Fallen Angels

Podía sentir  la depresión cayendo sobre ella, le generaba usualmente una sensación de pesadez, como si las mismas fuerzas se alejaran de su cuerpo.  Era fin de semana, sus abuelos le pidieron que estuviera con ellos, por la noche planeaban hacer una cena familiar donde todos sus hermanos (que le odiaban) estarían.  ¿Por qué no podía morirse y ya? Todo era más fácil así.  La sola idea le genero un escalofrió que la hizo levantarse de la cama.  No tenía una agenda para su día, nunca la tenia, así que simplemente se vistió para salir, todo era mejor si no pensaba demasiado en las cosas, si fluían mágicamente sin que ella hiciera esfuerzo alguno.

Se apareció a unas cuadras del caldero chorreante, el Londres muggle no le parecía más interesante que el mágico, mientras menos contacto tuviera con ellos estaría mejor, nunca sabía cuando podía hacer algo mal, ella siempre hacia algo mal.  Tenía una capa larga que le arrastraba hasta el piso, un sombrero de punta y un atuendo anticuado pero sobrio, ahí afuera entre los muggles parecía solamente una loca más, pero una vez dentro del caldero chorreante todo fue normal para ella.  

Saludó tímidamente con un gesto a la bruja que atendía y pasó rápidamente hasta la entrada del callejón Diagon, no le gustaba que la gente la observara mucho, le aterraba que fueran a dirigirse a ella.  Tocó los ladrillos en la pared pero nada sucedió inmediatamente, estaba demasiado nerviosa y pensativa que no lo hizo de la manera correcta. Típico en ella.  Sus mejillas se pusieron rojas ante su propia vergüenza y luego dio los toques correspondientes y se adentro, tal vez por torpeza o distracción, su capa quedo atrapada entre la pared una vez que volvió a cerrarse, Aphril no lo notó de inmediato y dio un paso adelante siendo detenida en seco por su prenda tensada.

-¡¿Qué?! ¡No! … -  Chilló asustada de su propia voz, se mordió el labio inferior y llevo las manos a la túnica tratando de zafarla, entonces la pared parecía volver a abrirse y por la fuerza cayó sentada y con el sombrero gigante cubriéndole el rostro.  Había sido un golpe feo pero no uno que no hubiera tenido antes.  Aphril no era torpe si no distraída, siempre cargaba muchas cosas en la cabeza.

Gracias... – Murmuró levantando su sombrero para ver a la persona del otro lado del callejón, se puso de pie inmediatamente sacudiendo su túnica y se disculpo en silencio bajando la cabeza.  El hombre frente a ella era un gigante o algo parecido, no media menos de 2 metros y medio, lo peor era que no la vio de muy buena gana, lo menos que esperas al cruzar es una mujer tirada frente a ti.  Pasó a su lado gruñendo pues había alguien más tras él,  algunos insultos iban dirigidos hacia ella y solamente la hicieron agachar la cabeza.  Hasta se le había olvidado que era lo que iba a comprar.

El corazón estaba latiéndole rápidamente, golpeteando con fuerza contra su pecho cuando vio la mano extenderse frente a ella para ayudarle. Solo fue suficiente una mirada para reconocerlo; no, ella no lo había conocido en los periódicos  o carteles de “Se  busca”, tampoco le importaba si en verdad había matado a toda esa gente por placer o por que le habían obligado, Damien Holland era definitivamente algo diferente para ella.  Aphril se alisó la túnica una vez se hubo levantado y se hizo a un lado para que la gente pudiera seguir su curso regular. Escuchó las palabras de Holland pero no respondió de manera verbal, solo se limitó a mover la cabeza para asentir y luego se quitó el sombrero, una de sus manías era esa, siempre que estaba nerviosa o en una situación incómoda se llevaba algo a las manos.  

Cerró los ojos obligándose a mantener la calma, el bochorno del momento había pasado y solamente seguiría ahí si ella se mantenía de esa manera.  – H..Holland…! -  Se mordió el labio inferior y camino hacia donde él estaba, no quería entretenerle mucho, pero hacía tiempo que no lo veía.   Sabía que estaba en la universidad de Brigantia igual que ella, pero jamás habían coincidido en nada y la verdad ella tampoco se había esforzado por que fuera así, si bien tenía un buen recuerdo retorcido en su cabeza acerca del Damien Holland que dejo de ver en cuarto curso, tampoco había salido a buscarlo como loca cuando se graduó del colegio.

Muchas gracias por ayudarme,  no quise causar ese embotellamiento… - En realidad tampoco le había molestado arruinar el día de ese estúpido gigante, si lo había hecho que mejor.  Se tragó ese comentario frunciendo el entrecejo y luego sonrió hacia el rubio.-  No sé si me recuerdas… Aphril Wynne…  Slytherin… tercer año… la chica de los sapos… -  Aquello sonaba más ridículo en voz alta que en su cabeza, por esa razón antes de terminar la oración ya estaba susurrando, seguramente él tampoco le había escuchado.  Cuando lo conoció por primera vez alguien estaba molestándola con unos sapos encantados y él  le lanzó una maldición al bravucón, misma que lo dejó en la enfermería durante semanas,   seguramente no tenía nada que ver con ella el que hubiera sucedido así, pero ella así lo había visto.

¿Puedo… acompañarte un rato? – Por supuesto que la respuesta en su cabeza para esa pregunta era un no, ¿quién querría estar con ella? El corazón le latió tan fuerte que podía escucharlo bombear sangre incluso hasta sus oídos. Su rostro se sonrojó completamente y solamente apretó más fuerte el sombrero entre sus manos esperando una respuesta.

¿La recordaba? ¿En verdad la recordaba? Abrió los ojos con sorpresa, tampoco era muy buena mintiendo y ni siquiera estaba intentando disimular su asombro, estaba esperando que pasara de largo, siempre pasaban de largo con ella. Se mordió el labio inferior fuerte, sentía que el corazón se le salía por la garganta cuando él le hablaba. Quería ocultar su rostro en algún lado peRo sacó valor y le sonrió de regreso.  Para ella los segundos en silencio no fueron incómodos, más bien fueron críticos, sentía que no podría soportar un rechazo de su parte, afortunadamente no fue así y sintió como el peso se fue de sus hombros cuando él acepto que le acompañara.

Aphril se coloco a su lado para comenzar a caminar juntos hacia algún lado, en realidad ella quería comprar unos presentes para la cena de esa noche, misma que había olvidado hasta ese momento, justamente cuando él le pregunto si no tenía nada más que hacer, sentirse rechazada fue poco, era como si el mundo se le hubiera venido encima de pronto.

-Quería comprar algunos presentes para mi familia que se reunirá esta noche, sin embargo estoy segura que sea lo que sea que les obsequie no les gustará así que no veo necesario esforzarme -  Bajó la mirada y bajo un poco la velocidad de sus pasos caminando esta vez un poco más atrás de él, tenía la terrible sensación de que estaba molestándolo, Aphril necesitaba que le reafirmaran una y otra vez que las cosas que hacia estaban bien o si no caía en estados de depresión que simplemente no eran normales.   – ¿En verdad no estoy molestándote?  ¿Vas a verte con alguien o así? Puedo retirarme si quieres  en verdad.  Es decir, me gustaría mucho acompañarte, pero si no es lo que quieres está bien. -  Ahora estaba hablando como loca, una voz en su interior le decía que era más que obvio que él no querría una compañía como la suya,  sintió de pronto un hueco en el pecho y la necesidad de salir corriendo de ese lugar, no quería ponerse nerviosa y comenzar a hablar más de lo que ya hacía, estaba arruinando todo, como siempre.  

No iba a esperar su respuesta, sentía que tenía el rostro completamente sonrojado y ya que iba un paso más atrás de él se dio la vuelta para retirarse cuando vio en la vitrina frente a ella una jaula con pequeños micropuffs  disfrazados de santa que saltaron al verla.  Ella dio un paso hacia atrás porque tampoco se había dado cuenta que estaban ahí, sin embargo como una reacción casi inmediata se acerco a ellos rápidamente.

¿Crees que debería comprar uno de esos?  Se ven bonitos… y tendría el regalo – Pero una vez más parecía casi incapaz de tomar una decisión por ella misma.  Muchas preguntas llegaban a su cabeza al instante de pensarlo, ¿y si no les gustaban a sus hermanos?  ¿Y si los odiaban? ¿Y si se morían antes de que los llevara?  Era horrible.

Sabía que era un pésimo regalo, lo supo desde el primer momento… bueno no, pero se dijo a si misma que si para no sentirse tan tonta en cuanto Holland le confirmo que, en efecto serian un obsequio ridículo para alguien de una mayor edad. Ella no conocía bien a sus hermanos, ni siquiera se llevaba bien con ellos, eran lo peor, en especial Cassandra, dentro de ella pensaba que la odiaban un poco por ser la única reconocida por su padre.  Con todo y la decepción presente en su rostro el hecho de que él continuara con ella y no le molestara su presencia le daba una sensación de victoria y suficiencia que hacía mucho tiempo no tenia.

Se sintió aun mas en las nubes cuando él la tomo de una manera sorpresiva por el brazo para entrar a la tienda. La verdad es que Damien siempre le había gustado muchísimo cuando era niña, aun que el mundo lo viera como un pobre afectado o un asesino peligroso, ella lo veía solamente como el joven que en algún momento la salvó del mal y que en realidad nadie podía llegar a comprender. Muchas veces se preguntó si ella podría hacerlo, ella habría hecho lo que fuera por que él fuese feliz, se habría esforzado y dado todo de si, por pequeños instantes aquel recuerdo llego a su cabeza y ni siquiera le importaron las marcas que dejo sobre ella, al contrario hasta la hicieron sentir feliz de que se preocupara en llevarla dentro del local.

Ellos… ellos son mayores que yo – Dijo algo apenada hundiendo la cabeza entre los hombros.  Se acomodo la túnica que se le había volteado un poco con el agarre y luego se puso el sombrero en la cabeza.  Se acerco dando un paso hacia Holland viéndolo tal vez más fijamente de lo que él estaba acostumbrado.  Le gustaba su rostro y sus facciones, pero especialmente le gustaban mucho sus ojos que parecían decir más que él mismo.

Voy a comprar solamente uno, para mi hermana… - Le sonrió al hombre y sin preguntar en realidad el precio (porque a ella no le importaba) pidió que se lo pusieran en una pequeña jaulita  Aprovecho que Holland estaba a su lado y como loca, sin que en realidad se lo esperaba, le dio un beso rápido en la mejilla. -  Se que no va a gustarle pero gracias por traerme a comprarlo….

Se separó de él en el momento en que el hombre volvió con la jaula pequeña y ella le dio un par de galeones en la mano tomando la jaula con el pequeño micropuff que parecía feliz de salir de su anterior encierro.

¿Podría quedárselo ella? La verdad no lo había pensado pero ahora que se lo hacía notar, en realidad a ella si le había gustado mucho la cosita ridícula. Estaba segura que Cassandra lo odiaría y terminaría lanzando por el balcón, su media hermana tenía un carácter difícil al que ella ya se había acostumbrado, pero no dejaba de temerle. Se le hizo un nudo en el estomago y apretó fuerte la jaula del animalejo, hasta lo asustó cuando salto al momento en que Damien le puso las monedas en la mano. Se iba a negar pero no quería ofenderlo regresándole el dinero, mejor le sonrió un poco apenada y le dio las gracias en silencio.

Aphril se sentía incomoda al hablar de su familia, especialmente de sus hermanos quienes en realidad no eran completamente suyos, el mayor estaba rondando los 25 años y era un mestizo producto de una aventura de su padre, los otros eran más normales pero seguía teniendo sus reservas con ellos. Mejor no respondió y fingió no escucharlo mientras jugaba con la cosita en la jaula, lo que si escucho fue la invitación a Hogsmeade, misma que la tomó por sorpresa.

¿Hogsmeade? ¿Conmigo? … bueno, en realidad no son obligatorios los regalos, solamente buscaba la forma de pasar el tiempo, pero si me gustaría mucho salir contigo. – Se colgó la jaula del Micropuff bebé en la muñeca y luego le extendió la mano para aparecerse en Hogsmeade, en realidad tenía muchas ganas de un chocolate caliente o algún caramelo en la tienda de postres, no estaba completamente segura de que estaba pasando en esos momentos, solamente quería hablar con él, conocerlo un poco más y en realidad saber si todas las cosas que decían a su alrededor eran ciertas (que lo dudaba mucho).

¿Quieres ir a las tres escobas? Podríamos tomar algo, no se… Cuéntame un poco de ti…. – Poco a poco se sentía más en confianza con él, al menos para hablar libremente y a un tono audible, le costaba tener valor y creer en ella misma. Sin querer ser tampoco una loca lo tomó de la túnica para seguirlo. Había algo de gente, en esas fechas todo se volvía una locura antes de navidad.

Aphril se le quedo mirando fijamente cuando reacciono ante sus comentarios, sin embargo no fue una mirada de miedo o asombro, si no de alguna manera un toque de admiración. Le encantaba la fuerza que impregnaba en las palabras y la convicción con la que se había vuelto para encararla, sintió que en ese momento su corazón creció un par de pulgadas y sus mejillas se pusieron rojas por la pena.  Quería decirle muchas cosas, la principal que no quería saber cosas como si había o no matado gente, si los odiaba o eso, ella quería saber cosas más simples o mundanas, la forma en que gustaba de su café o si prefería el té, si le gustaban las túnicas negras o prefería las de azul claro, tonterías como esas que cualquiera podría responder.

Cuando la sujetó con fuerza de la muñeca ella se dejo llevar sintiendo como si caminara por las nubes, era lo más ridículo del mundo pero aquella fuerza que emanaba de él le ayudaba a sentirse segura, protegida. Era como si él pudiera defenderla de cualquier cosa en el mundo, ya sentía que lo necesitaba muchísimo y que estaba construyendo castillos en el aire basados en una nada.  Pero…  no la odiaba, ¿verdad? No, si la hubiera odiado la habría abandonado desde el primer momento, además le había comprado un pequeño obsequio ridículo que en esos momentos significo mucho más para ella que cualquier otra cosa.

Lo siguió hasta que estuvieron lejos del gentío y afuera de la puerta de las tres escobas, ella le tomó la mano que la sujetaba de la muñeca con la que tenia libre y se zafó de su agarre, pero no fue con desprecio, al contrario fue tranquilamente como si nada hubiese pasado.  Se colocó frente a él y lo vio fijamente al rostro, incluso se atrevió a tocarle la mejilla con la yema de los dedos para hacer que volteara a verla al rostro.

Solo quería saber cómo es que te gusta el chocolate caliente… pero eres muy valiente al decirme todo eso… - Luego se puso de puntillas y se acerco temerosa a su rostro para darle un beso en los labios, fue corto y a penas se tocaron el uno al otro.  Luego se adelantó abriendo la puerta al lugar.  - ¿Vienes?  Hay una mesa que me encanta!... – tomó la madera de la puerta para que no pudiera ver que sus manos estaban temblando, quería correr a sentarse o sentía que las piernas se le convertirían en gelatina ahí mismo de la emoción.

No sintió miedo de que él no quisiera seguirla hasta que estuvo dentro del lugar. Se giro un poco para ver sobre su hombro y suspiro aliviada al ver que en efecto la había seguido, ella tampoco esperaba una escena de película donde él la besara y todo eso, de hecho las cosas le parecían excelentes como estaban, ni más ni menos.  Tomó una de las mesas semi circulares del fondo, le gustaba estar ahí por que tenia buenos recuerdos de antes que sus padres murieran, cuando venía con ellos los fines de semana simplemente para una salida familiar, nunca lo había pensado pero era una forma en la que su padre cubría el hecho de tener escondida una familia que su madre nunca aceptó, circunstancias de la vida.

Se quitó con cuidado la túnica y la colocó sobre su asiento, tenía un vestido decolores claros, nada exagerado, en realidad Aphril era una joven sencilla en su forma de vestir. Ella no necesitaba un menú, sabía perfectamente que era lo que quería, aun así se distrajo unos momentos simplemente observando las cosas que había con curiosidad, como si en realidad no hubiera probado algunas de las cosas nuevas que ahí había.  Levantó el rostro para sonreírle cuando hablo por fin, diciendo entre dientes que el chocolate no le gustaba.

Pues a mí si me gusta el chocolate, es bueno saberlo.  – Iba a decirle que le trajera uno con canela y crema batida pero entonces lo vio levantarse y acercarse a ella.  Sus ojos se abrieron grandes sin entender inmediatamente a que se refería con confundirlo. ¿Cómo iba a confundirlo? Sin pensarlo mucho puso ambas manos sobre la que él había llevado a la mesa, le gustaba el tacto de su piel contra la de él, se sentían diferentes, era algo agradable.

No sé a qué te refieres, no quiero confundirte, en verdad.  Solo quiero pasar tiempo contigo, por favor no te vayas. – Entonces un miedo terrible comenzó a invadirla desde la boca del estomago hasta la garganta, ¿había dicho algo malo? ¿Lo había molestado? No quería que se fuera, en verdad no lo quería, estaba a punto de rogarle que se quedara, pero mejor se puso de pie también.

No, tú dime que es lo que deseas y yo lo traerle. No te gusta el chocolate caliente, entonces ¿quieres un té? Tu solo dímelo y lo traeré para ti. No te vayas por favor…  - No quería parecer una loca pero ya estaba actuando como tal, le aterraba que la gente la dejara sola, más aun cuando ya se había hecho muchas ilusiones, sentía que el mundo se le iba a destrozar si así pasaba.

El problema con Aphril es que nunca dejaba de insistir, por más que la gente cercana a ella la lastimara seguía ahí, en pie, recibiendo los golpes que le daban e incluso implorando por más, primero había sido su hermana mayor, Cassandra, luego sus abuelos y al final personas cercanas a ella en el colegio, en la Universidad no había tenido el tiempo de acercarse mucho a nadie pues aun estaba terminando los cursos para entrar a la carrera tal cual el siguiente semestre.  Era la única forma que conocía para que la gente permaneciera a su lado, ya fuera por que atraía a la gente como él, como los otros que había conocido en el pasado o porque simplemente no le importaba en lo absoluto la persona frente a ella con tal de que le diera la seguridad que necesitaba.

Ella se sentó nuevamente y puso las manos sobre su regazo retorciendo una servilleta entre ellas, tenía miedo de haber hecho algo mal y que él se fuera a pesar de que le había confirmado que no iba a hacerlo. No podía estar completamente segura de nada hasta que él no volviera, la angustia la sobre pasaba mientras veía por sobre su hombro al joven en la barra.

Suspiró profundamente como si un peso se le hubiera ido de la espalda cuando él tomó asiento nuevamente. Sonrió tratando de quitarse el nudo en la garganta que se le había formado y puso sus manos sobre la taza caliente de chocolate, lo habían servido como a ella le gustaba, por eso también se puso de buen humor.

¿Enserio? Me alegra que hayamos venido.  –Fue sincera.  No pensó en nada más que preguntarle inmediatamente, tampoco quería que se molestara por las evidentes cosas que decían de él y menos que pensara que lo iba a usar para algo siendo que estaba en la facultad de periodismo mágico, todo distaba por mucho de la realidad.

Me gustaría saber a qué sabe tu sidra y por qué la prefieres, eso podría ser un comienzo.  –Se mordió el labio inferior despacio, no quería mostrarse tan emocionada ni nada de eso, todo era como una gran locura que pasaba rápidamente a su alrededor.

Los regalos para mis hermanos no son importantes, en verdad. De igual manera ellos odiarán cualquier cosa que venga de mí. –Parecía una broma pero no lo era, su hermano mayor específicamente era del tipo agresivo que lanzaba cosas y decía palabras hirientes, jamás la había dañado físicamente, pero no estaba segura de que fuera ser así por siempre. Cassandra era más del tipo que maltrataba de manera psicológica, dejando notas horribles por todos lados de la casa donde ella se encontraba. Su familia era perfectamente disfuncional.

¿Estás viviendo solo en el campus?  - Fue una pregunta que le nació de la nada, se arrepintió de preguntar inmediatamente después de formular la pregunta y mejor bebió un poco de su chocolate para restarle importancia a la situación.

Ella lo vio con ojos grandes y brillantes cuando le ofreció de su sidra, no es que fuera nueva probando alcohol, pero aquel gesto le pareció algo muy grande y significativo, simplemente exageraba mucho las cosas y la importancia de las mismas. Tomo con dos dedos la sidra y probo un poco como si estuviera degustando algo maravilloso, al final se la devolvió con una sonrisa en los labios y un poco más contenta consigo misma.

Bueno en realidad…. No les hice algo tal cual, creo que solamente me culpan de no tener una vida como ellos desearan y cosas así, verás… técnicamente mi padre dejo a sus madres para casarse con la mía, no son hijos legítimos así que odian a la que si es, o sea a mí. Es algo complicado de explicar - Y bochornoso, no quería que él pensara mal de su familia pero las cosas eran así y esa era la pura verdad, no iba a complicarse o a hacerse la interesante dándole largas, no era ese tipo de personas tampoco, además que nunca podía escapar de una pregunta directa, le era completamente imposible.

En relación a lo trabajar con el Dark Lord, la verdad si le dio un escalofrió que la recorrió desde la cabeza a los pies, hundió la cabeza entre los hombros y llevo su mirada hacia él con vergüenza, en realidad estaba apenada por él, por las cosas que habría tenido que pasar. Estaba segura de que cualquier cosa que le adjudicaran no era capaz de hacerlo, no a personas buenas al menos. Estaba segura que el Damien Holland que se escondía en el interior de ese chico frente a ella era muy diferente y algo en ella se enfrasco en querer descubrirlo.

Estoy segura que de igual manera fuiste una persona muy valiente, no importa de qué lado hayas estado en esa guerra… y no veo por qué alguien no se sienta cómodo compartiendo habitación contigo, yo estaría feliz sabiendo que alguien que es capaz de tanto pudiera estar a mi lado… - Estaba siendo sincera, claro que ella no estaba consiente en realidad de todas las cosas que habían pasado en esa guerra, ella era muy pequeña como para entenderlo y sus padres eran demasiado cuidadosos con su única hija (legitima).

Se sorprendió muchísimo cuando al terminar de hablar él estaba sentado a su lado, inmediatamente se congelo al sentirlo cerca y cerró los ojos ante la expectativa de ese beso. Sus manos eran cálidas y sus caricias la hacían tiritar. No pudo responderle que le creía completamente, lo que fuera, que era verdad si él lo decía porque en esos momentos sus labios la tomaron y ella se deshizo en sus brazos. Podía sentir su respiración sobre ella, sus labios suaves indagando en el interior de los suyos, se acerco a él sin darse cuenta y lo tomó por la túnica para aferrarlo a ella, no quería dejarlo ir nunca, fuera lo que fuese todo eso, le gustaba, lo quería tener por siempre con ella sin importarle nada más.

Te creo, te creo en verdad, estoy segura que todo lo que dices es cierto. Por favor no dudes de mi… - Le dijo muy despacio tras separarse, moviendo los labios sobre los suyos, quería seguirlo besando, sentir el sabor de la sidra nuevamente sobre ella. Quería que la abrazara y se quedara a su lado por siempre. – Dime que hago para que me quieras, por favor... haré cualquier cosa, en verdad. – Seguía aferrada a él, viéndolo directamente a los ojos. Tenía mucho tiempo de no sentir algo así, de sentir que alguien la quisiera aun que fuera un poco, de sentirse segura al lado de una persona, de importarle a alguien.

No entendió inmediatamente a que se refería con eso de donde había salido, no le importó. Toda su vida Aphril había soñado con las típicas cosas de joven que cree en cuentos de hadas, pensaba que conocería a un joven, que se enamorarían a primera vista y que él sería perfecto para ella, bueno ese era Damien, para ella era perfecto así como era, le había dado en su mente la categoría de víctima, acosado por todos y juzgado sin en verdad conocer las verdaderas razones de sus actos. Eso era lo que le atraía más de él, poder ser esa persona importante que lo siguiera sin importarle nada, con quién pudiera enfrentarse al mundo entero.

Ella respondió ese segundo beso cerrando los ojos y rodeándolo con uno de sus brazos, ¿podía haber algo más perfecto que eso? Al fin conocía a alguien que la quería, que confiaba en ella, que no dudaba ni un segundo de su cariño.

Siempre estuve ahí supongo… solo esperaba el momento de verte de cerca…. – Bueno eso había sido de cierta manera verdad, Aphril no era una joven con una gran confianza en si misma, la verdad todo el acto del embotellamiento y que fuera él precisamente quién la “salvara” había sido solamente un gran golpe de suerte, ni por broma se imaginaba que iba a estar en esos momentos con él simplemente besándose y diciéndole lo mucho que le gustaba y que ya sentía que lo quería, si, así era ella.

Aun que la mirada de Damien cambió ante la última declaración, la de Aphril permaneció igual, tranquila y como si nada más importara. ¿Qué él había matado personas en esa guerra? Seguramente había tenido sus razones. Si bien los padres de Aphril no habían sido para nada puristas y habían apoyado a la orden del fénix en esa guerra, ambos se habían esforzado en dejar a su hija fuera de la lucha, era muy pequeña o inocente para comprender en realidad a que se debía todo eso. Sus abuelos por otro lado si bien no eran puristas eran muy conservadores en cuestiones de mezclas entre muggles y magos. De cierta manera comprendía un poco las razones para querer asesinar a los hijos de muggles, no eran las mejores, pero había razones tras todo eso.

Si me dijeras eso te diría lo mismo que te he dicho ya, que no importa lo que hayas hecho antes, me gusta el Damien Holland que esta frente a mí, con todo absolutamente todo lo que eso conlleva. No me veas como esa otra gente, no soy igual que ellos. – Tomó sus manos y las acerco hacia su pecho para que pudiera sentir los latidos de su corazón. Su rostro solamente reflejaba verdad, estaba siendo completamente sincera con él.

Siempre te he querido, eres esa persona que necesito para ponerme de pie día con día. Damien soy una persona débil, a veces no puedo ni siquiera con mi propia existencia, pero si estas a mi lado tengo una razón para lograrlo. ¿Me dejarías estar contigo? - Ella no se refería a un noviazgo ni nada de eso, la verdad se sentía demasiado insignificante para lograr algo así, solamente quería que la dejara estar con él, que le diera una razón para sentir que importaba en el mundo.

Iba a tardar un poco en recomponerse de todas aquellas vertiginosas sensaciones que él le provocaba con sus besos, sentía que le daba y le quitaba el mismo aliento, eclipsaba su mirada como si nada más pudiera existir, nada, solamente Damien Holland sentado ahí a su lado, como si fuera la persona más tranquila del mundo y todo lo que ocurría entre ellos fuera natural. Pero… ¿En verdad la quería? Tal vez solamente le había besado por lastima, la había acompañado ahí porque no tenía otra cosa que hacer y seguía a su lado simplemente para escuchar lo que tuviera que decir al respecto de sus hermanos, tal vez Cassandra estaba haciendo todo eso para saber que le decía ella a las personas y castigarla después. Tuvo miedo ante la pregunta y bajo la cabeza tomando también la taza de chocolate, solamente que ella lo hizo con dos manos.

No, ellos no se meten conmigo – Respondió casi con miedo y bebió del chocolate, la caricia de Holland le había vuelto a sobresaltar, pero de una manera buena. Sentía una atracción hacia él que podía incluso sentirse en el ambiente, en los latidos de su corazón y en sus respiraciones que parecían más aceleradas con el contacto de su piel. Instintivamente acercó más la pierna hacia él, quería que siguiera tocándola, como si le diera un poco más de seguridad el saber que la deseaba, que le parecía atractiva y no simplemente una joven pusilánime.

A veces yo puedo ser cruel con ellos, a ellos nadie les ha regalado las cosas como a mí. Prácticamente ese es el problema, puedo ser muy tonta y desconsiderada con ellos. Por eso odian que les regale cosas y con justa razón. Son situaciones familiares distintas para cada quién. – Bebió del chocolate y lo dejó sobre la mesa, luego puso una de sus manos sobre la de Damien, la misma que acariciaba su rodilla, ni la quitó, la subió un poco por su pierna, en el interior de sus muslos para que siguiera tocándola.

¿Tú tienes hermanos? ¿Tus padres? Los míos murieron hace años…. – Buscaba su mirada, quería ver cómo reaccionaba ante su gesto, esto a pesar de que hubiera mantenido la conversación casual, en verdad quería saber más acerca de él y que dejaran de hablar de su propia familia.