Pre selección y viajes a USA

La señora directora de la revista estaba empezando a alcanzar el límite de su paciencia que podía ser francamente ancho pero estaba mermándose a cada palabra que la dictadora francesa soltaba por sus perfilados labios en rojo carmín. Había tenido que rehacer cinco veces el dichoso artículo que había preparado aquella mañana y por si fuera poco, no conforme con sus reclamaciones, hizo ir todo el día a Aislynn de arriba abajo, llevando documentos que resultaron ser inservibles solo por el placer de verla recorrer el pasillo con toda la malicia que podía reunir su estatus de sangre pura (sí, le tenía algo de recelo por su condición mestiza). Terminó bastante tarde y cuando logró alcanzar el taslador hacía Alemania, ya se había perdido la mitad del partido de Quidditch.

Fuera como fuera, tomó asiento entre los alemanes y alemanas que gritaban extasiados con la intensidad mientras Lynn los miraba con cara de estupefacción, creciente a cada palabra que decían por sus bocas que parecía ser de todo menos agradable. De hecho con toda su desfachatez, el hombre sentado a su lado se alzó para insultar ante sus narices a James que justo pasaba ante ellos con la quaffle en los brazos para ir a anotar. La rubia irlandesa, cuya sangre también corría la barbarie celta, se giró hacia el hombre y sin pudor (ni temor, cabe decir) le mandó callar con una única frase en alemán que había aprendido pero que parecía efectiva para hacerlos sentar. Un insulto que venía a decir “métase la lengua por el culo” y cuyo tono de voz, bien cabreado, hizo achantar al hombre que por un golpe de suerte (aunque gruñendo y refunfuñando) tomó asiento a su lado. Aislynn dejó la mochila en el suelo y sacó un libro para leer en lo que se disputaba el partido porque aunque apoyara a James, era pésima para seguir el encuentro al pie de la ralla como ferviente seguidora. Solo levantaba la vista cuando escuchaba el Blue mal dicho de los alemanes aunque inmediatamente la volvía a esconder cuando veía que era porque estaban desgraciándole la vida a base de golpes barbaros. Sufría demasiado, casi como si estuviera allí y era imposible que permaneciera con la mirada en el campo, más cuando el tic de la pierna aparecía poniendo nerviosos a todos los que la rodeaban.

Tras demasiadas horas sentada y ya con las piernas medio entumecidas, terminó el partido con la victoria de Alemania.  Esperó que la mayoría de los espectadores se fueran del estadio y tras guardar el libro en la mochila, bajó hacia la zona de vestidores con el firme propósito de ir a ver a Blue, primero para ver como se encontraba y segundo para hablar sobre el Escuchón. La cosa es que nunca había tenido problemas para entrar, tal vez porque James siempre dejaba ordenes de dejarla pasar pero aquel día el hombre que solía vigilar los vestuarios no era el mismo que solía estar y aunque Aislynn intentó explicarle por activa y pasiva que era la pareja de James Blue, el hombre pareció no entenderlo.

- Ich bin ihr partner– ni por asomo tenía buena pronunciación ni sabía si había dicho bien la frase, de hecho, era una frase construida a base de diccionario así que no le extrañaría que el hombre se descojonara de cómo conjugaba los verbos o algo parecido -  ¡Oh venga, déjame pasar! Maldito alemán. ¿Qué tienes en la cabeza? ¡Serrín! Te digo que es mi novio, Dummkpof – aunque claro, insultar no iba a ayudarla demasiado pero es que la ponían de malhumor aquellos mantecatos. De hecho el hombre no pareció muy contento con la  única parte de la frase que entendió porque la cogió por el brazo de mala manera para echarla del vestuario mientras Aislynn se resistía y rodaba los ojos, molesta con el trato. ¡Diablos que no era una fan histérica! ¡Se lo había dicho! La cosa es que empezaba a hacerle daño en el codo y si no hubiera sido por la participación de James el guardia se hubiera llevado como mínimo un depulso pues la rubia ya estaba sacando de la mochila la varita.

El hombre la soltó ante la primera frase de James y Aislynn lo miró como “¿Ves como tenía razón?” aunque ni idea de que había dicho el muchacho pero solo para regocijarse en que no iba a terminar en la calle. Peor fue cuando James la cogió del brazo para guiarla hacia dentro de los vestuarios, Aislynn le sacó la lengua al hombre en un gesto infantil y cuando el segurata gruñó enojado, se apuró a entrar dentro cerrando tras ellos –  ¿Qué les dan para comer? ¿Trolls? ¡Caray!– asintió ante su pregunta si estaba bien aunque se sobó el codo donde el maldito había estado presionando, igual tenía hasta la marca morada de sus rudos dedos pero no importaba. Correspondió al beso aunque aún llevaba el cabreo del guardia y torció los labios.

–  Llevo todo el partido fuera. Bueno, mentira, medio partido. Mi querida jefa no me dejó salir antes – y dijo el querida con todo el sarcasmo del mundo – Te han dejado hecho un cristo – le puso la mano en la mejilla y acarició con cuidado el contorno de su ojo morado con el pulgar antes de darle un beso corto –  ¿Cómo llevas el hombro? Mandé sentar a uno de tus fans, creo que te dijo algo no muy bonito pero vamos… igual te estaba tirando los tejos y yo ilusa creyendo que su acento cerrado y malhumorado era por odio a que estabas marcando en ese momento – tomó asiento en una de las banquetas de madera y esperó que terminara de enlistar sus cosas  - ¿Dónde ibas a ir ahora? – y como llevaba las manos en los bolsillos de su chaqueta, arrugó la hoja del escuchón que estaba en uno de ellos. ¿Igual a EEUU? Ya que no la esperaba.

Aquel día parecía tener el culo de mal asiento o simplemente, después de cuatro horas sentada, no le apetecía estar más rato, fuera como fuera, volvió a alzarse justo para recibir la mano de James sobre su mejilla y sentir su pulgar en su labio inferior. La rubia entreabrió la boca y miró a Blue a mirada medio alzada, antes de notar como la pegaba a su cuerpo. Terminó sacando las manos de los bolsillos de la chaqueta y aprovechando que no había nadie en el vestuario, cuando él la alzó para darle el beso, ella se impulsó para rodear con sus piernas su cintura y profundizar el beso. Bajó casi de inmediato para no andar cansándolo más y se acomodó el vestido por detrás para no andar enseñando de más antes de empezar a caminar por el vestuario mientras dejaba ir a James a por su túnica aunque correspondió al beso rápido.

- No, no me apetecen más fiestas. Ya estoy harta de fiestas – demasiadas y aún tenían programada la de Kris que era secreto de estado por la sorpresa al islandés. Pateó un par de toallas a un rincón que alguno de los jugadores había lanzado al suelo y fue a encontrarse con James aún con la hoja del Escuchón en su bolsillo. No sabía que quería y en verdad su propósito había sido ir a verlo, meramente, para acompañarlo en su partido como solía hacer fin de semana tras fin de semana cuando las clases y el trabajo la permitían acudir. La cosa es que aunque no quería inquirir, no quería preocuparse porque era un mero rumor escrito en un panfleto estudiantil que no tenía más importancia, no podía dejar de pensar que Whitney estudiaba en América y durante una época, durante bastante tiempo, había sido la “otra” aunque luego intervino Zelda y las cosas fueron más raras. Fuera como fuera, necesitaba enseñárselo y obtener una maldita explicación porque se la merecía – Tampoco quiero regresar a la universidad – aunque tenía cosas pendientes como terminar unos trabajos y estudiar en la Biblioteca con Alexander.

Si sus padres no hubieran estado en su casa, igual le hubiera invitado a pasar el resto de fin de semana en París pero teniendo en cuenta que su padre parecía ser sedentario de por vida, no quería importunar a James con una estadía con el suegro al otro lado de la pared, fuera a ser que se sintiera incómodo aunque Gale era francamente liberal, más que algunos padres y hasta llevaba bien el noviazgo de su hija – Vamos a tu habitación de hotel – alargó la mano para que se la cogiera y cuando notó su mano se acercó dando un paso largo para pegarse a su cuerpo. Le dio un beso en la clavícula y ascendió lentamente sus labios, acariciando su piel hasta llegar al hueco bajo su oreja donde mordió su oreja para estirar con deliberada lentitud estudiada su lóbulo, solo para provocarle aunque cuando ya lo hubo hecho pensó que tal vez era mejor no hacerlo. No había ido allí para eso… aunque saliera natural cuando estaba a su lado.

– En verdad tengo que hablar contigo. De algunas cosas… -le pasó los brazos por el cuello, entrelazando los dedos a su nuca y rozó con su nariz la de él antes de acercar sus labios pero lejos de besarlo, solo rozó los suyos con los de él. Soltó el aire con lentitud y buscó de nuevo sus labios para repetir operación, dejándolo con las ganas de un beso mientras se pegaba a él y le daba un lametón juguetón en el labio superior – Aclarar un punto - bajó su tono de voz y susurró contra sus labios mientras esbozaba una sonrisa. Sí, lo estaba intentando comprar pero a base de bien. No se podía quejar - ¿Te parece si invado tu cama hoy y lo discutimos? - en referencia si podía dormir con él, claro que eso quedaba tapado con su insinuación

- Bernadín está perfecto – el qué más de todos aunque desgraciadamente y debido a las dimensiones que el animal había adquirido en las últimas semanas, había tenido que llevarlo a casa de su padre para que estuviera más cómodo. Gale estaba encantado con llevar al San Bernardo de paseo, casi que su hija le había dado la excusa perfecta para salir a diario. El único problema es que Brigitte estaba empeñada en hacerle ridículos totos en la cabeza con el largo pelo del pobre animal y el cachorro (porque aún era) no estaba demasiado conforme con el asunto pero se dejaba hacer por convivir con sus abuelos. Tenía alma de Hufflepuff, eso era así.

Tomó la mano de James y salió tras él pero cuando se giró a despedirse de su “amigo” el guardia, se encontró al hombre mirándole el trasero. Aislynn alzó una ceja y frunció el ceño antes de desaparecer con James mientras se bajaba la falda por detrás, fulminando al nazi con los ojos azules. Definitivamente los alemanes estaban mal de la cabeza. ¿Debería aguantar aquel individuo durante todo un mundial? Porque su paciencia tenía un límite y desde luego aquel día no era el mejor para tentarla, más cuando su jefa se había ocupado de mermar su comprensión con sus quehaceres sinsentido.

Pese a todo,  sonrío cuando él le acarició el pelo y cerró los ojos recibiendo el beso en la mejilla aunque cuando James se volteó para quitarse la capa, lo miró con algo de decepción. ¿Eso es todo cuanto se ganaba por andar provocándolo? Pues desde luego no debía hacerlo demasiado bien. Torció los labios y se entretuvo en dar una rápida ojeada a la lujosa habitación que casi tenía las dimensiones del apartamento Breen en París. Nunca iba a acostumbrarse a aquel despliegue ostentoso, por mucho que James siempre la llevara a cosas de aquel tipo. Estaba perdida en sus pensamientos de clase media cuando el ojiazul empezó a hablar, devolvió su atención al inglés y mordió su labio un poco, algo incomoda porque no sabía cómo encarar el tema.  

Ya que estaba parada frente a él, se quitó la chaqueta para lanzarla a su lado antes de agacharse para coger uno de los plátanos que había en la frutera de la mesa. No había comido, nada de nada por andar de un lado a otro del mundo pero iba a conformarse con aquello porque siempre que pedían comida nunca llegaba. Mientras pelaba el plátano se fue quitando los zapatos, primero uno con el otro pie y luego viceversa, dejando espacio a las conjeturas en la cabeza del muchacho, pero a la par que metía la punta de la fruta en su boca, se fue sentando encima de él a horcajadas. Primero pasó una pierna y luego la otra, sin pudor que el vestido se le arremangara, y terminó envolviendo el plátano con sus labios justo cuando se dejaba caer sobre él, en las zonas algo comprometidas.

Arrancó despacio un pedacito de plátano y empezó a masticar mientras se acomodaba encima suyo. Usó la mano que no sujetaba el plátano para terminar de desabrochar la camisa de cuero y meter la mano bajo su jersey para acariciar desde el abdomen hasta el torso con sus manos frías, culpa de pasar horas bajo el frío de Alemania. Se relamió los labios tras tragar el pedazo de fruta – Esto – sacó la mano de repente y fue a los bolsillos de su chaqueta para extraer el pergamino del escuchón. Puso el panfleto contra  su pecho y pasó a proseguir con su explicación – Puedes pasar por encima la supuesta homosexualidad de Kris y el control insano de Amy con Darren, lo nuestro está al final – señaló el último párrafo con el dedo índice mientras atrapaba con la lengua una de las tiritas del plátano para chuparla y coger otro pedazo de la fruta.

– Antes de que digas cualquier cosa – comenzó a decir tras tragar y lamer de nuevo sus labios – No me creo ningún rumor de los escritos pero soy periodista, o bueno un proyecto, y sé que para que un rumor falso sea creíble debe tener una base real – lo miró a los ojos - ¿Qué has estado haciendo en Estados Unidos? Quitando los partidos de la selección, lógicamente. Si has ido y has quedado con Whitney, esta bien. Pero dímelo. – y lo miraba muy seria aunque sin enfado. No estaba acusándolo de nada pero quería que confiara en ella de una buena vez para que no le ocultara nada. No entendía porque si había ido a Estados Unidos, simplemente, no se lo había dicho. ¿Qué tenía que esconder? ¿Acaso no era comprensiva con todo?