El primer día del año

Ellie había mandado aquella carta por dos razones, la primera era porque desde que él había llegado a su vida, desde que todos los problemas de su vida sentimental habían comenzado no se sentía ella misma, sentía que estaba engañándose una y otra vez y eso en vez de ayudarle a superar el dolor la lastimaba mucho más. De hecho Abner no era el único al que había escrito una carta diciéndole todo lo que sentía, a Andrei también le había escrito algo pero no se lo mandó, no aun. La segunda razón y por lo que le mandó la carta a Abner en noche vieja había sido también porque sabía que donde fuera que estuviera le arruinaría lo que fuera de su celebración. Era un motivo oculto que jamás le confesaría a nadie.

Había esperado un poco durante la noche para ver si él decidía aparecerse. Cuando se dio cuenta que no lo haría fue a dormir y después despertó temprano por la mañana esperando lo mismo, no sucedió por lo cual a esas horas de la tarde ya había dado por hecho un poco molesta que a él no le importaba en lo más mínimo su carta y que podía tomarse eso como un incentivo para seguir adelante con su vida.

Cada primero de enero la familia Morgan se reunía con un conocido en Londres para festejar, era una tradición que tenia años sucediendo y ese día no era la excepción. Sus padres estaban listos mucho antes que ella por supuesto, de alguna manera ella trataba de retrasar su partida por que guardaba la ilusión de que Abner apareciera por su puerta a último momento. Al final sus padres partieron sin ella junto con Bastian con la promesa de que se encontrarían cuando ella terminara de hacer lo que fuera que estuviera haciendo con su cabello.

La casa llevaba aproximadamente media hora sin un solo ruido más que los que ella hacia frente al tocador. Estaba mirándose al espejo y colocándose un par de pendientes cuando el sonido de la chimenea la alertó y se puso de pie tomando su varita. No había llegado ni a la puerta de su habitación cuando escuchó la voz de Abner llamándola y se le creó un vació en el pecho. Había decidido que no iba a reñir con él, no nuevamente así que dejó con calma su varita sobre el tocador y después se encaminó hasta donde él estaba. Bajó lentamente las escaleras sujetando el descansa brazos y lo miró desde ahí.

¿Abner? - Su voz salió firme y segura, algo que por dentro no sentía en verdad. Se aferró con fuerza a la madera sobre sus manos y no quitó su vista de él. No iba a decir nada más, todo lo había dicho ya y tenía miedo en verdad de que cualquier cosa adicional que mencionara podría desatar la tercera guerra mundial.

ropa

Tenía el alma en un hilo tras cruzar miradas con Abner. Dudó en si acercarse a él o no, tenía miedo al rechazo tenía miedo a sentirse burlada nuevamente, se pasó las manos un par de veces por la tela de la falda de manera nerviosa mientras lo veía rodear y acercarse a ella sin dudar, sin esperar una sola palabra. Elevó la mirada hacia él para hablar y decirle algo cuando entonces sintió ese beso fulminante que le robó el aliento y le dejó la mente en blanco mientras sentía sus labios sobre ella como loco. Ellie respondió cerrando los ojos y tomándolo por los brazos para sostenerse, el corazón se le iba a escapar por el pecho, lo sentía correr tan deprisa como nunca.

A penas estaba recomponiéndose tras separarse y tomando aire nuevamente cuando escuchó sus palabras. No lo había invitado a pasar año nuevo con ellos porque no quería que se sintiera con el compromiso de hacerlo, quería que naciera de él y no imponérsele solamente por la responsabilidad de su hijo. Quería que las cosas nacieran de él y no pensara que necesitaba esas excusas baratas para estar a su lado.

Ella levantó el rostro hacia él apretando los labios, tenía ese rostro de enfado como si estuviera a punto de desatar el infierno con sus palabras. Soltó los brazos de Abner y luego lo tomó por las mejillas acercándolo hasta su rostro casi al punto de chocar su nariz con la de él.

Te quiero conmigo, te quiero solamente a ti. ¿Cuánto más tengo que decirlo? Maldita sea te amo demasiado… ¿Por qué no me crees? ¿Por qué no simplemente puedes creerme? – Luego lo tomó de la camisa acariciando su nariz con la suya en un gesto que era más cariñoso de lo que estaba dispuesta a aceptar- Lo que he sentido por ti todo este tiempo no ha cambiado ni cambiará, te lo dije, te lo sigo diciendo aun en estos momentos.

Sentía que se enfadaba nuevamente cuando mencionó a los “otros”, ella se dio la vuelta subiendo lo que faltaba de la escalinata y una vez estuvo arriba comenzó a gritarle nuevamente. Iba por su varita por supuesto.

¿Los otros? ¿Qué otros? ¿De qué diablos hablas? ¿Y tú? ¿Ya terminaste de follarte a mi prima? Ay, maldita sea por qué tienes que hacer esto cuando acabo de abrirte mi vida Abner… - Estaba adivinando en realidad, no creía que se hubiese acostado con Zelda, solamente quería tener una arma para atacarlo de vuelta.

Solo te quiero a ti y solamente quiero que estés conmigo. Eso es todo lo que tienes que hacer para complacerme, quedarte… ¿Lo harás? Esto es una respuesta de sí o no Abner. No quiero excusas, no quiero nada más. ¿Te quedarás o no?

Tenía el corazón en un puño y le hablaba con dolor, pero era cierto. No habría más para ella, solo él, solo él existía y solamente él.

Ellie era un remolino de expresiones, pero por eso a Abner le gustaba. Podía parecer estar a punto de lanzarte al infierno pero en realidad nunca podías saber lo que estaba pensando, lo que de verdad quería hacer contigo. Eso formaba parte de la atracción que tenía hacia ella, la expectativa, el nunca saber lo que podría pasar. Al mismo tiempo, claro, también lo hacía sentir miserable y desesperado. Para muestra ese momento, en el que su mirada parecía de fuego, llena de algo que él alcanzaba a confundir con el odio, mientras le decía que lo quería, a él y solamente a él.

Tenía que admitir que había pensado que las cosas no iban a ser tan sencillas, que iba a tener que joderse, aplicarse, rogarle que lo dejara ver más a Bastian, rogarle que lo dejara verla a ella, tener que deshacerse de Andrei, tener que deshacerse de quien fuera. Pero resultaba que no, que al final no había sido tan complicado, nadie le había puesto trabas, al menos no por el momento, no sabía cuál iba a ser la reacción de su familia.

Y luego, ahí estaba otra vez, la locura de Ellie. La vio subir las escaleras y negó con la cabeza y con el ceño fruncido mientras la escuchaba despotricar otra vez. Más que eso, él también se enojó cuando mencionó a Zelda, pero no dejó que se le notara.

-Estamos arreglando las cosas, Ellie, no me des la espalda como loca ni me grites desde ahí. No estoy haciéndote nada, ¿qué crees que pensé cuando te vi con ese pelagatos en el baile, eh? Si fui con Zelda fue por un favor, nada más.

No iba a darle más explicaciones y claro, tampoco mencionaría el encuentro que había tenido con ella en el bosque, eso se lo guardaba para él, por supuesto.

-Yo también te quiero a ti, deja de pensar que no lo hago. Me quedaré.

Subió las escaleras que lo separaban de Ellie, pero no se atrevió a tocarla, todavía no, al menos.

-¿Cuándo te mudas conmigo?

En realidad en un rincón profundo y retorcido de Ellie le gustaba ver a Abner así, con esa mueca de angustia en el rostro y desesperado por algo. Le gustaba que no siempre pareciera seguro de sí mismo y con ese aire triunfador que todo lo podía, le hacía creer que ella era especial y le dejaba ver ese lado de su ser por esa misma razón. Por eso cuando le dijo que no se pusiera loca, el coraje y las emociones se le bajaron un poco más y solamente quedo ahí con la mano en el pecho como si tuviera que sostener su corazón para que no saliera corriendo. Tampoco pensaba en realidad que hubiera tenido algo con Zelda, le creía y en el fondo era una tonta que confiaba en las personas que eran cercanas a ella. En que no la lastimaran aun que al final siempre tenían las armas para hacerlo.

-Sé lo que pensaste… No tienes que decírmelo – Esto lo decía ya con un tono más de ironía. Al final se cruzó de brazos y lo observo alcanzarla donde estaba. Dio un paso hacia atrás por inercia y luego vino esa pregunta que le destruyó completamente cualquier defensa que pudiera tener. Lo observó con una mirada completamente sorprendida. No supo que decir, la mente se le quedo en blanco y hubo unos segundos de silencio y tensión en los que en realidad no sabía que responder.

¿Cuándo les dirás a tus padres sobre mí, sobre Bastian? - El labio inferior le temblaba, no era enojo, era duda. - No quiero ser una mujer que solamente este calentando tu cama, una mujer que tengas que esconderle al mundo por la vergüenza de que haya tenido a tu bastardo hace años. - Dudó, pero al final se acercó a él como una muestra de paz. Una muestra de que en verdad estaba dispuesta a solucionarlo todo, pero que no era una idiota que se dejaba llevar por palabras bonitas como pudo haberlo sido cuando era joven.

Te lo dije… voy a perdonarte y dejar de dudar de ti en el momento en que me demuestres que todo es verdad. Que todo esto no es simplemente una fantasía que va a sobrevivir hasta que tú te canses. Yo necesito algo más, algo seguro. No quiero promesas vacías, quiero seguridad… ¿vas a darme esa seguridad? - Mientras hablaba lo tomó por el rostro acariciándole la mejilla y viéndolo a los ojos. Amaba tanto a ese hombre que en verdad le dolía el corazón solamente de pensar estar alejada de él.

Entendía que Ellie dudara y que hiciera esas preguntas sobre cuándo iba a decirle a sus padres y si la tendría escondida y demás. Abner negaba con la cabeza a cada palabra que ella decía, no le había dicho nada aún a Annapola y a Demetrius, pero lo haría, quería que todo estuviera bien con quien ahora era su familia, él ya lo pensaba así. No quería pensar a Bastian como un bastardo que había nacido consecuencia de un error juvenil que le había costado bastante caro, en todas las semanas que llevaba conociendo al niño, ya sentía que no podría soltarlo jamás.

-Hablaré con ellos mañana mismo, ¿está bien? Sé que mi mamá seguramente no se tomará muy bien la noticia pero a la vez estará contenta de tener un nieto…

Un nieto “decente”, iba a agregar, pero no era necesario. Tenía que admitir que estaba un poco aterrado por la idea de ir a hablar con los señores Burroughs, porque estaba casi seguro de que su padre no sentiría más que vergüenza cuando supiera que había abandonado a su hijo como un cobarde, cuando él no los había criado así. Y su madre…bueno, imaginaba que iba a sentir un poco más de lo mismo pero al fin y al cabo seguían sin ser los hijos de un sangresucia, como pasaba con Tobias y su hermana. Sí, había apoyado abiertamente a su familia liberal en la guerra, pero no por ello dejaba de llamarlos así en su mente.

-Lo entiendo, lo entiendo perfectamente, Ellie. Te juro que no son promesas vacías, vamos a estar bien.

No le tenía miedo al compromiso tal cuál pero la idea de tener tantas responsabilidades de pronto, no sólo con su hijo, sino también con Ellie, lo asustaba un poco, tenía que ser honesto. Había vuelto a Inglaterra con la intención de ser un padre, no se había esperado ser algo más, saber que Ellie todavía lo quería había supuesto un shock muy grande para él. Estaba seguro de lo que quería, pero eso no quería decir que tuviera menos miedo por ello. Avanzó el último escalón que lo separaba de ella. Sus manos rodearon su pequeña cintura enmarcada por la falda.

-¿A dónde se supone que ibas a ir?

Ellie se sorprendió al escuchar que quería decirle a sus padres sobre Bastian, se vio a si misma divida entre la mujer a la que el corazón se le derretía cada vez que él le hablaba de esa manera y que accedía a sus peticiones y por otro lado estaba esa mujer desconfiada, esa mujer que seguía aterrada con la idea de volver a destapar el infierno en el que había estado metida durante los meses antes y después de que Bastian naciera.  No esperaba que él accediera a decirles a sus padres sobre su hijo de manera casi inmediata, ella se sentía aun impotente ante la idea de si quiera plantarle cara al matrimonio Burroughs y decirle que, durante cinco años había tenido a su nieto sin decir nada a nadie.  

¿Vamos a estar bien? ¿Enserio? – No lo sabía, ella también tenía miedo y esa era su forma de demostrarlo. Lo sintió acercarse y no hizo nada por apartarse, Abner tenía ese magnetismo que inminentemente la llevaba hacia donde fuera que estuviese. Era algo fuerte y caótico a lo que simplemente no se podía resistir.

Es año nuevo, hay miles de fiestas por todos lados – El tono de voz que Ellie había utilizado ya no era el mismo de loco reproche que tenia momentos antes aun que había intentado que sonara así, había sido el simple toque de sus manos el que nuevamente volvía a desarmarla.  No había tenido intención de pasar otra fiesta de primer día del año con esas personas que solamente conocía por los comentarios de sus padres o el periódico.  Subió las manos por los brazos de Abner hasta llegar a su rostro y acaricio su mejilla con la nariz poniéndose de puntillas.

¿Por qué haces que siempre quiera asesinarte?  Dímelo… - Le habló al oído, después lo abrazo rodeándolo por el cuello con ambos brazos. Quería creer que estarían bien, quería decirle que todo seria infinitamente más fácil de ahora en adelante. Sabía que no iba a ser así, pues aun que lo amaba de formas horribles y se moría por besarlo nuevamente, jamás le pondría las cosas fácil.  

No se si estoy lista para vivir contigo – Le dijo directamente como ella solía ser. Era la verdad, si Abner tenía miedo ella estaba completamente aterrada con la idea de confiar en él a tal grado.  Simplemente sentía que no estaba lista para hacerlo. – Sabes que puedes ver a Bastian todo el tiempo que desees…

No podía entender por qué Ellie no confiaba en él. Es decir, en parte lo entendía, se había portado como un desgraciado, pero pensaba que estaba haciendo lo suficiente como para que ella comenzara a creer todo lo que le decía. Su desconfianza extrema lo desconcertaba. Decidió dejar de pensar en eso, darle vueltas a ese asunto. La tomó por la cara y la besó justo después de que dijera lo de las fiestas. No le importaba a qué fiestas tuviera que acudir, quería quedarse con ella, quitarle la ropa, repetirle que quería estar con ella aunque no quisiera creerle, y era lógico, por más que a él le desesperara.

-¿En verdad quieres asesinarme? ¿Justo ahora?

Pasó una mano por su cuello y después volvió a besarla. Ya hasta había olvidado el importantísimo ofrecimiento que le había hecho hacia unos segundos por sentir la textura de sus labios hasta que ella soltó esa bomba. Abner retiró la mano del cuello de Ellie y la miró a los ojos. ¿De verdad había hecho ese ofrecimiento para ser rechazado? ¿No veía cuánto se esforzaba? Quiso explotar y decirle todo lo que tenía en mente, que estaba furioso, que estaba esforzándose y ella echaba todo por tierra, que seguro la que tenía miedo era ella, no él. Y que por supuesto, no la justificaba en lo absoluto. No explotaría, ni insistiría, si ella no quería estar con él de ese modo, no iba a obligarla, aunque pudiera.

-Está bien, si así quieres que sean las cosas, está bien. Iremos con calma.

Bajó un par de escaleras hacia atrás, agarrado del pasamanos. Estaba de verdad molesto, porque no podía entender por qué no quería estar con él, había esperado que saltara de gusto. Y nada.

-¿Bastian está en la fiesta a la que planeas ir? Quiero verlo.

Sí, el ambiente había cambiado bastante, se notaba.

No era necesario que saliera una sola palabra de sus labios, con solo ver la mirada que había puesto después que ella le dijera eso Ellie podía prácticamente saber lo que Abner estaba pensando. Abner odiaba que lo rechazaran, que se le negara lo que él quería y eso era en parte algo que a ella le gustaba de él, nunca se daba por vencido cuando en verdad deseaba algo, por eso había anotado esa mirada como una pequeña victoria para ella aun que de victoria no tuviera nada.  Ahora habían pasado en segundos de esas caricias que la enloquecían a la frialdad de la separación y el tenso  ambiente entre ambos cuando él se separaba dejándola ahí sin nada.

¿Por qué no dices lo que piensas de una maldita vez?  ¡Estoy cansada de esto! – Ellie se llevó una mano al tabique nasal, estaba comenzando a molestarse.  Trató de tranquilizarse y respiró profundamente, se dijo a si misma que no iba a explotar, que iba a tener una plática decente con Abner y que iba a ser razonable.

Está ahí, con mis padres. – Ellie se adelantó poniéndose varios escalones  debajo de donde él estaba para cortarle el paso, también sujetaba el pasamanos y le mantenía la mirada directa sobre él

Habla por favor  Abner… ¿Cómo puedo saber que en verdad no eres ese mismo hombre de hace cinco años? Te lo dije tengo un miedo terrible a perderte nuevamente por que te sigo amando…  ¿Crees que es fácil decirte estas cosas?  No es fácil, no lo es pero aquí estoy tratando de que entiendas que te quiero…  Pero cuando tengo más miedo, cuando estoy llena de dudas, haces esto… – Estaba desesperada tratando de explicarlo, movía las manos como si quisiera abarcar el espacio entre ellos.- Y es  terriblemente agotador….

Se sentó sobre el mismo escalón donde estaba parada solamente que un poco más hacia la derecha, lo suficiente como para darle espacio a Abner si quería irse de una vez o lo que fuera.  Ella tenía la barbilla sobre las rodillas y los brazos abrazándolas.

Hubo unos segundos de silencio mientras ella veía la puerta al final de la escalera y el recibidor, luego cerró los ojos y bajó un poco la cabeza. No quería caer en sentimentalismos, ella no era esa clase de mujeres y sabía bien que Abner tampoco era esa clase de hombres.

¿Sabes cuando me di cuenta que estaba enamorada de ti?  Fue esa noche después de que mi madre y yo acabáramos con esas familias de muggles.  Estaba aterrada, horrorizada por eso…  Y tú estabas ahí conmigo.  Pensé estúpidamente que si podías estar conmigo en momentos como esos podrías estar siempre ahí…  No tienes idea de lo que significó estar todo este tiempo sin ti, no tienes la más mínima idea Abner. – Y no lo traía a colación por que estuviera recriminándoselo, solamente quería que la comprendiera.

Sé que eres un hombre diferente, pero eso también me asusta, me aterra completamente no conocer al hombre que está parado frente a mí, quién me amenaza con entregarme al ministerio o utilizar sus influencias contra mi  - Por que aun no se le olvidaba, eso estaba claro desde la primera vez que lo había visto. - ¿Qué podemos hacer? ¿Qué deseas hacer?

Tenía muchas cosas en la cabeza, toda ella estaba llena de dudas  y mucho resentimiento, sentía que toda la situación estaba asfixiándola, estaba ahogándose en los propios problemas que tenía en la cabeza, pero es que ella era impulsiva, cuando se trataba de pensar las cosas le daba demasiadas vueltas hasta dar con lo que en verdad sentía.  Eso era lo que le pasaba en esos momentos, se quedó en silencio escuchando a Abner con los ojos cerrados y la frente sobre las rodillas. Podía darse cuenta en su voz que él estaba diciendo la verdad, que él en verdad deseaba estar ahí, que de verdad la quería.  Se le creó un agujero en el pecho con su última sentencia, todo quedaba en manos de ella nuevamente.

No iba a hacerlo… - levantó el rostro pero su mirada seguía al frente, su voz apenas salía como un suspiro- Desde el momento en que te vi de pie en la puerta supe que no podría casarme con Andrei o con quien fuera.  Solo quería hacerte sufrir porque no quería sentirme como la idiota que regresa corriendo contigo a pesar de todo…

Lo había dicho, esa era la verdad y porque toda esa negación hacia él, por qué es que no deseaba acercarse a él tan fácilmente y porque soltaba cada vez esas palabras llenas de veneno cuando él estaba frente a ella.  Hubo un silencio y luego giró su cuerpo hacia Abner y se recargó sobre la pared con ese tapiz horrible que siempre había odiado, un pedazo cayó sobre su hombro, hacia mucho que no le daban mantenimiento, eso la hizo sonreír por lo ridículo de la situación, aun que apenas fue un amago de sonrisa.

Y… ¿Cuáles serán los términos de nuestro acuerdo si las cosas continúan como están? ¿Puedo lanzarte maldiciones cada vez que cruces la puerta? Solo una pequeña, tu puedes pedir algo a cambio…

Volvió a sonreír aun que esta vez fue un poco más notorio mientras juntaba dos dedos como si expresara de esa manera el tamaño pequeño de la maldición que pensaba lanzarle cada vez, aun estaba revisando el terreno con Abner, si es que seguía molesto por la situación así que de una manera disimulada extendió una de sus piernas hacia donde él estaba sentado.

En realidad ella aun no sabía la manera de acercarse a él correctamente. No era fácil simplemente dejarse querer de un día para otro, por eso cada vez que estaba a su lado se mantenía alerta, con el pulso acelerado y examinando sus movimientos. Incluso en ese momento tras la broma de las maldiciones y la pequeña sonrisa de medio lado, estaba esperando a sus palabras como si necesitara estar al cien para poder rematar con alguna frase y no sentirse vulnerable. Por supuesto que al escuchar su respuesta sonrió ampliamente mordiéndose el labio inferior y dejando la vista fija en él.

No le parecían descabelladas sus peticiones, en parte era bueno para Bastian pasar más tiempo en familia. Estaba mucho mejor ahora que su padre era parte de su vida, eso podía verse desde lejos. Era más abierto y siempre estaba hablando de Abner como si ya fuera todo un héroe para él, lo adoraba y él estaría más que contento de pasar los fines de semana con su padre.

Bueno, lo de la maldición podemos negociarlo, no quiero ser la única que salga ganando en nuestro acuerdo. – Aun que él estaba tocando su pierna y casi llegando al muslo, los ojos de Ellie estaban puestos en su rostro, en sus facciones. En esos momentos se sentía tan atraída a él que sin darse cuenta su propio cuerpo se acerco hasta estar a su lado, con una pierna sobre las de él y un brazo rodeándole el cuello. Fue lenta en sus movimientos, aspirando el olor de su piel y prácticamente saboreando sus labios frente a él.

¿Sabes porque odio que hagas esa cara de triunfo cuando consigues algo?... por que cuando lo haces quiero ser yo quién te recorra completamente. Simplemente no lo soporto. – Ahora si lo besó pero se tomó el tiempo para acariciar sus labios, besarlos de manera profunda y al final morderlos suavemente antes de volver a separarse, la mano que tenia libre estaba buscando de manera casi desesperada meterse bajo su camisa para tocarlo. No le importaba sentirse vulnerable o que supiera cuanto lo necesitaba, era la verdad y no iba a negarlo.

Vamos arriba… - No estaba preguntando, se lo ordenaba para después atacar nuevamente sus labios, tuvo que luchar por separarse de él y ponerse de pie. Él sabía perfectamente donde estaba su habitación y como era. En verdad nada en ella había cambiado en absoluto, Ellie era una mujer de gustos simples que no guardaba muchos objetos personales o cosas de valor sentimental.

cuartito

Quería saltar sobre él desde el primer momento en que cruzaron el umbral de la puerta, pero se dijo a si misma que debían tomar las cosas con calma. Era diferente, el corazón le latía rápidamente no por pasión si no por la expectativa de estar ahí nuevamente con él, dejarlo entrar a su vida de una manera directa y clara, permitirle traspasar ese espacio que era intimo para ella a pesar de que podría pasar por un cuarto genérico. No estaba personalizado de ninguna manera, pero sentía que tenía su esencia y muchos de los mejores recuerdos que podía tener hasta el momento.

Se dejó llevar de la cintura hasta él se estremeció y las sensaciones aumentaron mucho más al sentir sus labios a la par de su aliento sobre su piel. Nada era igual a sus caricias y lo que le provocaban, Abner sabía muy bien como presionar los botones indicados para encenderla inmediatamente.  Le gustaba que a pesar de los años eso no hubiese cambiado.

Ellie se separó un poco de Abner y le hizo hacia atrás el cabello, le gustaba ver su rostro prestándole atención a sus movimientos. -  Hay cosas que nunca cambian…-  Se lo dijo con un hilo de voz, no lo decía por las peleas o por recriminarle nada, lo decía por ese momento justo en el que sentía que podían estar bien, que el tiempo no había pasado y que podría olvidarse de los rencores y temores.  No esperó a que Abner le respondiera, se hizo hacia atrás solamente para tener espacio para quitarse la falda y hacerla a un lado con los pies debajo tenía unas bragas que iban a juego con las medias a medio muslo que aun seguían puestas. Las botas se las había sacado antes de llegar a la habitación.

Usualmente Ellie no solía utilizar ese encanto que provenía de su sangre para ningún asunto relacionado con el sexo opuesto, pero con él era diferente. Quería que supiera que era ella con quién estaba, que la amara y la adorara como antes. Quería recuperarlo y sentirlo suyo, porque era egoísta y lo necesitaba. Con esa aura mística sobre su piel y sus movimientos, se acercó a él desabotonando uno tras otro los botones del suéter que tenia encima, casi como una tortura.

Abner… ¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí?  Dímelo… - La pregunta salió de sus labios a penas, era algo que una vez le preguntó a Andrei y él nunca había respondido, quería saber si ese Abner que estaba frente a ella si podría responderlo. Tenia una ventaja por supuesto, pero así era la vida.