AMY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Siempre había sido lenta, sin necesidad de tener que hacer nada en concreto. Siempre era de las últimas en dejar el aula porque se entretenía guardando las cosas, doblando con cuidado los pergaminos, charlando con uno o con otro y asegurándose cuatro veces que no se estaba dejando nada en su mesa, porque tan despistada como era, aquellas cosas podían suceder. Igualmente nadie solía reclamarla, así que cuando ese día, mientras acababa de meter las cosas en su mochila una voz conocida sonó en el aula reclamándola levantó la mirada sorprendida.

- Estoy aquí. ¿Qué pasa? ¿Se incendia algo y no estoy enterada?

Terminó de guardar sus cosas y se hechó la mochila a la espalda antes de acercarse a Jessy, despidiéndose de Dorian y de los pocos compañeros que quedaban todavía. Le dio un beso en la mejilla a modo de saludo, porque aunque no sabía a que se debía su presencia al final de la clase, hacía los suficientes años que la conocía como para apreciarla y alegrarse de su presencia ahí.

- ¿Has venido a rescatarme para que vayamos a beber cerveza como si los exámenes de final de semestre no pendieran sobre nuestras cabezas? ¿Qué llevas en la caja? – preguntó todavía despreocupadamente, sin sospechar lo que Jessy estaba a punto de proponerle con respecto al contenido de aquella caja en particular.

El tema que la buscara a causa del contenido de la caja no la preocupó al principio, así que siguió a Jessy en dirección a los terrenos, pensando en nada más que las cervezas y en que seguramente seria alguna consulta relacionada con alguna mascota que se había conseguido, cosa que le pasaba bastante seguido desde que había empezado a estudiar zoología.
No fue hasta que le dijo que en realidad no era una duda sino un regalo para ella, y que al abrir ligeramente la caja vio asomar unas orejas peludas que empezó a preocuparse.

- Espera, espera. - dijo agarrándola del brazo para que se detuviera. Las rocas al sol podían esperar. No podía creer que estuvieran por regalarle otro bicho peludo, porque aquella era la historia de su vida. Todos su amigos en algún momento había intentado que se quedara con algún animal con la excusa que no sabrían como cuidarlo. Y había dicho que si las veces suficientes como para saber que tan mala idea era aquello, porque ella era la única perjudicada con aquello, con todos los problemas que suponía tener demasiados animales - No puedo quedarme ninguna cosa viva que pueda haber dentro de esa caja, Jessy. No tengo tiempo para cuidar tantos animales. Hay exámenes y... bueno tengo mil cosas que hacer. - fue entonces cuando vislumbró mejor lo que había dentro de la caja. Un zorrito bebé adorable que la miraba con ojos de pena - Por Merlín, que bonito es.

Y prometiéndose que aquello no significaba absolutamente nada, ni mucho menos que fuera a quedárselo. Sólo quería tenerlo entre los brazos, así que metió las manos en la caja y sacó al pequeño zorro, sujetándolo cerca para verlo. Era adorable, pero estaba convencida de lo que había dicho. No podía quedárselo.

- Quedatelo tu, no es tan difícil cuidarlos. Yo te ayudaré. Pero no puedo quedármelo de verdad, por muy adorable y bonito que sea. - dijo de nuevo, sólo para quedara claro.

No le gustaban los animales y lo había estado alimentando a base de galletas. Sólo con eso debería haber tenido las señales necesarias para saber que en verdad Jessy no podía quedarse con el zorro. Bueno, pues ella tampoco podía, porque el estrés universitario era mucho y seguramente iría a más. Pero eso no quería decir que fuera a dejar que el animal se muriera de hambre.

- Ven conmigo. – dijo con un suspiro. Cerca de ahí estaba la pequeña cabaña que, perdida en medio de los terrenos, tenía toda una reserva de alimentos y materiales para las clases prácticas que hacían en zoología cerca de ahí. Sólo esperaba que el profesor Dorian no estuviera por aquí y que no tuviera el sitio cerrado con llave. Esto les sacaría del apuro inicial y luego ya verán como se las arreglaban. – Si está domesticado no sabrá procurarse alimento. Debe cuidarlo alguien.

Estaba de acuerdo con la chica. Debían encontrar alguien que pudiera quedárselo, simplemente era complicado pensar en alguien que pudiera. Jasmine, al igual que ella, tenía otros problemas. James estaba demasiado ocupado con su vida de casi-famoso, Frances tenía demasiados hijos y su madre montaría en histeria si se le presentaba con un zorro para que se lo quedara en casa.

- Hija única, y ninguno de mis parientes sabría qué hacer con un zorro. No sé… Quizás podríamos pedirle a Darren que se lo quedara, aunque fueran unos días hasta que tuviéramos una idea mejor. – al final siempre acababa pensando en Darren para los favores gordos, no por nada era la persona que hacía más tiempo que conocía que seguía en su vida, más allá de su familia. Evidentemente habían tenido sus altos y sus bajos, y era un poco un desastre, pero de alguna forma loca, confiaba en ella.

Llegaron a la pequeña cabaña, y todo parecía tranquilo. Hasta la puerta se abrió sin más problemas, aún y que ir cargada con un zorro y hacer ciertas cosas era complicado. Le hizo una señal para que entrara y volvió a cerrar la puerta tras ellas, esperando que nadie las hubiera visto.
Conocía bastante bien el lugar para saber qué buscar y donde. Los zorros comían un poco de todo, pero si había estado mucho tiempo comiendo galletas, necesitaba carne con cierta urgencia. Se agachó para estirar una caja llena de latas de carne envasada y le tendió una a la chica.

- Dejaremos que coma y luego veremos como solucionamos esto. – lo dejó en el suelo y antes que empezara a olisquearlo todo le dejaron la lata delante, y no tardó ni dos segundos en empezar a comer con hambre – ¿Cómo has terminado tú con un zorro? – terminó por preguntar.

Sabía como debía sonar que hubiera propuesto a Darren como persona que iba a cuidar del zorro. Ella también había estado en ese lugar, creyendo que cualquier ser vivo que estuviera a su cargo terminaría muerto después de una terrible agonía. Pero la verdad era que Darren sabía ser responsable (o algo así…), y de todos modos ella lo estaría vigilando de cerca.
Se sentó encima de unas cajas de madera que contenían varias bolsas de comida en grano, escuchando la historia de Frances y el zorro. No debía tener demasiados detalles para saber porqué Jessy tenía reservas para quedárselo. No era ningún secreto que la relación entre ellas tenía más momentos malos que momentos buenos. No sabía que había pasado en aquella ocasión en concreto, pero debía haber sido algo lo suficientemente gordo como para que le dieran remordimientos a Frances y decidiera regalarle un zorro a Jessy.

- Frances no es tan mala. Quizás si lo hizo porque se sintiera mal por lo que fuera que hubiera pasado entre vosotras. Deberías intentarlo. Al menos a no pensar mal de todo lo que hace o dice. – y ya con eso concluía su aportación a la relación entre las dos chicas. De propia experiencia sabía que había ciertas cosas que no podían forzarse, menos cuando detestabas a una persona hasta aquellos niveles.

Suspiró, mientras subía las piernas encima de la caja de madera y se las abrazaba con los brazos, mirando como el zorrito lamía los restos de comida de la lata, como queriendo buscar cualquier resquicio que pudiera quedar allí. Pensaba que si tal vez el zorro había salido de Frances, podía buscarla para explicarle la situación y ella se encargaría. Y fue ese último pensamiento el que le hizo levantar la cabeza y mirar a Jessy completamente seria, pensando que nunca debería decir lo que estaba a punto de decir.

- Está bien, yo me encargo de él. Puedes estar en paz con tu consciencia. El zorro no quedará a merced de la vida salvaje. Intentaré buscar a alguien que cuide de él que no sea Darren. Porque no has cambiado de idea… ¿verdad? – evidentemente no le había pasado desapercibida aquella mirada casi tierna que Jessy le había dirigido al zorro. Y es que debía tenerse un corazón más duro que el hielo para que no se enterneciera un poco el corazón viendo como el animal movía las orejas en todas direcciones, alerta a cualquier cosa que pudiera parecerle peligrosa.

Según había ido toda la situación con Jessy habría esperado que al instante que ella le dijo que se iba a encargar, Jessy habría salido corriendo, deseosa de alejarse del zorro y de las responsabilidades que conllevaba tan pronto como pudiera. Pero la pregunta de si se lo iba a quedar directamente o si debía cuidarlo mientras ella se encargaba de encontrar un dueño le dio un poquito de esperanza. Porque a pesar de todo era zoóloga, y parte de su deber consistía en que personas que nunca habían pensado en tener animales terminaran adoptando uno. Menos Darren, por supuesto, aunque antes se le hubiera pasado por la cabeza, nunca le confiaría a un pobre animal vivo, porque nada más tenía que recordar lo que había sucedido con sus pobres tortugas hacía años, cuando todavía estaban en Hogwarts. Por mucho tiempo que pasara jamás pararía de recordárselo.

- No, buscaré a alguien que no sea Darren. Pero si, tienes que quedártelo hasta que encuentre a la persona. Puede que no sea tan fácil, y yo tengo tres kneazles que no estarán contentos si les traigo a un zorro. - era mentira, por supuesto. Si tenía tres kneazles pero eran los más buenos del mundo, y ni siquiera cuando les había traído aquella cría de oso a la que había cuidado durante unos días antes de devolverla a la vida salvaje para que se encontraba con su madre, se habían enfadado. ¿Como iban a hacerlo con un zorrito domesticado tan adorable como ese? - Te prometo que como mucho me tomará las vacaciones de navidad.

Ya está, ahí iba. Sabía que si Jessy aceptaba tenerlo durante las vacaciones, para cuando volvieran para el siguiente semestre ya estaría tan enamorada de la bola de pelo que jamás se preocuparía de que no encontrara un dueño definitivo. No tendría que devolverselo a Frances y todos estaría en paz con el mundo.

- Puedes escribirme con cualquier duda que puedas tener con respecto al zorro e intentaré responderte pronto. Por el momento, nada de galletas para comer. Carne, ¿de acuerdo? También dale alguna verdura de vez en cuando. Zanahorias o patatas. Lo cepillas una vez al día y lo sacas al bosque al menos dos veces al día. Está domesticado pero si no quieres sus excrementos por todas partes, necesita bosque. Es fácil en realidad. - se levantó y se encaminó hacía la puerta de la cabaña, antes de que Jessy tuviera tiempo a negarse. Si aquello salía bien iba a acompañar a Nuru la próxima vez que intentara dar en adopción alguno de los bichos que solía encontrarse abandonados por el mundo.