Let's Party!

Locación: Casa de la familia Moore

Se dejó un Trasladador en la Universidad para todos los Invitados

No iba a faltar a la fiesta de James, ese era un hecho. Y con el objetivo de hacerlo sin que nadie le recriminara nada o tuviera ideas raras, no le había pedido ayuda a Jens para cuidar a los niños, ni le había preguntado a Tobias cuáles eran sus planes. Independientemente de todo, le había dicho a Tobias que sus padres querían tenerlos un fin de semana, le había comentado lo de la fiesta de James, aunque no lo había invitado directamente porque no quería que la dejara plantada o que insistiera en regalarle un libro de las Crónicas de Narnia.

Al final, por cualquier cosa, se fue sola y punto. Había llegado primero a la universidad para tomar uno de los trasladores y llegó acompañada de un montón de ñoños del consejo, del que Lovecraft era el nuevo presidente. Cuando aterrizaron en el terreno, Frances ni le dirigió la palabra a ninguno de ellos y se dirigió directo a buscar a James. Podía contar con los dedos las veces en las que se había enfundado en un vestido, por cierto, pero en esa ocasión lo valía, y sí, también valía intentar hacerse notar un poco.

Cuando vio a James caminó hasta él con una sonrisa. Llevaba el cabello suelto como siempre, cara lavada, era solo el vestido lo que hacía la diferencia. Lo abrazó fuerte, lo besó en la mejilla y luego le dio su regalo, que por cierto, era ridículo. Era un espejo, pero no uno cualquiera, sino un espejo comunicador, para que pudieran estar siempre en contacto.

-Feliz cumpleaños, Presidente. Llegué aquí con un montón de sus miembros del consejo. Fue super awkward, seguro me están odiando porque voy a monopolizarte un segundo. ¿Ya viste mi vestido? Quiero sentirme tan overdressed como todas mis compañeras.

Le guiñó el ojo antes de jarlarlo a un lugar apartado para darle la cajita del espejo.

-Cuando estés locamente necesitado por estudiar o algo. Puedes usarlo.

Fue lo único que le dijo antes de soltarlo y dejar que fuera a socializar como el buen anfitrión que seguro era.

Outfit

— Vas conmigo. Como mi novio. ¿Te quedó claro?

Fueron las líneas que la pelirroja le dedicó a Alfred estando en el loft, mientras ella se cambiaba detrás del biombo que había traído de Moscú y que le servía para darle ciertas “sorpresitas” al herbólogo. Cosas como lencería cara, vestidos que terminaban tirados en la alfombra, pijamas nuevas. Seguía siendo ese amigo que le ayudaba a escoger lo que mejor le quedaba, la diferencia radicaba en que ahora se lo podía echar al plato tantas veces le viniera en gana sin sentirse una zorra superficial. Porque ahora eso eran, una pareja que compartía, básicamente, lo mismo que antes pero con sus ligeras diferencias. Como que prácticamente ahora eran exclusivos, andaban de un lado al otro junto (aunque sin ser exagerados) y ya está. Zelda se subió el cierre del vestido con ayuda de la varita y salió para mostrarle lo que llevaría a la fiesta de James Lovecraft. Lo observó mientras se colocaba unos aretes de cristales negros en los lóbulos. Cuando finalizó su atuendo calzándose los tacones negros, lo tomó de la mano.

— Vámonos. Ah… y cuidado con que alguna fulana se te quiera acercar, porque le voy a sacar los malditos ojos.

Tomaron el traslador en la universidad. Zelda se aferraba al regalo que había envuelto cuidadosamente con ayuda de la magia. Lovecraft podía ser un idiota a veces, pero era su amigo. Tenían esa relación extraña de amor/odio que resultaría después de una cita extraña donde habían visto películas acostados en la cama mientras hacían una lista de sus peores cualidades para no andar con el otro. Ahora lo conocía al derecho y al revés, lo que le daba ventaja a la hora de comprarle algo. En esa ocasión llevaba un par de películas de Hayao Miyazaki y dos más de Woody Allen. Un regalo muy personal.

Cuando llegaron, la mano de la pelirroja iba bien aferrada a la de Alfred. Ya no iba en esa actitud ácida con la que se había presentado en eventos a los que la había arrastrado por molestarla, como la noche de la Batcave, sino segura y bastante contenta. Se notaba extrañamente orgullosa de andar de la mano con Alfred como si fuera de lo más normal cuando seguramente algunos iban a preguntar dado que no se sabía nada de lo que ellos dos habían entablado. Quizá uno que otro lo sospechaba, pero como habían sido así de cercanos siempre…

Una rubia, que ni conocía, miró a Alfred de una manera que le enervó a Zelda de inmediato. Entonces lo jaló de la mano y se estiró para jalarlo de la nuca y darle un beso profundo antes de pasar más a la fiesta. Lo miró cuando se separó.

— Eres todo mío. Mío. Mío. Mío.

Esa era su forma de marcar territorio.

No había pensado que sería tan complicado compaginar las clases con ser becaria en una revista francesa. Más aún si sumaba que debía sacar tiempo para poder viajar hasta Alemania donde James se preparaba para los mundiales y todo eso para poder volver a tiempo antes del lunes cuando tenía de nuevo clases. Estaba agotada, francamente, aunque era gratificante obtener reconocimiento en la revista y es que parecía que estaba haciéndose un hueco en la redacción más allá de la recomendación paternal. El problema es que llegaba demasiado tarde a los entrenamientos y cuando se sentaba en la gradería casi que se limitaba a animar a James tan bien como daban sus fuerzas. Pero esa semana había decidido pedirse sábado y domingo libre para acudir al cumpleaños de uno de los mejores amigos de James (curiosamente se llamaba igual que Bue) y pasar un fin de semana tranquilos, alejados de todas las obligaciones y disfrutando al fin de un tiempo juntos.

Pero al final había tenido que acudir a la redacción a llevar un artículo que había escrito durante la semana porque la directora, una mujer bastante estirada y exigente, puso mala cara la semana anterior cuando Aislynn había avisado de su ausencia así que quiso contentarla para que pudiera cerrar el pico. La cosa es que James pasó a buscarla por la redacción y de ahí fueron a casa de su padre donde se cambió para la ocasión. Gales les ayudó a conjurar un traslador desde el mismo salón de los Breen para viajar hasta América donde iba a ser la fiesta. Cuanto más tiempo pasaban juntos aquel día más se daba cuenta que lo echaba de menos . No iba a admitirlo a voz alta porque eso sería para Aislynn una manera de frenar su carrera, entendía que tenía un gran compromiso profesional pero eso no quitaba que echara en falta aquellos días donde pasaban casi las veinticuatro horas del día juntos. Por eso, aprovechaba cada minuto que estaba a su lado al máximo y sin caer en discusiones tontas sobre el tiempo que perdían cada uno en sus respectivos asuntos laborales, a fin de cuentas ya sabía donde se metía cuando decidió empezar una relación con él y era jugador de Quidditch, algo aún más sacrificado.

Sonrío con la frase a su oído y asintió mirando a su alrededor. Nunca fue chica sociable pero había aprendido a convivir con el resto de la humanidad con una facilidad que hasta a ella asombraba. Tal vez se debía a que solía estar en buena compañía como con Blue. De hecho puso una mano sobre esa mano de su cintura y entrecruzó los dedos mientras sus ojos azules seguían escrutando la fiesta, a la búsqueda de gente conocida. Creyó ver a Jessy por allí, más tarde la saludaría. Estaba inmersa en el escrutinio de la sala cuando los labios de James se posaron sobre los suyos, rauda cerró los ojos y correspondió al beso antes de coger la mano del chico, entrecruzando los dedos con los suyos.

- Contando que es su cumpleaños, tal vez si deberíamos buscar al anfitrión – sonrío y buscó al otro James entre la gente. Lo había visto alguna vez de pasada hablando con su James aunque más conocía de él de oído que de vista – pero… - se inclinó hacia él, dejando sus labios en su oreja dándole un pequeño mordisco en el lóbulo juguetón–sería divertida tu idea de saludar a desconocidos… - se separó y lo miró con los ojos entrecerrados- aunque, ¿sabes que eso pierde la gracia en el punto donde tú eres un jugador famoso de Quidditch? – soltó una carcajada y saludó a Jessy con la mano – Mira, ahí va la máxima desconocida. Jessy Luttrell – pero al girar para buscar a más gente, halló casi de frente a Alfred Mayer con Zelda Frey. No iba a señalarlos como con la smertios pero dedicó al primero una sonrisa a modo saludo aunque se abstuvo de mirar a la semiveela por su propio bien.

Siguió buscando al anfitrión con la mirada hasta que dio con él. Tiró de James para acercarse al chico, conduciéndolo entre el gentío mientras saludaba a los desconocidos con un “hola” confianzudo como si los conociera de toda la vida y al llegar junto al chico sonrío tan natural como era ella agregando un –Feliz cumpleaños – antes de darle los dos besos protocolarios. Del regalo se ocupaba James que mejor conocía al recién estrenado presidente del consejo.

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Vestido, zapatos y peinado

- No vamos nah! mejor nos quedamos - Le dijo a Zelda ni bien la vio aparecerse con el atuendo sexy, y llevó sus manos al cierre del pantalón como si estuviera desesperado por arremeter contra ella. Pero fue solo el gesto tras la sonrisa, más pronto que tarde le ofreció el brazo como galán para viajar hasta la universidad de vuelta y de ahí directo a Estados Unidos, traslador garantizado por el nuevo pero ya renombrado presidente del afamado consejo estudiantil. De hecho no fue hasta que Zelda le aclaró los puntos que Alfred se enteró que era EL cumpleaños del señor y no un festejo por la victoria. Y como fuera a él toda escusa le parecía bien para hacer una fiesta, incluso... no se necesitaba escusas para armar una.

Al final no le había comprado un anillo "de verdad", porque Zelda había dejado bastante claro los puntos y él no tenía suficiente dinero tampoco. Pero si se había quedado pensando sobre la mención del perteneciente a la tataratataraabuela, y si bien no le daba miedo que la pelirroja estuviera pensando en casamientos, si quería esperar sus tiempos, estarse seguros de verdad que funcionaba y que querían los mismo para el resto de la vida. La quería con locura y no iba a cambiarla por ninguna fulana, siquiera por esa rubia a la que saludaba de vuelta a pesar de las advertencias de Zelda, pero él quería terminar la universidad, que ella también lo hiciera, encontrar un trabajo, rentar un piso, ahorrar para la fiesta... Esas cosas burguesas, que no pegaban mucho con sus cigarros hippies pero que igual eran parte de su mundo. -Tuyo, tuyo tuyo! - Y le puso las dos manos, una en cada nalga, haciendo plaf y correspondiendole al beso.

Ya en medio de la fiesta, había que ponerse serios y sentar cabeza para entender algo, para encontrar a alguien... Si que había gente por demás. Ese James era famoso en ambos mundo al parecer, pues se oían acentos extranjeros por cada rincón. Buscando unas cervezas vio a Lynn entre el montón, obvio acompañada del príncipe blue y con la mano que no sostenía la de Zelda, se llevó dos dedos a la frente para saludarla con un "Hola capitán!" a la distancia. Le caía muy bien la gatita, pero ya habían discutido demasiado por las diferencias que les tocaban en la vida, y ahora más que antes Alfred no podía dar ni un paso atrás en defender a Zelda. Era una putada, pero ambos habían elegido bando, así... Igual Alfred era de los que pensaba que el tiempo y la experiencia ponían las cosas en su lugar. A James no lo saludó sobre todo porque no tenía ninguna gana de llamar su atención para presenciar alguna estupidez del Blue con respecto a Zelda.  Él no decía nada, pero si la pelirroja le dirigía UNA sola palabra, las cosas iban a ponerse MAL.

Esperó a que esos dos terminasen de saludar al festejado y se acercó con Zelda al James que si le caía bien. - Felicitaciones! por la vejez y por la presidencia! - Le estrechó una mano con la suya y le dio dos palmadas en el hombro  - Además, tremenda fiesta Lovecraft! - Luego de eso dejó que Zelda hiciera su parte entregando el regalo que vaya a saber que miércoles era. Cosas muggles seguro...

Le hizo un falso gesto de hastío a James cuando la llamaba “su majestad” pero el gesto no duró mucho porque también le decía que se veía hermosa todo el tiempo, así que con eso bastaba para dominarla por el momento. Pero sí, no estaba acostumbrada a usar vestidos, sí colores chillones, pero no vestidos, y tenía siglos que de todos modos no se ponía una falda corta, ni mucho menos, pero ¿quién iba a decirle algo al respecto? Un solo comentario e iban a salir volando algunos dientes. Había medio arqueado la ceja con el club de fans de James encabezado por Annabelle y Bitzy, pero no había hecho ningún comentario sarcástico, ni se había comportado como una perra –aunque joder, le estaba costando la maldita vida- solamente porque no era su lugar, ni el momento, ni se vería bien y punto, así que se había quedado discretamente un poco atrás mientras el homenajeado era atendido.

Ella también vio a Kristján y a Jessy en la distancia. Quería saludar a Kris pero no sería ella quien fuera tras él si estaba con su novia la perrita esquelética. Cuando Alfred y Zelda se acercaron, ignoró al primero pero saludó con una sonrisa a la segunda. ¿Cómo? ¿eran novios oficiales o algo así? Esta vez fue mucho menos discreta en sus expresiones porque la verdad era que estaba sorprendida.

Como volvió a buscar con la mirada a Kris se dio cuenta de que Jessy ya estaba ahí ultra cariñosa con la rubia de James y le dio risa. Claro que le hizo una cara a James Blue, una chistosa que quería decir “por qué dejas que esta mujerzuela manosee a tu princesa” seguido de un “ewww”, nariz arrugada y todo, antes de guiñarle un ojo, como si compartieran algún secreto infame. James B. para entonces ya tendría bien aprendido que Frances simplemente era así.

Cuando Jessy la saludó, Frances no le devolvió el saludo, mejor se dedicó a darle un manazo a Kris por el jalón n el cabello, aunque luego le sacudió la cabeza como broma mientras ahora Jessy hacía su Zelda-parafernalia dejando a Kris ahí con ella.

No podía ser, estaba tan ansiosa por encajar en algún lado que era capaz de arrastrarse con cualquier chica para sentirse aceptada. Claro que le enojaba que ella, a pesar de que Jessy fuera una insufrible, se hubiera esforzado por tratarla bien y hacerla su amiga solo para que Jessy se comportara de ese modo, desechando sus intentos de llevar la fiesta en paz como si fueran cualquier cosa. Pues nada, para ese momento ya debía saber que a las serpientes no se les jodía.

Miró de reojo a James P. y lo único que le incomodó fue que pudiera acaso adivinar sus intenciones y se diera cuenta de la maldita que podía estar hecha, cuando hasta ese momento la había visto en su mejor etapa. Se remojó los labios y le sonrió, como disculpándose de antemano, antes de quitarle la botella de Brennivín y mirarla con una sonrisa.

-Aaaaah, esta la recuerdo, eran buenos tiempos.

Le dijo a Kris mientras le pasaba el brazo por los hombros y miraba con aparente nostalgia la dichosa botella. Y con buenos tiempos se refería a buenos tiempos. Claro que estaba preparando el terreno, sabía que Kristján tenía puntos débiles.

-Así que, ¿este es el caso que regularmente te hace tu novia? No me sorprende, una vez que obtiene lo que quiere de ti, te tira y ya está, ¿no?

Besó a Kris en la mejilla antes de encogerse de hombros y regresarle la botella a James. Estrechó al islandés contra sí. Le punzaba no estar siendo más cariñosa con James, por ejemplo, pero grandes acciones merecían grandes sacrificios.

-Pero siempre te quedan los amigos, los que no querrán irse a hacer los interesantes, sino quedarse contigo. Mira luego tenemos que hablar ¿sí? ¿Ya comiste algo?

Luego de eso se giró hacia el resto de los que estaban ahí.

-Ustedes James 1 y 2 (ahora te toca ser el 2, Blue, no es tu cumpleaños) tienen que probar el alcohol islandés. Tú también Aislynn, ya que dejaste de ser una muchachita tímida porque este patán te ha zonzacado.

Tras felicitar al anfitrión, saludó con la mano a Frances y Kris sin desdibujar la sonrisa de los labios mientras dejaba a James abrazarla como quisiera. No tenía mucho que compartir con ninguno de ellos, en verdad al que más conocía era a Kris pero solo de una charla y una fiesta, ya hacía varios meses. Permaneció en segundo lugar, abrazada a James y mirando a todos con la mejor sonrisa que tenía en su arsenal porque nunca fue mujer de sociedad y ahí todos se conocían de años, era como la desconocida y pues, no tenía mucho tema con ninguno de ellos, no para compartir. Y así fue hasta que llegó Luttrell con su habitual entrada triunfal y arrolladora para cogerla de la cintura. Lynn soltó una breve carcajada y correspondió a los dos besos antes de asentir – Claro que sí – respondió a su pregunta de forma escueta antes de señalar con la cabeza a James, bromeando sobre el azul de la boda con el apellido del inglés. Aquel había sido la mejor conversación de toda la velada, en realidad, que tuviera un tema que tratar con alguien más que no fuera una mera sonrisa protocolaria socialmente era agradable pero cuando giró su cabeza y vislumbró a James de brazos cruzados no pudo hacer más que levantar una ceja antes de regresar la atención a Jessy para despedirla con un pequeño golpe de cabeza.

Miró a su alrededor y se mordió el labio inferior, aparentemente algo incomoda, malestar que se acentuó cuando James se largó de su lado para irse a buscar bebida sin siquiera decirle nada y dejándola junto a Frances y Kris sin saber que decir. ¿Qué diablos? Miró a su alrededor sin entender nada, absolutamente nada y hasta miró hacia atrás por si Alfred se había escapado para ir a hacer caras tras ella pero no, ahí estaba con Frances que acababa de invitarla directamente a probar el licor islandés – No me apetece mucho beber pero gracias por la invitación, disfruten chicos. Voy a buscar el patán que me ha sonsacado – sonrío a ambos a modo disculpa y se alejó para ir hacia cualquier lugar. Es que no se creía que James fuera capaz de dejarla tirada en medio de una fiesta completamente sola y sin casi conocer a nadie. Él sabía que si iba a ese tipo de cosas era para pasar tiempo a su lado, más si cogía el traslador hasta la otra punta del mundo,  más si iba a la fiesta de un amigo suyo, más si había tenido que correr para hacer el maldito trabajo y entregarlo bien temprano en París para disponer de un finde para él así que podía ser un poco más considerado. No pedía mucho, solo un breve comentario de  si iba a tardar mucho o si se le habían cruzado los cables para irse de regreso a Inglaterra.

Inspiró profundo para relajar la indignación y el enojo  antes de caminar hasta donde se encontraba el chico tras permanecer un buen rato buscándolo entre la gente.  Sonrío forzadamente a la mujer con gafas con quien hablaba James – Disculpe, se lo robo un momentito de nada– y dicho lo cual, tomó al chico por el brazo y lo arrastró un par de metros a la derecha. Lo miró fijamente y abrió las manos gesticulando su salida de la imprevista reunión - ¿Qué diablos ha pasado? Porque ha sido bastante incómodo quedarme sola de la nada junto a Frances y Kris. Pensaba que veníamos juntos a nuestra primera fiesta oficial. - y se cruzó de brazos esperando su respuesta.