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Maldita tentación

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Maldita tentación Empty Maldita tentación

Mensaje por George Wildenstein Dom Dic 14, 2014 3:53 pm

Debería haberse tomado el tiempo necesario para desayunar pero no fue así, un trabajo fuera de tiempo le revolvió el día. No había sido difícil, sólo latoso. Traía un hambre voraz que no supo llenar con unas galletas que le había llevado Shoshanna Barrington en su enésimo intento de que la invite a la fiesta de navidad. Él ya tenía pareja pero no se lo había dicho, esperaba que la siguiente indirecta fuese más carnal y con menos migajas.

Eran casi las tres y esperaba que siguiesen sirviendo almuerzo porque no llevaba ganas de salir a ningún lado, no sin el estímulo adecuado. James le había dicho que iba a estar en el campo de Quidditch y que le diese el alcance, de eso hacían ya más de dos horas y no dudaba que siguiese allí, simplemente traía otra prioridad encima, cinco minutos atrás hubiese pasado por el bar para echarse un trago encima y directo a la cancha para pasar la tarde.

Ya no se trataba de la comida, en su camino había visto ese cervatillo rubio que le gritaba que lo cazase, que le decía que era hora de tentar su suerte con eso. No le parecía extremadamente guapa, jamás le había hablado como para creerla interesante pero su figurita frágil lo llamaba, era un pensamiento perverso pero allí estaba.

Entró al comedor y esperó a que ella se ubicase, intentó encontrar a algún conocido con la mirada, estaba lleno de gente así que al menos sabía que conseguiría alimento pero no tenía quién lo obligase a pensar bien en que lo último que necesitaba ahora era otra cosa que le quitase el sueño. Se detuvo en medio de su persecución y se sentó junto a un tipo con el que una vez jugó al Quidditch.

Le hizo conversación ligera y decidió que el destino elegiría por él. Sacó la varita en medio de la plática plana y le echó una nota voladora a Sira, si ella se daba cuenta que él era quien le había enviado aquello de “vamos por una cerveza” se irían por eso y algo más tibio para después.
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Mensaje por Sira O'Sullivan Miér Dic 17, 2014 2:35 pm

Eran casi las tres de la tarde. En realidad se me había hecho tarde y solía comer bastante antes, pero entre una cosa y otra, aquel día en concreto me retrasé demasiado. El estómago empezaba a quejarse y a hacer aquellos sonidos tan típicos de la necesidad de ser llenado con algo de comida. En realidad ni me había dado cuenta de que era tan sumamente tarde hasta que ya me había empezado a molestar el ruido insistente de mi aparato digestivo, había sido entonces cuando había guardado los pergaminos, la tinta, la pluma y todo lo que estaba por encima de mi escritorio en aquellos momentos, para dirigirme presta hasta el comedor de la universidad.

Sobra decir que no quedaba mucha gente ya por allí, pero me sorprendió gratamente no ser la única a la que se le había pasado la hora de la comida. Eso sí, a pesar de haber gente decidí sentarme sola a no ser que alguien se uniese a mí más tarde. De uno de los bolsillos de la túnica que llevaba sobre la ropa saque un libro que gracias a la magia se mantuvo a la altura adecuada para que pudiera seguir con la lectura mientras comía. Un toque de varita fue suficiente de tanto en tanto para que las páginas pasaran, entre cucharón de sopa y cucharón de sopa.

Se podría decir que estaba bien enfrascada en la lectura y apenas era consciente de la gente que pasaba por mi lado, ni tan solo del hecho de que alguien se podría decir que me vigilaba. ¿Por qué iba a preocuparme por algo así en aquellos momentos? Ni siquiera mis hermanos parecían estar por el comedor y no dejaba de preguntarme dónde se habrían metido. No eran de ese tipo de personas que ignoraban a su hermana pequeña, normalmente cada día iban a saludarme, primero uno, luego el otro y por último, pues el último de ellos, pero aquel día aún no se habían presentado delante de mis narices para molestarme o simplemente hacerme reír durante unos segundos con alguna de sus ocurrencias.

Mi atención sólo se desvió de lo que estaba haciendo en el momento en que aquella nota aterrizo justo a mi lado. En un principio no tenía pensado prestarle atención, por algún motivo creía que pasaría de largo (a saber cuál era ese motivo) pero cuando vi que reposaba sobre la mesa no pude evitar quitar el ojo del libro para ponerlo en la nota. Eché un vistazo disimulado hacia mí alrededor, la gente que tenía enfrente y los que tenía a mi lado pero todos parecían tan concentrados como yo misma segundos antes y ni siquiera se habían dado cuenta de la presencia de aquella nota.

La tomé entre mis manos mirándola con curiosidad en mis ojos azules antes de leer el contenido, haciendo que arqueara prácticamente una ceja al instante. Entonces fue cuando volví a mirar hacia todos lados, incluido tras de mí misma donde me encontré con Thomas y George, ese muchacho amigo de James con el que no había hablado nunca pero con el que me había intercambiado alguna mirada. Elevé la varita para cerrar el libro que posteriormente volví a meter en aquel bolsillo disimulado que tenía la túnica. Cabe decir que me tomé mi tiempo para hacer todo esto antes de levantarme y encaminarme hasta los muchachos con tranquilidad.

- Chicos… - Llevaba la nota aún en mis manos leyéndola. – Después de lo del otro día dudo mucho que hayas sido tú, Thomas. – Le sonreí brevemente unos segundos, mientras el muchacho sonreía de vuelta y acababa por levantarse e irse. Imagino que eso es mejor que admitir que una chica consiguió darte con mucho atino en la nuca con una bola de nieve. Le seguí con la mirada al tiempo que se iba. Mis ojos azules enfocaron su atención en George cuando Thomas ya no estaba dentro del comedor. – Intuyo entonces que has sido tú, George. – Una pequeña sonrisa curvó mis labios. Obviamente tenía la suficiente memoria como para quedarme con el nombre y las caras de las personas que como poco me resultaban interesantes.
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Mensaje por George Wildenstein Mar Dic 30, 2014 10:20 am

[Off: Perdón por la tardanza, lo vi tarde y luego se me quedó la idea de que no me habías contestado jaja ]

Sira no tardó mucho en notar de dónde llegaba el proyectil, Thomas se quedó nervioso al verla venir y George le dio unas palmadas en la espalda como para que se calme, ni que fuese un demonio o algo. Aparentemente para el pobre Perkins sí lo era.

Simplemente le tocó reírse ante el efecto que tenía Sira en Thomas, el pobre parecía huir de ella como si le acabase de echar un Crucio. Le pareció muy curioso cómo una criatura como esa podía infundir tanto temor, aparentemente no era tan delicada como aparentaba su figura. Sonrió para sí mismo incluso luego de que su risa hubiese cesado, la miraba entre fascinado y curioso, un poco sorprendido la verdad.

No creía que tuviese una personalidad tan definida, la imaginaba más como esas chicas que reían por los rincones siendo dulces e ingenuas, esas que no se van a tomar una cerveza con cualquiera, las que están haciendo tareas hasta las nueve y que sólo salen los viernes y sábados. Honestamente la imagen que tenía en frente era distinta pero no menos atractiva.

No le iba a decir esas cosas porque no le iba a soltar como sea sus perversiones o el hecho de que en sus conversaciones con James salía de vez en cuando a colación. Ya había notado que la nota era suya y tampoco iba a negarlo como un colegial, simplemente se encogió de hombros y se le quedó mirando porque todavía no le daba una respuesta.

-Me descubriste, pero aún no me dices si es un sí o un no. Intuyo que es la primera, ¿no?-no iba a ir con rodeos que era para alguien más o que quería ver si su amistad perduraba para siempre permanecer en contacto. Ni siquiera se saludaban frecuentemente, ella seguramente había entendido que ese tipo de invitaciones no se hacían sólo por la hermandad.-

Le dio un mordisco a las patatas que tenía en frente, no quería quedársele viendo fijo porque seguramente iba a creer que el plan era ponerle algo en la bebida y no se trataba de eso. Además estaba el hecho de que si bien planeaba tomarse una o dos cervezas no quería acabar viéndose como un idiota que se emborracha con un sorbo de licor por haber ido con el estómago vacío.
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Mensaje por Sira O'Sullivan Lun Ene 05, 2015 1:03 pm

La risa de George me atrajo la atención, claro que, posiblemente no fuera tan extraño que se estuviese riendo cuando su compañero acababa de salir prácticamente corriendo como si un montón de bichos terroríficos o su peor miedo le estuviera persiguiendo. Se había ido como alma que lleva al diablo. Mis ojos azules se habían mantenido en la espalda de Thomas y más tarde en su silueta hasta que le perdí de vista en el momento en que salió por las puertas dobles del comedor.

Noté la mirada del muchacho Cerridwen, cosa que hizo que volviese a mirarle para después hablar. Casi que podía intuir cierta sorpresa en su rostro. ¿De verdad se creían todos que era una muchachita delicada y sin agallas? Que fuera tranquila, que no me gustase irme de fiesta o beber hasta alcanzar casi un coma etílico no significaba en absoluto que fuera una persona demasiado delicada como para ello, simplemente no me gustaba. Prefería invertir mi tiempo en lo que el 99,9% de los estudiantes universitarios preferían no invertirlo. Los estudios, la lectura, cualquier cosa que me mostrase algo totalmente desconocido para mí del mundo. O a lo mejor simplemente me veían como una de esas personas con la cabeza hueca, que no tenían más que serrín en la misma.

¡Claro que le había descubierto! Si no había sido Thomas, ¿quién sino? Eché un rápido vistazo con mis orbes azules al resto de la sala, pero todo el mundo estaba demasiado concentrado en su comida o en la conversación que se estaba llevando a cabo en su mesa como para molestarse en prestar atención a lo que pasaba… o como para haber sido la persona que me había mandado la nota. – ¿Por qué no? Es decir… ¿por qué iba a decir que no? – Pregunté alzando una de las cejas. Cierto era que podía ser una persona que se ponía fácilmente a la defensiva cuando algo no empezaba a gustarle, pero de ahí a rechazar algo tan de entrada. No. – Que no me gusten ciertas costumbres que tenéis algunos universitarios no significa que sea una sosa y una aburrida. – O tal vez sí. Tal vez acababa arrepintiéndose de todo aquello cuando se diera cuenta de que no iba a dejarme engatusar tan fácilmente, que era lo suficientemente inteligente como para saberme salir de ciertas situaciones.
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