Isabella Freud

Bella siempre ha sido tímida e introvertida, quizás las características más complicadas con las que un adolescente en el colegio tiene que lidiar. Aún en su primer año de universidad le costaba el infinito hablar en público, tener charlas casuales y hacer amigos. En Hogwarts fue una víctima de bullying prácticamente a diseño, justo como debía ser: anticuada, tímida, con calificaciones perfectas, caminando con la mirada baja, lena de acné y de gafas. Sobra decir que aunque lo pasó mal en el colegio por esta razón, en los últimos años de Hogwarts tuvo un poco más de seguridad consigo misma por ser Prefecta (y también por ya no usar gafas, más que para leer), y después de todo se llevó varios buenos amigos.

Sigue siendo una bruja anticuada, de las que usan ropa confeccionada por su madre y sabe muy poco del mundo muggle, aunque es curiosa al respecto y colecciona envolturas de caramelos y cualquier cosa muggle -basura en general-. Aunque es muy difícil que inicie conversación con alguien que no conozca, es una chica amable y quiere a sus amigos a muerte; Es analítica, meticulosa y muy dedicada, pone extremo cuidado a todo lo que hace, sobre todo en cuestiones de habilidad manual. Nunca se había considerado bonita, o inteligente, mucho menos seductora. Sin embargo, la universidad la ha hecho un poco más segura de sí misma, más risueña y sociable, aunque claro, sigue siendo una wallflower.

Bella Freud nunca ha conocido otro mundo que la magia. Quizás sea la razón por la cual le parece absolutamente normal, incluso aburrido a veces. Sus padres tienen oficios comunes en el mundo mágico y aunque su sangre no tiene mezclas muggles, los Freud no son una familia ni por asomo reputada en sociedad.

Su padre cría hipogrifos en una granja cercana a Silbury Hill y su madre, luego de trabajar varios años para el Ministerio, se dedicó a la manufactura de equipaje y almacenamiento mágico, nada glamouroso. Sus hermanos mayores tienen diversos empleos en el mundo mágico y el que más llama su atención es el de Aubrey, pues tiene cierto contacto con los muggles por negociar sus máquinas que ya son "inútiles" para alterarlas mágicamente.

Toda la familia ha ido a la casa Hufflepuff, otra cosa que Bella encuentra absolutamente normal sobre sí misma. Ni siquiera le sorprendió que le llegara una carta de Hogwarts, para ella sólo significó Colegio y punto. Creció intentando cambiar de color las flores del jardín de su madre y ahorrando knuts para comprarse un kneazle que finalmente compró cuando fue toda una Hufflepuff.
Siempre fue sobreprotegida por sus hermanos y su padre, por lo que salir al mundo fue muy complicado para ella. Aunque Augustus siempre le dijo que su casa en Hogwarts sería como volver a casa, Bella siempre tuvo miedo de los demás. Su timidez extrema al no sentirse bajo la protección de sus hermanos se hizo palpable desde el momento en que pisó la escuela y sus gafas enormes y su pánico a hablar en público no ayudó en nada. Incluso afectó su desempeño acadmémico pues era capaz de quedarse en silencio aún teniendo al profesor enfrente preguntándole. A los trece años su caso de acné empeoró y con ello la posibilidad de atreverse a ser un poco extrovertida.

Ni hablar del quidditch, pues los alardes físicos se le dan fatal. Alumna excelente en herbología y pociones, gracias a lo meticulosa que es, mientras no le pregunten qué hace y tenga qué decírselo a más de cuatro personas a la vez. A los quince años, después de que Augustus le pusiera el regaño y sermón de su vida y le regalara por navidades una poción embellecedora para el cutis carísima hasta el dolor, espabiló un poco. Empezó a participar en clases sin quedarse paralizada de miedo y mejoraron sus notas de manera consistente, aunque desde quinto año y por un desagradable desaire mantuvo su política de no asistir a bailes, fiestas e incluso a muchas salidas a Hogsmeade. Llegó a ser prefecta por su historial impecable y siente que es uno de sus más altos logros. Hizo buenos amigos, sobre todo en los últimos años de colegio.

Pasó una especie de año sabático antes de entrar a Brigantia, trabajando en un invernadero de remedios mentales en Glastonbury, con una bruja mezcla de vidente-terapeuta-herbolaria de la que aprendió bastante, sobre todo en cuestiones prácticas. Después, se matriculó en la Universidad y fue un alivio saber que era un ambiente mucho más relajado que estar en el colegio. Dejó la casa familiar y se fue a vivir con su hermano Augustus a un pequeño apartamento oculto del mundo muggle en Higbury.

HABILIDADES
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