Futuro prometedor

James no parecía de esos tipos que pensaban mucho en el futuro, en realidad a simple vista daba el aspecto de ser un jugador cabeza hueca con mucho carisma para repartir al mundo. No era así, sus padres lo habían educado siempre para pensar más allá de la simple banalidad de la gloria. Si bien en esos momentos estaba en un punto alto en su carrera como jugador profesional y había terminado su carrera con algunas ofertas para trabajar muy buenas, él no era un simple conformista y quería lograr cosas grandes.  Por eso había discutido tiempo atrás con su padre acerca de estudiar una nueva carrera que no, a pesar de lo que él dijera no tenía nada que ver con el mundo mágico, si no con la manufactura de escobas voladoras (cosa de la cual su padre no sabía absolutamente nada) pero seguramente en algún futuro podría asesorarlo de la manera correcta para fundar un buen negocio.

Así que ese día antes de que  terminaran los trámites y todo el mundo saliera de vacaciones navideñas fue directamente hacia la oficina de estudiantes para informarse acerca de la carrera de manufactura mágica y ver si había alguna manera de tomar una especialidad en escobas voladoras.  Era la primera vez en su vida que se planteaba la idea de dedicarse a algo más que no fuese el Quidditch así que estaba nervioso. Estaba vestido completamente muggle, como un estudiante cualquiera que saludaba a conocidos por aquí y por allá que se topaba en los pasillos.

Cuando llegó al departamento de inscripciones para las carreras y eso, no había mucha gente pero la oficinista le hizo esperar en los sillones.  Se dio cuenta que no era la única persona ahí cuando en una esquina, en uno de los sillones, una pequeña joven que le provocó una sonrisa sincera levantó la cabeza.  James era una criatura social así que aun que no la conocía de nada se acercó y se sentó junto a ella para esperar su turno de hablar con el asesora académico.

Hey, ¿Qué tal? – Le dijo de la nada tomando uno de los ejemplares del periódico mágico que tenia frente a él, no había encabezados interesante más un artículo de los galeones y el precio contra la libra esterlina. – Pff esos duendes ya no saben de dónde sacarnos dinero ¿Verdad? – Lo dijo como un comentario de la nada, con tal de sacarle platica a la joven, tal vez ni siquiera sabía cómo era el cambio en el mundo muggle, muchos magos no lo sabían. – Soy James,  un gusto - No estaba tratando de ligar con ella ni nada, solamente era una persona muy amistosa que no tenia inhibiciones para hacerle platica a perfectos extraños

Cuando le había contado a mi papá acerca de una posible nueva carrera en la universidad, sonó muy interesado. Para él era como muy raro pensar en criaturas mágicas, pero al parecer le era más interesante pensar que había cosas mágicas que funcionaban con tecnología nunca antes explorada. Me suplicó que lo checara, que le llevara los folletos de la carrera y otras excentricidades. Al final, por tanto investigar, terminó interesándome y aunque no pensaba cambiar de carrera, sí me iba a inscribir como oyente.

Estaba esperando a que atendieran sentada en los sillones hasta que la oficinista me llamara. Tenía la cabeza baja, no leía un libro ni me revisaba las uñas, solo jugaba nerviosamente con mis manos esperando el momento a que dijeran mi nombre. Noté que un chico se sentó a mi lado. No me atreví a alzar la cabeza hasta que el chico habló. ¿Me hablaba a mi?

Alcé la vista y miré a todos lados. Al verlo de inmediato me puse de mil colores y miré a todas partes buscando a alguna chica despampanante a la que se estuviera dirigiendo de verdad, pero no había nadie más que yo. ¿Qué hacía ese niño guapo y popular hablándome como si nada? ¿a mi? Me puse nerviosa de inmediato, no estaba acostumbrada a que me hablaran por el puro placer de hacerlo.

-Ah…sí, no saben-Genial Ruby, ahora James podía pensar que eras una pequeña bruta. Carraspeé y busqué a tiendas mi mochila para salir corriendo del pánico.-Yo soy…

-¡RUBY YOUNG!

La voz de la oficinista me agarró a medio camino de mi esplendorosa presentación. Pasé saliva y al momento de correr hacia la mujer para tomar mis papeles, me tropecé con la correa de la mochila y terminé cayendo sobre una de mis rodillas. Ahora sí me podía tragar la tierra. Me levanté como pude y caminé hasta la mujer que me entregó mis papeles con cara de pena ajena. Volví a mi asiento roja como un tomate para guardarlos apoyándome en la silla. No iba a voltear ni a ver a James.

-Bueno, esa…Ruby Young, la que se va de boca por los atropellos de los duendes…

James notó inmediatamente el nerviosismo de la joven pero ni por asomo se imaginó que era porque lo considerara guapo o popular, al contrario pensó que tal vez había algo mal con él y por esa razón había reaccionado así, algunos magos seguían teniendo recelos con el mundo muggle aun que trataban de disimularlo bien, no sabía si era el caso de la joven o no.  Levantó la mirada cuando escuchó la voz querer hablarle y sonrió de manera automática, era lo que él hacía.  Claro que su mirada viajó inconscientemente de la chica temerosa hacia la oficinista que interrumpía su presentación gritándole de una manera fuerte y clara su nombre, tan fuerte que hasta él se sobresaltó.

Alzó las cejas viendo como ella prácticamente corría hacia la mujer e hizo una mueca de dolor al verla caer, como si hasta a él le hubiera dolido el golpe. Bajó mejor el periódico y estuvo a punto de ir a revisar si estaba bien, sin embargo cuando esta se levantó y siguió por sus papeles solamente esperó que no pasara a mayores, aun que él ya se había puesto de pie también.

Bueno Ruby Young, te diste un golpe fuerte… ¿Estás bien? – Le preguntó mientras iba por su mochila (que había quedado tirada ahí tras su golpazo y se la acercó.  No quería ser confianzudo ni nada de eso, pero en realidad estaba preocupado, James tenía esa actitud de padre o hermano sobre protector con todo el mundo que lo necesitara, como que era un complejo que simplemente no podía evitar.  

¿Te duele? ¿Quieres ir a la enfermería? ¿Puedo ver tu rodilla? No soy medimago pero tengo experiencia en golpes y el tuyo estuvo feo. – Se inclinó un poco frente a ella con una rodilla en el suelo para quedar a su altura. Notó entonces su expresión de pena y simplemente le sonrió para inspirarle algo de confianza – Descuida, todos tenemos accidentes. A ver tu rodilla… - Si bien no podía hacer mucho al menos podía darse cuenta si era algo de ponerse hielo nada más o si necesitaba un poco más de atención.

¡Qué horror! Le había dicho mi nombre con todo y apellido como si estuviera presentándome con un profesor, lo que decía bastante de mis ridículas habilidades sociales con personas de mi edad.

-Si sí, estoy bien, en serio.-Encima me tenía que haber puesto falda ese día como para acentuar mi mala suerte. Era de cuadros y me llegaba justo encima de la rodilla. Sí me había dado fuerte pero no había sido para tanto. Cuando el chico amable me preguntó si podía ver mi rodilla respiré profundo y me sentía afortunada y miedosa por igual.

Me senté de vuelta en la silla para que él no tuviera que inclinarse tanto y noté que la rodilla estaba muy roja y que se le habían levantado algunos pellejitos inofensivos. El raspón no era gran cosa, pero sí comenzaba a arderme lo abiertito y también me dolía un poco el hueso pero no quería parecer una gran llorona.

-Creo que está bien, en serio. Con una bandita todo pasará.  ¿Eres de los chicos de quidditch, no? Además juegas.-Profesionalmente, quería decir. Todo mundo conocía a los de quidditch y todavía más cuando en algún punto resultaban ser estrellas del deporte. El único buen amigo que yo tenía en esa carrera era Kristján Sveinsson, pero no le hablaba mucho desde que estábamos en la universidad.

-Bueno, ¿cuál es tu veredicto? ¿crees que viviré? ¿podré ir al baile y lucirme en la pista?-Le pregunté fingiendo mucha consternación aunque después le sonreí. Ya me sentía más relajada, después de la vergüenza que acababa de pasar ya nada podía ser peor.

Y lo del baile era ironía, porque ese año no tenía ganas de ir como un hongo, aunque tampoco tenía ningún problema con eso. Sólo traté de sonar simpática porque el chico se había portado muy bien hasta ese momento, cuando no tenía ninguna responsabilidad conmigo.

Las chicas como Ruby en verdad le podían, le parecían frágiles, como si fuesen a romperse en el primer momento en que las sujetaba y las trataba como si estuvieran hechas de cristal. Le sonrió y la ayudó a sentarse antes de ponerse a su nivel, cuando lo hizo, con mucho cuidado se acerco a su rodilla a penas tocándola con la yema de los dedos, no quería lastimarla si es que el caso se daba. Le ayudó a extender la pierna para ver si algo le dolía al moverla y luego vio el golpe que estaba rojo y con unas gotitas de sangre que apenas estaban saliendo.

Sí, estoy en Quidditch aun que ya me estoy por graduarme y estoy viendo opciones. Por eso venia con la asesora escolar, pero creo que está ocupada. A ver levanta un poco la pierna… - James era un joven conciliador, le daba confianza a las personas con su forma de dirigirse hacia ellas. Con Ruby trataba de hacerlo, era más fácil ayudar a otros cuando confiaban en verdad en ti.

Pues si… creo que estas bien – Esto lo menciono después que le ayudo a extender la pierna. Le hizo un gesto con la mano para indicarle que esperara un poco y luego fue hacia donde estaba sentado, donde había dejado la mochila que llevaba consigo. Era completamente muggle y se veía algo vieja, la abrió metiendo la mano para buscar algo. Hacia unas semanas había ido a Inglaterra con su hermana, si bien Eva no era una bruja tal cual que tuviera su varita, James había estado enseñándole a subirse a una escoba voladora. Las banditas que tenía en su mochila eran precisamente de ella, esperaba que no fueran muy sosas para la chica, pero era lo único que tenia a la mano. Volvió con ella con una tira de banditas que tenían unos dibujos de osos y conejos en color rosa.

Tengo estas banditas. Son algo tontas porque son de mi hermana, pero puedes usar una o dos. Te servirán en lo que consigues algo más decente. – Se las entrego para que ella misma se las pusiera, no tenía tanta confianza como para ponérselas él mismo y no quería verse como un loco. Además así ella podía elegir la que no fuera tan ridícula. James se llevo las manos a los bolsillos delanteros del pantalón y hundió la cabeza entre los hombros – Según mis cálculos estarás bien para el baile. Solo debes tener cuidado de no volver a tropezar mientras bailar, no vayas a lastimarte nuevamente – Le guió un ojo. El aun no tenia seguro si iría o no al baile con Whitney, estaba algo desanimado de todo en general últimamente.

Y dime Ruby ¿Puedo llamarte Ruby verdad? ¿Estabas aquí por lo de la carrera de manufactura también? ¿Ya te dieron la información? Es que creo que van a tardarse conmigo… - Suspiró cansado al señalar hacia donde estaba la oficinista quién al parecer había desaparecido. Seguro había ido a comer o algo.

Banditas

Me dolía un poquito la pierna cuando la estiraba pero me dio mucha pena decírselo y por eso mejor me lo guardé para mi, podía quejarme en la enfermería luego pero no enfrente de él. Solamente me quedaba esperar que no tronara cuando él la movía, lo que por cierto me dio un vértigo impresionante de nerviosismo. ¿Qué podía decir? No lo estaba imaginando como padre de mis hijos ni ninguna de esas cosas pero me generaba una gran cantidad de estrés que un desconocido me dirigiera la palabra y tuviera tanta confianza en él mismo como para extender mi pierna.

Lo seguí con la mirada mientras me decía que esperaba y hasta ladeé la cabeza curiosa por ver qué traía consigo. Al ver las banditas tan bonitas, chistosas e infantiles que le entregaba, no pude evitar sonreír más abiertamente, aunque eso en mis estándares de todos modos seguía siendo una sonrisa de ratoncito. Me gustaron las banditas pero no sabía si iba a ser contraproducente andar por la vida con osos en la rodilla cuando ya de por sí no era una persona interesante. Miré a James y decidí que sí, que valía la pena.

Elegí la primera del paquete y me la puse sobre las gotitas de sangre y el despellejamiento nivel principiante. -Muchas gracias, en serio. -Estuve a punto de preguntarle cuántos años tenía su hermana pero me dio miedo que sonara como si le estuviera diciendo que sus banditas de verdad eran ridículas hasta la máxima potencia. No mencioné ni una cosa más del baile para no sonar como una perdedora, con una bromita bastaba.

-Sí, ya tengo información. Mira, toma, hay folletos, plan de estudios, horarios y todo. Voy a entrar como oyente, porque no pienso dejar zoología.-Le dije mientras le pasaba todos los papeles que me habían dado, dejando a un lado mi ficha de pago y otras cosas que a él no le interesaban. -¿Tú vas a cambiar el quidditch?-Le dije abriendo mucho los ojos porque no podía creérmelo, aunque de todos modos luego me regañé mentalmente porque no era de mi incumbencia.-Lo siento, ¿puse ojos de loca, verdad? además qué me importa.

Bajó la vista hacia los papeles que le había entregado, ¿se tardaría mucho con ellos? No me creía capaz de sostener una conversación con él sin sentirme una entrometida que ese día simplemente había tenido mucha suerte, con todo y la tonta caída.

James podía no ser un prodigio de mago ejemplar, pero era bueno en lo que hacía y aun que el quidditch era su vida (completamente en esos momentos), sabía que la fama y esas cosas no durarían para siempre y a pesar de que sabía que podía escalar posiciones en el ministerio de magia y esas cosas, sentía que él podía hacer más por su cuenta si estudiaba también manufactura mágica y se dedicaba a vender sus propias escobas. Era un sueño lejano, pero que comenzaba a formarse en su cabeza desde hacía varios años. Ahora que tenía la oportunidad de estudiarlo lo haría. Pero por supersticioso que era, no quiso darle muchos detalles a la joven. Sonrió y negó con la cabeza ante la sorpresa por lo de dejar el quidditch y se apresuró a responder.

No, no en realidad no pienso dejarlo aun. Además me obligan a ser jugador del equipo nacional de Alemania, tengo un contrato por al menos dos años más, que puede extenderse a 4, prácticamente lo que duraría mi carrera en manufactura. Aun queda tiempo para que me retire de esto, pero quiero tener mis respaldos por si llego a necesitarlos en un futuro. La verdad creo que eres la primera a la que se lo digo, que sea secreto – Se llevó un dedo a los labios de broma.

Quería ver los papeles así que volvió a sentarse con cuidado al lado de ella. Tomó algunos de los que le ofrecía y vio las carreras y especialidades. Muchas cosas le llamaban la atención aun que claro que iba por la especialidad en fabricación de escobas voladoras. Nunca había sido bueno en pociones así que hizo una mueca cuando vio que la carrera tenía muchas materias de pociones, supuso que era por la mezcla donde dejan reposando las escobas. Suspiró un poco frustrado, tendría que esforzarse el doble.

Y dime Ruby ¿Qué te gusta de la manufactura y que te gusta de la zoología? Perdona si hablo mucho, es que así se pasa más rápido el tiempo. Tal vez solo te estoy reteniendo. – Bueno ella ya tenía los papeles y él solamente estaba quitándole tiempo, así que le entregó los panfletos. No tenía que responderle si no quería, mucho menos quedarse ahí con él haciendo nada. Aun que le parecía bueno si lo hacía, así no tenía que estar solo tratando de sacarle conversación a la pared.

Ahora que lo pensaba, lo que James decía tenía todo el sentido, no se podía vivir de la fama para siempre aunque ¿los jugadores de quidditch no ganaban lo suficiente como para dejar de trabajar el resto de sus vidas cuando se retiraban?. Pero otra cosa me dejó más boquiabierta, que dijera que era la primera a la que le decía eso, ¿Sería cierto? ¿lo estaría diciendo sólo por ser agradable? Porque si era así yo no me quejaba, le salía bien y me lo iba a creer.

-Ok no te preocupes, no le diré a nadie que tienes aspiraciones. Es mejor mantener el bajo perfil, ¿no? Oye deberías conseguirme autógrafos del resto de la selección alemana. La golpeadora de la banda izquierda es genial-Mírenme nada más, hablando de corrido y sin sonar (tanto) como una gran bruta, o sin tartamudearle en la cara a ese niño guapo. Era un avance, con suerte hasta podría invitarlo a salir.

Jaja. No.

Ahora pues no tenía prisa, ya no tenía clase esa tarde y había de hecho terminado de entregar casi todos los trabajos. Me sorprendió que quisiera seguir haciéndome la plática. La verdad no lo miraba a los ojos y me rascaba el brazo nerviosa de vez en cuando, pero estaba bien socializar ¿o no?

-Uh…mmm…bueno, de la zoología me apasiona sentirme útil en el mundo y más aún poder ayudar a un animal indefenso que no puede hacerlo solo. Eso es sólo una de las cosas. De la manufactura, pues la verdad mi papá quiere que le lleve estos papeles, no sé si es ilegal porque es muggle…pero en cuanto se lo mencioné enloqueció de emoción y de curiosidad y pues mientras recolectaba toda esta valiosa información para hacerlo feliz, terminé interesándome yo también. Siempre quise saber qué era el humito rojo de las recordadoras.-Creo que jamás había escupido tal cantidad de palabras en tan poco tiempo y mucho menos con alguien a quien acababa de conocer pero James me inspiraba confianza y tomaría eso como un paso bueno en mi camino a dejar de ser tan tonta.

-No, de hecho solo espero que sea fin de semana para poder irme a casa.-Está bien Ruby, tampoco te esfuerces tanto en sonar patética, tranquila. Le sonreí y hasta me atreví a verlo un poquito más directamente. -Así que no te preocupes...-Podía hacerle compañía, al menos hasta que llegara alguna rubia despampanante a ocupar mi lugar.

Le dio mucho gusto que Ruby se sintiera un poco más cómoda en su presencia. Le había dado la idea de ser una joven de esas que tardaba un poco en desenvolverse fácilmente, pero curiosamente por eso es que le gustaba estar ahí tratando de hacerla que hablara más, James era ese tipo de persona. Así, por una charla tranquila en la recepción de la consejera escolar hasta podía salir con un poco más de confianza en sí misma si se lo proponía.

Se carcajeó de buena gana cuando le preguntó por el autógrafo de la golpeadora Augusta Rushton, ella era una chica muy tierna que se veía súper imponente en la escoba. Solamente los miembros del equipo y los cercanos a ellos podían ver la transformación en el campo de quidditch, seguramente no tendría problema por mandarle un autógrafo si lo quería o incluso presentársela. – Claro! La veré en enero cuando comiencen las prácticas para la copa mundial. Si quieres un día puedes acompañarme a un entrenamiento y te presento a todo el equipo. – Lo decia enserio, no como una cita porque vamos, ¿quién invita a alguien a ver a jugadores sudados sobre una escoba? Era para que ella pudiera conocerlos y eso un gesto amable y de buena gana.

Él si estaba viéndola al rostro e incluso se inclinó un poco hacia ella para prestarle atención mientras hablaba de lo que le gustaba de la zoología mágica y la razón por la que había ido ahí a buscar informes para manufactura. No era por discriminar pero Ruby le cayó algo mejor después de saber que al menos uno de sus padres era muggle, le dio un poco más de confianza.

¿Enserio? Mi padre también es muggle. Bueno ambos y precisamente fue él quien me dijo que me dedicara a otra cosa después de que terminara con la fama y todo eso del mundo mágico. La verdad él no lo entiende tampoco muy bien pero le da gusto que no sea un don nadie que solamente sabe hacer magia. - Bromeó más abiertamente con ella. Su padre nunca le había dicho eso tal cual, pero si lo había insinuado un par de veces - Yo siempre he querido hacer mi propia escoba voladora, siento que hay muy poca competencia en el mercado, técnicamente la línea nimbus tiene todo cubierto, creo que hay una gran posibilidad de crecimiento ahí… pero.. ¿Estoy aburriéndote verdad?

Claro que a ella no le interesaría saber nada de eso, ¿a quién si? Mejor siguió viendo el panfleto - ¿Y no vas a ir al baile? Anda, que seguramente debes tener mucha gente que te haya invitado. Seguramente te verás muy bien.

Claro que se iba a acordar de invitarla a los entrenamientos, la chica le había generado una confianza extraña, de esa que tienes cuando encuentras algo en común con alguien, que en este caso era su procedencia muggle. Soltó una pequeña sonrisa cuando ella exclamó que su madre también lo era y él solamente asintió con la cabeza. No quería hablar más de sus planes porque tenía esa extraña superstición de que si hablabas mucho de algo traía mala suerte así que simplemente dio ese tema por zanjado.

Luego estaba la cosa del baile. Últimamente había tenido algunos problemas con Whitney y ella al final le dijo que tenía que salir para esas fechas para ir a Estados Unidos con su familia. Él no quiso insistirle por que no sabía que tanto era de verdad o si había sido una excusa para alejarse de él, había dicho que todo estaba bien pero por dentro aun se sentía algo molesto al respecto, más aún porque no quería llevar a nadie más en plan romántico o que pudieran generar malos entendidos estando su situación como estaba.

Escuchó a Ruby decir que no tenía vestido ni nada para ir al baile y que no iría, una loca idea le pasó por la cabeza y lo dijo, entre broma y en verdad.

Ve conmigo, anda, la pasaremos bien – Agregó a su petición un pequeño golpecito con el hombro, como para animarla, luego suspiró pesadamente - Mi novia tuvo que salir del país por las fechas así que me he quedado sin nadie para ir al baile. Vamos, anda, pareces una persona agradable para pasar una noche así. Ni siquiera tienes que llevar un vestido muy elegante, te verás muy bien de todas formas. Anda, no me dejes ir solo a mi, perfecto desconocido que acabas de saludar en la sala de profesores.