamás podía guardarse nada propio, siempre acababa diciéndolo todo, la discreción parecía ser de esas cosas que escapaban de sus manos de semiveela. Se quedó pensando un momento, mirando hacia algún punto como escarbando en su mente a ver si algo bueno salía.-

Seguramente tenía algún secreto como lo de la contraseña de Syd pero no lo consideraba algo muy importante así que no saltaba como un secreto en su mente. Resopló frustrada, ni siquiera recordaba que no era su turno y que en realidad era Amy la que debía estar rompiéndose la cabeza con ello.

-¿Cuenta si digo que nunca he sido de las gatas a las que les gusta el islandés como si creyesen que va a cambiar? ¿O que nunca me agradó Tobías? Ahora lo medio tolero pero jamás lo he podido acabar de querer.-lo primero fue como de salvavidas y luego recordó lo segundo que pareció más interesante.-

No creyó tomar carne con Kit o Amy cuando dijo eso de las gatas del islandés, era algo ya conocido que de alguna forma se agenciaba ser el objeto de deseo de casi media escuela sólo por ser un descarado que las dejaba esperando más y aparentemente eso dejaba a todas con la miel en los labios.

-Me voy a castigar sin whisky porque no igualó a tu virginidad Kit. Te toca Amy.-se fue hacia donde Kit para tomar la pipa y darle una calada, una risita se le salió cuando comenzó a exhalar el humo, una sonrisa estática parecía haber tomado posesión de su expresión. Se sentía relajada, su paso era ligero, tanto que estaba segura de que no pesaba nada, tanto que finalmente se sentó sobre Kit y le dio un beso sonoro en la mejilla como si se tratase de alguien a quien conocía hacía más de una hora.-

Pasó un brazo detrás del cuello de Kit como buscando apoyo porque se sintió súper mal por haberle dicho gata a Amy, aunque a ella jamás la incluiría en el club de las gatas. Escuchó su historia y se fue encogiendo sobre el regazo del Cerridwen, mordió sin gracia su labio inferior pero pronto el pesar de su conciencia se fue convirtiendo en el más voraz reptil que podía caber en su menudo cuerpo.

Tenía que haber escuchado mal, no podía haberle dicho que había pasado de ella por largarse con la víbora de Jessy, esa zorra que la había engañado para humillarla y luego lucirse con Kris como había querido en su pútrida cabeza desde su época escolar. Ya no mordía su labio, su boca formaba una línea paralela a esa arruga que se le acababa de formar en la frente por tanto fruncir el ceño. Tenía ganas de largarse ya mismo a jalarle cada maldito mechón de cabello, quería dejarla calva y hasta sin pestañas.

¿Era estúpida o qué? Sí, era una retardada y una maldita. No debió hacerle eso a Amy y tampoco a Kris. Finalmente sabía que a Amy se le iba a pasar pero si por esa arrastrada el islandés recaía le iba a romper la cara a puñetazos.

No lo había notado pero estaba apretando de más la nuca de Kit, lo que fue un gesto de camaradería gentil era ahora mucho menos amable. Cuando finalmente se dio cuenta de lo que estaba haciendo le pasó la mano un par de veces por el cuello, no había sido la gran cosa que mucha fuerza no tenía pero quizá lo había sentido como un peso extra. No podía con su odio, ¿ya no había whisky? ¿Por qué estaba tan lejos? ¿Por qué Kit no hacía algo?

Le urgía algo de beber, dejó su cómodo lugar y tomó el whisky nuevamente para quemar con eso sus odios, para desinfectar su alma de esa rabia que sentía hacia Jessy por ser tan tonta, hacia Kris por meterse con la drogadicta más fácil del colegio.-Escucha a Kit, Kris no es la gran cosa. Está guapo y como amigo es el mejor…a veces. Como novio es una madre, lo he visto pasar por lo mismo una y otra vez, siempre la caga. No va a cambiar, lo amo muchísimo pero…así es él, o lo amas con eso o simplemente das un paso a un lado.

No veía a Amy siendo quien le limpiase con pañuelo la coca de la nariz o quien la cargase cuando terminase borracho en un bar. Volteó a ver nuevamente a Kit y le pasó el whisky, al fin y al cabo era suyo.-Cuéntamos eso tan importante o acabaré contándoles cómo voy a joderle el circo a Jessy Luttrell. Sálvame Kit, te necesito.

Le restó importancia a las palabras de Amy porque aunque no se lo dijese directamente se lo iba a cobrar a Jessy, la odiaba más que nunca aunque no fuese algo personal. O no tanto, es decir, estaba con Kris que era su amigo pero ya no era como que se metiese con los hijos de Frances o con Syd, de todos modos algo se le encendió dentro que lo hizo sentir como en los viejos tiempos, cuando todo era felicidad y le tiraba bombas apestosas a Jessy.

-No la voy a golpear, te lo prometo. Aunque se lo merezca, me estoy pensando lo de los bates de nuevo.

No iba a montar un espectáculo, iba a encararla, iba a decirle que era una….pues todo lo que le saliese de la boca en ese momento. Resopló molesta y volteó a ver a Kit para conocer su secreto, ese que esperaba fuese más escabroso que el primero. Es decir, la impresionó y todo pero pues se le veía como a esos chicos que apenas tenían vida social y que ni convivían con más de dos o tres personas. ¿Así cómo iba a follar? No era tan ceremonioso, era lo más natural del mundo.

Tomó con una mano la porquería mágica espumosa que embrutece y le sacó el corcho con los dientes, cual pirata –le gustaba pensar- ávido de bebida. Estaba boca arriba así que tuvo que poner la boca contra el pico para que no se cayese, dio un par de buenos tragos que fue pasando mientras se sentaba para pasar la botella cuando escuchó lo que para Kit debía pesar más que para ella.

Era gay. Sí, conocía a varios pero por como lo dijo parecía llevarlo sin mucho problema o tal vez era el alcohol hablando. De todos modos de eso no quiso hacer un aspaviento. Pasó la botella al anfitrión de la noche y puso cara de aburrida, como si lo supiese de toda la vida.

-Yo fui lesbiana como medio año en Hogwarts, no intentes parecer más interesante que yo.-le dio una palmada confianzuda en la pierna y lo instó a beber.-¿Y con quienes has salido? Que conozcamos, obvio. ¿Quién te gusta? Seguro los del Quidditch, esos rudos sin modales. Cuéntanos y te digo a qué chicas me ligué.

Con un movimiento de mano le restó importancia a lo del medio año, daba igual, él podía querer y follarse a lo que más le gustase, simplemente se trataba de que se sintiese bien. Se rió porque sí, porque la hierba ya la tenía con esa reacción ante cualquier cosa, aunque Kit les dijese la cosa más seria del mundo se lo iba a tomar así, quizá para el Cerridwen esa confesión lo era.

A ella jamás le había creado conflicto, aún habían días en los que prefería más a las chicas que a los chicos, quizá lo realmente era podía definirse más como bisexual, se trataba de quien le gustase en el momento o de quienes le gustasen.

Se quedó expectante para saber cuál de sus amigotes del Quidditch había tenido que ver con él, era bastante curiosa –más cuando estaba borracha- y se juraba que lo recordaría al día siguiente aunque no estuvo segura cuando tuvo que dar una vuelta porque sintió que el piso se le iba hacia la izquierda, acabó siendo una pirueta digna de bailarina de ballet aunque debía ser la gracia de su herencia veela, de otro modo habría caído o hubiese acabado golpeando a alguien.

Se tuvo que sentar nuevamente creyendo que escucharía de todos, comenzaba a repasar su lista de amigos, se imaginaba a Kit con un chico así aunque en realidad apenas lo conocía y era un poco apresurado dar veredictos. Cualquiera pensaría que ella pertenecía junto a uno de los de su casi pandilla de delincuentes, pero no se veía con ellas, podían gustarle pero acababa enamorándose de los aburridos que le daban estabilidad, los que la aguantaban a base de amor.

Cogió del brazo a Amy cuando la cabeza le dio otro vuelco y se quedó pensando en su lista de chicas ya que Kit no iba a soltar prenda, el muy descarado.

-Sólo te estás haciendo el interesante. Pues yo he estado con todas las de la generación, creo que sólo me falta Amy.-se rió pues si bien era mentira había tenido algo con varias chicas.-De novias pues Kim la más importante, Kim Ginsberg, deben conocerla que es super popular y muy guapa. Luego me acosté con la mitad de mis amigas, las atraigo con el cuento de la experimentación, deberías intentarlo Kit.

Se rió de su propia tontería pero así debía ser como muchas de ellas acabaron en más que besitos de amistad con ella. Era eso o lo semiveela le daba un plus.

-¿Y quién te gusta? No nos vas a venir con la mentira que nadie, a todos nos gusta un montón de gente.