Fin de semestre

A cosa de un par de semanas por terminar el semestre, y tras haber pasado la luna llena hacía unos días, estaba de más decir que el humor de Markus no era el mejor. Por un lado las clausuras eran siempre agotadoras. Por el otro, cada luna llena se cobraba buena cueta en cuanto a sus ánimos y bienestar en general. Aunque la Matalobos que su hermano preparase tuviera la potencia de patada de centauro, la transformación era extenuante.

Por poco dispuesto que se encontrara aun tenía obligaciones que atender, de aquellas que no podía darse el lujo de tomar a la ligera. Aquel día en especial resultaba emocionante para la facultad entera. Los últimos cuatro meses habían seguido de cerca el embarazo y gestación del Pixiu hembra con el que contaban, y según había comprobado el zoólogo a primera hora de la mañana cuando fue a revisarla, el tan esperado momento había llegado.

Había puesto a competir a los cursos primeros e intermedios por la oportunidad de asisitrle en el alumbramiento. Por aquello de incentivar el aprendizaje con una experiencia en el campo verdadera. Y también porque le divertía verlos irse unos contra los otros durante las clases y las prácticas para coronarse como los mejores y hacerse de aquel premio. Le recordaba un poco al ambiente que se vivía en la cancha de quidditch.

Al final quien se había llevado el premio fue Amy Jackson, después de entregarle el trabajo de investigación más extenso que había leído sobre el nacimiento de Pixius que había llegado a tener en su escritorio. Era obvio que prefiriera tener involucrado a alguien que por lo menos tuviera la parte teórica del proceso dominada. Además la alumna tenía manos pequeñas, y eso les resultaría beneficioso.

Así que esa noche la pasarían en vela en los criaderos acompañando a Pin Mei, la leona alada que, si todo salía bien, tendría a sus crías esa misma velada. Podía no suceder, como se había encargado de explicarle a Jackson. Era probable que el parto se retrasara y no ocurriera nada hasta al amanecer, porque con un proceso como aquel no había garantías en cuanto a tiempos ni nada. Iba a ser una noche difícil.

Así que la espero a la puerta del aula a las siete en punto como la había citado, aguardándola con la cámara mágica que había recogido hacía cosa de unos instantes del departamento de audiovisuales. Obviamente iba a grabar todo lo que ocurriera. Que le estuviera dando la oportunidad a la chica de estar ahí en vivo y directo no quería decir que fuera a privar al resto de sus alumnos de lo que ocurriría.

La llegada puntual de Jackson fue un punto considerable a su favor. Si algo podía decirse de Markus y estaría en la obligación de decir que era cierto, es que esa no era una de sus cualidades más fuertes. En contraparte, y le importaba un carajo si le llamaban de hipócrita, no encontraba la gracia en que sus alumnos lo hicieran esperar. Quien estuviera conforme o no lo tenía con cuidado, pero aquella era una de las pequeñísimas ventajas de ser el profesor; que para cambiar las ruedas, fuera a él a quien tuvieran que tener en consideración y tratar de complacer.

- Buenas noches Jackson. No te preocupes. - Sobre los tratos de formalidades. Le guardaba a la joven el respeto necesario, pero ir más allá de lo protocolario lo encontraba absurdo. Como fuera, tampoco se iba a poner a insistirle que no era necesario el trato de "usted." - Vaya, pues gracias. - Por el café, que era más que bienvenido. No era el bebedor más aficionado ni conocedor de tipos de grano y tostados, pero en días como aquel le venía bien. La consideración se apreciaba, aunque no por ello fuera a ser menos exigente con su asistente por aquella ocasión.

- Pues andando, vamos. - Le indicó con un gesto de la mano, echándose la cámara al hombro mientras emprendían camino a los criaderos. Tenía a un par de alumnos de sexto semestre en actitud de guardias, quienes habían estado monitoreando a la leona toda la tarde. Que no hubiera recibido ningún mensaje de alerta hasta el momento era indicador de que todo seguía bajo control. Ahora ellos llegarían a hacerles el relevo y a esperar que el alumbramiento transcurriera sin complicaciones.

- [¿Primera experiencia parecida? Si la memoria no me falla creo haber leído en tu expediente que estuviste de prácticas en Rumania. - Con dragones, ni más ni menos. Siendo una niña sin experiencia recién escupida de Hogwarts dudaba mucho que le hubieran permitido hacer trabajo realmente pesado, pero quizá alguna eclosión de un huevo pudiera haberse colado entre sus vivencias.

- Vaya, mala suerte. – Una media sonrisa afilada apareció en su rostro, ligeramente burlona, mientras la miraba. – Las bellezas de ser practicante al fondo de la cadena alimenticia, ¿eh?. No se preocupe Jackson, los dragones forman parte del temario del próximo semestre. Si nadie ha perdido una mano para entonces y nos autorizan el presupuesto podríamos tener alguna práctica en Noruega. – Que para algo tenía contactos allá y sería idiota no aprovecharlo. La dragonología era toda una rama de especialización distinta y a él le había llevado tres años adicionales de interinato para conseguir el grado. Uno no egresaba de Zoología Mágica siendo experto en dragones, era obvio, pero planeaba gastar los recursos que tuviera al alcance para que sus alumnos estuvieran tan preparados en la materia como fuera posible.

Cuando llegaron a las cuadrillas dejó a Jackson por un momento a solas en lo que él terminaba de ultimar detalles con aquellos alumnos de sexto que habían estado haciendo guardia hasta el momento. Revisó sus notas y escuchó con atención los comentarios que tenían sobre cómo habían estado observando a Pin Mei. Al no ver señales de alarma por ningún lado les dio la indicación de que podían marcharse a descansar pero los esperaba ahí a primera hora. Ya fuera que el alumbramiento se retrasara o que contaran ya con cachorros al amanecer, seguían teniendo trabajo que hacer.

- Por lo menos dos. – Respondió a su pregunta mientras iba montando la cámara mágica en su tripie. – Siempre cabe la posibilidad de que haya alguno más escondido tras el saco amniótico de uno de sus hermanos y por eso no nos hayamos dado cuenta de su presencia. En su estado salvaje Pin Mei no nos tendría aquí para ayudarla, pero como nos interesa que todos los cachorros estén sanos y sobrevivan, vamos a tener que intervenir. – Notó el nerviosismo en el rostro de la chica cuando la leona comenzó a inquietarse y eso le hizo sonreír. Había algo indiscutiblemente dulce en sus modos, bastante curiosos tomando en cuenta que había ido a degüello contra todos sus rivales por esa oportunidad.

- Ven Jackson. – Le hizo una seña a que se acercara. Sacó del bolsillo de su chaqueta unos cuantos discos de metal pulido, no mayores en tamaño que unos galeones y se los entregó a su alumna. – El folklor chino dice que los pixiu se alimentan solo de oro y plata debido a que el Emperador los castigó por ponerse insolentes. En realidad solo les gustan las cosas brillantes. Claro que si le damos de comer oro indiscriminadamente nos gastamos todo el presupuesto del programa en una cena. Así que el aluminio también les va bien. Anda, acércate. Necesita familiarizarse contigo. Sirve que las dos tranquilizan sus nervios. – Le animó con un gesto de las manos a acercarse, yendo por supuesto atrás de ella.