ARTES OSCURAS I - Uncis Colus

Volver a la actividad... después de tanto tiempo. Regresar al campo de práctica luego de volver del de batalla. Tanta violencia junta, apelmazada como un cuadro impresionista grotesco, sangriento y cautivador. Si todo lo que había hecho tenía que desaparecer, al menos intentaría dejar una posta para la nueva generación, un indicio de un camino que, no solo es un ideal, es un estilo de vida y un paradigma del mundo mágico. Aunque, más allá de todo esto, dar clases era una de las cosas que más feliz y pleno le hacían sentir, fuera de todo contenido ideológico.

Despertó temprano. Había sido difícil conciliar el sueño. Parecía mentira, después de tantos años, los nervios del primer día seguían teniendo una gran potencia. Sonrisa dibujada, se vistió con un traje de seda negra opaca, zapatos charolados y camisa negra satinada. Desayunó, tomó su varita, su maletín de cuero negro, y emprendió camino al aula.

Una vez allí, dentro del gran salón revestido en piedra, se hizo obvio que el lugar no prestaba las condiciones adecuadas para la lección que tenía en mente. Comenzó a hacer florituras, complejas y rápidas, para transformar el aula. De pronto todo el revestimiento se convirtió en mármol negro brillante. Los límites del salón se expandieron en muchos metros, aplicando el Encantamiento de Expansión Indetectable a gran escala. Los pupitres desaparecieron y en medio del ahora enorme salón comenzaron a levantarse muros de mármol, dibujando un patrón intrincado que dio por fruto un laberinto negro. Frente a él quedó establecida la entrada, una pared negra altísima, que abarcaba todo el ancho del aula, con una gran puerta dorada , de doble hoja y tres metros de altura, en medio.

Una pequeña mesa de ébano apareció junto a él, brotó del piso como si fuera humo para luego solidificarse, y sobre ella puso su maletín. Al abrirlo, dejó a la vista una serie de prendedores sencillos. Consistían de piedras negras muy irregulares, como de cuarzo pero opacas, con un alfiler de gancho adherido a ellas.

Ahora solo restaba esperar. Conjuró una silla, que hacía juego con la mesa, tomó asiento, a la vez que rescató un libro que yacía bajo las piedras de su maletín, y esperó a que llegaran los estudiantes. Deseaba que ellos disfrutaran tanto, esa clase, comó él estaba seguro que iba hacerlo.

(Off: los interesados vayan posteando su ingreso, en 4 días publicaré la primera parte de la clase que será el límite para ingresar a ésta, aunque ya se considerará como llegada tarde)

Jessy no era de ir a clase, ni la suya ni de oyente, por eso luego de incontables años en la uni recién estaba empezando el segundo semestre de su carrera formal. Para colmo en los meses pasados, el profesor había renunciado (ella no tuvo nada que ver esta vez), así que aunque hubiese querido hacía semanas que no había clases de Artes oscuras y si esta vez estaba allí era por eso mismo y no porque pensara en reformarse y ser una alumna modelo de ahora en más.

Quería conocer quien iba a ser el nuevo profesor, que recursos tenía y si era alguien respetable como para al menos pensárselo cada día cuando decidía faltar. Además cada vez que alguien nuevo aparecía en el campus, ella tenía la necesidad mal sana de averiguar si era conservador o incluso si llevaba una marca tenebrosa. El ministerio podía haber sanjado el asunto pero eso no impedía, incluso motivaba, que Jessy llevara sus propios apuntes sobre el tema.

Se sorprendió un poco al ver el aula transformada, tampoco era una locura, pero despertaba el pensar que sería una clase práctica y siempre era más llevadero aquello que las charlas interminables sobre historias de la edad media. Además si era una excursión o algo así, siempre podía esconderse en un rincón a fumar y salir a la luz cuando la clase hubiera acabado. O mejor aun, si Damien Holland se presentaba, atacarlo por la espalda hasta matarlo. Si no lo había hecho hasta ahora, no era por falta de coraje, sino porque no quería terminar en Askaban por el psicópata aquel, y dicho mal y pronto, aun no se le ocurría el plan donde el sly terminaba muerto y ella no era la evidente culpable.

Más allá de aquellos delirios, estaba la clase, el profesor al que iba a investigar. Y al verlo, su cara no le dijo mucho. Quizá cuando se presentase y sabiendo el nombre ya podría largarse del aula para ir a leer recortes de viejos periódicos y averiguar que clase de vida pasada tenía... El profe leía, había una rubia desagradable ya allí, así que Jessy ni bien entrar se quedó apoyada al lado de la puerta sin decir ni mu, esperando.

Los escarceos de Jasmine con las Artes Oscuras habían sido más bien pocos, por lo menos si lo veía desde una perspectiva más activa. Su propio ojo funcionaba por medio de ellas y aunque en algún momento cuando fue una bruja más joven e ingenua aquello le hubiera llegado a provocar un poco de conflicto, eso había quedado atrás. Se sabía mover por Kockturn como si lo hubiera hecho desde toda su vida, cómo negociar, qué buscar, dónde hacerlo y que esperar. No obstante, con lo que se manejaba eran productos ya terminados. Lo que ocurría desde el momento en que el mago toma la varita y el encantamiento se acababa, lo desconocía.

De ahí que aquellas clases le provocaran la curiosidad suficiente como para decidirse a asistir de oyente alguna que otra vez. Y siendo que el semestre estaba por terminar, le pareció que sería un buen momento para hacerlo.

Llegó temprano, porque dentro de los problemas que tenía, la impuntualidad nunca había sido uno de ellos. Como al resto de los que iban llegando, la estructura en la que se había transformado el salón de clases fue algo que encontró sorpresivo. Se acercó, examindando el lugar con la mirada, y se encontró a Jessy un tanto alejada. - ¿No piensas venir Luttrell? Estos son tus terrenos después de todo? -

A saber que es lo que habría detrás de aquel portón.

Los alumnos iban llegando, un poco más lento de normal, y ninguno de ellos se tomaba el trabajo de saludar a su nuevo profesor de Artes Oscuras, pero lo menos iban llegando. La primer clase podría ser un poco más permisivo, después habría tiempo para hacerlos sufrir un poco más, sobretodo después de que le tomen el gusto a esta clase que, para todo aquel que no tenga un corazón asustadizo, sería de provecho para todos los alumnos.

Acacius se puso de pie, haciendo desaparecer, en volutas de humo negro, la silla y mesa que tenía a su lado. El maletín quedó flotando en el aire, estático. Con un movimiento de su varita lanzó las piedras negras hacia sus alumnos. A todos los presentes se les adhirió en la ropa un prendedor, con algún quejido de aquellos que no se quedaron quietos mientras el gancho traspasaba la tela de sus ropas. Las piedras sobrantes quedaron flotando junto a la puerta de entrada, a la espera de los alumnos que lleguen algo tarde. Por esta vez, tendría algo de piedad con ellos.


-Bienvenidos sean todos ustedes-

Caminó por delante de todos, hasta terminar viéndolos de frente con la puerta del laberinto a sus espaldas. Una sonrisa, formal pero agradable, se le dibujó en los labios. Volvía al ruedo, estaba en su salsa.


-En esta clase van a aprender a quitar los límites de su mente, prejuicios de base social y cultural que solo consiguen impedir que la magia avance para expandirse a todas sus posibilidades. Ustedes van a aprender conmigo y yo con ustedes. Lejos de lo que se puede pensar, la magia es inagotable y quedan muchísimos rincones por explorar, esquinas sombrías que solo pueden iluminarse adentrándose en las Artes Oscuras, que lejos de ser un compendio de maldiciones, es toda magia que se explora más allá de cualquier marco moralista o eticista que no hace más que impedir avances en función de conceptos arbitrarios y temerosos. Arbitrios impuestos por aquellos que, por impericia o cobardía, no se adentran a superar sus fronteras-

Sin decir más, tanta información de un solo golpe podría ser contraproducente, las puertas tras él se abrieron mostrando un primer espacio, rectangular, iluminado por velas flotantes que deambulaban lentamente por el aire.


-Hoy van a aprender una pieza creativa de ataque, no letal, bastante simple de conjurar, y con efectos con la suficiente intensidad como para espantar cualquier tipo de atacante que intente lastimarlos, sea bestia o humano-

Levantó su varita y les mostró el movimiento qué debían hacer para conjurar. La técnica consistía mover el brazo en todo su recorrido como una cuchillada de revés.


-Realizando este movimiento deben recitar "uncis colus". Y todo el tiempo tienen que tener bien presente la imagen del cuello de lo que sea que ataquen-

Prefirió no hacer una demostración en la sala para que los efectos de la maldición tengan un efecto sorpresa. En vez de eso los invitó con un gesto para que ingresen al laberinto. Y una vez que todos ingresaron, la puerta tras ellos se cerró. Las velas se apagaron y de golpe empezaron a brillas las piedras negras que tenían prendidas en su ropa. Todas emitieron un destello de luz negra para luego apagarse. El piso bajo ellos comenzó a moverse y todos terminaron entremezclados. Cuando el suelo se detuvo las velas volvieron a arder pero todos se veían igual, tenían todos apariencia de sombra, complemente negros, no se podía distinguir quien era quién. Frente a ellos había una pared muy larga repleta de puertas sin picaporte.

-Para avanzar deben elegir una puerta y conjurar Uncis Colus hacia ellas. Solo podrán avanzar con esa maldición, si intentan cualquier otro tipo de magia esta les rebotará en la cara-

La voz del profesor brotaba desde los muros, y era casi ensordecedora. Se había acabado el relax, a partir de ahora empezarían a conocer de qué se trata Artes Oscuras en Brigantia.

((Off: elijan una puerta y conjuren. No son numeradas, claro que hay más puertas que estudiantes. Para los que quieran entrar ahora en la clase roleen su llegada tarde pero luego pasan directo a abrir la puerta porque en el rol de la clase entraron todos juntos al laberinto. Suerte!))

Blablabla... blablabla... mucho blablabla... de parte del profesor, pero al menos tenía un acento inglés exquisito como Jessy. En ese mundo donde cada vez había más extranjeros (los putos yanquis y alemanes sobre todo), donde los jóvenes hacían cualquier cosa con el idioma, y aparecían todas esas tribus del lenjuaje callejero, sus palabras sonaban a sinfonía para los oídos de la rubia. Ya algo sabía de él, era inglés, y hablaba muy bien... Debía ser sangre pura o al menos buscaba acomodarse a eso. Como fuera, la clase daba comienzo y no podía quedarse todo el rato contra el arco de la puerta observándolo.

Recibió su pin en la solapa como quien mira una pelusa que le arruina la túnica y solo después de eso se acercó hasta Jasmine con su rostro serio queriendo ser ablandado con una sonrisa de lado que no llegaba a tomar forma. La besó en la mejilla y acotó en susurro. -  que lástima que no es una "pieza letal". - Burló al profesor. Ni que fuera legal que les enseñasen tales cosas. Aquel espacio con velas no le gustó demasiado, dió un respongo cuando la puerta se ceró tras el grupo, pero aunque tenía a Jass a su lado no atinó a tomarle la mano ni nada, era una gryffindor valiente y punto.

Pero de repente las cosas cambiaron, el suelo tembló, y su cuerpo fue sometido a quien sabe que tipo de magia. No era cómodo que lo embrujasen a uno en ninguna forma. Menos cuando al abrir los ojos, o encenderse las velas se veía que todos los demás eran pura sombra y uno tenía que asumirse como un igual. De inmediato se tocó el cuerpo, la cara. Bueno, un alivio, al menos al tacto sus partes estaban allí. Respiró y recordó lo importante que era estar siempre alerta no importara qué sucediera, así que tomó su varita con fuerza y se enfrentó a una puerta. Pero... también estaba el hecho de que aquello era solo una clase, de que no iba a morir ahí, ni nadie estaba en verdadero peligro...

- JASS!!!! - gritó. el profesor no había dicho nada de no hablar - Soy la sombra que agita sus manos sin parar - y eso estaba haciendo mientras se cagaba de risa, las dos manos arriba, varita incluida agitándolas como si en una fiesta electro dance estuviese. Como fuera para salir de allí habría que hechizar una puerta. Así que se volteó a ver cual era la más cercana a ella que aun no hubiese sido tomada por alguien más, se puso en frente, dejó de hacer monerías, apuntó con su varita, pensó en el cuello de Damien Holland (el enemigo perfecto para cualquier ocasión) y conjuró - uncis colus-


--- hay algo que no entendí, tenemos que hechizar la puerta? o tenemos que abrirla manualmente y lo que sea que nos encontremos ahí, a eso hechizar??? ---
ya me dicen y edito!

Ella estaba de oyente en esa clase. No estaba al tanto de los cambios de personal en Smertios como para saber si el profesor era nuevo o no. No obstante permanecia en silencio y respetuosa, salvo la ocasional mirada y media sonrisa a Jessy. Desde Hogwarts habia sido de tomarse siempre en serio el estar tomando clases, aun si no eran sus materias favoritas. Habia temas que le interesaban mas que otros, claro, pero en cuanto a Artes Oscuras seguro habria algo que pudiera aprender y le resultara util en algun momento.

La piedra negra que ahora llevaba pegada a su sueter le tomo por sorpresa, incluso picandole un poco el pecho, por lo que se quejo por lo bajo. Ahora si que estaba intrigada. Le escucho con atencion mientras daba toda su explicacion, encontrando hasta graciosa la grandilocuencia de sus palabras. Estiro un poco el cuello tratando de ver que era lo que habia detras de la puerta, pero no alcanzo a distinguir mucho.

Aquel hechizo en particular le parecia... llamativo, por decirlo de alguna manera. Encontraba muy singular eso de que fuera daño no letal pero al mismo tiempo habia que atacar al cuello del oponente. Apretó un poco los labios, pero honestamente, no es que estuviera esperando ovejitas esponjosas y flores de colores en una clase de Artes Oscuras.

Se encogió de hombros y entró al laberinto. Las velas que se apagaron de repente no la sobresaltaron, porque ella seguia viendo, incluso hasta mejor. Cuando la situacion dejo de gustarle no fue cuando se quedara encandilada tras la luz negra que salia del prendedor, sino cuando el piso comenzo a moverse. Inmediatamente tomo su varita entre los dedos, viejas costumbres que no se perdian. Le costo recordarse a si misma que aquello era una practica en una clase (aunque no seria la primera clase a la que iba y todo terminaba en trampa y tragedia, honestamente).

Sumandole a todo eso, no le gusto nada, pero nada, el alzar las manos y no ver otra cosa más que una extraña sombra con la longitud de sus brazos. Tenía 5 años aprendiendo a estarse cómoda y relajada en la oscuridad. A aprovecharse de la ventaja de su ojo encantado. Y que ahora mismo no pudiera ver otra cosa mas que sombras, aun y con el ojo del justo, le estaba sacando de quicio. Menos mal que alcanzo a escuchar los gritos de Jessy y la vio (suponiendo que esa figura ensombrecida era ella) agitando los brazos de aqui para alla. Se rio un poco y levanto ella misma el brazo. De cualquier forma, tenia el presentimiento que eso de reconocerse una a la otra no iba a durar.

Llego frente a una de las puertas y la recorrio con la mirada lentamente desde abajo hasta arriba. Quedaba el detalle de que para que la maldición funcionara necesitaba imaginarse a quien le estaba atacando para clavarle la cuchillada al cuello. Dejo salir el aire de sus pulmones. Y es que si ponia a imaginarse personas a las que estaria dispuesta a clavarles algo en el cuello, su mente podia perderse en lugares muy oscuros que no estaba dispuesta a visitar de nuevo. Terminó por imaginar a un Mortifago enmascarado. No importaba quien estuviera detrás de la máscara plateada, si Holland o Lefevbre o Gohile, hasta Levine o MacEachern. Daba igual.  - Uncis Colus. - Conjuró contra la puerta, teniendo en la cabeza la imagen de aquellas máscaras.

((off: Bueno, perdón por la demora, pero vamos a liquidar la clase en pocos días, para finalizarla justo antes de año nuevo, en los días entre fiestas dónde solemos vivir, aún xD. Ya no puede entrar nadie más a la clase, a intentar aprender el hechizo. Si alguien quiere entrar (lo dudo) solo será a nivel rol))

Los alumnos, vueltos sombras, habían ingresado en el estar dónde las puertas invitaban, a la vez que impedían, el ingreso a los diferentes caminos que se adentraban en el laberinto. Todos conjuraron correctamente. Los cuatro vieron disparado un haz de luz negra que salió de sus varitas a medida que realizaban la floritura de corte por revés. Al impactar, el rayo de luz se expandió en la madera tomando la forma de un zarpazo. En caso de Ellie y Jasmine lograron dejar una marca triple, como un arañazo, de gran profundidad y de un metro y medio de alto. Pero Jessy y Joseph fueron más allá logrando cortar la puerta en tiras de madera, haciendo que los restos caigan en montículo al suelo.

-Muy bien los cuatro. Pero Morgan y Luttrell han demostrado excelencia. Se dice que la varita escoge al mago, pero yo pienso que los hechizos pueden tener una cualidad parecida.-

Una pequeña pausa se coló entre sus palabras. Acacius se vio envuelto en recuerdos por un par de segundos, pero instantáneamente descartó lo que lo encerraba.

-Bueno, ahora avancen por las puertas que atacaron. Su objetivo es llegar al centro de ese pequeño laberinto y ser el único en pie. Deben derribar todo ser que se atreviese por su camino, así como deben cuidar que no los derriben-

Los cuatro se adentraron por su puerta. Se encontraron con pasillos de mármol negro con vetas rojo sangre, que daban la sensación de estar dentro del cuerpo de algo viviente. El lugar estaba iluminado por el mismo tipo de vela flotante que había fuera, solo que estas parecían alejarse un poco de todo aquél que se les acercaba. Dentro del lugar todo era un incómodo silencio, acompañado de cerca por la sensación de paranoia que daba el estar esperando todo el tiempo que "algo" los ataque.

Pasaron solo un par de minutos cuando el escenario comenzó a acomodarse. Girando recodo tras recodo los cuatro avanzaron, con su varita en mano. De golpe sintieron su lengua enroscarse hacia atrás, dando una horrible sensación de ahogo, pero justo cuando se volvía insoportable volvieron a escuchar al profesor.

-Solo podrán decir las palabras para conjurar el hechizo de la clase. No podrán articular nada más en lo que resta de la clase-

Al mismo tiempo se dieron dos cruces. Jasmine se vio frente a Ellie y Joseph frente a Jessy. Nadie podía reconocer al otro, porque solo veían sombras. Los cuatro se aprestaron a atacar para seguir avanzando. Solo uno de ellos ganaría esa clase, aunque seguramente todos aprenderían algo ese día.

((off: muchachos hoy es 19, si postean todos para el 22 ya pondré la última etapa ^^))

El zarpazo que habia quedado marcado en la puerta fue uno que se detuvo a mirar con mucha atencion. Antes, cuando hubiera sido todavia una niña ingenua, la idea de estar aprendiendo aquella clase de maleficios le hubiera parecido una aberración. Ahora estaba mucho mas abierta a esa clase de magia, tal vez por lo vivido, tal vez por la misma influencia de la magia oscura que hacia que su vista funcionara como lo hacia.

No se disgusto de ver que su conjuro no hubiera tenido la misma intensidad que el de otras personas, segun se percato al escuchar el sonido de madera cayendo. La sombra que todavia reconocia como Jessy lo habia echo muchisimo mejor, y Jasmine penso que la rubia tenia mas talento para las artes oscuras de lo que ella misma se daba credito

Lo del laberinto le tenia ansiosa. No tenia muy buenos recuerdos ni referentes de prácticas escolares que involucraran laberintos así que inmediatamente se puso a la defensiva, tiempo de paz o no. Aun asi se encogio de hombros y asintio a las instrucciones, entrando por la puerta que habia dañado. El silencio no la incomodaba. La lúgubre atmósfera tampoco. La encontraba incluso cómoda e incluso notaba como el lado izquierdo de su rostro parecía responder a ello, percibiendo un calor muy particular en él. Quizá por ello el temor del acecho no era algo que le tuviera tan inquieta.

La manera en que su lengua se enroscó, eso sí la perturbó de la peor manera. Se llevó una mano a la garganta por reflejo y batalló un poco hasta para respirar. No fue hasta que escuchó la voz del profesor que consiguió serenarse - un poco - pero aun así lo maldijo mil y un veces en su cabeza.

Se mantenía con la varita en mano y al llegar a ese cruce y encontrarse con alguien de frente. El que tan comoda se sentia maldiciendo a alguien de manera gratuita no entraba a discusion. Esa no era su naturaleza, pero sabia a lo que venia a esa clase y pretendia llevarse un hechizo nuevo en su haber, asi que no iba a detenerse a dudar.

- Uncis Colus. - Conjuró (descubriendo que, efectivamente, no se ahogaba al decir eso) con la floritura correspondiente de puñalada. Si se trataba de Jessy o Ellie ya después les invitaría un trago o algo.

Su puerta cayó en pedazos y el susto dio paso al orgullo. Era tan gratificante cuando las cosas salían bien, cuando podía demostrar la gran bruja que era. Lástima que nadie la reconociese por ser una sombra fantasmal. Pero el profesor debía saberlo. Seguro aquel inglés nuevo en la universidad la reconocería y sabría que había sido ella entre tantos otros que logró aquel perfecto hechizo a la primera. Jessy podía repetir todos los años el curso, podía jamás estudiar, pero no por nada estudiaba Artes oscuras. Algo de vocación tenía para esos menesteres.

De nada valió reconocer a Jass y buscar de estar a su lado, porque al momento de que cada uno debió entrar por su puerta el resto del mundo desapareció para convertirse en un laberito oscuro donde a cada paso las velas se alejaban un tanto más. Jessy lo sufría, sentía en su cuerpo la tensión del miedo y también la adrenalina en llamas del desafío. Allí y así, en los enfrentamientos aparecía dentro de ella algo que le gustaba, algo que sabía como al icor de los dioses.

En cuanto se ahogó olvidó las velas y el camino a seguir, se llevó la mano libre al cuello apretándolo con fuerza contra toda lógica. Para cuando el profesor aclaró el significado de aquello. Jessy creyó descubrir que el laberinto aquel no era más que en interior de su propia garganta, o una metáfora terriblemente similar. Una perversión digna de ellos. De los de AO. Hasta le daba orgullo estar participando de tal experiencia.... Hasta quizá la convenciese de tomar los exámenes finales.

Respiró y olvidó. Pensó en las velas, en las paredes sangrantes, y en el final del camino para obvia aquella extraña sensación en la base de la lengua. Corrió dos, tres cuatro paso, hasta detenerse enfrente de la otra sombra, hasta detenerse justo para alzar la varita, apuntar y maldecir.... -Uncis Colus!- bitch

((off: perdón por la demoraza!! Vamos a terminar esta clase así les reparto las cosas. Como solo Jessy y Jasmine contestaron haremos el turno final entre uds dos. Al mismo tiempo voy a colgar la clase de Enero para ponerme al día ^^))

Las cuatro sombras se quedaron inmóviles, apuntándose con el descaro y la prepotencia del anonimato. En un flash conjuraron todos. Los flashes de luz se cruzaron a gran velocidad. Dos sombras cayeron al piso, sangrando y emitiendo quejidos ahogados que sonaban como gárgaras. Jessy y Jasmine habían derrotado a sus contrincantes, hallándose de pie frente a sus caídos contrincantes.

Ambas sombras se retiraron de la zona de sus respectivas batallas. Se adentraron más en el laberinto. Curva tras curva, recodo tras recodo, caminaron con toda intensión de ganar esta prueba. De pronto, se vieron frente a frente, cada una apuntando a la otra sin tener idea de quien era su contrincante, pero con convicción de llegar hasta el final.

-Ustedes son las últimas que quedan en pie. Han luchado con valentía y firmeza, pero solo una puede llegar hasta el centro y ganar esta clase. Les deseo suerte, aunque sé que lo que sucederá tiene poco que ver con ella-

Ambas quedaron frente a frente, varitas arriba. ¿Quién ganaría?