No Style

Sí, David le había dicho que quizás se llevaría bien con Katherine y sugerido que intentara hacerse su amiga, pero si le había pedido por medio de una lechuza casual que la acompañara a comprar algo de ropa no era sólo por compromiso o por hacerle caso a David. Sarah era bastante poco tolerante con la gente si no le agradaba, así que por más que quisiera ser más abierta y sociable que antes, nunca saldría con alguien a fuerzas. Katherine era agradable, y se veía que tenía buen gusto.

Desesperadamente necesitaba renovar su guardarropa. No iba a tirar todos sus pantalones cargo ni camisetas reforzadas para trabajar con dragones, pero prometía no usarlas como ropa del diario. La gente en Brigantia se veía mucho más arreglada de lo que ella había estado en años y su par de suéteres y un vestido semi-formal (que se había puesto, de hecho, para el cumpleaños de Angus) no eran suficientes para no verse como una pobre vagabunda. El dinero de la beca estaba muy bien administrado y además se había ganado un dinero extra haciendo una investigación especial antes de ir a Inglaterra, así que se lo podía permitir.

Pero claro, si iba ella sola terminaría por comprar quince camisetas blancas por mayoreo y un par de jeans de segunda mano. No tenía el más mínimo gusto para vestir, y nunca había pretendido ser una chica elegante. De hecho, recordó que para la boda de Frances dejó que Kristján le comprara un vestido que parecía como de colegio de monjas (Seguro por que el idiota no quería que enseñara NA-DA) y le había dado igual. Quizás era buen momento de pedir consejos, y hasta cortarse el cabello o hacerse algo lindo. Se había quedado de ver con Katherine en la estación de Oxford Street, donde estaban todas las tiendas de ropa muggle.

-¡Hola! qué bueno que viniste a salvarme la vida. Te voy a ser sincera… mi estilo es espantoso. Es más, nulo. Lo sé, y no me da vergüenza, no vayas a querer halagar este suéter- le dijo a Katherine apenas la vio en la calle. Ella parecía de las que siempre querían decir algo bueno de la gente, por eso se le había adelantado -Quiero decir, no soy insegura, pero sé que no me visto bien. Igual eso puede mejorar ¿No? y soy horriblemente flaca, hay cosas que me sientan fatal…- empezó a decir mientras caminaba sin rumbo definido.

-Todo. Tengo ropa para vacunar dragones- le respondió Sarah de buen humor mientras se acomodaba su bufanda a cuadros. El caso tampoco era sacarla de quicio así que se puso a pensar qué cosas tenía que pudieran considerarse ropa decente. Un par de chaquetas aunque eran muy informales, el par de vestidos que había mencionado y quizás alguna blusa. Pero hablaba de lo rescatable, no era algo en lo que se pudiera confiar demasiado.

-Bueno, supongo que hay maneras de comprar cosas que sirvan para combinarse y todo eso, no quiero nada que mande un mensaje desesperado como en esas películas tontas donde la fea se hace linda cuando le sueltan el cabello- le dijo a Katherine riendo un poco, dejando claro que realmente no era insegura, sólo quería verse mejor de vez en cuando y no sólo como domadora de dragones o algo así. Y también se estaba esforzando por ejercitarse y ganar un poco de peso, no iba a mentir, el periodo más negro de su vida (en compañía de Kristján) había estado también marcado por la toxicomanía y muchos malos hábitos alimenticios de los que le había costado mucho deshacerse.

-En teoría, desde que tengo como once años. Era muy amigo de mi prima Annie… que murió en la guerra; ella me contaba de él en sus cartas, por que yo vivía en China, y después lo conocí cuando vine a Inglaterra. Al final somos amigos y todo, es buen tipo, pensé que quería salir contigo y me estaba pidiendo ayuda para decirte cosas buenas de él, pero creo que no es el caso. Igual ustedes quedaron en buenos términos ¿No?… ¿Esto está de moda?- Le mostró un vestido que encontraba muy bonito pero era la clase de cosas que pensaba que se verían bien en otra persona y no precisamente en ella. Qué pregunta tan mal planteada, todo lo que estaba ahí estaba de moda, sólo había que elegir lo que quedara bien. Negó  con la cabeza, sobreponiéndoselo en el pecho para mirar el color contra su piel y frunció el ceño.