el último día....

Muchas cosas habían pasado esa semana de internación obligada, pero al menos estaba llegando a su fin.

El disgusto con James, las confesiones con Jass, la charla con Kris, la carta de Frances... la tarde divertida con Amy y Darren... Al final no había habido la paz que Jessy esperaba sacar como provecho de aquello, pero si otro tanto de revelaciones y re acomodos en ese sistema de "relaciones interpersonales" con el que no se llevaba muy bien la rubia. Ahora de pie justo a su camilla, en esa última tarde de enferma, ordenando meticulosamente sus cosas en una caja de cartón, sola como debió estar la semana entera repasaba mentalmente cada uno de aquellos diálogos dudando entre sentirse suertuda o ingrata.

Su costilla había sanado, y nada demostraba en su piel los hematomas que había ganádose a golpes de puño y varita contra Frances. Respiró profundo y dobló perfecto su manta térmica para guardarla en la caja. Puso ahí también las pantuflas que Jass le había traído, su espejo, el cepillo de dientes y el cabello, un par de cremas, un libro que le había traído la bibliotecaria, el sobre de la carta que ya no existía de Frances... Era temprano, aun llevaba la bata del lugar porque no tenía verdadero permiso para irse, pero sabía que la enfermera no tardaría en aparecer para autorizarla, estaba acostumbrada a la rutina del sitio.

Se sentó en la camilla ansiosa, junto a sus ropas de civil. Tamborileó los dedos, miró por la ventana y recordó al zorro. Donde estaría ese bicho?... Debía preguntar?... No! parque? si a ella no le importaba lo que hubiera sido del animal aquel que hace dos días había llegado en una caja arriado por 5 lechuzas. Se incorporó. Se volvió a sentar y volvió a pararse. Primero lo primero, se cambiaría e iría en busca de la Enfermera. Ya era hora de irse, ya no aguantaba más... Ya quería volver a fumar y enfrentar al mundo con estilo. Vestida con sus jeans de calidad y sus zapatos. Basta de blanco hospital.

Regresar después de una semana a la enfermería era difícil, principalmente porque tenía que hacerse cargo de los expedientes que la enfermera amablemente había omitido acomodar mientras él no estaba. La administración del lugar era asunto simple, él revisaba los casos s y ella simplemente le entregaba a los pacientes lo que se les hubiera recetado, sin embargo esa semana había pedido licencia porque un familiar se había casado en estados unidos, luego los exámenes finales y cosas académicas que le ocupaban más tiempo del que era necesario. Sabía que esas no habían sido las clausulas exactas que había definido con los rectores pero no había tenido más opción, seguramente después tendría que recuperar ese tiempo o simplemente abstenerse de paga, daba igual tenía que acomodar el trabajo atrasado.

Estaba en las oficinas atendiendo esos papeles cuando escuchó un sonido y vio la puerta abrirse, levantó la mirada y observo a un zorro rojo adentrarse al lugar como si nada. Su cara de repulsión no se dejo esperar y simplemente con un movimiento de su varita lo metió en una caja, no tenía la más mínima idea de cómo ese animal había llegado ahí pero estaba completamente en contra de los protocolos de higiene que debía tener una enfermería.

Tomó una pequeña hoja de papel mágico y escribió en ella una nota para el área de zoología mágica de la universidad: “Necesito que vengan a recoger un extraño animal a la enfermería, por favor dense prisa” – Lo firmó y lo dobló para convertirlo en un pequeño avión volador que salió disparado por la ventana hacia la facultad. Él se puso de pie y salió rodeando la caja para ver cuántos eran los pacientes que estaban en el área de camillas. Solamente vio a una joven que no reconoció en un principio, se acerco a ella de una manera tranquila y cuando se dio cuenta que era Jessy Luttrel su rostro se endureció.

-¿Es tuya esa criatura que está corriendo por los pasillos? No puedes tenerla aquí, he llamado al área de zoología mágica, vendrán por él.

Estaba terminando de ponerse la camiseta negra cuando una voz a su espalda la sobresaltó. No esperaba tales modos y menos una voz masculina, más bien estaba alerta a escuchar el taconeo de la enfermera y algún consejo de egreso, de esos que no solo Ms. Robbinson insistía en darle: "No quiero verte más por ahí Luttrell" o "ponte a comer y estudiar y déjate de idioteces Luttrell". De inmediato se acomodó las ropas y girando sobre sus pies descalzos sonrió para luego fruncir el ceño - Tu aquí? - fue lo primero que se le ocurrió. Que hacía su compañero de Artes Oscuras vestido como sanador ahí en la enfermería, cuando ella que había estado más de una vez ese año internada nunca lo había visto.

- Qué hiciste con Ms. Robbinson y de que diablos estás hablando?. Había sido tal la sorpresa que Jessy no pudo pensar dos veces antes de hablar, cuestión que solía sucederse a menudo. Dejó de mirarlo extrañada, pues al fin y al cabo no era un fantasma sino su compañero y problema de él sería el motivo por el cual estaba vestido así y trató de acomodar su mente cayendo en la realidad de que el animal mencionado debía ser el zorro que ayer había llegadole por lechuza. No veía la gravedad del asunto, porque ella tampoco había sido la responsable ni de que hubiera llegado, ni de que aun no estuviese en el área de zoología.

- Si estás hablando de un zorro bebe.. digamos que si... Pero... Yo pensé que Ms Robbinson lo habría despachado ayer... Como sea, dámelo! - es mio! casi completa estirando la mano como para que se lo entregara de inmediato. No estaba faltandole el respeto, pero tampoco su lenjuage era el dedicado a un "superior" No creía que Joe lo fuera, y tampoco Jessy era conocida por sus elegantes modos. Además con ese acento espantoso de estadounidense que el muchacho llevaba, no podía quejársele. - Yo me haré cargo. Ya me voy. - y ahí estaba tirando una piedra al aire, Según ella tenía que irse de la internación en ese mismo momento, pero aun no tenía en mano ningún certificado con el que pudiera pelear.

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Había cosas que en verdad lo  exasperaban, la falta de modales y la conformidad de la gente, no podía creer a veces como algunos ingleses pretendían ser algo que no eran.  Conocía a Jessy Luttrell por que era compañera suya del aula de artes oscuras (cuando se aparecía por ahí claro estaba) y por que cuando llego a la universidad para hacerse cargo de la enfermería lo primero que encontró fue un gran expediente con su nombre. Sabía exactamente cuáles eran las razones por las que visitaba continuamente la enfermería y él directamente había recomendado a uno de los decanos que la transfirieran directamente al ala de psiquiatría de san mungo para una evaluación más especializada. Por supuesto nada de eso podía hacerse por que la joven no tenía alguna persona que se hiciera cargo de ella y tampoco podían obligarla. Joseph por supuesto no hablaba de eso porque antes de cualquier cosa estaba su ética profesional y no iba a aprovecharse de los que eran sus pacientes, por que Luttrell lo era lo quisiera o no.

Se quedó mirando hacia su mano con una ceja levantada. ¿En verdad no lo sabía? ¿No iba a los eventos escolares? ¿No leía los papeles de alta? Aspiró profundamente y se acomodo las gafas de pasta negra que tenía en el rostro, viéndola de manera detenida.

-La enfermera está preparando unas pociones que yo le pedí. Soy el Sanador a cargo de la enfermería, quién receta las pociones que te tomas.  – Trató de ser lo más políticamente correcto que pudo.  Si ella podía ser una mujer sin una pizca de clase y elegancia él no lo era. Tenía sus prioridades en la vida bien marcadas.

-Si quieres tu animal de vuelta tendrás que ir a pedirlo directamente con la decana Levine, no puedo permitir que ingreses animales o cualquier otra cosa no autorizada a la enfermería.   Tendrás que arreglar las cosas con él o su asistente directamente. – Decía con la decana Levine porque ella era la decana de la facultad de Zoología mágica a donde había mandado para que recogieran el zorro.

-Y no puedes irte aun, revisé el historial de tus visitas a la enfermería y necesitamos hablar al respecto- Era extraño lo sabía, pero Morgan era una persona completamente profesional en lo que hacía. Inclusive parecía más adulto de lo que ya era con la forma en la que se expresaba.

- tu eres el qué? - dijo desahuciada con un hilo de voz. La cara de Jessy si transformó, de un rostro normal, al espanto total. Si era como Joseph decía, su compañero sabría mucho más de lo que Jessy hubiera deseado que supiese hasta el mismo conserje limpia baños de las grutas, el cual claramente le valía un rábano. Para colmo, y de algún modo la estaba amenazando pues nadie tiraba eso de "quién receta las pociones que te tomas" para caer en gracia, sino todo lo contrario. Más si ambos sabían lo que sabían que sabían. Un nudo en el estómago y el acelere de su corazón. El era un compañero de clase!! por dios santo!! no podía pasarle esto!! Todo junto en una misma semana?!?!?!?! PORQUE!?!?! que elefante gigante la había meado sin que Jessy se enterase. No había otra explicación posible para tamaña mala suerte.

- Joseph.. yo no "ingresé" el animal... - trató de explicarle, tratándolo de tu obviamente porque hacía meses que era un compañero y no un superior. Respiró profundo, pero eran momentos como ese, en los que todo salía mal, cuando Jessy caía en los pozos más profundos del desencanto y su estómago se retorcía sin piedad. No podía suceder que además de pasarse una semana internada tuviera que cumplir algún tipo de castigo porque culpa de una bestia que ni ella quería, ni ella había traído al lugar. FUCK FRANCES!!! - el bicho llegó ayer por correo... Yo no podía salir de la enfermería como para llevarlo a zoología.... - O sea, que si ella estaba allí era por que EL no le daba el alta. como ahora Joseph estaba admitiendo.

- hablar? - Si el muchacho la había escuchado era un milagro, la garganta se le cerró y terminó sentándose en la camilla negando con el rostro porque eso no podía ser así. ÉL no podía ser el medimago encargado de la universidad. no. no. no. Y no podía estar queriendo retenerla ahí. Ella quería irse, él no la soportaba, porque no terminaban con todo eso de una buena vez?. Se llevó una mano a la frente y con sus uñas largas y rojas se acarició las cienes. - Tu eres mi compañero de estudios... no voy a hablar contigo de nada... - levantó la vista y negó con los ojos y suplicó - haz lo que quieras con el zorro... solo dame el alta... yo hablaré con Blackburn.. esto no puede estar pasando... -

No le molestaba que le llamara por su nombre como si fuera un compañero de clase, era lo más normal debido a la condición en la que se encontraba donde de hecho era compañero de clase de la rubia. Esa había sido una de las situaciones cuando aplicó para hacerse cargo de la enfermería, en realidad había sido 50% méritos académicos 50% influencias, pero estaba más que claro que habría problemas de confianzas y demás cosas. Obviamente Joseph había probado ser un profesional en su área y nada de lo ocurrido en una cosa afectaría a la otra, lo sabía muy bien.

La historia del animal no le causo ningún remordimiento ni nada. Las cosas se hacían como debían ser y no iba a caer en excusas o sentimentalismos. Se haría lo que tenía que hacerse, tampoco creía la excusa de que no había podido deshacerse de él antes, toda la maldita semana estuvo registrado que personas la habían ido a visitar y fácilmente podría habérselo dado a alguna de ellas para que se lo cuidaran o lo que fuera. No importaba, la decisión era definitiva.

No pienso discutir el tema del animal. Zoologia mágica ya debe haberse hecho cargo de él, si lo quieres ya te dije que es lo que debes hacer. Hay reglas y estoy aquí para que se cumplan. – Su respuesta era definitiva, no le gustaba perder el tiempo en cosas que simplemente eran inamovibles.

Cuando mencionó que no iba a hablar con ella de ningún asunto él mantuvo un semblante tranquilo e inexpresivo. No podía obligarla a hablar con él pero era obvio lo que tenía que hacerse.- Luttrell entiendo que no quieras hablar conmigo por ser compañeros de clase pero no te lo estoy pidiendo como el estudiante de artes oscuras, te lo estoy pidiendo como el sanador encargado de la enfermería de la universidad de Brigantia. Si aun así no quieres hablar conmigo al respecto puedes negarte a recibir mis atenciones, de lo cual por supuesto estas en todo tu derecho, pero debo decirte que entonces deberás buscar ayuda externa para tratar tus lesiones futuras y la universidad no podrá hacerse responsable de nada que llegue a sucederte.

Era simple, había protocolos que ella misma había firmado, si tenia algún otro problema podía ir directamente con su decano en cuestión y solucionarlo. Por supuesto Joseph se había encargado de realizar un historial clínico con la paciente y recomendado un tratamiento directo en el área de psicología por los trastornos que ella tenía. En su caso por ser mayor de edad no era necesario directamente la intervención de un familiar directo, pero también se habían encargado, la enfermera en ese caso de hacerles llegar las cartas correspondientes, las leyeran o no, no era el asunto en cuestión, estaban avisados.

Joseph era más testarudo que ella y eso era bastante decir. Sentada en la camilla respiró profundo a cada una de sus impertinente contestaciones. Podía ser el encargado de la enfermería pero además un idiota que no entendía razones. Como decirle más claro que ayer llegó el zorro y hoy estaban hablando de eso? EN qué momento se lo hubiera alcanzado a alguien? Acaso Él hubiese dejado que vinieran a verla después de la cena? No! entonces? Pues nada, puto zorro y puta Frances, ojalá zoología sacrificase al animal que no había más que traerle problemas así como quien se lo había regalado, supuestamente de buena fe.

No iba a pelear por el animal, no por cobarde, sino porque a ella le daba igual ese engendro peludo. Resignada, ofendida y ofuscada, se ponía los zapatos mientras Joseph lanzaba todo su parloteo "como encargado de la enfermería". Ella se iba a largar de allí a como diera lugar, nada de charlar y él le estaba dando el pie justo. - Estamos de acuerdo... - lo miró complacida, al fin y al cabo querían lo mismo - "renuncio" a los beneficios médicos de la universidad, o como sea que haya que decir - alzó la mano como si fuera un juramento a hacer. Si se había quedado allí una semana era porque la enfermera así se lo dispuso, si el sanador en cuestión le decía que era posible quitarse esa obligación y derecho estudiantil de encima pues muchísimo mejor.

Si le pasaba algo leve dentro de la universidad bien podría aguantárselo o salir caminando por la puerta y aparecerse en San Mungo o donde quisiera, si le pasaba algo grave y no querían atenderla, por ella podían dejarla morir en medio del campus. A ver como lidiaba la universidad cuando el Profeta titulara que Brigantia había dejado morir en su campus a la hija de Sir Benjamin III. No iba a amenazar con eso a nadie, porque a Jessy le valían mierdas esas cosas, pero que su padre fuera el mecenas de medio mundo mágico londinense luego de la desastrosa guerra no era gratuito para el resto.

- Tu secreto profesional te prohíbe hablar de cualquiera de estas cosas fuera de aquí... espero que lo tengas bien claro. - le dijo mirándolo a los ojos, (no como una amenaza sino como obviedad), al levantarse de la camilla justo antes de tomar su caja de pertenencias para marcharse. Ya estaba vestida, ya tenía zapatos y ya le habían cercenado sus derechos estudiantiles básicos. - Puedo irme ya, no?...en la semana mandaré a mis abogados para buscar el expediente.... - Ahora si, beneficios Luttrell a la orden.

Había muchos tipos de pacientes en el mundo de la sanación mágica, al menos los que había logrado catalogar en el tiempo que llevaba ejerciendo, sin embargo había dos especialmente que lo irritaban completamente: Los idiotas y los que ninguneaban a un sanador simplemente por la edad que tenia, como si para ser bueno en la profesión debían verse ancianos o a saber. La cosa con Jessy Luttrell es que era una mezcla extraña de ambos. En esos momentos Joseph estaba abogando a toda su paciencia y casi caía en las ganas de meterle una bofetada cuando levantó la mano en esa especie de juramento de infante para aceptar el renunciar a los cuidados médicos de la universidad. Era obvio que no tenía la más mínima idea de lo que eso significaba, definitivamente Joseph iba agregar una anotación especial catalogándola con una discapacidad para decidir por ella misma cualquier asunto legal, pero eso sería próximamente

El sanador simplemente aspiro profundamente y volvió a acomodarse las gafas en el rostro, había situaciones en las que era mejor no discutir o caer en provocaciones, mismas que ella estaba intentando. La experiencia le había enseñado que a veces era mejor simplemente decir que si a los pacientes, al final los papeles eran quienes hablaban.

No se preocupe señorita Luttrell, estoy perfectamente consciente de mis obligaciones como sanador mágico. – Dijo de una manera que parecía consoladora. Había que ser profesional ante todo y él lo era o se consideraba como alguien profesional, no por nada se había matado estudiando tantos años y ahora lo seguía haciendo para conseguir una especialidad en artes oscuras.

El asunto de los abogados tampoco lo tomó por sorpresa. Sería un idiota si no reconociera el nombre de la familia Luttrell y lo que eso conllevaba, eran ricos y una especie de benefactores del mundo mágico por apoyar en la guerra, tal vez eso era importante para mucha gente en Europa, pero para otros ricos y poderosos en el mundo como los miembros de la familia Morgan eso no era nada por lo cual merecieran que les hicieran reverencias al pasar, mucho menos siendo una familia conservadora como la de él.

-Podrán recogerlos directamente en la oficina del decano Blackburn, también espero que alguno de ellos sea su representante legal ya que será necesario que atienda los asuntos en relación a su enfermedad, misma que necesita ser tratada por profesionales en esa área de la salud mágica. – No iba a decir más detalles, era obvio que él estaba enterado de los problemas psicológicos de la joven y sus trastornos con la comida. La cosa era simple, si la situación seguía como hasta ahora lo había hecho, la vida de la chica podía estar en peligro y en efecto la universidad no podía hacerse responsable si es que su enfermedad llegaba a niveles mortales. Firmando la responsiva quedaba en claro que ella tenía una enfermedad y que si no se atendía por su cuenta ya no era asunto de Brigantia, era un problema personal que ellos habían tratado de solucionar en su momento, pero como todo, no se podía obligar a nadie, mucho menos si sus familiares directos no tenían interés en hacerlo.

Debo firmar tu alta para que te retires, son protocolos de la universidad.- Le dijo sin más sacando su varita y haciendo aparecer una tablilla con papeles.

Era un puto yanqui... Podía confiar en su palabra? ... Jessy no lo sabía, pero no era momento para detenerse en eso. Si no funcionaba la palabra habría que recurrir a desmemorizadores, pero eso era muy engorroso, así que por ahora mejor comportarse y no crearse más problema. Respirar y sentir, que cuando uno se detenía a tiempo muchos conflictos se ahorraba. Solo tenía que poner la mente en función de salir de allí lo más rápido posible. Solo eso, ese solo pensamiento para soportar al energúmeno de gafas.

Se aferró a su caja y tragó saliva. Detestaba que la llamasen enferma, pero sabía que lo estaba haciendo para picarla, por mucha seriedad que el quisiera aparentar no era más que un niño creído y mal follado. Jessy afirmó los pies en el suelo, y tensó la mandíbula, sufriría el bruxismo pero no se dejaría tentar. No. no.no. - Tu no te preocupes Joe... ya lo harán ellos por nosotros. - Completó con su mejor sonrisa refiriéndose a los abogados. Quería comérselo crudo, bombardearlo a punta de varita en ese mismo instante. Él la estaba amenazando con hacerla pasar por loca no solo allí dentro sino en general. Eso de necesitar un representante legal... Con quien creía que estaba hablando? Ella era una histérica para diván, una pésima estudiante, pero no una estúpida. Sabía más que muchos sobre temas legales, solo mencionar lo que había aprendido al atravesar al menos cinco juicios luego de terminada la guerra. Venía de una familia que lo tenía todo y más, y había recibido las mejores educaciones no solo en Hogwarts sino en su casa. No era una niña cualquiera por más que se empecinara en drogarse con muggles y acostarse con extraños. Por mucho esfuerzo que hiciera Jessy siempre iba a ser una Luttrell. No había magia, ni yunta, que le borrara eso, ni para bien ni para mal, muy a su pesar.

Lo vio aparecer la tablilla y extasiada del placer de poder irse, dio unos cuantos pasos hacia el sanador. Estaba ansiosa, quería que le diese ese papel ya!! para salir corriendo a respirar un cigarrillo. Esos que tanto había extrañado por una semana entera. O mejor, le pediría un buen porro a Jasmine y se lo fumaría entero en la soledad del observatorio. Sin darse cuenta estaba dos pasos de Joseph, mirándolo intenso, latiéndole el corazón a mil detrás de su caja de cartón, a la espera del ansiado papel. Cuando se lo diera lo insultaría. eso pensaba. Pero no. no debía hacerlo, debía ahorrarse los problemas. Mejor una demanda por acoso, dentro de unos meses... si. Eso sería mejor.