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Al que madruga....
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Brigantia86 :: Campus :: Comedor
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Al que madruga....
Al que madruga se le cierran los ojos en el almuerzo.
En eso estaba Bruce, tratando de comer mientras sentía el cansancio de toda una semana mal dormida por culpa de preparar los exámenes finales. Esa exigencia era inhumana, pero él solo se había metido en Medimagia a sabiendas de lo exhausto que podía llegar a ser y tomaba las asignaturas de historia y pociones por completar su formación. Tendría que haber abandonado pociones a mitad de semestre cuando aun podía pasar desapercibido y concentrarse en sus asuntos, pero no. Ahora ya era tarde y de ningún modo quedaría con un examen pendiente de un curso que le había costado sudor y lágrimas cada clase.
Las papas que pinchaba con el tenedor iban mecánicamente a su boca, una a una como si fuese una obligación también el comer. Definitivamente, en ese estado no iría al baile de navidad, mejor sería gastar esa noche en estudiar o en descansar, lo que fuera que pudiese suceder primero. Además no tenía pareja, es decir, no le preocupaba presentarse solo, sino que aun no se había comprometido con ninguna chica, por lo cual no quedaría como un patán si faltaba al evento. Al final había sido para bien, no animarse a hablar con Sira una vez más, y llegar tarde al encuentro con Amy quien iba a ir con el loco de Brackminster. Ahora que lo pensaba Ellie le había tirado una indirecta sobre el baile, pero él había estado tan distraído con sus aires encantadores de veela que recién ahora y con la boca llena de papa comprendía la cuestión.
Siempre tarde.... Que hora era? No! la 1. Llegaría tarde a su grupo de estudio en la biblioteca. Cómo quien se cae de la cama en la mañana, se levantó de la mesa volcándose la mitad del plato en las ropas. No importaban ya las pintas, su cara era de zombi apocalíptico. Se sacudió a lo bruto y arrastrando sus pergaminos con ambas manos, apretándolos sobres u pecho, encaró hacia la salida del comedor.
- Diablos!... - había topándose con alguien - Mil disculpas... estás bien? - Sus pergaminos al suelo y quien fuera que estaba frente a él también.
En eso estaba Bruce, tratando de comer mientras sentía el cansancio de toda una semana mal dormida por culpa de preparar los exámenes finales. Esa exigencia era inhumana, pero él solo se había metido en Medimagia a sabiendas de lo exhausto que podía llegar a ser y tomaba las asignaturas de historia y pociones por completar su formación. Tendría que haber abandonado pociones a mitad de semestre cuando aun podía pasar desapercibido y concentrarse en sus asuntos, pero no. Ahora ya era tarde y de ningún modo quedaría con un examen pendiente de un curso que le había costado sudor y lágrimas cada clase.
Las papas que pinchaba con el tenedor iban mecánicamente a su boca, una a una como si fuese una obligación también el comer. Definitivamente, en ese estado no iría al baile de navidad, mejor sería gastar esa noche en estudiar o en descansar, lo que fuera que pudiese suceder primero. Además no tenía pareja, es decir, no le preocupaba presentarse solo, sino que aun no se había comprometido con ninguna chica, por lo cual no quedaría como un patán si faltaba al evento. Al final había sido para bien, no animarse a hablar con Sira una vez más, y llegar tarde al encuentro con Amy quien iba a ir con el loco de Brackminster. Ahora que lo pensaba Ellie le había tirado una indirecta sobre el baile, pero él había estado tan distraído con sus aires encantadores de veela que recién ahora y con la boca llena de papa comprendía la cuestión.
Siempre tarde.... Que hora era? No! la 1. Llegaría tarde a su grupo de estudio en la biblioteca. Cómo quien se cae de la cama en la mañana, se levantó de la mesa volcándose la mitad del plato en las ropas. No importaban ya las pintas, su cara era de zombi apocalíptico. Se sacudió a lo bruto y arrastrando sus pergaminos con ambas manos, apretándolos sobres u pecho, encaró hacia la salida del comedor.
- Diablos!... - había topándose con alguien - Mil disculpas... estás bien? - Sus pergaminos al suelo y quien fuera que estaba frente a él también.
Bruce Mayer- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Al que madruga....
Cuando todo el mundo parecía preocuparse y perder totalmente la cabeza por el baile de Navidad, yo me encontraba medianamente tranquila. Se me hacia curioso ver como todas las chicas parecía que no sabían pensar en otra cosa que el simple hecho de encontrar pareja para aquella noche. A mí no me importaba la idea de ir sola o incluso aprovecharía y volvería antes a casa por Navidad o aunque fuera esa noche en concreto. No me molestaba ir sola al baile, en absoluto, consideraba que ir solo no era en absoluto nada de lo que avergonzarse, no era de aquellas personas que creían que por ir sola era menos. ¿En serio? ¿Tanta importancia eran capaces de darle a un evento social como aquel? En realidad no sé por qué me lo preguntaba cuando a mi alrededor todos los cuchicheos eran respecto a aquella noche. Faltaban pocos días y aunque posiblemente podría haberle dicho a alguien que sí o haberlo preguntado yo misma, no se me había presentado la oportunidad.
Quizás simplemente estaba demasiado ocupada con mis estudios y tareas.
Había comido hacia unos momentos, sí, pero tonta de mí o a lo mejor es que iba con prisas, me había dejado uno de los libros que necesitaba en la mesa del comedor. Por eso mismo, con el paso ligeramente acelerado me dirigía al comedor. Esquivaba alumnos aquí y allí y les dedicaba una sonrisa educada o susurraba un “perdón” si chocaba con ellos en mi camino a esa estancia en concreto de Brigantia. ¿Cómo había podido ser tan tonta de dejármelo? La respuesta sería que tenía la cabeza en demasiadas cosas y en ninguna al mismo tiempo.
Mis cabellos sueltos se movían al mismo ritmo prácticamente que mi cuerpo, agitándose con prisa mientras yo seguía navegando entre los estudiantes que salían del comedor. De haberme fijado más por donde caminaba y no estar nerviosa (sí, caminaba con la idea de que a lo mejor alguien con manos largas me había quitado el libro, porque vamos, nunca se sabía) me habría dado cuenta de que alguien salía del comedor y no habría acabado chocando aparatosamente contra esa persona.
Los pergaminos en el suelo fueron lo primero que vieron mis ojos azules, algunos incluso no habían tocado aún el suelo cuando mi mirada se enfocó en ellos. Luego mis oídos captaron aquella voz que conocía tan bien y me hizo levantar la mirada hasta focalizarla en Bruce. – ¡Bruce! – Exclamé, luego sonreí brevemente ante su pregunta. Si, el golpe casi me había hecho perder el equilibrio pero por suerte no había acabado cayendo al suelo… Eso habría sido un tanto humillante seguramente. – Estoy bien, no te preocupes, ¿y tú?. ¿Dónde vas con tanta prisa? – Porque vamos si los dos nos habíamos acabado chocando, quería decir que o teníamos prisa o íbamos despistados alguno de los dos y a juzgar por el montón de pergaminos que ahora había en el suelo, la primera opción era la que más me convencía. Conocía al muchacho desde mi primer año y éramos amigos el suficiente tiempo como para conocerle. Antes de que pudiera contestarme ya me había agachado para empezar a reunir los pergaminos que se habían quedado esparcidos por el suelo.
Quizás simplemente estaba demasiado ocupada con mis estudios y tareas.
Había comido hacia unos momentos, sí, pero tonta de mí o a lo mejor es que iba con prisas, me había dejado uno de los libros que necesitaba en la mesa del comedor. Por eso mismo, con el paso ligeramente acelerado me dirigía al comedor. Esquivaba alumnos aquí y allí y les dedicaba una sonrisa educada o susurraba un “perdón” si chocaba con ellos en mi camino a esa estancia en concreto de Brigantia. ¿Cómo había podido ser tan tonta de dejármelo? La respuesta sería que tenía la cabeza en demasiadas cosas y en ninguna al mismo tiempo.
Mis cabellos sueltos se movían al mismo ritmo prácticamente que mi cuerpo, agitándose con prisa mientras yo seguía navegando entre los estudiantes que salían del comedor. De haberme fijado más por donde caminaba y no estar nerviosa (sí, caminaba con la idea de que a lo mejor alguien con manos largas me había quitado el libro, porque vamos, nunca se sabía) me habría dado cuenta de que alguien salía del comedor y no habría acabado chocando aparatosamente contra esa persona.
Los pergaminos en el suelo fueron lo primero que vieron mis ojos azules, algunos incluso no habían tocado aún el suelo cuando mi mirada se enfocó en ellos. Luego mis oídos captaron aquella voz que conocía tan bien y me hizo levantar la mirada hasta focalizarla en Bruce. – ¡Bruce! – Exclamé, luego sonreí brevemente ante su pregunta. Si, el golpe casi me había hecho perder el equilibrio pero por suerte no había acabado cayendo al suelo… Eso habría sido un tanto humillante seguramente. – Estoy bien, no te preocupes, ¿y tú?. ¿Dónde vas con tanta prisa? – Porque vamos si los dos nos habíamos acabado chocando, quería decir que o teníamos prisa o íbamos despistados alguno de los dos y a juzgar por el montón de pergaminos que ahora había en el suelo, la primera opción era la que más me convencía. Conocía al muchacho desde mi primer año y éramos amigos el suficiente tiempo como para conocerle. Antes de que pudiera contestarme ya me había agachado para empezar a reunir los pergaminos que se habían quedado esparcidos por el suelo.
Sira O'Sullivan- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Localización : En algún rincón de Brigantia
Re: Al que madruga....
Sira! eh yo....-
Bruce no sabía muy bien que decirle. Así que por un momento se dedicó a juntar sus pergaminos con ella. Allí en medio de la puerta agachados, con un montón de piernas que los esquivaban y pasan por encima, pues iban de salida o entrando al comedor. La gente no tenía modales, pero por suerte rápidamente terminaron de recoger todo y tomándola del brazo la hizo a un lado para agradecerle y disculparse nuevamente.
- Gracias.. y perdóname... ando bien dormido. Esto de los exámenes finales, ya sabes. - Le sonrió y tomó la varita para hacer de todos sus pergaminos un solo atado que ubicó bajo su brazo. Sira solía ser tan aplicada o más que él así que bien esperaba que le entendiese y no quedar como ella como un muchacho aburrido. De todos modos así era él y la rubia lo conocía desde hacía una década. - Tu ibas a almorzar?... yo estoy de salida... - miró su reloj y aclaró - tenía un grupo de estudio en la biblioteca hace una hora... creo que me quedé dormido en la mesa.-
Ya era tarde para incorporarse a aquel plan y había querido cruzar Sira toda la semana, ahora la tenía en frente con sus cabellos rubios y esa sonrisa... Así que tomando voluntad miró a un lado y otro y luego preguntó - quieres ir a tomar un café? Te compensaré por el golpe. Déjame resarcirme.- Él no era un jugador de Quidditch con el cual jugar guerra de bolas de nieve pero, podía ser su compañero de estudios como antes como en la sala común hufflepuff.
Bruce no sabía muy bien que decirle. Así que por un momento se dedicó a juntar sus pergaminos con ella. Allí en medio de la puerta agachados, con un montón de piernas que los esquivaban y pasan por encima, pues iban de salida o entrando al comedor. La gente no tenía modales, pero por suerte rápidamente terminaron de recoger todo y tomándola del brazo la hizo a un lado para agradecerle y disculparse nuevamente.
- Gracias.. y perdóname... ando bien dormido. Esto de los exámenes finales, ya sabes. - Le sonrió y tomó la varita para hacer de todos sus pergaminos un solo atado que ubicó bajo su brazo. Sira solía ser tan aplicada o más que él así que bien esperaba que le entendiese y no quedar como ella como un muchacho aburrido. De todos modos así era él y la rubia lo conocía desde hacía una década. - Tu ibas a almorzar?... yo estoy de salida... - miró su reloj y aclaró - tenía un grupo de estudio en la biblioteca hace una hora... creo que me quedé dormido en la mesa.-
Ya era tarde para incorporarse a aquel plan y había querido cruzar Sira toda la semana, ahora la tenía en frente con sus cabellos rubios y esa sonrisa... Así que tomando voluntad miró a un lado y otro y luego preguntó - quieres ir a tomar un café? Te compensaré por el golpe. Déjame resarcirme.- Él no era un jugador de Quidditch con el cual jugar guerra de bolas de nieve pero, podía ser su compañero de estudios como antes como en la sala común hufflepuff.
Bruce Mayer- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Al que madruga....
Negué con la cabeza casi de inmediato para quitarle importancia a todo ese asunto del golpe, sin dejar de reunir los pergaminos que ahora estaban esparcidos por el suelo. La verdad, que sí teníamos que ponernos a hablar de los modales de la gente, pues dejaban bastante que desear. En algún momento sentí que iba a acabar decapitada como me siguieran golpeando tan fuerte, una exageración, lo sé, pero es que no me entraba en la cabeza como alguien podía ir por la vida sin mirar. En algún momento, en especial cuando un chico casi me pisa la mano con la que estaba cogiendo un pergamino, tuvo la tentación de gritarle alguna grosería, pero por el contrario me mantuve callada y simplemente clave mis ojos azules con la mayor frialdad de la que fui capaz en su espalda.
- No te preocupes. Todos tenemos esos días. – Yo misma había ido alguna vez como una completa zombie por el pasillo chocándome con todo ser viviente así que sabía lo que era eso. – Sí, son horribles, ¿verdad? – Me refería obviamente a los exámenes finales, esos que nos traían de cabeza por aquellas fechas. Tanto era así que yo me había dejado el libro en la mesa del comedor. Las prisas no hacían ningún bien a nadie. – No, que va… Me he dejado un libro en el comedor. – Suspiré para después sonreír. Una cabeza despistada, eso era lo que yo era en aquellos precisos momentos. – Justo ahora iba a ir a buscarlo. – Menté señalando las puertas que llevaban al comedor.
Así que un grupo de estudio. No era algo que me extrañase siendo precisamente de Bruce de quien estábamos hablando. Cabe mencionar que me enterneció el hecho de que admitiera que creía haberse quedado dormido encima de la mesa, y lejos de reírme o cualquier otra cosa, simplemente le miré unos segundos sonriendo. – ¿Un café? – Aquello me había pillado por sorpresa pero aún así sonreí levemente mientras asentía. – Sí, claro. Me encantaría, lo sabes. – Por supuesto que debería haber intuido que disfrutaba de su compañía, o quizás nunca se había percatado de aquel hecho. – No tienes nada por lo que compensarme, no pasa nada, en serio. ¿Me esperas? Voy a por el libro y vuelvo.
Cabía la posibilidad de que pensara que le estaba esquivando y que no iba a volver, aunque claro, para eso Bruce no tendría que conocerme en absoluto y me conocía lo suficiente como para saber que yo no era de aquella manera ni por asomo. Recorrí el comedor y vislumbré el libro cuando me encontraba a pocos metros, acelerando instintivamente el paso hasta que lo tuve entre mis manos, sujetándolo más tarde contra mi pecho. Me di la vuelta y volví a emprender el camino hacia el pasillo donde aún se encontraba Bruce. – Ya está. Cuando tú quieras. – Y si supiera la gente la poca importancia que le daba yo al hecho de que una persona estuviera en una carrera de las llamadas “populares” o no… - Por cierto, ¿qué tal te va la carrera? – Porque si algo sabía, era que la carrera de Bruce no era de las más fáciles de todas.
- No te preocupes. Todos tenemos esos días. – Yo misma había ido alguna vez como una completa zombie por el pasillo chocándome con todo ser viviente así que sabía lo que era eso. – Sí, son horribles, ¿verdad? – Me refería obviamente a los exámenes finales, esos que nos traían de cabeza por aquellas fechas. Tanto era así que yo me había dejado el libro en la mesa del comedor. Las prisas no hacían ningún bien a nadie. – No, que va… Me he dejado un libro en el comedor. – Suspiré para después sonreír. Una cabeza despistada, eso era lo que yo era en aquellos precisos momentos. – Justo ahora iba a ir a buscarlo. – Menté señalando las puertas que llevaban al comedor.
Así que un grupo de estudio. No era algo que me extrañase siendo precisamente de Bruce de quien estábamos hablando. Cabe mencionar que me enterneció el hecho de que admitiera que creía haberse quedado dormido encima de la mesa, y lejos de reírme o cualquier otra cosa, simplemente le miré unos segundos sonriendo. – ¿Un café? – Aquello me había pillado por sorpresa pero aún así sonreí levemente mientras asentía. – Sí, claro. Me encantaría, lo sabes. – Por supuesto que debería haber intuido que disfrutaba de su compañía, o quizás nunca se había percatado de aquel hecho. – No tienes nada por lo que compensarme, no pasa nada, en serio. ¿Me esperas? Voy a por el libro y vuelvo.
Cabía la posibilidad de que pensara que le estaba esquivando y que no iba a volver, aunque claro, para eso Bruce no tendría que conocerme en absoluto y me conocía lo suficiente como para saber que yo no era de aquella manera ni por asomo. Recorrí el comedor y vislumbré el libro cuando me encontraba a pocos metros, acelerando instintivamente el paso hasta que lo tuve entre mis manos, sujetándolo más tarde contra mi pecho. Me di la vuelta y volví a emprender el camino hacia el pasillo donde aún se encontraba Bruce. – Ya está. Cuando tú quieras. – Y si supiera la gente la poca importancia que le daba yo al hecho de que una persona estuviera en una carrera de las llamadas “populares” o no… - Por cierto, ¿qué tal te va la carrera? – Porque si algo sabía, era que la carrera de Bruce no era de las más fáciles de todas.
Sira O'Sullivan- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Localización : En algún rincón de Brigantia
Re: Al que madruga....
Sonriendo como estúpido esperó afuera del comedor a que Sira buscase su libro. Bruce mientras tanto metió la mano en el bolsillo para revisar tener galeons suficientes para invitarle en la cafetería y volvió a guardar las monedas justo al tiempo que ella salía del comedor. Con sus pergaminos bajo un brazo y una sonrisa indisimulable en el rostro emprendieron camino hacia la cafetería que estaba entre facultades.
- Por suerte va bastante bien... Seguro no tengo tan buenas notas como tu, pero me las apaño. Lo importante es seguir en carrera... Tu que tal? tu mamá te ayuda en alguna cosa? La mía vive dándome explicaciones por carta que nunca le he pedido, es como si se supiera el programa completo de cada semestre... No sé como hace... - Charla casual mientras avanzaban por el parque. La luz del mediodía hacía ver la sonrisa de Sira aun más bella que de costumbre y mientras la miraba avanzar por el césped se preguntaba porqué nunca la había invitado a salir o algo. Quizá era por el respeto que le tenía a sus hermanos o porque era un hufflepuff cobarde. O porque nunca se daba la ocasión...
- Has probado el Café Brigante?... tiene chocolate blanco y crema de canela. - Se adelantó unos pasos y le sostuvo la puerta del lugar para dejarle pasar primero. Con un gesto de su mano la invitó a que ella eligiera el sitio. Quizá esa mesa en medio del salón, o capaz al lado de la ventana. Dejando sus pergaminos a un costado, tomó la silla para que ella se sentase y recién ahí fue a su asiento.Era un pelmazo. Sabía que esos modales estaban pasados de moda, que los chicos rudos y mal hablados tenían más posibilidades pero no lograba negar quien era ni aunque quisiese conquistar a Sira para que fuera con él al baile.
- Que vas a pedir? yo invito. - Se rascó la nuca y llamó al dependiente para que le tomase los pedidos. No sabía muy bien de qué hablar, Bruces era más bien callado y reservado, Sira en cambio era directa y animada. Parecía saber como tratar con todo tipos de gentes, se la veía tan cómoda en cualquier situación, hasta su cabello se acomodaba a la luz del día para enmarcarle el rostro. Pero él la había invitado, así que no podía quedarse callado mirándose las uñas. - que loco esto del baile, eh?... Yo el año pasado me lo perdí... mis padres hacían un viaje a Norteamérica y tuve que viajar justo ese día.... . Ya, cualquier cosa con tal de hablar.
- Por suerte va bastante bien... Seguro no tengo tan buenas notas como tu, pero me las apaño. Lo importante es seguir en carrera... Tu que tal? tu mamá te ayuda en alguna cosa? La mía vive dándome explicaciones por carta que nunca le he pedido, es como si se supiera el programa completo de cada semestre... No sé como hace... - Charla casual mientras avanzaban por el parque. La luz del mediodía hacía ver la sonrisa de Sira aun más bella que de costumbre y mientras la miraba avanzar por el césped se preguntaba porqué nunca la había invitado a salir o algo. Quizá era por el respeto que le tenía a sus hermanos o porque era un hufflepuff cobarde. O porque nunca se daba la ocasión...
- Has probado el Café Brigante?... tiene chocolate blanco y crema de canela. - Se adelantó unos pasos y le sostuvo la puerta del lugar para dejarle pasar primero. Con un gesto de su mano la invitó a que ella eligiera el sitio. Quizá esa mesa en medio del salón, o capaz al lado de la ventana. Dejando sus pergaminos a un costado, tomó la silla para que ella se sentase y recién ahí fue a su asiento.Era un pelmazo. Sabía que esos modales estaban pasados de moda, que los chicos rudos y mal hablados tenían más posibilidades pero no lograba negar quien era ni aunque quisiese conquistar a Sira para que fuera con él al baile.
- Que vas a pedir? yo invito. - Se rascó la nuca y llamó al dependiente para que le tomase los pedidos. No sabía muy bien de qué hablar, Bruces era más bien callado y reservado, Sira en cambio era directa y animada. Parecía saber como tratar con todo tipos de gentes, se la veía tan cómoda en cualquier situación, hasta su cabello se acomodaba a la luz del día para enmarcarle el rostro. Pero él la había invitado, así que no podía quedarse callado mirándose las uñas. - que loco esto del baile, eh?... Yo el año pasado me lo perdí... mis padres hacían un viaje a Norteamérica y tuve que viajar justo ese día.... . Ya, cualquier cosa con tal de hablar.
Bruce Mayer- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Al que madruga....
Arqueé durante un momento ligeramente una de las cejas. Sí, podía ser una nerd de mucho cuidado y una de esas personas realmente estudiosas y aplicadas, pero había aprendido que aquello no siempre implicaba que sacaras buena nota. Había demasiadas cosas a tener en cuenta, demasiados factores que intervenían en el resultado final. – Seguro que sacas buenas notas… - ¿De verdad se acordaba la gente de las notas que llegué a sacar estando en Hogwarts? Porque eso solo conseguía que toda la sangre subiera hasta mi rostro, más concretamente hasta mis mejillas haciendo que tomasen ese color rojizo. – Me va muy bien la verdad… Sí, bueno… En realidad le hubiera gustado que me dedicase a otra cosa, que hiciera otra carrera con menos riesgos… Desde lo de mi padre y su retirada. – No la culpaba. La muerte de mi padre había sido un duro golpe para todos en la familia, el hecho de que mi madre renunciara a su trabajo de Auror en el Ministerio de Magia tampoco es que nos sorprendiera demasiado. Posiblemente pensó en sus hijos y en qué sería de nosotros si perdíamos a los dos padres, eso y el dolor que le debía suponer ir cada día a ese trabajo con el que había sido su compañero toda la vida. – Me ayuda, claro, pero…, no hablamos demasiado del tema. Siento que aún le duele hacerlo. – Era probable que nunca dejase de dolerle, que siempre sintiese una punzada de dolor así que… - Suelo hablar con mis tíos. Es la ventaja de pertenecer a una familia de Aurores. – Sonreí brevemente por primera vez desde que había mencionado a mi padre. A pesar de los años pasados, ese tema seguía haciendo que la sonrisa de mi rostro se apagara un poco. – Capaz y tu madre, aún se acuerda del programa de su época y no lo han cambiado. – Comenté riendo ligeramente, cabía esa posibilidad después de todo, ¿no?
El cambio de aires del interior al exterior fue algo que note inmediatamente y es que a pesar de que el sol estaba en lo alto el aire frío te azotaba las mejillas sintiendo ese frío tan típico del invierno que venía acompañado del manto blanco que había cubierto toda Brigantia. Mantenerse serena y tranquila era una ventaja y en ocasiones también una desventaja. Bruce era de ese tipo de personas que siempre habían despertado curiosidad e interés en mí, pero muy posiblemente esa tranquilidad que me invadía en aquel tipo de situaciones hacia que todo pareciera muy difícil. Ni siquiera antes de haber empezado a salir con James en Hogwarts, la cercanía de mi antiguo compañero de casa había provocado nervio alguno en mí, aunque posiblemente en el noventa por ciento de las muchachas pasara justo eso. – No, no lo he probado. – Contesté. En realidad había ido escasas veces a la cafetería y aún no había probado la mayoría de las cosas que debían tener en la carta. En la mente de muchos de los universitarios posiblemente aquello fuera una especie de pecado o algo. – Aunque, así como lo describes tiene buena pinta.
Una pequeña sonrisa iluminó mi rostro unos segundos cuando el muchacho me sostuvo la puerta. A esas alturas de la vida quedaban pocos que se comportaran de aquella manera. Los primeros que no lo hacían eran mis hermanos, que todo hay que decirlo eran un poco brutos. – Gracias. – La sonrisa más sincera que podías esperar de mi parte asomó en mi cara después de tomar asiento y darle las gracias al muchacho por el gesto. Viviendo con tres hermanos mayores me había acostumbrado a todo tipo de comportamientos por parte del sector masculino, pero en mi cabeza, de verdad, que no entraba como todo el mundo parecía perder la cabeza por esa parte del sector que se podría decir eran la mala hierba. – Pues creo que voy a probar ese café Brigante del que me has hablado… Así pruebo algo nuevo. – Que nunca estaba de más. Dejé con cuidado el libro que había llevado agarrado entre mis manos sobre la mesa al tiempo que mis ojos del color del zafiro, inspeccionaban alrededor.
Fueron precisamente las palabras de Bruce lo que me obligó a volver a enfocar mi mirada en él. – Sí, bastante. Todas están como locas con eso. Da la impresión de que si se quedan sin pareja van a perder la cabeza, van a ser menos que el resto… - A mi me parecía una estupidez. No creía que una mujer por ir sola a un baile fuera a ser menos. Ellas verían… Suerte, suerte que no era la mayoría. – ¿Norteamérica? – Mis ojos azules probablemente se abrieron de par en par. – Créeme que a mí no me hubiese importado perderme el baile. Viajes como esos en ocasiones son oportunidades únicas y los bailes se hacen cada año. ¿Disfrutaste del viaje? Tiene que ser una maravilla. Al menos a mí me lo parece. – Porque aunque no me gustara estar lejos de casa nunca desperdiciaba la oportunidad de viajar y conocer sitios nuevos. ¿Qué mejor experiencia que esa?
El cambio de aires del interior al exterior fue algo que note inmediatamente y es que a pesar de que el sol estaba en lo alto el aire frío te azotaba las mejillas sintiendo ese frío tan típico del invierno que venía acompañado del manto blanco que había cubierto toda Brigantia. Mantenerse serena y tranquila era una ventaja y en ocasiones también una desventaja. Bruce era de ese tipo de personas que siempre habían despertado curiosidad e interés en mí, pero muy posiblemente esa tranquilidad que me invadía en aquel tipo de situaciones hacia que todo pareciera muy difícil. Ni siquiera antes de haber empezado a salir con James en Hogwarts, la cercanía de mi antiguo compañero de casa había provocado nervio alguno en mí, aunque posiblemente en el noventa por ciento de las muchachas pasara justo eso. – No, no lo he probado. – Contesté. En realidad había ido escasas veces a la cafetería y aún no había probado la mayoría de las cosas que debían tener en la carta. En la mente de muchos de los universitarios posiblemente aquello fuera una especie de pecado o algo. – Aunque, así como lo describes tiene buena pinta.
Una pequeña sonrisa iluminó mi rostro unos segundos cuando el muchacho me sostuvo la puerta. A esas alturas de la vida quedaban pocos que se comportaran de aquella manera. Los primeros que no lo hacían eran mis hermanos, que todo hay que decirlo eran un poco brutos. – Gracias. – La sonrisa más sincera que podías esperar de mi parte asomó en mi cara después de tomar asiento y darle las gracias al muchacho por el gesto. Viviendo con tres hermanos mayores me había acostumbrado a todo tipo de comportamientos por parte del sector masculino, pero en mi cabeza, de verdad, que no entraba como todo el mundo parecía perder la cabeza por esa parte del sector que se podría decir eran la mala hierba. – Pues creo que voy a probar ese café Brigante del que me has hablado… Así pruebo algo nuevo. – Que nunca estaba de más. Dejé con cuidado el libro que había llevado agarrado entre mis manos sobre la mesa al tiempo que mis ojos del color del zafiro, inspeccionaban alrededor.
Fueron precisamente las palabras de Bruce lo que me obligó a volver a enfocar mi mirada en él. – Sí, bastante. Todas están como locas con eso. Da la impresión de que si se quedan sin pareja van a perder la cabeza, van a ser menos que el resto… - A mi me parecía una estupidez. No creía que una mujer por ir sola a un baile fuera a ser menos. Ellas verían… Suerte, suerte que no era la mayoría. – ¿Norteamérica? – Mis ojos azules probablemente se abrieron de par en par. – Créeme que a mí no me hubiese importado perderme el baile. Viajes como esos en ocasiones son oportunidades únicas y los bailes se hacen cada año. ¿Disfrutaste del viaje? Tiene que ser una maravilla. Al menos a mí me lo parece. – Porque aunque no me gustara estar lejos de casa nunca desperdiciaba la oportunidad de viajar y conocer sitios nuevos. ¿Qué mejor experiencia que esa?
Sira O'Sullivan- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Localización : En algún rincón de Brigantia
Re: Al que madruga....
Siempre olvidaba el tema del padre de Sira. Es decir, no lo olvidaba, lo sabía bien, pero era tan común para Bruce hablar de las familias, que pasaba por alto que podía haber temas que recordaban los dolores y esas cosas. La escuchó con atención y se hizo una nota mental sobre tener más cuidado al respecto. Por ejemplo a él no le gustaba para nada hablar de su amiga que aun vivía en San Mungo internada por haber sido enloquecida a crucios. Le devolvió la sonrisa y no dudó en apretarle el hombro en un gesto de camaradería que luego cuestionó no del todo adecuado para la ocasión. - No sé si sea el mismo programa, quizá mi madre es una loca que me espía sin yo saberlo - bromeó para salir del paso.
Como fuera, el momento había pasado y ahora estaban por tomar dos cafés. - Uno brigante y un expreso 9 y 3/4 - pidió a la camarera en cuanto esta apareció interrumpiéndoles la charla sobre bailes y fiestas. Había que decirlo: Bruce se jactaba de no consumir drogas ni alcohol, pero era adicto al café sin asumirlo. Mientras mucha gente pasaba de largo por aquel local, él siempre encontraba una escusa para sentarse y leer un libro o bien pedir para llevar y correr a clase. - Que te contaba?... de Norteamerica... nunca has ido? Es un país muy llamativo, luminoso... Demasiado. - No. no le había gustado estados unidos, y se le notaba en el rostro: la gente parecía superficial y todo brillaba como si fueran diamantes, cuando en realidad era puro plástico y encantamientos. - ... Bueno en realidad fue un "viaje de negocios": mis padres andaban en algo con los de Morgan, no se si lo conoces? es el sanador de la enfermería de la universidad... Pues, esa familia en USA es muy famosa y... yo la verdad me aburrí bastante. No conocía a nadie, quizá de haber ido con amigos hubiera sido distinto.... No se, Alemania es más interesante, Berlín y su muro... -
Sendos cafés aparecieron en la mesa, y también un plato con algo dulce que comer. - ... Hubiera preferido quedarme acá. Cómo fue el baile del año pasado?... A mi me gustaron los bailes anteriores, siempre ocurre algo desopilante. Recuerdo en mi primer año, la navidad se festejó en una pista de hielo en el lago. Todos en patines era la consigna. La mitad de las chicas arruinaron sus vestidos y chillaban porque un grupo de Smertios había decidido lanzar hechizos de agua a diestra y siniestra... Fue un desastre. Yo me partí una pierna queriendo hacerme el listo. - Ahora se reía, pero esa noche entre la pata rota y la hipotermia no había estado tan gracioso.
Tomó de su café y agregó - Ya veremos que pasa este año. Te lo aseguro: algo sucederá. Yo iré aunque no tenga con quien... - alzó los hombros restándole importancia pues podía presentarse sin pareja y ya. Ni sería la primera vez - Si me aburro con mi soledad voy a charlar contigo. O bailar, que esta vez por lo que sé será en el comedor, así que ni patines ni cosas raras... A menos que vayan a convertir el piso en gelatina... Te lo digo, nunca se sabe..
Como fuera, el momento había pasado y ahora estaban por tomar dos cafés. - Uno brigante y un expreso 9 y 3/4 - pidió a la camarera en cuanto esta apareció interrumpiéndoles la charla sobre bailes y fiestas. Había que decirlo: Bruce se jactaba de no consumir drogas ni alcohol, pero era adicto al café sin asumirlo. Mientras mucha gente pasaba de largo por aquel local, él siempre encontraba una escusa para sentarse y leer un libro o bien pedir para llevar y correr a clase. - Que te contaba?... de Norteamerica... nunca has ido? Es un país muy llamativo, luminoso... Demasiado. - No. no le había gustado estados unidos, y se le notaba en el rostro: la gente parecía superficial y todo brillaba como si fueran diamantes, cuando en realidad era puro plástico y encantamientos. - ... Bueno en realidad fue un "viaje de negocios": mis padres andaban en algo con los de Morgan, no se si lo conoces? es el sanador de la enfermería de la universidad... Pues, esa familia en USA es muy famosa y... yo la verdad me aburrí bastante. No conocía a nadie, quizá de haber ido con amigos hubiera sido distinto.... No se, Alemania es más interesante, Berlín y su muro... -
Sendos cafés aparecieron en la mesa, y también un plato con algo dulce que comer. - ... Hubiera preferido quedarme acá. Cómo fue el baile del año pasado?... A mi me gustaron los bailes anteriores, siempre ocurre algo desopilante. Recuerdo en mi primer año, la navidad se festejó en una pista de hielo en el lago. Todos en patines era la consigna. La mitad de las chicas arruinaron sus vestidos y chillaban porque un grupo de Smertios había decidido lanzar hechizos de agua a diestra y siniestra... Fue un desastre. Yo me partí una pierna queriendo hacerme el listo. - Ahora se reía, pero esa noche entre la pata rota y la hipotermia no había estado tan gracioso.
Tomó de su café y agregó - Ya veremos que pasa este año. Te lo aseguro: algo sucederá. Yo iré aunque no tenga con quien... - alzó los hombros restándole importancia pues podía presentarse sin pareja y ya. Ni sería la primera vez - Si me aburro con mi soledad voy a charlar contigo. O bailar, que esta vez por lo que sé será en el comedor, así que ni patines ni cosas raras... A menos que vayan a convertir el piso en gelatina... Te lo digo, nunca se sabe..
Bruce Mayer- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Al que madruga....
Off: Sorry la tardanza D:
Sonreí a la camarera que anotó nuestros pedidos y la seguí con la mirada durante unos segundos hasta que el muchacho frente a mí volvió a hablar. – No, nunca he ido. – Respondí inclinándome inconscientemente un poco hacia adelante, un signo de que quería prestar toda la atención posible a las palabras que salieran por boca del muchacho. Me interesaban aquel tipo de cosas, obviamente sino, no le habría preguntado de una forma tan directa. – Intuyo por cómo lo dices que no te gustó demasiado. – Sonreí brevemente. A mí es que simplemente me gustaba ver sitios diferentes aunque nunca me llegase a sentir tan bien como cuando estaba en tierras irlandesas, en casa, en mi ambiente, en mi hogar. Era una sensación extraña aquella que me invadía cuando estaba en Irlanda. – Me suenan de algo, sí. – Menté asintiendo con la cabeza. Había oído aquel apellido ya fuera por Hogwarts o por Brigantia. Quizás hasta lo hubiera escuchado en casa, en aquellas conversaciones familiares que acababan siendo murmullos como si temiesen que las paredes tuvieran oídos y pudieran saber todo lo que decían. – ¿Por qué te aburriste? – Alcé ligeramente las cejas. Yo siempre encontraba algo que hacer, aunque fuera echarme a andar por aquellas ciudades laberínticas y acabase perdida, me daba igual porque normalmente era de aquella manera que acababa encontrando un rincón único y mágico de la ciudad que pisaba. – ¿No fuiste a explorar? – Tanteé con una sonrisa divertida en el rostro. A lo mejor era mi Auror interior que me hacía sentir la necesidad de explorar y descubrir nuevos recónditos del mundo, esos que a veces pasaban desapercibidos a ojos de los demás. – Sí… la verdad que toda la historia que rodea a Alemania y su muro suena más interesante que muchos otros países… - Siempre decían que la historia y sus peculiaridades hacían un lugar mucho más atractivo que otros y a lo mejor hasta acababan teniendo razón.
El hecho de que los cafés y aquel plato con dulces aparecieran en la mesa no era algo que me viniera de nuevo, aunque obviamente, incluso siendo hija de magos había ocasiones en las que mi propio mundo no dejaba de sorprenderme. – Pues… Pasé las Navidades en casa con mi familia, así que no sabría decirte. – Ahora que lo pensaba detenidamente, ni siquiera recordaba haber oído algún chismorreo respecto al baile, aunque estaba plenamente segura de que habría pasado algo. En aquel lugar siempre parecía pasar algo, incluso en los actos sociales que a primera vista podían parecer lo más inocente del mundo. Me sorprendió aquello de que se festejara en una pista de hielo. – Seguro que no llevaban vestidos adecuados para una pista de patinaje. – Cortos, con tutú, vuelo… Había mil opciones, pero desde luego los largos y ajustados quedaban totalmente descartados, así que al oír las palabras “arruinaron sus vestidos” se me vino aquello a la cabeza. – Seguro que tuvo parte de diversión ser testigo de eso. – Sonreí, aquel punto bromista que poseía posiblemente era consecuencia de tener tres hermanos mayores. No era algo de lo que me avergonzara. Desde luego, de haber sido yo la que tenía que ser participe en una fiesta sobre el hielo, me habría vestido adecuadamente. Tenía la suficiente cabeza como para eso. – ¿Te partiste la pierna? – Una de mis cejas rubias se arqueó visiblemente. – ¿Qué hiciste para acabar así? – Por suerte en el mundo mágico esos males eran pasajeros y se curaban más rápido que con los remedios muggles.
Tomé la taza de café entre las manos preparada para escuchar el motivo por el cual Bruce había acabado con una pierna rota durante aquella primera experiencia en los bailes de Brigantia le di un sorbo y no pude evitar un ligero gemido de aquellos que salen de forma inconsciente cuando pruebas algo que… - Tenías razón, está delicioso. – Le sonreí brevemente antes de darle un nuevo sorbo. – Yo tampoco tengo con quien. – Pero vamos, que tampoco me importaba, no se era menos por ir sin compañía al baile, aunque muchas se empeñaran en todo lo contrario. – Por mí encantada, seguro que estaré rondando por ahí… Y no creo que conviertan el suelo de gelatina…, ya bastará con lo que nuestros compañeros acaben haciendo, ¿no crees? – Seguro que por eso habían decidido hacerlo en el comedor o en un lugar que no diera ya de por sí, ciertos “problemas”.
El hecho de que los cafés y aquel plato con dulces aparecieran en la mesa no era algo que me viniera de nuevo, aunque obviamente, incluso siendo hija de magos había ocasiones en las que mi propio mundo no dejaba de sorprenderme. – Pues… Pasé las Navidades en casa con mi familia, así que no sabría decirte. – Ahora que lo pensaba detenidamente, ni siquiera recordaba haber oído algún chismorreo respecto al baile, aunque estaba plenamente segura de que habría pasado algo. En aquel lugar siempre parecía pasar algo, incluso en los actos sociales que a primera vista podían parecer lo más inocente del mundo. Me sorprendió aquello de que se festejara en una pista de hielo. – Seguro que no llevaban vestidos adecuados para una pista de patinaje. – Cortos, con tutú, vuelo… Había mil opciones, pero desde luego los largos y ajustados quedaban totalmente descartados, así que al oír las palabras “arruinaron sus vestidos” se me vino aquello a la cabeza. – Seguro que tuvo parte de diversión ser testigo de eso. – Sonreí, aquel punto bromista que poseía posiblemente era consecuencia de tener tres hermanos mayores. No era algo de lo que me avergonzara. Desde luego, de haber sido yo la que tenía que ser participe en una fiesta sobre el hielo, me habría vestido adecuadamente. Tenía la suficiente cabeza como para eso. – ¿Te partiste la pierna? – Una de mis cejas rubias se arqueó visiblemente. – ¿Qué hiciste para acabar así? – Por suerte en el mundo mágico esos males eran pasajeros y se curaban más rápido que con los remedios muggles.
Tomé la taza de café entre las manos preparada para escuchar el motivo por el cual Bruce había acabado con una pierna rota durante aquella primera experiencia en los bailes de Brigantia le di un sorbo y no pude evitar un ligero gemido de aquellos que salen de forma inconsciente cuando pruebas algo que… - Tenías razón, está delicioso. – Le sonreí brevemente antes de darle un nuevo sorbo. – Yo tampoco tengo con quien. – Pero vamos, que tampoco me importaba, no se era menos por ir sin compañía al baile, aunque muchas se empeñaran en todo lo contrario. – Por mí encantada, seguro que estaré rondando por ahí… Y no creo que conviertan el suelo de gelatina…, ya bastará con lo que nuestros compañeros acaben haciendo, ¿no crees? – Seguro que por eso habían decidido hacerlo en el comedor o en un lugar que no diera ya de por sí, ciertos “problemas”.
Sira O'Sullivan- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Localización : En algún rincón de Brigantia
Re: Al que madruga....
No importaba que tonterías dijera, que Sira igual escuchaba con interés y hasta le hacía creer a Bruce que era un buen conversador, cuando en realidad apenas si hablaba de corrido con los amigos. A cada palabra de ella que repreguntaba o asentía, se sentía mejor creyéndose que en verdad estaba divertido aquello y no era un aburrimiento de hongo compartir un café con él.
Le explicó que no había ido a explorar porque se sentía bastante perdido en esas calles no conocidas, que sus padres estaban ocupados todo el día y que al final se había vuelto de Nueva York conociendo dos restaurantes, tres calles y el hotel. No era curioso ni intrépido, todo lo contrario, se notaba que seguía siendo un quedado muchacho de hogar, sin sobresaltos, ni aventuras. Tomó dos tragos a su café expreso y se dedicó que Sira había tenido navidades familiares el año anterior, así que con sus ánimos renovados por el café que despertaba sus neuronas continuó hablando sobre sus antecedentes en bailes y como se había roto la pierna- pues... estaban estos tirando aguamentis y con un amigo nos pusimos a jugar carreras de obstáculos entre los vestidos y los chorros de agua... en una corrida pisé la cola de algún vestido y me di la cara contra el hielo. Pero lo peor fue cuando la chica me quiso ayudar con un encantamiento y mi amigo por seguir molestando le tomó la varita... Terminé levitando a tres metros y caí mal, muy mal... cuando abrí los ojos tenía la rodilla en la nuca y la tibia en tres partes fracturada.... - sonrió y alzó los hombros restándole importancia. Había dolido pero se había ganado a la muchacha en cuestión acompañándolo toda esa semana de internación en la enfermería. Al final hasta había tenido que agradecer a su amigo y todo.
- ah visto que es delicioso... ahora prueba este - y le pasó su taza a la rubia fascinado de haber acertado en llevarla a tomar café. Otros podían invitarlas a emborracharse en un bar de mala muerte, pero Bruce renegaba tanto de esas cosas que como obtuso se perdía de convivir con el resto del mundo. Al menos con Sira podrían tomar café y charlar tontadas... Claro hasta que ella se aburriera y empezase a noviar con jugadores de quidditch drogadictos, si no era que ya lo estaba haciendo... pero al parecer no... o al menos no tenía pareja para el baile. Bruce no evitó su cara de sorpresa. Que el fuera un pelmazo que iba solo al baile era lógico, pero que nadie hubiera propuesto a Sira de acompañarla, cuando era bellísima, educada, simpática... Simplemente no tenía sentido.
- pues... vayamos juntos!... digo... si quieres - Que sentido tenía no ir juntos si ya habían quedado en encontrarse dentro para charlar y bailar. De todos modos sentía como que estaba arriesgando, así que aprovechó el momento para volver a tomar café, mirar por la ventana, comerse un pastel.... - hagamos un trato... si nos arruinan la cita con piso de gelatina o guerra de comida, me concedes otra en vacaciones... - había dicho cita? Casual... y Sira que ganaba a todo eso? aguantarselo dos noches en vez de una?...
Le explicó que no había ido a explorar porque se sentía bastante perdido en esas calles no conocidas, que sus padres estaban ocupados todo el día y que al final se había vuelto de Nueva York conociendo dos restaurantes, tres calles y el hotel. No era curioso ni intrépido, todo lo contrario, se notaba que seguía siendo un quedado muchacho de hogar, sin sobresaltos, ni aventuras. Tomó dos tragos a su café expreso y se dedicó que Sira había tenido navidades familiares el año anterior, así que con sus ánimos renovados por el café que despertaba sus neuronas continuó hablando sobre sus antecedentes en bailes y como se había roto la pierna- pues... estaban estos tirando aguamentis y con un amigo nos pusimos a jugar carreras de obstáculos entre los vestidos y los chorros de agua... en una corrida pisé la cola de algún vestido y me di la cara contra el hielo. Pero lo peor fue cuando la chica me quiso ayudar con un encantamiento y mi amigo por seguir molestando le tomó la varita... Terminé levitando a tres metros y caí mal, muy mal... cuando abrí los ojos tenía la rodilla en la nuca y la tibia en tres partes fracturada.... - sonrió y alzó los hombros restándole importancia. Había dolido pero se había ganado a la muchacha en cuestión acompañándolo toda esa semana de internación en la enfermería. Al final hasta había tenido que agradecer a su amigo y todo.
- ah visto que es delicioso... ahora prueba este - y le pasó su taza a la rubia fascinado de haber acertado en llevarla a tomar café. Otros podían invitarlas a emborracharse en un bar de mala muerte, pero Bruce renegaba tanto de esas cosas que como obtuso se perdía de convivir con el resto del mundo. Al menos con Sira podrían tomar café y charlar tontadas... Claro hasta que ella se aburriera y empezase a noviar con jugadores de quidditch drogadictos, si no era que ya lo estaba haciendo... pero al parecer no... o al menos no tenía pareja para el baile. Bruce no evitó su cara de sorpresa. Que el fuera un pelmazo que iba solo al baile era lógico, pero que nadie hubiera propuesto a Sira de acompañarla, cuando era bellísima, educada, simpática... Simplemente no tenía sentido.
- pues... vayamos juntos!... digo... si quieres - Que sentido tenía no ir juntos si ya habían quedado en encontrarse dentro para charlar y bailar. De todos modos sentía como que estaba arriesgando, así que aprovechó el momento para volver a tomar café, mirar por la ventana, comerse un pastel.... - hagamos un trato... si nos arruinan la cita con piso de gelatina o guerra de comida, me concedes otra en vacaciones... - había dicho cita? Casual... y Sira que ganaba a todo eso? aguantarselo dos noches en vez de una?...
Bruce Mayer- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 19/11/2014
Re: Al que madruga....
En eso éramos bastante diferentes. Es decir, yo era de aquellas personas que se lanzaban a la aventura, que no le importaba perderse y tardar horas en encontrar el camino a casa, porque sabía que en ese tiempo podía hacer descubrimientos realmente asombrosos y únicos. Siempre había sido así, ya desde pequeña, me iba de casa y buscaba algo con lo que entretenerme, un lugar que explorar. En parte, esa había sido la forma de pasar el duelo por mi padre, irme sola a uno de esos rincones secretos que había encontrado. En una de aquellas ocasiones, Jared consiguió encontrarme o seguirme más bien y acabé compartiendo aquel pedazo de tierra especial con él. Posiblemente de mis hermanos fue el que más cercano a mí fue durante aquella época.
Escuché con atención mientras seguía bebiendo tranquilamente de aquel café la historia sobre cómo había acabado con la pierna rota. Mis cejas se fueron arqueando e incluso fruncí el ceño en ciertas partes de la historia. – Tu amigo era un poco… inconsciente, ¿no? – Mira que yo nunca hubiera quitado a otra persona la varita mientras estaba lanzando un encantamiento, podían ocurrir verdaderos desastres, algo parecido a lo que le había pasado al Hufflepuff. Me mordí ligeramente el labio inferior mientras dejaba con cuidado la taza sobre la mesa. – Suerte que en nuestro mundo estas cosas se arreglan rápido… - Murmuré, recordando que alguna vez había escuchado que para ese tipo de roturas los magos podían estar meses en el hospital o sino, en casa sin poder moverse ni hacer prácticamente nada. – Lo importante al final es que tú ahora estás bien… - Esbocé una leve sonrisa al tiempo que le miraba. Eso siempre era lo importante cuando había aquel tipo de accidentes, que los que los sufrían al final estaban sanos y bien, sin nada más grave que algo que tenía fácil solución, o arreglo como había sido en el caso de Bruce.
¿Sorpresa? Sí. Muchísima, pero eso no hizo que rechazara la taza cuando el castaño me la pasó, tomándola con cuidado y dándole un pequeño sorbo. – Vaya… También está delicioso, la verdad… Tendríamos que hacernos catadores de café. – Bromeé soltando una risilla, aunque en cierto modo prefería aquellas chorradas, aquello a lo que la gente no parecía prestarle tanta atención, que ir a una fiesta, meterme sustancias nocivas en el cuerpo y acabar perdiendo la noción de todo lo que pasaba y de mi propio cuerpo, para luego levantarme sin ningún recuerdo y con un horrible y martilleante dolor de cabeza. – ¿Cuándo descubriste estos cafés? No… mejor, ¿por qué nunca me había parado debidamente en la cafetería? – Le sonreí brevemente antes bajar la mirada hasta el contenido de mi taza que ya era poquísimo a decir verdad.
Sólo volví a subirla ante la efusividad de Bruce al decir aquellas palabras. Mis ojos azules le examinaron unos segundos como si por un momento no me creyese que me estuviera preguntando aquello precisamente a mí. Yo que pensaba que para él siempre había sido una simple compañera de casa más, una amiga… Claro que bien mirado podía estar diciendo eso también por el simple hecho de que no fuera yo totalmente sola. Sopesé mi respuesta unos segundos cuando volvió a sorprenderme – Trato hecho, aunque… esa segunda cita siempre podemos tenerla nos estropeen el baile o no. – Le guiñé un ojo antes de terminarme de un sorbo lo que me restaba de café. A lo mejor me estaba arriesgando un tanto, pero la vida estaba precisamente para correr riesgos y aquel era uno inocente.
Mis ojos fueron a parar entonces en el reloj que había en la cafetería, abriéndose de par en par. – ¡Oh, oh…! ¿Ya es tan tarde? – Gemí al tiempo que bajaba la mirada nuevamente hasta Bruce – Lo siento… Tengo que irme. ¿Nos vemos para el baile? – Me levanté aún con una pequeña sonrisa en el rostro y tomé el libro, pero antes de salir definitivamente de la cafetería me acerqué hasta el muchacho dejando un beso en su mejilla. Después de eso si que crucé las puertas de la cafetería camino de mi próximo destino.
Escuché con atención mientras seguía bebiendo tranquilamente de aquel café la historia sobre cómo había acabado con la pierna rota. Mis cejas se fueron arqueando e incluso fruncí el ceño en ciertas partes de la historia. – Tu amigo era un poco… inconsciente, ¿no? – Mira que yo nunca hubiera quitado a otra persona la varita mientras estaba lanzando un encantamiento, podían ocurrir verdaderos desastres, algo parecido a lo que le había pasado al Hufflepuff. Me mordí ligeramente el labio inferior mientras dejaba con cuidado la taza sobre la mesa. – Suerte que en nuestro mundo estas cosas se arreglan rápido… - Murmuré, recordando que alguna vez había escuchado que para ese tipo de roturas los magos podían estar meses en el hospital o sino, en casa sin poder moverse ni hacer prácticamente nada. – Lo importante al final es que tú ahora estás bien… - Esbocé una leve sonrisa al tiempo que le miraba. Eso siempre era lo importante cuando había aquel tipo de accidentes, que los que los sufrían al final estaban sanos y bien, sin nada más grave que algo que tenía fácil solución, o arreglo como había sido en el caso de Bruce.
¿Sorpresa? Sí. Muchísima, pero eso no hizo que rechazara la taza cuando el castaño me la pasó, tomándola con cuidado y dándole un pequeño sorbo. – Vaya… También está delicioso, la verdad… Tendríamos que hacernos catadores de café. – Bromeé soltando una risilla, aunque en cierto modo prefería aquellas chorradas, aquello a lo que la gente no parecía prestarle tanta atención, que ir a una fiesta, meterme sustancias nocivas en el cuerpo y acabar perdiendo la noción de todo lo que pasaba y de mi propio cuerpo, para luego levantarme sin ningún recuerdo y con un horrible y martilleante dolor de cabeza. – ¿Cuándo descubriste estos cafés? No… mejor, ¿por qué nunca me había parado debidamente en la cafetería? – Le sonreí brevemente antes bajar la mirada hasta el contenido de mi taza que ya era poquísimo a decir verdad.
Sólo volví a subirla ante la efusividad de Bruce al decir aquellas palabras. Mis ojos azules le examinaron unos segundos como si por un momento no me creyese que me estuviera preguntando aquello precisamente a mí. Yo que pensaba que para él siempre había sido una simple compañera de casa más, una amiga… Claro que bien mirado podía estar diciendo eso también por el simple hecho de que no fuera yo totalmente sola. Sopesé mi respuesta unos segundos cuando volvió a sorprenderme – Trato hecho, aunque… esa segunda cita siempre podemos tenerla nos estropeen el baile o no. – Le guiñé un ojo antes de terminarme de un sorbo lo que me restaba de café. A lo mejor me estaba arriesgando un tanto, pero la vida estaba precisamente para correr riesgos y aquel era uno inocente.
Mis ojos fueron a parar entonces en el reloj que había en la cafetería, abriéndose de par en par. – ¡Oh, oh…! ¿Ya es tan tarde? – Gemí al tiempo que bajaba la mirada nuevamente hasta Bruce – Lo siento… Tengo que irme. ¿Nos vemos para el baile? – Me levanté aún con una pequeña sonrisa en el rostro y tomé el libro, pero antes de salir definitivamente de la cafetería me acerqué hasta el muchacho dejando un beso en su mejilla. Después de eso si que crucé las puertas de la cafetería camino de mi próximo destino.
Sira O'Sullivan- Mensajes : 52
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