Fingiendo normalidad

No quería hacer un drama de aquello, porque eso había sido en primer lugar lo que había provocado que su noviazgo hubiera durado tan poco la primera vez que lo habían intentado, sus celos desmedidos. Y aquella vez debían estar haciendo las cosas bien, así que no podía gritar por idioteces como que le hubieran dicho que Darren había dormido con Barunka, y que no hubiera podido averiguar cuanta ropa había habido de por medio. Y eso la desquiciaba tanto que había optado por esconderse en su dormitorio de Ogmios y dedicarse a dar excusas malas cada vez que Darren intentaba quedar con ella. Porque sabía que si lo veía terminaría gritándole barbaridades, y que eso sería completamente contraproducente.

Así que intentaba convencerse de que aquello no había sido nada. Que Barunka y Darren eran amigos y que los genes de semiveela no cambiaban nada. Que una vez la voluntad del chico se hubiera torcido con una facilidad pasmosa ante ese hecho, no quería decir que volviera a suceder una y otra vez. No con todo lo que habían hablado y no después de todo lo que habían pasado… ¿verdad?
Pero aún así, ahí estaba, escondiéndose en su dormitorio sin querer enfrentarse a la realidad por miedo a que su reacción exagerada lo estropeara todo, porque a pesar de sus pensamientos coherentes los celos le picaban en lo más hondo de su consciencia, sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

Incluso había evitado la biblioteca, y por eso tenía un bonito caos de pergaminos esparcidos en su cama, y ella sentada con las piernas cruzadas a modo de indio delante, intentando poner orden a todos aquellos apuntes y sacar algo en claro que la ayudara a empezar ese trabajo de las técnicas de reproducción asistida en hipogrifos. Y estaba en su máximo de concentración cuando oyó que alguien llamaba a la puerta.

- ¡Estoy ocupada! – dijo alzando la voz para que quien quiera que estuviera fuera la pudiera oír. No tenía la más mínima intención de levantarse para abrir la puerta.

Había intentado de todos los modos posibles quedar con Jackson durante la última semana y fue una misión fallida. La morena ponía cualquier tipo de excusa a todos sus patronus y ya estaba empezando a cansarse de sus largas. Podía parecer que Darren estaba dejando pasar la cosa pero solo estaba dándole su espacio porque intuía que algo ocurría aunque no era consciente de qué. Para él, dormir con Barunka, no había sido más que eso, dormir con una amiga a la que apreciaba y quería fraternalmente así que aunque hubiera sido consciente de los problemas que acusaban a Amy, no le hubiera  dado más importancia. Pero no, el pobre diablo desconocía hasta que punto estaba llegando la mente conspiradora de la ojiverde y después de los entrenamientos, decidió ir a ver a Jackson a su dormitorio.

Entró vestido de deporte pues tan solo se había dado una ducha y cambiado la muda sudada por una limpia. Escoba sobre el hombro y mochila con todos sus enseres en el otro, invadió la facultad de Ogmios entrando como Pedro por su casa para ir directamente a la sección de dormitorios, pues sabía con exactitud cual habitación correspondía a su novia. No bajó la escoba del hombro para darle varios golpes fuertes a la puerta de la chica, mano abierta porque estaba hasta los huevos de soportar su indiferencia cuando estaba seguro que no había hecho nada. De hecho, no tenía tiempo ni para respirar y estaba tan cansado que cuando llegaba a casa después de todo el día currando como un negro en el campo de Quidditch, caía redondo en la cama casi sin saludar a Blue quien altruistamente le había ofrecido una casa más adecuada para su salud que la mugrienta del Callejón Diagón.

- ¿Tú? ¿Ocupada? ¡Yo si estoy ocupado y mira, saco tiempo para nosotros! – y la importaba una reverenda mierda que estuviera ocupada con inseminaciones a hipogrifos (aunque en otro momento hubiera estado encantado de escuchar la historia solo para reírse) – Abre la puta puerta Jackson o la tiro abajo al estilo Luttrell – y no iba de coña, no. La expulsión a manos del decano era su menor problema llegados a ese punto. Si ella se había estado comiendo la cabeza con rumores que podía haber ido a resolver con él, Darren estaba pensando que ya se había arrepentido de salir con él y no encontraba el modo de decírselo a la cara. De hecho, el tono en el que dijo las palabras contra la puerta denotaba lo profundamente cabreado que estaba e igual no era el mejor momento para ir, no con la mente caliente pero no pudo reprimir el impulso cuando surgió.

Era Darren. Por supuesto que era él, y por su tono de voz a través de la puerta podía decir con toda seguridad que estaba cabreado. Y seguramente si no abría la puerta lo empeoraría todo, más que si terminaba montándole la enésima escena de celos, así que con un suspiro se levantó de su cama y abrió la puerta, porque a pesar de todo no le apetecía que quedara reducida a añicos por culpa de un Bombarda.

Y por unos instantes pensó que inventaria otra excusa, que le enseñaría la montaña de pergaminos y que volvería a quedarse a solas con sus celos. Pero no podía seguir con ese comportamiento infantil, porque ya era hora de enfrentarse a las cosas como adulta.

- Lo siento… – ni siquiera sabía exactamente que debía decir, porqué sabía que él no merecía esto, que a pesar de todo lo que le había prometido ella siguiera con esa actitud de loca sin razón aparente. – Quiero tanto que esto salga bien que te estaba evitando para no montarte un drama a gritos.

La confesión se escapó antes siquiera que tuviera tiempo a considerar si era o no era una buena idea el decírselo así directamente, sin haber tenido ni de saludarle. Pero ahí estaba, la ridícula verdad. No entró en detalles de a qué se refería, pero seguramente tampoco hacía falta. O no importaba en realidad, porque el caso es que volvía a estar siendo una celosa sin motivos de nuevo, y probablemente él terminaría cansándose de sus estupideces, y ella seguía sin ninguna pista de qué debía hacer para dejar de ser tan insegura. Porque el amor también tenía un límite… ¿verdad?

- Soy estúpida. No me extraña que te guste pasar tiempo con otras. – y lo decía sin acritud, o al menos lo pretendía. Porqué sabía que sus celos eran infundados y aún así no podía dejar de sentirse diminuta, y torpe y poco delicada e insegura9 en comparación con nada que tuviera genes de semiveela de por medio. Y no entendía como alguien pudiera preferirla a ella.

Empezaban bien. Una disculpa que ni tenía idea a que venía. La miró sin moverse de su lugar, fijamente y con el cejo ligeramente fruncido, provocando que la cicatriz de su frente (si, esa que se hizo cayendo años atrás de la escoba de cara) se acentuara de más.  Más estupefacto y sorprendido se quedó con la siguiente explicación que aún confundió de más al smertios que ni idea tenía del motivo que podía llevar a Amy a montarle un espectáculo a gritos porque estaba completamente convencido que nada podía haberla enfadado. Tal vez estaba de más entregado a los entrenamientos pero eso no impedía que hallara tiempo entre las clases para verla, si acaso quien lo evitaba era ella, no él a ella.

Estaba a punto de dar un paso hacia el frente para discutir aquello en la intimidad cuando vino al fin la confesión de sus preocupaciones. Darren paró en seco y levantó la vista para enfocar los ojos miel en ella consternado. ¿Tiempo con otras? A la única que veía casi asiduamente era a Aislynn y porque era la novia de James era normal que si cohabitaba con el muchacho terminara encontrándose a la rubia de frente en algún momento de su existencia. Pero de ahí a que pensara que pasaba mucho más rato con ella que con Jackson, era excesivo. Incluso para la mente retorcida de Jackson que solía exagerar y extrapolar todos los casos hasta que se volvían imposibles de complicados.

No dijo nada y por lo contrario, terminó de entrar en la habitación cerrando la puerta tras él mientras negaba con la cabeza. Dejó los bártulos de Quidditch a los pies de la cama de la morena y mientras se quitaba la sudadera, sopesó las palabras de la chica. ¿Qué pasaba mucho más tiempo con otras qué con ella? Ya con solo la camiseta de militar de manga corta, miró a la chica – No te sigo – confesó porque es que no la seguía de verdad qué no. Tenía problemas de inseguridad y Darren era consciente de ellos, parte por su culpa porque se largó con una semiveela en Hogwarts pero no entendía que tenía que ver sus problemas en aquella situación cuando estaba convencido de no haber tenido un acercamiento más que intimo con nadie.

- No paso tiempo con otras. A menos que otras te refieras a James. Cosa que sería estúpida porque James es tío y tiene novia. La otra es que te refieras a tu amiga Aislynn, hecho qué tampoco es mi culpa, si acaso pídele explicaciones a James – se cruzó de brazos y la miró ceñudo, cabreado porque ya pensaba que estaba buscando excusas de cualquier tipo para cortar y no salir más con él. ¡Oh venga! ¡Si estaba siendo un puto santo! ¡Hasta estaba dejando de beber por ella!

– Por otra parte, no he pasado tiempo con chicas. Bueno, mentira, la vez que fui a hablar con Barunka ya hace semanas para decirle que no te tomara en cuenta lo de la orgía y que se le pasara el cabreo – levantó una ceja porque ni eso tenía la más importancia. Hizo una pausa y expuso sus propios temores pero de una forma retorcida, mostrando cabreo en cambio de cierto arrepentimiento porque en verdad no tenía ni idea de que le pasaba – Mira Amy, si me quieres cortar…. ves al puto grano, no me marees durante días, haciendo que me coma la cabeza porque a ti te parezca bien dejarme de lado y encima poner como excusa que me voy como otras – hizo una pausa y añadió, recalcando cada palabra – No. Paso. Tiempo. Con. Otras.

Claro que Darren no la entendía. ¿Cómo iba a hacerlo si ni ella misma se entendía? Pero no podía evitarlo, y seguramente le debía una explicación a su comportamiento enajenado, sobretodo porque él empezaba a pensar que era ella quién quería terminar con aquello, y no había nada más alejado de la realidad. Al contrario, se estaba mordiendo la lengua por miedo que él se hartara de sus celos desmedidos y la mandara al diablo.

- No espero que me entiendas, básicamente porqué sé que esto no tiene el más mínimo sentido… Pero no puedo evitarlo. Mis celos tienen vida propia y no puedo evitar tener ganas de gritarte cuando por los pasillos corre el rumor que te vieron durmiendo con Barunka en la misma cama.

Intentó por todos los medios mantener el volumen de su voz en tono normal. No quería gritar. Quería mostrarle que quería pensar con racionalidad y que sobretodo que confiaba en él lo suficiente para estar segura que no había pasado nada. Que no tenía nada que ver con él, sino más bien con sus propias inseguridades a causa de todo lo que había pasado.

- Pero no quiero hacerlo, porqué sé que estoy siendo estúpida y que no pasó nada con ella y que sólo sois amigos, y que si lo hago te vas a hartar de mi y me vas a mandar tu al diablo… Pero me siento insignificante, diminuta, torpe y poco bonita si me comparo con cualquier semiveela, incluso con Barunka que sé que nunca haría nada para perjudicarme, y no puedo evitarlo. No puedo evitar creer que estarías más feliz con alguien más alta, más guapa o más carismática. Y para evitarte todo eso era por lo que no quería verte. Porque no te dieras cuenta de lo estúpida que puedo llegar a ser y tuvieras ganas de dejarme. – y tal vez no se daba cuenta que seguramente no había persona en el mundo que la conociera mejor que Darren, y que él sabía exactamente cuales eran sus defectos. Lo había sabido siempre y aún así ahí estaba, con ella. En esos momentos no podía sacarse aquella sensación de que él estaría mejor con cualquier otra. – Quizás no funcionamos juntos… Quizás estamos destinados a discutirnos constantemente porque yo no soy capaz de dejar atrás ciertas cosas. Y no es que no quiera, es que no sé como hacerlo.

Ni siquiera había sido capaz de mirarle a los ojos durante todo su discurso. Había mantenido su mirada fija en el montón de pergaminos en su cama, porqué no estaba segura de querer ver su expresión una vez terminara de decirle todo lo que le tenía que decir. No quería ver como se reía de ella y después se alejaba definitivamente, queriendo evitarse todos los problemas que ella causaba.

La escuchó con calma y tranquilidad, mirándola a los ojos mientras intentaba discernir el problema en todo el asunto. Amy era una persona que exageraba los problemas hasta rozar el drama absoluto pero Darren, a pesar de su personalidad liviana, era tal vez la única persona en el mundo capaz de entender a la morena pese a que hiciera una cordillera de un grano. Era paciente y tranquilo a su lado, podía haber entrado como un torbellino y cabreado por la situación pero en cuanto de los labios de Jackson brotaron sus temores e inseguridades, las facciones del smertios se relajaron. Incluso soltó el aire con fuerza mientras pasaba una mano por su cara, intentando encontrar una excusa o un argumento que valiera para calmar los ánimos de la chica y que no creyera que iba a irse con la primera semiveela que pasara por delante sus narices. En realidad la culpa de aquello era suya, por haberla abandonado en el pasado por una de esa calaña pero Darren estaba demasiado escarmentado y era como los perros, aprendía a base de un error, no volvía a meter casi nunca la pata en el mismo sitio peligroso.

- La verdad es que me quedé a dormir con Barunka – empezaría por ser sincero con ella porque era cuanto menos se merecía. Alargó la mano derecha y cazó su mentón para virarlo unos grados hasta que su mirada quedó en la suya. Fue un gesto suave y cariñoso, una manera de decirle sin palabras, “no tienes porque bajar la mirada”.  Darren no quería una novia sumisa y mucho menos deseaba a alguien que se arrepintiera de contarle cuanto pasaba por su cabeza. Eran novios pero también amigos, íntimos, los típicos que nunca escondían nada el uno del otro y a pesar de estar en una relación, no quería perder aquella costumbre – pero fui a verla para habla de ti. Le dije que no se tomara en serio lo de después de Batcave y tras hablar un rato, ella se quedó dormida. Yo estaba cansado y me quedé dormido a su lado. Pero vestido, no fue nada del otro mundo. No hubo sexo, te lo juro – la miró a los ojos directamente y Darren era una persona que si mentía, solía notársele en gestos pero aquella vez no había nada que esconder.

- No se que más decirte Amy… - No quería perderla y eso había sido motivo de conversación por tiempo. La relación no iba bien y esta vez no era por culpa de Brackminster  sino de las inseguridades de Jackson así que solo tenía una idea en la cabeza para disipar aquel malestar en la morena. Sabía que el principal problema entre ellos era que Darren nunca había llegado a comprometerse, era un miedo atroz que había tenido desde su juventud producto de su genética libertad pero aunque la idea que tenía en mente era bizarra, tal vez sirviera para matar dos pájaros de un tiro. Primero, él se centraría en su porvenir que era casi tan importante por culpa de su vida de excesos y segundo, calmaría por completo a Jackson o eso creía. Ella necesitaba más compromiso y el simple noviazgo no era suficiente, así que sin casi pensárselo dos veces y aunque no fuera tal vez la manera en que Jackson hubiera preferido aquello (ni tampoco el momento), Darren se lanzó a la piscina.

- Solo hay una solución para todo esto – argumentó serio, más serio que en toda su vida y eso casi era un milagro en Darren Brackminster. La cogió por una mano mientras deslizaba los dedos desde el mentón de la chica hasta su mejilla y la detuvo con firmeza para que no perdiera detalle de cuanto iba a decir porque eso iba a ser una proeza por parte del jugador – Casémonos. Ahora. Hoy o mañana. Sin pensarlo. Sin fiesta pomposa. Solo tú y yo, tu familia y los amigos más cercanos. – hizo una pausa y hablaba con vehemencia, seguro de cuanto estaba proponiendo -  Necesitas estar cien por cien segura de esta relación y fíjate si estoy seguro yo de que quiero estar contigo que no me importa perder mi soltería. Hagámoslo. ¿Qué me dices? Una locura más, Jackson… ¿qué puede salir mal? – sonrío lentamente y torció la mueca hacia la derecha.

El caso es que ya sabía todo lo que Darren estaba contándole. Sabía que había sido algo inocente, y que sobretodo no debía escuchar los cotilleos incesantes. También sabía que no estaban logrando que les salieran bien las cosas, y que toda la culpa era suya y de sus tonterías. Sin embargo nada de eso ayudaba a que pensara con claridad y a ser racional, porque no era algo que pudiera hacer.

- No hace falta que digas nada más. – le aseguró cuando él dijo que no sabía que más decirle. Evidentemente que no, porque aquello no era algo que fueran a solucionar aquí y ahora. Quizás ni siquiera era algo que tuviera arreglo.

Así que cuando él dijo que sólo había una solución pensó en lo peor. En que iba a decirle que había quedado claro que no funcionaban juntos y que la iba a dejar en ese preciso instante. Y ya hasta había abierto la boca para suplicarle que no lo hiciera, que intentaría dejar a un lado las tonterías y olvidarse de todo eso, porque aquello que tenían le importaba demasiado y se tragaría el orgullo para suplicarle si hacía falta.
El problema vino cuando quedó claro que no iba a dejarla, sino más bien todo lo contrario. Le acababa de pedir que se casaran, y había pocas cosas que tuvieran la capacidad de dejarla sin palabras, pero esa era una de ellas.

- Pero Darren… – que eran ridículamente jóvenes, que él siempre había tenido fobia al compromiso o que sus padres iban a escandalizarse fueron las primeras cosas que se le pasaron por la cabeza. Pero había algo más fuerte que su sentido de la coherencia, y es que realmente era algo que quería hacer. Por mucha locura que fuera, por mucho que seguramente hubiera mil cosas más inteligentes que hacer y por mucho que fueran a decirles que se estaban equivocando. Porque nada importaba más que él.

Poco a poco sus labios fueron curvándose en una sonrisa a medida que se iba dando cuenta que tal vez si, aquella era la solución a sus inseguridades. Porque si Darren, la persona más temerosa al compromiso que conocía estaba dispuesto a eso, es que realmente no tenía ningún tipo de duda, y estaba seguro que no prefería a nadie más que a ella.
Se echó encima de él sin decir nada y simplemente lo besó. Porque obviamente que haría aquella locura con él. De hecho haría cualquier cosa que pudiera pedirle.

- Casémonos. – dijo al tiempo que asentía con la cabeza, sin separarse demasiado. Y al diablo con todo lo demás.

Le importaba una reverenda mierda la opinión del resto del mundo como exactamente había considerado a lo largo de su vida. Darren siempre hacía cuanto surgía de él y si a la gente no le gustaba, tenía dos opciones, aguantarse o joderse. A fin de cuentas tanto él como Amy eran ex leones de Hogwarts así que era evidente que sus decisiones eran las más atrevidas y temerarias que la mayoría de personas aunque no siempre las más lógicas o seguras, se guiaban por instintos y valores propios, una honestidad que surgía de su propia ética y en el caso de Brackminster no contaminada por nadie, ni sus padres pudieron hacer frente a la terquedad idealistica de su retoño.

La sonrisa de Jackson confirmó sus sospechas, era una solución extrema pero acertada pues había logrado disipar con una sola frase, los temores de la morena y era evidente en la forma en que se lanzó a besarlo. Darren la rodeó por la cintura con sus dos brazos y la levantó en peso para corresponder gustoso a sus labios y profundizar lentamente antes de dejarla en el suelo aunque no separó demasiado su rostro del suyo. Una frase confirmando la respuesta y un asentimiento para rematar el trato, fue suficiente para que Darren inspirara profundo intentando no entrar en miedos estúpidos cuando él mismo había lanzado la propuesta. No, no se iba a arrepentir aunque iban a tener la vida más dura de todas porque él no tenía nada que ofrecerle a Jackson más que una vida de diversión y pobreza asegurada (al menos hasta que no  consiguiera su contrato millonario con los Tornados).

- Pero ya. Soy de acción- reacción –le dio otro beso en los labios – Avisa a tus padres y yo iré a sacar a August de Hogwarts – se separó de ella y pasó una mano por la frente, decisiones rápidas e imprevistas, eran las mejores, o eso quería creer – La madrina @Jessy Luttrell porque si no es la madrina, nos va a lanzar una bombarda  como con el escobero. En el fondo, seamos sinceros, si no es por ella y su encaprichamiento del islandés, no nos estaríamos casando – hizo una pausa y apartó los pergaminos de la cama para hacerse un sitio en la cama con el fin de sentarse – y el padrino @James Blue, como no, por sacarme de mi palacete del amor y porque si no te hubiera besado, tampoco estaríamos juntos – luego dirían que no era agradecido con sus amigos. El diablo, si les daba hasta puestos importantes en ocasiones especiales pero eso sí, como eran los millonarios, que se ocuparan de traer las botellas de alcohol para satisfacer a todos los invitados. ¿Qué? Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Estaba a punto de añadir algo más cuando el pico de dos lechuzas, llamaron su atención en la ventana de la habitación. Esa seguro era Jessy, tenía facilidad para enterarse de los chismes y a una velocidad de infarto. Tal vez tenía orejas extensibles directamente puestas sobre la puerta de Amy, por el afán de escucharlos en discusión. Fuera como fuera, se puso en pie y caminó hasta la ventana, dejando lugar a los animales. Una de ella fue a posarse en el brazo de su recién prometida y el otro al suyo. Darren miró a Jackson durante una fracción de segundo y quitó el lazo de la nota para leer su escrito.

- No nos olvidamos de ti, te tenemos en la mira. Disfruta el quidditch mientras puedas – hizo una pausa en lo que la lechuza volvía a irse por la ventana y giró hacia Amy – Putos ojeadores, cada día dan más miedo – y no, ni por asomo se creyó que aquel texto fuera una amenaza, más bien una advertencia de algún ojeador de Quidditch para avisarle de su truculento futuro.

Decir que si había sido sencillo. Más que sencillo, había salido prácticamente solo. Pero lo que venía a continuación era un poquito más complicado que todo eso. Porque era muy bonito seguir con esa locura y decir que se iban a casar inmediatamente, pero a pesar de querer hacer algo sencillito había mil cosas que tener en cuenta. Vestido. Lugar. Qué darían de comer a los invitados. No, definitivamente no podían decir que se casaban al día siguiente, por muy romántica que fuera la idea.

- Espera. Para, para. Vamos a programarlo para el fin de semana que viene, al menos. Hay varias cosas que organizar, aún y cuando lo mantengamos algo sencillo. Yo debo buscar un vestido, proque no voy a casarme con mis pantalones viejos, y tu no puedes sacar a tu hermano de Hogwarts en dias lectivos, hay que ser responsables. - y aunque lo de casarse a su edad no era el mejor ejemplo de responsabilidad, sino más bien de ser impulsivos y de meditar más bien poco las decisiones, eso no quería decir que tuvieran que ser igual con todo. No iba a invitar a un desastre puro a los que quisieran ir a su boda, y no había más que hablar.

Estaba a punto de bromear acerca del ataque de histeria que le ocasionarían a su madre cuando le dieran la noticía cuando unos golpes de pico en la ventana la interrumpieron. Entraron dos lechuzas, y cada una se fue a posar frente a cada uno de ellos.
Curiosa por saber qué era aquello que aparentemente corría tanta prisa alargó la mano para desenrroscar el pergamino que estaba atado a la pata de la lechuza.

- Den miedo o no les necesitas, así que deberias empezar a tenerlos en cuenta porque... - iba a darle una lección de porque era importante que se tomara en serio las recomendaciones de los ojeadores, pero el contenido de su propia carta la dejó sin palabras.

"Esto no se ha terminado. Sabemos que están tranquilos, que creen que las cosas han vuelto al sitio correcto. Pero no es así.". Y aún cuando tuvo el cuidado de no leerla en voz alta, su cara probablemente lo dijo todo. Porque aquello parecía salido directamente del pasado, de los tiempos de la guerra donde por el simple hecho de no ser de procedencia mágica ya debía sentirse poco segura en el mundo. Quizás era una broma, pero era una broma de muy mal gusto. Y así, de un plumazo, se había esfumado su felicidad.

Bueno, en parte Amy tenía razón. Los ojeadores de Quidditch estaban allí para darle un mejor futuro pero eso no significaba que pudieran enviar notas que dieran menos mal rollo y ese estaba cargado de negatividad se mirase por donde se mirase. Estaba a punto de escuchar un sermón de labios de la morena, como no era de extrañar y ahora menos que iban a empezar un futuro juntos como pareja (lo que se traducía que debía pensar en ambos). Giró rodando los ojos, esperando sentir el discurso de Jackson cuando encontró una visión completamente distinta a la que esperaba.

Amy permanecía de pie, leyendo su carta casi como un fantasma, pálida como la nieve. Darren frunció el ceño y se acercó a ella, pensando que se trataba de alguna mala noticia en su casa pero cuando se asomó por detrás suyo, dejando el mentón sobre su hombro, vio la nota. Tras descartar alguna fortuita muerte que pudiera joder la boda, pasó a creer que era algún gracioso de la facultad volviendo a empezar los rumores sobre ellos porque esa lechuza podía traducirse de tantos modos y era tan ambiguo que su interpretación era complicada. Pero Darren intuyó, por los gestos y la actitud ausente de la ojiazul, que aquella carta iba redefinida a antiguas redecillas por cuestiones de sangre. No, no iba a dejar que una carta así se hiciera con el momento feliz así que se la arrebató de la mano y en su actitud despreocupada, habitual en él, empezó a caminar por la habitación.

- Ya están otra vez con los anónimos sobre rumores míos – ni de lejos se creía que aquello fuera algo inocente, iba con toda la mala intención del mundo pero creer que era un problema solo acrecentaría la angustia de Amy y no podía ser. Tal vez se ocuparía del problema más tarde, cuando pudiera analizar bien la situación sin tener que fingir para despreocupar a su prometida. Junto su carta con la de Amy y no tuvo que pensar demasiado para llegar a la conclusión que ambos eran anónimos dirigidos a los dos. No había nada de inocente en la nota de los ojeadores porque no habían sido enviadas por ojeadores – Seguro que tienes orejas extensibles en la puerta – fue a abrir la puerta por abrir y gritó – AL PRÓXIMO QUE ME QUIERA JODER LA BODA, LE CORTO LOS HUEVOS. ¿HA QUEDADO CLARO, FRIKIS DE OGMIOS? – y cerró tal cual. Miró a Amy y sonrío, calmado y tranquilo como era habitual en él aunque la angustia se lo fuera a llevar al saber que estaban amenazando a Jackson (sí, a él también pero se la sudaba).

- Ahora se expandirá el rumor de que nos vamos a casar – guardó las notas en el bolsillo de su pantalón – tal vez deberíamos decírselo a Jessy y James antes que le llegue por boca de otros pero tu, escuches lo que escuches, estate segura que desde el Batcave no me he acostado con nadie más que no seas tu – la cogió del rostro y la empezó a besar.

Levantó ambas cejas cuando tuvo claro que Darren creía que ese anónimo iba dirigido a hacerla creer que Darren no tenía intenciones buenas con ella y que todo estaba destinado al fracaso una vez más. O al menos eso era lo que quería hacerle creer a ella. Evidentemente no lo creyó ni por un momento. No eran tan importantes como para que alguien se tomara tantas molestias en su relación, pero en cambio si habían hecho cabrear a dos o tres puristas durante los tiempos de la guerra.
Pero conocía demasiado bien a Darren y estaba haciendo eso para que ella no se preocupara y él pudiera cargar con toda la preocupación, y la verdad es que no sabía si le gustaba ese trato. Aunque antes de que pudiera decidirlo Darren se puso a gritar como un loco, y no había forma en el mundo que todo Ogmios no lo hubiera oído, y por un momento se olvidó del anónimo y no pudo más que soltar una carcajada.

- Claro que se esparcirá el rumor de que nos casamos si acabas de gritarlo a los cuatro vientos. – pero a pesar de todo no le importaba. Tampoco que no hubiera sido una proposición de matrimonio romántica, con el chico arrodillado y un anillo brillante. Porque las fantasías eran una cosa y la realidad otra, y de todos modos aquella realidad se asemejaba bastante a su idea de ser feliz, así que no iba a poner pegas. – Me da igual lo que digan. Sé lo que quiero.

Pero tenía razón en lo de avisar a James y Jessy. Los rumores en esa universidad se propagaban casi con la misma velocidad que en Hogwarts así que si no se daban prisas probablemente ya lo habrían oído por otro lado y seguramente en una versión distorsionada de la realidad. Pero sus besos siempre tenían la capacidad de distraerla de absolutamente todo, y no pudo más que corresponderle en el instante exacto que sus labios se encontraron.

- Creí que íbamos a avisar a James y Jessy. – dijo al tiempo que sus labios se desviaban a su cuello, y era totalmente consciente que estaban dirigiéndose hacía un punto de no retorno, y que si él no tenía el suficiente sentido común de apartarla, el ir a dar la noticia de la boda tendría que esperar. Estos últimos días evitándolo para no montarle un drama habían sido muy largos.