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Go-go Kensington
2 participantes
Brigantia86 :: Mundo Muggle :: Gran Bretaña :: Londres
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Go-go Kensington
Aquella noche, después de salir de aquel jodido lugar lleno de yonkis, Frances y yo nos habíamos pasado a beber y hablar durante un buen rato en el ‘North Queen’, es decir ya saben, ponernos al día. Había pasado bastante tiempo desde nuestro último contacto, cosa que no se puede permitir cuando se trata de una chica de ese calibre (si saben a lo que me refiero). Esa noche, me enteré de que, sorpresivamente, su matrimonio no se había ido a pique en los primeros tres días y que hasta tenía tres (¿o cuatro?) críos a quienes alimentar.
La creencia de que ahora era soltera había sido producto, muy seguramente, de mi subconsciente al suponer que cualquier matrimonio de nuestra generación estaba sujeto al rotundo fracaso, tal y como había pasado con el mío. Le conté eso a Frances, acerca de las locuras de Cherry y de ese pequeño criajo que no había sacado prácticamente nada de mí. Hasta el día de hoy, seguía creyendo que haberme salido de esa condenada casa había sido lo más sano que me podría haber pasado jamás.
Esa noche las cosas se quedaron ahí. Le propuse salir cualquier otro día y ella hasta me invitó al bautizo de sus hijos, al cual no pude asistir debido a ciertas ocupaciones que había tenido ese día en concreto; pero al menos le había enviado un gran lote de ropa de calidad. Al ser esposa de Alechinsky, no tenía ni la menor duda de que sus pobres niños anduvieran por ahí con ropa vieja y rota, deambulando por las calles del jodido barrio en donde estuvieran viviendo.
Después de unos días, luego del bautizo, decidí invitarla a cenar y probablemente a beber unos tragos. El lugar al que asistiríamos se llamaba ‘The crown’, un club exclusivo en las inmediaciones de Kensington del cual mi desdichado y bien muerto padre había sido socio fundador. El dueño del sitio se llamaba Ayrton Harris, un viejo decrépito y amante (en el peor de los términos) de los niños que si bien no me era muy grato, su “amistad” me resultaba más que conveniente en aquellos tiempos.
Quedé de recoger a Frances en la entrada de Brigantia, el lugar al que justamente acababa de meter mi mercancía hace tan solo un par de semanas. Regularmente era Denis quien se ponía al volante, pero esta vez era yo quien se sentaba en la cabina de conductor del Dodge negro que acababa de recibir como pago por… algunos trabajos.
La creencia de que ahora era soltera había sido producto, muy seguramente, de mi subconsciente al suponer que cualquier matrimonio de nuestra generación estaba sujeto al rotundo fracaso, tal y como había pasado con el mío. Le conté eso a Frances, acerca de las locuras de Cherry y de ese pequeño criajo que no había sacado prácticamente nada de mí. Hasta el día de hoy, seguía creyendo que haberme salido de esa condenada casa había sido lo más sano que me podría haber pasado jamás.
Esa noche las cosas se quedaron ahí. Le propuse salir cualquier otro día y ella hasta me invitó al bautizo de sus hijos, al cual no pude asistir debido a ciertas ocupaciones que había tenido ese día en concreto; pero al menos le había enviado un gran lote de ropa de calidad. Al ser esposa de Alechinsky, no tenía ni la menor duda de que sus pobres niños anduvieran por ahí con ropa vieja y rota, deambulando por las calles del jodido barrio en donde estuvieran viviendo.
Después de unos días, luego del bautizo, decidí invitarla a cenar y probablemente a beber unos tragos. El lugar al que asistiríamos se llamaba ‘The crown’, un club exclusivo en las inmediaciones de Kensington del cual mi desdichado y bien muerto padre había sido socio fundador. El dueño del sitio se llamaba Ayrton Harris, un viejo decrépito y amante (en el peor de los términos) de los niños que si bien no me era muy grato, su “amistad” me resultaba más que conveniente en aquellos tiempos.
Quedé de recoger a Frances en la entrada de Brigantia, el lugar al que justamente acababa de meter mi mercancía hace tan solo un par de semanas. Regularmente era Denis quien se ponía al volante, pero esta vez era yo quien se sentaba en la cabina de conductor del Dodge negro que acababa de recibir como pago por… algunos trabajos.
Simon Miller- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 27/12/2014
Re: Go-go Kensington
No pensaba que aquella especie de salida durara mucho rato. Ese fin de semana quería aprovecharlo al máximo considerando que no había grandes planes y que su mamá no había insistido como una loca en que llevara a Per de visita y esas cosas. Y planeaba encerrarse en su casa a disfrutar, por fin, de los placeres de la tranquilidad de ser madre y demás, sin organizar bautizos ni aceptar salidas a lugares estrafalarios. Le había dicho a Tobias que llegaría tarde dos horas máximo y así sería, aunque no le había dado más explicaciones.
No se arregló para la ocasión ni nada de esas tonterías, así que se podría decir que era la de siempre, sin más. Cuando salió de la universidad miró hacia todos lados y frunció el ceño al reconocer a Miller en un auto. Siempre tan pretencioso él, tan encantador. Puso los ojos en blanco y caminó hasta donde estaba, dándole la vuelta al auto por atrás para tocarle el vidrio del lado del copiloto y hacer que le abriera.
-¿Qué tal? ¿Este auto vuela o es normalísimo muggle?
Le preguntó apretando cosas sin ningún tipo de consciencia del peligro como si acaso el auto tuviera escondido un lanzallamas y luego le dio unas palmadas a Miller en su rodilla a modo de saludo.
-¿A dónde vamos a ir? Oye, tengo nada más dos horas antes de aparecer en casa. Y no, antes de que digas algo, no es que tenga toque de queda pero hoy tuve que estar todo el día aguantando profesores infelices y extraño a mis bebés.
Era cierto y aunque tenía poca delicadeza para decir las cosas, no quería que pensara que tenía todo el tiempo del mundo, porque no era así, además no le había dicho a Tobias a dónde iba por una razón.
-¿Cómo está Joe?
Puaj, ¿qué podía decir? Era casi natural preguntarle por su hijo si todo el tiempo estaba pensando en los suyos. Sonrió y negó con la cabeza en un gesto reprobatorio a sí misma antes de voltear a verlo y luego desviar rápido la vista hacia la ventana del auto, al exterior.
-¿Te puedes apurar a largarnos?
No se arregló para la ocasión ni nada de esas tonterías, así que se podría decir que era la de siempre, sin más. Cuando salió de la universidad miró hacia todos lados y frunció el ceño al reconocer a Miller en un auto. Siempre tan pretencioso él, tan encantador. Puso los ojos en blanco y caminó hasta donde estaba, dándole la vuelta al auto por atrás para tocarle el vidrio del lado del copiloto y hacer que le abriera.
-¿Qué tal? ¿Este auto vuela o es normalísimo muggle?
Le preguntó apretando cosas sin ningún tipo de consciencia del peligro como si acaso el auto tuviera escondido un lanzallamas y luego le dio unas palmadas a Miller en su rodilla a modo de saludo.
-¿A dónde vamos a ir? Oye, tengo nada más dos horas antes de aparecer en casa. Y no, antes de que digas algo, no es que tenga toque de queda pero hoy tuve que estar todo el día aguantando profesores infelices y extraño a mis bebés.
Era cierto y aunque tenía poca delicadeza para decir las cosas, no quería que pensara que tenía todo el tiempo del mundo, porque no era así, además no le había dicho a Tobias a dónde iba por una razón.
-¿Cómo está Joe?
Puaj, ¿qué podía decir? Era casi natural preguntarle por su hijo si todo el tiempo estaba pensando en los suyos. Sonrió y negó con la cabeza en un gesto reprobatorio a sí misma antes de voltear a verlo y luego desviar rápido la vista hacia la ventana del auto, al exterior.
-¿Te puedes apurar a largarnos?
Frances Alechinsky- Mensajes : 319
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Go-go Kensington
-Vuela, por supuesto. ¿O cómo crees que llegaríamos a Kensington desde aquí?- Le di un pequeño manotazo para evitar que estuviera presionando botones a lo tonto (aunque en realidad, no podía haber ninguna consecuencia de ello) y luego le guiñé el ojo mientras descubría un pequeño panel debajo del volante.
-Y aquí tenemos a otra esposa que debe poner pretextos para regresar temprano a casa.- Me burle de ella un instante, antes de rozarle la mejilla con el dorso de la mano- Tranquila, no necesitamos más tiempo. Es un club al que mi padre me llevó desde que tengo memoria. No te apures, no es un grupo de ancianos ni nada parecido, la verdad es que ha mejorado con el tiempo. –
Siendo honestos, mis intenciones con Frances no eran precisamente las mejores. Es decir, sí, la valoraba como una buena amistad por todo el tiempo que habíamos pasado juntos luchando y más, para a decir verdad, lo que más me interesaba de esa relación era la posibilidad de probar ese culo de mujer casada. No era mi fuerte, pero tenía que ser paciente.
-¿Joe? Bueno… bastante bien, supongo. Es decir, está con su madre y tal - Hasta donde yo sabía, el crío era un jodido dolor de cabeza inaguantable para cualquiera que estuviera más de dos minutos en su compañía. Pensar en ello me provocaba jodidas nauseas.
-Pero hasta donde yo sé, no le falta absolutamente nada (a menos de que esa maldita mujer se gaste toda la plata en alcohol y cigarrillos)- No necesitaba ocultar lo poco que me importaba el asunto, ni siquiera con Frances, que siempre había tenido ese plan moralista mal encaminado en sus venas.
En cuanto lo pidió, presioné un par de botones y el coche se fue elevando poco a poco del suelo hasta ganas la suficiente altura como para emprender el viaje relativamente corto hasta la parte sur de Chelsea, en donde existía un viejo estacionamiento con la parte superior del mismo encantado para que los muggles no vieran aterrizar nada nunca.
-Supongo que ahora me toca preguntar a mí cómo están los tuyos. El mayor se llama… Per, ¿cierto? No quiero ser grosero, pero de verdad le pido al cielo que el chico no salga como a su padre, sin ofender- Me refería a la locura latente. Todo el mundo estaba al tanto del poco equilibrio mental que el miserable de Alechinsky había tenido durante toda su vida; y bueno, la verdad es que Frances tampoco aparentaba tener todos los tornillos en su lugar, así que…
-Hace un par de años comenzamos a financiar un club para chicos de su edad. Ya sabes, deportes, juegos didácticos, desayunos, aplicación estratégica del talento. No me malentiendas, no estoy diciendo que tú y tu chico necesiten que les regalen nada, pero el lugar es un buen sitio para hacer amigos y descubrir los potenciales mágicos. Tal vez deberías darle un vistazo…- El lugar existía, pero más que una labor social, era simplemente una falsa institución que ayudaba a varios narcotraficantes de la zona a lavar dinero.
-Y aquí tenemos a otra esposa que debe poner pretextos para regresar temprano a casa.- Me burle de ella un instante, antes de rozarle la mejilla con el dorso de la mano- Tranquila, no necesitamos más tiempo. Es un club al que mi padre me llevó desde que tengo memoria. No te apures, no es un grupo de ancianos ni nada parecido, la verdad es que ha mejorado con el tiempo. –
Siendo honestos, mis intenciones con Frances no eran precisamente las mejores. Es decir, sí, la valoraba como una buena amistad por todo el tiempo que habíamos pasado juntos luchando y más, para a decir verdad, lo que más me interesaba de esa relación era la posibilidad de probar ese culo de mujer casada. No era mi fuerte, pero tenía que ser paciente.
-¿Joe? Bueno… bastante bien, supongo. Es decir, está con su madre y tal - Hasta donde yo sabía, el crío era un jodido dolor de cabeza inaguantable para cualquiera que estuviera más de dos minutos en su compañía. Pensar en ello me provocaba jodidas nauseas.
-Pero hasta donde yo sé, no le falta absolutamente nada (a menos de que esa maldita mujer se gaste toda la plata en alcohol y cigarrillos)- No necesitaba ocultar lo poco que me importaba el asunto, ni siquiera con Frances, que siempre había tenido ese plan moralista mal encaminado en sus venas.
En cuanto lo pidió, presioné un par de botones y el coche se fue elevando poco a poco del suelo hasta ganas la suficiente altura como para emprender el viaje relativamente corto hasta la parte sur de Chelsea, en donde existía un viejo estacionamiento con la parte superior del mismo encantado para que los muggles no vieran aterrizar nada nunca.
-Supongo que ahora me toca preguntar a mí cómo están los tuyos. El mayor se llama… Per, ¿cierto? No quiero ser grosero, pero de verdad le pido al cielo que el chico no salga como a su padre, sin ofender- Me refería a la locura latente. Todo el mundo estaba al tanto del poco equilibrio mental que el miserable de Alechinsky había tenido durante toda su vida; y bueno, la verdad es que Frances tampoco aparentaba tener todos los tornillos en su lugar, así que…
-Hace un par de años comenzamos a financiar un club para chicos de su edad. Ya sabes, deportes, juegos didácticos, desayunos, aplicación estratégica del talento. No me malentiendas, no estoy diciendo que tú y tu chico necesiten que les regalen nada, pero el lugar es un buen sitio para hacer amigos y descubrir los potenciales mágicos. Tal vez deberías darle un vistazo…- El lugar existía, pero más que una labor social, era simplemente una falsa institución que ayudaba a varios narcotraficantes de la zona a lavar dinero.
Simon Miller- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 27/12/2014
Re: Go-go Kensington
El comentario de “aquí tenemos OTRA esposa” hizo que Frances frunciera inmediatamente el ceño y como acto reflejo ladeó el rostro cuando sintió la mano de Miller. ¿OTRA esposa? ¿Pues a cuántas subía a su coche o qué? Y peor, ¿con qué intenciones. Miró a través de la ventanilla y decidió dejar de enfadarse por tonterías. Si algo le había dejado la maternidad eran dos rayitas nuevas de paciencia.
Frunció un poco los labios conforme le decía lo de Joe. Parecía importarle tan poco el niño que casi se sintió tentada a empezar a entablar contacto con Cherry para que al menos llevara a Joe a jugar con Per o algo. Sin que Simon supiera, obviamente. Pero al final no sabía si Cherry ya la vería menos mal que antes, así que decidió mejor hacer la idea a un lado.
-Sí, Per. Creo que va a salir muy parecido a su padre, pero más inteligente.
No era un insulto hacía Tobias, sino al contrario, un halago para Per. Para Frances, Tobias era el tipo más brillante y lúcido que había conocido nunca. Sonrió a Miller casi con altanería. Si lo pensaba fríamente, no sabía por qué diablos había decidido salir con él. Ahora que estaban a solas y que ya había pasado el rush del reencuentro, recordaba que era un idiota hecho y derecho por múltiples razones. Pasó saliva y siguió mirando hacia la ventana, porque si lo miraba a él iba a encontrar miles de justificaciones idiotas para haberlo hecho.
Igual no pensaba hablar de Per ni de nadie con él, porque era obvio que no le interesaba, así que a todo lo dicho sobre el club para “chicos de su edad” sólo fingió ponerle atención. Luego por fin se giró hacia él y negó con la cabeza.
-Per va a entrar pronto a la escuela, muggle, por supuesto, así que no por ahora no necesita más, tampoco quiero llenarlo de actividades para que enloquezca.
Notó que quizá estaba sonando muy dura y ni siquiera llevaban quince minutos juntos así que le sonrió un poco.
-Igual le echaré un vistazo si quieres. ¿De dónde salió eso de financiar tal cosa, eh? ¿a qué te dedicas exactamente? Aquella noche me diste demasiadas vueltas.
Frunció un poco los labios conforme le decía lo de Joe. Parecía importarle tan poco el niño que casi se sintió tentada a empezar a entablar contacto con Cherry para que al menos llevara a Joe a jugar con Per o algo. Sin que Simon supiera, obviamente. Pero al final no sabía si Cherry ya la vería menos mal que antes, así que decidió mejor hacer la idea a un lado.
-Sí, Per. Creo que va a salir muy parecido a su padre, pero más inteligente.
No era un insulto hacía Tobias, sino al contrario, un halago para Per. Para Frances, Tobias era el tipo más brillante y lúcido que había conocido nunca. Sonrió a Miller casi con altanería. Si lo pensaba fríamente, no sabía por qué diablos había decidido salir con él. Ahora que estaban a solas y que ya había pasado el rush del reencuentro, recordaba que era un idiota hecho y derecho por múltiples razones. Pasó saliva y siguió mirando hacia la ventana, porque si lo miraba a él iba a encontrar miles de justificaciones idiotas para haberlo hecho.
Igual no pensaba hablar de Per ni de nadie con él, porque era obvio que no le interesaba, así que a todo lo dicho sobre el club para “chicos de su edad” sólo fingió ponerle atención. Luego por fin se giró hacia él y negó con la cabeza.
-Per va a entrar pronto a la escuela, muggle, por supuesto, así que no por ahora no necesita más, tampoco quiero llenarlo de actividades para que enloquezca.
Notó que quizá estaba sonando muy dura y ni siquiera llevaban quince minutos juntos así que le sonrió un poco.
-Igual le echaré un vistazo si quieres. ¿De dónde salió eso de financiar tal cosa, eh? ¿a qué te dedicas exactamente? Aquella noche me diste demasiadas vueltas.
Frances Alechinsky- Mensajes : 319
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Go-go Kensington
-Eso me da gusto, sin algunos tornillos pero tpda una lumbrera. Creo que Joe en cambio no va a pasar siquiera de segundo grado, además de tener un humor de los mil demonios. ¿Te puedes imaginar mi personalidad mezclada con la de Cherry? Pues eso, justamente eso- Solté una risa mientras negaba con la cabeza. Era bastante predecible que de una u otra forma, termináramos hablando de los malditos chiquillos. Cosa mala, porque cuando hablabas de niños con una mujer casada, las cosas nunca terminaban como uno quería.
Pisé el acelerador y cerré las ventanillas para evitar la violencia del viento a esa altura. Siendo honestos, no me interesaba en lo absoluto el cómo estuviera educando a sus críos y tal, pero hacerle aquella invitación era más bien como una indirecta respecto a lo mucho que dudaba de su bienestar familiar teniendo al esposo que tenía. Es decir, ¿De qué se supone que vivía Alechinsky? ¿Del subsidio universitario? ¿De un empleo mediocre en el Ministerio? Seguía sin entender cómo es que una chica como ella se había anclado a… a esa puta vida.
-De acuerdo, como tú quieras, pero de entrada ya sabes que la invitación está completamente abierta. Mira en la guantera, debe haber folletos y tal. Tal vez se los puedas llevar a tu marido y hablarlo o no sé. De ya te digo que todo correría por mi cuenta, ya sabes, por los viejos tiempos-
Le guiñé el ojo y sonreí, pero desviando la mirada, aun sin responder aquella pregunta respecto a mis actividades. De alguna manera sabía que ella estaba consciente de mis negocios, llevaba bastante tiempo metido en el mundo del narcotráfico, incluso antes de la guerra. Decidí saciar su curiosidad, al fin y al cabo, no es que estuviera hablando con la esposa de un agente de la Interpol. Tampoco creía que me fuera delatar con nadie, por mucho que su carrera fuera precisamente la herramienta para encarcelar a tipos como yo.
-El club no tiene nada que ver- mentí descaradamente -, eso lo hacemos simplemente porque seguimos pensando que una sociedad inglesa bien educada es responsabilidad de todos. Respecto a mis actividades… es justo lo que creo que piensas. Vendo droga, Frances, le doy a los yonkis lo que quieren para hacerse pedazos por dentro y les cobro por ello.- Esperé un par de segundos para ver sus reacciones. SI Simon Miller se había caracterizado por algo positivo en toda la maldita vida, había sido el no esconderle nada a quienes creía que lo merecía. Frances sabía prácticamente todo de mí, desde el principio de los tiempos.
-Pero pese a eso, creo que somos responsables. Le damos droga a quienes la piden, pero nunca hacemos negocios con menores, embarazadas y todo eso. Tienes que saber que aquí tampoco se trata de ajustes de cuentas ni de andar disparándonos unos a otros. Aunque no lo creas, el respeto en Londres es esencial para este negocio.- Justo en ese momento nos encontrábamos sobrevolando la playa, internándonos en el espacio aéreo del mar de Irlanda.
-¿Qué? ¿Te quieres bajar?-
Pisé el acelerador y cerré las ventanillas para evitar la violencia del viento a esa altura. Siendo honestos, no me interesaba en lo absoluto el cómo estuviera educando a sus críos y tal, pero hacerle aquella invitación era más bien como una indirecta respecto a lo mucho que dudaba de su bienestar familiar teniendo al esposo que tenía. Es decir, ¿De qué se supone que vivía Alechinsky? ¿Del subsidio universitario? ¿De un empleo mediocre en el Ministerio? Seguía sin entender cómo es que una chica como ella se había anclado a… a esa puta vida.
-De acuerdo, como tú quieras, pero de entrada ya sabes que la invitación está completamente abierta. Mira en la guantera, debe haber folletos y tal. Tal vez se los puedas llevar a tu marido y hablarlo o no sé. De ya te digo que todo correría por mi cuenta, ya sabes, por los viejos tiempos-
Le guiñé el ojo y sonreí, pero desviando la mirada, aun sin responder aquella pregunta respecto a mis actividades. De alguna manera sabía que ella estaba consciente de mis negocios, llevaba bastante tiempo metido en el mundo del narcotráfico, incluso antes de la guerra. Decidí saciar su curiosidad, al fin y al cabo, no es que estuviera hablando con la esposa de un agente de la Interpol. Tampoco creía que me fuera delatar con nadie, por mucho que su carrera fuera precisamente la herramienta para encarcelar a tipos como yo.
-El club no tiene nada que ver- mentí descaradamente -, eso lo hacemos simplemente porque seguimos pensando que una sociedad inglesa bien educada es responsabilidad de todos. Respecto a mis actividades… es justo lo que creo que piensas. Vendo droga, Frances, le doy a los yonkis lo que quieren para hacerse pedazos por dentro y les cobro por ello.- Esperé un par de segundos para ver sus reacciones. SI Simon Miller se había caracterizado por algo positivo en toda la maldita vida, había sido el no esconderle nada a quienes creía que lo merecía. Frances sabía prácticamente todo de mí, desde el principio de los tiempos.
-Pero pese a eso, creo que somos responsables. Le damos droga a quienes la piden, pero nunca hacemos negocios con menores, embarazadas y todo eso. Tienes que saber que aquí tampoco se trata de ajustes de cuentas ni de andar disparándonos unos a otros. Aunque no lo creas, el respeto en Londres es esencial para este negocio.- Justo en ese momento nos encontrábamos sobrevolando la playa, internándonos en el espacio aéreo del mar de Irlanda.
-¿Qué? ¿Te quieres bajar?-
Simon Miller- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 27/12/2014
Re: Go-go Kensington
Hubiera abierto la guantera para ver los dichosos folletos sólo por cordialidad de no ser porque Miller terminaba su invitación con eso de “todo correría por mi cuenta” como si ella necesitara que la ayudaran en algo. Era muy orgullosa con eso, hasta con su familia, así que el comentario no le cayó nada bien.
No hizo ni el más mínimo esfuerzo por poner más interés en el asunto y de nuevo se recriminó por haber aceptado salir con él. Se mordió el labio y respiró profundo, no había manera de escapar a menos que se lanzara del auto y muriera. Se había dejado llevar por la estúpida nostalgia y ahora lo estaba pagando bastante caro. Miller era el mismo de siempre, incluso quizá un poco peor, y ya no estaba en condiciones de ponerse como colegiala, como si apreciara esas características espantosas que lo hacían terrible ante la sociedad.
Cuando por fin le soltó lo que hacía no supo qué pensar. Su mente inmediatamente fue hacia Kristján y lo duro que todo eso había sido para él. Y pensar que no era el único que padecía esas cosas y que encima había gente como Miller que se enriquecía con eso. Y la forma en que lo decía, casi como si estuviera orgulloso de que así fueran las cosas, de que él se enriquecía a costa de los demás.
-Wow, súper responsables. ¿Por qué no le pides a alguien una medalla por no venderle droga a las mujeres embarazadas? Bra-vo.
Incluso aplaudió lento y con ironía acompañando todo lo dicho. Y lo fulminó con la mirada cuando le preguntaba si quería bajarse. En ese momento sí que quería. ¿Cómo se ponía a hablar de responsabilidad y de respeto? ¿Cómo carajos alguien podía ser tan condenadamente descarado?
-Si, sería una gran opción si no fuera a morir si me bajo ahora mismo del coche, júralo. Pero si aterrizas con gusto me largo. En serio.
No le importaba si lo enfadaba, lo ofendía o lo que fuera. Seguramente él ya lo había visto venir, no por nada le había hecho esa última pregunta.
No hizo ni el más mínimo esfuerzo por poner más interés en el asunto y de nuevo se recriminó por haber aceptado salir con él. Se mordió el labio y respiró profundo, no había manera de escapar a menos que se lanzara del auto y muriera. Se había dejado llevar por la estúpida nostalgia y ahora lo estaba pagando bastante caro. Miller era el mismo de siempre, incluso quizá un poco peor, y ya no estaba en condiciones de ponerse como colegiala, como si apreciara esas características espantosas que lo hacían terrible ante la sociedad.
Cuando por fin le soltó lo que hacía no supo qué pensar. Su mente inmediatamente fue hacia Kristján y lo duro que todo eso había sido para él. Y pensar que no era el único que padecía esas cosas y que encima había gente como Miller que se enriquecía con eso. Y la forma en que lo decía, casi como si estuviera orgulloso de que así fueran las cosas, de que él se enriquecía a costa de los demás.
-Wow, súper responsables. ¿Por qué no le pides a alguien una medalla por no venderle droga a las mujeres embarazadas? Bra-vo.
Incluso aplaudió lento y con ironía acompañando todo lo dicho. Y lo fulminó con la mirada cuando le preguntaba si quería bajarse. En ese momento sí que quería. ¿Cómo se ponía a hablar de responsabilidad y de respeto? ¿Cómo carajos alguien podía ser tan condenadamente descarado?
-Si, sería una gran opción si no fuera a morir si me bajo ahora mismo del coche, júralo. Pero si aterrizas con gusto me largo. En serio.
No le importaba si lo enfadaba, lo ofendía o lo que fuera. Seguramente él ya lo había visto venir, no por nada le había hecho esa última pregunta.
Frances Alechinsky- Mensajes : 319
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Go-go Kensington
No creí que el asunto le cayera tan pesado, pero tampoco era la primera en juzgarme ciegamente por mis actividades empresariales. La miré con una supuesta incredulidad ofendida mientras soltaba su sarcasmo y me aplaudía. Luego me reí, no a carcajadas, pero si denotando que había escuchado ya una buena cantidad de veces ese tipo de críticas. Al final no hice más que encogerme de hombros y mirar hacia el frente (aunque no hiciera mucha falta tener la vista pegada en el “camino”)
-Oh si, júzgame, no hay problema. Si tu podrida sociedad te enseñó que vender un producto que la gente adulta pide a gritos está mal, entonces adelante. Dime algo, ¿Qué tal si en vez de droga, te hubiera dicho que me dedico a vender vodka? ¿O cigarrillos?
Me volví a reír cuando dijo que, en efecto, no tenía forma de bajarse en ese mismo instante sin morir en el intento. Y aunque quisiera aterrizar, en ese preciso instante nos encontrábamos en medio del mar. ¿Qué quería? ¿Qué me diera la vuelta?
-La puta gente consume lo que quiere, y lo consigue al precio que sea. ¿Qué te hace pensar que es un negocio “del mal”? ¿Qué es ilegal? Estoy seguro que si fuera legal, las cosas serían diferentes para bien. Para empezar, nosotros no tendríamos que escondernos, no tendríamos que jugarnos la vida de vez en cuando, ni mucho menos engordar los bolsillos de los corruptos. –
Me levanté la camiseta solo para que viera la horrible cicatriz de una bala que me había entrado por un costado. Hace algunos años, nos habíamos enfrentado con un grupo de jodidos pakistaníes que intentaban vender su mercancía en nuestro territorio. Por supuesto, esa no era la historia que le iba a contar.
-¿Ves esto? Un policía novato creyó que era buena idea dispararme solo por hacer mis negocios, sin ningún tipo de provocación. ¿Tú crees que es justo? ¿Acaso soy un maldito terrorista? Soy un hombre que se gana la vida a su manera. ¿O tú cómo preferirías que lo hiciera? ¿Detrás de un miserable escritorio en el Ministerio? No te ofendas cariño, pero yo no soy así. Me gusta vivir bien y pasarla bien, eso no me hace ni mejor ni peor que tú.- No se lo estaba diciendo directamente, pero era obvio que ella había elegido un camino mucho más “honesto” y por consecuencia, más difícil de llevar; pero que ella lo hubiera elegido de ese modo no significaba que moralmente tuviera ningún tipo de superioridad.
-Oh si, júzgame, no hay problema. Si tu podrida sociedad te enseñó que vender un producto que la gente adulta pide a gritos está mal, entonces adelante. Dime algo, ¿Qué tal si en vez de droga, te hubiera dicho que me dedico a vender vodka? ¿O cigarrillos?
Me volví a reír cuando dijo que, en efecto, no tenía forma de bajarse en ese mismo instante sin morir en el intento. Y aunque quisiera aterrizar, en ese preciso instante nos encontrábamos en medio del mar. ¿Qué quería? ¿Qué me diera la vuelta?
-La puta gente consume lo que quiere, y lo consigue al precio que sea. ¿Qué te hace pensar que es un negocio “del mal”? ¿Qué es ilegal? Estoy seguro que si fuera legal, las cosas serían diferentes para bien. Para empezar, nosotros no tendríamos que escondernos, no tendríamos que jugarnos la vida de vez en cuando, ni mucho menos engordar los bolsillos de los corruptos. –
Me levanté la camiseta solo para que viera la horrible cicatriz de una bala que me había entrado por un costado. Hace algunos años, nos habíamos enfrentado con un grupo de jodidos pakistaníes que intentaban vender su mercancía en nuestro territorio. Por supuesto, esa no era la historia que le iba a contar.
-¿Ves esto? Un policía novato creyó que era buena idea dispararme solo por hacer mis negocios, sin ningún tipo de provocación. ¿Tú crees que es justo? ¿Acaso soy un maldito terrorista? Soy un hombre que se gana la vida a su manera. ¿O tú cómo preferirías que lo hiciera? ¿Detrás de un miserable escritorio en el Ministerio? No te ofendas cariño, pero yo no soy así. Me gusta vivir bien y pasarla bien, eso no me hace ni mejor ni peor que tú.- No se lo estaba diciendo directamente, pero era obvio que ella había elegido un camino mucho más “honesto” y por consecuencia, más difícil de llevar; pero que ella lo hubiera elegido de ese modo no significaba que moralmente tuviera ningún tipo de superioridad.
Simon Miller- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 27/12/2014
Brigantia86 :: Mundo Muggle :: Gran Bretaña :: Londres
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