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Siempre había pensado que el mantener cierto nivel de amistad con los ex era una costumbre muy saludable. Así lo creía porque, bueno, a parte de que me consideraba una persona lo suficientemente madura como para evitar según qué comportamientos de cría de quince años también me gustaba tener opciones.

Sí, mucha gente consideraría ese motivo egoísta pero yo siempre había sido clara respecto a mi misma. No pretendía engañar a nadie. Y ese era uno de esos días en los que tenía la impresión de que un poco de coqueteo ligero no despertaría mi lado más sagaz y tajante. Así que sí, contacté con George y lo invité a una tarde de cervezas (yo tomaría otra cosa) en un pub que una antigua amiga de Hogwarts había abierto recientemente en Diagón.

Me miré al espejo y me puse guapa, sintiéndome especialmente coqueta al aplicarme mi sencillo y casi invisible maquillaje. - Papá, voy a salir. ¿Era hoy lo de la pluma? - le pregunté desde fuera de su despacho, haciendo referencia a un encargo que él me había mandado recoger hacía una semana. - Sí, Willow. Toma, llévate esto, ahuyenta a los pogrebins. Lucille Hopkirk me ha dicho que a los de Garrison’s se les ha escapado uno por Diagón. - salió de su despacho y me dio una especie de colgante que ni siquiera miré, porque ya estaba acostumbrada. - Te veo luego. - le  di un escueto beso en la mejilla y usé la Red Flú para ir a la tienda de plumas.

Entré, me dieron una bolsa y salí un poco apresurada hacia el bar de mi amiga, donde supuestamente ya tendría que estar George. Con la tontería me había retrasado unos cinco minutos. El sitio era bonito, muy colorido y olía a incienso y pachuli. Tenía sillones y butacas  y su aspecto tan relajado como hippie chocaba con la estética de la calle aledaña a Diagón donde se ubicaba. Quizás por ello me gustó un poco más.

- Hola Tasha, el sitio es precioso. - le dije una vez me vio y salió de la barra para saludarme. Le dije que había quedado con un chico y saludé a George en la lejanía con una sonrisa. Me acerqué a él. - Perdón por el retraso, he tenido que hacer un recado. - le di un pequeño apretón en el hombro, porque no me gustaba besuquear a la gente. - ¿Ya has pedido? -