trámites

Soportar a la familia nunca era fácil, tolerar un hogar de más de veinte personas menos, cuando odias a cada uno que te pasa por al lado peor aun, y si tienes que interrumpir tu vida cotidiana para encerrarte tres días a discutir el futuro del cosmos y la fortuna familiar, ya puede considerarse como el peor de los infiernos. En eso estaba Jessy, enloquecida, desganada, hecha un lío mental, disimulando todo el rato y pasándosela en el frío exterior con la escusa de fumar o lo que fuera, amaneciendo tempranísimo y durmiendo menos aun. No era cuestión de ser asesinada por la espalda mientras pegaba los ojos un rato. Si quiera había podido drogarse o beber, por el terror de no estar lo suficientemente alerta.

Y ya iban tres día de eso, no quería saber más nada, solo volver a la universidad y olvidar que existía el resto del mundo, cuando le encargaron la fastidiosa misión de ir a hacer trámites al ministerio.  Primero dijo que no. De inmediato, tajante, con las escusas de que cualquier otro de sus hermanos seguro que lo resolvía más rápido y con mayor pericia. Pero en cuanto se dio cuenta de que era el modo perfecto de abandonar el castillo familiar de manera legal, tomó su bolso y los papeles y desapareció por la chimenea, para estar dos segundo después en el enorme hall del ministerio.

También odiaba ese lugar, le hacía recordar la guerra. Desde las primera manifestaciones a viva voz, hasta los enjuiciamientos tortuosos. Pero nada! las cosas ya no eran así. Hoy tocaba mirar la fuente de las razas reconstruida, con ojos nuevos y paso altivo. Tomar el ascensor, lleno de trabajadores del montón, hasta las oficinas administrativas y encarar al primer empleado que se le cruzase con seriedad y tranquilidad, y si todo era rápido podía encerrarse en un baño público a drogarse en paz y a lo muggle.

- Bueno días.... necesitaba unos certificados de nacimiento, magia y defunción.-


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Jessy en su mundo hasta le dijo gracias al sujeto de barba rubia que le indicaba por dónde seguir. No reparó en él, no le prestó mayor atención que a un servidor cualquiera, y menos aun pudo pensar que él no trabaja ahí, sino que viajaba como ella en ascensor a buscar expedientes. Sin mirarlo dos veces se fue hasta el escritorio señalado, a hacer una cola de tres personas. A escuchar como un terrible enfermedad no era cubierta por el seguro médico de los trabajadores de la red flu, y como la invalides por gnomos de jardín no calificaba para bonos extras si el grupo familiar ganaba más de 10mil galeons anuales. Y luego su turno, a pedir certificados para rellenar. Y a estarse diez minutos, apoyando los codos sobre el escritorio del brujo, desesperandose poco a poco, tratando de hacerse entender, como si ella hablara chino básico y el tipo sirenio.

Hasta que por obra y gracia de otra bruja, mujer OBVIO, que pasaba por ahí a dejarle unos papeles al tipejo y escuchaba la conversación, le aclaraba a una Jessy furiosa, que ese no era el escritorio correspondiente, que debería haber preguntado al principio del Hall para no hacerse colas de más y atrasarles a ellos la atención del resto de los magos. - Pero si yo pregunté y me dijeron aqui?... me está tratando de estúpida? - respondió en un momento Jessy cuando eso no daba para más. Para colmo que le indicaban mal, que ELLA perdía su tiempo, que el brujo era un idiota, la mujer le hechaba las culpas? EL COLMO.

Bufó y se dio la vuelta para ir hacia el lugar que supuestamente SI era el correcto, pero claro, Jessy ya no iba a confiarse tan fácil, y así sus ojos lo demostraban cuando alzando la vista vio al sujeto que mal le había indicado dónde, cómo, y porqué. - El segundo a la derecha, no?....- le sonrió enfadosa - Si trabajar en el ministerio te aburre no es mi puto problema, sabes?... - Así, con todos sus malos modos a un tipo que podía doblarle la edad y echarla a patadas del santo establecimiento. No le importaba, no sabía quien era, por Jessy podía ser el mismo ministro de la magia en ese momento que le daba igual... Y él tampoco sabía quien era ella, pero ya empezaría a darse cuenta que no era mujer para que le gastaran bromitas.

- También desvaneciste a la secretaría para hacerme perder más tiempo? -

Sonrisas malditas por dos. Ahí si reparó un poco en él, en su mirada directa, la altura de su porte en traje común y su barba rubia, pero más en los papeles que le mostraba como si él fuera el dueño del mundo y se le hiciera fácil jugar con una niñita. Confirmado, él no tenía idea de quien era ella y se animaba a perder el tiempo por darse aires de grandeza con una desconocida. Iba a explicarle que él trabaja ahí solo por el hecho de que la había mandado al escritorio equivocado, no? Quedaba implícito en la mirada de ambos y Jessy no era de gastar palabras, con gente necia y que le importaba menos que un almuerzo.

- no trabajas aquí... pero justo tienes mis papeles... y sabes el nombre de... Deliah? - Ridículo! que bien mentía, metía la pata él solito. Pero para que esforzarse si ambos sabían que eso era un juego infame que el muchacho había empezado porque le dio la gana. Acaso se notaba tanto, y de lejos que Jessy era fácil de cabrear? Pues iba a empezar a ser momento de disimular un poco, sino cada idiota con quien se cruzara iba a arruinarle el día.

Jessy entrecerró los ojos y fue a tomar los papeles para que él los quitara al momento justo. - Ay! vamos! que quieres?... - dijo con desgano - en serio no tienes nada mejor que hacer?... - No, aunque había querido, no podía evitar enfadarse, simplemente eso era más fuerte que ella, su voluntad y su raciocinio, juntos y en equipo. Puso ambas manos en su cintura, girándose hacia un costado, para demostrar que estaba aburrida ya de la situación, pero terminó sonriendo de lado y mirándolo de reojo cuando él acotaba lo último. - muchas? - susurró.... - muchas horas? y dio un paso hacia él para quedar pegada a su traje de civil.

-... eres de los que buscan que les supliquen? - y le sostuvo la mirada para dar más énfasis al descaro con el que se pasaba la lengua por los dientes. No iba a cambiar sexo por pergaminos, ni loca. Él tampoco podía pensar que robar pergaminos era una buena forma de levante. Se necesitaba más que eso, mucho más.

Que bonito coquetear porque si con un desconocido. Pensaba él que por sostenerle la miraba azul iba a mojarle las bragas? Tan desesperados estaban los magos que interrumpían sus quehaceres mundanos para importunar a la primera visita con falda que se presentara frente a ellos? Eso era ridículo, ya le  había dedicado cinco minutos de su precioso tiempo, necesitaba los papeles y nada más. No entendía que lo motivaba a él a perder el tiempo, pero ella si era una chica con obligaciones que cumplir y no alguien que gastara el sueldo que todos los magos pagaban en volver a la burocracia mágica una burla para lo sociedad.

- no... - No era un trato justo, porque no había ningún tema que arreglar con él y ceder su tiempo, su dinero o sus ningunos ánimos de socializar con desconocidos. Quizá si no estuviera de novia, hubiera sido una buena forma de iniciar un encuentro sexual de cualquier tipo, sádico incluido, con un rubio galán y creído, pero no era el caso. La presencia de una morocha desvió la mirada de ambos relajando las tensiones, al menos las de Jessy de querer asesinarlo y reclamar los papeles que estaban en su chaqueta poniéndole un tacón en el pecho y escupiéndole después....

Los comentarios sobre miedos, gryffindors y whisky la hicieron volver a mirarlo sonrisa de lado incluida. Era valiente, y alcohólica, pero que él pudiera adivinarlo iba en contra de querer demostrárselo, aceptando porque si! porque podía y deseaba. Así que - si...- le estaba diciendo que no de nuevo exactamente y de nuevo interrumpiendo la morocha, que se llevaba las miradas de odio que Jessy le dedicaba al rubio. Porque había furia para todos si tentaban su suerte frente a la gryffindor.

Miró el escritorio vacío dispuesta a esperar lo que hubiera que esperar para conseguir un nuevo juego de papeles y al sentirse requerida por las palabras del rubio alzó las cejas y mantuvo el silencio. Como si fuera capaz de pensarse seriamente tal tonta invitación, tentando ella su propia suerte. Incluso lo miró de arriba a abajo sopesando posibilidades, y viendo que tanto quería él que ella dijera si. - no se... - Metió la mano en su bolso y sacó una moneda - mejor... - se acercó porque si le gustaba coquetear y mucho, le daba coraje y la hacía sentir linda y poderosa. - mejor... me compras algo... y cuando vuelvas nos encerramos en tu despacho a.... - le puso la moneda en el bolsillo - ajustar cuentas.

Le pagaba como a un puto, le proponía descaradamente seguir el juego cuando él quisiera, pero en verdad estaba dando pasos hacía atrás volviendo a lo suyo, que era ese maldito escritorio vacío. A esperar a la bruja comosellamara, a que volviera de su receso, del almuerzo, o de la muerte. Así tuviera que dormir en el hall del ministerio hasta la mañana siguiente.

El brazo sobre sus hombros no fue nada comparado al espanto que le dio su aliento en el oído y el tono de sus palabras. Todo eso no tenía sentido, y daba miedo, no había ninguna razón aparente para que un extraño se encaprichara tanto con ella y se tomara semejantes molestias o bien de deshacerse de la secretaria o bien de mentir tanto por invitarle una copa. Definitivamente ya no creía que todo eso tuviera nada que ver con un lance amoroso ocasional... Ahora tensa como una cuerda y temblando por dentro estaba convencida de que ahí había una cuenta de la guerra o similar por arreglar. Que el sujeto sabía quien era ella y estaba secuestrándola o algo para matarla. Y no sabía que hacer...

Creo que no entiendes bien la situación

No, no entendía. Sobre todo no lograba ver porqué ahora, porqué ese sujeto, si acaso lo conocía de algún episodio nefasto y no podía recordarlo, si a caso alguien más la había señalado y él era solo un matón a sueldo, si quizá no había sido alguien de su familia que había arreglado todo ese asunto, su ida al ministerio, la intercesión del rubio, todo, todo, para sacarla del camino Luttrell. Se estaba paranoiqueando como en las peores épocas, calculando que tanta fácil podía sacar su varita antes de que el rubio la matase, cuanta mala suerte se podía tener para que no hubiera nadie más en el ascensor. Con la mirada al frente sin media palabra se la pasó todo el recorrido, cruzando los dedos mentalmente para que alguien, quien fuera subiera al ascensor y mermara la soledad.

Pero nada de eso sucedió y el rubio usaba la moneda en su contra. Sabía que le hablaba a ella e igual no volteó a verlo, no dijo ni mu, ni cambió su rostro que él podía observar de perfil. Casi que se sentía su hermana Julia, la autista de la familia, y todo eso sin ser nada en específico le revolvía las tripas peor que la casi violación en lo de Dave. Tenía que obtener su legermancia con urgencia y así ahorrarse mil problemas y sufrimientos mentales.... Y él venía a ponerse de frente, cruzarle el paso de nuevo cuando pensaba huir y perderse en la multitud del hall. Tomó los papeles con rudeza y forzó una sonrisa de "gracias". No, no quería ir. Que no había quedado claro ya? Claro que sí, pero él insistía. El rubio no era ningún tonto, se notaba en sus palabras, en los gestos en la forma de sostenerle la mirada.

- fumas? - necesitaba una escusa barata para que le volviera la saliva a la boca y empezar a andar. Este era el plan, cuando estuvieran en medio de la calle, sin más funcionarios dando vueltas lo mataba y listo. Robaba los papeles, tiraba la varita por ahí, y ya. Pero como diablos iba a matar a alguien que le sacaba dos cabezas y tenía un par de muchos años más que ella?!?!?... un bombarda llamaría demasiado la atención...- solo un whisky, no?... - Solo uno?... tendría tiempo así?.. Dios! eso era terrible, ella nunca era la que pensaba los planes... Que tal si él si podía leer la mente? Que tal si le estaba escuchando ahora mismo. Por instinto giró a verlo, llevada por sus pensamientos de persecución.  Quizá un diffindo a la yugular... - ... nunca te afeitas prolijo? -